Usuario de GNOME

Con horror descubrí que llevo más de una semana sin actualizar mi blog; esto generalmente es señal de que estoy de hecho trabajando, y no pendejeando en la computadora. Lamentablemente, no puedo pendejear en mi PS3, por la sencilla razón de que está en México.

Hoy Omar se quejó amargamente conmigo de que GNOME 3 no jalaba en su Ubuntu, y que no buscó cómo solucionar el problema porque había decidido que, como sólo usa un editor, una terminal, un navegador, y varios compiladores, que entonces realmente no importa que escritorio utiliza; que incluso en otros sistemas operativos se siente cómodo. Yo comencé a explicarle que como de hecho cada vez uso más aplicaciones de Linux en general, y de GNOME en particular, que entonces a mí sí me importa.

Entonces, aprovechando, voy a hacer un recuento de las aplicaciones que estoy utilizando cotidianamente en mi laptop. Hago notar que ahorita me estoy dedicando a trabajo académico, y más específicamente de investigación; mis patrones de uso serían diferentes si me dedicara nada más a dar clases, o si regresara a trabajar de programador. Por lo tanto, varias de estas aplicaciones están pensadas para un conjunto de usuarios bastante acotado.

Emacs

Emacs

Por supuesto Emacs es la primera aplicación que debo mencionar; ahorita lo uso principalmente para escribir \LaTeX y programar algunas cosas, pero es mi editor para básicamente cualquier cosa que tenga que hacer como usuario. Como superusuario utilizo JED, que es como Emacs desnutrido.

Emacs

Emacs

Chromium

Chromium

Mi navegador ahorita es Chromium. Me cambié de Firefox hace unos meses, y la verdad no he encontrado razones para volver. Especialmente porque bloqueo Flash, que era el único motivo por el cual no funcionaba mucho más rápido que Firefox, al menos la última vez que lo probé.

Chromium es casi idéntico a Chrome, pero no exactamente. Es la versión completamente Open Source, así que no incluye Flash ni el visor de PDF que Google le mete a Chrome, pero por lo demás son idénticos. Dado que compilo todo el software en mi laptop, no quise no hacerlo para mi navegador, así que tuve que elegir Chromium, porque Chrome sólo está disponible como binario.

Chromium

Chromium

Evince

Evince

Mi visor de documentos por omisión, Evince reemplazó a la bola de aplicaciones que utilizaba hace años. Atrás quedaron Ghost View, GGV, XPdf, el horrible visor de archivos Djvu incluido con djvu (escrito en Java), etc. Evince puede abrir casi cualquier documento de texto de “sólo lectura” en existencia, incluyendo aberraciones como los archivos XPS de Microsoft.

Evince es, me parece, la aplicación modelo de lo que aspira GNOME a ser: es sencilla, nunca hay que configurarle nada, y funciona siempre. Excepto cuando no. Como GNOME.

Bromas aparte, a mí me ha funcionado muy bien durante los últimos años, y la prueba definitiva de eso es que no he tenido que instalar el Acrobat Reader para Linux desde entonces.

Evince

Evince

Referencer

Referencer

Ésta sí es algo especializada. Referencer es básicamente para clasificar artículos académicos; no sólo el título, los autores, la revista/libro/congreso en que salió publicado, sino también etiquetas personalizadas y otras cosas. Además, el programa tiene la maravillosa característica de, dado el digital object identifier del artículo (muchas veces incluido dentro del mismo PDF), el programa baja los metadatos relacionados al mismo, si existen. Esto evita muchas veces el tener que llenar a mano los metadatos de cada artículo.

También incluye un exportador a BibTeX, el sistema bibliográfico de \LaTeX, y varias cosas más. Actualmente estoy usando una versión parchada por mí, porque no han actualizado el programa para las últimas versiones de Poppler. Si tienen que lidiar con un montón de artículos, lo recomiendo altamente.

Referencer

Referencer

Nautilus

Nautilus

El navegador de archivos de GNOME, me encuentro usándolo más y más conforme pasa el tiempo. Sigo haciendo un montón de cosas a través de la línea de comandos, pero Nautilus hace varias cosas muchísimo más sencillas (como cambiarle el nombre a los PDFs de artículos para que tengan su título como nombre). Además, Nautilus puede abrir directorios remotos usando ftp:// y sftp://, lo cual lo hace muchísimo más cómodo de usar que scp. En particular, todas las imágenes de esta entrada las he estado subiendo a mi blog a través de Nautilus, como se puede ver en la siguiente captura de pantalla.

Referencer

Nautilus

Inkscape

Inkscape

Si hay un pedazo de software que de verdad me impresione en Linux (para usuarios “normales”, o sea no el kernel o systemd o alguna otra cosa de más bajo nivel en el stack), es Inkscape. Jamás en mi vida he trabajado con Adobe Illustrator, o ningún otro equivalente de Windows, pero Inkscape hace casi cualquier cosa que yo quiera que haga, y las figuras quedan preciosas.

En particular que uno pueda insertar fórmulas (y texto en general) de \LaTeX (¡vectorialmente!), lo ha hecho indispensable para los artículos de geometría computacional que he estado escribiendo. Más aún, que el formato de sus archivos sea algo tan sencillo y fácil de generar como lo es SVG, me ha permitido escribir multitud de programas que hacen uso de ciertas construcciones geométricas, y luego sencillamente escupir SVG para poder retocarlo en Inkscape.

Durante años generaba mis figuras dentro de \LaTeX usando antigüedades como PSTricks y cosas similares; y lo hacía no sólo porque soy capaz, sino porque de verdad ninguna otra cosa se le acercaba a la calidad de las figuras generadas. Inkscape fue la primera herramienta que (desde mi perspectiva) lo hizo, y sigo sin encontrar nada que se le acerque, y que sea tan sencillo de usar.

Inkscape

Inkscape

Gnote

Gnote

Hace años salió Tomboy, y resultó ser una aplicación muy divertida. Le permite tomar a uno notas, y dichas notas mantienen una estructura tipo “wiki” dentro de ellas: si uno, escribiendo dentro de una nota, escribe el nombre de otra nota, una liga aparecerá automáticamente, y si uno le hace click la segunda nota se abre.

La idea es maravillosa; el único problema es que Tomboy está escrito en C# con Mono. Lo cual en principio no tiene absolutamente nada de malo, pero esto hace que la aplicación sea lentísima al iniciar, y que consuma una cantidad de memoria ridículamente alta para lo que hace.

Yo durante mucho tiempo traté de usar Tomboy, pero de verdad alentaba mi laptop de forma imperdonable, así que dejé de usarlo y actualmente ni siquiera lo tengo instalado (a lo mejor ya repararon esos problemas, por cierto). Con GNOME 3 incluyeron Gnote, que es un clon de Tomboy. El programa no sólo se basa en Tomboy; es una copia en muchos casos línea por línea de Tomboy, pero utilizando C++ en lugar de C#.

