Desde mi cielo

Total que fui a ver The Lovely Bones, porque me estoy convirtiendo inexorablemente en un fan incondicional de Saoirse Ronan.

Se aplican las de siempre.

The Lovely Bones

The Lovely Bones

Susie Salmon es una preciosa niña que vive con sus papás y sus dos hermanos menores en 1973. Su familia es amorosa y normal, y ella tiene una vida completamente normal para una niña de catorce años, incluido el imprescindible enamoramiento idiota que tienen todas las niñas de catorce años.

Todo eso termina cuando un vecino de la colonia la viola y la asesina. Su espíritu se niega a seguir adelante, por el profundo amor a su familia, y por el coraje que siente en contra de su asesino.

La película entonces se dedica a relatar la travesía de Susie por este espacio entre los vivos y los muertos, los problemas por los que pasa su familia tratando de superar el trauma de haberla perdido, y cómo el asesino comienza a planear en atacar a su hermanita.

La historia es una pinche tragedia griega, pero realmente no es lo mejor de la película. Lo mejor son las fabulosas actuaciones de absolutamente todos los actores. Stanley Tucci es un magnífico villano, aterrador de una forma sutil y velada. Rachel Weisz es maravillosa como la madre, pero el que me sorprendió fue Mark Wahlberg, quien siempre me ha parecido medio bobito; es muy bueno como el destrozado papá que pierde a su niñita. Susan Sarandon aparece como la alcohólica y caústica abuela, y se roba todas las escenas donde aparece; además de que se sigue viendo guapísima a los setecientos años que debe de tener.

A Saoirse Ronan tengo que mencionarla aparte. Sin duda actúa muy bien, y es una niña desarmadoramente encantadora y bonita; pero me parece que Peter Jackson (el director), se enamoró perdidamente de la niña. La película es un vehículo descarado para promocionar y lucir a la chavita, como actriz y como belleza incipiente. Es tan pronunciado, que a mí (que la niña me encanta desde que la vi en Atonement) me pareció incluso ligeramente de mal gusto.

Como sea, la película vale la pena únicamente por las actuaciones. Y voy a enfatizar el únicamente; a pesar de lo trágico de la historia, todo el pendejismo espiritual es bastante idiota, y la historia es demasiado simple. Hay algunas escenas emocionantes, pero en general es escuchar a Susie relatar (en su dulce y encantadora voz) lo que pasa por su cabeza antes y después de ser asesinada, mientras habita el universo semi mágico que está entre el mundo de los vivos y de los muertos. En otras palabras, la película es aburridísima la mayor parte del tiempo.

Eso sí, muy bien actuada.

Saoirse Ronan me encanta, y la película está construida con el único propósito de lucirla. En ese sentido, me alegra haberla visto… ah, y también por Susan Sarandon, que yo ni sabía aparecía aquí. Pero no sé si la película funcione para todo mundo.

De cualquier forma sí la recomiendo.

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Boogie, el aceitoso

Boogie, el aceitoso

Boogie, el aceitoso

De forma casi providencial me enteré de la próxima adaptación animada de la fabulosa tira cómica de Fontanarrosa; GMail había clasificado el correo como SPAM.

El avance lo pueden ver en el tubo, y se ve genial; las últimas películas mexicanas (animadas o no) que me habían llamado tenuemente la atención (Nikté y 2033) en general sólo he escuchado que son basura, pero dado el material original (es Boogie; si nunca lo han leído corrijan eso rápido, por favor), y el fabuloso avance me hacen de hecho estar optimista respecto a esta adaptación.

Además de que Jesús Ocho y Susana Zabaleta siempre me han caído muy bien. Bueno; la Zabaleta no tanto, pero está muy sabrosa.

Se antoja divertida; vean el avance.

Actualización: Ups, sólo una correción; la película es argentina, no mexicana… lo cual quiere decir que van como dos años que México no hace ni una película que medio me interese. Supongo que la Zabaleta y Jesús Ochoa doblarán a los actores argentinos, dada la poca paciencia que tenemos los mexicanos con el acento del país sudaca.

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Zona de Miedo

Fui al cine a ver The Hurt Locker. Originalmente iba a ver The Wolfman, pero de hecho me enteré que ya habían estrenado ésta; con tan pésima traducción del título, igual y nunca me daba cuenta.

Se aplican las de siempre.

The Hurt Locker

The Hurt Locker

La historia sigue a una unidad gringa especializada en desarmar bombas en Irak, después de la absurda invasión gringa. Al inicio de la película el jefe original de la unidad muere por estar demasiado cerca de una explosión, y es reemplazado por James, un muchacho que obviamente tiene problemas en la cabeza.

