Guadalajara, Guadalajara

Resulta que el 4 de marzo es día de descanso obligatorio en mi trabajo. Lo cual es bueno, porque de todas formas no pensaba ir ya que voy a pasarme tres días en Guadalajara, porque por qué no.

Estoy en el aeropuerto de la Majestuosa esperando a abordar mi avión, que sale (si todo sale como está previsto) en unos cuarenta minutos. Si no se cae durante el vuelo, voy a pasarme sábado, domingo y lunes en la capital jalisciense, regresando en la noche de ese día.

La última vez que fui a Guadalajara, fue en una ocasión en la que realicé una de las más grandes estupideces que he cometido en mi vida. Probablemente esté en el top five de las más grandes estupideces que he cometido en mi vida, de hecho. Así que espero con ansias que en esta ocasión regrese de mucho mejor humor que hace más de diez años, que fue cuando cometí una de las más grandes estupideces que he cometido en mi vida.

Fotos al volver.

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El viejo PRI

Mucho se ha escrito (y se seguirá escribiendo) acerca de la baratamente orquestada captura de Elba Esther Gordillo. Se habla (y se seguirá hablando) de los crímenes de la “maestra”, de la corrupción en el sindicato de maestros, de los desvíos de recursos, y de todas las razones por las que, me parece nadie en su sano juicio se atrevería a dudar, la “maestra” merece refundirse en el fresco tambo el resto de su (esperemos) no muy larga vida.

En eso creo hay consenso: Elba Esther Gordillo es una criminal que merece ir a prisión. De hecho, lo viene mereciendo hace más de 20 años; pero eso no es lo importante. Lo importante es por qué y bajo qué circunstancias la “maestra” ha sido aprehendida.

De los centenares (si no es que miles) de políticos corruptos (o descaradamente criminales) que hay en México, de todos los partidos y organizaciones sociales, ninguno más será, en principio, investigado, aprehendido y juzgado. Sólo lo serán si se oponen, o meramente estorban, a los planes del viejo PRI que se ha asentado en los Pinos bajo el cobijo de Televisa y otros poderes fácticos del país. Eso es lo importante.

No hay absolutamente nada qué celebrar de la captura de la “maestra”; esto no es una “limpieza” que empiece en la clase política mexicana, ni un nuevo inicio para la “justicia” verdadera en la vida del país, ni mucho menos la aplicación del Estado de Derecho para garantizar el sano funcionamiento del SNTE.

Esto es un madrazo político, y un mensaje de los Pinos diciendo “aquí se hace lo que yo digo”. Como en los tiempos del viejo PRI; a lo mejor muchos de mis lectores son demasiado jóvenes para recordar cómo eran entonces las cosas.

Yo, y muchísimos mexicanos más, sí lo recordamos. Oh, lo recordamos perfectamente.

Hay que seguir detenidamente cómo se lleva a cabo el proceso contra la “maestra”, y exigir (como debe exigirse en todos los casos de la ley) que se cumpla el debido proceso y que a Elba Esther, por más mierda que sea, se le respenten todos y cada uno de sus derechos. Por supuesto la tipa es indefendible, y ha cometido en los últimos 20 años una cantidad tal de fechorías que sería muy difícil que estos animales arruinaran el caso. Pero si lo así lo hicieran, habrá que ponerse del lado de la ley, incluso si esto resulta en abogar por alguien tan deleznable como Elba Esther Gordillo.

Y más importante aún, hay que dejar muy claro que esta aprehensión no fue promovida en ningún momento por la “justicia”; los crímenes de Gordillo son sabidos desde hace décadas algunos, y nunca se había actuado contra ella sino hasta ahora por la coyuntura que hay alrededor de la reforma educativa. El poder del estado no puede ser aplicado únicamente cuando le conviene al güey que está en ese momento en la Silla del Águila.

Por último, hay que pelar los ojos, porque esto puede ser el inicio de una ola de aprehensiones con objetivos políticos, cobijados bajo un pretexto de “justicia” conveniente, y eso sencillamente no lo podemos permitir. Si van a aplicar la ley, debe ser parejo a todos; no nada más a los que se oponen a sus maquinaciones.

First they came for the communists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a communist.

Then they came for the socialists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a socialist.

Then they came for the trade unionists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a trade unionist.

Then they came for the Jews,
and I didn’t speak out because I wasn’t a Jew.

Then they came for the Catholics,
and I didn’t speak out because I wasn’t a Catholic.

Then they came for me,
and there was no one left to speak for me.

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Supongo que es mejor que “Canoa”

A lo largo de mi vida los apodos han tendido a fallar en quedárseme. Mi nombre, además de ser lo suficientemente extravagante (y buena inspiración para tatuajes), suele ser razonablemente pronunciable en casi cualquier lenguaje (los gringos suelen decirme Cánek, pero no me molesta), así que en general la gente termina llamándome por mi nombre, aunque no ha faltado quien ha tratado de ponerme apodos.

El más común suele ser Chanoc, pero han intentado también decirme (y algunos incluso persisten, aunque nunca han logrado que se generalice): Chaneque, Nek, Neko, Cank, Jacinto Canek (¿cuenta eso como apodo?), y variaciones de todos ellos.

Hoy sin embargo escuché uno nuevo: Cayak.

Supongo que es mejor que Canoa.

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Con la cámara de mi nueva laptop

Después de que me hicieron notar, de la manera más directa posible, que me veía horrible en la imagen que puse hace unos días de mi vieja Creative Webcam NX, decidí poner screenshot de cómo aparezco en los hangouts de Google con la cámara de mi nueva laptop:

Con la cámara de mi nueva laptop

Con la cámara de mi nueva laptop

No, la calidad tampoco es espectacular, pero hago notar que era de noche, y además es un screenshot de la página del navegador donde estaba el hangout. Ya animado se ve bastante decente.

Y ciertamente me gusta más que usar Skype. Que al parecer en menos de un mes todos los usuarios de messenger serán migrados (de forma obligatoria) a Skype; durante años utilicé el messenger, pero tiene ya meses que ni siquiera me he conectado (solía causar que trabajara aún menos al escribir la tesis). No me queda claro que lo vaya a extrañar mucho.

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Mi novio es un zombie

Con un montón de buenas películas disponibles en cartelera, fui y me chuté la más mala que había, creo.

Y me encantó.

Sigan leyendo para que se enteren de mi opinión acerca de Warm Bodies, aunque se aplican las advertencias de spoilers de siempre.

Warm Bodies

Warm Bodies

Fui a ver esta película en gran medida por Teresa Palmer, una hermosísima gringuita que tiende a salir en películas generalmente malas, y generalmente entretenidas. La niña tiene 26 años, y es como una Kristen Stewart que de hecho sabe actuar, y además sabe hacer más de una expresión facial. Además sale Nicholas Hoult, que yo no sabía es el niño de About a Boy, por la sencilla razón de que cambió de ser un niño caguengue británico, a un joven adulto bastante atractivo. También sale el hermano de James Franco, Dave, en un papel pequeño, pero bien actuado. Con ellos está la anoréxica Analeigh Tipton, haciendo el mismo papel que siempre hace, y siendo encantadora, como siempre hace. Por último, sale John Malkovich, haciendo lo que suele hacer en todas las películas donde sale desde hace varios años: divertirse como enano.

La historia, como el sensacional título en español resume, es acerca de una niña que se enamora de un zombie después de que el apocalipsis zómbico ha ocurrido. Ahora, como la única manera de hacer bien la historia de un romance entre una humana y un muerto viviente, es burlándose todo el tiempo de la misma (cosa que la idiota autora de Twilight fue incapaz de comprender nunca), los realizadores de esta película hicieron exactamente eso, y lo hicieron con gusto.

La historia es antes que nada una comedia, y es fabulosa en gran medida por la espectacular actuación de Hoult como R, el zombie protagonista, incluidos sus sensacionales monólogos de cómo transcurre la vida para un zombie. Los zombies de esta película ansían comer cerebros porque les producen un viaje psicotrópico donde reviven los recuerdos del dueño del cerebro, y esas son las únicas ocasiones en que se sienten realmente vivos.

R inmediatamente que ve a Julie, interpretada por la Palmer, se siente infatuado por ella; pero cuando además se come el cerebro de su novio, y por lo tanto adquiere sus memorias de ella, decide que la va a proteger del resto de los zombies, salvándola de que hagan barbacoa de su materia gris. El amor que nace entre Julie y R causa además que el zombie comience a “curarse” de su… ¿zombiés? ¿Zombitud? De ser zombie, y además esa cura se extiende entre los demás zombies.

Nadie dijo que la trama tuviera mucho sentido.

