Los tacos de pastor

Pasé en la mañana a casa de Jorge por Birgit y Oswin para llevarlos a pasear al Centro Histórico. La siguiente conversación tuvo lugar entre Jorge y yo:

Jorge: ¿A dónde los vas a llevar a comer?
Yo: Al Cardenal, o tal vez a Los Girasoles.
Jorge: Creo que convendría más a Los Girasoles.
Yo: Sí, es más tradicional.

Birgit en el Zócalo

Birgit en el Zócalo

Ya en el Zócalo, la siguiente conversación tuvo lugar entre Birgit y yo (hago notar que hoy fue su cumpleaños):

Yo: Cuando tengan hambre me avisan; tengo un par de lugares pensados como opciones.
Birgit: Quiero comer en la calle comida divertida.
Yo: Eso siempre lo podemos hacer, pero hay por aquí varias opciones que…
Birgit: Quiero comer en la calle comida divertida.
Yo: OK.

Terminamos comiendo tacos de pastor en la calle (literalmente en la calle, sosteniendo un único plato de unicel mientras caminábamos los tres rumbo al metro Pino Suárez). Ya de regreso en el carro:

Yo: Jorge me va a regañar.
Birgit: ¿Por qué?
Yo: Porque no los llevé a un restaurante decente.
Birgit: No tiene por qué enterarse.
Yo: Es lo primero que me va a preguntar.

Y por último en casa de Jorge:

Jorge (nada más entramos): ¿A dónde los llevaste a comer?
Yo (a Birgit): ¿Qué te dije?

Y así fue como la Doctora Vogtenhuber se salió con la suya de comer tacos en la calle.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Los pases

Tuve que ir a mi viejo departamento a buscar unos papeles para mi posgrado, relacionados a mi viaje el año pasado. Entre las cosas que hallé, estaban los pases de abordar de todos los vuelos que tomé el año pasado durante mis estancias de investigación.

Los pases

Los pases

Si a alguien le interesa, los vuelos fueron:

  • México – Washington
  • Washington – Madrid
  • Madrid – Roma
  • Roma – Trieste
  • Ljubljana – París (de Trieste llegamos a Bled en carro, y en carro fui de Bled a Ljubljana)
  • París – Madrid
  • Sevilla – Barcelona (de Madrid fui a Alcalá en autobús, y de Alcalá a Sevilla en tren via Madrid)
  • Barcelona – Amsterdam (puro tren cuando me moví entre Amsterdam, Delft, Den Haag y Rotterdam)
  • Amsterdam – Madrid
  • Madrid – Washington
  • Washington – Toronto
  • Toronto – Nueva York
  • Nueva York – Toronto
  • Toronto – Los Ángeles
  • Los Ángeles – México

En varios lugares me quedé sólo un par de horas (en Washington, las dos veces, que fueron las estadías más cortas). En otros me quedé varias semanas, el máximo siendo Los Ángeles durante dos meses.

Espero nunca más hacer un viaje así. Fue demasiado agotador.

Pero valió la pena.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Siete años

Este año sí me pasé: entre que Xochitl estuvo muerta y que estaba mudándome, escribiendo artículos y trabajando en mi tesis, se me olvidó celebrar que cumplí siete años “blogueando” el pasado 26 de enero.

El año pasado fue muy intenso académica y personalmente; pero creo que he comentado en el blog a grandes rasgos lo que ha ocurrido con mi vida este año, así que no comentaré mucho más al respecto. Del año que empieza no sé: debo doctorarme, pero más allá de eso no tengo ni puta idea de qué deparará el futuro.

A lo mejor por fin cumplo mi sueño de toda la vida y me compro un micro.

Como sea; una vez más gracias a aquellos lectores que me siguen, y espero que este año sea algo más prolífico con mi escritura en el blog.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Donde el águila paró…

Mi amiga Birgit y su asesor, Oswin, llegaron hoy a México para participar en dos talleres. Yo fui a recogerlos al aeropuerto y la siguiente conversación tuvo lugar entre Birgit y yo cuando manejaba mi carro, y justo después de que cambié de carril.

Birgit: ¿Qué significan las líneas paralelas entre carriles?
Yo: Que no puedes hacer esto (y vuelvo a cambiar de carril).
Birgit (cagándose de la risa): Nada más quería saber si significaba lo mismo que en Austria.
Yo: Bienvenida a México.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Enslaved: Odyssey to the West

Después de obtener mi platino en Burn Out Paradise, el siguiente que conseguí fue el de Enslaved: Odyssey to the West.

Enslaved: Odyssey to the West

Enslaved: Odyssey to the West

Enslaved fue el primer juego que compré en California del que conseguí platino. Compré varios juegos usados en California porque en GameStop los juegos usados salen ridículamente baratos; mucho más baratos que aquí en México. Y la verdad, hasta pocos días antes de comprarlo jamás había oído hablar de él; visitando la página de GameStop para buscar juegos que me interesaban, de repente me lo recomendó con base en las búsquedas que había hecho. Comencé a leer acerca del juego, y me llamó la atención, así que lo compré. Resultó ser uno de los juegos que más he disfrutado en mi PlayStation.

La historia es una adaptación de los cuentos chinos del Rey Mono, muy alejada del material original. Mi papá me regaló varios libros del Rey Mono cuando era adolescente, y yo los disfruté enormemente. Exceptuando que el personaje principal se llama Mono, que hay una Trip y un Pigsy (la verdad no recuerdo cómo lo traducían al español), y que Mono usa una vara como arma principal y a veces “vuela” en una “nube”, la historia del videojuego no tiene casi nada que ver con la historia clásica del Rey Mono, Viaje al Oeste.

