Porque aún estás aquí

Todavía no era hora de levantarse.

Eduardo giró a su izquierda y abrazó el cálido cuerpo de Amanda. Hundió la nariz en su cabello y aspiró el aroma que tanta paz le brindaba, mientras sentía como los dos cuerpos se acomodaban plácidamente para dormir.


“Te digo que es perfectamente legal”, le dijo Roberto, mientras Eduardo giraba la llave del cubículo y lo seguía en el pasillo. “Los estudiantes tienen prohibido consumir alcohol en el campus, pero los profesores no.”

“Eso no tendría sentido, ¿entonces los profesores podemos emborracharnos en nuestros cubículos así nada más?”

“No estoy diciendo que esté bien, estoy diciendo que es legal.”

Eduardo se detuvo a la mitad del pasillo. Algo estaba mal; éste era el departamento de Historia, no el de Letras. Su cubículo no estaba aquí; ¿cómo podía haber cerrado un cubículo de Historia?

Regresó el corto camino que había cubierto, y notó que el cubículo que había cerrado había desaparecido. ¿Estaba seguro de haber cerrado alguna puerta? Tardó en notar al estudiante detrás de él, hablándole.

“Profesor…”

Eduardo giró y se le helaron las entrañas. El muchacho extendía su brazo hacia él, pero en lugar de una mano, era un muñón ensangrentado, con un pedazo de hueso incongruentemente blanco que salía de la herida por varios centímetros, y decenas de moscas volando alrededor del mismo. Moscas negras, grandes, zumbantes, que se lanzaron al unísono a la cara de Eduardo.

Eduardo despertó de golpe, sintiendo su corazón palpitar, un grito atorado en su garganta. Miró el reloj en su buró.

Era hora de levantarse.


“Sigo teniendo pesadillas” le dijo Eduardo al terapeuta. “Todavía relacionadas con insectos.”

El terapeuta levantó una ceja, como invitándolo a continuar.

“Estaba en la universidad, con un compañero, y de repente un estudiante me llamó. Tenía la mano amputada brutalmente, como si acabara de haber sufrido un accidente; pero la herida era revoloteada por muchas moscas, que se lanzaron a mi cara en cuanto las noté. ¿Qué cree que signifique?”

Una ligera inclinación de cabeza fue la única respuesta del terapeuta. Como si le regresara la pregunta.

“No sé” continuó Eduardo. “¿Me preocupan los estudiantes?”


Amanda y Eduardo estaban sentados frente a la televisión, abrazándose. Sin percatarse de que lo estaba haciendo, Amanda se quitó los calcetines y los metió entre los cojines del sofá. Eduardo detestaba que hiciera eso, pero al ver sus piecitos sintió un oleada de cariño por ella tan abrumadora, que sólo la abrazó más fuerte y la besó en la cabeza.


Eduardo bajó la velocidad de su carro frente al semáforo en rojo. Varios peatones comenzaron a cruzar su campo de visión, y por el rabillo del ojo alcanzó a ver en el retrovisor un carro a su izquierda que no parecía que quisiera (o pudiera) frenar.

El carro se detuvo en seco justo enfrente de un peatón, que le dio un golpe en el cofre. Eduardo frunció el ceño. Algo estaba mal; ¿de dónde venía ese zumbido?

El enjambre de abejas dentro del carro creció exponencialmente. Las podía sentir en sus brazos, en su cuello, en su cara. Podía sentir cómo se metían en su cabello, en sus orejas y en su nariz, y cuando abrió la boca para gritar horrorizado, pudo sentir como volaban dentro de su garganta.

Eduardo despertó tosiendo, sintiendo todavía que se ahogaba. Miró el reloj en su buró.

Era hora de levantarse.


“Ahora un enjambre de abejas me sofocó dentro de mi carro”, le relató Eduardo al terapeuta, que procedió a reclinarse en su asiento juntando las puntas de los dedos, como invitándolo a elaborar.

“Siempre son insectos. Siempre me despierto de un sobresalto. Siempre es justo a la hora en que tengo que levantarme.”

El terapeuta lo miró fijamente a los ojos, sin decir nada.

“¿No debería decirme algo además de escucharme?”

El terapeuta asintió lentamente.


Amanda estaba lavando los trastes. Tenía puestos unos pants holgados que solía utilizar de piyama. Eduardo se acercó por detrás y comenzó a besarle la espalda y el cuello. Se fue inclinando mientras le besaba la espalda, hasta que estuvo de rodillas detrás de ella y le empezó a bajar el pants y los diminutos calzoncillos.

