God of War Ragnarök

Técnicamente saqué el platino de Ragnarök inmediatamente después de GTA 3; pero unos meses después salió el DLC (que es rarísimo en los juegos de Kratos), entonces obtuve (una vez más) el 100% de los trofeos de Ragnarök hasta después de LEGO: Rock Band.

Así que moví mi reseña hasta este punto. No es terriblemente importante, pero no quiero dejar de mencionarlo, porque yo mismo me sorprendí dado que el orden de platinos no siempre corresponde con el orden de 100%.

Como sea, Raganarök.

God of War Ragnarök

God of War Ragnarök

Estuve a tres pelos de rana calva de comprar la edición de coleccionistas del juego; pero además de que el martillo de Thor no me interesaba tanto, cuando me enteré de que la edición no incluía un disco con el juego, me decidí por sólo comprar la versión digital.

Compré mi PS5 con unidad de Blu-ray porque no quiero depender únicamente de versiones digitales; pero no he comprado un solo juego para el PS5 en disco. Ragnarök hubiera sido el primero; pero me decepcionaron mucho los de Sony con su edición para coleccionistas sin disco incluido.

De cualquier manera lo compré en preventa, y de hecho lo pude bajar un par de días antes de que pudiera jugarlo. Mi PlayStation 5 mostraba un desesperante contador regresivo con cuántas horas y minutos faltaban para que me permitiera jugar el juego que ya estaba en mi consola.

Yo estaba ahí en mi sofá, comiéndome las uñas de los pies, pensando que no iba a dormir esa noche que por fin pudiera jugar Ragnarök, que me iba a echar una sesión de 16 horas destazando mostros con Katros y Atreus, como muchas veces hice en otros videojuegos cuando era joven.

Pero cuando apenas había transcurrido una hora de estar destazando mostros me fui a dormir, porque resulta que ya estoy viejito.

Me llevó cinco meses terminar el juego obteniendo el platino; y luego otros ocho meses en sacar el 100%, porque tardaron ocho meses en lanzar el DLC.

Disfruté mucho el juego, pero la verdad no tanto como God of War, versión 2018. Lo cual no es sorprendente: sigo sosteniendo que God of War (2018) es el mejor videojuego (que yo haya jugado) en la historia.

Además, siendo sincero es básicamente lo mismo. Hay algunos cambios para que Kratos sea más móvil en combate; y una mecánica similar que le permite destruir paredes y pisos falsos al lanzarse con las Cuchillas del Caos, pero la verdad uno puede casi no usar la mecánica.

El otro cambio importante es que podemos jugar varias largas porciones del juego con Atreus. Honestamente esto me resultó un poco meh; no es insoportable, pero definitivamente no es tampoco muy divertido. Mejora cuando el muchacho aprende a usar sus poderes para transformarse en lobo y oso; pero esto tarda, con el oso en particular, dado que realmente uno no puede usarlo bien sino hasta el final de la larga, larga historia.

Que es de verdad larga; me parece un error haber hecho una duología del periodo nórdico de Kratos; creo que partir el segundo juego en dos mitades hubiera sido mejor, además de que tradicionalmente este tipo de series tienen tres entradas.

Como sea, sí disfruté mucho el juego; me tardé casi medio año en jugarlo porque yo, nada más de pinche necio, me puse a jugarlo en la dificultad más cabrona, lo que resultó en que muriera unas catorce millones de veces. En particular con los estúpidos vasallos del rey Hrólf; no porque fuera en especial difícil, sino porque varios de los muy cobardes no era raro que tuvieran mostros de apoyo, que hacían mucho más complicado el matarlos bien muertos.

El trofeo del rey Hrólf fue el antepenúltimo que obtuve antes del platino; y por supuesto matar a la nueva reina valkyria traidora fue el penúltimo, que es el video que pongo al inicio. Lamentablemente, el pelear con las valkyrias esta vez no fue tan divertido como en el juego original.

(Supongo que debería mencionar que, sí, el juego se ve bonito… y sí, lo jugué en 4K… pero la verdad no lo encuentro sustancialmente más bonito que GoW2018 en mi PS4 a 1080p; que, de nuevo, puede ser sencillamente que mis viejos y miopes ojos sencillamente no tienen la capacidad de notar la diferencia.)

Podría parecer que estoy siendo excesivamente crítico del juego; y tal vez sí, pero eso no quita que es muy buen juego. Tal vez fue error mío por innecesariamente poner la dificultad más perra; ya no estoy en edad para esos brincos. Pero la verdad cuando lo volví a jugar en New Game+, con todas mis estadísticas maximizadas y todo el mejor equipo, y bajando la dificultad para no sufrir en balde… no lo he acabado todavía. GoW2018 en cambio lo terminé creo unas seis veces. Creo que al 100% todas y cada una de ellas.

Pero tampoco creo que sea el juego; tengo menos tiempo para jugar y tengo literalmente cientos de juegos disponibles (según la biblioteca de PlayStation 1,248; y eso descontando mi biblioteca física en Blu-rays para PS3 y PS4, que sigue siendo sustancial), con varias decenas de hecho siendo bastante apetitosos.

Es un muy buen juego; pero no es tan bueno como la primera parte. De cualquier manera yo sigo interesado en que será de Kratos; estaría padre que en algún momento se enfrentara a Quetzalcóatl.

Eso, y que por favor dejen de jugar con nuestros corazoncitos con la insinuación de que Kratos y Freya van a ponerse a aplaudir para que el viejo espartano le reponga a la diosa vanr el hijo que le quitó al romperle el cuello a Baldur.

Y esa es una secuencia de palabras que nunca pensé que escribiría.

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Argylle

A inicios de febrero fui a ver Argylle. Se aplican no importa en lo más mínimo.

Argylle

Argylle

Yo disfruté mucho este churrito. Me gustó mucho ver a Bryce Dallas Howard, que en su momento salía en películas como un montón de actrices de jólivud flaca como un palo, aquí apareciendo con un cuerpo normal de una mujer de 42 años. Me gustó ver (como normalmente es el caso) a Sam Rockwell, encantador como siempre. Y aunque aparecen tan poquito tiempo que casi podría hacerse la acusación de publicidad engañosa, me gustó ver a Henry Cavill y John Cena.

Y pues es una película en el fondo profundamente romántica, entonces yo estoy contractualmente obligado a que me guste. Y sí me gustó.

Eso no le quita lo mala que es.

Tampoco es tan mala como muchos críticos la calificaron; no es intragable. Pero sí es más bien malita y (especialmente cerca del final) ridícula al punto de ser incómoda.

De cualquier manera yo la disfruté mucho: si uno la ve como un cuento de hadas con una manita de gatos de aventura de espías (que implica no tomársela muy en serio), creo que puede ser muy disfrutable. Y bueno, en general yo no necesito pretextos para disfrutar a Bryan Cranston y Catherine O’Hara.

Yo la recomiendo. Nada más no esperen una buena película.

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Horimiya

Según mis notas, el siguiente animé que vi fue Hori-san to Miyamura-kun, pero que todo mundo llama Horimiya.

Horimiya

Horimiya

A veces me sorprende la desconexión que tengo con el resto de la comunidad que ve animé de manera regular. Todo mundo califica a Horimiya como una de las mejores comedias románticas que existen en el animé, y yo sencillamente no lo veo.

Quiero decir; está bien. Es suficientemente divertida; los personajes son suficientemente agradables; la animación es suficientemente decente; tiene música, creo.

Pero a mí sencillamente no me parece particularmente buena, dejen ustedes una de las mejores.

La historia es el romance entre Kyouko Hori y Izumi Miyamura, que a primera vista no tienen absolutamente nada en común, pero que por razones inverosímiles comienzan a pasar tiempo juntos, generalmente en la casa de la mamá de Hori. Al punto de que en algún momento sencillamente Hori le dice a su mamá que no le haga preguntas a su novio y ya, esa esa es la formalización de su relación.

De la misma manera, eventualmente la mamá de Hori le reclama a Miyamura que cuando se vaya de su casa, debe decir la tradicional frase en japonés que se dice cuando uno sale de la casa donde se vive, implicando que él ya es parte de la familia.

Igual, de repente Hori y Miyamura tienen sexo; y cerca del final de la serie la muchacha le dice que quiere seguir con él cuando terminen la prepa, y el muchacho responde diciéndole que OK, que se deben casar.

Y yo, que normalmente lloro como niña chiquita con las muestras más ridículas posibles del romanticismo más chafa, no sentí nada en ninguna de esas escenas.

Creo que por eso le gustó tanto a mucha gente la serie; y por qué no me gustó tanto a mí. El animé (como los superhéroes, la fantasía o la ciencia ficción), me gusta por la exageración de las cosas; cosas que en animé se consideran como muy románticas en el mundo real serían acoso si no es que asalto en algunas ocasiones, como cuando una tsundere se agarra a madrazos a un protagonista-kun.

Me gustan esas cosas justamente porque son un escapismo del mundo real; no me interesa ver un romance “real”: si yo no estoy involucrado, casi cualquier romance “real” es aburridísimo (y muchos de mis romances también han sido aburridísimos). O, como ya he dicho muchas veces, yo veo animé por los doki dokis y los ara aras; Horimiya se queda profundamente corto (desde mi punto de vista) en ellos, porque trata de ser realista.

Así que yo no la recomiendo particularmente; pero sí debo mencionar que un montón de gente se desvive por la serie; en MAL tiene un 8.2 de calificación, que es bastante alto para una comedia romántica.

La pueden ver en Crunchyroll, si lo desean.

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LEGO Rock Band

Mi siguiente platino fue el que obtuve para LEGO Rock Band.

LEGO Rock Band

LEGO Rock Band

Aunque definitivamente no una mayoría, sí he dedicado una buena parte de mi tiempo como gamer de PlayStation a los juegos musicales. Me encanta tocar la guitarra y cantar; lamentablemente, creo que a nadie más en el universo le gusta cómo lo hago: y si soy sincero, ni siquiera me gusta mucho a mí cómo lo hago. Entonces los juegos musicales con instrumentos de plástico son una manera muy efectiva de rascar esa comezón que de vez en cuando me da.

Después de obtener los platinos de todos mis juegos musicales en 2015 (3 en ese momento) haciendo uso de mi robot que emula los distintos instrumentos (y sabiendo cómo generar archivos MIDI que interpretaran las partes vocales con tonos perfectos en las dificultades más perras), colgué mis guitarras de plástico y dejé de jugarlos un rato largo.

De hecho compré Rock Band 4 para mi PlayStation 4, incluida la nueva guitarra de plástico, pero no toqué el juego en mi cuenta principal, sólo en mi cuenta secundaria porque (no voy a mentir) tenía miedo de que no pudiera usar el mismo truco para sacar el platino. Cuando me excomulgaron y cambié mi cuenta secundaria a que fuera la principal, pues volvió a entrar en el menú.

De hecho comencé varios juegos musicales cuando regresé a jugar videojuegos. Además de Rock Band 4, que ya había iniciado, también Green Day: Rock Band y éste que ahora reseño: LEGO Rock Band.

LEGO Rock Band es increíble; no sólo la selección musical está bastante padre (como niño de los ochentas, tocar The Final Countdown es la neta), sino que el juego es increíblemente noble con los trofeos: todos son fácilmente obtenibles porque no dependen de la dificultad.

Excepto The Final Countdown.

El juego, según PSNProfiles, tiene 30,998 jugadores; todos los trofeos (excepto The Final Countdown y Practice Makes Perfect) tienen una rareza (el porcentaje de jugadores que los obtuvieron) mayor a 6%: en general, un trofeo que ha sido obtenido por más del 5% de los jugadores, se puede considerar obtenible. A lo mejor hay que intentarlo múltiples veces, pero no son dificilísimos.