Eso no me importó mucho, porque de cualquier forma la historia está chida para un videojuego; en un mundo post apocalíptico (hey, dije chida, no original), un nómada solitario es atrapado por una organización que se dedica a esclavizar gente (aptamente llamados esclavizadores), pero consigue escapar después de que una muchacha logra hackear los sistemas donde los tienen atrapados. Después de seguirla hacia una cápsula de escape y estrellarse en las ruinas de Nueva York, el nómada (que dice que cuando alguien le quiere llamar de alguna forma generalmente es Monkey) despierta para descubrir que la muchacha (Tripitaka, o Trip en corto) lo ha esclavizado con una diadema que lo hace obedecer todas las órdenes que ella le dé, porque el no hacerlo le produce un dolor insoportable, en el mejor de los casos, o la muerte, en el peor. Si la muchacha se muere, él también estira la pata por supuesto.

La muchacha lo esclaviza (de ahí el nombre del videojuego) para forzarlo a que la ayude a regresar a su casa, de donde la raptaron los esclavizadores. La ironía del asunto no se le escapa a Mono, por supuesto.

El videojuego es uno bastante común de plataformas con un combate sencillo y un par de acertijos, nada del otro mundo. Lo que lo hace resaltar es el guión, que es muy divertido, emocionante, y tierno en muchas partes, y la actuación de los personajes. La voz de Mono la provee Andy Serkis, el actor que interpretó a Gollum en la triología del Señor de los Anillos, y a César en la última (y fabulosa, en gran medida por él) película del Planeta de los Simios. Serkis no sólo provee la voz; además utilizaron motion capture (al igual que en el Señor de los Anillos… y la última del Planeta de los Simios) para que sean sus gestos los que tiene el personaje durante todo el tiempo. El resultado es impresionante y muy satisfactorio; Enslaved es esos videojuegos donde de verdad uno se llega a encariñar con los personajes. La relación que se forma entre él y Trip, a lo largo del juego y de las fabulosas escenas entre niveles, hace por sí misma que valga la pena jugarlo.

Ayuda también que Trip es de los personajes secundarios en un videojuego más encantadores que he visto.

Trip

Trip

La crítica es casi universalmente halagadora con el juego; pero tristemente eso no hizo que vendiera muchas copias. Todo mundo concuerda en que es un juego fabuloso, pero no le fue tan bien como el estudio que lo hizo esperaba; y eso resultó en que una posible secuela se descartara. Eso a mí me entristece, pero creo que a la larga es mejor; la historia que relata el videojuego es muy padre, y la verdad no veo cómo una secuela podría hacerse sin que rompiera un poco el encanto de la historia original.

El juego es relativamente fácil, y por eso lo terminé muy rápido: de hecho en diciembre, en menos de dos semanas de que empecé a jugarlo, lo que creo es un récord para mí. Una vez terminado, obtener el trofeo de platino tampoco me costó mucho trabajo. Acabé tan emocionado con el juego, que casi de inmediato compré el único DLC que tiene en la PSN (la primera vez que compro un DLC en la PSN y no en disco)… y la verdad me decepcionó un poco. No está mal, pero el protagonista es Pigsy, y la verdad lo mejor que tiene Enslaved son Mono y Trip, así que pues ni es lo mismo, ni es igual. De cualquier forma pienso acabar el DLC (digo, ya lo compré), pero lo he dejado ir pasando.

Como sea, Enslaved es un juego más que recomendable, especialmente si cosas como historia y desarrollo de personajes (y sí, obviamente en mi caso, algo de romance) les atrae. Si son hardcore gamers a lo mejor les resulta un poco soso (digo, si yo lo acabé tan rápido debe ser facilísimo), pero yo lo encontré divertido y el mundo que Trip y Mono exploran (especialmente las ruinas de Nueva York) es vibrante y colorido, con una vegetación que poco a poco consume lo que queda de la enorme ciudad. Así que si pueden juéguenlo.

Especialmente si lo encuentran usado baratísimo.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Diario de un seductor

Hace casi tres semanas Isabel y yo fuimos a ver The Rum Diary. No escribí acerca de ella por lo ocupado que estaba, por lo decepcionante que me pareció, y porque Xochitl se murió. De nuevo.

The Rum Diary

The Rum Diary

La película relata la historia de un joven periodista que va a Puerto Rico, básicamente a emborracharse y meterse drogas mientras dizque trabaja para un periódico de lengua inglesa ahí. No he leído la novela en la que está basada, pero la película es lenta, sin una dirección clara de a dónde va la historia, y en varias partes insufrible.

Tiene rescatable a Johnny Depp, que hace lo que siempre hace, y la ridículamente hermosa Amber Heard. También es interesante cómo muestran a Puerto Rico como lo que es, que nadie quiere decir que así es, pero que lamentablemente sí lo es: una colonia de los gringos, con sus habitantes siendo gringos de segunda clase. Además, tiene tres o cuatro escenas muy, muy divertidas.

Pero por lo demás a mí me decepcionó mucho; esperaba mucho más de ver los avances, y algo me dice que el material original debe ser mucho más efectivo en transmitir el desmadre de las drogas y el alcohol que en la película apenas sirve como motivo de algunos chistes.

