Canadá, eh

Estoy a minutos de abordar mi avión a Los Ángeles, y de dejar Toronto y Canadá hasta no sé cuándo. Me imagino que volveré, pero si no ocurriera no creo que sufriría tanto: la ciudad está padre (o al menos lo que me tocó ver de ella), pero nada del otro mundo.

En cambio dejo a mi novia aquí por dos meses, y eso sí no está nada padre. Pero ya son sólo dos meses más de trabajo, y podré regresar a mi hermosa ciudad para que estemos juntos.

Y también, como bien me hizo notar un cuate austriaco, salgo corriendo de aquí antes de que empiece el frío. Lo cuál está chido.

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Mis niños

Como no soy (todavía) doctor, en Fields me aventaron en un cubículo enorme donde también aventaron a todos los otros no-doctores en el instituto. Lo que causó que a la entrada de la oficina estuviera esto:

El megacubo

El megacubo

Creo que si hubieran podido, hubieran aventado ahí a otros ocho estudiantes de doctorado.

La cosa que me diferenciaba a mí de todos ellos (además de ser unas catorce millones de veces más moreno), es que yo trabajé varios años después de la licenciatura antes de hacer la maestría, y luego unos meses más después de la maestría antes de hacer el doctorado. Encima, yo entré un año después a la licenciatura de lo que me tocaba (me eché la secundaria en 4 años pa’ que todo me quedara bien claro), me tocó la huelga en la UNAM, y además yo nunca fui particularmente rápido.

Todo el choro de arriba es para justificar por qué yo era el más viejo de todos los estudiantes de doctorado, y en particular porqué a los chavillos rusos les llevo probablemente más de diez años, siendo ellos medallistas de oro en la Olimpiada Internacional de Matemáticas. Con grado perfecto, como tuvieron bien a informarme.

No sé si la diferencia de edad tuviera algo que ver conque en general mis niños se apilaran de un lado de la oficina, y me dejaran casi una mitad para mí solo. Como sea, comencé a referirme a ellos como mis niños, porque de verdad me daban la impresión a veces de tener quince años.

Hoy mis niños se fueron, dejando el cubículo que compartí con ellos desoladoramente vacío. Claro que no es tan grave, porque yo me voy el sábado, pero sí fue un cambio medio radical el tener un día siete personas apiladas en el cubo, para al otro estar nada más yo solito.

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En la red social

(Esta será, espero, la única entrada que exista a la vez en mi blog y en Google+).

(To my English speaking friends: TL;DR: I’m going to write in my blog in Spanish as usual and post the links in Google+: You can use Google Translate if you feel so inclined. Also, I will post in Google+ little snippets, mostly from my phone, when I feel like it. All the content from me in Google+ from now on will be in English, except the titles from my blog posts.)

Y resulta que, en cuanto estuvo disponible, me uní a Google+. Y de inmediato lo primero que hice fue deshabilitar que alguien viera (desde mi perfil) quién está en mis círculos, o en los círculos de quién estoy, y además evité escribir absolutamente nada en la dichosa red social.

Por qué me uní a Google+ es, básicamente, irracional; pero si tuviera que racionalizarlo sería así: estoy dispuesto a apoyar cualquier cosa que ayude al derrumbamiento de Facebook (al cual nunca pertenecí ni perteneceré), y ciertamente considero a Google una compañía más “confiable” que el resto de las que existen en el mundo de la tecnología. Esto no quiere decir que crea que de hecho es “confiable”, sólo que estoy dispuesto a darle el beneficio de la duda.

Pero después de unirme a Google+ no hice nada con eso, y en cambio seguí escribiendo en mi blog. Mi blog ha sido mi espacio virtual desde hace seis años (yendo para siete), y un espacio como Google+ se me hace que difícilmente pueda remplazarlo. Y la capacidad de censurar despóticamente comentarios en mi blog me parece irremplazable.

Dicho eso, comenzó a parecerme que tal vez estaba desperdiciando el potencial que Google+ ofrece, que a lo mejor la gente que me ha agregado a sus círculos de hecho quiere oír de mí de vez en cuando. Así que comencé a pensar en formas de conciliar las dos cosas, y llegué a lo siguiente: voy a seguir escribiendo en mi blog, y pondré las ligas en Google+. Además de eso, en Google+ pondré pequeños trocitos de texto, en general desde mi teléfono mamón, y lo haré en inglés porque en Google+ estoy conectado con mis amigos de habla inglesa. En otras palabras, usaré Google+ como Twitter, otro servicio que (dado que me asumo escritor) nunca había querido usar, pero que en contexto de cómo funciona Google+ creo que tal vez podría funcionarme.

La cosa es (y muchos que me tienen en sus círculos en Google+ a lo mejor no lo saben) que estoy enamorado de cómo escribo. Entonces en general las entradas en mi blog son laaaaargas diatribas en las que vuelco la bola de pendejadas que inundan mi cabeza, y no creo entonces que sea pertinente verter dichas pendejadas en el stream de nadie en Google+. Mejor sólo pongo la liga, y si alguien quiere que la lea, y si no, pues no. Y de vez en cuando si estoy en algún lugar y quiero comentar algo en pocas palabras o tomo una foto que me parece interesante, eso sí lo pondré en Google+ (y de paso libro a mi blog de mini entradas espurias).