Eduardo hizo que Amanda se diera la media vuelta y comenzó a lamerla, dejando que el olor y el sabor de ella envolvieran todos sus sentidos. Amanda empezó a reír entre los gemidos.


Eduardo le estaba dando la espalda al terapeuta. Se sentía realmente molesto.

“¿Sabe qué, doc?” le preguntó, “no me gusta cómo está funcionando esto. No me está ayudando para nada a resolver mi problema de no poder dormir.”

“Eduardo, tu problema no es que no puedas dormir”, dijo el terapeuta con una voz imposiblemente seductora.

Eduardo sintió que los vellos detrás del cuello se le ponían de punta. Algo estaba mal; el terapeuta nunca hablaba.

Dio la media vuelta muy despacio, sintiendo un hueco en el estómago que crecía hasta cubrir todo su ser. El terapeuta tenía la sonrisa más encantadora que pudiera existir, y lo miraba con los ojos compuestos de una mosca, de color rojo brillante. Su postura era relajada, su sonrisa irresistible. Pero sus ojos le helaron la sangre a Eduardo. Vio maldad en ellos, peligro. Sintió el peso de la realidad inescapable de que algun día moriría.

“Eso sólo es un síntoma del problema real” continuó el terapeuta.

Eduardo despertó, sintiendo el sudor frío que cubría su cuerpo. Miró el reloj en su buró.

Era hora de levantarse.


Eduardo abrió los ojos y miró el techo. Estaba cubierto de cientos de mosquitos, de miles. Cerró los ojos con fuerzas. Estoy en un sueño, pensó.

Al abrir los ojos de nuevo, los moscos habían desaparecido. Sintió sus músculos relajarse, y oyó un suspiro de alivió de Amanda a su lado.

“Eran muchísimos moscos”, dijo ella.

“Lo sé”, contestó él.

“¿Qué es eso?”

Eduardo siguión con su mirada la de ella. Un mosco del tamaño de su puño estaba en la pared. Su cuerpo tenía una joya verde brillante que ocupaba casi todo su torso. No se movía, no hacía ningún sonido, pero Eduardo sintió el peligro al verlo.

“No sé, pero si nos movemos bruscamente volará hacia nosotros.”

“¿Qué hacemos?”

“Creo que si me muevo muy despacio a lo mejor puedo ir a la cocina por un vaso para atraparlo”.

Eduardo miró de nuevo a Amanda, y sintió como el alma se le caía a los pies.

“Esto es un sueño”, le dijo.

“¿Cómo sabes?”, le preguntó ella.

“Porque aún estás aquí”.

Eduardo abrió los ojos, y miró el otro lado de la cama, vacío como siempre desde aquel fatídico día. Como había ocurrido casi diario desde que Amanda ya no estaba, Eduardo empezó a llorar sin poder evitarlo, sintiendo de nuevo como si fuera la primera vez el dolor, la soledad, la desesperanza, el miedo.

Como todos los días, su reloj comenzó a sonar.

Era hora de levantarse.

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Intensa-mente

El fin de semana pasado fui a ver Inside Out.

Se aplican ya saben.

Inside Out

Inside Out

Juan me preguntó unos días antes si no se me antojaba verla, y le dije que no. No por la película, sino porque estoy hasta la madre de que todas las películas para “niños” las estén doblando. No importa qué tan bueno sea el doblaje, prefiero siempre ver las películas en su idioma original.

Y entonces vi el fin de semana pasado que Inside Out estaba subtitulada en Perisur, y ahí es que la vi. Por cierto, antes de empezar con la película misma, nada más por ver el corto Lava valió la pena el viaje al cine, y me da mucho gusto haberlo visto (repitió Canek, ligeramente molesto) en su idioma original. Pueden ver un pedacito del corto en el tubo.

Inside Out es tal vez el proyecto más ambiciosos desde el punto de vista conceptual que Pixar haya intentado. Tratar de describir emociones es terriblemente complicado; hacer una película donde dichas emociones son los personajes de la misma es altamente arriesgado, y me parece que hay que encomendar a Pixar por haberlo intentado, incluso si el resultado hubiera sido un fracaso.

Por suerte, el resultado no es un fracaso. Tampoco es todo lo que pudo ser, pero en general me parece que es una de las mejores películas de Pixar. Aunque Wall•E me sigue pareciendo mejor; y por cierto, en algunas cosas es más efectiva para representar emociones que Inside Out.