Así que no la recomiendo; que no creo importe mucho, porque me parece que ya no está siendo proyectada en ningún lado.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Eso sí, encantador

Isabel se fue a Nueva Zelanda el pasado jueves, y la fui a dejar al aeropuerto. De eso no es esta entrada; esta entrada es de la conversación que tuvimos mientras escuchábamos en el carro la rola Hello de Martin Solveig con Dragonette:

Yo: Está pegajosa la cancioncita.
Isabel: Es insoportable.
Yo (escandalizado): ¡Pero te encanta!
Isabel (cagándose de la risa): Tú también me encantas… eso no te quita lo insoportable.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Pensando y escribiendo

Ya se va a cumplir un mes de que me Isabel y yo comenzamos a vivir juntos, pero el proceso de la mudanza no ha terminado por completo; a veces me pregunto si algún día terminará. Complica las cosas el hecho de que tengo una cantidad enorme de mamadas que debí haber tirado hace siglos, pero que como no me molestaban mucho cuando vivía solo (y tenía el espacio para arrinconarlas), nunca me tomé la molestia de hacerlo. Y no es de que sencillamente agarre todo y lo tire, porque lamentablemente están mezcladas con cosas que no quiero tirar (hey, miren; encontré mi cédula profesional).

Como sea; además del proceso interminable de reacomodar las cosas de ambos en nuestro nuevo departamento, he estado como loco escribiendo. Lo ideal sería que fuera ya mi tesis en sí, pero sigo terminando los artículos y versiones para congresos de los mismos; lo bueno es que al fin y al cabo eso será mi tesis. Sólo en español.

Y encima, Isabel se fue el jueves a Nueva Zelanda, y no la veré en tres semanas.

Esas son las razones por las que no he escrito últimamente, pienso corregir eso, al menos un poco, en los próximos días.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Misión: Imposible – Protocolo Fantasma

El fin de semana fuimos a ver Mission: Impossible – Ghost Protocol. Se aplican ya saben.

Mission: Impossible - Ghost Protocol

Mission: Impossible – Ghost Protocol

Estoy yendo mucho menos de lo que desearía al cine, pero no he tenido de otra: mudarse es un desmadre, y además tengo trabajo por hacer. Como sea, fuimos a ver ésta porque ya nos tocaba ir al cine y se veía divertida, y me alegra decir que no me decepcionó en lo más mínimo.

No sé si ya lo haya mencionado, pero Tom Cruise me cae muy bien. Como actor, por supuesto; está loco en la vida real. Pero mientras haga películas divertidas la verdad no me interesa mucho en qué culto idiota le hayan lavado el cerebro.

La película es la misma bola de mamadas que suelen tener las películas de acción/espías modernas. Lo que tiene en su favor para que sea un poco mejor que el resto es un elenco fabuloso (salen Tom Wilkinson y Josh Holloway desperdiciados en dos papelitos, y Simon Pegg y Jeremy Renner, que va que vuela a ser de mis favoritos), unos efectos increíbles, y que básicamente no deja de tener escenas de acción por más de 10 minutos. Además, y esto me lo hizo notar Isabel, tiene la divertida particuliaridad de que la tecnología que los espías usan, que en otras películas del estilo funciona siempre de forma impecable, aquí falla cada rato; de hecho el famoso colofón de “este mensaje se autodestruirá en 5 segundos” falla hasta que Hunt le da un madrazo a la máquina.

Que es otra cosa que tiene la película que yo siempre agradezco: es muy, muy divertida todo el tiempo, en no menor medida gracias a Pegg, que es hilarante como siempre.

No es una joya de la cinematografía, pero está divertida, emocionante, y con hartas escenas de acción. Así que vayan y véanla.

Imprimir entrada Imprimir entrada

La mudanza

Y total que Isabel y yo nos fuimos a vivir juntos. Para mí en particular eso normalmente significaría contratar un camión de mudanzas con dos tipos fornidos que llevaran todas las cosas pesadas de mi departamento al que ahora compartiré con Isabel; sin embargo Isabel tuvo la fabulosa idea de mejor conseguir una camioneta con su familia, y poner a cargar al indio. Dícese, yo.

Entonces ahí me tienen cargando mi lavadora mientras Isabel me echaba porras. De verdad espero no volver a pasar por una situación similar en mucho tiempo.

Ya hemos transportado casi todo, y básicamente sólo falta mi escritorio y pendejaditas diversas. Falta acomodar un buen de cosas en el que ahora es nuestro departamento, pero como ya están conectados la tele y el PlayStation, el resto a mí me parecen sólo superfluosidades.

Así que ahora comienza otra etapa de mi vida, aunque la verdad no creo que cambie mucho las cosas entre Isabel y yo: básicamente ya vivíamos juntos. Sólo que ahora será en un solo departamento, en lugar de dos.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Burnout Paradise

Después de conseguir mi platino en Red Dead Redemption, el siguiente que saqué fue Burnout Paradise.

Burnout Paradise

Burnout Paradise

Burnout Paradise lo compré un día que estaba haciendo mis compras en el Wal-Mart que está cerca de mi casa, y vi que lo tenían por alrededor de 250 pesos, nuevo. Los juegos de carreras en el PlayStation 3 tienen la particularidad de verse increíbles (ha habido mucha investigación en cómo hacer buenos gráficos para juegos de carreras desde hace como 30 años), y a mí siempre me han parecido muy divertidos.

Burnout Paradise tiene la característica de que no hay un menú donde uno seleccione qué carreras quiere uno correr; uno empieza el juego en el deshuesadero (el junk yard), donde elige uno un carro, y después hay que salir de ahí y recorrer la Paradise City, donde transcurre todo el juego. En cada semáforo hay un evento, que por supuesto incluye carreras normales, pero también hay muchas más modalidades de juego, y en cada una existe la característica de que hay mucho énfasis en choques espectaculares. Por ejemplo, en una de dichas modalidades hay que estrellarse contra la mayor cantidad de carros posibles, resultando en explosiones y destrucción en general.