Practice Makes Perfect tiene una rareza de 2.5%; pero esto es únicamente porque consiste en que una canción sea pasada con 100% de las notas con los cuatro instrumentos… lo cual fue trivial para mí porque puedo emular una guitarra y la batería, generar los tonos para el micrófono, y yo tocar el bajo y entonces (como puede ser en la dificultad más baja) obtener el trofeo. La gente normal tiene problemas para juntar 4 jugadores; todavía más si los 4 tienen que tocar perfecto una canción, no importa la dificultad. El juego además ya no se puede jugar en línea, entonces ni siquiera se pueden organizar múltiples jugadores vía internet.

Bueno, entonces todos los trofeos del juego son fáciles; con uno necesitando 4 instrumentos, pero también fácil si uno cuenta con ellos. El único trofeo Difícil (y sí, escribí Difícil con D mayúscula), es The Final Countdown.

El trofeo, de nuevo, de acuerdo con PSNProfiles, tiene registrados únicamente a 211 jugadores que lo han obtenido en los quince años que el juego ha existido. Eso le da una rareza de 0.68%; PSNProfiles muestra los primeros 50 y últimos 50 jugadores que lo han obtenido, y yo todavía ahí aparezco. Como el 50-ésimo último jugador que lo obtuvo lo hizo en 2019, es posible que yo siga en esa lista hasta el fin de los tiempos.

Por definición, la gente que tiene el trofeo de platino es todavía menos: son únicamente 164 jugadores, lo que le da una rareza al mismo (y a la gente que tiene 100% de los trofeos, porque no tiene DLC) de 0.53%. No es el platino con la rareza más alta en mi colección; es el número 4, detrás de otros 3 juegos musicales: The Beatles: Rock Band, Guitar Hero Metallica y Green Day: Rock Band.

The Final Countdown es Difícil porque uno tiene que pasar The Final Countdown (sorpresivamente) en la dificultad más perra, y además con el 100% del solo de guitarra, que es endemoniadamente Difícil. Para humanos al menos: mi robot no tuvo problemas; es el video que pongo al inicio. La interpretación del robot es casi perfecta; no entiendo por qué, pero la activación del tercer poder de estrellas falló. Estoy muy orgulloso de mi robotito.

Disfruté enormemente a LEGO Rock Band; es muy similar a todos los juegos musicales “normales” (hubo un periodo en que trataron de “innovar” con distintos instrumentos o más botones en las guitarras), no es el mejor ni el peor: pero se distingue por el humor que caracteriza a todos los videojuegos de LEGO (dicen; éste es el primero que juego); la selección musical está muy bien; y como ya mencioné es bastante fácil sacar casi todos los trofeos.

En esta segunda etapa de completar juegos musicales, me aventaría otros dos todavía; pero escribiré de ellos en su momento.

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Las elecciones gringas

Y pues el miércoles se confirmó (aunque se comenzaba a adivinar desde el martes en la noche) que los gringos volvieron a elegir a Trump, que por más que se haya quejado mucha gente de Nixon, Reagan y Bush, es realmente lo más cerca que han coqueteado nuestros vecinos con el fascismo.

¿Por qué pasó esto?

Una explicación, que yo sí planeo discutir más o menos a detalle, es relativamente sencilla: los gringos son muy racistas y misóginos. Por alguna razón decir esto ofende a algunas personas; de donde yo vengo, es como afirmar que el cielo es azul, o que el agua moja.

Obviamente hay que matizar: no todos los gringos son racistas y misóginos; eso sería increíblemente injusto pero además demostrablemente falso. Y yo sinceramente ni siquiera creo que una mayoría de los gringos sean racistas y misóginos.

Pero sí hay un chingo de racistas; que es perfectamente explicable por el hecho de que son un país que fue fundado, literalmente, bajo preceptos racistas. La misoginia es similar (aunque con casos más vociferantes) que en otros países del estilo (o sea, imperialistas). Me centraré entonces en el racismo.

Siendo justos, los gringos llevan décadas (más de siglo y medio, de hecho) progresando en ese problema que literalmente los carcome como un cáncer, repito, desde que fundaron su nación. Siendo honestos, jamás han hecho lo suficiente, ni de lejos, tomando siempre medidas tibias que alivian un poco las cosas, pero nunca atacando la raíz del asunto.

Lincoln abolió la esclavitud; pero un par de décadas después el bienestar de estos negros recientemente liberados quedó en manos de sus antiguos amos. En los sesentas se dio la legislación de derechos civiles para, en teoría, eliminar la discriminación por raza, sexo o religión; pero de nuevo no atacaron el problema de fondo que es, como suele ser en todo el mundo, la desigualdad. Y sí, en 2008 eligieron un presidente negro; pero inmediatamente después eligieron al presidente más racista que han tenido probablemente desde Andrew Jackson.

Yo llevo, literalmente, décadas siguiendo la política gringa desde mi rincón aquí en México; de hecho durante mucho tiempo le hacía más caso a las elecciones gringas que a las mexicanas, porque aquí me deprimía de que siempre perdíamos excepto en la CDMX y otros bastiones.

En los últimos años, y esto comenzó antes de que llegara la Transformación, probablemente desde que trabajé en el IFE y luego le INE, cada vez estoy más convencido de que la democracia mexicana es más fuerte y sana que la democracia gringa. O en otras palabras, que la democracia funciona mejor aquí que allá; y obviamente esto fue un proceso paulatino: en los ochentas (si hubiera tenido la capacidad de analizarlo; era al fin y al cabo un niño) no hubiera dicho esto. Mucho menos en los sesentas; mientras los gringos estaban movilizándose y legislando para al menos tratar de aliviar la profunda discriminación que tenían (todavía la tienen; pero indudablemente con menor intensidad), aquí el gobierno mexicano mataba estudiantes alegremente.

Pero justamente la democracia mexicana, desde mi punto de vista, se ha fortalecido más de lo que se ha debilitado en las últimas décadas: primero en 1988 cuando Cuauhtémoc literalmente le metió un sustote al PRI; después en 1997 cuando se le arrebató al oficialismo la capital; incluso en el 2000 cuando ganó Fox. No fue un cambio de verdad y el idiota guanajuatense resultó ser un fraude y un imbécil (como advertimos muchos antes de las elecciones): pero mostró la capacidad de la ciudadanía de querer cambiar las cosas.

Obviamente el 2006 fue un retroceso y también el 2012 con las “reformas estructurales” (que afortunadamente estamos desmantelando); pero esos dos descalabros empujaron a un sector masivo de la ciudadanía a reagruparse y conseguir un cambio verdadero en el 2018. Y al menos yo nunca voy a ningunear a nuestra ahora oposición en esto: no intentaron la represión o la violencia para evitar dicho cambio. Y siguen sin intentarlo (principalmente porque no pueden; como no podían en el 2018).

Pero regresemos a los gringos, que como afirmo (y me parece queda al menos en parte demostrado por lo que pasó el 5 de noviembre), tienen un chingo de racistas y misóginos.

La pregunta importante, me parece, es por qué hay un chingo de racistas (por parte de todas las razas) y misóginos (por parte de todos los géneros, que cada vez hay más al parecer).

La fundación inherentemente racista de Estados Unidos a finales del siglo XVIII indudablemente tiene que ver; pero no lo explica por completo además de que, al menos de dientes para afuera, el discurso educado ha sido acerca de que el crisol de las culturas que dizque representa a gringolandia según los gringos ilustrados es una maravilla. O bueno, al menos era de dientes para afuera hasta antes de Trump; la cosa con el güero naranja demente es que justamente hace que el racismo se exponga incluso de dientes para afuera.

Yo creo que la explicación de por qué hay tanto racista misógino y por qué ganó Trump (porque obviamente están ligados), es relativamente sencilla: hay un montón de gringos sufriendo económicamente. Esto es innegable; no puede ser de otra forma cuando no han subido el salario mínimo desde hace quince años; cuando los sindicatos han sido sistemáticamente apaleados desde Reagan (y probablemente sea peor con Trump); cuando el sistema de salud está en crisis desde hace décadas (con todo y Obamacare); cuando la crisis de vivienda que inició con la crisis financiera de 2008 realmente no se ha recuperado; y una larga lista de etcéteras.

Por supuesto, un gringo que sufra económicamente es muy distinto a un somalí que sufra económicamente; dependiendo del sapo, la pedrada. Pero de alguna manera esto hace peor dicho sufrimiento: Estados Unidos es de los países con más desigualdad en el mundo, obviamente: ahí vive mucha de la gente más privilegiada del planeta. Los gringos jodidos estarán relativamente bien en comparación con los somalíes jodidos; pero están muchísimo peor comparados con la gente que le va bien en Estados Unidos. Les restregan en la cara todos los días lo bien que les va a los privilegiados en uno de los países más ricos del mundo.

Un montón de gente haciendo campaña por Kamala gritaba a los cuatro vientos lo alto del PIB gringo y de la fortaleza de su bolsa de valores. ¿Eso de qué chingados le sirve a la gente común y corriente en Estados Unidos? En la campaña en México aquí mismo en mi blog varias veces discutí con lectores que se quejaban de que, según ellos, el PIB no había crecido tanto con el Peje. Dejando de lado la pandemia y los distintos análisis (porque depende de con quién hable uno qué conclusiones tendrán al respecto), el punto es que el PIB, por sí mismo, no es tan importante: obviamente es mejor un mayor PIB; pero es muchísimo más importante cómo se distribuye esa riqueza.

Y en México se distribuyó mucho mejor con la 4T que cómo se distribuyó en gringolandia con Biden y los demócratas. Por varios órdenes de magnitud.

Con el resultado de que Claudia ganó de calle y Kamala perdió… no estoy todavía dispuesto a decir que “de calle”, pero Trump ganó el voto popular y según los números disponibles con más del 50%.

Si la gente se siente jodida (no importa que la pobreza gringa no sea comparable con la pobreza somalí), se va a sentir enojada. Si se siente enojada, no es descabellado que se desquiten con chivos expiatorios, especialmente si un güero naranaja demente y todo un sistema de medios les dicen 24 horas al día quiénes son esos chivos expiatorios.

La gente feliz no es racista. El racismo sólo pega si hay gente encabronada; así lo dijo el presidente gringo Lyndon B. Jonhnson:

If you can convince the lowest white man he’s better than the best colored man, he won’t notice you’re picking his pocket. Hell, give him somebody to look down on, and he’ll empty his pockets for you.

El racismo no sólo fue un componente integral de la fundación de los Estados Unidos; también ha sido una herramienta para mantener enajenada y oprimida a su población blanca pobre para que nunca piense en términos de clase o desigualdad económica. Con el agregado de atacar de inmediato cualquier medida que pudiera aliviar dicha desigualdad, por moderada que fuera, como comunismo satánico.

Las cosas tuvieron que ponerse de la chingada en los 30s del siglo pasado después de la caída de la bolsa de valores para que por fin se pusieran las pilas y mejoraran (pero no repararan del todo) las cosas. Roosevelt y su New Deal introdujeron un montón de cosas que justamente se encaminaron a disminuir la desigualdad en gringolandia.

Por cierto, uno de los tres puntos fundamentales del New Deal de Roosevelt se centraba en “relief for the unemployed and for the poor”… o en otras palabras, primero los pobres.

Y por eso perdió Kamala, me parece; ninguna de sus propuestas tenía nada qué ver con primero los pobres. Muy al inicio poco después de que Biden se bajara, Kamala propuso controlar el incremento desmedido de precios que hay en Estados Unidos, muchas veces de manera artificial y justificándolo por “la inflación”, aunque todas las variables indiquen que está bajo control. Y toda la prensa gringa (incluyendo la de “izquierda”) se le aventó encima a gritarle que eso estaba mal y era intervención del Estado y que ya no la iban a querer si lo hacía.

Y la muy tarada se echó para atrás y a partir de ese momento no hizo campaña en nada que fuera directamente encaminado a ayudar a la gente más necesitada económicamente, independientemente de cuál fuera su raza. ¿Aumentar el salario mínimo? ¿Medicare para todos con opción pública? ¿Maternidad y paternidad pagados por al menos seis semanas? ¿Desayunos escolares?