La película muestra cómo James trata de hacer su trabajo, y como el mismo lo ha ido afectando, al grado de que cuando por fin termina su periodo obligatorio de estar en la zona de guerra, decide regresar a pelear en lugar de quedarse en su casa con su esposa. Que es Evangeline Lilly; cualquier hombre que decida ir a arriesgarse a que lo vuelen en pedazos en lugar de quedarse con frickin’ Evangeline Lilly debe tener hecho puré el cerebro.

Al fin y al cabo James regresa a la guerra no por un sentido de deber, o de lealtad a sus compañeros; mucho menos porque crea que la guerra tiene sentido o es justa. Sencillamente regresa porque se ha vuelto adicto; la película comienza con la cita de un libro: “The rush of battle is a potent and often lethal addiction, for war is a drug.”

La película, de forma muy sutil y muy chingona, muestra la futilidad de la invasión gringa en Irak, y el odio, desprecio y rencor de la población contra los soldados gringos; nada más por eso me hubiera gustado. Pero además las actuaciones de los (en general desconocidos) chavos que son los principales protagonistas son fabulosas; en particular Jeremy Renner. Aunque sigo diciendo que el Oscar lo debe ganar Morgan Freeman.

La película es muy emocionante, hilarante en muchas partes con un humor negro y cínico, y además tiene dos fabulosos casi cameos de Guy Pearce y Ralph Fiennes. También está magistralmente hecha, y la tensión de que en cualquier momento James puede volar en mil pedacitos está muy bien construida.

Vayan y véanla; es altamente recomendable.

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Brian Herbert

Mi relación con el universo de Dune, la novela de ciencia ficción de Frank Herbert (que mucha gente considera la mejor novela de ciencia ficción jamás escrita), es larga y, contrario como generalmente es con mi vida, de hecho anterior a que la leyera.

En 1985 ó 1986, transmitieron en la televisión abierta de México la película tenuemente basada en la novela, dirigida por David Lynch. Yo, que tendría 8 ó 9 años, quedé profundamente apantallado por la misma. Por supuesto, no entendí ni madre, pero eso no quitó que fuera fascinante.

Había gusanos gigantes, escudos de energía personales, los guerreros disparaban gritando, y salía Sting en ropa interior. Es difícil borrar de la memoria dichas imágenes.

Pasaron quince años sin que yo volviera a pensar en la película, ni mucho menos que se me ocurriera leer la novela; no comencé a leer ciencia ficción regularmente sino hasta que me titulé. Antes de eso yo generalmente siempre leí otro tipo de literatura.

En el 2001 ó 2002, pasaron en Cablevisión la miniserie Frank Herbert’s Dune, y yo la vi una vez más fascinado, en esta ocasión principalmente por el (en retrospectiva francamente chafa) efecto especial que usaban para que los fremen tuvieran ojos azules.

Poco después de eso compré Dune, lamentablemente en español porque todavía no leía novelas en inglés. Para el 2006 había leído los primeros tres libros de los seis originales que escribió Frank Herbert (Dune, Dune Messiah, y Children of Dune), y por razones que no me quedan del todo claras, dejé de leer la serie.

Hace unos meses la empecé de nuevo, comenzando con el cuarto libro y esta vez leyéndolos en inglés; rápidamente me chuté los otros tres libros en ese universo que Frank Herbert escribió (God Emperor of Dune, Heretics of Dune, y Chapterhouse Dune).

Originalmente ese era mi plan; no tenía intenciones de continuar leyendo los libros que el hijo de Frank, Brian, ha venido escribiendo junto con Kevin J. Anderson para completar y expandir el universo creado por su padre.

De hecho, me daba algo de coraje; me parecía que Brian Herbert se estaba colgando de su padre para poder seguir exprimiéndole leche a la vaca. No lo sé; como si un camión atropellara a J. K. Rowling, y alguno de sus hijos decidiera aprovechar y seguir sacando libros de Harry Potter sólo para hacer dinero. Más mala espina me daba que necesitara un coautor; me sugería entonces que el tipo ni sabía escribir, que las novelas las estaba escribiendo Anderson, y que el nombre de Brian Herbert sólo lo utilizaban para “legitimar” a los nuevos libros.

Mi reticencia disminuyó cuando terminé Chapterhouse Dune, y me quedé con hartas ganas de ver qué pasaba (el libro termina en un enorme cliffhanger). Casi desapareció cuando me enteré que Brian Herbert era un autor de ciencia ficción por sí mismo; evidentemente no tan conocido como su padre, pero sí que había iniciado su carrera mucho antes de que Frank Herbert muriera.