Hasta cierto punto es similar a GTA IV o RDR; uno tiene a su disposición una ciudad completa que recorrer, y no hay un orden establecido en el que haya que jugar las “misiones” (o carreras). Pero mientras que en los dos primeros juegos eso siempre me pareció fabuloso, se vuelve un poco confuso en Burnout Paradise. Un juego de carreras en general yo lo compro para, digo, correr carreras.

Esto resultó en que jugara bastante el juego antes de salir de México para mi viaje, pero que no avanzara demasiado en los trofeos del mismo. Regresando, y una vez obtenido mi platino en RDR, retomé Burnout Paradise haciendo énfasis en sacar los trofeos. Creo que es el trofeo de platino más sencillo que he obtenido.

En los foros en línea para obtener información de cómo sacar trofeos todo mundo mencionaba que Burnout Paradise presentaba problemas con dos trofeos: uno que consiste en hacer que 8 jugadores se reúnan dentro del estadio de beisbol de Paradise City, y otro que consiste en que le choquen el carro a uno para que (con una webcam conectada al PS3) salga la foto de uno cuando eso ocurre. El primero es difícil porque hacer que 8 jugadores que no se conozcan trabajen en equipo siempre es complicado; el segundo requiere de una webcam que jale con el PS3, cosa que yo no tengo.

Sin embargo para mí ambos trofeos fueron fáciles de obtener: un día fue Juan a jugar a mi casa y llevó su PlayStation Eye (que por supuesto funciona como webcam en el PS3), y de inmediato obtuve el trofeo. Casualmente, en ese mismo juego saqué el del estadio de beisbol: fue completamente fortuito que alguien más hubiera configurado el juego en línea para esa modalidad, y luego vi que fui extremadamente afortunado, porque nunca más me volvió a tocar en línea que esa “misión” se estuviera jugando.

Con esos dos trofeos en la bolsa, sacar el resto en línea (que siempre es lo más difícil con este tipo de cosas) fue sólo cosa de ser paciente.

Burnout Paradise resultó para mí en suficiente diversión como para justificar su ridículamente bajo precio; no es mi juego preferido (ni siquiera de carreras), pero sí me entretuvo mucho más de lo que esperaba. No sé si regrese a él para maximizar las estadísticas de mi perfil; y ni siquiera sé si saque los trofeos de sus DLCs (y tampoco sé si estoy dispuesto a desembolsar el dinero para bajar algunos de sus DLCs, que de hecho si los comprara todos gastaría más en ellos que en lo que me costó el juego), pero por lo que pagué lo que obtuve ha sido de las mejores inversiones que he hecho en juegos para mi PS3.

Así que si lo ven en Wal-Mart por menos de 300 pesos, yo sí lo recomiendo.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Sherlock Holmes: Juego de Sombras

El fin de semana anterior (con Xochitl aún morida), fuimos a ver Sherlock Holmes: A Game of Shadows. Se aplican las de siempre.

Sherlock Holmes: A Game of Shadows

Sherlock Holmes: A Game of Shadows

Tenía muchas ganas de ver esta película, habiendo disfrutado enormemente la primera. Y no me decepcionó: la única crítica que tal vez yo podría hacerle, es que sale muy poquito Rachel McAdams (y al parecer la desmueren), y que a lo mejor se parece demasiado a la primera.

Por lo demás, es excelente, y sigo diciendo que es la mejor adaptación de Holmes que yo haya visto. En particular me gustó mucho el Dr. Moriarty: aquí sí da miedo, no como en los libros, donde más bien daba risa. Además de eso, lo mejor de la película (como lo fue con la primera), es el romance entre Holmes y Watson. En particular la escena donde Watson revive a Holmes (igual que Isabel hizo conmigo: agarrándolo a madrazos) es fabulosa. También me gustó mucho el papel de la esposa de Watson; en los libros las parejas del buen doctor eran poco más que sombras (y pretextos para que el narrador habitual de los cuentos se tomara “vacaciones”), pero en este par de películas Kelly Reilly le da vida a un personaje que los realizadores modernos más bien se han inventado.

Así que vayan y véanla; tal vez sí es un poquito demasiado similar a la primera, pero eso a mí no me molesta. Al contrario; venga, échense otras tres o cuatro.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Star Wars: The Complete Saga

Xochitl tuvo bien a morirse durante el fin de año, y como no tuve la paciencia de ir a CU a revivirla, me quedé sin escribir durante más de dos semanas. Pienso remediar eso durante los próximos días.

Durante el fin de año, de las cosas que hice fue ver con Isabel la colección en Blu-ray de La Guerra de las Galaxias.

Star Wars: The Complete Saga

Star Wars: The Complete Saga

Después de verlas en una buena sala de cine con sonido THX, lo mejor que hay con estas películas es sin duda verlas en Blu-ray usando una telesota y un buen sistema de sonido. Disfruté las películas enormemente, y las vi (por primera vez) en el orden de los episodios: comenzando con el Episodio I, y terminando con el VI.

Contrario a muchas otras personas, las precuelas no me molestan en lo más mínimo: de hecho me gustan bastante. Mi preferida por supuesto sigue siendo The Empire Strikes Back, pero creo que el Episodio III sería mi segunda favorita. No entiendo realmente las críticas enfurecidas contra las precuelas: las critican de ridículas, de tener mal diálogo, y de personajes insoportables como Jar-Jar. ¿De verdad no han visto la triología original? Son igual de ridículas, con diálogo igualmente malo (“It’s the ship that made the Kessel Run in less than twelve parsecs”), y con personajes igual de insoportables (de verdad dan ganas de pegarle a Luke o a C-3PO a veces).

A mí sí me sorprende lo bien que pudo hilar la historia Lucas al hacer las precuelas veinte años después de la triología original. Cuando Luke, Han y Chewie rescatan a Leia, que ella le arrebata el láser a Luke y toma control de la situación, Isabel me comentó riéndose: “¡se parece a su mamá!” Creo que ese es el mejor elogio que se le puede hacer a las precuelas.