No duden por un segundo que esta película es un churrísimo; la historia es tan pendeja que uno no puede evitar el cagarse de la risa al verla en la pantalla grande. Pero ese es justo el objetivo de la misma, está muy bien actuada (haciendo énfasis una vez más en Nicholas Hoult), y además de todo es una historia de amor. Enferma, imposible, pendeja y sin sentido; pero de amor al fin y al cabo. Y es consistentemente divertida, desde el inicio hasta el cursi final.

Así que vayan, véanla, y diviértanse al ver una historia del romance entre una humana y un muerto viviente que de hecho es satisfactorio ver.

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En una década

He estado usando casi diario los Google+ Hangouts para videoconferencia (¿cómo se traduce eso?, ¿”pasadores de tiempo”?). Las razones son varias, pero la más importante, para mí, es que me evitan la molestia de instalar Skype, que cada vez me resultaba más desesperante.

Como he comentado no pocas veces en mi blog, detesto KDE, e incluido en eso va Qt. Compilarlo además en Gentoo es lentísimo, y prefiero usar mi procesador para cosas más interesantes. El cliente de Skype para Linux utiliza Qt, y al menos en Gentoo tienen la decencia de incluir una versión binaria de Qt junto con el paquete; pero de todas formas significa usar Qt, y si puedo siempre lo evito.

Además de Qt, Skype nunca mereció mucha confianza de mi parte; menos aún cuando fue comprado por Microsoft (que además casi garantiza que un buen cliente para Linux nunca existirá). Los Hangouts de Google+ me evitan todos estos problemas, y además Google me cae mejor que casi cualquier otra compañía, así que les doy el beneficio de la duda.

Técnicamente además los famosos hangouts están bastante padres; puede uno tener videoconferencia con N personas a la vez; corre todo dentro del navegador por lo que no es otra aplicación que hay que iniciar y configurar; y corre básicamente de forma perfecta en Linux, con un plugin para Chromium (que no dudo funcione también en Firefox) que mide en total como 21 Megabytes.

Comencé usando los hangouts en mi laptop, y la experiencia ahí ha sido básicamente perfecta excepto por dos problemas (ninguno relacionado con los hangouts): el primero es que mi laptop tiene unas bocinas que yo creo que son una broma, literalmente; y el segundo es que, por esas cosas que suelen ocurrir con Linux, el chipset que utiliza el bluetooth de mi laptop ahorita no está funcionando para que jalen mis audífonos bluetooth. Y hago énfasis en ahorita: hace unos meses funcionaba, y con casi toda seguridad en unos meses volverá a funcionar, sólo que como bluez pasó de la versión 4.101 a la 5, y no son compatibles, el proceso para que las aplicaciones que usan bluez se porten a la nueva versión puede tardar mucho. De hecho, es posible que con bluez 5 mis audífonos ya sirvan, sólo no he actualizado porque todo el resto del software sigue dependiendo de bluez 4.101.

Y para hacerlo más agraviante, al parecer todo lo relacionado con bluetooth funciona con bluez 4.101; incluso mis audífonos son reconocidos y ligados a la laptop. Sólo luego no aparecen como tarjeta de sonido externa. Como sea, no es grave; me pongo mis infalibles audífonos Genius, que además cuentan con micrófono incluido, y todo está chido.

De cualquier forma me dieron ganas de ver cómo funcionarían los hangouts en mi máquina de escritorio, en gran medida porque mi silla ahí es más cómoda, y el monitor es mucho más grande. Así que lo primero fue ver si servían bien los audífonos ahí; perdí unos quince minutos buscando dónde estaba el control de volumen para el micrófono, hasta que caí en cuenta de que PulseAudio es lo suficientemente inteligente como para no mostrarlo a menos que esté conectado.

Ni siquiera sabía que las computadoras ahora podían detectar cuándo estaba conectado un micrófono.

Luego fue la cámara de video, que es una antiquísima Creative Webcam NX que se conecta por USB a la computadora. Para que tengan una idea, la compré cuando pensé que me iría a hacer el posgrado a Canadá, así que sí tiene casi diez años conmigo; hablé de ella hace mucho. Bastante ha cambiado desde esa entrada; en particular, el controlador de la camarita está en el kernel desde hace años, y por lo que tengo entendido funciona perfecto… mientras en Windows a 64 bits de hecho nunca funcionó.

De nuevo tardé como veinte minutos tratando de encontrar mi camarita (el software; la camarita lleva años viviendo físicamente encima de mi monitor), hasta que por fin caí en cuenta de que por alguna razón el controlador no estaba compilado en mi kernel. En alguna actualización la opción de tener camaritas de video USB requirió alguna otra opción que no activé, y desde entonces no se había compilado el módulo. Así que recompilé el kernel, reinicié, y por fin tuve camarita de nuevo.

Y fue casi dolorosamente decepcionante:

Camarita

Camarita

Por supuesto las condiciones de luz en mi departamento apestan (más aún a las ocho de la noche), pero la calidad de la camarita es abismal. Tiene una resolución máxima de 352×288; en comparación, mi latop (que no es último modelo) tiene una resolución de 1280×1024. En mi monitor FullHD (1920×1080), la ventana de Cheese (el programa para tomar fotos de GNOME) tiene que escalar hacia arriba la imagen para que quepan los botones de su barra de herramientas. Y con tantito que se escale, a esa resolución, todo se ve súper pixeleado.

Así que descarté mi escritorio para usar los hangouts, a menos que mis interlocutores quieran ver sombras nada más. Lo que me impresionó, y que es el punto de esta entrada, es que hace diez años una camarita USB con resolución 352×288 no sólo no era rara, sino que tendía a estar en el grado alto del espectro. E independientemente de la resolución, la calidad del video (y fotos) que toman las camaritas actuales es muchísimo mejor que las de hace diez años.

En una década ocurrió que el hablar con alguien a cientos de kilómetros de distancia, y además verlos al mismo tiempo en tiempo real, se puede hacer de forma ridículamente sencilla, y con una calidad del video tal que uno puede ver los insectos caminando en las paredes detrás de los interlocutores (true story). A veces se me olvida que ya vivimos en el futuro.

Y por cierto, los hangouts funcionan sorprendentemente bien en teléfonos celulares inteligentes, si bien sólo los probé una vez, y ambos participantes usando red inalámbrica. Supongo que habrá que ver si funciona bien sobre 3G, aunque la verdad lo dudo. Mi teléfono no es 4G LT, pero me imagino que el próximo sí lo será.

Y entonces sí voy a sentir de verdad que vivimos en el universo de Star Trek.

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Mis fotos

Gracias a mi aplicación para subir fotografías, y a mi aplicación para editar etiquetas, terminé ya de organizar, etiquetar, respaldar y subir todas mis fotos, incluyendo las que tomé el fin de semana pasado cuando Juan se casó.

Galería

Galería

En el procesó afiné y mejoré varias cosas de mis aplicaciones, y me parece que ya son suficientemente robustas. La metodología que tengo para manejar mis fotos está ya bastante estandarizada, y se integra de manera perfecta con GNOME 3, así que espero no volver a quedarme tan atrasado en el mantenimiento de mi galería. Además, como ahora tengo disco duro de sobra, decidí liberar a mi laptop de un montón de cosas (videos e imágenes de CDs y DVDs, principalmente) que no tenían razón de estar ahí, con lo que puedo ya tener una copia de mi colección de fotos en mi computadora portátil.

No lo he platicado en el blog, pero estoy estrenando laptop (desde hace varios meses), y tiene un disco duro de estado sólido; esto es espectacular porque todo corre estúpidamente rápido… la desventaja es que es diminuto para el tamaño de discos duros al que estoy acostumbrado (tiene 128 GB). Es la primera laptop donde borré completamente el Windows que venía instalado; necesitaba el espacio. Actualmente mi colección de fotos ronda en los 21 Gigabytes; dado que son del orden de 9,000 fotografías, espero no llegar a los 60 Gigabytes pronto: me quedan menos de 40 Gigabytes libres en la laptop. Cuando llegue a ese tamaño, espero ya haber cambiado de computadora portátil.

Tener las fotos en la laptop (y no sólo aventadas en un directorio, sino además ya bien integradas en Shotwell) me permitirá actualizar mi galería incluso si salgo de México en un viaje largo; podré organizar las fotos en mi laptop, e incluso subirlas a la galería en línea desde donde quiera que esté. Gran parte del problema durante mis viajes largos de los últimos años fue que la base de datos de mis fotos en F-Spot estaba en México en mi máquina de escritorio, y no sabía cómo sincronizar dos instalaciones distintas del programa en máquinas diferentes. Con Shotwell ya sé cómo hacerlo: es sólo es cosa de mantener mi directorio $HOME/Pictures sincronizado entre las dos máquinas, y copiar la última versión del archivo $HOME/.local/share/shotwell/data/photo.db sobre la versión viejita en la máquina que se esté sincronizando.