Y dicha reticencia desapareció cuando me chuté en rápida sucesión la triología de prequelas Prelude to Dune; Dune: House Atreides, Dune: House Harkonnen, y Dune: House Corrino. Los libros son, antes que nada, una obra de amor; se ve que los dos autores de verdad conocen y respetan el trabajo original de Frank Herbert.

Además las novelas son francamente entretenidas, y en muchas partes muy emocionantes. Ahorita estoy comenzando la triología Legends of Dune, y espero leer las que me falten pronto. Además de que Brian Herbert amenza con seguir produciendo prequelas y secuelas.

No sé si Dune sea la mejor novela de ciencia ficción que se ha escrito; la verdad, aunque disfruto el género, no he leído tanta ciencia ficción, y no me considero calificado como para dar una opinión al respecto. Lo que sí es que plantean un universo fascinante, y sin duda alguna son entretenidísimas.

Ahora, si sólo pudiera conseguirme una novia Bene Gesserit…

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El Libro de los Secretos

El viernes fui a ver una película tan pendeja, que salí del cine francamente molesto. Y tan molesto estaba que no escribí de ella hasta hoy, que me quedé en casa por no haber amanecido muy bien.

Se aplican las de siempre.

The Book of Eli

The Book of Eli

Denzel Washington interpreta a un ciego (oh, perdón; ya les conté el final de la película) con la mejor vista del mundo, que ha cargado un libro, que es la biblia (oh, disculpa; ya les conté el otro punto “importante” de la trama), durante 30 años desde que hubo una tragedia (suponemos una guerra nuclear) en el mundo.

Eso le ha costado atravesar estados unidos de costa a costa: 30 años. Puta madre, debe de haber estado caminando con las axilas la mayor parte del tiempo, porque ciertamente se ha tardado.

En el camino Eli se encarga de destazar harta gente con lujo de violencia cada vez que tratan de atacarlo o tocar su libro; lo cual por supuesto es ciertamente consistente con la gente que lee un único libro, y ese libro además es la biblia.

Así ocurre hasta que llega a un pueblo dirigido por Gary Oldman, que lleva todo este tiempo tratando de encontrar la biblia. Se supone después de la guerra quemaron todos los ejemplares de la biblia (un esfuerzo cabrón, porque el ridículo libro lo encuentra uno en todas partes y probablemente en todos los idiomas con los que puede uno escribir un libro), y él lo quiere para mantener subyugada a la población que de cualquier manera subyuga con armas.

La película, como pueden ver, es pendeja hasta decir basta; pero a mí en particular además era imposible que me convenciera, porque su premisa principal es que la biblia es un libro “especial”. Ya la he leído, y lo único de especial que le encuentro es que es aburrida, repetitiva, y ridícula en muchas partes. Otras son divertidas, otras interesantes; pero ciertamente no me puedo tragar la premisa de que le cambie la vida a alguien (o al menos de seguro a mí no), o de que un caciquillo patético la necesite para justificar su dominio; como si fuera muy difícil para caciquillos patéticos el inventarse otros modos de justificar su tiranía.

Y para acabarla de amolar, la revelación al final de que Eli era ciego y “guiado por dios” no sólo me parece ridícula e idiota; además está mal hecha, porque durante varias escenas es obvio que Eli usa sus ojos para ver; ¿si no para qué carajo voltear la cabeza?

La película tiene cosas buenas; la violencia es muy divertida, Mila Kunis está muy sabrosa, y a mí en particular siempre me han gustado los temas apocalípticos. Pero de verdad esta película me pareció pendejísima; no la puedo recomendar en buena consciencia.

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Diez años después

Universidad Nacional Autónoma de México

Universidad Nacional Autónoma de México

Hace diez años la Policía Federal Preventiva entró ilegal y violentamente a Ciudad Universitaria, terminando una huelga que se había extendido innecesariamente por 9 nueve meses.

Yo estaba en el auditorio Che Guevara, en la sesión del Comité General de Huelga, confiado de que al siguiente día habría un nuevo llamado de la rectoría para reanudar el diálogo. Casi todos los ahí presentes estábamos confiados de que eso ocurriría, porque inicialmente se había soltado el rumor de que si entraba la PFP, sería a las dos de la mañana. Y ciertamente a las dos de la mañana el Che estaba casi vacío; nada más pasó la hora fatídica, el auditorio comenzó a llenarse de nuevo. Yo, junto con mis compañeros más cercanos, nunca lo dejamos durante esa noche.