Nada.

Su candidato a vicepresidente, Tim Walz, como gobernador de Minnesota implementó un buen de cosas para beneficiar a los más necesitados; en lugar de soltarlo en la campaña a tratar de vender eso, lo mantuvieron hagan de cuenta que encerrado en su sótano.

Y Kamala en cambio hizo campaña con la hija de Dick Cheney con el sueño guajiro de tratar de jalar republicanos “moderados”. Ya vimos cómo funcionó eso.

Como yo lo veo, Trump tendrá un periodo de 4 años que será un desastre, porque así es Trump y los planes que sea que tengan y esté dispuesto a impulsar (como el Proyecto 2025 y la bola de babosadas que decía en campaña) no veo forma de que sirvan a alguien excepto empresarios y políticos gringos conservadores. Probablemente ganen los demócratas en el 2028, hartos del desastre; pero será una repetición del escenario en 2020, una victoria apenas, si no se ponen las pilas y sacan un plan en donde se comprometan a ayudar a los más necesitados.

Y no de dientes para afuera; los demócratas dicen que quieren pasar cosas, pero tiran la toalla al primer signo de problemas. A estas alturas estoy dispuesto a aceptar el análisis de The Young Turks y suponer que realmente los demócratas no quieren pasar esas legislaciones, porque lo que más les interesa es satisfacer a sus donadores millonarios.

La campaña de Kamala presumió que recaudó mil millones de dólares (una mayor parte de donadores corporativos). ¿Quién en su sano juicio querría votar por alguien que evidentemente está comprado y pagado?

De cómo nos va a ir a nosotros (los mexicanos y el resto del mundo), bueno, aunque es indudable que para México (y probablemente la mayoría del mundo) es mejor que ganen los demócratas, la verdad es que no hay tanta diferencia entre ambos partidos. Yo lo dije en 2008 cuando ganó Obama:

No va a pasar nada sorprendentemente novedoso durante la presidencia de Obama; probablemente invadirá y bombardeará inocentes como lo han hecho todos los presidentes gringos desde Truman (aunque esperemos que en mucho menor medida que Bush Dos: La Venganza), utilizará el poder económico de su país (que por suerte cada vez es menor) para joder a otros países que no quieren seguir su línea, y apoyará, o al menos no condenará, atrocidades como la que Israel hizo estas semanas en el inexistente estado de Palestina (aunque los israelíes se fueron por la segura y atacaron mientras Bush Segundo: El Monstruo Vive de Nuevo seguía al frente del gobierno gringo). Obama probablemente hará todo eso; y todo en el nombre de la democracia, y la justicia, y la chingada.

Y por supuesto tuve razón; y lo mismo hubiera pasado con Kamala. Claro que Trump será peor; pero la diferencia con 2008, es el tipo de gobierno que tenemos los mexicanos. No sólo no les conviene realmente a los gringos jodernos mucho; confío bastante en que nuestra Doctora Presidenta se toree al güero naranja demente.

Paradójicamente, probablemente Trump intervenga militarmente menos en el mundo, lo cual por supuesto en general será algo bueno. Los ucranianos a lo mejor les va de la chingada; pero incluso eso no creo, porque no le conviene al resto de Europa.

Eso sí, no me extrañaría que para el 2028 el número de palestinos muertos exceda los 100,000 y que Israel siga cometiendo las atrocidades que ha cometido desde hace décadas, nada más ahora con más crueldad y enjundia.

A los mexicanos aquí en México no creo que nos vaya muy mal con Trump; incluso hay varios analistas que prevén posibilidades de que nos vaya bien explotando varias de las debilidades conocidas del tarado de Trump. A los paisanos en Estados Unidos yo creo que sí les va a ir de la chingada, incluyendo lamentablemente varios que perderán la vida.

Pero yo creo que los que más van a sufrir a Trump son los mismos gringos. Y a los jodidos, obviamente; los privilegiados progres buena ondita se rasgarán las vestiduras y se escandalizarán, pero realmente no les irá tan mal. Muchos de esos me temo que se van a pasar estos cuatro años perdiendo el tiempo con cosas que, aunque son importantes, no son lo fundamental, como son qué baños pueden usar quiénes o si los atletas trans pueden participar en torneos deportidos o si se respetan o no los pronombres preferidos de alguien.

Cada gramo de esfuerzo que dediquen a eso en lugar de luchar por disminuir la desigualdad de la gente más jodida, aumentará la probabilidad de que esa gente jodida vuelva a votar por los republicanos o que no voten, como no lo hicieron millones de jóvenes el martes.

Tampoco los van a ayudar realmente las políticas republicanas; pero al menos el güero naranja demente dice reconocer que no están bien, aunque les ofrezca soluciones idiotas como deportar migrantes.

Los demócratas, si son inteligentes, van a despedir masivamente a su dirigencia y abrazar un proyecto de nación que se ponga como primera tarea el beneficiar a los sectores de la población más jodidos. Si no hacen ni siquiera lo primero, bueno, serán como los panistas aquí, que se perfilan a elegir a Jorge Romero como presidente del partido. El líder del Cártel Inmobiliario.

Yo digo que es de las razones por las que van a perder en 2030.

Pero ya veremos.

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La reforma va

La reforma va

La reforma va

Les digo que a éstos ya hasta les está gustando la derrota, porque se empeñan en seguir perdiendo una y otra vez.

(Sí voy a escribir de las elecciones gringas, pero después: primero nos hacemos cargo de lo que pasa en casa.)

Quiero aclarar que ya no es reforma; dejó de serlo el 15 de septiembre, que se convirtió en parte de la constitución. Es la constitución.

Nuestra patética y perdedora oposición seguirá pataleando, ahora yendo a chillar a instancias internacionales; que en primer lugar es posible los ignoren por completo, pero incluso suponiendo que no, pues nos harán lo que el viento a Juárez. La elección de jueces, magistrados y ministros es una demanda de la ciudadanía expresada explícitamente en las urnas este 2 de junio. Nadie puede decirnos a los mexicanos cómo gobernarnos: nosotros solitos lo decidimos, muchas gracias.

Fue extremadamente divertido ver a estos tarados retorcerse en el piso inventándose excusas y pretextos tratando de defender lo indefensible; de detener lo inevitable. Originalmente, queridos lectores, yo fui de los que dijeron que había que hacerles juicio político a estos jueces y ministros traidores a la patria; pero reconozco que estaba equivocado. Fue mucho más inteligente y fina la estrategia de mi Presidenta, que sencillamente se burló de ellos llamándole a sus torpes intentos de golpe de estado más bien un golpe aguado.

Se van a elegir a las personas juzgadoras. Se van a desaparecer a los institutos inútiles como el INAI. Se van a eliminar a los legisladores plurinominales (problablemente; se sigue discutiendo). Se van a cumplir las cosas bajo las que el movimiento de Transformación hizo campaña en las últimas elecciones; y que la ciudadanía del país apoyó abrumadoramente en las urnas.

Y como van a cumplir lo que prometieron, aunque seguramente no al 100%, aunque probablemente con modificaciones y negociaciones (porque se sigue escuchando a la oposición, aunque se le podría ignorar), pues yo me animo a predecir que van a volver a ganar en 6 años, en el 2030. Incluso si no funcionan perfectamente estos cambios; incluso si algunos funcionan de plano mal. La legitimidad de los votos justamente permite que en esta nueva forma de hacer política se valga cometer errores. Si esto pasa, veremos cómo resolverlos.

Mientras tanto nuestra patética y perdedora oposición (que sus dirigencias, responsables de la debacle en la que se encuentran, ni siquiera tuvieron la decencia de renunciar), al oponerse de manera empecinada a lo que la voluntad de la gente, reflejada en las urnas, exigía, están preparando su próxima derrota en 6 años, una vez más, de nuevo, otra vez.

Así es como funciona esto; si no lo quieren entender o no lo pueden entender, no estoy seguro de que tenga ni siquiera sentido discutir con ustedes.

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Con Todos Menos Contigo

A finales de enero fui a ver Anyone But You.

Se aplican… no importa en lo más mínimo, de ver el póster pueden adivinar toda la trama de la película.

Anyone But You

Anyone But You

Yo no era fan de Sydney Sweeney; no he visto Euphoria (ni planeo verla) y la joven actriz sencillamente ni siquiera había pasado por mi radar. Cuando salió el avance lo vi y me dije a mí mismo: “mí mismo, esa es una película perfecta para cuando inevitablemente salga gratis en Netflix”.

Así que no planeaba verla en el cine; hace años que no veía comedias románticas en el cine, creo que desde antes de la pandemia. Pero entonces conduciendo mi carro por la Ciudad vi un anuncio espectacular en español de la película.

Y me boté de la risa y compré un boleto.

Timbiriche está, me guste o no, irremediablemente ligado a mi niñez; particularmente Con Todos Menos Conmigo. No tiene nada que ver con mis gustos o preferencias en géneros musicales; para motivos prácticos me pasa exactamente lo mismo con Qué Bello de la Sonora Tropicana.

El cabrón que en lugar de Quién Sea Menos Tú eligió ponerle a la película Con Todos Menos Contigo se ganó su salario, desde mi punto de vista, porque fue la única razón por la que terminé yendo a verla al cine.

Dos veces.

En VIP ambas.

¿Es Con Todos Menos Contigo una buena película? No, por supuesto que no; pero, o sea, no es terrible. Está bien hecha y decentemente actuada; el escenario en Australia es espectacular; el cuerpo de Sydney Sweeney es espectacular; el cuerpo de Glen Powell es espectacular. Alguien de mi edad no puede evitar sentir una punzada de nostalgia al ver a Dermot Mulroney, igual o más guapo que hace más de un cuarto de siglo cuando salió en My Best Friend’s Wedding, haciéndola ahora de papá.

Y bueno, es una destazación de Shakespeare, pero pues no la estábamos viendo por ser una muy libre adaptación de Mucho Ruido y Pocas Nueces, ¿verdad?

Sydney Sweeney está linda, pero aunque tiene un cuerpo que probablemente debería ser ilegal tener, la verdad es que no es una belleza apabullante como Margot Robbie, Anne Hathaway o Rachel Zegler; se siente que si yo le preguntara la hora, sí me la daría sin llamar a la policía para que me arreste.

El que me sorprendió fue Glen Powell; yo lo recordaba de Hidden Figures y Top Gun Maverick, pero aquí la hace muy bien de frat boy dude bro… que siempre la hace de frat boy dude bro, en gran medida porque no tiene de otra, dado que sí es un frat boy dude bro. Sin embargo, da la impresión de ser un frat boy dude bro buena onda; fresa (inevitablemente), pero chido.

Creo que me gustó más él que Sydney Sweeney; especialmente cuando se pone a cantar Unwritten porque le tiene miedo a las alturas.

La película es lo que es; una comedia romántica donde nuestros protagonistas se juntan, se pelean por un malentendido, luego se vuelven a juntar y se vuelven a pelear por otro malentendido y al final se juntan finalmente para el final que finaliza la historia. Hay un par de cambios a la fórmula universal de las comedias románticas para hacerla más moderna; por ejemplo la boda a la que van todos invitados es de una pareja lesbiana… ¡progreso! Ya acabamos con la homofobia para siempre.

En otras palabras, no tiene nada de especial realmente.

Pero pues están muy guapos la Sweeney y el Powell; está divertida la historia y los personajes; y pues le pusieron en español como una canción irremediablemente ligada a mi niñez. Así que a mí sí me gustó.

Suficiente como para verla dos veces en el cine.

La recomiendo ampliamente.

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Asobi Asobase

No tengo idea cuándo, pero en algún momento vi Asobi Asobase.

Deberían ir y verla. Pueden leer primero mi reseña (no importa mucho, realmente), pero de cualquier manera deberían ir y verla.

Asobi Asobase

Asobi Asobase

Por poco me muero por andar viendo Asobi Asobase.