La premisa de la película es que todos los seres humanos somos controlados por un comité de cinco emociones básicas: Alegría, Tristeza, Enojo, Miedo y Desagrado, y que se van turnando para tomar el “control” de una persona de acuerdo a las circunstancias que la rodean. Una vez que un episodio ocurre dominado por una de las cinco emociones, se produce una memoria codificada con el color de la emoción dominante, y hay memorias centrales (core memories) que de hecho son las que terminan definiendo a la persona misma.

La historia sigue a Riley, una gringa que como es blanca y sus papás sí la quieren y le hacen caso, pues casi todas sus memorias son felices (dominadas por Alegría), y que de hecho todas sus memorias centrales son así. Esto hasta que se mudan de Bumbelch, Nebrahoma (que por ser su pueblo natal Riley asocia con todo lo que es felicidad en el mundo) a San Francisco, California, y pues la pobre niña provinciana tiene hartos problemas para lidiar con la que será su nueva vida.

En medio de todo el pandemonio asociado con la mudanza, Alegría hace su mejor esfuerzo por conducir a Riley alegre y con chispa, pero eventualmente todo confluye en un primer día traumático en su nueva escuela, lo que genera una memoria central dominada por Tristeza, y Alegría en su afán de impedir que la personalidad de Riley incluya una memoria triste (o, más egoístamente, una memoria no dominada por ella), trata de evitar que la memoria central vaya a donde deba ir, y pues ella y Tristeza terminan en la zona de almacenamiento a largo plazo con todas las memorias centrales de Riley. Las dos emociones deben tratar de regresar al cuartel central antes de que Riley haga algo irreparable al no contar con sus dos emociones más importantes, y las memorias centrales que la definen.

La película es antes que nada muy original e hilarantemente divertida todo el tiempo. Eso está bien, y es consistente con lo que Pixar ha hecho antes; pero además de todo es una película que trata de lidiar con temas muy difíciles y conceptualmente muy profundos. Cosas como miedos subconscientes, el pensamiento abstracto, por qué lo que creemos lo confundimos con hechos, etc., son presentados de manera muy divertida y, dentro de lo que cabe en una historia con emociones antropomorfas, creíble.

Amy Poehler y Phyllis Smith son extraordinarias como Alegría y Tristeza; particularmente la segunda, que con su voz apagada y monótona suena exactamente como la tristeza encarnada debe sonar.

Pero lo que más me gustó de la película, es el mensaje final de que estar triste está bien. Que es lo normal en muchas circunstancias, y que sí, los episodios tristes de nuestra vida son sin duda alguna parte de aquellos que terminan definiéndonos como personas. Que es parte de crecer, como lo es olvidar para siempre a amigos imaginarios.

También me gustó mucho que Riley es un personaje femenino (güera, porque de esos hacen falta, pero bueno), y juega hockey, no está interesada en princesas o cosas de color rosa, y que a pesar de que tiene 11 años, no está obsesionada con chicos ni cuándo tendrá su primer novio. Tiene un novio imaginario canadiense, pero se usa eso básicamente como una de las múltiples bromas de la película.

No sé qué tanto entiendan los niños menores de 10 años de la película, pero tampoco creo que importe mucho. Los chistes son suficientes como para tener entretenidos a los más pequeños, y yo esperaría que los demás al menos alcanzaran a medio entender las ideas centrales de la historia. Pero definitivamente es de las películas de Pixar más enfocadas para adultos que han hecho.

Así que váyanla y véanla, en el cine de preferencia. Y si les interesa mi opinión particular, véanla subtitulada, porque las actuaciones en inglés son fenomenales.

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Hyouka

Después de ver Accel World, vi Hyouka.

Hyouka

Hyouka

Les voy a ser sincero; no recuerdo mucho de esta serie. Supuestamente es acerca de Hotaro que se une al club de literatura, y sus compañeros en el mismo: Eru, Satoshi y Mayaka.

Together, they fight crime! Bueno, no realmente; pero resulven misterios idiotas. Y no estoy exagerando; son realmente idiotas e intrascendentes, con la única posible excepción siendo el titular Hyuoka, cuya mejor traducción sería Icecream.

No, a quién engaño; también es un misterio idiota.

Terminé la serie porque realmente los misterios idiotas no importan demasiado; lo que importa es el tierno y sutil romance entre Hotaru y Eru, y que Eru es de los personajes femeninos más encantadores que he visto en un animé; y sin tener la agresividad de Akane Tendo o Haruhi Suzumiya. Es, de hecho, como una versión unos pocos años mayor de Sakura Kinomoto. Y un mucho más torpe.