En Google+ comenzaré publicando ligas a las últimas entradas de mi blog, para tener algo de contexto, y en mi blog más bien las cosas seguirán como han seguido hasta ahora. Sólo una cosa más (y esto lo digo porque de verdad me he encontrado con cada bestia en línea que en serio dan miedo): a la menor provocación voy a comenzar a utilizar el botón de “ignorar” de Google+, sin ni siquiera pensarlo. Si alguien quiere comenzar a esparcir veneno, bien por ellos: sólo yo no quiero verlos.

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Los Pumas en Toronto

Total que hace un par de semanas estábamos Isabel y yo en el departamento, cuando ella me dijo que los Pumas iban a jugar en Toronto, con motivo de la Concachampions. Le pregunté qué día, y cuando me dijo que el 27 de septiembre, suspiré y me resigné a que tendría que ir a ver a los Pumas en Toronto.

Después del gol de los Pumas

Después del gol de los Pumas

En parte esa fue la razón por la que acepté ir al doctor por lo de mi oreja; Isabel amenazó que no me dejaría ir al partido si no estaba lo suficientemente bien. Y dado lo que costaron los pinches boletos, más me valía ir a ver a mi equipo de futbol cuando jugaran aquí en Canadá.

Como he explicado multitud de veces, yo soy un pésimo fan, así que no me molestó tanto que los Pumas jugaran tan mal, y sólo sacaran un empate. Los Torontontos estuvieron cerca de ganarnos, y yo creo que la única razón por la que no lo hicieron fue porque de hecho ellos juegan peor. En defensa de mis Pumas, la alineación inicial incluía a números de camiseta como el 62, 64 y 67, así que supongo que entraron a jugar los suplentes de los suplentes, de cuando no juegan los suplentes.

Al final estuvo más emocionante el partido, y los Pumas estuvieron varias veces a punto de meter el gol de la victoria, cosa que no ocurrió porque (como ya expliqué) estaban jugando pésimo. Pero de cualquier forma me divertí, estuvo padre cantar el Goya en Toronto, y me dieron mucha ternura los Torontontos, porque de verdad son tan buenas personas que de hecho hacen pésimos fans de futbol: hacen que yo parezca hooligan. A lo mejor en hockey les sale lo agresivos, pero la verdad yo ya comienzo a dudar que realmente puedan serlo.

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Estúpidos Q-tips

Hace poco más de una semana, me estaba bañando sin hacerle daño a nadie, cuando me entró agua en el oído. Eso es más o menos común: me lavo bien las orejas, al fin y al cabo. Lo que ocurrió fuera de lo común fue que el agua no quería salir.

En el pueblo de mi papá (ubicado cerca de la costa de Guerrero), el remedio común a este problema es orinarse en la oreja. Bueno, no realmente orinarse en la oreja, sino echarse orina en el óido. No, agua caliente no funciona; al parecer tiene que ver conque la orina contiene amonia.

Por supuesto, mi perspectiva citadina es que en el pueblo de mi papá son unos salvajes, y entonces procedí a hacer lo más civilizado que se me ocurrió: meterme un Q-tip en la oreja y estarle meneando hasta que el agua se absorbiera.

Lo que ocurrió fue: 1. el agua no se absorbió, y 2. me causé una infección en la oreja. Creo que orinarme en la oreja, por salvaje que suene, hubiera sido mucho más sensato.

Hago la distinción de que me causé una infección en la oreja, no en el oído. Nunca me he infectado el oído, pero por lo que he escuchado puede ser terriblemente doloroso y con problemas de escucha para toda la vida.

Al cabo de casi una semana con distintos tipos de dolores en mi oreja, Isabel por fin me arrastró a ver a un doctor en Canadá. La experiencia me resultó muy similar a ir al ISSSTE cuando era chiquito (lo hice decenas de veces): uno va, da su nombre, y se sienta a esperar. Y espera, espera, espera y espera, y luego lo ve a uno un doctor diez minutos, y lo manda para fuera con una receta.

La única diferencia es que en Canadá me cobraron cincuenta dólares, y también las medicinas (otros cincuenta dólares), cuando en México (cuando era niño) era gratis. En defensa de los canadienses, si tuviera mi tarjeta médica (el equivalente a la tarjeta del ISSSTE, supongo), me hubiera salido gratis.

La doctora que me atendió me metió un foquito en la oreja, y me dijo: “sí, tienes el canal infectado”. Yo tuve la genial idea de preguntarle cómo sabía que no estaba infectado “más hondo”, y ella, mirándome como un pendejo, me dijo que con el foquito también veía “más hondo”.

Así que me recetó unas gotitas (sí, costaron cincuenta dólares las chingadas gotitas), y me mandó para fuera.

Ahora sólo espero que mi seguro médico (que me obligan a comprar en México siempre antes de salir al extranjero) me pague el chiste.

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Y ahora de regreso también

Hace poco más de un mes, describí cómo configurar Emacs para ligarlo a Evince, de tal forma que si compilamos un archivo \LaTeX a PDF con la opción -synctex=1, y al hacer Control-click en una parte del PDF, Emacs enmarque el archivo .tex en la línea correspondiente.

A los pocos días Omar me comentó que sí servía, y se quejó amargamente de que no funcionaba al revés: que dentro de Emacs mi código (que estaba basado en en el de aquí) no permitía saltar dentro del PDF a la región de texto correspondiente al archivo .tex.

