Suzume

Después de detectar el error que cometí con The Boy and the Heron, me puse a revisar mis “registros” (o sea, mis correos de confirmación de cuando compro boletos para ir al cine) y descubrí que también me había brincado Suzume, que la vi en mayo de 2023.

Creo, creo que ahora sí ya no hay más huecos; pero esto sin duda ocurrió gracias a que estoy retrasadísimo con mis reseñas cinematográficas. No estoy seguro cómo es que dejé que las cosas se deterioraran hasta este grado, pero sí es algo que pienso reparar: este año de nuestro señor Cuauhtémoc 2025 (500 años de su asesinato), voy a ponerme al día con mis reseñas así sea necesario escribir múltiples consecutivamente.

Como sea, Suzume; se aplican las de siempre.

Suzume

Suzume

Me ecantó esta película; lamentablemente no vi Your Name. en el cine, pero después de verla y saber de la existencia de Suzume, tomé nota mentalmente de que si tenía la oportunidad, la iría a ver al cine. Y eso hice.

La historia es medianamente interesante, donde resulta que los temblores en Japón son causados por gusanos gigantescos que escapan de una dimensión llamada el Para-Siempre-Después, a menos que guerreros espirituales los detengan al cerrar puertas místicas.

El guerrero espiritual en turno, Souta Munakata, llega al pueblo de Suzume Iwato, una preparatoriana de 17 años, a cerrar una de estas puertas místicas, y la muchacha es tan caliente que lo sigue y termina involucrándose con Souta, que acaba con su alma transferida a una sillita amarilla con sólo 3 patas; y con un gato mágico que es la piedra clave del oeste para evitar que escapen los gusanos gigantes.

El estúpido gato escapa, lo que causa que Souta (en modo sillita amarilla con sólo 3 patas) lo persiga; y la caliente de Suzume lo sigue a él a su vez, porque evidentemente la estúpida sillita no va a poder cerrar las puertas mágicas sola.

Muchas aventuras se siguen; pero a mí me gustó la historia principalmente por ser un romance sutil, con Suzume evidentemente queriéndole tronar sus huesitos a Souta; pero todavía más por cómo se presentan los temblores en la historia.

Japón, como ya deben saberlo, queridos lectores, es agobiado por temblores todavía más de lo que nos agobian a los mexicanos, en particular a los de Guerrero, Oaxaca y obviamente la CDMX. Los temblores terminan siendo un protagonista más de esta historia, y es obvio que la película está en gran medida pensada para conectar con personas acostumbradas a sufrir todo lo relacionado con vivir en una tierra agobiada por terremotos.

Fue espectacular verla en el cine, porque casi toda la audiencia (yo incluido) justamente somos parte de ese conjunto de personas; es literalmente parte de la cultura mexicana, en particular en la CDMX (donde vi la película). En algún momento un mega gusano está a punto de caer sobre Tokio, y dados los antecedentes provistos por la historia, los espectadores sabíamos el mega terremoto que iba a causar esto. Yo literalmente sentí como toda la audiencia conteníamos la respiración en anticipación a un desastre mucho peor que un ataque extraterrestre; o un kaiju enfurecido; o una bomba que explotara: porque sabemos que es real; sabemos el alcance de la devastación que puede causar; y además lo hemos llegado a experimentar en carne propia a lo largo de nuestras vidas. Algunos de nosotros múltiples veces, de hecho.

Es muy buena película, y la disfruté mucho en el cine; de hecho más que la última de Miyazaki. La recomiendo ampliamente; está en Netflix si les interesa.

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El Niño y la Garza

Y total que volví a cometer un error en el orden en que reseño películas; fui a ver The Boy and the Heron a mediados de enero del año pasado, entre Godzilla Minus One y Con Todos Menos Contigo; pero como compré el boleto el mismo día que compré el de Godzilla Minus One, en mi correo se agruparon ambas compras.

Como uso mi correo como registro de qué películas he ido a ver, dado que ya nunca compro boletos en taquilla, se me fue la última película de Hayao Miyazaki.

Supongo que no es tan grave, pero sí quería explicarlo.

Se aplican las de siempre.

The Boy and the Heron

The Boy and the Heron

Hace dos décadas, fui con mis cuates a ver un maratón de animé, si mal no recuerdo en la prepa 7, donde entre otras películas presentaron Castle in the Sky, que este año cumplirá 39 años de existencia.

Es mi película preferida de Miyazaki, y cada vez que voy de al cine a ver una nueva película del director japonés, siempre salgo un poco decepcionado de que todavía no haya logrado superar las expectativas que desde hace dos décadas mantengo antes de ver cada una de sus nuevas entregas, esperando con ansias que supere lo que consiguió (y consigue) hacerme sentir con Tenkû no shiro Rapyuta.

Kimitachi wa dô ikiru ka es nada más la última película de Miyazaki que me decepciona de esta manera. Quiero decir, no es mala de ninguna manera; pero sigue quedándose corta (a mi parecer) en comparación con Castillo en el Cielo.

Desde un punto de vista técnico es… lo que suelen ser las películas de Miyazaki. No se le escatiman sus logros, pero la verdad como que ya hemos visto todo esto (aunque la secuencia del incendio de Tokio por un bombardeo donde muere la mamá de Mahito es más o menos original).

El protagonista, Mahito Maki me cayó bien porque aparece cuatro quintas partes de la película en un estado de permanente encabronamiento, primero por la muerte de su madre y después porque su padre tan campantemente decida reemplazarla con su hermana menor; pero la verdad la historia no conectó conmigo, al menos no en su mayoría. Es una historia “caprichosa” y fantasiosa, como suele ser con Miyazaki; pero en general carece del sentido del humor que en otras de sus obras es más prominente, además de que para motivos prácticos no tiene nada de romance. No ayuda en esto que la única protagonista mujer de una edad más o menos cercana a Mahito sea su madre.

Tampoco ayuda que el subtexto de la historia deja claro que el papá de Mahito, además de sustituir a su difunta esposa con la hermana menor de la misma, estaba cooperando con el esfuerzo bélico del imperio fascista japonés en la Segunda Guerra Mundial.

Como sea, sí me gustó la película; pero una vez más salí ligeramente decepcionado de que Miyazaki no haya conseguido (para mí) alcanzar los niveles que alcanzó (para mí) con Kimitachi wa dô ikiru ka cuando la vi hace veinte años en un maratón de animé con mis cuates de la universidad.

De cualquier manera la recomiendo; está en Netflix si les interesa.

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El subwoofer remotamente encendible

Hace unos días platicaba de cómo reviví mi viejo subwoofer Harman⧸Kardon SUB TS15, al comprarle una barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos.

Me ha sorprendido mucho el desempeño de la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; a pesar de que mi subwoofer murió cuando la resistencia R146 reventó en la placa original, me imagino que el o los componentes que se habían ido degradando en la misma, y que fueron los responsables de que reverantara la resistencia R146, habían estado disminuyendo poco a poco el desempeño de mi subwoofer durante los últimos años. No debió ayudar que, como ya he mencionado muchas veces, no me considero un snob del sonido (al parecer, audiophile no tiene traducción al español aceptada por la RAE).

Como sea, suena genial el subwoofer; dudo mucho que suene mejor que cuando era nuevo, (sinceramente no recuerdo: fue hace más de una década que lo estrené), pero sin duda suena mejor de lo que sonaba antes de que se muriera: todo tiene unos bajos profundos y en general suaves que no se distorsionan, pero que hacen que las ventanas vibren como si mi nuevo departamento fuera a derrumbarse.

Agarré un rectángulo de triplay de 3 milímetros (envuelto en vinilo negro autoadherible, para que no se viera tan fuera de lugar), y ahí monté todos los componentes que estaba usando: la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; un conector de barril para el eliminador de doce voltios que utilizo para alimentar dicha placa; un conector jack de 3.5 milímetros para recibir la salida del AVR; el potenciómetro de la placa chafa que sirve para encender y controlar el volumen del subwoofer; y un convertidor de corriente para poder bajar los doce voltios del eliminador a 3 voltios, que es lo que necesita el LED original de mi subwoofer para anunciar al mundo que está prendido.

El rectángulo de triplay lo corté y redondeé sus esquinas para que fuera de las mismas dimensiones que la placa original del subwoofer; además le hice hoyos en los lugares correspondientes a los tornillos que se utilizan para montarlo al subwoofer. Esto está padre; la placa original venía con una caja que la aislaba al 100% del interior del subwoofer, usando nada más un par de cables para comunicarse con el altavoz y el LED. Pude reutilizar dicha caja con mi rectángulo de triplay envuelto en vinilo, entonces todo queda acomodado de forma bastante limpia dentro del subwoofer. No se ve hermoso; pero se ve decente y además está detrás del subwoofer, entonces nadie lo ve normalmente.

Bueno, todo está bien excepto por un pequeño detalle… tenía que levantarme de mi sofá para prender y apagar el subwoofer, además de que hacerlo por definición modificaba el volumen que ya le había elegido. Supongo que podrán imaginar, queridos lectores, a dónde va esta historia.

Hace un par de años relaté cómo hice un control remoto para el subwoofer usando un Raspberry Pi y la capacidad de la placa original de entrar y salir de stand-by dependiendo de si recibía o no una señal de 12 voltios. La misma solución funciona ahora; la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos necesita 12 voltios, entonces nada más puenteé el eliminador de doce voltios al Raspberry Pi y conecté la salida a la entrada de la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; nada más necesité un nuevo cable para ello.

Con esto ya no necesitaba levantarme de mi sofá para prender y apagar el subwoofer, como un plebeyo, entonces podría haberlo dejado así. Sin embargo, decidí mejorar el diseño; la verdad es que es matar moscas a cañonazos utilizar un Raspberry Pi para esto (aunque ciertamente fue muy fácil de armar), así que esta vez utilicé un Raspberry Pi Pico.

El Pico no es una computadorcita chiquita; es un microcontrolador, está pensado para alambrarle una aplicación sencilla, no como una computadora de uso general que necesita un sistema operativo completo. Así que usé el Pico, básicamente reemplazando lo que hace el Raspberry Pi; resultó ser muy sencillo, porque hay una aplicación de ejemplo para el microcontrolador que se encarga de recibir la señal de un control remoto; y para poder controlar un relé nada más es necesario usar uno de los pines GPIO del Pico.

Además, el Pico es muy chiquito, entonces fácilmente lo pude montar dentro del subwoofer y ya no tengo necesidad de usar una caja completa como era el caso para el Raspberry Pi. También utilicé dos convertidores de corriente: uno para bajar los 12 voltios de entrada a los 5 voltios que necesita el Pico; y otro para bajarlos a 3 voltios para el LED del subswoofer.

El sensor infrarojo VS1838b lo conecté al final de un cable USB; en el otro extremo puse un conector USB-C macho; y en mi rectángulo de triplay envuelto en vinilo hice un gújero para poner un conector USB-C hembra. El sensor además lo monté en la pared.

Cualquier persona que más o menos sepa de electrónica que viera cómo me quedó todo probablemente se reiría de mí, entendiblemente; pero yo me doy de santos de que funciona, que no se ve tan mal, y que no destruí nada, o al menos nada que me haya dado cuenta hasta ahora.

También me alegra liberar mi Raspberry Pi y el hecho de que ya no lo voy a tener prendido 24/7; el Pico gasta mucha menos energía y me gustó programarlo: la aplicacioncita que detecta el botón del control remoto y que corta o conecta el poder a la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos salió en 50 líneas de C (que así se programan este tipo de microcontroladores), entonces es por definición terriblemente simple.

Lo que sí es que espero no tener que volver a tocar esto al menos durante un par de años.

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My Name is Mayo

Mi siguiente platino fue para My Name is Mayo.

My Name is Mayo

My Name is Mayo

Suspiro.

Me daría vergüenza haber obtenido este platino, si no fuera por el hecho de que, como ya he dicho muchas veces, no tengo vergüenza. Especialmente en lo que respecta a trofeos en mis PlayStations.

My Name is Mayo es un juego que saltó a la fama como uno de los primeros juegos trophy bait: dícese juegos creados con casi exclusivamente el único propósito de darle un platino rápidamente al jugador.