Eru Chitanda

Eru Chitanda

Ahora bien, si dicho romance hubiera cuajado propiamente durante los interminables 22 capítulos de la serie, yo hubiera terminado encantado con la misma. En lugar de eso, la serie únicamente intuye lo que sienten los dos muchachos, y no resuelve su relación de ninguna manera, dejen ustedes de manera satisfactoria.

Dicho sea eso, la animación es espectacular (especialmente los diseños de personajes), y es moderadamente divertida, si bien los interminables dramas entre las dos parejas a veces sí se vuelven un poco medio de hueva.

Así que no la recomiendo exactamente, pero tampoco les diría que no la vieran. Sólo a mí sí me dejó más o menos insatisfecho.

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Jurassic World

En la semana fui a ver Jurassic World, porque al parecer todo mundo lo está haciendo.

Se aplican las de siempre.

Jurassic World

Jurassic World

A mí nunca me obsesionaron los dinosaurios. Ese sería mi hermano; yo, como buen hermano menor, le habré seguido la corriente varias veces, pero realmente los lagartos (ahora pájaros, al parecer) enormes nunca me causaron mucho interés.

Vi la primera película de esta saga hace más de veinte años, y recuerdo haber pensado “meh, está entretenida”. Las siguientes dos secuelas ni siquiera las tengo registradas; de la segunda recuerdo que salía de nuevo Jeff Goldblum y en la tercera Sam Neil. Básicamente es todo lo que recuerdo de ellas.

Así que fui a ver esta nueva entrega únicamente porque, repito, todo mundo al parecer lo está haciendo.

No salí realmente decepcionado, pero creo que desde cualquier perspectiva que se le mire, Jurassic World es una película mediocre, en el mejor de los casos, y sencillamente mala en el peor. No terriblemente mala, eso sí.

Chris Pratt y Bryce Dallas Howard los dos me encantan, pero están muy mal utilizados en esta película. Pratt es encantador justamente cuando la hace de héroe ligeramente atolondrado; aquí le quitan eso, poniéndolo más bien serio, y sencillamente pierde mucho de su encanto. Y Dallas Howard interpreta el estereotipo imbécil de que una mujer existosa tiene que ser estirada y controladora. Aunque admiro mucho el sinsentido de la película de tenerla corriendo todo el puto tiempo con stilettos.

Los niños son execrables y merecían ser asesinados por los dinosaurios a los cinco minutos.

La historita es la misma mamada de siempre con estas películas; las cosas se salen de control y los dinosarios se comen gente, con la única novedad de que hay un nuevo dinosaurio. Ah, y le meten con calzador un romance entre Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, que incluso yo que me encanta el romance me pareció gratuito e innecesario.

Y ya; esa es toda la película. Tiene dos o tres escenas que sí son espectaculares al momento de mostrarnos dinosaurios (casi seguramente como no lo eran), y un par (literalmente) de chistes efectivos; fuera de eso, es realmente aburrida. Los efectos especiales que hace veinte años eran innovadores, ahora los utilizan en los comerciales de pan Bimbo. Es la norma, ya no impresionan a nadie.

Y sin embargo, esta mediocre película ganó en una semana el doble de dinero que Mad Max Fury Road ha ganado en cinco. Yo lo culpo en la gente que, como mi hermano, sencillamente ha estado enamorada de los lagartotes (más bien pájaros) gigantes desde siempre. No le veo sentido de otra forma.

No me arrepiento de haber visto la película en el cine; creo que vale la pena hacerlo. Sólo sí creo que no tiene nada de espectacular.

A menos que estén enamorados de los enormes ancestros de los pollitos.

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Just lemme go home

Tratando de entrar a la puerta E:

Girl: Good day.
Me: Hi.
Girl: Where did you flew from?
Me: Montreal.
Girl: Your boarding pass says Geneva.
Me: Yes, it does.
Girl: So you flew from Geneva.
Me: Originally, yes, but we passed through Montreal.
Girl: Your boarding pass doesn’t says Montreal.
Me: No, it doesn’t.
Girl: It says Geneva.
Me: I just want to go home.

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La primera vez que no voy a votar

Estoy a punto de abordar mi avión a Ginebra, en donde tomaré un avión a Toronto, y de ahí por fin uno a México. Supongo que es un buen momento para mencionar que, por primera vez en mi vida, no voté en una elección que me tocara.