Además de la copia en mi máquina de escritorio y en mi laptop, tengo una copia de mis fotos en mi media center (que tendré que escribir un programa que me permita exportar la base de datos de Shotwell y meterla en la base de datos de XBMC, porque si no sólo se puede ver fotos por directorio), otra en mi servidorcito Atom, y una más en una máquina debajo de siete capas de adamantium y kriptonita que la tengo corriendo en la Zona Fantasma. Y una copia más (pero con las fotos escaladas a 1024×768) en Xochitl en mi galería en línea, que los invito una vez más a que la exploren.

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Django sin cadenas

Como comentaba en mi anterior entrada, por fin me pagaron en la UNAM. Generalmente ahora pagan unos dos meses depués de que se comienza a trabajar (no como cuando yo di clases la primera vez, que se tardaron más de seis meses), pero en esta ocasión hubo un problema con mi grupo en particular por el nuevo plan de estudios de mi carrera.

Como sea, me pagaron el miércoles por fin y decidí que nada más eso merecía que fuera al cine, después de más de un mes de no ir. Así que fui a ver la última de Tarantino, Django Unchained. Se aplican las de siempre.

Django Unchained

Django Unchained

Como Inglourious Basterds, Django es un cuento de hadas. Sólo en lugar de utilizar una ambientación Nazi, la nueva película de Tarantino combina elementos del spaghetti western, ambientándolo en el Sur Profundo de los Estados Unidos; en las palabras del director, es un southern. La identificación con un cuento de hadas se hace incluso explícita cuando el personaje del Dr. Schultz le cuenta a Django el cuento de hadas nórdico de la saga Völsunga. Y si alguien me sale con que esas mamadas no son cuentos de hadas, le lanzo un zapato.

Todo este choro mareador es para explicar que la historia de Django es una bola de mamadas. Cualquier intento de enmarcarlo en la verdad histórica del esclavismo gringo del siglo XIX es bastante idiota, y probablemente inútil, así que no entiendo por qué tanta gente se ha desgarrado las vestiduras tratando de atacar la película, o bien por ser la fantasía encarnada de la “culpa de hombre blanco”, o bien por ser una trivialización de la tragedia que fue el esclavismo gringo.

La película es un cuento de hadas, y en ese sentido es bien chingona. Yo no he visto The Soloist, ni tampoco Ray, que he oído son las dos mejores películas de Jamie Foxx; pero en Django da una actuación espectacular el pinche negro. Describirlo como “permanentemente encabronado” se queda corto. Christoph Waltz hace de nuevo el papel de un alemán increíblemente culto y educado, además de encantador, pero en esta película de hecho su personaje es un hombre básicamente bueno. Que se gana la vida matando gente por dinero, pero básicamente bueno.

Y Leonardo DiCaprio sí me sorprendió; es un excelente villano. Debería hacerla de villano de ahora en adelante; de verdad se roba la segunda parte de la película. Incluso Samuel L. Jackson aparece (por fin) interpretando un papel distinto al que viene interpretando desde hace veinte años, y me parece que hacerla de viejito le queda bastante bien. Claro que su papel es muy lucidor, encarnando a toda la gente mierda, miembros de un grupo oprimido, que se alía con sus opresores para joder a sus semenjantes.

La “controversia” que está generando la película en el gabacho es resultado del crimen que los gringos cometieron, de crear una nación donde “All men are born free and equal”, pero que convenientemente “All men” no incluye a los negros… excepto para pagar impuestos, en cuyo caso decidieron que cinco negros equivalían a tres blancos. Es una nación viciada de origen, incluyendo a sus adorados “founding fathers”, los cuáles todos tenían esclavos (excepto Franklin), por un crimen que es mucho peor y mucho más duradero que los cometidos por Hitler y sus seguidores. No se pueden perdonar a ellos mismos (y está bien, es imperdonable), y entonces cualquier cosa relacionada a ese negro (je) pasado suyo los vuelve medio locos.

Para el resto del mundo que sí es civilizado eso no nos causa ningún conflicto, y me parece que podemos apreciar y disfrutar esta película por lo que es: un extraordinariamente bien hecho cuento de hadas, con vaqueritos que se despedazan a balazos. Así que vayan y véanla, en el cine de ser posible.

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Ocho años

Otra vez se me pasó el aniversario de mi blog, el 26 de enero. Al menos esta vez fue por menos de dos semanas.

El año pasado estuvo marcado para mí por dos cosas, cada una de las cuales se llevó más o menos seis meses: escribir mi tesis de doctorado, y quedarme sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo. Lo segundo impidió (junto con otras cosas) que lo primero culminara en lo natural, que sería el doctorarme.

Este año tengo que doctorarme, y de hecho tengo que hacerlo en los próximos meses. Ayer por fin me pagaron en la UNAM (después de más de seis meses; así suele ser ahí), y entonces ya estoy mucho más estable de lo que estuve los últimos seis meses. La chamba también se calmará un poco en las próximas dos semanas (después de ponerse intensa durante casi todo el mes pasado), y básicamente eso significa que ya puedo dedicarle tiempo a por fin sacar el grado de doctor. Vamos a ver cuánto tarda eso.

¿De lo demás? No lo sé con certeza, pero comienzo a entender el viejo adagio de que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana.

Y la vista es hermosa.

Como siempre, gracias a todos los lectores que me han seguido durante todos estos años. Prometo tratar de escribir más seguido; el último año fue un desastre en ese sentido.

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La boda de Juan y Érika

Uno de mis mejores amigos, Juan, se casó el sábado. No había escrito al respecto por razones.

En 2005 Omar tuvo a bien casarse con Paola; tuvieron que pasar casi ocho años para que el segundo de nuestro pequeño grupo de cuatro (Omar, Enrique, Juan y yo) se volviera a casar. A este paso, Enrique se va a casar en 2021, y yo en 2029; no se ven buenas las probabilidades de que pueda cargar a mi esposa para entrar a nuestro hogar por primera vez como casados.

Yo estuve presente el día en que Érika y Juan se conocieron, en gran medida porque fui parte de la conspiración que varios amigos hicimos para que esto ocurriera, a pesar de la férrea resistencia de Juan. Resistencia no a conocer a Érika, sino a salir de su casa; para que no tuviera de otra tuvimos que hacer una reunión en su casa y llevarle ahí a Érika para que por fin la conociera. Y luego todavía tuvo el descaro de reclamarnos que por qué no se la presentamos antes.

La historia de Juan y Érika es larga y tortuosa como suelen ser todas las grandes historias de amor, y no la voy a relatar aquí en primer lugar porque es una historia que les tocará a ellos contarles a sus hijos, y en segundo lugar porque qué hueva. Lo que voy a relatar es el día de la boda, donde me tocó cumplir el papel de chofer, dado que Juan me pidió que lo llevara a él de su departamento al salón de la boda, y al final de la misma que lo llevara a él y a su nueva esposa al mismo departamento, convertido ahora en el hogar donde comenzarán a vivir su vida como pareja casada.

Pero antes un paréntesis: una muestra de que Enrique, Omar y yo de verdad queremos a Juan, es que accedimos los tres a vestir traje para el día de la boda, cuando en general nunca lo hacemos. Así que yo comencé el día bañándome y poniéndome mi traje, que tuve que comprar porque el que me regaló mi hermano después de titularme de la maestría ya no me queda. Me aprieta de la cintura, lo cual no es de extrañar; lo que es de extrañar es que me aprieta aún más de los hombros. O cada vez estoy más ancho de espaldas, o la grasa se me acumula en los hombros.

Como sea, Juan me pidió que llegara a las 3:00, y no queriendo hacer un Enrique traté de llegar antes. Lo conseguí, pero por muy poco: llegué al diez para las tres. Juan se disfrazó de pingüino, se puso saliva en las patillas, y nos fuimos de ahí a la casa de Érika para recoger varias cosas que ella iba a necesitar en la noche. Ya todo empacado, nos fuimos al salón, que resultó estar dentro del deportivo al que mi mamá lleva casi quince años yendo a hacer ejercicio.

A las cinco de la tarde llegó Érika, y al mirar a Juan disfrazado de pingüino, de inmediato se puso a llorar. Yo le hice ver que todavía estaba a tiempo de arrepentirse, que no tenía porqué echarse a llorar, pero eso sólo la hizo llorar todavía más. Así que le dije que mejor lo reservara para cuando Juan le pegara, pero eso, al parecer, también la hizo llorar aún más, por lo que mejor me callé. Ya que las lágrimas se detuvieron un poco (se la pasó llorando toda la boda), vino la sesión de fotos.