Desde la introducción de los trofeos a los videojuegos para PlayStation hace más de quince años, ha habido juegos donde es muy fácil obtener el trofeo de platino; en algunos casos nada más terminando el juego (Hannah Montana The Movie era uno muy famoso cuando yo comencé a cazar trofeos).

Sin embargo los juegos trophy bait son mucho más descarados, en varios casos pudiendo obtener el trofeo de platino en unos cuantos segundos (mi récord, queridos lectores, es 3 minutos 17 segundos… no estoy muy orgulloso de eso, pero faltan meses para que escriba de ese juego al ritmo que llevo). En algunos casos este tipo de juegos se pueden casi clasificar como estafas, en el sentido de que apenas califican como videojuegos.

My Name is Mayo no llega a estos extremos; es ridículamente fácil, si bien no necesariamente instantáneo obtener el platino: a mí me llevó 40 minutos 16 segundos. El “juego” es picar una jarra de mayonesa, mientras mensajes “chistosos” aparecen en la pantalla y se desbloquean disfraces para nuestra jarra de mayonesa.

Me tardé lo que me tardé porque el último trofeo es picar 10,000 veces la estúpida jarra de mayonesa, que yo al final realicé con ayuda de mi joystick para juegos de peleas, que afortunadamente tiene un modo “turbo” que pica automáticamente un botón.

Ahora, My Name is Mayo está bien hecho, no es un juego vaporware (he visto otros que sí dan literalmente pena); y pues algunas de las pendejadas que aparecen en la pantalla están graciosas. Dicho sea eso, no lo volvería a “jugar” nunca… porque no es particularmente divertido estar picando una jarra de mayonesa.

Mi excusa para haber jugado este juego es que en primer lugar tenía curiosidad respecto al mismo; y además me salió en 99 centavos de dólar en alguna oferta que hubo en la PlayStation Store. No me arrepiento de haberlo jugado, pero sí es increíblemente estúpido.

Lo que definitivamente debería darme vergüenza, pero que no me da porque no tengo, es que también jugué la secuela. Pero de eso hablaré después.

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Zona de Interés

A finales de marzo del año pasado fui a ver The Zone of Interest. Se aplican las de siempre.

The Zone of Interest

The Zone of Interest

A veces, de puro milagro, voy al cine y de hecho veo una película buena. Y con esto quiero decir que no me refiero a que sea divertida o entretenida, o que esté bien hecha; no nada más, al menos. Me refiero a que es objetivamente buena en términos del séptimo arte.

Ésta fuea una de esas veces.

La película es maravillosamente simple; es la historia de un burócrata eficiente y eficaz, junto con la de su familia. Eso es todo, es un drama familiar intercalado con algo de grilla acerca de la chamba del padre de dicha familia.

Nada más ocurre que la chamba del papá es ser el comandante a cargo de Auschwitz, el campo de concentración nazi en Polonia probablemente más tétricamente famoso.

La película raya, superficialmente, en lo aburrido: no hay escenas de violencia física; no hay para motivos prácticos gritos; no hay nada que explícitamente muestre el terror que ocurre a unos cuantos metros de la vida aparentemente idílica de esta familia alemana a inicios de los años cuarentas del siglo pasado.

Implícitamente se llegan a notar estas cosas: balazos apagados de alguna ejecución arbitraria; las casi inaudibles súplicas de algún prisionero rogando por su vida. La suegra del comandante llega a invitación de su hija a vivir con ellos, pero sale corriendo a la primera noche al abrir sus ventanas y ver el cielo negro del humo con destellos rojos de los hornos incinerando a los prisioneros del campo. El papá lleva a sus hijos a nadar al río y los saca horrorizado cuando descubre una quijada humana que fue arrojada a dicho río sin mucho cuidado.

Y está por supuesto el hecho de que nosotros, como espectadores, sabemos qué está pasando. Que por suerte para casi toda la humanidad (exceptuando unos cuantos monstruos que tendremos que lidiar con ellos tarde o temprano), el ver un uniforme nazi inmediatamente conlleva el mensaje: “eso representa lo peor que la humanidad ha producido en la historia”.

No importa qué normal y humano pudiera verse Rudolf Höss al convivir con su esposa y sus hijos, al momento en que se pone ese uniforme, es información suficiente para poder extrapolar todo el terror subyaciente en esta historia que en la superficie es banal e inocua.

Como obra cinematográfica además hay un par de cosas que podrían haber sido ligeramente pretenciosas, pero que a mí sí me gustaron y que me resultaron interesantes. A veces la mamá le lee a las hijas trozos de Hansel y Gretel, mientras se muestran escenas usando una cámara térmica de una niña de la villa escondiendo comida para que los prisioneros la encuentren. Y el diseño de sonido es casi un personaje extra de la película, que deja apenas entrever los horrores detrás de la vida “normal” de la familia.

Y por supuesto no podemos ver una película de este estilo, y dejar de lado el hecho de que ochenta años después, el estado político de Israel, escudándose en los horrores que se cometieron en la Segunda Guerra Mundial contra la población judía (a quien se supone representan), están en los hechos realizando una limpieza étnica en la franja de Gaza, con alrededor de 65,000 palestinos muertos desde que comenzó la matanza por parte de Israel. Y esos son estimados que probablemente estén por debajo de la realidad.

Me gustó mucho la película, me alegro haberla ido a ver al cine. Porque aunque es indudable que normalmente voy al cine nada más para divertirme y escapar de la realidad, también es cierto que de repente, de puro milagro, voy a ver una película buena.

Está en Prime Video si les interesa.

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Hecho en México

Hace casi veinte años me compré una televisión Samsung de 46 pulgadas que usé alegremente durante cerca de una década. Y a partir de 2015, más o menos, resultó que comencé a comprar televisiones más seguido de lo que una persona normal lo hace, supongo.

No es que las coleccionara; mi mamá o mi papá o alguna tía me decían que querían una tele nueva, y yo procedía de inmediato a comprarla en Amazon. Me parece que todas las televisiones que compré así fueron Samsung; una vez acompañé a mi mamá en Morelos a comprar una televisión de emergencia (larga historia), y en esa ocasión fue LG; pero normalmente yo compraba televisores Samsung, y generalmente de 55 pulgadas (sólo esa primera televisión fue de 46 pulgadas).

Hasta que un día se me descompuso una tele Samsung más o menos vieja, y al llevarla a reparar y comentarle al reparador que normalmente yo compraba televisores Samsung de 55 pulgadas, el mismo me recomendó que ya no lo hiciera, porque algo había pasado con sus nuevos modelos que al parecer ya no convenía.

Así que hace año y medio que decidí comprar una nueva televisión en Amazon para mi recámara, me puse a ver alternativas. Rápidamente me quedó claro que en términos de precio y especificaciones, las televisiones HiSense sonaban como que una buena idea, así que pedí una HiSense de 43 pulgadas. La televisión llegó al otro día o algo por el estilo, la colgué de la pared en mi recámara (siempre cuelgo mis televisores, a menos que una ventana o algo así me lo impida), y la he venido usando desde entonces.

Siendo como soy, dejé la caja en la sala de mi viejo departamento acumulando polvo unas semanas, hasta que por fin procedí a tirarla. Y cuál sería mi sorpresa al tomar la caja y ver un pequeño sello en un lugar que poco llamaba la atención:

“Hecho en México.”

Resulta que la planta más grande (fuera de China) que tiene HiSense está en Nuevo León, y probablemente eso explique por qué son tan baratas aquí en México. No recuerdo cuándo había sido la última vez que vi una tele moderna (LED o similar) hecha en México.

Ahora que me mudé a mi nuevo departamento, colgué la última televisión Samsung que compré, de 55 pulgadas como era mi costumbre, en la pared que elegí para poner la tele. Y para mi sorpresa se veía diminuta; en mi viejo departamento la televisión estaba básicamente en el único lugar donde podía estar, y se veía confinada por el relativamente bajo techo y la cercanía de la puerta de entrada. En mi nuevo departamento tengo una padersota para colgar mi televisión, lo que hace que mi tele de 55 pulgadas se vea, comparativamente, pequeña.

Entonces hice lo único que alguien como yo podía hacer: procedí a comprar una televisión de 65 pulgadas, la primera vez que hago eso en mi vida. Y por supuesto la compré de marca HiSense; no sólo salió relativamente barata (de hecho doscientos pesos más barata que lo que me costó la Samsung de 55 pulgadas hace dos años), sino que sí me ha gustado la calidad y pues está padre comprar algo que armaron trabajadores mexicanos.

(Podría elaborar por qué esto es posible gracias a la Transformación; pero para este punto del partido o entienden o no entienden por qué apoyamos a este gobierno y por qué obviamente hay múltiples cosas que evidentemente está haciendo bien, así que mejor se los dejo de tarea).

Está muy padre la tele, y me alegra no tener que usar otra cuenta para el ecosistema de Samsung; las teles de HiSense sencillamente utilizan mi cuenta de Google. Lamentablemente, como en general ha sido con todas mis televisiones, no utilizo casi ninguna de sus características “inteligentes”, porque para eso suelo utilizar mis PlayStations.

Pero la tele se ve hermosa; es QLED, es por supuesto 4K y soporta HDR… que la verdad yo no veo gran diferencia, pero pues eso tiene.

Y no se ve diminuta.

Cada vez que cuelgo una tele a alguna pared, que para este punto he hecho un montón de veces, no puedo dejar de pesar en las inmortales palabras de Mark Renton:

Choose Life.
Choose a job.
Choose a career.
Choose a family.
Choose a fucking big television

Y pues eso hice. Hecha en México.

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Ascendance of a Bookworm

Según mis notas, el siguiente animé que vi fue Ascendance of a Bookworm. Se aplican las de siempre.

Ascendance of a Bookworm

Ascendance of a Bookworm

Ascendance of a Bookworm relata la historia de una joven japonesa estudiante para bibliotecaria, amante de los libros de manera casi obsesiva, que irónicamente muere un día que tiembla en Japón (o sea, un jueves normal) y un librero le cae encima. Con su último aliento, desea reencarnar en un mundo donde pueda leer libros por siempre.

La muchacha entonces se encuentra en el cuerpo de una niña de cinco años en un mundo de fantasía, al parecer habiendo reemplazado el alma de dicha niña que, se puede adivinar, estaba muriendo de fiebre.

Así es, queridos lectores, es un Isekai.

Sin embargo, no es la mensa fantasía de poder que suelen ser casi todos los Isekais; Myne (como se llama la niña y por lo tanto el nuevo nombre de nuestra protagonista) resulta que vive en un mundo similar a la Europa del siglo XVI, con una diferencia enorme: no se ha inventado la imprenta. Los libros son un lujo, que la modesta familia de Myne ni de chiste puede ni siquiera soñar en adquirir.

Myne utiliza sus conocimientos del Japón moderno para ayudar económicamente a su familia (creando cosas como champú, por ejemplo), pero lo que le interesa es poder hacer ella misma libros, porque de otra forma nadie lo hará por ella y entonces no podrá leer, que es como que su más anhelado deseo.

La joven, dentro del cuerpo de una pequeña niña, entonces básicamente recorre todas las etapas de la historia humana en el desarrollo de la transmisión de la palabra escrita: trata de hacer tablillas de arcilla; trata de tejer fibras para poder escribir ahí; trata de crear pergaminos; y trata muchísimas cosas hasta que eventualmente (junto con su familia y una serie de aliados) consigue fabricar papel y tener una imprenta sencilla.

Hay toda otra serie de aventuras al mismo tiempo que Myne persigue su objetivo de poder imprimir libros; el clasismo del mundo donde vive es brutal; hay una iglesia que como suele ser en estos casos causa más problemas de los que resuelve; y hay magia y obviamente Myne resulta que tiene mucho poder: pero rompiendo el estereotipo de este tipo de series, esto le causa más problemas que otra cosa, porque su pequeño y enfermizo cuerpo no puede manejar tanto poder.

La serie a mí me encantó, queridos lectores, porque en mi familia yo crecí, siempre, rodeado de libros. Mis papás por supuesto tenían (y no estoy exagerando) cientos de libros; muchísimos de ellos libros “serios”, pero también decenas de novelas. Leí Cien Años de Soledad a los ocho años; leí Arráncame la Vida y Como Agua para Chocolate poco después de que fueran publicadas; leí a Conan Doyle y Carlos Fuentes; a Mika Waltari y Umberto Eco; a Patrick Süskind y Enrique Jardiel Poncela; a Frederick Forsyth y Fiódor Dostoyevski.