Un día antes fui a mi casa, a bañarme, ponerme ropa limpia, y decirle a mi mamá que la PFP entraría a Ciudad Universitaria; para ese momento (después de que rectoría había abandonado unilateralmente la mesa de diálogo) yo lo daba por hecho. También daba por hecho que, dado mi involucramiento con el CEM y la banda de Higinio, y si era verdad que había 500 órdenes de aprehensión para participantes de la huelga, por simples cuentas a mí me tocaría una de ellas. También le dije eso a mi madre, diciéndole que se preparara; recuerdo claramente que me preguntó que, si yo estaba tan seguro de que la PFP entraría a CU y de que además yo en particular acabaría en el bote, que por qué iba a la sesión del CGH.

No fue fácil explicar eso hace diez años; sigue siendo difícil ahora.

Ha pasado una década, y mucho se ha dicho acerca de la huelga que en una famosa portada la revista Proceso calificó de “Interminable”. La misma, así como mi estadía durante unos días en la cárcel, y el proceso de sacar a los compañeros presos inmediatamente después, me marcó profundamente; no es exagerado decir que el hombre que soy ahora en gran medida es resultado de las decisiones que tomé y las experiencias que pasé por todo lo relacionado con la huelga.

Lo más sucinto que yo puedo decir de la misma, hoy que se cumplen diez años de que la PFP entró a Ciudad Universitaria, se puede resumir en dos palabras.

Teníamos razón.

Teníamos razón entonces, y la seguimos teniendo; la gratuidad de la universidad era indispensable que se defendiera, al costo que fuera necesario.

¿Que cometimos errores los huelguistas? Por supuesto que los cometimos; es más, probablemente cometimos todos los posibles errores que se pudieran cometer; y algunos otros que hasta difícil era que se cometieran. También es cierto que el movimiento estuvo infiltradísimo, desde el principio hasta el final, por casi cualquier grupo político que tuviera presencia en la Universidad (que son, básicamente, todos), y por varios que de hecho no la tenían. Y también es cierto que el costo para la Universidad, y para muchos de sus estudiantes en particular, fue inhumanamente alto.

Pero teníamos la razón; y a pesar de todos los errores que cometimos, los principales responsables del estancamiento de la huelga fueron los funcionarios de rectoría (encabezados por el animal de Francisco Barnés), y el gobierno de Ernesto Zedillo. Que debimos haber sabido cómo responder a su deseo de extender la huelga y debilitar con ello el movimiento, eso también es cierto; pero la alternativa de levantar la huelga (como muchos inocentemente querían) sin haber conseguido detener las cuotas hubiera significado la derrota de la Universidad pública y gratuita.

Debe eso quedar claro: la Universidad Nacional Autónoma de México sigue siendo (para motivos prácticos) gratuita gracias a nosotros. Y además yo (y muchos más) estamos convencidos de que la Universidad es lo que es, la mejor de Iberoamérica, en gran medida por ser gratuita; por permitirle el alcanzar una educación superior a miles de personas que no podrían hacerlo si se cobraran cuotas; por “razonables” que éstas fueran.

Hace unos años, cuando estaba la terna de posibles rectores que reemplazarían a Juan Ramón de la Fuente, todos y cada uno de ellos dejaron claro que la Universidad seguiría siendo gratuita si eran elegidos rectores. De nuevo eso fue gracias a nosotros. Y mi rector, José Narro, dijo lo siguiente cuando recibió el premio Príncipe de Asturias a nombre de la Universidad:

Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo[…]

La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.

De nuevo; que esa sea la postura consensuada en la Universidad es gracias a nosotros. Actualmente nadie cuestiona la gratuidad de la Universidad; ni siquiera de broma. Y eso fue un triunfo indiscutible de nosotros.

Así que, con todos los errores y todas las cosas que se pudieron haber hecho de forma distinta hace diez años, yo sigo estando profundamente orgulloso de haber participado en la huelga. Han pasado diez años, y yo he cambiado mucho en ese periodo de tiempo; he crecido en muchas cosas, y he madurado en otras más.

Y con todo lo que he aprendido en el camino, y sabiendo todo lo que ocurriría después, incluyendo mi estadía en la cárcel, mi decisión es absoluta e inmediata: volvería a hacerlo todo de nuevo. Una y mil veces más lo haría, de ser necesario.

Porque sin la raza, ¿cómo va hablar el espíritu?