Un día llegué a Oaxtepec y me puse a ver un capítulo de Asobi Asobase en mi cama con mi tableta. En dicho capítulo, ocurre una de las secuencias más cagadas que yo jamás haya visto en mi vida, cuando las muchachas del Club de Pasatiempos son desafiadas por el Club de Shogi para que les den el salón de su club.

Por favor vean el video, aquí los espero.

¿Ya de regreso? Bueno, espero que entiendan entonces por qué estuve punto de morir: me estaba riendo tanto, que en algún momento perdí el conocimiento. O me quedé dormido; pero según yo sí estaba desternillándome de la risa al punto de espantarme de que no podía respirar.

Todavía hoy vuelvo a ver el video y casi me orino de la risa.

Asobi Asobase, como su nombre indica, relata las aventuras de las tres miembros del Club de Pasatiempos: Kasumi Nomura, una nerdcita solitaria con unas chichotas; Olivia, que es de origen extranjero y apesta como sólo las güeras suelen hacerlo; y Hanako Honda, una niña millonaria más plana que un burro de planchar que sueña con tener un novio.

Es difícil clasificar a Asobi Asobase; si uno ve la apertura, podría confundirse a la serie con un tierno e inocente slice of life; si uno ve el cierre, podría confundirse a la serie con… no tengo ni puta idea de con qué, pero seguro la serie no caería en esa clasificación.

De nuevo; les recomiendo encarecidamente que vean los videos, aunque sea una parte.

La verdad es que no hay una buena definición para lo que es Asobi Asobase, excepto que es demoledoramente divertida. Tengo décadas viendo animé; sinceramente no creo que ningún otro se acerque ni siquiera un poco a la cantidad de veces que me hizo morirme de la risa, especialmente en relación al relativamente poco tiempo que tiene la serie con sus breves 12 episodios.

El humor es altamente absurdo, y las historias consecuentemente también lo son: hay androides malhablados que adquieren conciencia; un mayordomo que puede disparar láseres de su trasero porque lo raptaron extraterrestres; y en general cualquier situación, por ridícula que sea, que sirva para continuar los chistes.

Las tres taradas muchachitas que son nuestras protagonistas son una basura de seres humanas (Sakura Kinomoto no sería amiga de ellas), pero son extremadamente divertidas; y sus aventuras son imposibles y absurdas, pero son extremadamente divertidas también.

Pueden explorar YouTube y ver muchas de las escenas más chistosas de la serie; pero les recomiendo encarecidamente que mejor la vean. Probablemente el humor no sea del gusto de todo mundo (aunque yo cuestiono su calidad como seres humanos si a ustedes no les gusta); pero para mí es indudablemente el animé más divertido que yo jamás haya visto, y yo (junto con miles de fans) esperamos con ansias que algún día anuncien una segunda temporada.

Está en Crunchyroll; y repito por enésima vez: deberían ir y verla.

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Dragon Ball Z: Kakarot

El siguiente platino que obtuve fue el de Dragon Ball Z: Kakarot.

Dragon Ball Z: Kakarot

Dragon Ball Z: Kakarot

Necesito relatar mi historia con Dragon Ball y Dragon Ball Z antes de explicar a profundidad cómo experimenté este juego.

Dragon Ball, el animé original, se transmitió en Japón entre 1986 y 1989; en México no llegaría hasta 1994 (aunque hubo una transmisión preliminar en 1993), y para ese momento yo ya estaba en una de las etapas de mi vida donde no veía mucho animé. Casualmente, si se hubiera transmitido más cerca a la transmisión japonesa, habría coincidido con uno de los periodos en mi vida donde el animé jugó un papel muy importante: pero de todas formas probablemente no le hubiera hecho mucho caso. Explicaré por qué más adelante.

Recuerdo haber visto algunos capítulos, pero como mencionaba, en ese momento no me interesaba mucho el animé en general, ni mucho menos DB. Recuerdo claramente que estaba estudiando la licenciatura cuando por fin comenzaron a transmitir en México Dragon Ball Z; y ésta sí la vi, más o menos regularmente al inicio, la primera vez que la transmitieron.

Aquí es donde voy a decir una cosa que a lo mejor a mucha gente le ofende, pero me vale madre; detesto el diseño de personajes de Dragon Ball. Me parece infantil, más bien feo y (a falta de un mejor término) poco serio. Que a lo mejor es lo adecuado para una serie cómica más bien infantil.

Estilo de Akira Toriyama

Estilo de Akira Toriyama

En cambio en Dragon Ball Z me gusta mucho el diseño de personajes; especialmente cuando los saiayines ponen su mirada intensa con unos músculos tan hinchados que parece les va a reventar la piel.

Mirada de saiayín

Mirada de saiayín

Y, bueno, Androide 18:

Androide 18

Androide 18

Como sea, el arte mejorado hizo que más o menos siguiera la serie, pero la verdad (aunque la prefiero a la original con Goku chiquito), nunca fue de mis favoritas. Los animés primordialmente de madrazos nunca han sido lo mío, y en el caso de DBZ peor, porque las peleas son aburridísimas: recuerdo claramente un compañero en la Facultad un día me preguntó acerca de DBZ, y le respondí medio harto porque el planeta Namek llevaba varios capítulos estando a minutos de explotar, mientras Goku y Frieza dizque peleaban, que se traducía en que se lanzaban amenazas y se veían intensamente el uno al otro.

Pero además, estaba el hecho de que, para motivos prácticos, DBZ (al igual que DB) básicamente no tiene romance. Cero, nada.

Esto no es una cosa de percepción mía; el autor mismo de la serie, Akira Toriyama, confesó (en múltiples ocasiones) que no podía escribir o dibujar romance porque le daba mucha vergüenza.

Weeb.

Paradójicamente, DBZ tiene un par de los romances más legendarios en animé; por supuesto el de Krillin y 18, pero mucho muy por encima de ése, el de Bulma y Vegeta.

Bulma y Vegeta

Bulma y Vegeta

¿Cómo adquirieron dichos romances el estado de legendarios? Fácil: nunca nos los enseñaron, nada más de repente aparecieron 18 y Bulma con hijos que resultaba eran de las personas que los fans de la serie jamás se hubieran podido imaginar como los posibles padres. Y como nunca mostraron esos cortejos, los fans de la serie llevan décadas inventándose historias en la cabeza de cómo llegaron a ser.

Si hubiera sido premeditado, sería diabólicamente genial. Como fue porque se chiveaba el tarado de Toriyama, es bastante estúpido.

Comprenderán ustedes, queridos lectores, que esa falta de romance es, para mí, un gran obstáculo para poder disfrutar la serie; y la razón por la cual habría ignorado Dragon Ball incluso si hubiera salido en México más cerca de cuándo se transmitió en Japón.

Como sea, cuando Goku tiene bien a morirse (de nuevo) y aparentemente Gohan toma el papel protagónico, durante algunos episodios la serie da el gatazo de que tendrá algo de romance cuando introducen a Videl; pero entonces ocurre todo el desmadre de Majin Buu, regresa Goku y una vez más el aspecto romántico de la serie es abandonado.

Yo ahí tiré la toalla y nunca más vi DBZ; no terminé la serie ni mucho menos las subsecuentes como GT o las catorce millones de películas que han hecho, más o menos.

Me enteré de que este videojuego había aparecido, por supuesto; pero jamás lo hubiera comprado. No sólo yo no era realmente fan; además todo mundo decía que era medio aburrido porque “relataba una vez más la historia que ya todos conocíamos”.

Pero entonces apareció gratis en mi suscripción a PS+; y como yo realmente no recordaba la historia me dije a mí mismo: “mí mismo, hay que jugar Dragon Ball Z: Kakarot“. Y procedí a hacer exactamente eso.

Queridos lectores, no tienen idea de cuanto disfruté Dragon Ball Z: Kakarot; no sólo me permitió por fin consumir la historia en su totalidad (al menos hasta el final de la saga de Majin Buu), sino que pude hacerlo sin el principal obstáculo del animé: las batallas las acabé todas como en catorce segundos, porque jugué el juego en la dificultad más baja.

Ya estoy viejo, no tengo tiempo de jugar juegos difíciles.

El juego es un JRPG, además de ser de mundo abierto; que es para mí otra ventaja. Los animés de madrazos suelen ser adaptados (de la manera menos imaginativa posible) en videojuegos de madrazos… que por supuesto en retrospectiva tiene sentido, pero es medio aburrido. Que Kakarot sea un JRPG en un mundo abierto permite jugarlo de manera mucho más relajada y al ritmo que el jugador desee: sí, si uno quiere agarrarse a madrazos es trivial hacerlo (y hacia el final del juego con todos los enemigos e incluso con versiones de todos los aliados); pero uno no está obligado todo el tiempo a estarse dando de madrazos, y hay un montón de actividades disponibles que son sorprendentemente divertidas; como coleccionar minerales, pescar, correr carreras de carros (homenajeando uno de los episodios más estúpidos del muy estúpido animé), o buscar ingredientes para que Chichi nos haga de comer, lo cual a su vez mejora las estadísticas de los personajes (no que yo lo necesitara porque jugué en la dificultad más baja). Le da a la historia la oportunidad de respirar; y como yo no me acordaba de mucho, fue bastante satisfactorio.

Encima el arte del videojuego es glorioso; una versión todavía más limpia y clara de los dibujos de Toriyama para DBZ, con un sombreado plano (cel shading) que hace que parezca de verdad como un dibujo animado; con la bastante pegajosa musiquita de la caricatura; y con como quince millones de cosas extras incluidas en el juego, como una enciclopedia que cubre toda la serie original cuando Goku era chiquito, que me permitió por primera vez en mi vida tener una visión más o menos clara y completa de toda la historia.

Y, repito, yo no soy (y nunca fui) gran fan de Goku y sus amiguitos; pero la primera vez que en combate hice un kamehameha, no pude sino emocionarme como niño chiquito… especialmente porque pulvericé a mis enemigos porque estaba jugando en la dificultad más baja.

Kamehameha

Kamehameha

Mamón como soy yo, jugué el juego en japonés con subtítulos en inglés; y la verdad fue medio desconcertante porque en español de México Goku suena como un hombre joven normal; mientras que en japonés Goku suena como un weeb. Me parece que todos los actores de voz originales regresaron para el videojuego.

Dragon Ball Z: Kakarot es un buen juego; probablemente no extraordinario, pero sí bueno. La gente que se sabe de memoria la historia de Goku y sus amiguitos tal vez se aburrieron de tener que chutársela toda de nuevo (al menos Z); pero para mí eso resultó incluso en algo positivo. El arte de Toriyama es ridículamente atractivo en alta definición con 4K, con colores vivos y brillantes, y la música que inevitablemente me transporta de nuevo a mi juventud (que no niñez).

Y, pequeño pero importante detalle, me salió gratis con mi suscripción a PS+.

Unos meses después de que yo terminara el juego, Akira Toriyama falleció. Si no hubiera sido por este videojuego, la verdad la noticia yo apenas la habría registrado. Me dio gusto haber tenido esta oportunidad de apreciar en un medio distinto el trabajo de Toriyama, más aún porque hace unos años el mangaka había decidido retirarse, pero después de la abominación en que resultó la adaptación jolivudense de Dragon Ball, y no queriendo que ese fuera el final de su más querida creación, salió del retiro para hacer más cosas con el saiayín bien mamado que jamás en su vida proveyó a su sufrida mujer de un solo centavo para mantener a sus hijos.

Este videojuego es parte de ese legado. Lo recomiendo encarecidamente; especialmente si quieren revivir la historia una vez más o por primera vez. Dragon Ball Z: Kakarot está disponible en básicamente cualquier cosa que pueda jugar videojuegos; y si yo fuera ustedes, le daría una oportunidad.

Sigue sin tener romance; pero hay un buen de madrazos.

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Godzilla Minus One

A mediados de enero fui a ver Godzilla Minus One. Se aplican las de siempre.