Por supuesto, una vez más, sí se puede: estamos hablando de Emacs al fin y al cabo. Sólo que yo estaba atareadísimo terminando de escribir un artículo y las notas para otro, y los fines de semana yendo a la CN Tower y a las cataratas del Niágara, y no había tenido tiempo de revisar el código. Además, es Emacs Lisp, que la verdad (como todos los lenguajes tipo Lisp) tiendo a aborrecer ligeramente.

Por fin hace unos días revisé el código, y lo primero que hice fue corregir y mejorar algunas cosas de la primera parte, lo que hace que Evince se comunique con Emacs. El código funcionaba porque el alcance de las variables en Emacs Lisp no tiene sentido; en un lenguaje más sensato hubiera fallado miserablemente. Corregí eso y así quedó:

(require 'dbus)

(defun goto-line-and-recenter (line col)
    (goto-line line)
    (recenter line)
    (raise-frame))

(defun synctex-find-file (buf line col)
  (find-file buf)
  (goto-line-and-recenter line col))

(defun synctex-switch-to-buffer (buf line col)
  (switch-to-buffer buf)
  (goto-line-and-recenter line col))

(defun evince-backwards-sync (file linecol time)
  (let ((buf (get-file-buffer (substring file 7)))
        (line (car linecol))
        (col (cdr linecol)))
    (if (null buf)
      (synctex-find-file (substring file 7) line col)
      (synctex-switch-to-buffer buf line col))))

(dbus-register-signal
 :session nil "/org/gnome/evince/Window/0"
 "org.gnome.evince.Window" "SyncSource"
 'evince-backwards-sync)

Quedó un poquito más corto y más bonito; aunque en GNOME 3 sigue sin levantar la ventana de Emacs cuando se enmarca el documento (otra queja amarga de Omar). En otros escritorios debería levantarla: no tengo acceso a otros escritorios ahorita, y aunque lo tuviera la verdad me da mucha hueva comprobarlo.

Después comencé a ver el otro lado, que Emacs se comunique con Evince, y resulta que es similarmente sencillo, exceptuando el hecho de que Emacs Lisp es de esos lenguajes idiotas que dicen ser débilmente tipificados, lo cual significa que los tipos fallan justo cuando uno no quiere que fallen. Siendo justo, el problema realmente es que DBus es fuertemente tipificado, y entonces a veces hay que darle una manita a Emacs Lisp para que sepa cuál es el tipo que debe enviar por el cable (de ahí los feos :int32 que de repente aparecen en el código).

El código correspondiente me quedó así:

(defun get-evince-document (file)
  (dbus-call-method
   :session "org.gnome.evince.Daemon" "/org/gnome/evince/Daemon"
   "org.gnome.evince.Daemon" "FindDocument"
   (concat "file://" (replace-regexp-in-string "tex$" "pdf" file)) t))

(defun evince-forwards-sync (file line col)
  (dbus-call-method 
   :session (get-evince-document file) "/org/gnome/evince/Window/0"
   "org.gnome.evince.Window" "SyncView"
   file (list :struct :int32 line :int32 col) 0))

(defun current-line-number ()
  (1+ (count-lines 1 (point))))

(defun do-evince-forwards-sync ()
  (interactive)
  (if (not (null (buffer-file-name)))
      (if (not (buffer-modified-p))
	  (if (string-equal (substring (buffer-file-name) -4)
			    ".tex")
	      (if (file-exists-p (replace-regexp-in-string 
				  "tex$" "pdf"
				  (buffer-file-name)))
		  (evince-forwards-sync (buffer-file-name)
					(current-line-number) 1)
		(message "You need to PDFLaTeX your file."))
	    (message "You can only forward sync LaTeX files."))
	(message "You need to save your buffer first"))
    (message "Forward sync only works in file buffers.")))

Además yo en particular puse

(global-set-key (kbd "< f1 >") 'do-evince-forwards-sync)

en mi .emacs, así que ahora si le pico F1 a mi compu mientras Emacs está en un archivo .tex que esté salvado, inmediatamente manda al PDF a la página correspondiente en Evince. De nuevo, GNOME 3 no permite que una aplicación le robe el foco a otra, así que Evince no se levanta, pero debería hacerlo en otros escritorios.

Está bastante padre cómo funciona el asunto, y además funciona (me parece) de forma suficientemente robusta. Ciertamente espero usarlo mucho durante los próximos artículos que escriba.

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Contagion

El domingo, después de regresar el carro que rentamos para ir a las cataratas (salía más barato y como doce millones de veces más cómodo que el camión), fuimos a ver Contagion. Se aplican las de siempre.

Contagion

Contagion

Tenía ganas de ver esta película porque salen en ella puros actores que me caen bien. La película difiere de las mamadas que los gringos suelen hacer con casi cualquier desastre en que es bastante “científica” (no hay curas milagrosas, y el virus no mata en horas), y que la acción se desarrolla a lo largo de varios meses.

Es de hecho una adaptación muy real de lo que probablemente ocurriría si un virus mortal comenzara a esparcirse en este globalizado mundo de ahora. A mí me gustó mucho, y creo que vale la pena verla en el cine.

Y por suerte (o desgracia) ya acabó el verano, así que ya no hay churros que quiera ver en la pantalla grande. Lo cual es bueno, porque venir al cine en estos lares sale carito.