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Invictus

Con la muerte de mi abuela y mi ida a Guanajuato no pude ir al cine en dos semanas, así que ayer desconté. Decidí, para variar, ver una buena película; y no creo haber podido haber elegido mejor: vi Invictus.

Se aplican las de siempre.

Invictus

Invictus

Morgan Freeman, en el papel de su vida, interpreta a Nelson Mandela cuando recién fue elegido para presidir Sudáfrica. Viendo al equipo nacional de rugby (que es como el futbol americano, pero para hombres de verdad) como una forma de ganarse a la (poderosa) minoría blanca del país, aplica todo su peso político para impedir que la mayoría negra cambie el nombre y colores del equipo (que era odiado y visto como símbolo del apartheid por casi todos los negros), y motiva al capitán del equipo François Pienaar (Matt Damon, bien en su papel; pero se lo come vivo Freeman) para que al final ganen la copa mundial de rugby que se celebró en Sudáfrica en 1995.

La película es barata y cursi, pero no importa, porque Freeman da una actuación tan encabronadamente buena que Mandela aparece como un dios entre los hombres, dando unas muestras de elegancia, inteligencia política y tacto social que hacen que a uno le den ganas de llorar por los patéticos líderes políticos que tenemos los mexicanos. Y me refiero a todos.

Mandela, que fue acusado de terrorista y que recurrió a las armas cuando así lo creyó necesario, y que luego pasó 27 años como preso político del sistema racista del apartheid, consiguió utilizar algo tan trivial como es el rugby para arengar a su nación en torno a una única causa.

Dos escenas en particular me gustaron, porque muestran la endiablada inteligencia política que tuvo Mandela; durante el primer partido de rugby al que asiste como presidente, al llegar al estadio lo reciben con varios abucheos, e incluso le lanzan un vaso de refresco (que no lo alcanza). En cambio, al partido de la final entre Sudáfrica y Nueva Zelanda, después de todo el apoyo que ha mostrado al equipo y de las varias y sutiles manipulaciones políticas que ha hecho con ello, lo reciben con una ovación que por poco tumba al estadio.

La película es maravillosa, en gran (si no es que única) medida por la portentosa presencia de Morgan Freeman, que si no le dan el Oscar los gringos yo digo que se merecen más avionazos a rascacielos. Es maravilloso el tipo.

I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

Vayan y vean esta película; yo ya había leído que Freeman se moría por interpretar a Nelson Mandela, y de verdad, repito, creo que es el papel de su vida. No se la pueden perder.

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Cinco años

Hace cinco años escribí la primera entrada en mi blog. Durante estos cinco años mi blog ha sido una parte importante, si bien no fundamental, de mi vida.

Podría ponerme a ponderar acerca de lo que significa el tener cinco años escribiendo aquí, pero ando medio ocupado… y la conexión a Internet del CIMATEL apesta.

Así que sólo diré que mi blog ha cumplido su propósito fundamental; permitirme el tener un lugar donde puedo escribir las pendejadas que me cruzan por la cabeza, por el simple placer de escribirlas. Y una vez más agradecer a los lectores que me siguen, aunque (como siempre) debo dejar bien claro que no es por ellos (ni por nadie) que escribo en el blog.

Como la mayor parte de las cosas que hago en la vida, lo hago únicamente porque se me da la regalada gana.

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One more time

Y estoy en Guanajuato. De nuevo.

Ahora para el First Mexican Winter School in Discrete Mathematics, que se realizará del 25 al 29 de enero. Hicimos tres horas y media de la Ciudad para acá, contando también el tiempo que nos tardó salir de la Ciudad. Y a pesar de haber venido a este pueblo como siete veces en los últimos tres años, me las ingenié para perderme después de que comimos; en lugar de llegar al CIMATEL, terminamos en el Palacio de Gobierno. Dos veces.

Como sea, pudimos llegar al decimoquinto intento y ahora estamos preparándonos para mañana, que empiezan los cursos. Y al siguiente martes después de regresar comienzan las clases en Ciencias.

Ahora voy a descansar; sí es medio cansado manejar hasta acá.

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Y por eso quiero a esta Ciudad

Una encuesta encargada por el PAN, con unas preguntas formuladas de forma terriblemente tendenciosa, confirman que la mayor parte de los habitantes de mi hermosa Ciudad están de acuerdo con que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio.

Por supuesto, es irrelevante; aunque 95% de los habitantes de la Ciudad estuvieran en contra, debería legalizarse. Aquí y en todos lados: los derechos no se ponen a votación. Por eso mismo también es irrelevante que la mayoría esté en contra de que adopten… más aún cuando ese derecho ya lo tienen: no se puede discriminar a nadie por sexo, religión, raza, o preferencia sexual para adoptar. Los homosexuales ya pueden adoptar hijos en la Ciudad, y por supuesto los matrimonios homosexuales también podrán.