Godzilla Minus One

Godzilla Minus One

Putísima madre. Qué buena película. Diría que es la mejor película que he visto en el año, si no fuera porque no es cierto.

Fui a verla porque absolutamente todo mundo que oí hablar de ella dijeron que era buenísima, y por una vez en la vida sí me cumplieron: es extraordinaria.

También es sorpresivamente simple; además de íntima y romántica. Nominalmente una película de Godzilla, realmente es un drama romántico acerca de un fallido piloto kamikaze y una joven sin techo en las ruinas de Tokio después de la Segunda Guerra Mundial, que entre ambos crían a una niña huérfana que no tiene ni madre que ver con el uno o la otra.

Siguiendo el ritmo y las pistas culturales de todos los animés del universo, el guapérrimo Koichi (el piloto) y la bellísima Noriko (la sin techo) tratan de vivir una vida familiar con la que en los hechos es su hija chiquita, pero en esas cosas absurdas de las narrativas japonesas de este estilo, los terribles traumas con los que carga Koichi (que incluye ser uno de los dos sobrevivientes del primer ataque de Godzilla al final de la guerra), le impiden hacer lo que cualquier hombre joven de sangre caliente haría, que es ponerse a coger con Noriko como si fueran conejos; más aún porque evidentemente la bellísima muchacha es lo que también quiere.

Pero no, en su lugar nada más se pone a gritar en la noche cuando los fantasmas en sus pesadillas lo despiertan; y a decirle a todo mundo que Noriko no es su esposa ni Akiko (la absurdamente adorable huerfanita) su hija. Hasta que un segundo ataque de Godzilla en Ginza mata a miles de japoneses, incluida Noriko que perece al salvar a Koichi del aliento atómico del kaiju.

Es absurdo; está uno completamente ensimismado con una excelente telenovela, y de repente aparece un monstruo jurásico atómico a sembrar destrucción y muerte, lo que causa que uno recuerde: “ah, claro, ésta era una película de Godzilla”.

Y sin embargo funciona. El fascinante drama romántico hace que realmente nos involucremos emocionalmente con los personajes, entonces uno sinceramente teme por su seguridad y su vida en las raras ocasiones en que el monstruo decide hacer acto de presencia.

“Debiste casarte con ella; sabías lo que sentía” le reclama uno de sus amigos a Koichi, y ahí me tienen a mí casi casi al borde de las lágrimas.

Disfruté enormemente esta película; está magistralmente dirigida, extraordinariamente sobreactuada e impecablemente realizada: es el mejor uso de efectos especiales que he visto en mucho tiempo, con la ventaja adicional de que no salieron ridículamente caros. Me parece extremadamente justo que se ganaran el Oscar; y el video del equipo de efectos especiales celebrando cuando lo hicieron es adorable.

Creo que ya todo mundo fue a verla; pero si no lo han hecho, les recomiendo encarecidamente que lo hagan. Es la mejor telenovela que he visto en décadas, con la no despreciable ventaja de que de repente aparece un monstruo que destruye todo.

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Fate∕Stay Night: Heaven’s Feel

Como explicaba cuando reseñé Rebuild of Evangelion, me chuté 2 series 2 del universo de Fate∕Whatever, y esto lo rematé chutándome la trilogía de películas Fate∕Stay Night: Heaven’s Feel. Habiendo reseñado Rebuild of Evangelion, me siento ya libre para reseñar dicha trilogía, aunque no la viera en el cine.

Fate∕Stay Night: Heaven's Feel

Fate∕Stay Night: Heaven’s Feel

Contrario a RoE, reseñaré todas las películas al mismo tiempo.

La mayor ventaja que tiene que esta ruta de la novela visual, al ser películas, es que la historia es más concisa y tiene una animación mucho mejor.

Le peor desventaja es que la ruta es la de Sakura, la hermanita de Rin. No tengo nada contra Sakura; pero su personaje es tan abusado, que la verdad me incomoda. Además, como ya he explicado, Rin Tohsaka es una tsundere que usa coletas dobles, entonces yo estoy contractualmente obligado a preferirla sobre su traumada hermanita.

Además, al final de la historia Shirou pierde su cuerpo, pero no muere porque guardan su alma en un tupperware para que no se eche a perder (o algo por el estilo), y después lo vierten sobre un muñeco de trapo (o algo por el estilo). Lo cual me parece más rebuscado que la chingada.

Es un chiste recurrente entre los fans de animé que Fate es más o menos incomprensible (les recomiendo el hilarante video de Gigguk para un resumen razonablemente corto), y después de haberme aventado 2 series completas y una trilogía de películas, estoy completamente de acuerdo: en Fate∕Stay Night: Heaven’s Feel, una vez más los personajes actúan de manera completamente incoherente, con las dos series anteriores: con Fate∕Zero porque es una precuela de F∕SN:UBW; y con F∕SN:UBW porque pues es una ruta completamente diferente.

Pero entonces todo el abuso que sufre Sakura durante Fate∕Zero y en general antes de F∕SN:UBW, que es explorado explícitamente y con lujo de detalle y crueldad en F∕SN:HF, pues canónicamente debe seguir existiendo en F∕SN:UBW, donde al final Shirou se va a Inglaterra con Rin a estudiar magia y coger como conejos, y pues Sakura que se pudra, supongo.

Lo que hice cuando terminé la tercera película de Fate∕Stay Night: Heaven’s Feel fue apagar mi televisión, aspirar aire profundamente, y salir a la calle. Dejé que el sol tocara mi cara, vi a la gente caminar en la Ciudad, toqué el pasto. E inmediatamente después decidí que no quiero saber nunca nada más acerca de Fate∕Wathever y su historia incomprensible.

Ah, y para mí Saber es igual de mosca muerta en la trilogía que en las otras series, incluso cuando se vuelve villana. Sigo sin entender porqué nadie la consideraría la heroína ganadora en esta serie.

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38 años de prisión

Ayer condenaron a Genaro García Luna a 38 años de prisión en un juzgado gringo en Nueva York.

No sé qué medios de información vean, queridos lectores; pero si los mismos no mencionan esta noticia, o no entran en detalle de los innegables crímenes que cometió el antes “súper” policía del usurpador Felipe Calderón, yo les recomendaría que buscaran algunos medios de información alternativos y menos enajenados.

Antes de las elecciones, en absoluta desesperación por la madriza que ya se podía adivinar que pasaría el 2 de junio, la oposición trató de levantar una de las campaña negras más caras, ridículas y fallidas que jamás haya habido en la historia política mexicana: la campaña de “#narcopresidente” y “#narcocandidata”.

Muchos nunca lograron entender por qué no funcionó, a pesar de haberse gastado miles de millones en bots que impulsaban el hashtag.

Y no funcionó, en resumen, porque sencillamente no es cierto. ¿Dónde están las mansiones del Peje y Claudia? ¿Las cuentas bancarias en paraísos fiscales? ¿Las empresas multimillonarias?

No hay tal cosa; ya habrían salido a la luz si existieran. En cambio con García Luna esas fueron de las muchas evidencias que se acumularon en su contra, por bien que trató de limpiar sus rastros.

Pero lo interesante de todo esto es que justamente García Luna no apareció por generación espontánea: es resultado de la corrupción prianista del periodo neoliberal; al parecer García Luna fue el agente en 1994 que sacó de Tijuana al segundo tirador en el asesinato de Colosio.

Sin embargo, fue con los gobiernos panistas con los que el oficialmente (según la justicia gringa) narcotraficante y preso convicto Genaro García Luna llegó a ser el principal policía del país. La historia es fascinante, e involucra la muerte del primer secretario de gobernación del usurpador Calderón (y de las personas más cercanas a él), Juan Camilo Mouriño, que aún hoy en día genera dudas de si no fue un asesinato. Les recomiendo la video columna de esta semana de Álvaro Delgado, si quieren saber un poco más.

El punto es, no sólo falló la ridícula campaña de “narcopresidente” y “narcocandidata” por ser obviamente falsa; falló porque la impulsaron muchos de aquellos que justamente participaron en los gobiernos que apoyaron y celebraron a García Luna.

El usurpador Calderón finge ignorancia, lo que (si le creyéramos) implicaría una incompetencia criminal de su parte. Pero creerle es pecar mucho más que de inocencia; evidentemente sabía y estuvo involucrado.

El verdadero narcopresidente fue el usurpador Felipe Calderón, junto con tal vez Vicente Fox y Enrique Peña Nieto.

Y todavía es posible que la justicia los alcance.

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Last Stop

Después de Gran Turismo 6, obtuve el trofeo de platino de Last Stop.

Last Stop

Last Stop

Last Stop es nominalmente una aventura gráfica, como los juegos de mi juventud; pero yo encuentro la comparación equivocada. No hay mucho de aventura, y los acertijos que uno resuelve son bastante mensos.

Lo que importa es realmente la narrativa; y la verdad a mí me dio algo de hueva.

La historia está dividida en 3 partes; dos tarados que intercambian cuerpos; una tarada que es una agente en una organización secreta; y otra tarada que es adolescente (pero me repito a mí mismo). Eventualmente se descubre que la organización secreta está tratando de abrir un portal a otro mundo, en donde también está un extraterrestre que es el responsable de que los dos tarados intercambiaran cuerpos; y otro extraterrestre que es causa de que desaparezca sin ningún rastro toda la gente alrededor de la tarada adolescente.

Así como lo describo podría parecer hasta interesante la historia; pero todo eso ocurre hasta cerca del final. Al inicio tenemos que chutarnos las intrascendentes vidas de todos nuestros protagonistas tarados, y la verdad yo medio me quería sacar los ojos del aburrimiento: uno de los tarados que intercambia cuerpos tiene una hija y es un perdedor; el otro es un desarrollador de videojuegos, entonces también es un perdedor; la agente de la organización secreta le pone el cuerno a su marido; y la adolescente quiere con uno de sus amigos, pero su mejor amiga le raya los cuadernos.

De verdad me impresionó lo poco que consiguió el juego hacer que me interesara por los protagonistas; y yo suelo ver alegremente animés donde como el 127% ocurren en una preparatoria y tienen romances idiotas.

Para acabarla de amolar, los trofeos son triviales, pero aburridísimos: básicamente hay que ver todas las posibles decisiones que toman los protagonistas, entonces hay que chutarse la historia múltiples veces (aunque hay chapter select, así que no es tan grave).

Last Stop fue publicado por Annapurna Interactive, una compañía que (según su propia descripción) se especializa en “juegos independientes innovadores y emotivos”. De ellos sólo he jugado Stray, que me gustó bastante; pero con Last Stop sí de plano nada más no conectó conmigo. No sé si sea problema del juego o mío; a lo mejor nada más no estaba de humor para lo que en los hechos resultó ser una bola de dramas familiares con una manita de gato de misterio extraterrestre sobrenatural.

El punto es que no me gustó, la verdad; me salió gratis con mi suscripción a PS+, y como que me quedé con ganas de que me regresaran mi dinero.

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La mudanza

He escrito en este blog durante casi veinte años; en ese tiempo ha vivido en múltiples computadoras y múltiples servidores. No hablo nada más del hardware; me refiero a la dirección en internet: si mal no recuerdo mi blog nació en Abulafia, el que era el servidor de Elisa (mi directora de tesis de la licenciatura) en la Facultad; después lo pasé a Xóchitl, el que era el servidor de Jorge (mi director de tesis de la maestría y doctorado) en el posgrado; y finalmente lo moví a Aztlán, mi servidor en la Facultad.

En todas esas encarnaciones, el blog vivió debajo de mi usuario canek. En Abulafia y Xóchitl esto era una necesidad ineludible: esas computadoras eran generalmente utilizadas por todos los tesistas y alumnos de mis profesores, entonces yo era uno de múltiples usuarios y tenía que tener mi blog bajo mi usuario.

(Normalmente yo terminaba siendo el súper usuario de esas computadoras; pero no entremos mucho en esos detalles).