Como sea, ver las seis películas (en Blu-ray) de corrido es una experiencia que uno debería tener al menos una vez en la vida. Lo recomiendo ampliamente.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Red Dead Redemption

Como he vuelto a jugar (por fin) en mi PS3, he decidido comenzar a hacer pequeñas reseñas de los juegos donde por fin consigo el trofeo de platino. Dado que a) en general nunca compro juegos justo cuando acaban de salir, y b) no soy ni de lejos el mejor jugador del mundo, lo que va terminar pasando es que la mayor parte de las veces voy a reseñar juegos que salieron hace como quince millones de años, pero de los cuales yo hasta ahora por fin conseguí el trofeo de platino.

La primera reseña de este estilo (y por ende mi primer trofeo de platino) la pueden leer aquí, cuando terminé God of War. Después de eso y antes de irme de viaje terminé también God of War II, pero la verdad no creo que merezca una reseña por sí mismo: son las mismas mamadas que God of War. El siguiente juego del que conseguí el platino fue Red Dead Redemption.

Red Dead Redemption

Red Dead Redemption

Red Dead Redemption lo compré un día que lo encontré muy barato en GamePlanet. Después de eso lo instalé, y no lo volví a tocar durante meses. A inicios de este año que termina comencé a jugarlo en serio, y me sorprendió lo mucho que me gustó. Inicialmente yo creí que sería como Grand Theft Auto IV con vaqueritos, pero de hecho es mucho mejor y tiene una mucho mejor historia que GTA IV.

En el juego, uno interpreta a un pistolero vuelto ranchero y tratando de abandonar sus modos fuera de la ley, al cual básicamente el gobierno le rapta a la mujer y su hijo para forzarlo a que rastree y capture a un ex compañero de crimen. Como suele ser en este tipo de juegos, las misiones se pueden llevar a cabo en el orden que uno quiera (y de hecho uno puede no hacerlas), y hay decenas de actividades ajenas a las misiones que uno puede realizar. Por ejemplo, un día iba yo en mi caballo (es divertidísimo montar a caballo, por cierto), y vi un aguilita volando en el cielo, y como no soy particularmente en pro de los derechos de los animales, le pegué un balazo. Eso abrió una serie de submisiones basadas en cazar animales; el juego está lleno de sorpresitas de ese estilo.

El personaje, John Marston, es muchísimo más entrañable que el psicótico Nico, y el juego es mucho más abierto de lo que GTA IV es. Además tiene bastantes más cosas para que valga la pena volver a jugarlo. Como me pasó con GoW, RDR es un juego al que quiero regresar para maximizar todas las estadísticas de mi personaje.

En trofeos es mucho más noble que GTA IV; no hay una misión que uno tenga que jugar miles de veces, ni tampoco hay un trofeo que sea endemoniadamente difícil de sacar. De hecho, el trofeo de platino debí haberlo obtenido antes de salir de México a mi viaje, pero después de que crackearon la PlayStation Network, cuando todo volvió a la normalidad, un trofeo viral dejó de propagarse.

RockStar, la compañía que hizo RDR (y GTA IV) tiene la costumbre de agregar un trofeo viral en sus juegos. La idea es que cuando se juega en línea, un jugador obtiene el trofeo si llega a matar a un desarrollador de RockStar. Pero cuando otro jugador a su vez mate a un jugador que ya tiene el trofeo, el nuevo jugador también lo obtiene. Después del incidente con la PSN, el aspecto viral del trofeo dejó de funcionar, y yo tuve que dejar el país con sólo un trofeo faltante en RDR (y el de platino, obviamente). Durante los seis meses que estuve fuera, la falla fue reparada.

Así que, después de regresar y de que estuve a punto de morirme por intoxicación con gas, por fin conecté mi PS3 y lo primero que hice fue meterme a RDR en línea, y matar al primer pobre güey que tuvo la mala suerte de toparse conmigo. De inmediato (y un poco anticlimáticamente), el trofeo me apareció y obtuve mi platino.

En Los Angeles compré Red Dead Redemption: Undead Nightmare, y lo comencé para ver cómo estaba. Se ve muy divertido, y espero acabarlo eventualmente. Y como mencioné arriba, RDR es un juego al que regresaré para seguirle explotando cosas (cazar osos es por alguna razón increíblemente divertido). Lo recomiendo ampliamente.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Xochimilco

Total que resultó que no sólo no tengo diabetes, sino que sigo igual de sano que siempre.

El idiota de mi plomero instaló mal el calentador de agua de paso que puse en mi departamento para reemplazar el viejito que se había podrido. No conectó la salida de gas quemado (básicamente CO₂) al hoyo en la pared, y entonces todo el veneno se quedó en mi departamento. Eso, aunado al agotamiento que tenía, causó mi episodio.

Por suerte había dejado las ventanas de mi departamento abiertas, de otra forma probablemente me hubiera muerto.

Mis últimos exámenes médicos muestran que estoy con la misma excelente salud de siempre, aunque sigo agotándome fácilmente (subir escaleras es particularmente cansado para mí ahora). Después de reclamarle amargamente a mi plomero, él accedió a cambiarme el calentador de agua (al parecer, no hay forma de instalarlo bien en un departamento como el mío), pero me pidió unos días para conseguir el dinero para hacerlo.

Por miedo a que algo similar volviera a ocurrir, Isabel y yo nos negamos a usar el calentador nuevamente, lo cual quiere decir que no hay agua caliente en mi departamento. Y eso obviamente apesta… literal y figurativamente.