No sé si sea la falta de máquina virtual, o que C++ no use recolector de basura, pero jala muchísimo más rápido que Tomboy, y además no consume memoria a lo idiota. El ver la diferencia entre Tomboy y Gnote me hizo en cierta medida perder la esperanza de que los lenguajes con manejo automático de memoria (Java, C#, Python) tengan de verdad una esperanza de suplantar a C y C++ en el escritorio de Linux (Inkscape, por cierto, también está escrito en C++). A lo mejor Vala sí pudiera hacerlo. A lo mejor Tomboy sólo está pésimamente escrito.

Como sea, cuando tomo notas, suelo hacerlo con Gnote ahora; que sea un clon implica entre otras cosas que es completamente compatible con Tomboy.

Gnote

Gnote

Empathy

Empathy

Empathy es el programa de messenger para GNOME. Antes usaba Pidgin, pero a últimas fechas me daba algunos problemas, no se integraba muy bien con GNOME, y además tienen una historia bastante desagradable de “despreciar” a los usuarios de Gentoo. Empathy en cambio venía incluido con GNOME, y en la versión 3 además altamente integrado con el mismo.

La verdad, no estoy tan seguro de cuánto me guste la dichosa integración, pero lo cierto es que funciona con las tres redes de mensajería instantánea que utilizo, y ciertamente (al parecer) ocupa menos memoria que Pidgin, así que estoy contento. Además, de repente me da sorpresas, como el otro día que descubrí que de hecho puedo usarlo para tener conversaciones (habladas, no escritas) con mis contactos.

Pero al fin y al cabo es un programa de mensajería instantánea, y sigue las guías impuestas por GNOME: es sencillo, no se mete en mi camino, no tengo que configurar casi nada, y siempre funciona. Excepto cuando no.

Empathy

Empathy

Rhythmbox

Rhythmbox

Vengo usando Rhythmbox para oír música desde hace años. Me gusta que funciona, que no ocupa muchísima memoria, y que tiene un montón de extras que puedo activar si así lo elijo. Por ejemplo, se puede conectar a last.fm para darme información inútil acerca del artista que esté oyendo, y para darme recomendaciones de rolas similares que no me van a gustar.

Por lo demás, es un reproductor de música. Funciona básicamente igual que los otros doscientos millones en existencia.

Rhythmbox

Rhythmbox

Evolution

Evolution

Por qué en el nombre de todo lo que es puro sigo usando Evolution no lo sé. El correo electrónico es algo que debe leerse dentro de un navegador; la existencia de clientes “nativos” para hacerlo es, desde casi cualquier definición del término, absurda.

Si todavía utilizara sus otras tres características principales (el calendario, la lista de contactos y la lista de tareas) tal vez entonces tendría sentido que lo siguiera usando; pero no lo hago, así que podemos descartar eso como razón.

Me sigo diciendo a mí mismo que uso Evolution porque me gusta tener una copia en mi máquina de todo mi correo personal; vengo arrastrando dicha copia desde hace años, y siempre la he mantenido con Evolution. También uso Evolution para enviar correos firmados digitalmente; pero como a nadie en absoluto en este universo le importa si un correo está o no firmado digitalmente, no sé si tenga caso.

Como sea; para enviar y recibir correo, Evolution funciona. Por supuesto funciona mejor GMail, pero bueno; si por alguna razón necesitan un cliente de escritorio para leer y escribir correo, Evolution es una buena opción.

Hace años, mi uso de Evolution tenía sentido: fue el primer cliente de correo electrónico que me permitió integrarle fácilmente SpamAssassin (y después bogofilter) para filtrar SPAM. Pero como ya todo mi correo pasa por GMail (incluyendo mi más viejo correo oficial, el que tengo de la Facultad de Ciencias), y GMail filtra SPAM mejor que casi cualquier tipo de filtro, esa razón ha realmente desaparecido.

Evolution

Evolution

Totem

Totem

En México casi nunca veo videos en mi computadora (¿para qué querría hacer eso si tengo una televisión de 46 pulgadas?). Cuando ando de viaje, no tengo de otra.

Durante muchos años de mi vida, MPlayer fue mi reproductor de videos favorito. Es endiabladamente rápido, y reproduce casi cualquier cosa que uno le tire enfrente. La cosa es que con el tiempo cada vez me dio más hueva el estarlo llamando desde la línea de comandos, y además Totem se fue volviendo más y más rápido, y GStreamer ha llegado al punto donde de hecho reproduce más videos que MPlayer (y en algunos casos mejor), así que eventualmente me pasé.

Totem, como suele ser con GNOME, simplemente funciona… excepto cuando no. Pero cuando sí (que es la enorme mayoría de los casos), es cosa de picarle al video y sentarse a ver.

Totem

Totem

Eye of GNOME

Eye of GNOME

La aplicación con el nombre más idiota de todo GNOME, es también de las más sencillas. Su principal ventaja es que es muy, muy rápida: uno le pica a una imagen en Nautilus, y EoG aparece casi instantáneamente con dicha imagen. Eye of GNOME es un visor de imágenes, así que no hace mucho: puede uno escalar la imagen para arriba y para abajo, y girarla en múltiplos de 90°. Fuera de eso, no hace más; pero lo que hace lo hace muy bien. Eye of GNOME funciona perfecto para ver imágenes en grupos, por ejemplo.

Eye of GNOME

Eye of GNOME

Ahí le voy a parar, porque ya me cansé. Pero lo interesante es que uso todavía más aplicaciones en Linux, si bien ciertamente con mucha menos frecuencia que las que acabo de mencionar. Y aunque todas y cada una de ellas tienen equivalentes en Mac OS X y/o Windows (por no decir KDE), yo estoy muy contento con estas versiones para Linux, y me sé mover de forma bastante ágil con ellas; podría hacer lo mismo en otros sistemas operativos, pero ciertamente me tardaría más.

Una última cosa: todas y cada una de las aplicaciones que mencioné son aplicaciones de GNOME, o aplicaciones “que se llevan bien” con GNOME (usan Gtk+). En mi laptop no tengo un solo componente de KDE, y de hecho ni siquiera tengo su biblioteca gráfica principal, Qt.

Soy por completo un usuario de GNOME. Y uno muy contento.

Aplicaciones
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El código portátil

En Barcelona estuve trabajando con un investigador, Carlos Seara, y entre las varias cosas que hice fue el escribir un programita que utilizamos para ver ejemplos y cosas por el estilo. Desde hace años he venido juntando pequeños pedazos de código en Python que me permiten hacer programas de cosas geométricas (sólo en 2D) más o menos rápido; esos pedazos de código son lo único que queda de mi programa de geometría, geom, que lo tengo abandonado desde hace años. Como sea, el programita que hice en Barcelona está escrito en Python y, aunque funcional, ciertamente es muy sencillo:

RLayers en Linux, versión simple

RLayers en Linux, versión simple

Justo antes de salir de Toronto, Carlos me dijo que expondrá acerca de lo que trabajamos en noviembre, y que sería bueno que pudiera mostrar el programa durante su presentación. Dado que él usa Windows, me dijo que, si podía, le enviara una versión que jalara ahí.