Juan y Érika

Juan y Érika

Yo no tomé las fotos oficiales; yo sólo iba de advenedizo.

Una hora de fotos después, llegaron los papás de Juan y su hermana menor, Mina. Otro paréntesis: yo la última (y única vez) que había visto a Mina había sido diez años atrás, cuando ella era una niña preparatoriana de 17 años que había venido la Ciudad de México a visitar a su hermano mayor. Nada en el mundo me podría haber preparado para la impresión que me causó ver al despampanante mujerón en el que la niña preparatoriana de 17 años se había convertido en tan sólo una década.

Por supuesto, ella no me reconoció al verme.

Después llegaron Fede, el hermano menor de Juan, junto con su esposa, y poco a poco fueron llegando más familiares del novio y de la novia, mientras los fotógrafos oficiales hacían su trabajo, y yo me colaba para robar fotos con mi camarita.

Los novios y sus familias

Los novios y sus familias

A las siete tenía que llegar el juez de lo civil (Juan y Érika tuvieron el buen gusto de casarse únicamente por lo civil, igual que Omar y Paola), y era importante realizar la ceremonia rápido porque el tipo tenía otra boda a las ocho, así que nos pasaron a todos a un salón, y nada más llegó el juez comenzó la ceremonia. Yo seguí robando fotos en todo momento.

La ceremonia

La ceremonia

El juez no era buen orador, pero le echaba ganas. Le imbuía drama a cada una de sus frases, acompañándolas de gesticulaciones con las manos, mientras explicaba la importancia de matrimoniarse para poder… algo, no sé. La verdad yo estaba bastante emocionado de por sí, dado que Érika continuaba llorando todo el tiempo; el performance del juez sólo lo acentuaba.

Después vino la firma de documentos, que como todo el mundo sabe es la parte más romántica de cualquier boda.

Érika firmando

Érika firmando

Juan firmando

Juan firmando

Y entonces los novios leyeron sus votos. Es necesario que explique lo siguiente antes de continuar; Juan es uno de mis mejores amigos: para mí él (junto con Enrique y Omar) es un hermano. Lo conozco desde que teníamos 19 años, y sé lo difícil que le es expresar lo que siente, mucho más aún con palabras. Así que oír decirle a Érika sus votos, mientras se le quebraba la voz, sí estuvo a punto de hacerme llorar a mí también. Claro que la hermana mayor de Érika también jugó sucio; contrató un cuarteto de cuerdas que se pusieran a tocar la aria Aire de Bach mientras leían sus votos. Así es trampa.

Después de que todos lloramos, el juez hizo que se pusieran los anillos (que Juan se las ingenió para hacerlo mal… dos veces), y por fin los declaró matrimoniados.

Recién casados

Recién casados

Después siguió lo que sigue en todas las bodas; se comió, se partió un pastel, la novia aventó un ramo, y el novio manoseó a la novia y después aventó la liga. Y hubo baile todo el tiempo; que por cierto (otro paréntesis), después de quedarme sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo pensé que al menos una ventaja sería que no tendría que bailar. Hasta que llegó a sacarme a bailar la mamá de Juan, que por supuesto no había forma de que le dijera que no, así que pues ya qué.

Ah, y tomé una foto de Juan bailando, que creí nunca lo vería:

Juan y Érika bailando

Juan y Érika bailando

Yo me la pasé increíblemente bien en la boda de Juan y Érika. Pude platicar con Omar, que él sí se negó a bailar (habrá que esperar si conseguimos arrastrarlo cuando Enrique o yo nos casemos), y era tan intensa, sincera y contagiosa la felicidad de las dos familias de los novios, que era medio imposible no sentirse uno mismo abrumado y capturado por tanta y tan bien intencionada alegría. Cuando Fede, el hermano de Juan, tomó el micrófono ligeramente embriagado para dirigirle unas palabras a los novios, y a él también se le quebró la voz por la emoción y los tres galones de alcohol que había ingerido, yo sí ya pensé que era conspiración para hacerlo llorar a uno.

Yo no pude beber casi, porque era el chofer de los novios, y me tuve que esperar a que salieran los últimos para agarrar a los recién casados y llevarlos a su hogar. Eso, y ayudar a cargar las cosas de Érika que seguían en mi carro.

Yo conocí a Érika el mismo día que Juan lo hizo, en septiembre de 2006, hace casi siete años. Podría decir mucho acerca de sus cualidades, de su sentido del humor, y de su belleza. Pero creo que todo eso es superfluo, y queda desmedidamente encogido, comparado con lo más halagador que puedo decir de ella: que cambió a mi amigo, y que lo hizo para bien. El muchacho solitario, callado, antisocial e increíblemente tímido que siempre proyectaba un aura de que quería romperle su madre a alguien, Érika lo convirtió en alguien alegre, fuerte, seguro de sí mismo, y mucho más responsable con su vida académica y profesional de lo que probablemente nadie de los que lo conocíamos hubiera podido imaginar. Obviamente Érika no fue la única causa; pero que nadie me diga que no fue la principal.

Nada más por eso yo le estoy infinitamente agradecido, y sería suficiente para que tuviera mi lealtad y cariño incondicional de aquí a que cuelgue los tenis. Pero además en estos años he tenido la oportunidad (aunque ciertamente menos de lo que me hubiera gustado) de conocerla y convivir con ella, y me ha dado una muestra de la increíble persona que es, y pude entender cómo conquistó de forma inexorable a mi amigo, que también es una de las personas más extraordinarias que yo conozco. Y es por ello que quiero decir algo que es completamente innecesario además de altamente ridículo. Pero es que si no lo hiciera así, no sería yo.

Bienvenida a la familia, Érika.

Geeks + Érika

Geeks + Érika
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Quick Photo Editor

Limpié y subí también mi aplicacioncita para editar etiquetas en fotos; la pueden encontrar en Github.

Quick Photo Editor

Quick Photo Editor

Llevo años escribiendo pequeñas aplicaciones que me quedo nada más para mí. No creo necesariamente que le vayan a servir a absolutamente nadie más, pero el hacerlas públicas me obliga a tener el código en buen estado, legible, y a escribir el mínimo de documentación e infraestructura necesarias para que no sea nada más un archivo en Vala, Python, C o Perl aventado en algún directorio de mi $HOME, que años después no tengo ni idea de qué hacía o por qué lo había escrito.

Esta aplicación está escrita en Vala, que me parece ahí reside en gran medida el futuro de GNOME; es muy divertido de programar, y los programas son razonablemente rápidos y con poco uso de memoria (contrario a C#). Además, el código es muy legible y compacto; no al grado de Python, pero me parece que sí más que C#. El programita, aunque su funcionalidad a lo mejor le es inútil a nadie que no sea yo, sirve también para estudiar un ejemplo pequeño, pero funcional, de cómo escribir una aplicación con autotools, usando gettext para internacionalización, cómo instalarle iconos, y otras cosas de ese estilo.

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Gallery 3 Uploader

Total que limpié mi programita para subir fotos a Gallery3; es básicamente para mi uso privado, pero consideré que a lo mejor a alguien le podría resultar útil al menos el módulo que se comunica con el API REST de Gallery3.

Como lo iba a hacer público, lo limpié, le puse una interfaz gráfica, lo hice que hablara varios idiomas (inglés y español, porque no sé otros), y le puse toda la parafernalia para que se pueda compilar haciendo la santísima trinidad de ./configure && make && make install. El resultado no sólo es más agradable a la vista; ahora puedo seleccionar fotos en Nautilus, hacerles click derecho, y abrirlas con esta aplicacionciota, lo cual las manda a mi galería en línea.

Gallery 3 Uploader

Gallery 3 Uploader

Le faltan muchas cosas: por ejemplo, tronará sin decir nada si alguna de las etiquetas que espero encontrar en las fotos falta, pero ya es útil para mí, y espero lo sea también para alguien más. El programita está en Github: https://github.com/canek-pelaez/g3uploader.

Ahora sólo tengo que limpiar la aplicación que edita las etiquetas.

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Criminales e incompetentes

Y la Cassez al final fue liberada.

La Cassez

La Cassez

Escribí acerca del caso hace unos diez meses, y antes hace casi dos años. Sostengo todo lo que dije en esas dos entradas, excepto por una cosa: yo estaba convencido de la culpabilidad de la Cassez, y ahora la verdad no sé. Yo no soy abogado (ni he interpretado a alguno en televisión), pero he platicado con gente capaz y que sabe de estas cosas (además de que de hecho son abogados), y he encontrado las dos opiniones (que es culpable y que es inocente) siendo defendidas con argumentos bastante convincentes.