Cuando por fin levanté Aztlán, que ya es mi computadora (en todos los sentidos: todo el hardware lo compré yo), puse al blog debajo de mi usuario por costumbre; así llevaba más de una década usándolo y ni siquiera me pasó por la cabeza hacerlo de alguna otra manera.

Eventualmente me pasó por la cabeza, pero descarté la idea casi de inmediato: no le vi sentido y me dije “¿pero qué necesidad?”

Probablemente así hubiera seguido años, pero hace cinco años pasé mi instancia de GitLab a Docker. Al final de esa entrada, comentaba que me había gusado tanto el chisme ese, que estaba jugueteando con la idea de pasar mi blog y mi lector de RSS a Docker también.

Bueno, hoy por fin después de cinco años lo hice. Fue medio un desmadre.

Primero me llevó todo un fin de semana averiguar cómo demonios funcionaba correctamente el redireccionamiento entre el Apache de Aztlán (que es el que maneja todo lo de SSL con Let’s Encrypt) y el Apache del contenedor Docker. Esto es relativamente más complicado que con GitLab, porque GitLab está de origen diseñado para correr dentro de un contenedor: en cambio WordPress fue escrito en el año 2003, en uno de los peores lenguajes de programación que jamás ha creado el hombre (PHP), y es mi opinión como programador profesional que nadie diseñó WordPress, sino que gente que no sabía realmente programar (lo común con usuarios de PHP) se puso a aporrear el teclado hasta que algo medianamente funcional ya estaba listo.

Aunque evidentemente exagero, y ha mejorado muchísimo en sus 21 años de existencia, WordPress sí es medio macabro cuando uno le comienza a picar al código. Como sea, por fin pude configurar la parte necesaria en WordPress para que funcionara bien el redireccionamiento.

Yo creí que ya podría hacer la mudanza, pero descubrí con terror mientras hacia pruebas que WordPress era del orden de diez veces más lento en mi contenedor Docker que si lo corría directamente. Esto por supuesto es inadmisible; más aún porque jamás me ha dado problemas de desempeño mi instancia de GitLab.

Leyendo en red vi que esto era una queja más o menos común y corriente, y procedí a hacer lo que esas viejas entradas en la red aconsejaban hacer para aliviar el pésimo desempeño. Pero nada parecía funcionar; además, todo indicaba que era un problema dentro del contenedor mismo, no la comuniación con el mundo exterior.

Total que tuve que usar un profiler para literalmente ver dónde estaba perdiendo tiempo WordPress, y cuando por fin lo vi me dije a mí mismo: “mí mismo, eres un pendejo”. Porque se me había olvidado que mi configuración de WordPress utiliza memcached: evidentemente la instancia de WordPress en el contenedor Docker no tenía el servidor de memcached y cada solicitud intentaba conectarse al mismo miles de veces.

Podría haber conectado la instancia dentro del contenedor al servidor memcached de Aztlán; pero mejor también metí eso en su propio contenedor (como también está el servidor de MariaDB) y corrí todo junto con Docker compose. Con esto podré deshacerme del servidor memcached en Aztlán.

Habiendo hecho eso, el blog volvió a funcionar a una velocidad desde mi punto de vista idéntica a la que tenía antes de que lo metiera en un contenedor; y además mudé la dirección de mi usuario (/~canek/pensadero) a una al nivel superior en Aztlán (/pensadero). Voy a redireccionar la vieja dirección algunos años, pero eventualmente la borraré, así que les recomiendo que actualicen sus ligas.

Quiero deshacerme de todos los servidores nativos en Aztlán, excepto Apache por Let’s Encrypt y SSH por obvias razones, y correr todos los demás servicios que tengo dentro de contenedores. Creo que mi blog en WordPress era el más complicado de todos, entonces espero poder hacer esto poco a poco: al parecer las ventajas en seguridad son enormes y ya no tengo que depender de que Gentoo maneje todos los paquetes que mis servicios necesitan.

Me gusta la idea de Docker: es elegante; y sorprendentemente fácil de usar.

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Aquamán y el Reino Perdido

A finales de diciembre del año pasado fui a ver Aquaman and the Lost Kingdom.

Se aplican… ¿nadie fue a verla, verdad?

Aquaman and the Lost Kingdom

Aquaman and the Lost Kingdom

Aquaman and the Lost Kingdom es un churrito de superhéroes bastante divertido. ¿Es buena película? Ni de lejos. ¿Es la peor película de superhéroes, o incluso del DeECeU? No, tampoco ni de lejos.

Pero sí es la última entrega del más allá de podrido Snyderverse, además de contar con Amber Heard como (en papel) el protagónico femenino, y de una serie de circunstancias que hacían básicamente imposible que le fuera bien.

También es una película bastante mediocre; pero yo sí me divertí con ella, y Jason Momoa me sigue cayendo muy bien además de que hace muy buena mancuerna con Patrick Wilson.

No tengo idea de qué pudieron haber hecho los ejecutivos de Warner Bros. con todas las películas que estaban en post producción al momento en que se decidió hacer el golpe de timón hacia el Gunnverse; a la película de Batichica de plano la enlataron. Las otras consiguieron ver la luz del día, pero a todas les fue del nabo.

Como sea, Aquaman 2: La venganza es, tristemente, intrascendente en todos los sentidos, pero recuerdo claramente estar en el cine y divirtiéndome bastante con Aquaman y su hermanito peleándose como niños chiquitos. Nunca hubiera podido ser una película extraordinaria; pero bien pudo haber sido un churrito disfrutable que al menos recuperara lo que debió haber costado.

En cambio terminó siendo el triste final del Snyderverse, con tan mal tino que su última escena, que en condiciones normales hubiera sido sólo un chiste bobo, terminó siendo el peor posible broche del primer intento por parte de DC de tener un universo cinematográfico. La última escena es Orm, el hermano de Aquamán, poniendo una cucaracha en un sandwich que después se come, porque su hermano le dijo que las cucarachas eran como las langostas en la superficie.

Pero bueno; lo pasado, pasado. Vamos a ver cómo le va al Gunnverse ahora.

No tengo muchas esperanzas.

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Hasta siempre, Presidente

Hoy a las 00:00 horas la doctora Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidenta de México en su historia. Habrá mucho qué escribir y analizar conforme su sexenio vaya avanzando y se generen victorias y fracasos.

De lo que quiero escribir hoy es de lo que implica el inicio del sexenio de Claudia, que es obviamente el fin del sexenio de nuestro querido Peje. Y tampoco es como que haya mucho qué decir; en general ya he expresado todo lo que tenía que expresar. Esto es sólo una despedida.

Andrés Manuel termina su sexenio con un nivel de aprobación básicamente nunca antes visto; con una población que por mucho confía mucho más en el gobierno del país; y con una percepción generalizada (por más que le duela a sus malquerientes) de que su sexenio fue, en lo general, un indiscutible éxito.

No fue perfecto, por supuesto; nunca nada que tenga que ver con humanos lo es. Quedó a deber en múltiples frentes, aunque también es innegable que avanzó muchísimo más que ningún otro presidente en el último medio siglo en casi todos dichos frentes donde quedó a deber. En varios de ellos nada más intentándolo; de las cosas más desesperantes de todo el periodo neoliberal de los gobiernos federales de México, es justamente que sencillamente abandonaron o ignoraron en la práctica muchísimas de las responsabilidades que un gobierno federal debe tener.

Y están por supuesto los intangibles; esos aspectos que son difíciles (si no es que imposibles) de medir, pero que a la mayoría de la población sí nos importan (y mucho). Cosas como la actitud del gobierno frente a otros gobiernos, como Estados Unidos y España; cosas como el lugar que se le da a nuestro pasado como imperio indígena antes de la llegada de los españoles; o durante la resistencia a las intervenciones extranjeras; cosas como enaltecer lo que sea que chingados quiera decir que somos mexicanos, y que es completamente distinto en Chiapas que en Chihuahua que en la CDMX, pero que es paradójicamente lo mismo para todos nosotros.

A lo mejor todas esas cosas les parecen a algunos de ustedes, queridos lectores, como irrelevantes, ridículas o incluso en algunos casos “incómodas” o “peligrosas”. Les puedo asegurar que para la mayoría del país (el país es su gente) no lo son; y que si ustedes lo ven así, probablemente lo hagan en detrimento de ustedes mismos, a menos que no sean mexicanos (obviamente) o cuenten con alguna otra nacionalidad (y no me queda 100% claro en ese caso).

Pero sí importan para muchos de los que únicamente contamos como identidad nacional a la mexicana; que somos, indudablemente, la enorme mayoría del país: más aún si contamos nada más a los que vivimos en México y participamos en su vida política nacional.

El gobierno del compañero ex presidente, Andrés Manuel López Obrador, significó un radical cambio de timón en un montón de cosas tangibles (las grandes obras, los programas sociales, el combate a la desigualdad), pero también en un montón de estos conceptos intangibles. Era algo que millones de mexicanos literalmente ansiábamos que nuestro gobierno hiciera y que agradecemos profundamente que el Peje comenzara a hacerlo. Esperamos lo mismo de Claudia y todo apunta a que así seguirá siendo.

Ahora nuestro Peje se nos jubila y desaparecerá de la vida política nacional. Los que viven en Disneylandia dirán que él seguirá manipulando todo desde La Chingada (el rancho donde se irá a vivir su jubilación), pero no podrán presentar ninguna evidencia concreta al respecto, porque sencillamente no va a ser cierto: si pudieran pensar sensatamente (que evidentemente no pueden, de ahí que vivan en Disneylandia), fácilmente verían que toda la historia política de México en general y de Andrés Manuel en particular le impiden que haga algo de ese estilo. Gran parte del legado por el que ha luchado literalmente toda su vida radica justamente en ser capaz de soltar las riendas del poder en el momento cuando discutiblemente más poderoso en lo personal es él.

Los que empujen la falsa narrativa de que AMLO no se va a retirar lo harán por varios motivos. Uno es sin duda alguna la misoginia que caracteriza a la derecha, particularmente la mexicana, donde en el fondo no pueden concebir que una mujer pueda detentar el poder con tanta legitimidad como lo hará Claudia. Otro es que literalmente han invertido años y millones en posicionar al Peje como su villano favorito, y literalmente es tiempo y dinero tirado a la basura en cuanto el compañero ex presidente salga del escenario por la izquierda. Relacionado con eso, les cuesta mucho aceptar (si no es que tienen pavor a la idea) de que el “problema” (para ellos) no es Andrés Manuel, sino todo el movimiento que encabezó y que ahora lo hará Claudia; quieren creer que si se va el Peje todo se solucionará, porque no pueden aceptar que él únicamente fue uno de los dirigentes (ni siquiera el primero; mucho menos el último) de un movimiento que lleva luchando décadas por un proyecto de nación, discutiblemente desde 1968. Como dicho movimiento continuará alegremente sin el Peje, estos imbéciles dirán que el AMLO debe seguir detrás del mismo porque, ¿cómo va a seguir movilizada esta chusma si no es liderada por su líder carismático, por su “mesías tropical”? Porque, repito por enésima vez, son también en el fondo profundamente racistas y clasistas.

No hay mucho qué hacer por ellos; yo planeo ignorarlos por completo.

Hoy comienza la presidencia de la doctora, y yo sigo entusiastamente optimista al respecto; le deseo lo mejor y estoy bastante seguro de que continuará la Transformación de manera inteligente y exitosa. Pero hoy realmente me quiero despedir del que fue mi primer presidente, en el sentido de que fue el primer ocupante de la Silla del Águila del cual no sólo voté por él, sino que me enorgullezco de haberlo hecho y de poder decir “ese cabrón fue mi Presidente”.

Hasta siempre, Presidente.

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Rebuild of Evangelion

Si no lo notaron, queridos lectores, dejé un rato de escribir de animé, videojuegos y películas, y la razón es esta estúpida entrada. No tenía muchas ganas de escribir esta entrada, pero me ganó la disciplina y por fin lo hice.