Hay dos cosas que de verdad detesto en esta vida; una de ellas es Windows, y otra es tener que trabajar en Windows, así que no estaba muy emocionado con la idea, pero comencé a ver qué podía hacer. Yo tengo Windows Vista instalado en mi laptop (venía con la máquina), y para lo único que lo he utilizado en todo el tiempo que la he tenido es para actualizar mi teléfono Xperia Play (voy a creer que los idiotas de Sony-Ericsson no puedan hacer un programa para Linux); pero definitivamente no quería abandonar mi hermoso escritorio GNOME 3.2 para menearle cosas a Windows.

Definitivamente no: eso hubiera sido demasiado fácil.

En su lugar, hice lo que cualquier persona sensata no haría, e instalé Windows XP en una máquina virtual (afortunadamente los alumnos de la UNAM tenemos acceso a casi todas las versiones de Windows gratis). Hace unos años VMWare era la máquina virtual que todo el mundo usaba, pero desde hace algún tiempo le viene haciendo mucha competencia VirtualBox, que es de Oracle (antes Sun). VirtualBox tiene además la no despreciable ventaja de que es Software Libre.

Por supuesto VirtualBox viene con un interfaz gráfica que le permite a uno fácil y rápidamente preparar su máquina virtual dando unos cuantos botonazos del ratón. Pero, una vez más, eso sería demasiado fácil; la interfaz gráfica utiliza Qt, que yo no instalo en mis computadoras sino bajo la más absoluta emergencia. Por “suerte” VirtualBox se puede instalar sin interfaz gráfica, y configurar y echar a andar usando únicamente la línea de comandos.

Si les pudiera explicar toda la sana diversión que tuve haciéndolo. Como sea, eventualmente por fin tuve mi máquina virtual corriendo dentro de mi Linux:

Windows XP en VirtualBox

Windows XP en VirtualBox

Entonces ahí empezó la diversión en serio. Mi programa está escrito en Python, y utiliza básicamente Gtk+ y Cairo, con la bola de dependencias que esas dos bibliotecas se jalan. En teoría, un programa escrito en Python con Gtk+ y Cairo debería ser portátil a Windows sin muchas dificultades. En la práctica, uno tiene que estarle meneando a varias cosas en el código para que sea, bueno, portátil.

La verdad no fue tan difícil: uno básicamente instala Python para Windows, y luego instala un paquete cómodamente hecho de antemano que contiene Gtk+, sus bindings para Python, e ídem con la bola de dependencias necesarias. La cosa tiene el tino de llamarse all-in-one install. Con eso, mi aplicación ya corría en Windows (XP, al menos):

RLayers en Windows XP, versión simple

RLayers en Windows XP, versión simple

Aquí yo podría haber dicho “misión cumplida”, enviarle las instrucciones a Carlos, y dejar que sufriera lentamente instalando cosas en Windows (una experiencia miserable para cualquier persona). Pero no, decidí que iba a enviarle algo sencillo de instalar, y que de paso iba a mejorar el programita.

Así que de regreso en Linux me puse a mejorar el programita: le creé su interfaz gráfica en Glade, le puse menúes y barra de herramientas, le creé un formato para los archivos que utiliza, y pendejaditas de ese estilo. Ya a punto de acabar caí en cuenta de que probablemente correría en Español el programa, así que además le agregué soporte para gettext, para que pudiera hablar distintos idiomas:

RLayers en Linux, versión bonita

RLayers en Linux, versión bonita

Por supuesto, el chingado soporte para idiomas valió madre, porque en Windows gettext junto con PyGTK hace cosas muy extrañas. Al parecer hay forma de solucionarlo, pero involucran magia negra, así que me lavé las manos y forcé al programa a hablar inglés siempre. Como sea, ahora se veía bonito en Windows XP también:

RLayers en Windows XP, versión bonita

RLayers en Windows XP, versión bonita

Pero todo esto no eran más que manitas de gato: lo interesante era lograr que la chingadera fuera “fácilmente” instalable. Así que investigué y resultó que lo que había que hacer era utilizar un módulo de Python (en Windows) que “automágicamente” arma un ejecutable con todo lo necesario dentro para que el programa funcione, supuestamente ya sin necesidad de instalar nada más. El módulo es py2exe, y tiene una de las peores documentaciones que he visto, así que me tuve que basar en Google para saber exactamente qué tenía que hacer.

La cosa se volvió básicamente una pesadilla porque soy muy neurótico en muchas cosas: por ejemplo, el programa sigue siendo el mismo para Windows y para Linux, y el archivo de instalación (del cual se cuelga py2exe para hacer su magia) también funciona en los dos sistemas operativos. También la máquina virtual es bastante lenta (mi laptop no es muy poderosa para empezar), y eso causaba todavía más quebraderos de cabeza.

Pero por fin, después de muchas horas de dolor y sufrimiento, la cosa funcionó dentro de mi máquina virtual.

RLayers en Windows XP, de un ejecutable

RLayers en Windows XP, de un ejecutable

Ya teniendo todo esto hecho, lo único que faltaba era la prueba final: ver que funcionara en mi Windows Vista, el que no es virtual. Este paso es fundamental, porque el ejecutable de mi máquina virtual podía utilizar bibliotecas no incluidas por py2exe, y la única forma de comprobar esto es ejecutándolo en una máquina donde no se haya instalado Python, ni Gtk+, ni nada relacionado.

Así que cruzando los dedos reinicié a Windows, y por un milagro de esos que ocurren de vez en nunca, la maldita cosa funcionó sin problemas.

RLayers en Windows Vista, de un ejecutable

RLayers en Windows Vista, de un ejecutable

En mis planes originales estaba hacer un instalador, pero acabé realmente hasta la madre, y yo creo que Carlos no tendrá problemas en descomprimir un archivo Zip, y darle doble click a un ejecutable.

Ahora no quiero saber nada de Windows (ni de máquinas virtuales) en un buen rato.

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Apple sin cabeza

Ayer se murió Steve Jobs, como todo mundo sabe, y al inicio pensé en no escribir nada al respecto. Pero como todo mundo lo está haciendo y, además, todo mundo al parecer sigue cayendo en esta costumbre detestable de canonizar a alguien nada más pasa a pasar del estado vivo al estado morido, decidí escribir algunas palabras al respecto.

Steve Jobs no cambió mi vida. Al menos no directamente; nunca tuve una computadora de Apple, y de hecho nunca he tenido ningún producto de esa compañía, exceptuando un iPod Shuffle que compré en el 2005, y que nunca me gustó mucho realmente. Y dicho iPod nunca lo conecté a iTunes: lo usé con libgpod, cuando lo usaba, que con el paso del tiempo fue cada vez menos y menos veces. Y hablando de software, nunca tampoco usé software producido por Apple: a lo más algunas veces QuickTime, y siempre me produjo más dolores de cabeza que otras cosas.