El viaje a Grecia se dio de manera muy intempestiva, y hasta que ya tenía todo listo y preparado, caí en cuenta de que regresaría un día después de las elecciones.

No había mucho que pudiera hacer; el costo del boleto y del hotel y del registro había sido demasiado alto como para cancelar, además de que académicamente estaba comprometido. Así que me resigné a no votar por primera vez desde que tengo 20 años.

Sí quiero dejar claro que no creo que no votar no importe; todo lo contrario. Como ya he mencionado antes, la única manera que realmente tenemos para salir del hoyo, es a través de elecciones pacíficas: todo lo demás son sueños idiotas o fantasías sicópatas.

Por débiles y maleadas que estén nuestras autoridades electorales, y por patéticos que sean todos nuestros partidos políticos, la vía electoral es la única razonablemente real por la cual cambiaremos algo. Y justamente la participación ciudadana (además de ir a votar) es lo que causará que esas autoridades electorales y esos partidos políticos mejoren significativamente.

Así que espero ustedes sí hayan votado, aunque yo no pudiera por estar viendo el Partenón en la Acrópolis de Atenas.

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Óμορφα κορίτσια

Después de cuatro agitados días, terminó mi congreso en Grecia.

Aunque al inicio todo fue como normalmente suele ir en congresos internacionales, rápidamente la situación se convirtió en algo que honestamente sólo puedo calificar de fellinesco. De verdad, algunos episodios fueron tan surreales que no pude sino botarme de la risa mientras ocurrían. No sé qué tanto tuvieron que ver los innegables problemas de organización que ocurrieron, o si realmente fue que el congreso fue en un área muy distinta a la que pertenecí en el doctorado.

Como sea, no me arrepiento en lo más mínimo de haber venido; me divertí como enano, conocí una banda muy entretenida, paseé en la Acrópolis y vi a muchas de las que le dieron el título a esta entrada.

Mañana regreso a México en un alucinante viaje de 24 horas, persiguiendo el atardecer por el Atlántico, y el lunes vuelvo a mi vida normal.

Nos vemos del otro lado del charco.

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Turco, tiempo libre y datos

Durante mi vida académica he seguido una política muy simple en congresos; trato de ir a todas las pláticas. Esto a veces es físicamente imposible, por ejemplo cuando hay varios tracks o pláticas en paralelo.

El congreso en el que estoy ahorita es uno de esos, tiene 6 salones donde hay pláticas al mismo tiempo, y únicamente las plenarias son para todo mundo. En estos casos de cualquier manera trato de ir a todas las pláticas que me interesan, o como es el caso ahora, trato de ir a todas las del salón relacionado con mi área.

Paréntesis tecnológico; cuando llegué antier, rápidamente me percaté de que el servicio de red inalámbrico apestaba. Pensé en comprar una tarjeta SIM (una de las ventajas de haber comprado mi teléfono desbloqueado), pero luego pensé que si iba a estar todo el día metido en el congreso (las pláticas son de 9am a 7pm), pues no tenía mucho sentido.

Ayer después de dos plenarias por fin fui al salón que me correspondía, y me senté esperando a que llegara el chairman y el que daría la plática. El título de la misma no era particularmente fascinante, pero pues era el salón que me “tocaba”, y procedí a seguir mi política de siempre.

Que hubiera tenido sentido, de no ser porque la plática estaba en turco.

El congreso estipula claramente que las pláticas podían ser en inglés, en griego o en turco, pero yo había supuesto que si el título estaba en inglés, entonces la plática estaría en ídem. No, cada bloque de una hora en un salón tiene predeterminado el lenguaje de sus pláticas.

Así que recogí mis cosas y me fui mucho a la chingada de ahí. Las pláticas en los otros salones no tenían nada que ver conmigo, así que procedí a salir a la calle, y meterme a la primera sucursal de Vodafone que encontré, donde vi con agrado que un SIM con 1 gigabytes de datos costaba 10 euros.

Resulta que como la tercera parte de las pláticas que podrían interesarme serán dadas en turco o griego, así que tendré más tiempo libre del que había supuesto, y pues tener datos para poder babosear cómodamente hace todo el sentido del mundo.

10 euros por 1 giga me parece razonable.

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Opa!

Y me encuentro, una vez más, en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México a punto de abordar mi vuelo, que me llevará a Atenas, Grecia, vía Toronto y Münich. Voy a un congreso del cual regresaré el próximo lunes.

Es la primera vez desde 2011 que salgó del país para algo académico, cuando aún era estudiante becado de doctorado.