En pimer lugar, esta entrada rompe una tradición que había en mi blog casi desde el inicio: en ella voy a hablar de películas que no vi en el cine.

Desde hace casi veinte años he reseñado aquí todas las películas que he ido a ver al cine, desde el 26 enero de 2005. Hasta donde yo recuerdo, no se me ha ido ni una; aunque no es raro que las reseñe en algunos casos meses después de haberlas visto.

Sin embargo, nunca reseño películas que no haya visto en el cine. Esto es porque (a) serían demasiadas; y (b) qué hueva.

Voy a romper está regla, por las estúpidas películas de Fate/Stay Night: Heaven’s Feel, que cuando estaba escribiendo su reseña, cosa que decidí hacer nada más pues porque sí hice un esfuerzo de ver esa serie idiota y quería al menos sacar algo de contenido para mi blog, caí en cuenta que, después de reseñar Neon Genesis Evangelion hace tres años, nunca reseñé la tetralogía Rebuild of Evangelion.

Y Rebuild of Evangelion, aunque también tengo un montón de problemas con esas películas (especialmente las últimas dos), son como que infinitamente superiores a toda la bola de mamadas que transpiran en Fate/Stay Night: Heaven’s Feel.

Así que antes de continuar con Fate/Stay Night: Heaven’s Feel, voy a romper mi regla de no reseñar películas que no haya visto en el cine al reseñar las cuatro películas de Rebuild of Evangelion.

Rebuild of Evangelion

Rebuild of Evangelion

Suspiro.

Estoy convencido de que, después de casi treinta años dedicándose casi de forma exclusiva a Eva, Hideaki Anno (su creador) consiguió exorcizar (al menos en parte) los demonios que lo persiguen. Lo cual, digo, chido por él; sólo hubiera preferido que no fuera a costa de la obra misma, especialmente dado todo el pinche tiempo que le llevó.

Sigo sosteniendo lo que dije hace casi tres años: Anno no sabe exactamente lo que quiere decir; mucho menos cómo. RoE es más coherente que la serie original; pero en primer lugar lo es marginalmente: y en segundo lugar, no era muy difícil.

De alguna manera el final de RoE me dejó menos satisfecho que el final de EoE. Aunque aprecio que intente ser un final.

Voy a reseñar cada película individualmente.

  • Evangelion: 1.0 You Are (Not) Alone (2007)
    Evangelion: 1.0 You Are (Not) Alone

    Evangelion: 1.0 You Are (Not) Alone

    La primera película es básicamente los primeros seis capítulos del animé; en varias partes las escenas son recreaciones (con mucho mejor animación) cuadro por cuadro de la versión original.

    Algunos eventos ocurren en orden distinto, pero es en general un resumen del inicio de la serie; en particular, antes de la introducción de Asuka. Me gusta esta parte (y esta película); pero la falta de la prototípica tsundere sí evita que me gusté al nivel que pudo llegar a gustarme.

    También no agrega mucho (excepto como digo mejor animación), lo que hace preguntarnos si valía incluso la pena que la hicieran. Interesantemente, el final de esta película es alegre e incluso optimista, lo cual es raro en Eva.

  • Evangelion: 2.0 You Can (Not) Advance (2009)
    Evangelion: 2.0 You Can (Not) Advance

    Evangelion: 2.0 You Can (Not) Advance

    Aquí es donde todo comienza a irse al carajo.

    La segunda película introduce a Asuka Langley Shikinami, que se les puede pasar a algunos es un sutil cambio de Asuka Langley Soryu en la serie original. La presencia de la adorable tsundere mejora un poco las cosas, pero la película cambia la trama para que Shinji piloteando a la unidad 01 destruya a una unidad 03 fuera de control piloteada por Asuka (era piloteada por Toji en el animé), y al final de la película Shinji trata de rescatar a Rei de ser consumida por un ángel desatando el inicio de un tercer impacto.

    Es un final deprimente; Asuka sobrevive (apenas) y ni siquiera sabemos a ciencia cierta si Shinji consiguió rescatar a Rei. Además, aparece Kaworu Nagisa, que es un personaje que a mí nunca me gustó y que mi opinión de él no mejoró con la siguiente película.

    Hay mucho que no me gusta de esta parte; pero es mucho mejor que las siguientes dos desde mi punto de vista. Aún así, es lo mejor que tenemos del romance entre Shinji y Asuka, incluyendo una escena hilarante con la enamorada adolescente cocinando para Shinji por tener celos de Rei.

    Nada más eso hace que sea mi parte favorita de la tetralogía; que como ya dije que no me gusta mucho, espero refleje mi opinión de las películas en su conjunto.

  • Evangelion: 3.0 You Can (Not) Redo (2012)
    Evangelion: 3.0 You Can (Not) Redo

    Evangelion: 3.0 You Can (Not) Redo

    Aquí es donde todo se va al carajo.

    Catorce años han pasado desde la segunda película, Shinji se la ha pasado hibernando en órbita dentro de la unidad 01 y Asuka y los demás pilotos de Evas son en los hechos adultos en cuerpos de adolescentes. Porque entonces podemos sexualizar a una adolescente de 14 años, dado que no es realmente una adolescente de 14 años, sino una adulta de 28 años, aunque tenga toda la apariencia de una adolescente de 14 años… supongo.

    Nunca cambies, Japón; y Hideaki Anno en particular.

    Detesté esta película con la intensidad de diez mil soles. Es deprimente de a madres, porque Eva siempre ha sido un texto que gira en torno a la depresión; pero sí es un poco como ¿qué sentido tiene todo esto? Shinji se encuentra en un mundo básicamente destruido, con los adultos que servían como sus mentores en facciones distintas peleando a muerte por ¿qué? ¿Las ruinas de un mundo moribundo?

    Es la parte que menos me gusta, de una serie de películas que realmente no me gustaron.

  • Evangelion: 3.0+1.01 Thrice Upon a Time (2021)
    Evangelion: 3.0+1.01 Thrice Upon a Time

    Evangelion: 3.0+1.01 Thrice Upon a Time

    El cierre de la tetralogía tiene múltiples cosas muy padres; y un montón de cosas que a mí literalmente me enfurecieron. Las escenas de los amigos de Shinji ya adultos son agridulces; el mostrar por qué si vale la pena seguir peleando por lo que queda del mundo también está padre. El final, para ser consistente con Eva, no tiene sentido; en algún momento Shinji dentro de la unidad 01, peleando con la unidad 13, piloteada por su papá (por supuesto) terminan en algún momento luchando dentro de un escenario, como si Eva hubiera sido una serie de televisión (no animada).

    Eso no me molesta mucho; de nuevo, Anno nunca ha sabido exactamente qué quiere decir: mucho menos cómo.

    Lo que me molesta es que al final resulta que Asuka es similar a Rei, una más en una serie de clones; y aunque Shinji y ella por fin admiten que se amaban (en el pretérito pluscuamperfecto de ya valió madres), y aunque por una única vez nos muestran a una Asuka adulta (a punto de reventar el plugsuit, porque era para su edad de 14 años), la idea de la tetralogía es destruir a Eva, entonces después de que imposiblemente Shinji consigue restaurar el mundo a una versión “libre de Evas”, el muy idiota de Anno lo empareja con Mai (aparentemente, porque les repito que nunca ha sabido qué decir, mucho menos cómo, entonces ni siquiera es 100% claro).

    Primero, nunca queda claro quién chingados es Mai, y aparentemente era compañera de los papás de Shinji, entonces ewww. Segundo, no tiene el menor sentido, dado que nunca convivió realmente con Mai y no tiene nada qué ver con ella (excepto que probablemente en algún momento le cambió los pañales, ewww). Tercero, es nada más de nuevo un púdranse a los fans; ¿se pasaron décadas discutiendo inútilmente si Shinji debía elegir a Rei (ewww) o Asuka? Púdranse; Shinji va a elegir a la advenediza con la que nunca convivió realmente.

    Aprecio que Anno por fin se libre del demonio que representaba Eva en su vida; pero detesto intensamente lo que hace con la historia y sus personajes.

Por si no lo notaron, queridos lectores, no me gustó RoE; es pretenciosa, ambigua, deprimente y (desde mi muy humilde punto de vista) increíblemente inconsistente desde un punto de vista narrativo y con personajes que actúan en muchas ocasiones de manera completamente incomprensible (aunque, admito, nunca he podido entender cómo actúa la gente que vive con depresión crónica). El final es nominalmente feliz, supongo, entonces también tiene eso.

Yo, como muchos otros fans de la serie, únicamente me gustaría ver realizado el universo del que apenas tenemos un vistazo en los cuatro minutos que nos muestran en End of Evangelion y que luego fue expandido en Girlfriend of Steel 2nd; un universo donde Shinji y Asuka son pilotos de Evas, pero con más énfasis en la comedia y el romance adolescente, sin tanta masturbación mental alrededor de ensimismarnos en las ideas pendejas y oscuras de nuestra cabeza.

Espero, aunque no tengo muchas esperanzas, que Anno ya deje en paz la serie y algún otro creador (de preferencia alguien que sí sepa qué quiere decir, y si se puede que también sepa cómo decirlo) retome la serie y la modernice para un nuevo público. Volvieron a hacer Tokyo Mew Mew; volvieron a hacer Urusei Yatsura; y herejemente volvieron a hacer Ranma ½ (se estrena en octubre): no veo por qué no dejar que alguien menos pretencioso y que deteste menos a los fans que Anno tome el control.

Ah, y por favor que trabaje más rápido: Anno se tardó catorce años en salir con esta mamada (más el tiempo de preproducción y producción de la primera película); nueve de esos años para la última de las 4. Alguien menos idiotizado en observar su propio ombligo probablemente lo pueda hacer en menos tiempo y muchísimo mejor.

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Center

De vez en cuando le doy mantenimiento a mi blog.

No me refiero a mantener actualizado el software del blog (WordPress) o las dependencias correspondientes; eso sí es muy regular que lo haga. No, me refiero a mantener el contenido: revisar que no haya ligas muertas, actualizar la manera en que formateo ciertos elementos, cosas de ese estilo. No es muy común, porque en general el blog hace el uso más aburrido que exista de HTML, entonces es relativamente raro que tenga que regresar a contenido viejo a actualizarlo.

La última actualización importante que hice (que tenga memoria) fue cuando reemplacé mi sistema de galería en línea para fotografías; de Gallery3, a un sistema que yo mismo escribí porque dejaron de mantener Gallery3.

De hecho, preparando esta entrada fue que por primera vez en años me asomé a ver qué había sido de Gallery3, y con algo de tristeza y nostalgia descubrí que el software había recibido su último commit hace una década; y que en los foros las últimas respuestas eran de hace más de seis años.

Que es la razón por la cual escribí Galería (hey, nunca he dicho que me caracterizara por ser original): básicamente el mercado de aplicaciones web de software libre para mantener una galería en línea se volvió un enorme desierto.

Culpo de eso a los teléfonos celulares; miles de millones de personas toman billones de fotos, y nadie quiere hacerse cargo de mantener eso a mano. De ahí que casi todo mundo mejor le dice a Google o Apple o Facebook o Instagram que se encargue por ellos de mantenerles sus galerías, sincronizando automáticamente sus fotos con la nube. “Inteligencia” artificial y múltiples heurísticas son utilizadas para llenar los metadatos que mi simple galería en línea necesita sean introducidos de manera manual.

Por no hablar del espacio en línea; cuando comencé a guardar fotos digitales con cierto cuidado, la resolución no era raro que fuera 640×480; hoy en día veinte megapixeles no son raros, que corresponden a 5472×3648: el espacio utilizado por esas fotos crece geométricamente.

Como sea; al cambiar a mi galería, tuve que actualizar todas las ligas de mi blog a mi galería; escribí un programa por supuesto, no soy un cavernícola. Fuera de eso en general no he tocado el contenido de mi blog si no es para agregar nuevas entradas o muy de vez en cuando corregir un error de dedo que cada cierto tiempo descubro.