Así que no, Jobs no cambió mi vida. Que el tipo “cambió” el mundo de la tecnología es innegable, por supuesto: pero lo cierto es que Jobs, hasta donde yo tengo entendido, jamás creó por sí mismo nada. Desde los inicios de Apple, cuando Steve Wozniak era el que le meneaba a la parte tecnológica, Jobs nunca fue realmente un creador: sabía muy bien cómo explotar las creaciones de otras personas, y sabía todavía mejor cómo presentarlas y vendérselas al mundo. Mucha gente habla de su “visión”, como si a Jobs realmente se le hubiera ocurrido algo nuevo alguna vez en su vida, cuando la triste verdad es que tomaba la tecnología existente y se la empacaba al usuario para que tuviera una experiencia sencilla, limpia, y sin duda alguna con mucho estilo. De creador no le reconozco nada a Jobs; de alguien que sabía muy bien cómo empaquetar tecnología de tal forma que fuera sencilla y divertida de usar, le reconozco todo.

Mucha forma, poco contenido.

A mí en particular nunca me atrajeron las Mac, los iPods (excepto mi Shuffle, que realmente me decepcionó), los iPod Touch, los iPhones o los iPads. El hardware, aunque sin duda alguna bonito, me pareció siempre excesivamente caro para lo que ofrecía. El software, aunque sin duda alguna bonito, era cerrado, así que de entrada jamás me llamó la atención.

Por supuesto, bien por aquellos que se orgasmeaban (y orgasmean) con los productos de Apple: cada quién lo suyo. Sólo estoy explicando por qué a mí nunca me llamaron la atención.

Y con Steve Jobs en particular nunca sentí (ni siento) nada negativo hacia él: jamás me hizo nada, que yo sepa. Sólo no le voy a asignar el epíteto de genio o visionario, cuando lo que fue realmente fue sólo un muy buen vendedor. Un muy buen merolico; tal vez el mejor de este inicio de siglo. Pero merolico al fin y al cabo.

No lamento su muerte más de lo que lamento la muerte de cualquier ser humano que, en general, no haya sido un hijo de la chingada (aunque al parecer eso era con sus empleados); y ciertamente tampoco me alegra, ni mucho menos. Pero tampoco creo que yo, en particular, ni el mundo, en general, tenga nada que agradecerle. El tipo hizo productos, y como buen merolico salió a la calle a venderlos, y fue endiabladamente exitoso al hacerlo. Tan exitoso que se pudrió de dinero haciéndolo (aunque al final ni todo el dinero del mundo lo salvó del cáncer, aunque con él se compró siete años más de vida).

No le dio (en el sentido de obsequiar) nada al mundo. Vender sí, vendió muchísimo, y fue inclemente con su competencia para que ellos no pudieran vender (vean la demanda de Apple contra Samsung en Alemania, por ejemplo), pero no dio nada. Soltó algo de dinero a beneficencias y cosas del estilo, pero por ejemplo Bill Gates ha dado muchísimo más, y además es algo que hacen casi todos los millonarios en el mundo.

Jobs no creó curas, no creó conocimiento, no creó arte (y no, aunque él era la cabeza de Pixar, una vez más él no era el creador ahí), no creó (para motivos prácticos) tecnología. Sólo vendió, y vendió, y vendió. Y está bien: así funciona el capitalismo, Jobs fue de los pocos afortunados que sin crear por él mismo algo nuevo se hinchó de lana de forma ridícula. Bien por él; incluso podría yo estar de acuerdo en que se lo merecía.

Pero por favor no me vengan conque hay que estarle agradecido por nada.

Se murió; eso está gacho. Particularmente porque dicen que el cáncer de páncreas (que me parece es el que tenía) es de los más dolorosos que existen. Sinceramente, qué mala onda por su familia y por sus seres queridos.

Pero el mundo no perdió más que un excelente vendedor. No es como cuando murió Gandhi, o Einstein, o ni siquiera John Lennon (que en su corta vida creó muchísimo más en arte que Steve Jobs).

Así que me parece pertinente algo de mesura. Murió un ser humano, uno muy famoso, y con un especial talento que utilizó de forma perfecta para volverse millonario. Como con cualquier vida humana terminada antes de tiempo, es una tragedia. Pero sólo anteayer murieron más de 70 personas en Mogadiscio por una bomba; hace tres días encontraron cinco cabezas en México.

Si alguien en México se lamenta más por la pérdida de Steve Jobs, que por los 40,000 muertos relacionados con el narco que han habido en el país durante el “sexenio” del animal que usurpó Los Pinos en el 2006, me parece que sinceramente deberían reconsiderar sus prioridades.

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El Pollo Loco

Hoy salí de la universidad y me alejé algunos kilómetros de mi cuarto, ya que Anna’s Linens tenía una barata y yo había decidido comprar un edredón porque, a pesar de que ha hecho calor durante el día, en la noches sí cae la temperatura.

Saliendo de ahí me encaminé a mi casa; aún en bici, el trayecto es largo y me empezó a dar harta hambre, y entonces vi un lugar de comida rápida llamado El Pollo Loco.

Entré, y de inmediato me gustó el lugar. Todos los empleados y la mayor parte de los clientes hablan español, la comida es simple pero sabrosa, las porciones están generosas, y sirven tortillas de maíz y una salsa bastante rica. Las tortillas son de Maseca, y la salsa no pica realmente, pero pues qué se le va a hacer.

Esperando por mi orden, el empleado que me atendió preguntó acerca de mi nombre, que vio en mi tarjeta al pagar, y ya le conté. El suyo era Enoch, que también es raro oírlo, y como él lo pronunciaba sonaba un poco como Chanoc, lo que hace que así le digan. Alguna vez en mi vida alguien trató de ponerme Chanoc como apodo, pero como siempre ha sido conmigo, no duró.

Como sea, el lugar me gustó y creo que volveré: la comida está rica, y a pesar de ser una cadena de comida rápida, ciertamente está mejor que KFC, y mucho mejor que McDonalds. Y dada la cantidad, incluso más barato.

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GNOME 3.2

GNOME 3.2 tuvo a bien salir este 28 de septiembre. Como estaba en Toronto y faltaban dos días para que yo volara a California, hice lo que cualquier persona sensata hubiera hecho.

Lo instalé de inmediato.

Por supuesto esto causó que el escritorio en mi laptop tuviera a bien morirse un rato, pero es el tipo de cosas que uno debe dar por sentado si planea hacer pendejadas de este estilo. Después de menearle tantito por fin lo compuse, y ahora está jalando bastante bien, aunque tuve que desactivar mis extensiones de System Monitor y Weather. Las dos son básicamente inútiles: aunque me gusta tener la información de la carga de mi sistema, y qué temperatura hace afuera, no las necesito para nada. Y seguramente las portarán a 3.2 en unos días o semanas. También tuve que desactivar mi extensión Auto Move Windows, pero esa sí me duele, porque me parece utilísimo poder decirle a mi laptop en qué escritorio quiero qué aplicaciones. Esa también la portarán pronto, espero.