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Las cataratas

El domingo (ahora sí, el anterior), fuimos a las cataratas del Niágara.

Isa y yo en Niágara

Isa y yo en Niágara

Hay mucha agua ahí.

Fuera de broma, sí es impresionante el chorrito de agua, y como fuimos en uno de los últimos días de verano (que aquí en Canadá parece durar como quince minutos), nos tocó ver cosas como la siguiente:

El arcoiris

El arcoiris

Es medio chistoso ver el puentecito que los gringos hicieron para poder ver las cataratas desde su lado. Del lado de Canadá se ven muy padres.

Mi estancia aquí se acerca a su fin: me voy en menos de dos semanas. Como el resto de mi viaje, ha sido satisfactoriamente muy productivo, que ha sido la razón principal por la que no he escrito la bola de cosas que hecho: entre otras tareas, acabé de escribir una parte del trabajo que Fred, Víctor y yo estamos haciendo, y que Fred y yo retomamos en Holanda hace casi dos meses.

Después seguirá California. Pero por ahora, terminaré la chamba que aquí me queda, y aprovecharé lo que me queda de estar en Toronto y con mi novia.

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Captain America: The First Avenger

El viernes (no el pasado, el anterior), fui a ver Captain America: The First Avenger. Había estado hundido en trabajo (y ocupado los fines de semana), así que no había escrito al respecto.

Se aplican las de siempre.

Captain America: The First Avenger

Captain America: The First Avenger

Como todo mundo decía que esta película era la neta del planeta, terminó decepcionándome un poco. No es mala (todo lo contrario), sólo no creo que sea una maravilla. Está muy entretenida, bien hecha y es bastante divertida y con mucha acción. Sólo no es nada espectacularmente sobresaliente.

Dicho eso, Chris Evans consigue hacer del Capi un personaje agradable. Sin nada de los matices asquerosamente pro gringos que otras encarnaciones han tenido, y ciertamente (en el marco de la Segunda Guerra Mundial) sin ninguna de las tendencias imperialistas que uno podría esperar de un super héroe basado en un soldado gringo.

Espero ver la película de los Vengadores, y espero que sea divertida y esté bien hecha. Sólo de verdad no veo cómo este pobre muchacho podrá competir con Samuel L. Jackson y Robert Downey Junior para hacerse pasar como el líder del equipo. Como sea, si no la han visto, véanla. Vale la pena hacerlo en el cine.

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Roger Ebert

Ayer acabé de escribir un artículo, y hoy envié a mis coautores la versión ya revisada por mí. Además, hay ahorita talleres en el Instituto Fields. Toda esa información es para explicar por qué no he escrito en los últimos días, incluyendo de mi visita a la CN Tower, y mi última ida al cine.

Como sea, lo que quería escribir es que ayer en la noche estábamos Isabel y yo en un centro comercial, y en una librería había cámaras de televisión y una bola de güeyes oyendo hablar a una chava, que al parecer hablaba por un viejito sentado. Cuando alcancé a oír que la muchacha hablaba de cine, de inmediato me metí. Pude corroborar mi sospecha de que la sesión de preguntas y respuestas la estaba dando Roger Ebert, usando a la muchacha como intermediaria ya que él no puede hablar desde que le extirparon la quijada por cancer hace unos cinco años. Probablemente se encuentra en Toronto por el Toronto Internation Film Festival, al que Isabel y yo nos hemos negado a ir a ninguna función porque los boletos cuestan entre 25 y 44 CAD por persona. Aunque muchas de las películas a mí sí se me antojan.

No me quedé mucho a la sesión de preguntas y respuestas. A pesar de que no suelo estar de acuerdo con él (especialmente en películas basadas en cómics), respeto bastante a Roger Ebert y me parece admirable como ha seguido trabajando y haciendo apariciones en público después de todo el trauma relacionado con su batalla con el cáncer. Fue una agradable sorpresa el llegar a verlo, y (de alguna manera) oírlo.

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Porque no tengo cosas importantes que hacer

Leyendo los comentarios de un blog, me encontré con esto. Es un estúpido jueguito parecido a Space Invaders, con una muy importante distinción: los “enemigos” son palabras, y para “matarlos” uno tiene que escribir dichas palabras.

Ztype

Ztype

En otras palabras, es un juego para ejercitar touch typing, el teclear rápidamente sin mirar el teclado. Después de cinco niveles tuve que forzarme a cerrar el tab de mi navegador, porque me percaté de que iba a perder todo el día ahí si no lo hacía. No sé cómo nunca se me había ocurrido un juego de este estilo: es de hecho útil, porque teclear sin mirar el teclado es de las primeras cosas que uno tiene que aprender para escribir rápido (ya sea prosa, \LaTeX, o código).

Si quieren tomarse un descanso de diez minutos mientras trabajan en la oficina, el jueguito no sólo es entretenidísimo, además sirve para practicar su touch typing.

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Cowboys & Aliens

El viernes me debatí entre ver Cowboys & Aliens y Captain America: The First Avenger. Nunca he sido fan del capitán gringo (por obvias razones), pero todo mundo dice que la película es la neta del planeta. En cambio la de vaqueros y marcianos todo mundo dice que apesta, pero sí se me antojaba.

Al final el cine decidió por mí: ya no alcancé boletos para el capitán yanki. Se aplican las de siempre, aunque esta vez, sinceramente, no creo que importe en lo más mínimo.