También es la primera vez que voy a Europa en un viaje tan corto. Me hubiera encantado tomarme unos días para babosear, o para pasar a ver a mis amigos europeos, pero sencillamente me es imposible en las circunstancias actuales; tal vez más adelante pueda explicar dichas circunstancias, pero por ahora sólo diré que está cabrón.

Los veo del otro lado del charco, si el avión tiene a bien a no caerse.

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Tomorrowland

El fin de semana fui a ver Tomorrowland, porque George Clooney.

Se aplican las de siempre.

Tomorrowland

Tomorrowland

Tomorrowland es un cuento de hadas. La han estado tratando de vender como una película de “ciencia” ficción, pero que no los engañen; como buen producto de Disney, es realmente un cuento de hadas.

La historia sigue a Casey Newton, una adolescente “demasiado lista para su propio bien”, que le dan la pista para ir al famoso mundo del mañana; un refugio y/o zona segura para que las “mentes más brillantes” del mundo pudieran trabajar sin los estorbos de los “gobiernos” o el “dinero”. Para hacerlo la dirigen al cascarrabias Frank Walter, que después de mucho hacerse del rogar la lleva al titular mundo mañanero, donde descubre que ahí están esperando a que el mundo “normal” termine por una catástrofe no determinada (calentamiento global, guerra nuclear, que gane el América; escojan su opción preferida). Saben que esto va a ocurrir porque tienen un “visor de taquiones” (les dije, “ciencia”) que les permite ver hacia el futuro.

Sólo que Casey tiene la pregunta que al parecer ninguno en el mundo matutino se había hecho; ¿que tal si ver el futuro nos permite cambiarlo? O peor aún, ¿que tal si ver un futuro nos lleva a realizarlo?

La película tiene más hoyos que el queso Gruyère, la “ciencia” de la misma es patética, y la posibilidad de que alguien pudiera construir Tomorrowland niega básicamente la necesidad de construir Tomorrowland; nada más con los avances en generación de energía, inteligencia artificial y robótica que plantea se acabarían como que todos los problemas de los que sufre la humanidad. Todos.

Dicho sea eso, la película a mí me encantó por varias razones. La primera es que es genuinamente optimista, y además argumentando que de hecho es necesario ser optimista para poder mejorar el mundo. Dado que toda mi vida he sido un optimista empedernido, esa parte del mensaje de la película resonó mucho conmigo, si bien hubiera esperado un vehículo más racional y bien justificado para el mismo.

La segunda es que es una película muy divertida, con un humor inteligente y muchas veces basado en argumentaciones lógicas. Incluso cuando gente muere o es gravemente malherida, la película se las ingenia para que esto sea divertido.

La tercera es el elenco. Clooney es Clooney es Clooney, y hubiera podido verla nada más por él; pero en su papel de casi-abuelito cascarrabias es a la vez hilarante y enternecedor, además de que cerca del final el tipo se las ingenia para dar una interpretación espectacular, en una escena trágico-romántica que estoy seguro casi cualquier otro actor en el mundo la hubiera arruinado, conviertiéndola en perturbadora y/o incómoda. Clooney la libera increíblemente.

Britt Robertson es encantadora como la energética, empecinada, inteligente, decidida y muy bonita Casey; por poco se roba la película la niña, y yo ya quiero ver más cosas donde salga ella, porque es de los mejores papeles femeninos-adolescentes que he visto en mucho tiempo, incluyendo a Jennifer Lawrence en los juegos del hambre.

Pero la que me sorprendió totalmente (más aún porque no tenía ni siquiera idea de que aparecía), y que de plano ella sí se roba la película en todas las escenas donde sale, es Raffey Cassidy como Athena. La niña de 12 años interpreta uno de los personajes más divertidos, interesantes, entrañables y trágicos que he visto en mucho tiempo, y quiero ir a ver la película de nuevo en el cine nada más por ella.

Y Hugh Laurie, aunque me parece desperdiciado en la película, da un muy buen villano en los doce segundos en que aparece.

Por último, la cuarta razón por la que la película me gustó es el final, donde el futuro de la humanidad se distribuye no sólo entre científicos, sino también entre artistas, y ecologistas, y músicos, y maestros, y entre gente de todo el mundo. Es predecible y terriblemente barato; pero creo que ser optimista implica ser un poco predecible y barato.