Resulta que mi mamá acaba de irse a Europa de vacaciones durante el fin de año; así que aprovechando decidí regresarme a Xochimilco mientras ella no está: así no me tengo que bañar con agua fría, y alguien cuida la casa de mi madre (Susi también se fue a su pueblo, como hace todos los años a fin de año). Mi departamento se queda solo, pero se quedó solo seis meses; dudo que unas semanas más sean motivo de preocupación.

Así que ahora estoy en Xochimilco recuperando el tiempo perdido que tenía de no jugar en mi PS3 (que me traje conmigo, obviamente), y regresando a trabajar a un ritmo mucho más tranquilo que el que traía de mis estancias.

Me alegra mucho saber que mi cuerpo realmente no fue el que me falló. Supongo que en algún momento de mi vida lo hará; pero con suerte aún falta mucho para eso.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Y entonces me hospitalizaron…

El jueves llegué a mi hermosa Ciudad de México cerca de las once de la noche. Después de pasar aduana sin ningún problema, Isabel me recogió fuera del aeropuerto y fuimos a cenar tacos enfrente de mi casa. Después regresé a mi departamento casi seis meses después de haberlo dejado, y me encontré conque el calentador de agua había dejado de funcionar.

En ese momento no me importó demasiado, así que nos fuimos a dormir con la idea de solucionarlo al otro día. El otro día (viernes) llegó, y después de levantarnos muy tarde fuimos a comer a El Gran Rábano, donde me eché un fabuloso mixiote, aunque primero pasamos al departamento de mi hermano a que me diera las llaves de mi carro. Mientras comíamos yo saqué un duplicado de la puerta principal de mi departamento (la cambiaron mientras estaba fuera; no tienen idea de lo divertido que es llegar a la media noche a tu casa después de seis meses, y descubrir que no puedes entrar… por suerte una vecina mía se apareció en ese instante), y al terminar recogimos un plomero cerca del mercado de Portales para que fuera a revisar el calentador.

Isabel nos dejó al plomero y a mí en mi departamento y se fue a comprar víveres en el supermercado. El plomero bastó que le echara un ojo al calentador para que lo declarara inservible; y ciertamente me mostró cómo estaba completamente podrido. Así que siguiendo su recomendación (y porque he oído que ahorran mucho gas), fuimos a Portales donde compré un calentador de paso y otras piezas necesarias, y regresamos a mi departamento a que lo instalara. Mientras los plomeros trabajaban poniendo el nuevo calentador, yo pagué las cuentas que tenía pendientes (que milagrosamente no eran tantas), y cuando por fin acabaron los llevé a Portales, y se llevaron el calentador viejo con ellos. Es fue bueno, porque entonces no tuve que preocuparme de cómo deshacerme de él, y malo, porque me ensució el tapete de la cajuela con todo el metal podrido que tenía.

Así que de regreso a mi departamento limpié un poco, porque con el quitar y poner calentadores había quedado hecho un desastre, y ahí tuve la primera señal. En algún momento al agacharme para recoger una jerga, cuando me levanté la habitación comenzó a darme vueltas. Otra persona se hubiera sentado; yo supuse que estaba cansado y decidí mejor apurarme a limpiar. Fui a mi carro por el tapete de la cajuela, y subí hasta la azotea de mi edificio para lavarlo del metal podrido. El único problema es que se me olvidó la llave de la azotea, así que bajé y subí de nuevo. Y después lavé el tapete y lo tendí.

Regresé a mi departamento sintiéndome ya fatal para ese momento, pero seguí limpiando (Isabel iba a regresar para que comiéramos y viéramos una película), y después me metí a bañar estrenando mi nuevo calentador. La ducha yo sentí que me cayó bien, pero al salir de nuevo me empecé a sentir muy mal; medianamente preocupado, le mandé un mensaje a Isabel de que me sentía mal y que ya regresara, y me senté en mi sofá a descansar. Todavía alcancé a leer el mensaje de Isabel diciéndome que ya se apuraba para regresar.

Hasta ahí es que yo recuerdo. Cuando volví a abrir los ojos, en mi departamento estaban Isabel, mi hermano, policías y paramédicos haciendo quién sabe qué mierdas, y yo comencé a vomitar de forma espectacular. No recuerdo que me hubieran sacado de mi departamento; cuando volví a recobrar la consciencia estábamos afuera de mi edificio, donde volví a vomitar espectacularmente, me subieron a una ambulancia, y recuerdo a mi hermano e Isabel discutiendo quién se iba conmigo. De nuevo no recuerdo haber llegado al hospital; cuando volví en mí la tercera vez estaban moviéndome de camilla, y recuerdo claramente (¿cómo adivinaron?) vomitar espectacularmente y ya no más.

La siguiente vez que abrí los ojos, vi a María, una doctora amiga de Isabel de toda la vida, que me miraba con ojos preocupados y que me preguntó que qué me dolía.

“El orgullo”, dije yo, estoico.

Me cuentan que esto es lo que pasó cuando yo perdí el sentido: Isabel llegó a mi edificio y empezó a tocar el timbre (yo tenía las llaves), y cuando no contesté lo primero que pensó fue que estaba jugando en mi PS3 a todo volumen. Al pasar los minutos comenzó a preocuparse en serio, y después de un rato una vecina mía muy buena gente la dejó pasar y meter su carro, y al ver que yo no abría la puerta del departamento se ofreció a ir por un cerrajero; Isabel comenzó a llamar gente, aunque no mi familia porque no sabía todavía qué pasaba. El cerrajero llegó y tardó casi veinte minutos en abrir mi puerta (resulta que tengo una puerta particularmente segura), y al verme tirado en mi sofá lo primero que hizo fue comprobar que tuviera signos vitales.