Cowboys & Aliens

Cowboys & Aliens

El cartel de la película es el de arriba, pero bien pudo ser este de abajo:

Geek Nirvana

Geek Nirvana

La crítica está despedazando esta película, pero la verdad no sé de qué se quejan. Se llama Cowboys & aliens. ¿Qué carajo esperaban?

No sé si valga la pena que trate de ponderar mucho acerca de la película: creo que el cartel hace un trabajo mucho mejor (y ciertamente más conciso) que yo. Sale James Bond, sale Indiana Jones, sale la nena de Tron, y sí es como un nerdgasmo. Por lo tanto, si creen que les puede gustar (you know who you are…), vayan y véanla. A mí me gustó bastante.

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Mi Xperia Play es divertido, pero hay niveles

Platicando con Juanjo:

Yo: Ayer vi un PS3 nuevo, pero con la caja abierta, en 224 CAD. Pensé seriamente en comprarlo.
Juan: Pero el nuevo (con la caja cerrada) cuesta $250, ¿no?
Yo: Ajá. $249, de hecho. Eso es 10% de descuento.
Juan: Si es un lugar confiable, pues te ahorras esos $25, pero si no, yo preferiría comprarlo nuevo nuevo.
Yo: Pues es Best Buy.
Juan: Ah.
Yo: Como sea, 250 CAD (o USD) están de no manches.
Juan: La cosa es que ya tienes uno, ¿no?
Yo: La cosa es que está en México.

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We’re in business

Cuando solicité participar en el programa temático del Instituto Fields aquí en Toronto, no solicité apoyo económico porque cuando viajo fuera de México me apoya el CONACyT con las famosas Becas Mixtas (que aún no me dan… pero eso es otra historia). Lo que sí pedí fue “espacio de oficina”, que como todo mundo suele entender es una oficina (seguramente compartida) donde uno pueda dejar sus cosas, trabajar en paz, y cosas así.

Fields tardó semanas en contestarme nada, y con mi fecha de despegue acercándose ominosamente, les volví a escribir y ellos me contestaron que yo estaba invitado al programa, pero que no sabían si habría espacio de oficina para mí. Les dije que estaba bien, que podía trabajar en la biblioteca, y así quedó todo.

La primera semana que estuve aquí no hubo problema porque estaba en el CCCG 2011, y ya la siguiente semana fui a ver cómo estaría mi estancia aquí. Me dijeron que siempre sí habría lugar para mí, pero que la oficina estaba siendo ocupada por niños de licenciatura durante dos semanas, que si había problema que esperara ese tiempo. Yo les dije que por supuesto que no había problema, porque de entrada no había esperado tener oficina.

Intenté lo de trabajar en la bibliotea ese tiempo: de hecho en los pasillos, porque Fields tiene unas convenientes mesitas para laptops con cables de red y todo. Fue bastante incómodo, así que estuve solicitando asilo en distintas oficinas aquí (mi cuate Vincent está aquí, como también Isabel y otra gente que conozco).

Hoy por fin me dieron las llaves de mi oficina, y además con la sorpresa de que es para mí solo (al menos por hoy… es para 6 personas, así que no dudo que algún compañero de oficina llegue en algún momento). Como estoy solito se ve enorme, y además tengo una vista a la CN Tower bastante padre:

Vista desde la oficina

Vista desde la oficina

We’re in business.

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Rise of the Planet of the Apes

El viernes fui a ver Rise of the Planet of the Apes. Se aplican las de siempre.

Rise of the Planet of the Apes

Rise of the Planet of the Apes

Creo que esta película es la mejor película de ciencia ficción que he visto en el año. No sólo me parece una digna sucesora de Planet of the Apes de 1968 (por favor, hagamos de cuenta que la versión de 2001 nunca existió), siendo no sólo fiel sino homenajeando varias de las películas en la franquicia: además es una excelente película, que plantea preguntas muy difíciles de contestar, como ¿qué pasa si utilizando la ciencia somos capaces de darle inteligencia a otra especie? ¿Eso significa que tendríamos que darles derechos y obligaciones también?

A mí me parece que la pregunta es muy importante, dado que de entrada yo no considero que los animales tengan derecho, excepto (justamente) los delfines y primates mayores, porque me parece que la inteligencia (o la capacidad de tener inteligencia) es lo que nos diferencia del resto de los animales en este planeta. Es también la razón por la que creo que el aborto debe ser despenalizado (además de las razones socioeconómicas y de igualdad de género).

Independientemente de todas las preguntas que plantea la película (que es lo primordial de cualquier trabajo decente de ciencia ficción), la misma es buenísima, en particular por la soberbia actuación de Andy Serkis como Cesar, el chimpancé superinteligente que desata todo el desmadre. Ya sabíamos que su rango de expresiones faciales es impresionante (es el actor que “interpretó” a Gollum en la triología del Señor de los Anillos), pero en esta película se roba absolutamente todas las escenas donde sus facciones son el foco de las mismas. Es el chimpancé con mirada más hija de la chingada que he conocido.

Yo ya sabía cómo acababa la versión original de la película antes de que la viera (estúpida Spaceballs), así que no fui capaz de sorprenderme tanto como mis padres (que la vieron en el cine) cuando al final de la misma Charlton Heston ve la ruina de la estatua de la libertad y maldice a sus antepasados por haber destruido nuestro planeta y habérselo regalado a los simios en bandeja de plata. Mis padres siempre me comentaron el shock que causó en su generación ver esa escena.