Como sea, Slashdot y OSNews sacaron las historias correspondientes, que yo no había leído por tener mi máquina desconchavadita, y por andar volando a gringolandia. Hoy las leí, y me impresionó el odio que mucha gente sigue expresando contra esta nueva versión de GNOME. Eso lo entiendo; como he comentado muchas veces, siempre es así en Linux cuando nuevas tecnologías se introducen.

Lo que no entiendo es las acusasiones de que GNOME 3 baja la productividad de alguien. Ahora que estuve escribiendo artículos en Toronto, mi laptop la usé de hecho para trabajar, y no sólo para divertirme como normalmente hago. Y si algo me impresionó de GNOME 3, es cómo ayuda a trabajar. Especialmente la capacidad de casi no necesitar usar el ratón nunca para iniciar aplicaciones y cambiar entre ellas. Que las notificaciones aparezcan abajo y sin llamar mucho la atención es maravilloso, especialmente para gente como yo que se distraen porque vuela la mosca.

Casi todas las críticas que he leído son “reparables” (entre comillas, porque me parece que es una cuestión más de gusto que de mal diseño) con extensiones, y además me extraña que más gente no se percate de lo que las mismas harán por GNOME. Como comentaba hace unos días, configuré Emacs para que se hablara con Evince y pudiera saltar del editor al visor y de regreso (lo cual es endemoniadamente útil al estar escribiendo \LaTeX… pero no “configuré” Emacs realmente. Lo extendí usando Emacs Lisp.

Con un GNOME 3.2 extensible vía JavaScript va a ser lo mismo, sólo que usaremos diccionarios (hashes) en lugar de listas. Los desarrolladores de GNOME están tratando de restringir lo que las extensiones podrán o no hacer, para que no presenten un problema de seguridad para usuarios “normales”: pero para power users como yo dichas restricciones serán completamente irrelevantes, y podremos extender GNOME a que haga todo lo que queramos. Yo estoy por ejemplo pensando en una extensión para escribir entradas en mi blog (regresé a usar el navegador porque Drivel comenzó a hacer cosas que no me gustaban con el HTML de mis entradas), y a lo mejor hacer dicha extensión a su vez extendible, para lidiar con casos como el mío, que las imágenes que agrego en mi blog siguen un formato muy específico.

Es uno de miles ejemplos que me vienen a la mente: JavaScript es al fin y al cabo Turing completo, y (como quince millones de veces más importante) completamente interpretado. Lo que quiere decir que escribir, probar y actualizar extensiones será tan trivial como aventar un archivito .js en un directorio y luego modificarlo.

Esa es la idea, me parece, que están persiguiendo los desarrolladores de GNOME: el caché que va a tener ahora el escritorio vendrá de la cantidad de extensiones que tendrá disponible para hacer pendejaditas. No hablo de las aplicaciones, que esas básicamente están cubiertas: hablo de extensiones que estarán completamente integradas al escritorio, incluyendo el look and feel, y que únicamente funcionarán para GNOME.

Se ve divertido el futuro.

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California gurls

Ayer llegué a LAX, tomé el autobús que lo lleva uno de ahí a Northridge, y de ahí me recogió Silvia, mi co-asesora en el doctorado. De ahí partimos a reunirnos con su esposo Bernardo (que también está en mi comité tutoral), y sus hijos, que tenían partidos de futbol para niños menores de ocho.

De ahí fui a mis nuevos aposentos. En todo este viaje, me quedé con amigos, o con contactos de amigos (o de Isabel). En California no tengo realmente eso (Bernardo y Silvia están suficientemente ocupados como para ocuparse de esas pendejadas), así que estos aposentos los conseguí vía Craiglist, que fue de las razones por las que les pedí me acompañaran a dejar mis cosas ahí: no me parecía la mejor idea del mundo llegar con mis cosas y el dinero de un mes de renta a un lugar desconocido con gente a la que nunca he visto en mi vida.

Por supuesto, todo eso fue una precaución tal vez innecesaria: el lugar está bien (nada del otro mundo), y durante dos meses tendré la fortuna de dormir (una vez más en mi vida) en un colchón inflable. Yay.

También ya tengo una vez más el (en mi caso) inevitable dolor en las nalgas resultante de estar andando de nuevo en bicicleta, y aquí andamos a 30 grados centígrados, con miras a que suba más durante el día. Eso, y el maldito sol de California, que aunque no tan castrante como el de la Ciudad de México, sigue siendo sol.

Lo único bueno de todo esto es que las California gurls siguen vistiendo chanclitas y shortcitos diminutos, como si fuera verano. Poco consuelo para mí, que ando ahí en chinga con la bicicleta bajo el inclemente sol.

Hoy descansaré un poco porque el día de ayer sí fue medio pesado (¿acaso comenté que tuve la fortuna de inflar yo solito el colchón inflable? ¿Con una bomba de mano? Yay), y ya mañana temprano me presentaré a la California State University, Northridge, a seguir dándole.

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Canadá, eh

Estoy a minutos de abordar mi avión a Los Ángeles, y de dejar Toronto y Canadá hasta no sé cuándo. Me imagino que volveré, pero si no ocurriera no creo que sufriría tanto: la ciudad está padre (o al menos lo que me tocó ver de ella), pero nada del otro mundo.

En cambio dejo a mi novia aquí por dos meses, y eso sí no está nada padre. Pero ya son sólo dos meses más de trabajo, y podré regresar a mi hermosa ciudad para que estemos juntos.

Y también, como bien me hizo notar un cuate austriaco, salgo corriendo de aquí antes de que empiece el frío. Lo cuál está chido.

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Mis niños

Como no soy (todavía) doctor, en Fields me aventaron en un cubículo enorme donde también aventaron a todos los otros no-doctores en el instituto. Lo que causó que a la entrada de la oficina estuviera esto:

El megacubo

El megacubo

Creo que si hubieran podido, hubieran aventado ahí a otros ocho estudiantes de doctorado.

La cosa que me diferenciaba a mí de todos ellos (además de ser unas catorce millones de veces más moreno), es que yo trabajé varios años después de la licenciatura antes de hacer la maestría, y luego unos meses más después de la maestría antes de hacer el doctorado. Encima, yo entré un año después a la licenciatura de lo que me tocaba (me eché la secundaria en 4 años pa’ que todo me quedara bien claro), me tocó la huelga en la UNAM, y además yo nunca fui particularmente rápido.

Todo el choro de arriba es para justificar por qué yo era el más viejo de todos los estudiantes de doctorado, y en particular porqué a los chavillos rusos les llevo probablemente más de diez años, siendo ellos medallistas de oro en la Olimpiada Internacional de Matemáticas. Con grado perfecto, como tuvieron bien a informarme.