Y además mis padres fueron siempre generosos con la lectura; a ellos no les llamaba en lo más mínimo la atención géneros como la Ciencia Ficción, pero cuando se dieron cuenta de que a su hijo menor esas pendejadas le interesaban, me compraron novelas de Fredric Brown y Robert A. Heinlein; de Isaac Asimov y Ray Bradbury.

La verdad ya casi no leo libros impresos; y de hecho tiene rato que no leo literatura: en mi chamba hacemos lo que mi madre siempre ha denominado como “leer ajeno”. Y yo tenía la idea de que casi no tenía libros en físico, habiendo dejado todas las novelas de mi juventud en Oaxtepec: pero ahora que me mudé a mi nuevo departamento, me sorprendí de la cantidad de libros impresos que tuve que mover.

Hace poco salió la tercera temporada del animé, pero se comenzaron a centrar más en las grillas del reino y cosas por el estilo, entonces la verdad no la terminé. Espero hacerlo, pero la verdad quién sabe cuándo: para este punto en la historia Myne básicamente había conseguido su objetivo de poder imprimir libros de manera económicamente viable, que fue la parte que más me gustó de la serie.

Si les gustan los libros y leer, es una gran serie, al menos las primeras dos temporadas. La recomiendo ampliamente, está en Crunchyroll, si les interesa.

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El SUB TS15

Hace once años, queridos lectores, relataba cómo me compré un AVR, de la marca Harman⧸Kardon. Hace tres años, queridos lectores, relataba cómo me compré un nuevo AVR, de la marca Denon, para subsanar las desventajas de mi viejo y fiel AVR Harman⧸Kardon: básicamente falta de soporte para 4K y que no tenía Bluetooth.

Ahora que me mudé a mi nuevo departamento, tuve que hacer la serie de malabares que yo denomino “configurar la infraestructura”, y que básicamente consiste en acomodar, conectar y configurar la bola de pendejadas electrónicas que tengo, porque si algo he acumulado en mi vida son justamente pendejadas electrónicas.

No me he terminado de acomodar, pero la espina dorsal de mi infraestructura está arriba: tengo múltiples PlayStations en mi sala conectados a mi televisión y a mi AVR; tengo un par de PlayStations en mi recámara conectados a mi otra televisión; y tengo mi computadora de escritorio funcionando.

Además, que no es poco, la red funciona en todas partes y todo está conectado a interné.

Estaba viendo Elevation, porque la rentaron en mi cuenta de Prime y pues ya qué, cuando me di cuenta de que si mi PlayStation 5 (donde generalmente veo streaming) estaba configurado como 5.1, entonces no se oían las voces de los actores. Debo notar que había estado jugando videojuegos y viendo YouTube sin ningún problema.

Me llevó como una hora darme cuenta de que había conectado mal el canal central y los altavoces traseros, pero como había estado jugando juegos muy simples y viendo YouTube, había estado utilizando únicamente la señal estéreo (los canales delanteros) y pues no me había dado cuenta. Resulta que YouTube no utiliza 5.1 en el PlayStation 5 (y el 4, el 3, Linux con Google Chrome; y en general en casi cualquier ambiente que no controle Google al 100%, como un Chromecast), no importa cómo haya uno configurado el sistema; y esto ya lo sabía, pero es conocimiento que adquiero y vuelvo a olvidar cada cierto número de años.

Corregido eso, procedí a reproducir en mi media center (que sí reproduce en 5.1) un video de prueba de 5.1 que ando cargando desde hace como una década, y entonces me percaté de algo preocupante y ominoso: mi subwoofer no estaba funcionando.

Les recuerdo, queridos lectores, que cuando cambié del AVR Harman⧸Kardon a la mejora de Denon, no cambié las bocinas ni el subwoofer. Las bocinas nunca me han dado ningún problema; y el subwoofer nada más había que echarle limpiador de contactos al potenciómetro del volumen cada cierto número de años.

Pero ahora estaba completamente morido, entonces lo abrí y le eché un ojo a la circuitería. Les recuerdo que tengo un doctorado en Ciencias de la Computación, y por lo tanto no tengo ni puta idea de electrónica excepto las cosas más básicas: me doy palmaditas en la espalda cuando mido correctamente un voltaje al utilizar mi multímetro.

Sin embargo el problema era obvio (o al menos así me pareció): una resistencia estaba reventada. La R146 (330Ω, 2W), si acaso tenían duda, que consultando el manual de mantenimiento del subwoofer (modelo SUB TS15; por suerte dicho manual está en línea) pude ver que entre la bola de pendejadas electrónicas que tengo, tenía repuestos.

Procedí a desoldar la resistencia reventada y a soldar el repuesto, cerré el subwoofer y con algo de sorpresa y muchas palmaditas en mi espalda, verifiqué que funcionaba una vez más. Terminé de ver Elevation y me fui a dormir.

En la madrugada me despertó un retumbo electrónico, y yendo a mi sala vi que era el SUB TS15, quejándose amargamente de su existencia. Lo desconecté de la corriente eléctrica, lo que lo calló, y me fui a dormir.

Al otro día lo volví a abrir, y no van a creerlo: la nueva resistencia estaba reventada. La volví a cambiar, revisé el circuito, y me pareció ver que una resistencia hermana (la R149, si tenían curiosidad) no se veía 100% intacta, así que también la cambié. Todo volvió a funcionar y continué usando el subwoofer, nada más desconectándolo de la corriente eléctrica cuando no lo usaba, por si las dudas.

Supongo que sabrán para dónde va la historia: a los pocos días, nada más conectar el subwoofer se volvió a morir, y al abrirlo una vez más la estúpida resistencia R146 estaba reventada, por tercera vez.

Evidentemente un componente en ese circuito está jodido y causa que la resistencia reviente; pero mis conocimientos de electrónica no me alcanzan para poder determinar cuál, mucho menos cómo arreglarlo. El manual de mantenimiento tiene toda la información necesaria para literalmente reconstruir todo el circuito del SUB TS15 (si todos los componentes se pueden encontrar), pero de nuevo: mis conocimientos de electrónica (y mis herramientas) no creo que me alcancen, incluso si mandara a imprimir las placas en PCBway, por ejemplo.

Un poco harto, vi si había un repuesto de toda la placa del SUB TS15; y no muy sorprendentemente sí hay. Y ni siquiera está tan cara; un subwoofer equivalente a mi SUB TS15 está en más de 6,000 pesos, y la placa de repuesto está en más o menos 1,800 pesos… pidiéndola a China, con un envío de casi 2,000 pesos.

No descarto que en algún momento la pida, pero ahorita sí me lo pienso. Mudarse sale caro, como todo mundo probablemente sepa.

Entonces me puse a ver alternativas, y rápidamente descubrí que podía sustituir toda la placa de mi SUB TS15, por una alternativa moderna llamada placa de amplificación digital que cuesta, literalmente, menos de 250 pesos (precio a inicios de febrero de 2025). Lo único es que mi SUB TS15, que es activo, se volvería pasivo.

En la liga que puse al mero inicio, queridos lectores, comentaba que me decidí comprar todo mi sistema Harman⧸Kardon, porque el vendedor me convenció al mencionar que el subwoofer incluido era activo, no pasivo. Lo que nunca mencioné, es que jamás utilicé mi subwoofer de manera activa.

El manual del AVR decía que sí se podía usar el SUB TS15 de forma activa, pero requería más cables, para que se hubieran visto bien habría necesitado conectores de banana (que yo hace más de una década ni siquiera sabía qué eran), y cuando lo conecté pasivamente pues el 5.1 se oía, utilizando el térmico técnico, chingón y el subwoofer vibraba que hagan de cuenta mi departamento se iba a derrumbar.

No sentí que me estuviera perdiendo de nada, por lo que todos estos años lo usé pasivamente.

Por lo tanto procedí a comprar esa placa de amplificación digital por menos de 250 pesos; la conecté a la corriente con un eliminador de 12 voltios (uno de 24 hace que chille el subwoofer como si lo estuvieran torturando en el infierno), hice un cable Frankenstein RCA a jack de 3.5mm (porque la salida para el subwoofer de mi AVR es RCA; y la entrada de la placa es jack de 3.5mm), y conecté los dos cables de salida al altavoz de mi subwoofer; que dicho sea de paso, se ve como si estuviera nuevo: como apunta al piso, ni siquiera tiene polvo.

Y una vez más suena que hagan de cuenta que mi nuevo departamento se va a derrumbar.

Estoy 114% seguro de que los componentes electrónicos originales de Harman⧸Kardon son de mucha mejor calidad que esta placa chafa de menos de 250 pesos; pero les juro que yo no noto la diferencia. Probablemente esto esté acentuado porque nunca usé el subwoofer de manera activa; pero como ya he mencionado muchas veces, nunca he sido snob del sonido: yo sólo quiero que se escuche harto bien ferte.

En este momento la placa de amplificación digital está literalmente encima del SUB TS15 con cables colgando por todos lados; voy a reemplazar el panel donde se montaba la circuitería original con uno hecho por mí acomodando todo de forma que se vea bien, y además reutilizando cosas como el LED del subwoofer para que se prenda cuando se encienda la placa de amplificación. Pero eso será después.

Por ahora, voy a seguir usando mi subwoofer SUB TS15 como lo he usado desde que lo compré hace más de una década: haciendo que se sienta como si mi departamento estuviera a punto de derrumbarse.

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Un cuarto de siglo

Hace veinticinco años, un cuarto de siglo, la PFP entró a Ciudad Universitaria para romper la huelga que se había extendido más de nueve meses.

Además del fin violento de la huelga, la irrupción de la PFP a CU resultó en el arresto ilegal de cientos de estudiantes, trabajadores, profesores y uno que otro güey que nada tenía que ver (agarraron hasta agente que estaba haciendo ejercicio en CU esa mañana).

Esto a su vez resultó en una respuesta increíble por parte de la población que, incluso muchos que habían estado en contra de la huelga, exigieron que de inmediato nos liberaran, porque por supuesto yo fui uno de los tarados que terminaron primero en Camarones y después en el Reclusorio Norte.

(Hubo un puñado que querían que nos refundiéramos en el tambo por los siglos de los siglos, per sæcula sæculorum, amén; pero como normalmente suele ser en este maravilloso país, fueron muy pocos.)

He escrito múltiples veces de la huelga en este mi blog; no quiero repetirme todavía más de lo que de por sí ya he hecho. Pero sí quiero enfatizar algo que también ya he dicho varias veces aquí: lo que es la UNAM hoy en día, es indiscutiblemente en gran medida por esa huelga que, por muchos errores que hayamos cometido, consiguió mantener a la Universidad Nacional pública, laica y gratuita.

Y aunque probablemente sí es discutible, yo sostengo que lo que el país es hoy en día también es consecuencia, aunque sea parcialmente, de esa huelga. El periodo neoliberal en México llevaba 17 años en marcha cuando estalló la huelga, y la misma sin duda contribuyó a la derrota del PRI, en parte negociada por Zedillo y llevándose por las patas al tarado de Labastida, como él mismo reprocha en su nuevo libro.

Ese periodo neoliberal duraría todavía otros dos sexenios panistas que fueron incluso peores que los de Salinas y Zedillo; y culminaría con el triste sexenio de Peña Nieto, porque durante el mismo ocurriría la avasalladora victoria de Andrés Manuel en 2018, a lo que se seguiría la continuación de la Transformación el año pasado con la avasalladora victoria de Claudia.

La UNAM sufrió repetidos ataques durante todo el periodo neoliberal, comenzando con la huelga del CEU en 1986. Los “históricos” siempre han querido vender ese movimiento como que triunfaron completamente, que es obviamente falso dado que nuestra huelga de 1999-2000 fue necesaria: en retrospectiva, fue tan tibio el “triunfo” del CEU en 1986, que las autoridades federales y universitarias se sintieron confiadas de volver a intentar imponer las cuotas apenas unos años después.

En cambio, después de la huelga del CGH (repito, aún reconociendo el chingamadral de errores que se cometieron), nadie, literalmente nadie ni siquiera ha sugerido de nuevo la idea de instaurar cuotas. De hecho todos los candidatos a rector que ha habido después de la huelga siempre han afirmado que una de las más grandes fortalezas de la UNAM es que sea pública y gratuita.