Pero es significativo que la mayoría de la Ciudad esté de acuerdo con los matrimonios homosexuales, o no les importe (entre 5% y 7% dicen que “no saben”); más aún por quién mandó hacer la encuesta y cómo plantearon las preguntas. Una encuesta realmente imparcial me imagino revelaría que un porcentaje mucho más alto de la población está de acuerdo o al menos no le importa que los homosexuales se puedan casar entre ellos.

(Además de la deliciosa ironía de que los pendejos de la dirección panista en el DF mandaron hacer esta encuesta porque idiotamente creyeron que justificaría sus pataleos en contra de la ley que permite a los homosexuales casarse.)

Y por eso quiero a esta Ciudad. Por la gente que vive en ella.

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Hígado

Con Omar en el messenger:

Omar: Me dice, “cambia la bibliografía del estilo iniciales-del-autor a números”. En LaTeX eso sería cuestión de cambiar, pues, el estilo de la biliografía, cambiar un renglón.
Yo: Supongo que en TeX debes vender un hígado o algo así…
Omar: Más o menos: escribí un scriptcito en Perl.
Yo: Que como todo mundo sabe, es el equivalente en computación a vender un hígado o algo así.
Omar: Sí, sé que es una opinión popular. A mí de hecho me gusta Perl.
Yo: Lo que tengas en contra de tu hígado es bronca tuya…
Yo: …pero entonces te recomendaría mejor empezar a beber más.

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Mi abuela

Ayer a las 3:30 de la tarde, falleció mi abuela.

Era la única sobreviviente de mis cuatro abuelos; el papá de mi papá murió asesinado unas cuantas semanas antes de que él naciera, y su madre murió de cáncer cuando era adolescente. El papá de mi mamá murió hace siete años.

Cuando mi mamá le anunció a mi abuelo que se iba a casar con un comunista, y además que no lo haría por la iglesia, el cabrón la corrió de su casa y la desheredó… a lo puro pendejo, además, porque ni que nunca hubiera tenido mucha lana. Siendo maestro normalista y teniendo 14 hijos, está cabrón hacer mucha lana.

Durante años mi madre no entró a la casona de Coyoacán donde vivían mis abuelos. En las no muy frecuentes ocasiones en que nos llevó a visitarlos, mi hermano y yo bajábamos del carro de mi mamá, y ella se quedaba ahí, porque no tenía “permiso” de entrar.

Mi abuelo era católico a ultranza (de ahí los 14 hijos), conservador como la chingada, y autoritario a grados ridículos; mi hermano y yo teníamos que besarle la mano cuando lo veíamos. Jamás me cayó bien el pinche viejo, y cuando tuvo a bien morirse lo único que lamenté fue el dolor que eso le produjo a mi madre, que para ese entonces ya habían arreglado sus “diferencias” entre ellos.

Mi abuela en cambio siempre me cayó bien, aunque también tenía sus bemoles. Conservadora también, pero al menos sin meterse en la vida de los demás; y racista sin duda. Cuando mi madre les avisó que se casaría con un guerrerense, mi abuela estaba aterrada de que se fuera a casar con un negro. Cuando mi padre fue a verlos (la única vez, creo), y mi abuela vio que era blanco (o tan blanco como puede ser un mexicano), sin duda alguna la viejita se sintió aliviada.

A esta altura del relato ya deben entender que yo no tuve casi ninguna relación con mis abuelos cuando era niño, y cuando llegué a la adolescencia sencillamente ya no me interesaba tener ninguna.

Eso no quita que mi abuela siempre me cayera bien; a pesar de su conservadurismo siempre fue una mujer racional. Si sus hijos se enfermaban, los llevaba al doctor; jamás intentaba remedios pendejos de hacerles tés o darles hierbas. Aguantó a un marido insoportable durante décadas; alguien que cuando la comida no le gustaba le aventaba los platos. Tuvo catorce hijos, todos de forma natural (sin cesárea), incluidos dos gemelos, y todos llegaron a la edad adulta. Y nunca se metió con mi mamá; sin duda muchas veces no estuvo de acuerdo con las decisiones que tomó, pero nunca le dijo nada ni trató de dirigirle la vida. Y, todavía más importante, cuando pudo (que dada la actitud de mi abuelo no siempre fue posible) siempre la apoyó.