Sin embargo, las pasadas vacaciones de verano inicié un proyecto para tratar de convertir todo mi blog en un libro, usando \LaTeX. Sólo tengo curiosidad de saber cuántas páginas de un libro habré escrito para cuando mi blog cumpla veinte años el año que viene.

Casualmente, ya he trabajado en convertir \LaTeX en HTML; lo hice para construir las versiones de mis libros en versión electrónica; pero éste es justamente el paso inverso, convertir HTML en \LaTeX. Es, sin que exista la menor duda, muchísimo más simple; especialmente porque HTML es bastante estructurado y en mi blog, como ya dije, nunca he utilizado nada terriblemente complicado en sus entradas.

Pensé en usar Pandoc, dado que es lo que uso para convertir \LaTeX a HTML; pero decidí que era matar moscas a cañonazos, dado que HTML es de verdad muy simple (al grado de ser casi idiota). Entonces escribí un pequeño compilador de HTML a \LaTeX, para el caso muy específico de mi blog. Además aprovecha la información de las entradas para construir un documento que parezca un libro: cada año es un capítulo y cada entrada es una sección.

Como sea, para hacerme la vida más sencilla corregí algunas cosas que tenían unas cuantas entradas, especialmente las más viejas en mi blog (las que se acercan a cumplir veinte años). Y entre ellas fue descubrir que seguía utilizando la etiqueta <center> de HTML. Muy al inicio; la última vez que lo hice fue en 2011.

No es de extrañar; es, como bien dice el abuelo Simpson, lo que estaba de moda en esos días: si uno quería centrar algo en HTML, uno lo ponía dentro de una etiqueta <center> y seguía con su vida.

Y lo que pasó a partir de 2011 es que comencé a únicamente centrar las imágenes que suelo poner en mis entradas, que todas siguen el mismo formato y lo hacen de la manera correcta en HTML moderno: utilizando CSS. Desde hace casi quince años no centro nada que no sean imágenes; y ya tiene años que había actualizado todas las imágenes centradas en mi blog al formato moderno.

Pero antes de eso sí llegué a centrar otras cosas; no muchas veces (conté 20), pero sí suficientes como para tener que decidir qué hacer al respecto, porque <center> está obsoleta desde hace años.

Podría no haber hecho nada, por cierto: para motivos prácticos todos los navegadores (o sea, Chrome y Firefox) respetan la dichosa etiqueta y a mi compiladorcito le pude haber puesto una regla más para aceptarla.

Pero no, mejor decidí regresar a entradas que había escrito cuando literalmente era un mozo veinteañero, para reemplazar el uso de <center> por el moderno <div> combinado con un poquito de CSS moderno. De hecho resulta que mi compilador sea un poco más complejo, pero fue un ejercicio interesante.

En el camino reemplacé unas imágenes viejísimas que tenían menos de 300 pixeles de ancho y para mi sorpresa descubrí que perdí en la neblina del pasado el primer video con una captura de pantalla que hice, que usaba Flash entre todas las posibles opciones disponibles. Por no decir de todo lo relacionado con mi programita de geometría, Geom; perdí el repositorio, las capturas de pantalla tanto en imágenes como videos, y de hecho no tengo idea de si exista por ahí una copia del código. En algún momento de mi vida perdí un disco duro de 500GB y creo que ahí se fueron algunas cosas, como todo lo relacionado con Geom

El proyecto escaló a estar revisando y corrigiendo entradas en un montón de partes de mi blog (especialmente en la década de los dieces, que es la única década completa en mi blog), cada vez que mi compiladorcito encontraba algo que no le gustaba o veía patrones de uso que sencillamente no tienen sentido utilizar hoy en día (solía abusar de <span> con el atributo style para dar formato local, por ejemplo).

Total que terminé echándole un ojo a decenas de entradas de mi blog que escribí hace más de una década. Todo este ejercicio del blog que comencé hace casi veinte años nunca tuvo un objetivo definido claro: para motivos prácticos ha servido para que comente (a veces, cada vez menos) de mi vida personal; para dejar registro de cosas que a veces llaman la atención (una conversación con un amigo, la letra de una canción, y esto también cada vez es menos); para escribir ensayos de política (generalmente alrededor de años electorales); y para lo que creo que ha terminado siendo la espina dorsal del contenido del Pensadero, el reseñar ciertas obras de cultura popular, primordialmente cine, videojuegos y animé.

En 2007 escribí el ensayo más largo (y me parece el más popular) que tengo en mi blog, Harry Potter y las 4,100 páginas de magia; y cuando digo el más largo es por mucho. Mis entradas largas “normales” andan por debajo de las 5,000 palabras; mi ensayo de Harry Potter tiene más de 37,000. Según Google, esa página ha sido visitada varios miles de veces; y es un cálculo estimado, porque Google Analytics sólo rastrea cosas a partir de 2015. Tiene 100 comentarios, que es de las entradas con más interacción en el blog.

Hoy en día tengo suerte si me dejan un puñado de comentarios; y, para bien o para mal, siguen siendo las entradas de política las que más incitan esto. No tengo idea de cuántos de esos comentarios son de seres humanos de carne y hueso y cuántos son de bots. Según Google Analytics tuve en el último año alrededor de 19 mil usuarios que dejaron 34 mil vistas:

Google Analytics

Google Analytics

Lamentablemente los registros de años pasados los perdí, porque moví mi blog a la versión G4 de Google Analytics y no se me ocurrió respaldar la información de la versión vieja; pero vamos a suponer que al año tengo 10 mil visitantes y unas 15 mil vistas.

La verdad me sorprendería que más del 10% de esos visitantes fueran seres humanos de carne y hueso; yo soy un firme creyente de la Teoría del Internet Muerto: casi todas las interacciones que ocurren en internet probablemente son realizadas por sistemas automatizados.

Ciertamente me resulta muy sospechoso que mis entradas con más comentarios sean las de política: no sólo es objetivamente irrelevante qué pueda opinar un profesor universitario cuarentón de la vida política nacional; además, y sin afán de ofender a nadie, queridos lectores, pero la mayor parte de dichos comentarios reflejan un retraso mental tan trágicamente cómico, que no puedo sino pensar que sólo una máquina idiota podría haberlos escrito.

Lo que me lleva a ponderar otro de esos grandes misterios (al menos para mí) de mi blog: no tengo ni puta idea de dónde carajo salen mis lectores. No promociono mi blog en ningún lado (¿por qué haría eso?); estoy en exactamente cero redes sociales, entonces no ligo mis entradas; y dudo muchísimo que alguien más ligue lo que yo escribo: de nuevo, ¿por qué a nadie le importaría las opiniones de política de un profesor universitario cuarentón? Según Google Analytics el 82.37% de mis lectores en el último mes llegaron a mi blog a través de “organic search”… pero no me explico por qué Google o Bing ligarían a mi blog en lugar de ligar a alguien que, pongan ustedes, de hecho sabe de lo que está hablando.

Si realmente me importara, supongo que podría averiguarlo; pero les tengo una confesión, queridos lectores: más bien me vale madre. Aunque genuinamente agradezco a cualquiera que me lea, la verdad no escribo por nadie más que no sea yo mismo; si de repente perdiera a absolutamente todos mis lectores y ya nunca nadie más volviera a dejar un comentario, no afectaría en nada lo que escribo en mi blog o la frecuencia con que lo hago.

Como sea; limpié las ocurrencias de <center> de mi blog y le di un muy necesario mantenimiento. Sí pude generar el libro en \LaTeX que me interesaba, pero me voy a reservar el decirles de cuántas páginas salió, hasta que llegue el vigésimo aniversario del pensadero en unos cuantos meses.

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El último pejegrito

Ayer fui al Zócalo de la Ciudad de México a presenciar, por última vez en mi vida, como el Peje daba el grito de la independencia.

Fui porque consideré justo y necesario que fuera, dado que hay mucho qué celebrar: la victoria aplastante del 2 de junio; el increíblemente fuerte cierre de sexenio, con un Peje con una aprobación por parte de la población que supera el 70% y se acerca (según algunas encuestas) al 80%; el fin del sexenio del mejor presidente que ha tenido México en este siglo (y buena parte del anterior); que en dos semanas estrenaremos nuestra primera presidenta… y por supuesto la firma de la reforma al poder judicial, que se hizo ayer unas horas antes del grito y que concluye una de las últimas (y una de las más importante) victorías políticas del tabasqueño.

Fue lo que suele ser este tipo de ocasiones, nada más con bastante lluvia antes de empezar: una plaza abarrotada donde de hecho nos fue imposible llegar a la plancha; y muestras de amor desmedido por parte de un pueblo sinceramente agradecido con un presidente que consideramos nos cumplió en un montón de cosas y que fácilmente le disculpamos en las que se quedó corto.

Eso es algo que en general no puede entender la derecha; el genuino amor que un montón de gente le tiene al Peje. No faltarán los que digan que éramos acarreados, o peor: que éramos borregos idiotas siguiendo a un líder carismático sin ser capaces de pensar por nosotros mismos. En su clasismo y racismo (en muchos casos) no pueden aceptar el hecho de que somos sus iguales como ciudadanos, y por eso se sorprenden cuando pierden de manera humillante en las elecciones.

La banda cada cierto tiempo espontáneamente comenzaba a gritar los estribillos que siempre siguieron al Peje como dirigente: “¡es un honor, estar con Obrador!”; y “¡presidente, presidente!”; una y otra y otra vez. La Jornada comenta en una nota, pero yo lo puedo confirmar porque ahí estuve: ni un sólo chiflido; ni una sola mentada de madre; ni un sólo reclamo al que sin duda alguna es el presidente más querido por el pueblo de México en los últimos tiempos, probablemente desde el General Cárdenas. Esto no fue así con los últimos gritos de los presidentes que antecedieron a Andrés Manuel durante este siglo; la banda les mentó la madre enérgicamente durante los mismos.

Me divertí mucho, aunque moría de hambre porque no pudimos encontrar un lugar para cenar y yo estúpidamente salí de mi casa sin hacerlo; aunque me compré unos esquites que mantuvieron la situación manejable. Me dio gusto poder ir al que será el último acto de esta envergadura del líder indiscutible de la izquierda mexicana que sale por la derecha del escenario después de haber desempeñado un papel que incluso en muchos casos susperó nuestras espectativas.

Quiero terminar con una observación que me sorpendió, al menos al inicio; caminando por 5 de mayo hacia la estación del metro Bellas Artes, pasó un pequeño convoy de vehículos militares (no Guardia Nacional; el Ejército Mexicano), y de manera completamente orgánica y espontánea, la gente que llenaba la calle comenzó a gritarles porras, a saludarlos e incluso algunas muchachas a volarles besos.

Para mí, que me he movilizado en la izquierda desde que soy adolescente, me sorprendió enormemente al inicio; de donde yo vengo, veíamos al ejército (y las fuerzas armadas en general) con desconfianza y a veces miedo. La reacción más positiva que en general podía surgir de una movilización social frente al ejército era tal vez gritar “¡el pueblo uniformado, también es explotado!”

Jamás en mi vida había visto a la gente movilizada (y entiendan esto: la gente que fuimos al último grito del Peje estamos movilizados) alegremente celebrarlos y echarles porras y mandarles besos. Los soldados estaban que no se la creían, sonriendo como idiotas y regresando los saludos y los besos.

Pero mi sorpresa me duró sólo unos segundos, porque me cayó el veinte casi de inmediato. Claro que la banda celebró a ese pueblo uniformado que también es explotado; acabábamos de celebrar a su Comandante Supremo. El Peje y su administración legitimizaron (al menos en parte) al ejército.

Le quedan dos semanas al sexenio del Peje, pero dudo mucho que ocurra algo particularmente interesante en estos quince días. El primero de octubre seremos testigos de cómo comienza el segundo piso de la Transformación, y al menos yo estoy bastante optimista de cómo se ve el futuro de la Nación.

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