Internamente puede haber muchas diferencias respecto a muchas cosas; pero para motivos prácticos la gratuidad de la UNAM (en los hechos si bien no oficialmente) se ha vuelto canon de casi toda la comunidad universitaria.

Y eso fue gracias a nosotros

Esto fue fundamental en el periodo en que el gobierno federal estuvo en manos de gente que no solamente nunca estudió en la UNAM, sino que por principio la detestaba; o peor, no les importaba. Esto le permitió resistir a la Universidad hasta el 2018, cuando llegaron al poder equipos que muchos de sus integrantes son egresados de la misma y que además sinceramente la quieren y se preocupan por ella (que se traduce en preocuparse por sus estudiantes, trabajadores y profesores).

Vamos, la presidenta no sólo es egresada de la UNAM; es lamentablemente egresada de mi Facultad. No sé si sabían, queridos lectores, pero todos los egresados de la Facultad de Ciencias son insoportables.

El martes se anunció la eliminación del examen de la Comipems (que era una demanda de múltiples grupos estudiantiles desde hace años), y una reestructuración de cómo se aceptarán alumnos de bachillerato en las universidades públicas en la zona metropolitana, en un sistema que intentará (vamos a ver qué tan bien o mal funciona) maximizar las oportunidades de que nuestros jóvenes puedan continuar con una educación universitaria.

La UNAM y el Poli tendrán para ellos un examen común exclusivo para aspirantes: externos en el caso de la UNAM, porque la gran mayoría de sus estudiantes a nivel universitario consistirá, como ha sido desde hace décadas y como debe de ser, de sus propios egresados de prepas y CCHs. En el caso del Poli poco más de la mitad de sus estudiantes universitarios son egresados de sus propios CECyTs y CETs, pero ellos deben hacer examen. La UAM a su vez implementará un pase reglamento para los Colegios de Bachilleres, que además de darles una buena oportunidad por omisión (además de que de por sí la Metro recibía a muchos egresados de los Bachilleres), automáticamente liberará algo de la presión para la UNAM y el IPN.

UAM, Poli, UNAM, unidos vencerán, compañeros. UAM, Poli, UNAM.

A mí me gusta el plan; pero habrá que ver cómo funciona. El punto es que entiendo la idea detrás de la medida y me parece que las intenciones son inherentemente buenas; pero esto no quiere decir que vaya a funcionar perfectamente. De hecho, probablemente haya múltiples problemas; pero pues se irá lidiando con ellos.

Lo importante es que el gobierno federal (y el local en la CDMX) se preocupa por la educación pública, contrario a básicamente todos los gobiernos del periodo neoliberal (1982-2018). Esto no quiere decir que esté “prohibida” la educación privada; pero no es preocupación del Estado y ni un peso del erario público debe ir a las escuelas privadas. Son negocios; que sobrevivan como sobreviven todos los negocios, bajo la ley de la oferta y la demanda.

Y esto se extiende a becas para estudiantes y estímulos para profesores e investigadores; están “comprando” un producto o trabajando para una empresa; no es el papel del Estado estar destinando recursos públicos a empresas.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Y los pobres casi todos estudian en el sistema de educación pública; del cual yo soy orgullosamente producto de la misma. Nunca pagué por mi educación (excepto los veinte centavos semestrales en la UNAM: les digo que es gratuita en la práctica, si bien no oficialmente); y de hecho me pagaban cuando estudiaba el posgrado.

Básicamente esa pudo ser una consigna durante la huelga de hace veinticinco años: por el bien de todos, primero los pobres; aunque me gusta la alternativa que nos inventamos:

Porque sin la raza, ¿cómo va a hablar el espíritu?

La idea fue⧸es⧸será siempre la misma. La educación no es un producto; es un derecho. De la misma manera que debe ser con la salud, es un derecho que financiamos todos con nuestros impuestos y que el Estado está obligado a garantizar que sea de la mejor calidad posible. O al menos que lo intenten, carajo; eso es lo que más nos desespera de la gente que se queja amargamente de que la salud y la educación en México están del nabo: en primer lugar, en general no recordamos que se quejaran cuando los gobiernos neoliberales estaban literalmente dándole en la madre a nuestros sistemas de salud y educación pública; y en segundo lugar, estos últimos dos gobiernos al menos lo están intentando.

Y por eso los vamos a seguir apoyando (junto con la gran mayoría de la población); incluso si fracasan miserablemente, los vamos a seguir apoyando mientras ellos lo sigan intentando. Mientras no salgan con mamadas como que se van a pagar seguros médicos para hospitales privados; o vales para cuotas en escuelas privadas; mientras el énfasis sea en reforzar a nuestras universidades e institutos públicos, a nuestros hospitales y clínicas gratuitas, los vamos a seguir apoyando.

Que nos encontremos en el séptimo año de la Transformación es resultado, como mencioné arriba, de la huelga de la UNAM de hace un cuarto de siglo. Si quieren nada más parcialmente; pero fue de los factores que eventualmente resultaron en que el pueblo de México decidiera que se necesitaba un cambio profundo y radical de cómo se gobernaba el país. De que era necesario transformarlo.

(Se puede discutir que eso decidió el pueblo desde el 2006; o incluso desde 1988… pero no recordemos cosas tristes.)

Yo estoy muy orgulloso de haber participado en ese movimiento, en mi cada vez más lejana juventud. Y todos los que participamos, lo hicimos aunque técnicamente el Reglamento General de Pagos no nos afectara: en un afán perverso de desmovilizarnos, la reforma de Barnés imponía cuotas a los estudiantes futuros de la UNAM, no a los que ya estábamos estudiando. No funcionó: miles nos movilizamos, porque entendíamos (y entendemos) que negarle la entrada a la UNAM a los estudiantes más desprotegidos (que hubiera sido, inevitablemente, la consecuencia de cobrar cuotas), era en los hechos equivalente a destruirla. Convenientemente, a casi todo mundo se le olvida mencionar este hecho cuando hablan de la huelga de hace veinticinco años: que los que participamos lo hicimos no por nosotros, sino por los estudiantes que nos seguían.

Si yo me encontrara de nuevo en la misma situación, volvería a participar en el movimiento sin dudarlo un segundo; incluso sabiendo que terminaría de nuevo en la cárcel. Porque por más errores que se cometieran y más innecesariamente doloroso que fuera el proceso, al fin y al cabo nuestro movimiento terminó en victoria. Si quieren una victoria casi pírrica, pero victoria al fin y cabo.

Se conjuraron las cuotas: la UNAM es y seguirá siendo pública y gratuita.

Porque sin la raza, ¿cómo va a hablar el espíritu?

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Rock Band 4

El siguiente platino que obtuve fue el de Rock Band 4.

Rock Band 4

Rock Band 4

Al inicio de este siglo, los juegos musicales de ritmo utilizando instrumentos de plástico dominaron las salas de muchas familias en todo el mundo. Era medio inevitable encontrarse por todos lados con guitarras de plástico baratas y no muy bien hechas; hubo un momento en que parecía que literalmente todo mundo estaba jugando alguna variación de Guitar Hero o Rock Band.

Casi igual de rápido que se volvieron ubicuos en la escena de videojuegos, los juegos musicales de ritmo pasaron a ser irrelevantes, en retrospectiva aparentemente de la noche a la mañana.

Parte del problema fue saturación; en su apogeo uno podía comprar fácilmente una docena de este tipo de juegos. Otra parte fue fragmentación; mientras que al inicio los instrumentos eran generalmente compatibles entre todos los juegos, rápidamente comenzaron a aparecer instrumentos más “complicados” que trataban de hacer más con el género, a costa de dicha compatibilidad.

De cualquier manera, para alguien como yo, que tiene a estas alturas 3 micrófonos, cuatro guitarras (en diversos estados de funcionamiento) y 2 baterías, sí nos surge la duda: ¿qué pasó con todos los fans de estos juegos? ¿Desaparecieron?

Y no, por supuesto que no desaparecieron: muchos emigraron a Clone Hero, cuyo principal problema para que mucha más gente lo utilice es que, por definición, no pueden distribuir todas las canciones que forman el núcleo de lo que se puede jugar en el juego.

Es un proyecto interesante, inetivablemente de software abierto; pero como está completamente desconectado (de nuevo, por definición) de los trofeos de PlayStation, no genera mucho interés para mí.

Que me lleva al resto de los fans de estos juegos, los que no emigraron a Clone Hero: ese resto básicamente resulta que lleva años jugando Rock Band 4 alegremente. El mundo en general se olvidó de los juegos musicales de ritmo; pero la comunidad de Rock Band 4 continúa rockeando todos los días.

Resulta que si uno tenía cuidado (que yo nunca lo tuve), uno podía exportar las canciones de Rock Band, versiones 1, 2 y me parece que incluso 3; así como juegos adyacientes como The Beatles: Rock Band, Green Day: Rock Band y LEGO Rock Band, a la biblioteca musical de Rock Band 4. Y la tienda musical de Rock Band 4 sigue funcionando hasta estos días, sacando nuevas canciones todas las semanas: en los foros en línea de Rock Band 4, hay gente que admite haberse gastado miles de dólares en miles de canciones a lo largo de los años.

Bueno, años antes de que me excomulgaran, cuando me compré mi primer PlayStation 4, un día que salí a comer con una amiga pasamos por una tienda de videojuegos y vi que tenían Rock Band 4, junto con la correspondiente guitarra (o vendían la guitarra y la misma incluía el juego; no recuerdo); ya estaba yo trabajando en la UNAM, tenía dinero y no tenía novia, así que me dije a mí mismo “mí mismo, vamos a comprar Rock Band 4“.

Temeroso de que no pudiera reutilizar mi robot que toca perfectamente las canciones, jugué el juego unas cuantas veces en mi cuenta alterna y después la verdad dejé de hacerlo. En algún momento yo me consideraba relativamente bueno; no como los vagos que puden pasar muchas de las canciones más perras al 100%, pero sí relativamente bueno: uno de mis motivos de orgullo con estos juegos es que conseguí pasar Enter Sandman al 100% en Rock Band 2. En la dificultad intermedia, pero quiero ver que ustedes lo hagan.

Enter Sandman

Enter Sandman

Sin embargo, con la nueva guitarra y el nuevo juego, sentía que apestaba enormemente; ciertamente estaba lejos de poder pasar una canción del nivel de Enter Sandman, incluso tal vez en la dificultad más fácil. Así que dejé de jugar, diciéndome que luego regresaría.

Y años después me excomulgaron, lo que resultó en que comenzara a usar mi cuenta alterna como cuenta principal. Y ahí ya estaban registrados los trofeos de Rock Band 4.

Así que ahora que regresé a jugar videojuegos, y seis años después de que había sacado el único trofeo que tenía del juego, retomé Rock Band 4.

Al inicio, volví a sentir lo mismo que la primera vez que lo jugué en mi PS4: que apestaba horrores. Siendo honesto, mi habilidad con el juego ha decrecido después de años de no practicarlo diario, como hacía en algún momento de mi vida; pero eso no era todo. Investigando qué es lo que podía ser, por fin descubrí qué estaba pasando: en las guitarras de Rock Band, el mecanismo para rasguear (strum) es pésimo. Es básicamente un doble botón (rasguear arriba y rasguear abajo), pero lo que detecta si hubo o no rasgueo es un sensor magnético, con la barra de rasgueo básicamente flotando entre ambos sensores, y usando unas esponjas para que cuando uno está rasgueando frenéticamente no se le dé de putazos a dicha barra.

Esto causa que a veces falle la detección; pero lo realmente grave es que a veces las esponjas hacen que la barra rebote y se registre un doble rasgueo. No tengo idea cómo pude llegar al nivel que tenía hace años en Rock Band, cuando utilizaba guitarras que básicamente imposibilitan que uno pueda rasguear rápidamente.

Así que reemplacé el mecanismo de la barra de rasgueo con uno que imprimí en mi impresora 3D que permite utilizar switches mecánicos. La diferencia es brutal: sigo sin ser particularmente bueno; pero al menos me defiendo al jugar este tipo de juegos.

Jugué casi todo el juego así, con mi banda de un único integrante, hasta que terminé la campaña. Para este punto desempolvé mi robot que toca los instrumentos de Rock Band y Guitar Hero, y me puse a ver cómo hacer que funcionara con Rock Band 4.