La simple verdad es que no sabemos qué pasó, porque estos criminales incompetentes hicieron un lodazal de las circunstancias que rodearon la captura de la francesa, y probablemente entonces nunca sabremos cuál es la exacta verdad de lo que ocurrió, y qué papel jugó Florance Cassez en los crímenes por los cuales se le encarceló. Y el punto de esta entrada que escribo es que eso ya no importa ahorita: fuera inocente o culpable, tenía que ser liberada por cómo actuó el gobierno de Fox al encarcelarla, y el “gobierno” de Calderón al llevar a cabo el juicio sabiendo cómo habían sido los hechos de su detención.

Los criminales más peligrosos aquí no son ni la francesa ni los secuestradores a los que pudo o no haber ayudado; los criminales más peligrosos aquí fueron los incompetentes que destrozaron cualquier posibilidad de realizar un juicio propio contra la francesa al querer hacer su captura un reality show para que se transmitiera en horario AAA de telerisa. Y son los más peligrosos porque contaban con la fuerza del estado para realizar sus fechorías.

El resultado de esta debacle es malo desde cualquier punto de vista, sea o no Florence Cassez inocente. Si era inocente, estos incompetentes criminales encarcelaron, vituperaron y acosaron a una mujer inocente durante más de siete años de su vida. Si era culpable, estos incompetentes criminales tuvieron que soltar a una criminal que causó dolor y angustia a las familias de las víctimas de la banda de los Zodiacos, porque escogieron deliberadamente no hacer propiamente su trabajo.

En cualquiera de los dos casos, la criminal incompetencia de estos imbéciles resultó en un crimen peor que cualquiera que pudo o no haber cometido la Cassez: el uso de la fuerza del estado con el objetivo no de servir a sus constituyentes, sino el tratar de manipular la opinión pública.

Sin duda una o más personas merecen terminar en la cárcel por todo esto; y (con gran probabilidad, lamentablemente) la Cassez no es una de ellas.

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La vida a través de una cámara digital

En 2004, la Universidad de Waterloo me aceptó para que fuera a hacer mi maestría. Entre otras cosas por eso empecé este blog, porque quería escribir acerca de mis estudios en el extranjero. Por las mismas razones, estuve considerando desde febrero de 2005 el comprar una cámara digital, y en marzo Sergio, el hermano de Enrique, me hizo el favor de comprarme una Sony Cybershot DSC-P200 en el gabacho, que en abril por fin tuve en mis manos.

Por supuesto ya saben qué pasó: Conacyt decidió que la computación no era un “área estratégica” para México y no me becaron, así que me quedé aquí y pasaron los siguientes ocho años de mi vida. De eso no es esta entrada.

La entrada es de que una vez tuve mi cámara, de inmediato decidí que necesitaba un sitio en línea para poner mis fotos a la vista de todo mundo. Agarré e instalé Gallery, que era (y es, me parece) el programa más utilizado para mantener una galería en línea, y de inmediato me desagradó. Era lento, usaba mucho (y mal) JavaScript (o a lo mejor era sólo que entonces los navegadores traían pésimos motores de JS), y además no me gustó cómo se veía. Era la versión 1 del programa.

Instalé entonces Coppermine, que fue básicamente el primer programa alternativo a Gallery que encontré, y lo usé unos cuantos meses. En mi casa usaba F-Spot, que está escrito en C#, y que en ese momento me parecía un extraordinario programa. Claro, tenía entonces del orden de doce fotografías, entonces F-Spot hasta rápido parecía.

Mi colección de fotografías digitales estuvo durante varios años manejada, y de alguna manera controlada, por F-Spot. El programa no es para nada malo, sólo sufre el mismo problema que todos los programas escritos en C#: la memoria que consumen es ridículamente alta, y se vuelven lentísimos con no mucha información. Como sea, eso no lo descubriría sino hasta años después.

En 2005 todavía no lo descubría, porque les digo que tenía como quince fotos, pero mi uso de F-Spot causó que tuviera que dejar de usar Coppermine. F-Spot nunca fue pensado para usar álbumes; previendo que eso sería el futuro, F-Spot favorecía mejor las etiquetas, y entonces una foto puede pertenecer a más de una etiqueta. Uno puede emular la funcionalidad de álbumes con etiquetas, pero no al revés. Lo grave con Coppermine no fue que no tuviera etiquetas; era que no podía ni siquiera mover fotos entre álbumes. Además no podía subirlas fácilmente desde F-Spot (y en ese entonces la red era mucho más lenta), y todo se combinó para que decidiera dejar Coppermine.

Entonces volví a revisar Gallery, y seguía básicamente igual de malo que antes; pero por suerte ya estaba disponible el primer beta de Gallery2, así que decidí probarlo. Me gustó mucho más, pero lo que me convenció de usarlo fue que F-Spot tenía un plugin para mandar un conjunto de fotos a un álbum de Gallery2. Eso hizo mi vida mucho más sencilla.

Yo soy muy neurótico con mis colecciones, de lo que sea. De música, de películas, de videojuegos, o de fotos, me interesa que todo esté meticulosamente etiquetado y catalogado. En F-Spot podía ponerles a las fotos un comentario (donde generalmente pongo el nombre de los que aparecen en la foto, o el lugar donde estoy en el peor de los casos), y el plugin que subía las fotos a Gallery2 se encargaba de hacer que dicho comentario apareciera también en Gallery2. Era la gloria.

Así estuve durante años, muy feliz, aunque con varias incongruencias en mi galería en línea. Como F-Spot tenía varias etiquetas “principales” (Favoritos, Escondidas, Eventos, Lugares y Gente), yo traté de emular eso en Gallery2… lo cual es una enorme pendejada, porque terminé aventando casi todo al álbum de eventos. Además, por alguna razón que no comprendo, creé un álbum llamado “Pruebas” que aparecía ahí en la página principal de la galería, y que lo hizo durante varios años.

Como sea, quitando esas cosas todo medio funcionaba, y lo que más me importaba era que la información que metía con F-Spot a mis fotos, se conservaba cuando las subía a Gallery2. Hasta que un día los desarrolladores de F-Spot decidieron cambiar las cosas: lo que yo metía en F-Spot como comentarios a las fotos, se subía como el título a Gallery, pero entonces decidieron cambiarlo a que fuera el comentario. Y entonces no se veía esa información a nivel del álbum en Gallery2, se veía sólo en la página de la foto. Con eso podría haber vivido; lo que era horrible era que el título ahora era el nombre del archivo, algo del estilo dsc00768.jpg.

Pude parchar a F-Spot para que funcionara como lo hacía antes (de algo tiene que servir que sepa programar), pero ya para entonces, en 2008, se había comenzado a volver muy lento con todas mis fotos. Ya tenía del orden de 2,000 fotografías, y al programa le empezaba a pesar muchísimo. Además comenzó a estar súper inestable, y tenía que estar deshabilitando cosas para que no tronara.

A pesar de todo eso lo seguí usando, y aunque no de forma perfecta seguía funcionando lo más importante para mí, que podía pasar las fotos de F-Spot a Gallery2 preservando la información de las mismas.

Y entonces me fui a Europa durante tres meses, de enero a marzo de 2009, y se me ocurrió regresar con 2,500 fotografías más.

Cuando, después de meses, había metido todas las fotos de mi viaje a F-Spot, el programa ya era básicamente inusable para mí. Y además de todo, la subida de las mismas a Gallery2 no era raro que fallara de formas extrañas, lo cual dejaba una imagen de error en lugar de la foto (aunque sí generaba correctamente la miniatura, porque F-Spot era el que la generaba antes de subir la foto, lo que hacía todavía más difícil descubrir cuándo había fallado la transferencia).

Pero lo que hizo que me deshiciera de F-Spot fue que cuando regresé de California en 2009, donde visité a mi cuate Eddie en San Francisco, había estado guardando la información GPS de donde había estado, y decidí tratar de sincronizarla con las fotos (para que cada foto marcara dónde la había tomado). Y entonces me di cuenta de que las horas de las fotos estaba desfasadas por 6 horas, porque los idiotas de F-Spot estaban suponiendo que mi cámara estaba en horario GMT (UTC+0), y que como México (y mi escritorio) estaban configurados en America/Mexico_City (UTC-6), eso quería decir que tenía que moverle al tiempo de casi todas mis fotos.

No tienen idea de cómo me encabroné, porque nunca me preguntó o dijo nada al respecto, y yo pensaba que ya no podía rescatar el tiempo original. Así que cerré por última vez en mi vida F-Spot, y seguí trabajando en mi doctorado, viajando, y tomando fotos que aventaba al primer directorio que podía, sin ni siquiera pensar en que sería bueno algún día subirlas a mi galería.