Los tenía, y bastante fuertes: mi corazón latía, respiraba, y reaccionaba en automático al dolor; pero no volvía en mí. Isabel hizo lo que cualquier persona sensata hubiera hecho; me agarró a madrazos a ver si yo reaccionaba. Le escribió a María y ella (que estaba muy lejos) le dijo que llamara una ambulancia, cosa que Isabel procedió a hacer. También ahora sí llamó a mi familia.

Los primeros en llegar fueron los policías, que al verme por supuesto que lo primero que pensaron fue que yo me había metido vayan ustedes a saber qué psicotrópicos de alta intensidad. De cualquier forma dice Isabel que se portaron muy bien; ellos fueron por los paramédicos que fueron los que me pusieron suero por vía intravenosa, que fue lo que causó que yo comenzara a responder (y vomitar espectacularmente… ay, mi mixiote).

Los paramédicos lamentablemente no llevaban ambulancias; era el primer viernes de diciembre, y sencillamente no había disponibles, así que entre mi hermano e Isabel consiguieron por fin una de un hospital privado, donde por fin me llevaron. Pero si hubiera sido algo de verdad de emergencia, sencillamente me hubiera muerto.

Y entonces me hospitalizaron.

Los doctores del hospital también estaban convencidos de que yo me había metido sicotrópicos de alta intensidad, y no fue sino hasta que salieron mis análisis que vieron que lo único que tenía para ese momento en el cuerpo era suero, porque mi pobre mixiote acabó desparramado entre mi departamento y la entrada de mi edificio (en el hospital ya no vomité mixiote; para ese momento había llegado al alegre estado que mi cuñada define como “vomitar las entrañas”).

Cuando por fin volví en mí, yo no me sentía exactamente mal; me dolía la cabeza, pero eso era todo. Lo único es que tenía una agotamiento que no creo haber tenido jamás en mi vida. No podía ni siquiera sentarme en mi cama. Como sea, convencieron a los doctores de que me dejaran dormir en casa, porque no estaba descansando en la cama del hospital y a mí me parecía de simple viveza que lo que más necesitaba en ese momento era de hecho descansar. De cualquier forma me estaban abarrotando de antibióticos (detectaron una infección con mis análisis), y no pude salir del hospital hasta cerca de las cuatro de la mañana. Me quedé en casa de mis suegros, por la sencilla razón de que era la más cercana; y estuvo bien, porque no hubiera aguantado el viaje hasta Xochimilco. Por poco vomito de nuevo en los diez minutos que hicimos Isabel y yo del hospital a casa de sus padres.

El sábado me llevaron a hacerme más análisis, y pasé todo el día acostado. El domingo ya me sentía mejor, y fui a ver a María a que me checara una vez más, y ayer por fin me dejaron regresar a mi departamento. Ya estoy bien, sólo sigo muy cansado y cualquier actividad física me agota en un tiempo ridículamente corto.

¿Qué me pasó? No tenemos ni puta idea; tengo una infección, pero no sabemos dónde y probablemente no sea muy fuerte, porque no tuve mucha fiebre ni me duele nada. Existe una posibilidad distinta de cero de que tenga diabetes, pero yo de verdad espero que no, porque eso apestaría mucho; además, mi azúcar parecía estar regresando a niveles normales. Yo en particular (que no soy doctor, ni he interpretado a uno en televisión) creo que sencillamente estoy muy cansado del viaje demencial que tomé, y que mi cuerpo estuvo aguantándose hasta llegar a casita para tener un completo meltdown.

Como sea, ahora estoy en reposo casi absoluto, tengo prohibidísimo manejar así que me quedo en casa, y como no tengo permiso de cansarme ni estresarme, yo creo que me voy a pasar una semana jugando en mi PS3. Tal vez debería ponderar más acerca de que pude haberme muerto, de que Isabel, mis vecinos y familia (y la familia de ella) salvaron mi vida, y de que mi puerta es muy difícil de abrir incluso con cerrajero; pero la verdad ahorita sólo quiero descansar y regresar a mi estado normal. El que sea que es.

Ya luego consideraré las repercusiones que este “evento” tendrá en mi vida. Ahorita al parecer estoy bien, y eso es lo más importante.

Eso, y que tengo mucha gente que me quiere, a la cual preocupé horriblemente durante unas horas, y a la que no quiero volver a preocupar de ser posible.

Imprimir entrada Imprimir entrada

The Hunger Games

Como escribí hace una semana, me chuté la triología de The Hunger Games. Tardé en de hecho escribir esta entrada porque decidí esperar a terminarlas, lo cual hice ayer.

En gran medida leí las novelas porque hace unas semanas salió el avance de la adaptación cinematográfica de la primera. Yo recomiendo que vayan y lo vean; anden, aquí los espero.

El avance me llamó mucho la atención, principalmente por el elenco, así que me aventé las novelas en estas últimas noches que estoy pasando en California. Las novelas son técnicamente ciencia ficción, en un futuro distópico donde los Estados Unidos han sido en gran medida destruidos, y de sus ruinas surge la nación de Panem. Dicha nación es gobernada por un burgués y decadente Capitolio, y doce empobrecidos distritos que sustentan dicha decadencia. Décadas atrás, eran trece distritos, pero se rebelaron y en la contrarrevolución resultante el decimotercero fue obliterado.

Como castigo a su insurrección, cada año cada distrito manda un niño y una niña entre doce y dieciocho años a los famosos Hunger Games, donde los 24 jóvenes pelean a muerte, y dónde sólo uno sobrevive y es coronado vencedor; los juegos son televisados para el entretenimiento de los habitantes del Capitolio, y como castigo para los habitantes de los distritos (ver los juegos es obligatorio). La idea suena similar a otros trabajos de ciencia ficción; The Running Man en particular resalta por las similitudes que tiene, la idea de un show televisivo donde los concursantes pelean a muerte.