No sé si la diferencia de edad tuviera algo que ver conque en general mis niños se apilaran de un lado de la oficina, y me dejaran casi una mitad para mí solo. Como sea, comencé a referirme a ellos como mis niños, porque de verdad me daban la impresión a veces de tener quince años.

Hoy mis niños se fueron, dejando el cubículo que compartí con ellos desoladoramente vacío. Claro que no es tan grave, porque yo me voy el sábado, pero sí fue un cambio medio radical el tener un día siete personas apiladas en el cubo, para al otro estar nada más yo solito.

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En la red social

(Esta será, espero, la única entrada que exista a la vez en mi blog y en Google+).

(To my English speaking friends: TL;DR: I’m going to write in my blog in Spanish as usual and post the links in Google+: You can use Google Translate if you feel so inclined. Also, I will post in Google+ little snippets, mostly from my phone, when I feel like it. All the content from me in Google+ from now on will be in English, except the titles from my blog posts.)

Y resulta que, en cuanto estuvo disponible, me uní a Google+. Y de inmediato lo primero que hice fue deshabilitar que alguien viera (desde mi perfil) quién está en mis círculos, o en los círculos de quién estoy, y además evité escribir absolutamente nada en la dichosa red social.

Por qué me uní a Google+ es, básicamente, irracional; pero si tuviera que racionalizarlo sería así: estoy dispuesto a apoyar cualquier cosa que ayude al derrumbamiento de Facebook (al cual nunca pertenecí ni perteneceré), y ciertamente considero a Google una compañía más “confiable” que el resto de las que existen en el mundo de la tecnología. Esto no quiere decir que crea que de hecho es “confiable”, sólo que estoy dispuesto a darle el beneficio de la duda.

Pero después de unirme a Google+ no hice nada con eso, y en cambio seguí escribiendo en mi blog. Mi blog ha sido mi espacio virtual desde hace seis años (yendo para siete), y un espacio como Google+ se me hace que difícilmente pueda remplazarlo. Y la capacidad de censurar despóticamente comentarios en mi blog me parece irremplazable.

Dicho eso, comenzó a parecerme que tal vez estaba desperdiciando el potencial que Google+ ofrece, que a lo mejor la gente que me ha agregado a sus círculos de hecho quiere oír de mí de vez en cuando. Así que comencé a pensar en formas de conciliar las dos cosas, y llegué a lo siguiente: voy a seguir escribiendo en mi blog, y pondré las ligas en Google+. Además de eso, en Google+ pondré pequeños trocitos de texto, en general desde mi teléfono mamón, y lo haré en inglés porque en Google+ estoy conectado con mis amigos de habla inglesa. En otras palabras, usaré Google+ como Twitter, otro servicio que (dado que me asumo escritor) nunca había querido usar, pero que en contexto de cómo funciona Google+ creo que tal vez podría funcionarme.

La cosa es (y muchos que me tienen en sus círculos en Google+ a lo mejor no lo saben) que estoy enamorado de cómo escribo. Entonces en general las entradas en mi blog son laaaaargas diatribas en las que vuelco la bola de pendejadas que inundan mi cabeza, y no creo entonces que sea pertinente verter dichas pendejadas en el stream de nadie en Google+. Mejor sólo pongo la liga, y si alguien quiere que la lea, y si no, pues no. Y de vez en cuando si estoy en algún lugar y quiero comentar algo en pocas palabras o tomo una foto que me parece interesante, eso sí lo pondré en Google+ (y de paso libro a mi blog de mini entradas espurias).

En Google+ comenzaré publicando ligas a las últimas entradas de mi blog, para tener algo de contexto, y en mi blog más bien las cosas seguirán como han seguido hasta ahora. Sólo una cosa más (y esto lo digo porque de verdad me he encontrado con cada bestia en línea que en serio dan miedo): a la menor provocación voy a comenzar a utilizar el botón de “ignorar” de Google+, sin ni siquiera pensarlo. Si alguien quiere comenzar a esparcir veneno, bien por ellos: sólo yo no quiero verlos.

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Los Pumas en Toronto

Total que hace un par de semanas estábamos Isabel y yo en el departamento, cuando ella me dijo que los Pumas iban a jugar en Toronto, con motivo de la Concachampions. Le pregunté qué día, y cuando me dijo que el 27 de septiembre, suspiré y me resigné a que tendría que ir a ver a los Pumas en Toronto.

Después del gol de los Pumas

Después del gol de los Pumas

En parte esa fue la razón por la que acepté ir al doctor por lo de mi oreja; Isabel amenazó que no me dejaría ir al partido si no estaba lo suficientemente bien. Y dado lo que costaron los pinches boletos, más me valía ir a ver a mi equipo de futbol cuando jugaran aquí en Canadá.

Como he explicado multitud de veces, yo soy un pésimo fan, así que no me molestó tanto que los Pumas jugaran tan mal, y sólo sacaran un empate. Los Torontontos estuvieron cerca de ganarnos, y yo creo que la única razón por la que no lo hicieron fue porque de hecho ellos juegan peor. En defensa de mis Pumas, la alineación inicial incluía a números de camiseta como el 62, 64 y 67, así que supongo que entraron a jugar los suplentes de los suplentes, de cuando no juegan los suplentes.

Al final estuvo más emocionante el partido, y los Pumas estuvieron varias veces a punto de meter el gol de la victoria, cosa que no ocurrió porque (como ya expliqué) estaban jugando pésimo. Pero de cualquier forma me divertí, estuvo padre cantar el Goya en Toronto, y me dieron mucha ternura los Torontontos, porque de verdad son tan buenas personas que de hecho hacen pésimos fans de futbol: hacen que yo parezca hooligan. A lo mejor en hockey les sale lo agresivos, pero la verdad yo ya comienzo a dudar que realmente puedan serlo.

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Estúpidos Q-tips

Hace poco más de una semana, me estaba bañando sin hacerle daño a nadie, cuando me entró agua en el oído. Eso es más o menos común: me lavo bien las orejas, al fin y al cabo. Lo que ocurrió fuera de lo común fue que el agua no quería salir.

En el pueblo de mi papá (ubicado cerca de la costa de Guerrero), el remedio común a este problema es orinarse en la oreja. Bueno, no realmente orinarse en la oreja, sino echarse orina en el óido. No, agua caliente no funciona; al parecer tiene que ver conque la orina contiene amonia.

Por supuesto, mi perspectiva citadina es que en el pueblo de mi papá son unos salvajes, y entonces procedí a hacer lo más civilizado que se me ocurrió: meterme un Q-tip en la oreja y estarle meneando hasta que el agua se absorbiera.

Lo que ocurrió fue: 1. el agua no se absorbió, y 2. me causé una infección en la oreja. Creo que orinarme en la oreja, por salvaje que suene, hubiera sido mucho más sensato.

Hago la distinción de que me causé una infección en la oreja, no en el oído. Nunca me he infectado el oído, pero por lo que he escuchado puede ser terriblemente doloroso y con problemas de escucha para toda la vida.