Hasta que mi disco duro tronó, como comenté hace unos días.

Ya que recuperé mis fotos, y las respaldé en cuanta máquina pude respaldarlas, comencé a pensar en cómo restituir mi colección de fotos en mi máquina (sin usar F-Spot, claramente, que además al parecer dejaron ya de mantener: la última versión salió en 2010), y cómo después tener un sistema independiente de cualquier programa (o al menos de cualquier programa no escrito por mí) para sincronizarlo con mi galería en línea, que además migré a Gallery3 cuando me quedé sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo.

Primero descubrí que las fechas modificadas por F-Spot eran las dadas por la etiqueta EXIF DateTimeOriginal, pero por suerte la fecha original estaba guardada en CreateDate, así que sólo escribí un script que comparara las dos fechas y reemplazara la primera con la segunda si acaso diferían; para eso utilicé exiftool. Luego decidí mover la información de F-Spot a las fotos directamente. Los comentarios que con tanto cuidado había metido a las mismas durante mis años de usar el programa estaban en una base de datos SQLite, así que escribí un programita en Python que sacaba esa información, y la guardaba en las etiquetas EXIF UserComment, Title, ImageDescription y Caption, porque me pareció que era mejor ser redundantemente redundante. Usé exiftool de nuevo para manipular las etiquetas de las fotos.

Ya que hice eso, decidí probar Shotwell, el nuevo programa para manejar fotos de GNOME 3. El programa está escrito en Vala, que todo el lenguaje me parece un maravilloso hack, y me gustó mucho cómo funciona. Sólo que entonces vi que en algunas fotos aparecían mis comentarios como títulos, y en otras sólo el nombre del archivo. Investigando (tuve que bajar hasta el código fuente de Shotwell), vi que lo que pasaba es que Shotwell usaba la etiqueta Iptc.Application2.Caption para el título, porque al parecer es lo más estándar. Esa etiqueta no es EXIF, es IPTC, así que tuve que usar el programa exiv2 para reacomodar los comentarios en mis fotos. Por suerte, todo esto ya era sólo escribir otro script que hiciera toda la chamba. También vi que Shotwell usa la etiqueta Xmp.dc.subject para etiquetas internas del programa, así que decidí que con eso haría mis álbumes.

Shotwell maneja álbumes a la antigüita, todos basados en fechas. Se pueden mezclar fotos entre álbumes, pero decidí mandar eso completamente al carajo: a partir de ahora, mis álbumes están definidos por un rango continuo de tiempo, y a la chingada con todo lo demás. Además de álbumes, Shotwell maneja etiquetas, pero son ortogonales los primeros a las segundas. De cualquier forma, decidí arbitrariamente que la única etiqueta que tendrían mis fotos sería el nombre del álbum al que pertenecen.

Como los álbumes de Shotwell están basados en tiempo, automaticamente divide todo en años, estos en meses, y ya dentro de los meses hay álbumes que pueden ser de un instante en el tiempo (si tienen una sola foto), o de varios días. Decidí que también así funcionaría mi galería en línea, y así es como reconstruí mi colección de fotos. Fue poco trabajo, en general, porque casi todo se pudo automatizar con scripts. Sólo tuve que reacomodar algunas fotos que no tenían un álbum bien definido, y de paso acomodé las fotos igual en la jerarquía del sistema de archivos: tengo un directorio 2009, dentro de él un directorio “02 Febrero”, y dentro de él un directorio para cada álbum, que como dije describen rangos continuos de tiempo.

Jerarquía de archivos

Jerarquía de archivos

La única bronca es cuando se me parte un evento que cae entre el último día de un mes y el primero del siguiente (los años nuevos suelen ser así), pero decidí que eso no era terriblemente grave. De esta forma, Shotwell no se mete para nada con mis fotos; jamás les escribe nada. Sólo lee información de ellas, y las despliega bonito, con lo que espero evitar las broncas que F-Spot me daba. Además, la organización de mis fotos en el disco duro es virtualmente idéntica a la organización de mis fotos en Shotwell.

Shotwell

Shotwell

Con mi colección reorganizada una vez más, decidí que necesitaba reestructurar mi galería en línea también. Inicialmente pensé en borrar las fotos que ahí estaban y meterlas todas de nuevo, pero resultó imposible: tuve que borrar todo y empezar de cero. Por suerte Gallery3 ofrece un API REST para manipular la galería en línea; está súper chido, muy fácil de programar, y me permite olvidarme de que nadie más me diga cómo deben subirse los datos a mi galería. Hice un programita en Python (versión 3; el uso de UTF-8 me impide que pueda usar Python 2) que le pasa uno una lista de archivos JPG, y les saca la información que me importa (básicamente la fecha, el título en Iptc.Application2.Caption y el álbum en Xmp.dc.subject), y procede como sigue:

  1. Saca el año de la foto, y comprueba que exista un álbum principal en la galería en línea llamado como el año. Si no existe, lo crea con la descripción “Año 2009”, por ejemplo.
  2. Saca el mes de la foto (01, …, 12), y comprueba que exista un álbum con ese nombre debajo del álbum del año correspondiente. Si no existe, lo crea con la descripción “Mes de Febrero”, por ejemplo.
  3. Saca el álbum de la foto, lo normaliza (quita acentos y símbolos, convierte espacios en guiones, etc), y comprueba que exista un álbum con ese nombre debajo del álbum del mes correspondiente. Si no existe, lo crea con la descripción idéntica al álbum, sin normalizar.
  4. Escala la foto a 1024×768, de ser necesario, preservando todas las etiquetas EXIF, IPTC y XMP.
  5. Sube la foto escalada al álbum correspondiente, usando como nombre el nombre del archivo, como título la etiqueta Iptc.Application2.Caption, y como descripción una vez más el álbum.

Todo esto es automático, y además el programa es suficientemente listo como para comprobar la existencia de cada álbum exactamente una vez; si ya comprobó que existe, guarda esa información para usarla en subsecuentes fotos. Además, si hay un error en la red lo detecta, y vuelve a subir la foto en ese caso. De los miles de fotos que subí, sólo me generó tres o cuatro duplicados, que además fue muy sencillo detectar. Mi programa incluso usa colorcitos para avisar qué está haciendo:

Mi programita en Python

Mi programita en Python

Las consecuencias de todo esto son varias: mi galería en línea tiene entonces una organización virtualmente idéntica a mis fotos en Shotwell (y por lo tanto en mi disco duro):

Mi galería en línea

Mi galería en línea

Pero además las fotos, durante todo este proceso, guardan la información siempre en ellas mismas; las tengo respaldadas (como ya he dicho) en varias máquinas en éste y otros sistemas solares, así que si algo terrible ocurriera con mi computadora y con mi galería en línea, no tengo nada de qué preocuparme: sólo copio mi respaldo, y puedo reconstruir mi colección en Shotwell casi de inmediato (sólo tengo que renombrar cada álbum, pero eso es muy rápido porque cada foto tiene una única etiqueta con el nombre de su álbum), y puedo reconstruir mi galería en línea de forma automática (aunque tendría que esperarme un rato a que acabaran de subirse las fotos).

Por supuesto, para que todo esto funcione las fotos en primer lugar deben tener la información dentro de ellas. Con la parte de mi colección que ya tenía organizada esto fue muy fácil, porque todo estaba en la base de datos SQLite de F-Spot. Con las fotos que no he organizado significa meterles el título (Iptc.Application2.Caption), y el álbum (Xmp.dc.subject). El álbum no me preocupa mucho, porque al cabo eso lo puedo hacer después de acomodarlas en directorios, y correr un script (que ya escribí), que lee el nombre del directorio (quitándole el prefijo numérico de ser necesario) y se lo pone a la foto.

El título es más desmadre, porque tengo que ponerlo foto por foto. Así que hice lo que cualquier programador que se llame así mismo uno haría: escribí un programa. Lo escribí en Vala (se me antojó después de ver el código de Shotwell), y de una vez le escribí el código necesario para que también pueda girar las fotos acostadas. Que de hecho no se giran, sólo se escribe una etiqueta EXIF que especifica que esa foto debe mostrarse girada.

Quick Photo

Quick Photo

El programa es bastante rápido; al dar Enter en el campo de texto, inmediatamente se guarda la información en la foto (que la imagen en sí no se modifica, sólo sus etiquetas), y se mueve a la siguiente. Lo único malo es que tengo que usar el ratón para girar la foto a la izquierda o derecha; tengo que programarle que lo pueda hacer desde el teclado, y entonces será casi perfecto para mis necesidades. Lo pienso liberar (junto con mi progamita en Python); a lo mejor a alguien le resulta útil.