Ya siendo yo adulto (y con mi abuelo muerto), mi mamá se acercó de nuevo a su madre, y yo vi a mi abuelita más seguido. De hecho es muy probable que la haya visto más estos últimos siete años que los otros veinticinco años de mi vida. Mi abuela siempre me trató con respeto y siempre me reconoció (que ya en los últimos años era motivo de alegría), y yo le respondí de la misma manera. Aunque ciertamente supongo era más fácil para mí el reconocerla.

Cariño nunca hubo mucho; mi abuela no era particularmente cariñosa, y yo lo entiendo dado el montón de hijos, nietos y bisnietos que tuvo. Cuando tienes esa cantidad de hijos supongo que hay que darse de santos de que hayan sobrevivido todos, y pedir que además los estuviera apapachando me parece ligeramente irreal. Y de mi parte pues me caía bien la viejita, pero no me engaño; siempre fue más bien una extraña en mi vida.

Así que cuando mi mamá me avisó que la habían internado en el hospital yo me preocupé por mi jefa, más que por mi abuela. Cumplía noventa años en abril, y vivió una vida plena además de larga. El viernes todavía mi mamá la llevó a comer al André, donde se tomó un tequila y una cerveza, y el fin de semana se fue a Oaxtepec. En diciembre se fue a Colima con uno de sus hijos.

El lunes después de regresar de Oaxtepec se empezó a sentir mal, la llevaron al hospital donde la internaron (el López Mateos del ISSSTE; casualmente el mismo hospital donde yo nací), y el miércoles murió en paz y sin dolor. Pasó las últimas horas de su vida inconsciente.

No puedo decir que la voy a extrañar; la verdad nunca fue parte de mi vida. Pero ciertamente fue una mujer, en muchos aspectos, admirable. Y simpática; tenía buen sentido del humor.

Y ahora ya no tengo ni un abuelo. Pero la triste verdad es que, para motivos prácticos, nunca tuve ninguno.

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Medio metro les digo

Hoy fui a Ciudad Universitaria, con uno de los climas más locos que yo recuerde en mi hermosa Ciudad. Vientos huracanados, un solesote que iba y venía de acuerdo a los caprichos de las nubes que lo tapaban, y lluvia esporádica (incluyendo que cayera a veces mientras el solesote estaba ahí).

Mientras caminaba a mi carro viniendo del IIMAS, una ráfaga de viento azotó los árboles del Circuito Universitario, y yo cerré los ojos por el viento y hojas que levantó en su vuelo. No dejé de caminar, pero escuché un ruido extraño detrás de mí, y me volví para ver qué había sido.

Justo donde yo había estado un par de segundos antes, una enorme rama de un árbol yacía ahora, arrancada sin duda por el viento. No sé cuánto pesaría, pero dudo que hubiera sido divertido que me cayera en la cabeza.

Eso estuvo bastante cerca.

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Crónicas Mutantes

Ayer fui a ver Mutant Chronicles. Se aplican las de siempre.

Mutant Chronicles

Mutant Chronicles

Me enteré de esta película cuando salió su corto hace, literalmente, meses. La verdad no pensé que jamás llegara a México; sorpresivamente sí lo hizo (y joyas como City of Ember no; no creo llegar a entender eso nunca). Salen Ron Perlman y John Malkovich, y se veía interesante, así que me metí a verla.

O. Dios.

Mutant Chronicles es una pésima película muy bien hecha. Todo el aspecto técnico de la película está super chido; especialmente la tecnología steampunk y los efectos especiales. Fuera de eso, la película es pésima en casi todos los sentidos.

Una historia revuelta y mal contada, con enormes y múltiples hoyos; todo mundo sobreactuando como si estuvieran compitiendo a ver quién es más ridículo; y las escenas de acción con violencia más gratuita que yo recuerde. Incluyendo cosas como Zombieland y District 9.

Dicho sea eso, yo disfruté enormemente la película. Es bastante divertida, me parece, y me hizo interesarme (levemente) en el juego de mesa sobre el cual está basada.

Al final del día me alegro de haberla visto en el cine; es tan increíblemente mala, que dudo dure mucho en cartelera.

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Tierra de Zombies

Fui ayer a ver Zombieland. Se aplican las de siempre.

Zombieland

Zombieland

Zombieland tiene dos cualidades fabulosas: es genuinamente divertida todo el tiempo, y nunca por ningún motivo para nada se toma en serio.