La autora, Suzanne Collins, menciona también la historia de los gladiadores romanos como inspiración, y el mito de Teseo y el Minotauro, donde los habitantes de Atenas debían enviar jóvenes a Creta como sacrificio. La idea de las novelas, sin embargo, le vino a la cabeza un día que cambiaba de canales y pasó de ver imágenes de la guerra en Irak, a un reality show de la televisión gringa; nada más en eso uno podría basarse para entender lo profundamente subversivas que son las novelas. Siendo la Collins además hija de un veterano de la guerra de Vietnam, se entiende todavía más.

La idea del pan y circo que utilizan los gobiernos para mantener enajenada a sus poblaciones (y la gringa debe ser de las más enajenadas que existen) se refleja incluso en el nombre del país: Panem viene de panem et circenses, “pan y circo” en latín.

Dado únicamente el marco de la historia tal vez las novelas ya valdrían la pena; sin embargo, en mi caso me conquistaron totalmente por otra razón. Como decía arriba, las novelas son técnicamente ciencia ficción; pero en el fondo (particularmente las primeras dos), realmente son novelas románticas. Y románticas de forma inteligente; no como las mamadas de Twilight.

El personaje principal, Katniss Everdeen, es todo lo que Bella Swan jamás podría ni siquiera soñar llegar a ser: es fuerte, independiente, capaz, decidida, y en la mayor parte de las ocasiones (excepto, tal vez, en la última novela) es ella la que se la pasa salvándoles el pellejo a sus dos tarados novios. Porque, por supuesto, hay dos tarados novios; ¿qué chiste habría con nada más uno?

El personaje es realmente de las cosas más maravillosas que tienen las novelas; las mismas están relatadas desde su punto de vista, y la Collins tiene un estilo conciso y al chile que es un refrescante cambio después de estar leyendo ladrillos por parte de autores que están terriblemente enamorados de su propia prosa. Las novelitas de The Hunger Games son diminutas, y un chingo de cosas pasan en unas cuantas frases que relata Katniss. Y la niña tiene un espectacular sentido del humor, generalmente cínico y autoinsultante. Tal vez la manera más sencilla de resumir el tono de la novela son las siguientes líneas:

I did kiss him last night, in a moment when my emotions were running so high. But I’m sure he doesn’t remember it. Does he? I hope not. If he does, everything will just get more complicated and I really can’t think about kissing when I’ve got a rebellion to incite.

La última novela es un cambio absoluto de las primeras dos, y se pone rápidamente muy trágica, muy triste, y muy angustiante. La Collins se esfuerza (y me parece que lo consigue) en mostrar la guerra como algo aterrador, terriblemente injusto, y estúpidamente violento. Si el mero final de la misma hubiera sido como la última tercera parte, probablemente hubiera terminado muy molesto. Sin embargo, los últimos párrafos dan un final esperanzador, si bien no del todo feliz. Ciertamente no “Hollywood”-feliz; no sé si en la adaptación no le vayan a hacer cambios, porque sí es algo descorazonadora la última parte de la tercera novela.

Y por cierto, el mero mero final de la novela (no el epílogo, el final); así es como uno termina una triología de novelas románticas.

Las novelas tienen muchísimo romance; nunca meloso, nunca forzado, nunca pintado color de rosa. Y de hecho, el romance se da generalmente en el contexto de violencia, o de la amenaza de violencia. Pero en su núcleo las novelas son románticas, y nada más por eso a mí me gustaron. Para los que eso no es su taza de té, las novelas tienen muchísima acción, bastante intriga política, y mucha guerra. La intriga política es medio inocente, y la guerra se siente como de parte de alguien que no tiene mucho interés en estudiar al respecto (esto no es Heinlein, ni Pérez-Reverte), pero es suficientemente satisfactorio. Y el mensaje de las mismas es subversivo, pacifista, antiimperialista y (muy veladamente) anticapitalista, a veces disfrazado como simple anticonsumismo.

Por si eso no fuera poco, la adaptación de la primera novela será estrenada en marzo, y se ve de no mamen. El elenco es espectacular, y después de haber leído las novelas me parece casi perfecto: Katniss será interpretada por Jennifer Lawrence, la lindísima niña que hizo el papel de Mystique en X-Men: First Class. La autora colaboró en la adaptación del guión, y el avance se ve tan completamente sacado de la novela, que de verdad estoy muy emocionado de ver la película.

Así que si tienen tiempo, léanlas; a mí me parecieron altamente disfrutables, y como les digo, son lo suficientemente cortas como para dejarlas pasar.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Dos días

Pasado mañana, a esta hora, estaré abordando el avión que me llevará de regreso a mi Ciudad de México, que tendrán que amenazarme de muerte para que vuelva a dejarla por lo que resta del año. Y probablemente ni así lo haga.

Hoy es mi último día en el campus de Northridge, en la Universidad Estatal de California. Como ha sido con casi todo lo académico en este viaje, acabé de hacer todo lo que me había propuesto hacer cuando lo planeé. Bueno, me falta una cosita con unas cotas inferiores, pero en este momento no dudo que lo acabe en lo que me queda del día.

Mañana haré mi maleta, y abandonaré los que fueron mis aposentos en California; pasaré la noche en la casa de mis asesores, y pasado mañana partiré al aeropuerto.

Y cinco horas y media después, si el avión tiene a bien a no caerse, estaré de regreso en casa.

Imprimir entrada Imprimir entrada