Ahora sólo tengo que hacer lo que durante años estuve evitando: organizar las miles de fotos que no he organizado. Ya organicé (y subí) un par de meses de 2010; me falta el resto de ese año, el 2011 y el 2012. En 2012 no tomé casi fotos (estaba encerrado escribiendo la tesis, o quedándome sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo), pero en 2011 tomé cientos de fotos en mi viaje por alrededor del mundo. Además, ya con esta infraestructura, supongo que debería también organizar las fotos de mi celular; varias lo valen, me parece, pero eso sí me va a tomar tiempo. Mientras tanto, tengo todo respaldado de forma redundantemente redundante, y cada vez que termino con un álbum nuevo (que generalmente se traduce a un día o dos de fotos), vuelvo a respaldar todos los cambios.

Mi punto con todo este impresionante choro, es que cuando creé mi galería en línea, el programa me pidió que le pusiera un nombre a la galería. Yo, falto como siempre de imaginación, le puse “Fotos de Canek”; así se sigue llamando hasta estos días. Pero después de ponerle el nombre, me pidió que lo describiera, y en ese momento (hace casi ocho años), sin pensarlo demasiado le puse “La vida a través de una cámara digital”.

Respaldando, reparando y reorganizando todas las fotos que he tomado desde abril de 2005, me di cuenta de que no pude haber elegido una mejor descripción para mi galería en línea: de verdad refleja mucho (aunque no todo, y muchas veces ni siquiera lo más importante) de lo que ha sido mi vida en estos años, que cubren básicamente mi maestría y doctorado hasta ahora. Los invito a que ustedes también le echen un ojo, si así lo desean, a mi renovada y mejorada galería en línea; pocas cosas me enorgullecen y alegran más que poder compartir las imágenes que capturan los varios momentos significativos que he tenido, y los viajes que he realizado.

Ahora que volví a revivir casi todos los momentos que fueron capturados con mi camarita Sony, no pude sino llegar a dos conclusiones: la primera, que soy increíblemente afortunado. Y la segunda: que me la he pasado poca madre en estos años. Incluso considerando los momentos amargos, las experiencias tristes, y las inevitables heridas del corazón, en retrospectiva para mí el balance es claro: lo bueno supera con creces, y por mucho, a lo malo. Me he divertido como enano en todo este tiempo.

Y lo bailado, nadie me lo quita.

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Rudo rudo

Estaba oyendo música a un volumen que tal vez podría considerarse elevado, y las vibraciones de los bajos fueron tales que causaron que se cayeran mis llaves de una repisa. Después de leer eso, alguien que no me conozca probablemente pensaría que estaba escuchando heay metal, hip-hop, o tal vez siendo conservadores, buen y viejo rock & roll.

Los que me conocen no se extrañarán de saber que no escuchaba heay metal, ni hip-hop, ni buen y viejo rock & roll. Estaba escuchando el sencillo Inside Identity, de Black Raison d’être. Nada más de leer el título de la canción y el nombre de la banda, alguien que no supiera de qué va la cosa podría pensar que eso no tiene nada de especial.

Así que para ahorrarles la búsqueda en Google, ésta es la portada del sencillo:

Black Raison d'être: Inside Identity

Black Raison d’être: Inside Identity

Por supuesto, también pueden verla/oírla en el tubo. Y antes de que nadie me pregunte, , ya vi la serie.

Y , me encanta.

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Los 500 GB

Hace unos meses se me murió un disco duro de 500 GB. No había nada ahí que no tuviera de forma redundante en otra máquina (y en algunos casos en varias otras máquinas), y lo que no estaba de forma redundante no era realmente importante para mí, o lo podía bajar de nuevo de Internet.

Todo, excepto varias decenas (si no centenas) de fotografías.

Mi galería en línea (la que acabo de actualizar, por cierto) la he tenido abandonada desde hace mucho tiempo. Regresé de mi primer viaje a Europa en marzo de 2009 con varias centenas de fotografías, y esto causó que me tardara mucho en catalogarlas y ordenarlas; mis subsecuentes viajes en 2010 agravaron la situación, y mi viaje monstruo de seis meses en el 2011 causaron que sencillamente dejara de pensar en que en algún momento de mi vida tenía que organizar mis fotos. Si lo hacía, terminaba tirado en el suelo en posición fetal respirando a través de una bolsa de papel.

Lo que terminó pasando fue que aventaba los nuevos archivos de mis fotos en varios directorios, y me olvidaba de ellos, sin jamás pensar “hey, tal vez sería buena idea respaldarlos”. Y entonces un día mi disco duro de 500 Gigabytes se murió, llevándose mi $HOME y otra partición que venía utilizando desde hacía años.

Esto ocurrió en las etapas finales de la escritura de mi tesis doctoral, así que no tuve tiempo de llorar por mis archivos perdidos. Mis documentos (incluyendo los de la tesis… y todos los demás) están triplemente respaldados en mi laptop, mi servidorcito Atom, y una máquina corriendo en una bóveda secreta debajo del océano Antártico, así que sólo cloné mis documentos en un $HOME vacío, y seguí escribiendo la tesis de doctorado.

No tiré el disco, porque pensé que tal vez un día existiría la posibilidad de recuperar la información en él.

Cuando acabé la tesis de doctorado, busqué en línea qué podía hacer para recuperar la información de un disco que estaba, aparentemente, morido. Debo resaltar que el disco duro en cuestión hacía los ruidos normales que hace un disco cuando se conecta y recibe poder, pero no aparecía en ningún lado: el BIOS de mi computadora no lo detectaba, y tampoco ocurría si lo conectaba por un cosito SATA→USB.

Internet no fue de gran ayuda, tal vez porque mi Google-fú no fue tampoco el mejor del mundo: básicamente pregunté “¿cómo le hago para revivir un disco duro morido?”. La respuesta en general fue que la mejor oportunidad (si no había click de la muerte), era agarrar el modelo del disco duro, y buscar en la red para comprar únicamente el PCB, el circuito (realmente una computadora chiquita) que está atornillado debajo. La idea era conseguir un reemplazo idéntico, y orar que con eso se pudiera recuperar la información.

Dado que ya entonces andaba corto de dinero, ni siquiera me pasó por la mente; por lo que leí había que pedir el famoso PCB a China, y nada más el envío iba a costar una lana, si es que acaso encontraba el modelo exacto que necesitaba, y sin ninguna garantía de que al final funcionara. Así que lo dejé pasar, y seguí con mi vida.

Que en este caso consistió en quedarme sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo.

Cuando por fin me medio recuperé de eso, de las cosas que hice para distraerme fue actualizar y configurar propiamente mi media center. No recuerdo cuándo fue la última vez que platiqué de él, pero el año pasado lo cambié de Moovida a XBMC, que resultó ser de los programas más impresionantes en el mundo del software abierto que he visto en mi vida.

Organicé cuidadosamente mis series de televisión y mis películas, así como mi animé y mi música. Y cuando el polvo se asentó, resultó que el espacio libre en mis discos duros estaba peligrosamente bajo. Lo cual es obvio, porque había perdido 500 Gigabytes de espacio unos meses antes.

Cuando la situación se hizo insostenible, y al ver el ridículo precio al que han llegado los discos duros de 2 Terabytes, le hablé a Enrique y fuimos a que me comprara uno. El disco en sí mismo era necesario; pero además mi media center tenía un disco duro de 500 GB, y pensé que con suerte sería el mismo modelo del muerto, y por lo tanto que podría intercambiar los PCB de ambos, y milagrosamente recuperar mi información.

Así que el día que compré el disco de 2 Terabytes, agarré mi media center y lo abrí para cambiarle el disco. Cuando saqué el viejito, de inmediato vi que no me iba a servir para reparar el otro; son modelos distintos. Sin embargo, eso me hizo pensar que tal vez ahora no sería tan mala idea buscar el PCB del disco malo en la red, y eso hice.

Eso fue lo que debí hacer primero.

Resulta que ese modelo de disco duro en particular (de hecho de firmware) tiene un fallo muy conocido en la red: cuando un contador en el firmware llega a cierto número, el disco duro se apendeja y se queda ahí atorado en el estado “busy”, lo que hace que el problema sea mundialmente conocido como “Seagate BSY state”. Googléenlo, si quieren.

El punto es que en todos lados confirmaban que la información del disco estaba intacta, que era posible recuperarla, y de hecho que el mismo disco duro podía seguir siendo usado. El único problema es que necesitaba soldar un cable en especial para conectar el disco duro a un puerto serial, o canibalizar un cable de Nokia que ya tiene ese circuito integrado.

Hay una razón por la que no soy ingeniero: detesto estar peleándome con cablecitos. Por eso me ligué dos ingenieros el primer semestre de mi maestría para que con ellos pasara Arquitectura de Computadoras; yo me encargué de todo el software, y dejé que ellos se pelearan con el hardware.