La historia, por supuesto, es una pendejada; pero no creo que eso importe mucho. Jesse Eisenberg es el personaje principal; es la segunda vez que lo veo en una película, y es exactamente el mismo papel que hacía en Adventureland, sólo que de repente dispara escopetas. Woody Harrelson interpreta a un redneck, y es por mucho lo mejor de toda la película. A Emma Stone es la tercera vez que la veo, y también hace el mismo papel que en otras películas; también disparando escopetas. Está muy chula, de cualquier forma. Abigail Breslin es probablemente la mejor actriz de la película, pero su personaje no es terriblemente atractivo. Sigue siendo encantadora, como sea.

Fuera de ellos, todos en la película son zombies. Y Bill Murray.

No hay mucho que decir acerca de la película: está muy, muy, muy divertida, y de verdad me la pasé muy bien viéndola. También está muy bien hecha, y al menos en cinematografía es ligeramente innovadora.

Vayan a verla; se van a divertir.

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Sherlock Holmes

Ayer, después de curarme la cruda, fui a ver Sherlock Holmes. Se aplican las de siempre.

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

Voy a comenzar diciendo que yo a Sherlock Holmes lo conocí como debe de ser: leyéndolo. No creo haber leído todo el material que Conan Doyle escribió del genial y excéntrico detective, pero ciertamente me chuté una porción considerablemente grande.

Por lo tanto, me parece natural que en general las representaciones del detective en televisión o cine siempre me hayan parecido artificiales, y (más grave todavía) terriblemente aburridas.

Esta idea de presentar a Holmes únicamente como una mente que razona utilizando la lógica, y más insultante, a Watson como un gordo chaparrito, tartamudo y torpe, siempre me pareció un ultraje a la imagen que yo siempre tuve del detective y su inseparable socio.

Holmes era un gran boxeador y artista marcial (venga; así se deshizo de su más grande enemigo, el Profesor Moriarty); y no sólo era “excéntrico”: era un adicto a cualquier droga que pudiera proveerse, un desmadre en su vida personal, y con una personalidad que me parece la única manera de describirla es como obsesiva-compulsiva, además de sin duda bipolar.

Watson además era un héroe de guerra, soldado profesional además de médico, que dejó la milicia por una herida que sufrió en batalla. También jugó rugby cuando era joven (que es como futbol americano, sólo que para hombres de verdad), y los cuentos del detective dejan entrever (veladamente porque, recordemos, es él en teoría quien los relata) a un tipo de acción, mujeriego y jugador.

Para mí esta película es la primera que veo donde muestran al gran detective y su compañero más o menos como los imaginaba. Nada más por eso valdría la pena que fueran a verla.

Pero además es divertidísima, con mucha acción, bien contada, muy emocionante, y con un elenco fabuloso.

Robert Downey Jr. se convierte en el detective de forma completa; incluso se me olvidó el hecho de que era gringo. Jude Law como Watson es maravilloso; hasta cierto punto es gracias a él que la película funciona tan bien. La química que los actores sin duda alguna desarrollaron en la vida real se refleja mucho en la pantalla grande, y además Law es sutil en su magnífica interpretación de Watson. Por ejemplo, tiene una ligera cojera, consecuencia de su herida de guerra (aunque en uno de los cuentos de Holmes decían que la herida había sido en el hombro).

Rachel McAdams (que a mí me encanta desde siempre) es fabulosa como Irene Adler; no sólo siendo tan inteligente como el mismo detective, sino también capaz de entrarle a los madrazos y disparar cuando es necesario. Mark Strong es un villano perfecto para el detective, y yo aplaudo la idea de dejar a Moriarty mejor para próximas películas (que estoy seguro harán como dieciocho después de ésta).

Mención especial merecen Geraldine James como Mrs. Hudson, que se roba todas las dos escenas donde aparece, y Kelly Reilly como la prometida de Watson, que las esposas del mismo sólo fueron ligeramente mencionadas en los libros.

Pero me parece que lo más fabuloso de la película es el romance de la misma; y hablo del romance entre Watson y Holmes, por supuesto; ese es el único romance que importa en las historias del detective. Law y Downey Jr. se portan como novios todo el tiempo; eso sí, muy seriecitos, que no olvidemos que estamos en la Inglaterra Victoriana que metió al bote a Oscar Wilde por ser homosexual. Se hacen panchos, se contentan, y de verdad nada más falta que se agarren a besos.

La película es maravillosa, y me alegra que por fin el siglo XXI tenga una representación del más grande detective que valga la pena. Hacía falta.

Vayan a verla, al cine, varias veces. Porque además seguro van a venir otras tres o cuatro secuelas. Me muero por ver a quién le dan el papel del Profesor Moriarty.

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