Así que yo sí la recomiendo, mucho. Especialmente para niños, pero creo que todo mundo la puede disfrutar; incluso los pesimistas: las dos niñas principales hacen que esta película se altamente disfrutable, incluso si uno no se traga el cuento de hadas.

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inFamous

Después de obtener mi trofeo de platino en LBP, fue el turno de inFamous. No puedo recordar cuándo lo compré, pero es probable que fuera al mismo tiempo que LBP.

inFamous

inFamous

En febrero de 2011 decidí jugarlo; acabé la primera misión, dije “chido”, y no lo volví a tocar durante más de un año, hasta que en abril del 2012 lo retomé. Para finales de mayo ya lo había acabado.

Como juego, inFamous está bien; es fluido, es un mundo abierto sin ser tan apabullante como GTA, la acción está padre (especialmente hacia el final, que uno adquiere los poderes de casi un dios), y hacer que Cole ande brincando por las calles y edificios de Empire City está simpático.

Pero lo que tiene impresionante el juego es la historia; es un excelente cómic de superhéroes, con un origen bastante interesante (si bien trillado), y un giro inesperado al final muy chido.

El juego es relativamente fácil, lo que hizo que consiguiera el platino en poco tiempo; pero está divertido, y la verdad sí distruté estar coleccionado trozos de la explosión que le da poderes a Cole, y “dead drops”, que son grabaciones que aumentan la historia del juego (que como digo, es lo más chido).

Tengo ya la secuela, pero no he podido jugarla. Tampoco es que me muera de ganas; el primer juego fue bueno, pero tampoco nada del otro mundo.

Sin embargo, yo sí lo recomiendo. Especialmente si les gustan las historias de superhéroes.

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Mad Max: Furia en el Camino

El fin de semana fui a ver Mad Max: Fury Road al cine. Dos veces.

Antes de comenzar mi reseña (con la advertencia de spoilers de siempre), sólo quiero dejar algo bien claro: la de Mad Max es la mejor película que he visto este año. Por mucho, me parece.

Mad Max: Fury Road

Mad Max: Fury Road

La trama de esta película es muy sencilla: a Max lo persiguen los war boys; los war boys persiguen a las nenas arrastrando a Max; los war boys persiguen a las nenas y a Max de ida; y los war boys persiguen a las nenas y a Max de regreso.

En medio hay un par de escenas para recuperar el aliento, pero esta película realmente son dos horas de gente muy extraña persiguiéndose por el desierto de día, el desierto de noche, el desierto empantanado, el desierto en una tormenta de arena, y el desierto rocoso.

Quiénes son las nenas, quiénes son los war boys kamikaze, y de hecho quién chingados es Max no importa demasiado. Aunque perfectamente definidos, la película no pierde ni cinco minutos en antecedentes y orígenes de sus personajes, prefiriendo que las acciones hablen por sí mismas. Y acciones hay, oh sí.

Max termina siendo un personaje secundario en su propia película: la protagonista es, sin duda alguna, la espectacular, letal, inteligente, empecinada y mortalmente sexy Furiosa, interpretada por Charlize Theron en el papel de su vida (mucho más que Monster). Sale rapada, con aceite negro para protegerse la frente y los ojos del sol, mutilada con el brazo izquierdo amputado, enseñando lo menos posible de piel, y sin embargo más ferozmente hermosa que nunca. Las pobres niñas que rescata del asqueroso líder de los war boys, por muy super modelos que sean (o hija de Lenny Kravitz), parecen pajaritos escuálidos a su lado. Encantadoras y subvirtiendo el cliché de la damisela en peligro, pero pajaritos escuálidos al fin y al cabo.

Tom Hardy, aunque comparsa, es espectacular como Max. Si dice más de cien palabras en total, me sorprendería; en general se limita a manejar, a disparar, a golpear, y a gruñir muy masculinamente. Nicholas Hoult interpreta a un war boy que se les une a las nenas y a Max (the power of boners is strong!), y hace lo que se ha convertido en su especialidad desde que debutó en About a boy; ser entrañable. En su papel de war boy half life a punto de morir, sólo desea con todas sus fuerzas que su vida signifique algo, poder contribuir en lo que sea, dejar su marca en el mundo.

Los villanos reciben menos tiempo en pantalla, a excepción de Inmortan Joe, pero aún así son cagadísimos. Y Joe… vean la película y me dicen qué opinan de Joe. A mí me pareció extraordinario como una muy aguda caricatura de lo que es un patriarca abusivo.

Mad Max: Fury Road es la película más feminista que he visto en años. Y no tengo idea de por qué eso le puede parecer malo a alguien.