Así que me puse a buscar el cable, un famoso Nokia CA-42, que para acabarla de amolar estoy seguro que tuve en algún momento de mi vida. En Amazon cuesta 7 dólares, pero no lo envían a México; en MercadoLibre está en 150 pesos, pero el envío cuesta otros 150. Así que me decidí ir al Centro a buscarlo. Lamentablemente sólo pude ir hasta hoy, porque estuve trabajando en un artículo hasta ayer en la noche. Y hoy es domingo, así que un montón de negocios estaban cerrados.

Por suerte lo encontré, pero vi con algo de temor que no era un cable de Nokia original, sino un clon chino, y ya había leído que a veces con cables no originales el procedimiento no servía. Como sea, lo compré (me costó 100 pesos), y regresé a mi casa. Voy a platicar muy por encima que es lo que tuve que hacer, pero pueden verlo a detalle aquí, aquí, o en el tubo, si les da hueva leer.

El disco duro seguía igual de muerto que meses atrás:

Disco duro muerto

Disco duro muerto

El PCB es lo que está debajo:

PCB

PCB

Lo quité:

PCB suelto

PCB suelto

Le puse un cartoncito encima de la cabeza, para que el PCB no se comunique con el disco duro, el mismo no responda, y entonces el firmware no entre en el estado ocupado:

Disco duro con cartón

Disco duro con cartón

Y volví a poner el PCB:

PCB con cartón

PCB con cartón

Después desmadré el cable de Nokia chafa, y lo conecté a un viejo cable para conectar CDs a tarjetas de sonido, para poder conectarlo fácilmente al disco duro:

Cable Nokia chafa

Cable Nokia chafa

Y finalmente prendí el disco duro, lo conecté por USB a la computadora con el cable, y comunicándome serialmente con él le mandé comandos para revivirlo. Pueden verlo a detalle en las páginas que ligo (y todo se puede hacer con Linux, sólo reemplacen Hyperterminal con minicom); la verdad no me importa mucho qué hicieran en particular los famosos comandos.

Lo que me importa es que funcionaron, y que recuperé mi disco duro.

Más importante aún es que toda la información en el mismo sigue ahí, y la estoy respaldando todita en este momento. Lo principal eran las fotos, pero de una vez estoy copiando todo, y a partir de ahora sí voy a mantener mis fotografías también triplemente respaldadas.

Y encima ahora tengo un disco duro extra de 500 GB. Y un cable Nokia chafa para hacer todo de nuevo, si acaso es necesario.

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El Hobbit: Un Viaje Inesperado

Hace dos semanas, después de quedarme sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo, fui a ver The Hobbit: An Unexpected Journey. No había escrito al respecto por razones.

Se aplican las de siempre.

The Hobbit: An Unexpected Journey

The Hobbit: An Unexpected Journey

Mientras que en las películas del Señor de los Anillos uno sentía siempre que los actores andaban apresurados tratando de decir todas sus líneas, y de que los realizadores hacían malabares y magia negra para poder meter lo más posible de los libros en el limitado espacio que da una película de menos de tres horas (las versiones extendidas son mucho más relajadas en ese sentido), en esta primera entrega de la que será la triología del Hobbit ocurre precisamente lo contrario.

Aquí, como van a tener unas ocho horas en total, pueden meter lo que se les dé la gana, y así lo hacen. Me sorprendió de hecho que no pusieran partes del Silmarillion. Pero mejor cierro la boca; no quiero darles ideas.

Antes de continuar, debo hacer notar que yo prefiero las películas del Señor de los Anillos a las novelas, por la sencilla razón de que las novelas son aburridísimas, por muy bonito que estén escritas. Como decía Omar: “dejé el libro cuando después de 100 páginas Frodo aún no salía de su casa; a lo mejor en las siguientes 100 iba a la tienda por cigarros”. Además, me parece que los cambios que agregan a la historia y el diálogo (“Gondor has no King. Gondor needs no King.”) las llenan de mucha más asombrosa asombrosidad.

Como sea; dado que yo nunca he sido gran fan de la literatura infantil (y no, no considero a Harry Potter literatura infantil; al menos no en su mayoría), probablemente porque (como Omar me hizo notar) realmente no hay tal cosa en español, The Hobbit nunca fue de mis libros favoritos. Me gusta el final, la Battalla de los Cinco Ejércitos, y hay partes divertidas sin duda alguna (la parte donde los elfos de Mirkwood interrogan a Thorin es hilarante), pero en general es un librito que me da más bien hueva (magistralmente escrito, eso sí).

Por lo tanto no es de extrañarse que me haya gustado más la película, que las primeras trece páginas del libro en las que está basada.

Nada más ver de nuevo a un montonal de miembros del elenco del Señor de los Anillos haría que valiera la pena verla; pero además hacen mucho más emocionante y llena de acción la historia, y llenan el amplio tiempo libre que tienen poniéndole cosas de la mitología de la Tierra Media. En particular, Radagast es más allá de cagado, y es muy divertido que Gandalf “no recuerde” cómo se llaman los otros dos magos, los azules.

Mención aparte merece el juego de acertijos que Bilbo y Gollum tienen. Los realizadores merecen que les hagan una estuata por convertir una parte más bien ridícula y sinsentido del libro, en una escena muy divertida, muy emocionante, y con unas actuaciones espectaculares de Andy Serkis y Martin Freeman.

Que por cierto, me parece que la película me gustó tanto en gran medida por Arthur Dent encarnando de forma perfecta a Bilbo Baggins. Los enanos son muy cagados, pero Freeman hace suyo totalmente al personaje de Bilbo.

Está padre que el nerdgasmo que nos dieron con la triología del Señor de los Anillos se vaya a extender con otra triología (aunque qué descarada manera de ordeñar dinero), y me alegra mucho que esta primera parte haya salido tan bien. Sin duda las otras dos películas tendrán también toneladas de material que ni siquiera era mencionado en el libro pero, hey, yo no me quejo.

Así que vayan y véanla (si acaso no lo han hecho). A mí me hizo mucho bien ir a verla al cine.

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Homeless

A finales de septiembre Isabel y yo nos separamos. Dado que mi beca del doctorado había terminado en julio, y que me había ido a vivir con ella en enero, esto significó que además de quedarme sin novia, me quedé sin casa, sin empleo y sin dinero.

Si le hubiera ocurrido a alguien más, probablemente me hubiera reído de esa persona inmisericordemente. Como me ocurrió a mí, no lo encontré tan gracioso, la verdad.

Después de más de dos meses tratando de reorganizar mi vida, me encuentro una vez más en mi departamento, con unas trece millones de cajas que no he desempacado (y que, además, como no las empaqué yo, cada vez que abro una es toda una sorpresa; hagan de cuenta que navidá adelantada), y con un trabajo (temporal) que comenzaré en enero. Los trámites para doctorarme tuvieron que ser pospuestos algo de tiempo, obviamente.

Espero que eso explique también porqué no he escrito casi nada en mi blog en todo este tiempo. Estar de homeless no le da a uno muchas oportunidades para estarse expresando en prosa.

Por supuesto, tengo un plan; yo siempre tengo un plan. Es por eso que cuando las cosas no me salen como yo quiero (que es, como era de esperarse, bastante común), no entro en pánico. La verdad, ni siquiera me preocupo mucho; soy demasiado irreverente como para preocuparme por eventualidades como que de repente no tengo casa, ni trabajo, ni dinero, ni novia. No digo que no me importe; digo que no me preocupo. Mejor me ocupo de resolverlo (lo que tenga solución); preocuparse nunca le ha servido a nadie de nada, me parece.

Como sea, hice lo que tenía que hacer (o lo único que podía hacer, desde mi punto de vista) en este tiempo, y me parece que ya todo está cayendo en su lugar. Ya tengo casa, ya tengo trabajo (que comenzaré en menos de un mes), y no tengo dinero, pero pues familia y amigos nunca faltan, y cuando vivo solo soy sorprendentemente frugal. Modo ahorro de energía, como suelo decir.

Tener novia sí va a llevarme más tiempo, me parece; y la verdad creo que no estoy de humor por el momento, y presiento que así estaré al menos durante el futuro inmediato. Lo cual tiene sus ventajas, porque como dije arriba no tengo dinero, y tener novia suele ser caro.

Y del futuro, pues ya veremos. Como dije, no estoy preocupado; y además (como siempre) tengo un plan. Que probablemente no vaya a salir como yo quiero, pero tampoco me preocupo de eso, porque en tal caso tengo otro plan. Y así sucesivamente; it’s turtles, all the way down!

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