Me llevó como media hora; y de hecho al estar reescribiendo varias partes del código, descubrí un error que se me había pasado durante años, que causaba que a veces no se generara perfectamente la secuencia de notas para los instrumentos.

Con mi robot funcionando, fue trivial sacar todos los trofeos de Rock Band 4. Hay un trofeo que tuve que esperar varias semanas para obtenerlo, porque es ténicamente en línea, pero una vez superado nada más gasté $100,000 dólares del dinero que uno gana por tocar en toquines para comprar disfraces e instrumentos (que es el video que muestro arriba), y ya con eso gané el platino.

Debo dejar claro que mi robot puede tocar casi cualquier canción del juego de manera perfecta en todos los instrumentos; el circuito en mi Teensy2.0++ puede emular las guitarras (y por tanto los bajos) y las baterías; y en software puedo generar los tonos que el juego espera en un archivo WAVE (o codificar en MP3) para las partes cantadas. Incluyendo las armonías; para eso tengo tres micrófonos, justamente… que resulta que es medio inútil, porque tengo la cámara del PlayStation 4, que incluye micrófono y dicho micrófono se puede usar en el juego. Pero yo no sabía.

Como puedo tocar casi todas las canciones perfectamente, esto me permitiría tratar de aparecer en las listas en línea como uno de los mejores jugadores por puntuación; pero explícitamente evité esto. Sé lo increíblemente difícil que es tocar como humanos estas canciones, así que no quiero yo quitarle el lugar a nadie que se haya realmente esforzado por obtener esos puntajes.

Jugar Rock Band 4 me reconectó con los juegos musicales de ritmo; incluso compré algunas canciones. Me permitió también (dado que hace años que no oigo radio) descubrir nuevos artistas de los cuales jamás había oído, como Avenged Sevenfold, Heaven’s Basement, Little Big Town, o (que es vergonzoso que como mexicano no supiera de ellas) The Warning.

Y más importante que todo lo anterior, me divertí como enano. Me encantan este tipo de juegos, y planeo seguir jugando Rock Band 4 mientras mis guitarras sigan funcionando.

El cénit de los juegos musicales de ritmo pasó ya hace más de una década; pero hubo un evento en Fortnite que reintrodujo el género a toda una nueva generación, lo que llevó a que hicieran (por primera vez en años) nuevas guitarras. Es posible (si bien no necesariamente probable) que un nuevo juego aparezca próximamente.

Y si no, no importa; Rock Band 4 se puede jugar sin problemas en el PlayStation 5, así que esa comunidad seguirá vivita y coleando por los próximos años, si no es que décadas.

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Duna Parte Dos

A inicios de marzo del año pasado fui a ver Dune: Part Two. Se aplican las de siempre; de manera inútil, probablemente, dado que con casi toda certeza ya todo mundo la vio.

Dune: Part Two

Dune: Part Two

Creo que Dune 2: La Venganza es mi película favorita del año pasado; me gustó incluso más que la primera.

Algunos de los cambios respecto a la novela son desconcertantes, más prominentemente que ninguno el hecho de que reducen significativamente el periodo de tiempo entre la masacre de los Atreides y la Batalla de Arrakeen. En la novela son varios años entre ambos eventos; y en la película esto se reduce a menos de 9 meses, hecho indiscutible nada más de ver la panzota de Lady Jessica durante el duelo entre Paul Atreides y Feyd-Rautha Harkonnen.

Entiendo el razonamiento para reducir así el marco temporal de la historia; en particular, el librarse de tener que lidiar con un personaje tan perturbador como lo es Alya-de-la-Navaja, que es una niña preescolar con la consciencia de una anciana milenaria, pero sí es desconcertante.

En la novela Paul y Chani tienen un hijo que es asesinado por las fuerzas del Baron Harkonnen; es parte de la serie de eventos que fuerzan la mano de Paul para que consuma el Agua de la Vida. Que Chani es otro cambio importante respecto a la novela, mostrando un personaje más en conflicto con Paul y la adquisición hostil que realiza de los guerreros Fremen.

Como sea a mí me encantó la película: el elenco es espectacular y no me importa lo que nadie diga, Christopher Walken como el Emperador Padishah Shaddam Corrino IV es la neta. Austin Butler es espectacular como el sicótico Feyd-Rautha Harkonnen y la interpretación de Giedi Prime es fabulosa, con un sol “negro” que hace que todo se vea como cuando uno le baja toda la saturación a un video y aumenta al máximo el contraste. Florence Pugh es excelente como la Princesa Irulan y me muero de ganas de ver cómo conspira junto con Edric para derrocar a Paul en la secuela. Léa Seydoux está bien como Margot Fenring, pero extrañé no ver a su marido y ella misma aparece muy poco tiempo.

Todos los que regresan de la primera parte son increíbles, pero mención especial merecen Rebecca Ferguson (más hermosa y peligrosa que nunca, si acaso era posible); y sin duda alguna Timothée Chalamet, que sin esfuerzos pasa de adolescente enamorado con ojos de borrego con Chani, a arrogante tirano del universo conocido cuando va con los Fremen sureños a decirles cómo va a estar el pedo.

Lisan al-Gaib!

Lisan al-Gaib!

Por último, pero no por ello menos importante, Zendaya es excelente como Chani; en la novela Chani es Fedykin básicamente cuando conoce a Paul, pero casi inmediatamente después termina siendo poco más que la esposa-niña del protagonista (que también era niño). La película hace mucho más interesante a su personaje, además de que aparece mucho más de los catorce segundos de la primera parte.

Es espectacular la pinche película, con una cinematografía preciosista que nos presenta un mundo cruel y árido como la cosa más hermosa del universo. Y la edición de sonido: los gusanos viajando en la arena; los Fremen aclamando a Paul (Lisan al-Gaib!); los Sardaukar avanzando a su muerte tratando de defender a su emperador. Fui a verla dos veces al cine y no es raro que la tenga reproduciéndose en el fondo mientras hago otras cosas

He sido fan casi incondicional de Denis Villeneuve desde hace años; todas sus películas me han gustado. Prisoners está bien; pero Sicario, Arrival y Blade Runner 2049 son de mis películas favoritas, aunque no les fuera tan bien en la taquilla como a esta (por ahora) duología. Estoy algo decepcionado de que Dune 2: Much More Drier sólo tuviera 5 nominaciones al Oscar, pero no me extrañaría que próximas entregas tuvieran algo más de impacto con la crítica.

Y me emociona mucho el futuro de esta franquicia; disfruté bastante Dune: Prophecy, pero las próximas películas en este universo pueden reparar o aliviar algunas de las partes problemáticas de las novelas (que sí se ponen medio espesas después de Dune Messiah). Espero que corrijan el destino de Alya-de-la-Navaja; espero que permitan a Paul morir en el desierto como debía ocurrirle; y espero que hagan algo interesante con el Emperador-Dios.

Vamos a ver; pero con el declive de las películas de superhéroes y que los tarados de Disney no saben qué hacer con Star Wars, sí espero que el desmadre permanente que es Warner Bros. le permita a esta franquicia florecer como se lo merece bajo la guía de creadores que sí sepan lo que hacen.

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Que febril la mirada

Hace veinte años, queridos lectores, comencé a escribir en este blog.

No es la actividad ininterrumpida que más tiempo haya realizado en mi vida: comencé a programar a los 12 años, hace tres décadas y media; y comencé a dar clases (como ayudante de laboratorio) hace 27 años, en 1998.

Pero sí es la actividad no directamente relacionada con mi ocupación que he realizado por más tiempo en mi vida.

A lo largo de su existencia, he escrito poco más de un millón de palabras en más de 2,300 entradas y 15 páginas; he moderado más de 8,000 comentarios escribiendo yo mismo poco más de 2,000 (y no sé cuántos más haya borrado; el retraso mental es grave desde que ganó la Transformación); y si pusiera mi blog en forma de libro, el mismo cubriría más de 3,400 páginas. Ese fue un ejercicio interesante.

He reseñado películas, series de televisión, videojuegos y obras de teatro; he escrito de política y de ciencias de la computación; y, cómo no, he comentado sobre cosas personales que me han pasado en estas últimas dos décadas.

Aunque no es, ni de lejos, el aspecto central de mi vida, mi blog sí se ha convertido en parte importante de la misma, estando siempre ahí, en la periferia cuando no en el centro del escenario, desde que comencé a escribir en él.

El blog me ha permitido conocer gente, incluso a veces en el espacio de carne; y también enterarme de puntos de vista distintos que, en condiciones normales, probablemente nunca hubiera escuchado/leído. Jamás participé en ninguna red social (excepto Google+; pero era tan patética que me parece ni siquiera cuenta), pero mi blog antecede a casi todas esas redes sociales; y probablemente (mientras yo viva) continúe mientras varias de las mismas desaparezcan.

Sinceramente dudo que mis escritos nunca hayan hecho que alguien cambiara de opinión, particularmente en política; pero creo que mi blog sí refleja aunque sea una parte pequeña de lo que ha sido la trayectoría política nacional desde que el Peje comenzó a ganar prominencia a nivel nacional a finales de su sexenio como Jefe de Gobierno. En ese sentido estoy orgulloso de lo que he escrito y sostengo todo lo que he dicho; incluso en las veces que me he equivocado, porque honestamente creo que fueron errores sinceros: o en otras palabras, bajo las mismas circunstancias, hubiera escrito básicamente lo mismo.

No me arrepiento de nada que haya dicho en el blog (incluyendo los antes mencionados errores); y de hecho todo lo contrario: estoy profundamente orgulloso de muchas de las pendejadas que aquí he plasmado.

En particular, y aunque sé que es una afirmación terriblemente controversial, voy a reafirmar una vez más que Cardcaptor Sakura es el mejor animé que haya visto en mi vida; aunque la continuación de Clear Card es (al menos hasta el momento) completamente innecesaria; y además en los últimos años salieron un par de animés que es posible (aunque no necesariamente probable) que le quiten ese lugar en mi escala personal. Como son series en desarrollo, necesitaré ver cómo terminan antes de poder tomar esa decisión.

Han sido veinte años de mi vida adulta en los que (inevitablemente) he crecido como escritor; he aprendido un montón sobre la condición humana (en particular como el dogma ideológico puede literalmente causar retraso mental); y sinceramente me he divertido como enano, porque sigo sosteniendo que escribir prosa y escribir código son actividades completamente diferentes, pero sorpresivamente similares.

Escribir prosa es tratar de programar una idea.

Así que no planeo dejar de hacerlo, aunque inevitablemente acaecerán periodos donde deje de escribir un tiempo; pero espero sean pocos y no muy largos.

Y de estos últimos veinte años, en las inmortales palabras de Carlos Gardel:

Sentir que es un soplo la vida
que veinte años no es nada
que febril la mirada,
errante en las sombras
te busca y te nombra
vivir con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez

Nos vemos en el cuarenta aniversario.

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Feliz año nuevo 2025

Con casi 3 semanas de retraso, pero como todos los años, quiero desearle a todos mis lectores (incluso a los siempre borro sus comentarios por exceso de retraso mental), un feliz año nuevo.

Este punto medio de la tercera década del siglo XXI se ve interesante, por decir lo menos: la Transformación continúa, aparentemente con más apoyo nacional que nunca antes; en unas horas comenzará Trump 2.0, y aunque hay muchísima especulación, la simple verdad es que no tenemos ni puta idea de qué tanto nos vaya a afectar, positiva o negativamente.

Yo estoy agradablemente sorprendido de la respuesta que hasta ahora ha dado nuestra doctora presidenta junto con su equipo; en ese sentido estoy tranquilo, confiando en que los que están a cargo lo harán tan bien como podríamos esperar que lo hicieran.

Yo comencé este año mudándome a un nuevo departamento; de ahí mi tardanza en escribir esta entrada. Esto agotado de estar mudando la aparente infinidad de pendejadas que uno termina acumulando a lo largo de casi veinte años de vivir en un mismo lugar.

(Me imagino que han oído hablar que todos los hombres tenemos una “caja de cables” que nos negamos a tirar; bueno, creo que a estas alturas yo tengo más o menos dos clósets completos de cables: estoy 97.14% seguro de que se reproducen entre ellos).