Sin ser un shock tan espectacular, de cualquier forma hubo una escena en esta nueva película que nos dejó (literalmente) sin aliento a todos en el cine. En gran medida porque no había oído a nadie hablar de ella, y porque no se adivina en lo más mínimo en los avances, pero cuando ocurrió pude escuchar claramente cuando todos en el cine al mismo tiempo guardamos la respiración y nos quedamos sin habla. Nada más por esa escena valdría la pena la película.

Vayan y véanla: van a haber como doscientas secuelas en los años venideros, y es altamente disfrutable.

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Bien entrenadito

Me quedé hoy en el edificio de departamentos donde Isabel y yo nos estamos alojando, porque amanecí muerto después del día extra que tuvimos que aventarnos en Nueva York por nuestro vuelo cancelado, y porque en el Instituto Fields mi oficina aún no está disponible (lo estará la próxima semana), así que de hecho puedo trabajar mejor en el departamento que allá. Tienen tablas para laptops y tengo conexión a la red en el instituto, pero no es muy cómodo que digamos.

Así que estaba trabajando en el piso 17, donde está el departamento, cuando sentí la inconfundible sensación de que estaba temblando. Mi altamente entrenado instinto para estas cosas de inmediato me dijo “hey, un temblorcito”, y no presté mucha atención… hasta que caí en cuenta que, según tenía entendido, generalmente no tiembla en Toronto. Me puse a pensar si sería posible que un viento muy fuerte moviera el edificio.

Resulta que no: sí tembló… sólo que en Virgina. Los gringos se espantaron y evacuaron el Pentágono en Washington porque les da miedo un temblorcito de 5.9 grados. Principiantes, ellos. En Toronto (a 550 kilómetros del epicentro) se sintió muy poquito: yo lo noté porque estaba en el piso 17 de un edificio. Y porque suelo notar estas cosas.

Es bueno saberse bien entrenado en estas cosas.

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Nueva York

El hermano de Isabel se doctoró la semana pasada en NYU, así que decidimos ir al examen y turistear la ciudad el fin de semana. Fueron sólo unos cuantos días, pero ha sido de los mejores viajes que he hecho. En toda mi vida.

Aunque la ciudad no me apantalló de forma abrumadora (soy de la Ciudad de México al fin y al cabo), ciertamente me encantó y estoy muy feliz de haberla recorrido hasta el agotamiento estos días. Luego y con más calma platicaré bien lo que hice y a los sitios que fui, del musical de Broadway que vi y los restaurantes donde comí, porque no traje mi laptop y estoy escribiendo esto con mi celular.

Lo que quiero contar es que hoy debíamos regresar a Toronto, pero nos cancelaron el vuelo por la tormenta que cayó, y que probablemente hubiera causado que nuestro avión tamaño mosquito se desplomara si trataba de volar a través de ella.

Así se estamos atrapados otro día en Nueva York, esperando que mañana el clima nos permita regresar a Canadá.

Ciertamente es muchísimo mejor que estar atrapados en, no sé, Winnipeg. Por ejemplo.

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Ah claro, uso Emacs

Cuando entré a mi posgrado, con esto de escribir notas, preámbulos extendidos y artículos, fue necesario que volviera a escribir documentos en \LaTeX regularmente, algo que había dejado de hacer durante mi carrera profesional, porque fuera de la academia \LaTeX es básicamente inútil. El PDF de mi novela fue generado por \LaTeX, pero la escribí en un archivito de texto con un formato que me inventé, y luego escribí un script en Perl que generaba un documento \LaTeX que luego compilaba a PDF. Y eso sólo porque soy un geek: la gente normal no usa \LaTeX, y la verdad no tendría razones para hacerlo.

Como sea, yo volví a escribir en \LaTeX, y para mi tesis de maestría decidí pasarme a la “modernidad” y escribirla en gedit. La verdad gedit es un editor más que pasable, y pude terminar mi tesis de maestría usando su plugin para \LaTeX, pero al final sí estaba sufriendo porque yo fui indoctrinado en el mejor editor que nunca jamás el mundo ha tenido, Emacs.

Sin embargo, después de utilizar Emacs al inicio de mi licenciatura, me pasé a XEmacs por una combinación de factores ligeramente idiotas. Entre ellos estaba el hecho de que leía mi correo electrónico dentro del editor, y eso funcionaba mejor en XEmacs que en Emacs, así que obviamente me pasé al primero. La verdad no lo lamento: XEmacs fue un gran editor durante muchos años, y yo lo usé alegremente como programador profesional, incluso durante las tristes ocasiones en que tuve que programar en Visual Studio (el editor de Visual Studio apesta).

Así fue hasta que llegó el momento de escribir mi tesis de maestría, cuando me pasé a gedit porque, entre otras cosas, XEmacs pasaba unos momentos dolorosos en ese entonces, donde el grupo de desarrolladores que lo mantenían no sabían qué hacer con múltiples tecnologías modernas que reemplazaban y/o mejoraban varios hacks que el venerable editor había tenido que implementar por su cuenta. Cosas como UTF-8, fuentes con antialias, y bibliotecas de interfaces gráficas, Emacs y XEmacs las habían tenido que implementar por su cuenta (¡y en Emacs Lisp, ‘arajo!), y cuando implementaciones más sensatas hicieron su aparición, los desarrolladores de ambos editores tardaron un rato en adaptarse a las nuevas tecnologías.