Al cabo de casi una semana con distintos tipos de dolores en mi oreja, Isabel por fin me arrastró a ver a un doctor en Canadá. La experiencia me resultó muy similar a ir al ISSSTE cuando era chiquito (lo hice decenas de veces): uno va, da su nombre, y se sienta a esperar. Y espera, espera, espera y espera, y luego lo ve a uno un doctor diez minutos, y lo manda para fuera con una receta.

La única diferencia es que en Canadá me cobraron cincuenta dólares, y también las medicinas (otros cincuenta dólares), cuando en México (cuando era niño) era gratis. En defensa de los canadienses, si tuviera mi tarjeta médica (el equivalente a la tarjeta del ISSSTE, supongo), me hubiera salido gratis.

La doctora que me atendió me metió un foquito en la oreja, y me dijo: “sí, tienes el canal infectado”. Yo tuve la genial idea de preguntarle cómo sabía que no estaba infectado “más hondo”, y ella, mirándome como un pendejo, me dijo que con el foquito también veía “más hondo”.

Así que me recetó unas gotitas (sí, costaron cincuenta dólares las chingadas gotitas), y me mandó para fuera.

Ahora sólo espero que mi seguro médico (que me obligan a comprar en México siempre antes de salir al extranjero) me pague el chiste.

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Y ahora de regreso también

Hace poco más de un mes, describí cómo configurar Emacs para ligarlo a Evince, de tal forma que si compilamos un archivo \LaTeX a PDF con la opción -synctex=1, y al hacer Control-click en una parte del PDF, Emacs enmarque el archivo .tex en la línea correspondiente.

A los pocos días Omar me comentó que sí servía, y se quejó amargamente de que no funcionaba al revés: que dentro de Emacs mi código (que estaba basado en en el de aquí) no permitía saltar dentro del PDF a la región de texto correspondiente al archivo .tex.

Por supuesto, una vez más, sí se puede: estamos hablando de Emacs al fin y al cabo. Sólo que yo estaba atareadísimo terminando de escribir un artículo y las notas para otro, y los fines de semana yendo a la CN Tower y a las cataratas del Niágara, y no había tenido tiempo de revisar el código. Además, es Emacs Lisp, que la verdad (como todos los lenguajes tipo Lisp) tiendo a aborrecer ligeramente.

Por fin hace unos días revisé el código, y lo primero que hice fue corregir y mejorar algunas cosas de la primera parte, lo que hace que Evince se comunique con Emacs. El código funcionaba porque el alcance de las variables en Emacs Lisp no tiene sentido; en un lenguaje más sensato hubiera fallado miserablemente. Corregí eso y así quedó:

(require 'dbus)

(defun goto-line-and-recenter (line col)
    (goto-line line)
    (recenter line)
    (raise-frame))

(defun synctex-find-file (buf line col)
  (find-file buf)
  (goto-line-and-recenter line col))

(defun synctex-switch-to-buffer (buf line col)
  (switch-to-buffer buf)
  (goto-line-and-recenter line col))

(defun evince-backwards-sync (file linecol time)
  (let ((buf (get-file-buffer (substring file 7)))
        (line (car linecol))
        (col (cdr linecol)))
    (if (null buf)
      (synctex-find-file (substring file 7) line col)
      (synctex-switch-to-buffer buf line col))))

(dbus-register-signal
 :session nil "/org/gnome/evince/Window/0"
 "org.gnome.evince.Window" "SyncSource"
 'evince-backwards-sync)

Quedó un poquito más corto y más bonito; aunque en GNOME 3 sigue sin levantar la ventana de Emacs cuando se enmarca el documento (otra queja amarga de Omar). En otros escritorios debería levantarla: no tengo acceso a otros escritorios ahorita, y aunque lo tuviera la verdad me da mucha hueva comprobarlo.

Después comencé a ver el otro lado, que Emacs se comunique con Evince, y resulta que es similarmente sencillo, exceptuando el hecho de que Emacs Lisp es de esos lenguajes idiotas que dicen ser débilmente tipificados, lo cual significa que los tipos fallan justo cuando uno no quiere que fallen. Siendo justo, el problema realmente es que DBus es fuertemente tipificado, y entonces a veces hay que darle una manita a Emacs Lisp para que sepa cuál es el tipo que debe enviar por el cable (de ahí los feos :int32 que de repente aparecen en el código).

El código correspondiente me quedó así:

(defun get-evince-document (file)
  (dbus-call-method
   :session "org.gnome.evince.Daemon" "/org/gnome/evince/Daemon"
   "org.gnome.evince.Daemon" "FindDocument"
   (concat "file://" (replace-regexp-in-string "tex$" "pdf" file)) t))

(defun evince-forwards-sync (file line col)
  (dbus-call-method 
   :session (get-evince-document file) "/org/gnome/evince/Window/0"
   "org.gnome.evince.Window" "SyncView"
   file (list :struct :int32 line :int32 col) 0))

(defun current-line-number ()
  (1+ (count-lines 1 (point))))

(defun do-evince-forwards-sync ()
  (interactive)
  (if (not (null (buffer-file-name)))
      (if (not (buffer-modified-p))
	  (if (string-equal (substring (buffer-file-name) -4)
			    ".tex")
	      (if (file-exists-p (replace-regexp-in-string 
				  "tex$" "pdf"
				  (buffer-file-name)))
		  (evince-forwards-sync (buffer-file-name)
					(current-line-number) 1)
		(message "You need to PDFLaTeX your file."))
	    (message "You can only forward sync LaTeX files."))
	(message "You need to save your buffer first"))
    (message "Forward sync only works in file buffers.")))

Además yo en particular puse

(global-set-key (kbd "< f1 >") 'do-evince-forwards-sync)

en mi .emacs, así que ahora si le pico F1 a mi compu mientras Emacs está en un archivo .tex que esté salvado, inmediatamente manda al PDF a la página correspondiente en Evince. De nuevo, GNOME 3 no permite que una aplicación le robe el foco a otra, así que Evince no se levanta, pero debería hacerlo en otros escritorios.

Está bastante padre cómo funciona el asunto, y además funciona (me parece) de forma suficientemente robusta. Ciertamente espero usarlo mucho durante los próximos artículos que escriba.

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Contagion

El domingo, después de regresar el carro que rentamos para ir a las cataratas (salía más barato y como doce millones de veces más cómodo que el camión), fuimos a ver Contagion. Se aplican las de siempre.

Contagion

Contagion

Tenía ganas de ver esta película porque salen en ella puros actores que me caen bien. La película difiere de las mamadas que los gringos suelen hacer con casi cualquier desastre en que es bastante “científica” (no hay curas milagrosas, y el virus no mata en horas), y que la acción se desarrolla a lo largo de varios meses.

Es de hecho una adaptación muy real de lo que probablemente ocurriría si un virus mortal comenzara a esparcirse en este globalizado mundo de ahora. A mí me gustó mucho, y creo que vale la pena verla en el cine.