Mi nuevo hogar parece zona de guerra; aún me faltan algunas cosas de mover y necesito organizar la gran mayoría de las antes mencionadas pendejadas: pero ya tengo mi televisión con mi PlayStation 5 y mi media center conectados; ya tengo mi interné funcionando; y mi recámara es la parte más avanzada que tengo, así que puedo dormir y todo.

Mi estudio en cambio es posiblemente la parte menos avanzada, que es la razón de que esté escribiendo esto en mi laptop.

Como sea, es una manera interesante de iniciar un año; feliz año a todos ustedes, y vamos a ver cómo nos va con el demente naranja de regreso en la Casa Blanca.

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That Time I Got Reincarnated as a Slime

En algún momento hace algunos años comencé a ver Tensei Shitara Slime Datta Ken, así que hoy le toca a esta serie.

Tensei Shitara Slime Datta Ken

Tensei Shitara Slime Datta Ken

La serie del moco gigante (slime) es un Isekai; que tal vez para este punto debería ser mi pretexto simple para explicar por qué vi una serie.

Está divertida: nuestro protagonista es asesinado (al parecer de manera medio aleatoria) al proteger a su subordinado de la oficina y su novia de un asaltante; antes de morir consigue pedirle a su subordinado que por favor destruya el disco duro de su computadora (para que no descubran su colección de pornografía, uno supone; y un saludo al subordinado, por cierto, que lo hace aventando toda la computadora a la tina del baño llena de agua); y es reencarnado como un moco gigante en un mundo de fantasía.

Es entretenido cómo el moco gigante comienza a acumular poder, hasta que se hace amigo de un dragón enjaulado mágicamente en la caverna donde reencarnó, lo que lo hace todavía más poderoso. Eventualmente el moco sale de la caverna y comienza a reclutar monstruos como aliados, evolucionándolos en el proceso, volviéndolos a su vez más poderosos; lo que al final resulta en que él mismo se haga más poderoso.

Total que Rimuru (el moco) termina fundando la nación de mounstruos de Jura y viéndose involucrado en las grillas y peleas entre distintos grupos de monstruos, humanos y semihumanos, así como otros expatriados de nuestro mundo (normalmente de Japón) que también terminan en el mismo universo.

Así como lo estoy describiendo, las Aventuras del Moco Más Poderoso podría parecer la cosa más genérica del universo… que lo es. Pero es sinceramente divertida; el sistema de magia y poderes tiene sentido; Rimuru explota sus conocimientos de ciencia y tecnología humana de nuestro mundo para combinarlos con magia y crear cosas bastante imaginativas; y salen monstruas sexys todas enamoradas de Rimuru.

Monstruas sexys

Monstruas sexys

Rimuru, al convertirse en moco gigante, básicamente pierde su humanidad; pero contrario al protagonista de Overlord esto no lo hace inhumano, y de hecho tiene cierto apego a los humanos por haber sido uno en su vida anterior. Sin embargo, eso no le impide asesinar 10,000 tarados para poder ascender a ser rey demonio.

Eventualmente Rimuru puede tomar una forma humana (lo que le permite volver a disfrutar la comida para humanos); pero sigue siendo un moco gigante (por ejemplo, que le amputen un brazo le hace lo que el viento a Juárez), además de básicamente en los hechos asexual.

Con tres temporadas ya concluidas la historia está bastante embrollada, así que no se me da la gana seguir resumiendo cosas de ella; pero repito que está divertida, que la animación está muy chida (junto con el diseño de personajes: véase a las monstruas sexys), y pues yo la encuentro interesante.

Con la posible excepción de la tercera temporada, que tuve que hacer un esfuerzo por terminarla: es el primer animé que veo donde más o menos los seis primeros episodios de una temporada fueron básicamente reuniones entre múltiples personajes donde se sentaban a platicar. A veces había múltiples reuniones por episodio; a veces había reuniones para poder planear otra reunión subsecuente.

Se puso medio ridículo; pero por fin eventualmente dejaron de reunirse para poder darse de patadas. ¿Y saben que hicieron después? Una nueva reunión, por supuesto, para discutir el desenlace del haberse dado de patadas. Y luego más reuniones, porque por qué no.

A pesar de mis quejas yo sí la recomiendo; de la tonelada de Isekais que han salido en la última década, las Aventuras del Moco Gigante es sin duda alguna de las mejores y más entretenidas que yo he visto.

Está en Crunchyroll, si les interesa.

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Horizon Forbidden West

Después de Ragnarök, mi siguiente platino fue el de Horizon Forbidden West.

Horizon Forbidden West

Horizon Forbidden West

HFW fue el primer juego que compré para mi PlayStation 5, porque la primera parte me pareció extraordinaria.

La segunda parte está bien.

No me malinterpreten; es muy buen juego… nada más es muy similar a HZD. Lo cual es bueno, porque es un juego extraordinario. Pero pues no es ni muy novedoso ni muy sorprendente.

También es ridículamente largo. Al inicio estaba jugando en la dificultad más perra, pero al ver el ritmo de avance que llevaba, mandé todo al cuerno y le bajé la dificultad. Aún así me llevó año y medio completar el juego.

Estaba jugando otras cosas; pero en gran medida era porque sencillamente no me atrapó como la primera parte.

La historia está padre; se revela que un cohete interestelar repleto de ricos y famosos antes del apocalipsis del virus Faro huyó del planeta, y utilizando toda la tecnología y recursos que se llevaron se mantuvieron jóvenes hasta el tiempo de Aloy.

Algo causa que regresen a la Tierra (viajando más lento que la velocidad de la luz, porque así funciona el universo), pero antes se transmite la señal que causó que HADES despertara y se desencadenaran los hechos del primer juego, incluyendo la creación de Aloy como una jugada desesperada por parte de GAIA para salvar a la humanidad.

El plan de los Far Zenith (como se hacen llamar los ricos y famosos) era robarse a GAIA y así poder terraformar un nuevo planeta; el despertar de HADES es causado por el némesis de los Far Zenith, que se llama (no lo van a creer) NEMESIS y que es una inteligencia artificial que los muy idiotas crearon en el planeta al que habían huido. La razón de despertar a HADES era evitar que Far Zenith pudiera hacerse de GAIA y escapar a otro planeta.

Para tratar de apoderarse de GAIA, los Far Zenith necesitan (razonando de la misma manera que GAIA) un clon de Elisabeth Sobek para que funcione como llave genética alfa para abrir todas las puertas del proyecto Zero Dawn; a este clon le denominan Beta y Aloy la rescata, desarrollándose entre ellas una relación que es, básicamente, de hermanas.

Es una escena extraordinaria.

La relación entre Aloy y Beta es la neta, porque aunque son idénticas a nivel genético, fueron criadas de maneras completamente distintas, lo cual causa que tengan personalidades diametralmente opuestas: Aloy es segura, obstinada y práctica, obteniendo su conocimiento de manera en general empírica en el campo; Beta es insegura, dócil e intelectual, obteniendo conocimientos teóricos en general a través de libros (o el equivalente electrónico que usen en este futuro).

Y, fascinamentemente, ambas son completamente diferentes a su “madre”, Elisabeth Sobek.

La historia termina de manera agridulce: consiguen derrotar a los Far Zenith y casi todos los amigos de Aloy sobreviven (incluyendo su nueva hermanita); pero NEMESIS está en camino a la Tierra con ganas de destruir a toda la vida orgánica que exista. Ah, y por fin recuperan a APOLO, que contiene todo el conocimiento humano que originalmente habían perdido los sobrevivientes en la Tierra: los Far Zenith se habían robado una copia.

Lo único que no me gustó de la historia fue la vida emocional de Aloy. En el primer juego le comenta a la tumba de Rost (de la manera más desapasionada posible), que Varl le gusta. En el segundo juego el innecesariamente sexy negro sigue a Aloy al Oeste Prohibido, pero en el camino encuentran a la innecesariamente sexy Zo, que más se tarda en platicar un ratito con Varl que en rayarle los cuadernos a Aloy bajándole al negro.

Luego se introduce a Tilda van der Meer de los Far Zenith, magistralmente interpretada por Trinity, que inicialmente ayuda a Aloy para al final traicionarla cuando la batea. Entre líneas (no de manera explícita) nos enteramos de que Tilda y Elisabeth fueron amantes; y que Tilda estaba ayudando a Aloy entre otras cosas porque quería tronarle su cacahuatito.

Por último, en el DLC, Aloy conoce a Seyka y después de mucho innecesario drama, Seyka y Aloy comienzan una relación que en los hechos terminará siendo a distancia, porque Seyka debe regresar a lo que era China con el resto de su expedición.

No me molesta que Aloy sea lesbiana (o bisexual); la cosa es, realmente tanto Elisabeth como Aloy (y lo poco que vemos de Beta), dan muestras muy fuertes de ser asexuales. They are women of focus, commitment and sheer fuckin’ will.

Creo que hubiera preferido que siguieran mostrándose así, tan por encima de lo que es un ser humano común y corriente, que incluso están por encima de nimiosidades como son cariñitos azucarados que saben a bombón.

Pero dado que le iban a dar una pareja a Aloy, entonces le hubieran dado una con la que al menos tuviera química; no hay nada que muestre eso entre Aloy y Seyka. Tiene mucho más química Aloy con Varl (que lo matan a la mitad de la historia, dejando a Zo viuda y preñada); o Alva (aunque tiene esposa esperándola en lo que era China); o Talanah (que era su patrocinadora en el club de cazadores en Meridian); o incluso Erend, que por más güey que sea es probablemente el seguidor de Aloy más leal que tiene, y que me encanta que desde el primer juego tiene la imagen de un pandillero motociclista metalero, y que cuando Aloy lo pone a estudiar con GAIA el tipo descubre que su música preferida del pasado es el metal.

La historia, aún con sus imperfecciones, me gustó; y el juego es una delicia desde el punto de vista técnico: los gráficos son apabullantemente hermosos, mostrando selva, bosque y desierto en toda su majestuosa majestuosidad; la música sigue siendo igual de dramática que antes; y Aloy ahora puede montar máquinas voladoras, lo cual es estupidizantemente divertido.

(Aunque debo repetir, por enésima vez, que lo jugué en 4K con HDR y yo nada más no veo una diferencia significativa con FullHD y colorcitos normales.)

Y Aloy sigue siendo un personaje fabuloso, por más forzado que se sienta todo el aspecto romántico.

La bronca mayor con el juego es su estúpida longitud; pero incluso más que eso es la calidad de dicha longitud. Si nos tuvieran haciendo chorrocientas cosas divertidas no me importaría, pero como tres cuartas partes son más bien sosas.

El primer juego fue criticado por la superficialidad de su combate mano a mano; dícese, cuando Aloy usa su lanza en lugar de usar las distintas armas a distancia con las que cuenta. Bueno, pues los desarrolladores se fueron a Disneylandia del lado contrario, y ahora Aloy cuenta con como catorce millones distintos de combos, que hay que hacerlos todos al menos una vez para obtener un trofeo.

Y así en general con todo: hay como catorce millones de armas, catorce millones de armaduras, catorce millones de pinturas para la cara, catorce millones de tintes para tus armaduras… es demasiado. Yo el primer juego encantado me puse a coleccionar todo; en la secuela tuve que tirar la toalla cuando vi la abrumadora tarea que sería tratar de ir por todo.

Por no decir actividades: además de todo lo que había en el juego original, ahora hay carreras, reliquias, una arena completita de desafíos, oleadas de poder (no pregunten), drones, cajas negras, puntos de vista, torres de señales y me parece que en algún momento Aloy se inscribe a dos semestres de cocina fusion.

Eso último es broma, pero sí puede uno ir por ingredientes para que cocineros especializados nos hagan calditos de pollo que mejoran nuestras estadísticas.

Y todo se siente como un pegoste por encima del núcleo del juego. No se siente natural, como era en Dragon Ball: Kakarot; o al menos así fue para mí.

El ejemplo más descarado me parece es Machine Strike, que es por cierto el video que muestro arriba y que fue el último trofeo que obtuve. Machine Strike es un juego de mesa que es una combinación de ajedrez, Los colonos de Catán y Magic: The Gathering, y que no sé a quién chingados se le ocurrió agregar un juego de mesa encima de mi juego de montar dinosaurios robóticos. Es todo un juego dentro del juego, con reglas y distintos contrincantes con fortalezas y debilidades distintas, y a mí la verdad no me podría haber importado menos.