Así que escribí mi tesis de maestría en gedit, pero sí estaba sufriendo al final, extrañando todas las maravillas que Emacs y XEmacs siempre han ofrecido. Ya en el doctorado regresé a XEmacs, pero pronto descubrí que Emacs ahora jalaba mucho más bonito (se integra con GTK+ y tiene mejor soporte para fuentes con antialias), y regresé a usarlo después de casi diez años de tenerlo abandonado.

La cosa es que sencillamente ningún otro editor (con la posible excepción de Vim) le llega ni siquiera al ombligo (creo que sí ya superaron sus talones). El editor de GNOME, gedit, es endemoniadamente bueno, y con sus extensiones en Python se acerca (al menos potencialmente) al nivel de funcionalidad que Emacs ofrece al estar escrito, básicamente, en Emacs Lisp; sin embargo, la capacidad de navegar un documento rápidamente utilizando solamente el teclado es algo que está inherentemente alambrado en Emacs. Los algoritmos (y la implementación de los mismos) fueron escritos originalmente hace casi treinta años, y han sido refinados y optimizados durante todo ese tiempo. Es realmente ilusiorio esperar que el triste widget de texto de GTK+ (por bueno que sea) se le pueda acercar.

Llevo ya un par de años escribiendo \LaTeX en Emacs y siendo bastante rápido, pero había una cosa de las Mac que envidiaba. En las Mac, en TeXShop, uno está trabajando en un documento \LaTeX, y tiene el PDF compilado al lado, y si uno le pica a alguna parte del PDF y le dice que haga “sync”, el editor de texto se centra “cerca” del código \LaTeX que generó la parte del PDF clickeada. La tecnología es llamada SyncTeX, y de hecho Evince (mi visor de PDFs de siempre) la soporta desde hace un rato. Sin embargo, no creí que fuera posible utilizarlo en conjunción con Emacs, porque Evince (siendo parte de GNOME) no tiene una opción para configurar qué editor debe llamarse o de qué manera esto debe ocurrir para que enmarque la parte del documento deseada. A la gente de GNOME no le gusta “confundir” a los usuarios con opciones de configuración.

En su lugar, Evince tiene una señal en DBus que se dispara cuando el PDF visto fue compilado con SyncTeX, y uno hace Ctrl-click en una parte del mismo. Esa señal la captura quién sea que se conecte a DBus, y hace lo que sea que tenga que hacerse con la información que pasa la señal (básicamente el nombre del archivo .tex, y la línea correspondiente). Entonces yo creí que no había forma de que yo pudiera hacer eso desde Emacs, porque DBus es una tecnología “moderna”.

Y por supuesto resultó que estaba equivocado porque, claro, uso Emacs.

Por supuesto algún demente implementó soporte para DBus en Emacs, y entonces fue sólo cosa de poner lo siguiente en mi .emacs:

;; SyncTex from DBus
(require 'dbus)

(defun synctex-find-file (file)
  (find-file (substring file 7))
  (goto-line (car linecol))
  (unless (= col -1)
    (move-to-column col)))

(defun synctex-switch-to-buffer (file)
  (switch-to-buffer buf)
  (goto-line (car linecol))
  (unless (= col -1)
    (move-to-column col)))

(defun my-evince-sync (file linecol time)
  (let ((buf (get-file-buffer (substring file 7)))
        (line (car linecol))
        (col (cadr linecol)))
    (if (null buf)
      (synctex-find-file file)
      (synctex-switch-to-buffer buf))))

(dbus-register-signal
 :session nil "/org/gnome/evince/Window/0"
 "org.gnome.evince.Window" "SyncSource"
 'my-evince-sync)

El código original lo saqué de aquí, y lo modifiqué para que funcionara con Evince 3 (porque yo uso GNOME 3), y para que si no estaba abierto el buffer del archivo Emacs lo abra. Con eso, y teniendo la ventana de Evince “Always on top”, funciona casi exactamente igual que en un Mac:

Emacs con SyncTeX

Emacs con SyncTeX

De hecho funciona mejor; hasta ahora, el editor se centra exactmente en la línea correcta, no como en TeXShop.

Esto me hizo reevaluar mi opinión acerca de que Evince no tenga una opción para especificar qué editor debe “actualizarse” cuando uno hace Ctrl-click: la idea de que el visor sólo dispare una señal, y que sólo los editores conectados a DBus respondan como debe de ser me parece fabulosamente elegante, y ciertamente mucho más flexible y poderosa. Tal vez la gente de GNOME de hecho tenga la razón con esta idea de no ofrecer miles opciones de configuración a lo idiota (el plugin de gedit que aprovecha SyncTeX funciona igual: sólo se conecta al bus y captura la señal correspondiente de Evince).

Fue divertido que mi fe flaqueara un poco, ¿cómo pude dudar que hubiera algo que Emacs no puede hacer? Si como todo mundo sabe, Emacs es un buen Sistema Operativo; lástima que le falte un buen editor.

Real Programmers

Real Programmers
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Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2

Ayer, después de meses de viaje y de un congreso atravesado, por fin pude ir a ver la última película de Harry Potter, Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2. Les diría que se aplican las advertencias de spoilers de costumbre, pero como probablemente ya todos la vieron supongo que no importa mucho.

Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2

Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2

Voy a empezar enunciando lo obvio: la película le cambia muchas cosas a la novela, y la novela es sin duda mejor. Eso no quita que la última película del joven (que ya no adolescente) mago me parezca la mejor de las ocho, y sin duda el pináculo de lo que ha sido esta saga cinematográfica del universo creado por la Rowling.

Los cambios que introduce la película me parecen justificables, si bien no todos necesarios. Esa línea de Harry abrazando a Voldemort y diciéndole que hay que acabar esto “juntos” raya en lo risible; pero la escena de Hermione entrando de la mano de Ron y mirando a Harry con cara de “mira mi nuevo novio” está fabulosa.

Podría comentar en ese sentido todas las pequeñas (y en algunos casos enormes) diferencias entre las dos versiones (cinematográfica y literaria), pero no le veo mucho sentido. Vengo diciendo desde hace años que el hecho de que los medios sean distintos fuerzan a que las películas deban ser a su vez distintas a los libros, y yo entiendo eso y aplaudo que los realizadores no hayan intentado hacer una adaptación escena por escena de cada una de las novelas (con la excepción de las terriblemente aburridas primeras dos partes). También veo los disparatados errores de continuidad que crean las películas (y que son casi inexistentes en las novelas), y sencillamente no me importan: las películas, como películas, establecen de forma magistral a los personajes principales y las relaciones entre ellos, y relatan fielmente el espíritu de la historia, sin perder el tiempo preocupándose por detalles idiotas en el ambiente de las mismas.

El resto del mundo parece estar de acuerdo: la película tiene un ridículo 97% en Rotten Tomatoes, y me parece que objetivamente hablando no lo merece… pero no importa lo que merezca o no, ya que yo también estoy dispuesto a darle una calificación de 9.7 (incluso tal vez 9.9), por el simple hecho de que es la última parte de una saga que durante una década plasmó en la pantalla grande el fabuloso universo de nuestro querido mago.

Las únicas críticas que he oído son de los fans más recalcitrantes que nunca pudieron superar el hecho de que las películas no pudieran ser exactamente iguales a las novelas. Relájense; disfruten las películas, porque merecen ser disfrutadas. No, no son las novelas, pero, ¿qué importa cuando por fin podemos ver a Ron y Hermione besándose, aunque no fuera exactamente como en el libro?

Esta octava película es mi favorita de la serie, y voy a esperar a que salga una caja con todos los blu-ray (y que baje un poco de precio) para comprarla y ver las versiones extendidas (que sin duda las escenas extras incluirán todavía más errores de continuidad).

Y bueno, ¿ahora qué? Voy a seguir yo con mi necia de que alguien por favor adapte las novelas en una serie de dibujos animados. Estilo animé, de preferencia. También leí un artículo en IGN que menciona varias ideas para juegos de video de Harry Potter. En particular elucubran acerca de un juego sandboxed (como Grand Theft Auto IV) donde uno pudiera estudiar los siete años de Hogwarts, eligiendo su casa, tal vez diseñando su propio personaje, y sencillamente tener aventuras en el castillo y las zonas aledañas. Ni siquiera es necesario que el jugador juegue como Harry Potter para que un juego así tuviera éxito, me parece.

No espero ya mucho más del universo del joven mago. Supongo que mientras viva la Rowling llegará a publicar algo más acerca de él, pero la verdad no lo espero con ansia. Lo leeré, sin duda, pero no me estaré mordiendo las uñas esperando a que aparezca. Esta última película de alguna manera cierra un capítulo en mi vida: así como cuando era niño y estaba algo obsesionado con Robotech, el paso del tiempo (sin reducir en lo más mínimo el cariño que siento por esa caricatura) convirtió esa obsesión en un gusto algo más añejado y más refinado. Tengo en mi casa mi caja de DVDs con todo Robotech remasterizado y en alta definición, que compré hace dos años en California, y sencillamente no he tenido el tiempo de verla. Ni siquiera he visto un capítulo, me parece. Lo haré, sin duda; y a lo mejor torturo a mi pobre novia a que lo vea conmigo.

De la misma forma estuve obsesionado en algún momento con Harry Potter. Y de la misma manera, el paso del tiempo ha templado esa obsesión en algo más manejable y (me parece de alguna manera) más disfrutable. Sigo queriendo mucho a la serie, y no dudo que en algún momento de mi vida comience a leerle a mis hijos las novelas, y después vea con ellos las películas. Pero ya no leo foros de rumores acerca de las novelas y/o películas, y aunque me alegraré cuando algo nuevo del mago aparezca, la verdad es que mi vida es bastante chida aunque ya nada más lo haga.

Espero, eso sí, seguir teniendo la capacidad de obsesionarme con algo como en su momento fue Robotech, o Harry Potter, porque la verdad es muy divertido hacerlo.

Como sea, esta última película para mí es perfecta. Incluso con sus imperfecciones. Lo importante es que es el punto final, y que cierra espectacularmente toda la serie. No dudaré que se gane varios premios de la academia sólo por ser el final de la serie (como lo hizo The Lord of the Rings: The Return of the King), pero independientemente de eso la disfruté enormemente, tuve que contenerme para no llorar en algunas partes, y por fin pudimos ver a Ron y Hermione fajando, si bien sólo un ratito.

Y realmente no creo que debiéramos pedir más.

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