Y por suerte (o desgracia) ya acabó el verano, así que ya no hay churros que quiera ver en la pantalla grande. Lo cual es bueno, porque venir al cine en estos lares sale carito.

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Las cataratas

El domingo (ahora sí, el anterior), fuimos a las cataratas del Niágara.

Isa y yo en Niágara

Isa y yo en Niágara

Hay mucha agua ahí.

Fuera de broma, sí es impresionante el chorrito de agua, y como fuimos en uno de los últimos días de verano (que aquí en Canadá parece durar como quince minutos), nos tocó ver cosas como la siguiente:

El arcoiris

El arcoiris

Es medio chistoso ver el puentecito que los gringos hicieron para poder ver las cataratas desde su lado. Del lado de Canadá se ven muy padres.

Mi estancia aquí se acerca a su fin: me voy en menos de dos semanas. Como el resto de mi viaje, ha sido satisfactoriamente muy productivo, que ha sido la razón principal por la que no he escrito la bola de cosas que hecho: entre otras tareas, acabé de escribir una parte del trabajo que Fred, Víctor y yo estamos haciendo, y que Fred y yo retomamos en Holanda hace casi dos meses.

Después seguirá California. Pero por ahora, terminaré la chamba que aquí me queda, y aprovecharé lo que me queda de estar en Toronto y con mi novia.

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Captain America: The First Avenger

El viernes (no el pasado, el anterior), fui a ver Captain America: The First Avenger. Había estado hundido en trabajo (y ocupado los fines de semana), así que no había escrito al respecto.

Se aplican las de siempre.

Captain America: The First Avenger

Captain America: The First Avenger

Como todo mundo decía que esta película era la neta del planeta, terminó decepcionándome un poco. No es mala (todo lo contrario), sólo no creo que sea una maravilla. Está muy entretenida, bien hecha y es bastante divertida y con mucha acción. Sólo no es nada espectacularmente sobresaliente.

Dicho eso, Chris Evans consigue hacer del Capi un personaje agradable. Sin nada de los matices asquerosamente pro gringos que otras encarnaciones han tenido, y ciertamente (en el marco de la Segunda Guerra Mundial) sin ninguna de las tendencias imperialistas que uno podría esperar de un super héroe basado en un soldado gringo.

Espero ver la película de los Vengadores, y espero que sea divertida y esté bien hecha. Sólo de verdad no veo cómo este pobre muchacho podrá competir con Samuel L. Jackson y Robert Downey Junior para hacerse pasar como el líder del equipo. Como sea, si no la han visto, véanla. Vale la pena hacerlo en el cine.

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Roger Ebert

Ayer acabé de escribir un artículo, y hoy envié a mis coautores la versión ya revisada por mí. Además, hay ahorita talleres en el Instituto Fields. Toda esa información es para explicar por qué no he escrito en los últimos días, incluyendo de mi visita a la CN Tower, y mi última ida al cine.

Como sea, lo que quería escribir es que ayer en la noche estábamos Isabel y yo en un centro comercial, y en una librería había cámaras de televisión y una bola de güeyes oyendo hablar a una chava, que al parecer hablaba por un viejito sentado. Cuando alcancé a oír que la muchacha hablaba de cine, de inmediato me metí. Pude corroborar mi sospecha de que la sesión de preguntas y respuestas la estaba dando Roger Ebert, usando a la muchacha como intermediaria ya que él no puede hablar desde que le extirparon la quijada por cancer hace unos cinco años. Probablemente se encuentra en Toronto por el Toronto Internation Film Festival, al que Isabel y yo nos hemos negado a ir a ninguna función porque los boletos cuestan entre 25 y 44 CAD por persona. Aunque muchas de las películas a mí sí se me antojan.

No me quedé mucho a la sesión de preguntas y respuestas. A pesar de que no suelo estar de acuerdo con él (especialmente en películas basadas en cómics), respeto bastante a Roger Ebert y me parece admirable como ha seguido trabajando y haciendo apariciones en público después de todo el trauma relacionado con su batalla con el cáncer. Fue una agradable sorpresa el llegar a verlo, y (de alguna manera) oírlo.

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Porque no tengo cosas importantes que hacer

Leyendo los comentarios de un blog, me encontré con esto. Es un estúpido jueguito parecido a Space Invaders, con una muy importante distinción: los “enemigos” son palabras, y para “matarlos” uno tiene que escribir dichas palabras.

Ztype

Ztype

En otras palabras, es un juego para ejercitar touch typing, el teclear rápidamente sin mirar el teclado. Después de cinco niveles tuve que forzarme a cerrar el tab de mi navegador, porque me percaté de que iba a perder todo el día ahí si no lo hacía. No sé cómo nunca se me había ocurrido un juego de este estilo: es de hecho útil, porque teclear sin mirar el teclado es de las primeras cosas que uno tiene que aprender para escribir rápido (ya sea prosa, \LaTeX, o código).

Si quieren tomarse un descanso de diez minutos mientras trabajan en la oficina, el jueguito no sólo es entretenidísimo, además sirve para practicar su touch typing.

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Cowboys & Aliens

El viernes me debatí entre ver Cowboys & Aliens y Captain America: The First Avenger. Nunca he sido fan del capitán gringo (por obvias razones), pero todo mundo dice que la película es la neta del planeta. En cambio la de vaqueros y marcianos todo mundo dice que apesta, pero sí se me antojaba.

Al final el cine decidió por mí: ya no alcancé boletos para el capitán yanki. Se aplican las de siempre, aunque esta vez, sinceramente, no creo que importe en lo más mínimo.

Cowboys & Aliens

Cowboys & Aliens

El cartel de la película es el de arriba, pero bien pudo ser este de abajo:

Geek Nirvana

Geek Nirvana

La crítica está despedazando esta película, pero la verdad no sé de qué se quejan. Se llama Cowboys & aliens. ¿Qué carajo esperaban?

No sé si valga la pena que trate de ponderar mucho acerca de la película: creo que el cartel hace un trabajo mucho mejor (y ciertamente más conciso) que yo. Sale James Bond, sale Indiana Jones, sale la nena de Tron, y sí es como un nerdgasmo. Por lo tanto, si creen que les puede gustar (you know who you are…), vayan y véanla. A mí me gustó bastante.

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Mi Xperia Play es divertido, pero hay niveles

Platicando con Juanjo:

Yo: Ayer vi un PS3 nuevo, pero con la caja abierta, en 224 CAD. Pensé seriamente en comprarlo.
Juan: Pero el nuevo (con la caja cerrada) cuesta $250, ¿no?
Yo: Ajá. $249, de hecho. Eso es 10% de descuento.
Juan: Si es un lugar confiable, pues te ahorras esos $25, pero si no, yo preferiría comprarlo nuevo nuevo.
Yo: Pues es Best Buy.
Juan: Ah.
Yo: Como sea, 250 CAD (o USD) están de no manches.
Juan: La cosa es que ya tienes uno, ¿no?
Yo: La cosa es que está en México.

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