En la historia te fuerzan a jugar una partida de prueba, y luego dan un trofeo por derrotar a dos contrincantes distintos. Yo no volví a tocar eso con un palo de tres metros mientras terminaba primero la historia y después el DLC, y ya que nada más me faltaba ese último trofeo busqué a los contrincantes más mensos que hubieran en el juego y les gané para obtener mi trofeo de platino.

Pero no me dio ninguna satisfacción; es completamente artificial e innecesario que agregaran algo así a un juego que de por sí se siente largo.

Como sea; HFW es un gran juego, aunque parezca que me estoy quejando mucho de él, y yo espero con ansias la secuela.

Aunque no dudo que los muy tarados le agreguen un torneo de Machine Strike que hay que ganar o alguna estupidez de ese estilo. Yo sólo quiero ver cómo Aloy le parte su mandarina en gajos a NEMESIS; así como descubrir lo que se inventarán los escritores para lidiar con la tragedia de que el extraordinario Lance Reddick se nos murió, lo que nos deja sin Sylens en la historia.

Lo recomiendo encarecidamente, si pueden juéguenlo. Se pueden brincar todas las cosas inútiles y sólo disfrutar la muy altamente disfrutable historia.

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Demon Slayer: Rumbo al Entrenamiento de los Pilares

A inicios del año pasado fui a ver Demon Slayer: To the Swordsmith Village y me quejé amargamente de que la película era un fraude porque era básicamente los dos últimos capítulos de la tercera temporada y el primero de la cuarta pegados, con créditos y viñetas para el inicio y final del bloque de comerciales para la transmisión en televisión. También hice notar que sí me había gustado.

¿Qué hice en febrero de este año? Fui a ver Demon Slayer: To the Hashira Training, que son básicamente los últimos dos capítulos de la cuarta temporada y el primero de la quinta.

Se aplican no importa.

Demon Slayer: To the Hashira Training

Demon Slayer: To the Hashira Training

Esta vez sí hicieron un poquito de esfuerzo para la entrega cinematográfica; quitaron los créditos de enmedio así como las viñetas pre- y post- comerciales, y pues sí se siente más como una película.

Además, el primer episodio de la quinta temporada no es nada más vómito expositorio; tiene un par de escenas de acción muy buenas.

Pero pues no es tan emocionante el final de la cuarta temporada si lo comparamos con el de la tercera, aunque sigue siendo literalmente inspirador ver a Nezuko como una sunwalker.

Está bien, yo me divertí; pero si uno no está siguiendo la serie con cuidado, no tiene mucho sentido o importancia. El año que viene no harán de nuevo el mismo truco barato; lo que van a hacer es estrenar a lo largo del año tres películas que narrarán el último arco de la historia. Yo, obviamente, las veré todas en el cine; probablemente el día de su estreno.

Dicho todo lo anterior, sí recomiendo la “película”; pero si están al día en la serie no tiene mucho sentido que la vean.

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La minería de datos

Como he comentado en muchas ocasiones, juego videojuegos en mis múltiples PlayStations en gran medida por el placer que siento al obtener los trofeos que se otorgan al cumplir ciertos requisitos; y especialmente cuando obtengo el 100% de los mismos, generalmente alcanzando ese 100% cuando consigo el trofeo de platino de algún juego en particular.

Desde hace años (poco menos de una década) tengo una aplicación de escritorio escrita en Gtk que me permite no nada más ver los trofeos que he obtenido; también me permite visualizar múltiples estadísticas y gráficas, así como ayudarme a decidir qué voy a jugar en lo inmediato, señalándome qué juegos tengo disponibles con trofeos fáciles o de los juegos que he jugado qué trofeos son los más sencillos en obtener.

PlayStation Network Trophies

PlayStation Network Trophies

Después de que excomulgaron mi cuenta original, mi aplicación es todavía más importante para mí, porque es la que me permite mezclar mis dos cuentas en una cuenta virtual y así llevar el seguimiento de mis trofeos en mi cuenta original excomulgada y mi cuenta actual en activo.

PlayStation Network Trophies

PlayStation Network Trophies

Ahora, la aplicación está escrita en Vala con Gtk, pero un componente importante está escrito en PHP porque no quería estar descargando de la fuente original toda la información en las múltiples computadoras que uso, especialmente las imágenes de los juegos y los iconos de los trofeos (que ocupan poco más de 4 gigabytes para los juegos que he registrado hasta el momento), así que hice una API REST y realmente todo eso está en mi servidor (así como la base de datos maestra) y mi aplicación Gtk sólo se sincroniza con él.

Sin embargo, nada de esto explica de dónde sale toda esa información: no únicamente los nombres e imágenes de videojuegos y trofeos, así como sus descripciones y las fechas en que los obtuve, sino cosas más complicadas como qué determina que un trofeo sea o no fácil o difícil de obtener.

Y la respuesta es muy sencilla: originalmente todo venía de PSNProfiles.

El sitio tiene décadas (bueno, quince años) llevando la información de millones de ususarios de la PlayStation Network (aunque no todos). Uno puede usar el sitio gratuitamente con anuncios, pero pagando una módica cantidad (una única vez), los anuncios desaparecen.

Yo pagué; dos veces, una por cada cuenta.

Como sea, lo que comencé a hacer fue sencillamente minar las páginas de PSNProfiles con un programita que yo escribí; inicialmente analizando el HTML a mano buscando cadenas crudas como un troglodita y eventualmente evolucionando al pasar mi programita minero (que está escrito en Python) a que usara BeautifulSoup.

No fui el primero (ni el último) en hacer algo de este estilo; existen varias bibliotecas que hacen exactamente lo mismo.

En su cénit, mi sistema era bastante avanzado: usando mi cliente Gtk yo solicitaba que se minara un nuevo juego (u ocurría automáticamente si ganaba algún trofeo de un juego que no huviera minado anteriormente), lo cual disparaba un método REST que mi servidor recibía y que causaba que se ejecutara mi minero (también en el servidor, pero de forma independiente), incluyendo descargar todas las imágenes correspondientes, y mi cliente Gtk podía sondear (poll) cómo iba este proceso; al terminar el cliente solicitaba la actualización de la base de datos junto con las imágenes correspondientes (que se guardaban en una copia local, por supuesto). La idea era tener que molestar a PSNProfiles lo menos posible; por eso mi servidor en medio.

Funcionaba bastante bien. Demasiado bien; no sé si fuimos todos los que minábamos al pobre sitio de PSNProfiles, o yo en particular (yo minaba juegos que no hubiera jugado, pero que tenía el disco o digitalmente, para justo poder determinar qué juegos iba a jugar más adelante), pero eventualmente se hartaron de nosotros/mí, e implementaron prevención de falsificación de solicitudes entre sitios, también conocida como CSRF por sus siglas en inglés (Cross-Site Request Forgery prevention).

Esto me llevó como cinco minutos darle la vuelta, porque no es terriblemente complicado; básicamente hay que registrar algunos encabezados de HTTP y retransmitirlos. Entonces seguí usando mi sistema.

Acto seguido PSNProfiles contrató Cloudflare, que es un servicio de red de distribución de contenidos o CDN (Content Distribution Network), que además de tratar de detectar cuándo alguien está minando un sitio, ofrece protección contra ataques DDoS y cosas por el estilo. Que, quiero enérgicamente enfatizar, yo no estaba haciendo nada particularmente dañino; además de que nunca miné de múltiples computadoras el sitio (para eso justamente usaba mi servidor), no es como si hubiera tratado de descargar todo el sitio, yo sólo quería la información de mis trofeos y de los potenciales juegos que en el futuro pudiera jugar.

El uso del sitio por mi programa era comparable al que hubiera resultado de que yo usara el sitio normalmente; y de hecho generaba menos tráfico porque una vez minadas las imágenes, yo ya no volvía a hacer solicitudes a PSNProfiles. Y no es como que perdieran dinero por la publicidad que yo no veía; como mencioné, yo pagué por quitar anuncios, así que de por sí no los veo.

Como sea, sí miné un chingo de juegos; desde que tengo PlayStation Plus Premium, tengo disponibles cerca de 1,500 videojuegos, pero los mismos siguen siendo una fracción de los más de 30,000 juegos que tienen trofeos para la PlayStation Network. Por no mencionar que nunca miné la información de algún otro de los millones de usuarios del sitio: ¿para qué haría eso?

Como sea, Cloudfare es básicamente imposible de brincar, porque encima de todo cada cierto tiempo (desesperantemente cada par de horas, al parecer), pide que uno resuelva un captcha, que aunque hay prototipos de cómo superarlos automáticamente, los mismos suelen ser rotos cada quince minutos, porque es un juego del gato y el ratón entre Cloudfare y múltiples monos que quieren poder minar información en la red; Cloudfare es usado por miles de sitios en internet.

Eventualmente terminé escribiendo algunos scripts de Tampermonkey, que usando JavaScript inyectan básicamente lo que uno quiera de un sitio en la red en el navegador. Entonces manualmente tenía que minar mi cuenta o un juego desde mi navegador, mi script me hacía un lindo Zip ya con todo el HTML que necesitara de PSNProfiles, y yo le pasaba esa información a mi servidor para que hacer todo lo demás funcionara automáticamente. Más engorroso que si todo fuera 100% en automático, pero manejable.

Hasta este momento, varios de ustedes, queridos lectores, se han de estar preguntando por qué no sencillamente minaba la información de Sony directamente. La respuesta es muy sencilla: uno, era muy engorroso; y dos, la información recibida estaba incompleta. O al menos así era cuando lo investigué la década pasada.

Para poder minar la información de Sony varios monos en la red se pusieron a olfatear la comunicación entre los PlayStations o las aplicaciones móviles de PlayStation con la nave nodriza, y usando diúrex y salivita armaron una API que era medio engorrosa, pero usable. La API necesitaba varios datos que requerían que uno se conectara vía un navegador con una cuenta válida de PlayStation, ejecutara en la consola JavaScript varios comandos y sacara del resultado esos datos para el sistema que quisiera usar la API: esta era la parte engorrosa.

La parte de que la información fuera incompleta radicaba en el hecho de que, desde sus inicios, los trofeos de PlayStation tienen la capacidad de ser secretos; para que un jugador que esté checando la lista de trofeos no se le vaya a arruinar una sorpresa (spoilers!) al leerlos. En su infinita sabiduría, los de Sony decidieron que la información de trofeos secretos no se transmitiría a las aplicaciones que los solicitaran, excepto obviamente el hecho de que existían y eran secretos. Además, uno nada más podía consultar información de los trofeos en juegos que su usuario autenticado hubiera jugado.

Este era el estado de las cosas la década pasada; y yo no había tenido la necesidad de verificar si las cosas seguían igual o no, porque mi sistema que minaba PSNProfiles sencillamente funcionaba. Incluso cuando implementaron CSFR y después al pasarse a Cloudfare, yo conseguí que mi sistema siguiera funcionando, aunque fuera evadiendo obstáculos.

Hasta hace unas semanas.

Hace menos de un mes, descubrí que PSNProfiles ya no permite ni siquiera bajar páginas usando un script de Tampermonkey; casualmente lo descubrí mientras estaba minando todavía más juegos: como resulta que puedo ver mi biblioteca de juegos disponibles en la PlayStation Network a través del navegador, y existe un userscript que permite exportar esto a JSON, pues me puse a ligar en su totalidad todos los juegos que tenía minados en mi sistema con los juegos en mi biblioteca… y para eso debía minarlos primero.

Mis scripts de Tampermonkey lo que hacían era guardar la página minada (generalmente mi perfil) junto con las páginas ligadas dentro de la página minada (generalmente los juegos individuales de mi cuenta). Bueno, PSNProfiles ya no permite descargar una página que sea ligada de otra página en el sitio: cuando uno carga una página, las misma es mínima, teniendo únicamente algo de JavaScript que genera un URL con un párametro GET con una dispersión (hash) que sirve como desafío para que PSNProfiles verifique que es un ser humano el que siguió la liga. El JavaScript después cambia la ubicación del navegador al URL.

Ahora, esto es superable; tendría que hacerle trutrú al HTML recibido para interpretar el código JavaScript que genera la dispersión (se genera en el cliente; no tendría sentido si nada más lo enviara planamente el servidor), o en el peor de los casos literalmente levantar una máquina virtual de JavaScript para que lo hiciera por mí… pero se estaba poniendo ridículo el asunto. Y encima ahora PSNProfiles ya ni siquiera me permite crear un script para guardar el HTML que ya está en mi navegador y de hecho nada que esté con el tipo de contenido HTML (Content-Type, es un encabezado del protocolo HTTP(S)), aunque sigue funcionando salvar una página manualmente, porque me parece que es básicamente imposible que eviten que eso se pueda hacer.

En general todo este tejemaneje es medio absurdo, porque todo funciona para mí incluso si tengo que salvar las páginas de los juegos manualmente; en general sólo es necesario hacerlo una vez, porque lo peor que ocurre es que ciertas estadísticas (por ejemplo, el porcentaje de jugadores que obtienen un trofeo) se vuelven ligeramente desfasadas, lo cual no es muy grave dado que casi nunca juego juegos que acaben de salir: las estadísticas por definición se van estabilizando a lo largo de la vida de un juego y eventualmente casi no cambian, excepto por algunas centécimas de puntos porcentuales.

Sin embargo, en la página que uno guarda con la información de un juego sólo vienen ligas a las imágenes de los trofeos en resoluciones “pequeña” y “mediana”, que es la terminología que PSNProfiles se inventó: la liga a la imagen del trofeo en resolución “grande” está en la página del trofeo mismo. Y sí estoy dispuesto a guardar las páginas de mis juegos; incluso si son 1,500, lo puedo hacer de manera paulatina porque, como ya expliqué, sólo necesito hacerlo una vez. Lo que no estoy dispuesto a hacer es guardar las páginas de las decenas de miles de trofeos que me interesa tener.

Medio harto, decidí ver alternativas: hay múltiples sitios que hacen más o menos los mismo que PSNProfiles; lamentablemente me parece que ninguno lo hace tan bien, además de que mi sistema está bastante amarrado a PSNProfiles. Por ejemplo, el identificador único para cada juego es el mismo en mi sistema que en el sitio, y aunque podría cambiarlo, la tarea sería pesada, vamos a decir.

Estaba a punto de mandar todo al carajo cuando me dije a mí mismo: “mí mismo, vamos a ver si han habido avances en la API para conectarse con Sony directamente”. Y sorpresivamente, resulta que sí ha habido avances, al parecer impulsados entre otras cosas por la introducción del PlayStation 5 y que ahora algunos trofeos pueden reportar el avance que lleva el usuario para obtenerlos. Esto obligó a Sony a actualizar su protocolo de comunicación, y el mismo es mucho más sencillo.

Sigue siendo todavía algo engorroso, pero mucho menos: uno sólo necesita una cookie del navegador para que todo funcione, y la misma parece tardar mucho en expirar. Además hay que generar una ficha (token) que expira más o menos cada 10 horas; pero es trivial automatizar el cómo obtener una nueva. O bueno, a mí me resultó muy fácil automatizarlo.

Y mejor aún, el problema de que no estuviera completa la información, para motivos prácticos, ha desaparecido: no sólo se puede obtener toda la información de un trofeo (incluyendo el hecho de si es o no secreto); además, me llevó un par de horas descubrir que puedo minar todos los juegos de Sony. Incluyendo imágenes de juegos y trofeos en alta resolución, equivalente a las de PSNProfiles. Lo que es más; puedo minar mi perfil con toda la información que necesito; y también la de cualquier usuario en la PlayStation Network (si la tiene pública). La única restricción es que, en promedio, uno no debe hacer más de una consulta cada 3 segundos.

El único problema es saber el identificador del juego que uno quiere descargar. En la misma biblioteca de Sony (la que uso el userscript para descargarla del sitio de Sony) aparecen identificadores, normalmente de la forma CUSA, como CUSA01623 para la versión remasterizada de God of War 3 para el PlayStation 4; o de la forma PPSA, como PPSA08329 para la versión de God of War Ragnarök para el PlayStation 5. Sin embargo, los identificadores que la API necesita para sacar información de juegos, trofeos y progreso de un jugador, están en un formato NPWR; por ejemplo, para la versión de God of War Ragnarök del PlayStation 5, el identificador es NPWR22392.

Hay una manera de obtener el identificador NPWR si uno tiene el identificador CUSA; lamentablemente, sólo sirve si se tienen registrados trofeos de ese juego (lo que la hace inútil: si los tengo registrados, usando la nueva API puedo obtener la lista de mis juegos ya con el NPWR incluido). Hay listas en internet con múltiples identificadores NPWR, además de otros sitios que permiten consultar algunos identificadores; pero no todos: por definición todos estos sitios siempre tendrán información incompleta.

Estaba ponderando cómo hacer esto sin usar fuerza bruta, cuando de repente me dije a mí mismo: “mí mismo, ¿por qué no usamos fuerza bruta?”. Los identificadores NPWR tienen todos 5 dígitos decimales, y al parecer todavía no aparece ningún título en el rango de 50000… entonces sólo tenía que ir haciendo peticiones a la API desde NPWR00000 hasta NPWR49999; si el API me daba la información, ya ganaba; si me decía que no existe; también ganaba porque ese dato también lo registraba.

Así que procedí a hacer eso: nunca miné todo PSNProfiles, por respeto al sitio; pero que se pudran los de Sony, pueden lidiar con el tráfico, además de que como dije la API tiene límite de peticiones. Pero pues para alguien como yo el hacer un script que descargue todos los juegos de PlayStation a un promedio de uno cada 3 segundos es trivial.

Me llevó algunos días minar todo dejando correr mi script 24×7; según los resultados de mi minado, hay 30,370 conjuntos de trofeos; cada uno no corresponde exactamente a un juego, porque a veces un juego tiene mútliples conjuntos de trofeos, especialmente para distintas regiones en el mundo. No miné todas las imágenes (serían decenas de gigabytes de información); sólo descargué las imágenes de los juegos en mi colección.

Y por supuesto Sony agrega nuevos conjuntos de trofeos cada semana; y desesperantemente no es secuencial el asunto, a veces usan un número de 5 dígitos menor al máximo existente, aunque nunca muchísimo menor: el último que tengo registrado es NPWR48850, pero el último que fue agregado (que me interese) es NPWR47231 para Infinity Nikki, que, no bromeo, me muero de ganas de jugar.

Estoy seriamente pensando en dejar de molestar a PSNProfiles y usar exclusivamente la información de Sony; en general tiene todo lo que necesito, nada más la de PSNProfiles tiene más sentido. PSNProfiles hace una labor de curación en los jugadores a los que rastrea; por ejemplo da de baja a los jugadores que obviamente hacen trampas si las mismas son para poder obtener muchos trofeos de golpe (por ejemplo, al editar juegos salvados de otros jugadores). También para motivos prácticos ignora cuentas que casi no tienen trofeos y que probablemente sean cuentas alternativas de algunos usuarios.

Sony no hace nada de esto, entonces los porcentajes que muestran sus trofeos son más dudosos; en particular, los promedios de obtención de un trofeo suelen no tener el menor sentido: juegos muy fáciles no es raro que reporten trofeos que menos del 1% de los usuarios los han obtenido. Si todos los trofeos son difíciles, entonces ningún trofeo es difícil.

Así que, por ahora, tuve que resolver el obtener información de PSNProfiles, de preferencia sin tener que salvar la página manualmente, porque sí me interesan sus porcentajes de obtención de trofeos. La solución fue relativamente sencilla: PSNProfiles no permite que uno salve con un script una página del sitio; pero no tiene problemas en que uno construya manualmente una cadena y esa cadena se guarde, siempre y cuando el tipo de contenido no sea HTML.

Así que sencillamente traduje mi programa minero a JavaScript y ahora directamente mino del navegador con un userscript, guardando (con nada más picar un botón) un JSON con la información que me interesa. Este estúpido programa minero ya van como siete veces que lo reescribo, y si no me equivoco es el tercer lenguaje de programación que utilizo para hacerlo: la primera versión con Python, la segunda con Vala porque se me ocurrió que tenía sentido (no lo tenía) y ahora JavaScript. Dato interesante: PSNProfiles, para motivos prácticos, no haya actualizado sustancialmente el formato de sus páginas en todos estos años.

A largo plazo (muy largo plazo) creo que sí me mudaré por completo a usar la información de Sony nada más; no sólo así dejaré de molestar a PSNProfiles, sino que pues es eliminar intermediarios. Saber qué juegos son muy fáciles o muy difíciles obtener todos los trofeos sí me interesa, pero me parece que podré encontrar una fuente de información alterna y que no se ponga tanto los moños como PSNProfiles con su CSFR y Cloudfare. Pero pues sí será una reescritura significativa de mi sistema y ahorita no tengo tiempo de hacerla.

He completado al 100% 152 juegos en mis PlayStations; 112 de ellos con trofeo de platino. En total, he obtenido 5,969 trofeos en poco más de 16 años que llevo jugando en PlayStation, lo que me da un promedio de apenas más de un trofeo por día (1.01, según mi programa). Lo cual me parece razonable.

Sony acaba de sacar el PS5Pro y esto probablemente le dé cerca de un quinquenio extra a la quinta generación de la consola; eventualmente saldrá el PS6 y la comunicación que hacen PS3s y PS4s con la nave nodriza se desfasará y entonces Sony probablemente cambie de nuevo el protocolo.

Pero mientras ese día llega, yo ya tengo una manera de poder obtener toda la información de mis trofeos que me interesa para que funcione mi programita; casi toda de Sony, pero una parte todavía de PSNProfiles (aunque estoy buscando fuentes alternas). Vamos a ver cuánto tiempo permanece funcionando.

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Silvia Pinal

Este jueves 28 de noviembre, Silvia Pinal falleció.

Silvia Pinal

Silvia Pinal

Silvia Pinal fue una de las representantes más famosas de esa mezcla asquerosa que existió en nuestro país (y aún lo hace, aunque afortunadamente de manera muy desvanecida) de la política clientelar priista y el mundo del espectáculo dominado (así como comprado, corrompido y reprimido) por Televisa: fue asambleísta, diputada y senadora, así como la primera dama de Tlaxcala, todas por el PRI, obviamente.

Pero además de que es posible discutir que en ese papel Doña Silvia se desempeñó de manera relativamente honorable o al menos inofensiva, la verdad es que aunque no fuera así yo le disculparía todo eso, y mucho más, por una sencilla razón.

Actuó al lado de Pedro Infante.

Y sí, fue de las mejores actrices de la época de oro del cine mexicano, además de una mujer brutalmente hermosa y encantadora; probablemente la última gran diva del cine de México. Pero eso a mí no me importa.

Lo que a mí me importa es que Silvia actuó junto a Pedro en la aún hoy en día hilarante El Inocente y que hacen coro cantando a la víbora, víbora de la mar.

Descansa en paz, Mané.

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Demon King Daimao

El siguiente animé que tengo apuntado es Ichiban Ushiro no Daimaou, o Demon King Daimao.

Demon King Daimao

Demon King Daimao

A veces no sé porqué me aferro a terminar algunas series de animé.

Demon King Daimao es tan intrascendente que literalmente tuve que ponerme a leer la página en MAL para medio acordarme de qué carajo trataba. E incluso cuando terminé de leer tuve que hacer un esfuerzo, porque la historia es de verdad francamente olvidable.

Un güey en la escuela de magos es profetizado a convertirse en el próximo rey demonio, lo que automáticamente le concede un harén (la unidad familiar básica del animé) de muchachas, donde cada una de ellas cumple con uno de los múltiples y choteados clichés que permean al género.

Tiene un par de cosas chistosas la serie, en particular Korone, la robota que no es robota pero que en el fondo todos sabemos que es robota, asignada a vigilar a nuestro próximo rey demonio.

Pero ya, eso es todo. Esa es toda la historia; no pasa nada realmente interesante o emocionante, y literalmente me tardé más en ver la serie que en olvidarme de ella. Además de que la animación es francamente lamentable; con encima un diseño de personajes que me recuerda a los fallidos intentos de dibujar con “estilo manga” que algunos compañeros de secundaria tuvieron.

Yo les recomiendo se brinquen directamente a olvidar la serie. Aunque tiene música padre, eso sí.

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