Por si los personajes y los actores interpretándolos no fueran suficiente, la película es una obra de arte en el aspecto visual y técnico. Carros explotan, balas vuelan, puños desmadran caras, y todo ocurre bajo una fotografía increíble y una dirección impecable que no le permiten a uno más que mirar incrédulo la pantalla, esperando la siguiente escena de acción espectacular.

Y encima de todo están los espectaculares detalles como que los war boys llevan un camión retacado de amplificadores, con tambores y un guitarrista ciego para proveer música metalera durante toda la persecusión. O que el granjero de balas se quita una bala que usa como diente para cargar su pistola. O que los war boys se pintan de cromo los dientes cuando hacen un asalto suicida, demandando de sus compañeros que sirvan como testigos en su gloriosamente espectacular sacrificio. O que Rictus Erectus (sí, así es su nombre) arranca el motor de un camión en marcha para estrellarlo contra el mismo.

Y por supuesto, en una película que realmente casi no tiene diálogos, los divertidísimos diálogos:

Toast: What do you suppose he’s gonna do?
Imperator Furiosa: Retaliate first.

Toast: What are you doing?
The Dag: Praying.
Toast: To who?
The Dag: Anyone who’s listening.

Nux: Oh what a day, what a lovely day!

Para terminar, también considero que esta película, desde un contexto correcto, es de las más románticas que he visto. He oído decir a mucha gente que no, pero me parece que es un error de interpretación. Obviamente los personajes no van a estarse besando y apapachando en una película que son dos horas de persecusión desenfrenada. Por paradójico que parezca esto, perdería seriedad la historia.

Pero cuando Max le dice a la moribunda Furiosa: “Max. My name is Max. That’s my name.”, o cuando Nux le dice a Capable antes de sacrificarse “Witness me.”, de verdad creo que son de las escenas más románticas que se han hecho.

Mad Max: Fury Road es básicamente perfecta. Esto no quiere decir profunda, o importante. Esto no quiere decir que la historia no tenga hoyos, o que no hayan cosas que pudieran haberse hecho mejor. Sólo quiere decir que es perfecta en lo que intenta ser: una película endiabladamente divertida, con una historia y personajes honestamente feministas, realizada de manera intachable sin abusar de CGI, y que consigue relatar una historia que es básicamente dos horas de gente muy extraña persiguiéndose por el desierto, sin en ningún momento ser aburrida.

Vayan y véanla en el cine. Varias veces de ser posible.

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Accel World

Técnicamente terminé de ver Accel World antes de terminar Sword Art Online, pero como empecé a ver primero la segunda, pues de esa escribí primero. Como sea, los dos animés son relativamente similares, y de hecho ocurren en el mismo universo; el autor de los mangas es el mismo, pero las compañías que realizaron los animés son distintas.

Accel World

Accel World

Unas décadas después de los eventos relatados en Sword Art Online, los estorbosos cascos utilizados para la realidad virtual se han reducido a unos cómodos collares, y la mayor parte de la población no sólo los utiliza para realidades virtuales inmersivas; todo mundo anda navegando por la vida con realidad aumentada que se integra de manera perfecta y transparente en el mundo real.

Nada más por la premisa de un mundo tan potencialmente fabuloso vale la pena esta serie.

La serie relata un videojuego clandestino llamado Brain Burst, que es un programa que se instala en el cerebro de los jugadores, y que les permite experimentar la realidad de manera acelerada (de ahí el título). Varias horas dentro del juego se traducen en unos cuantos segundos en la vida real.

El famoso videojuego tiene unas reglas que hacen poco sentido, pero la serie se siente básicamente como un videojuego gracias al mismo, lo cual está divertido. Nadie está nunca en peligro de muerte (al menos no por el juego), pero los personajes están chistosos; el protagonista es un niño chaparro y con sobrepeso, que es “reclutado” para el juego por la muchacha más linda y popular de la escuela, gracias a sus habilidades como jugador de videojuegos “normales”. Es refrescante ver un personaje así, y su relación (que no avanza lo suficiente como para calificarla de romance) con la antes mencionada niña.

Me gustaron los veintitantos capítulos de este animé, y después procedí a básicamente olvidarme de él. No es malo, nada más no es muy trascendente que digamos.

Como sea, sí lo recomiendo; nada más no es nada terriblemente innovador.

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Avengers: Era de Ultrón

El día del estreno fui a ver Avenger:Age of Ultron con mis cuates.

Se aplican las de siempre.

Avengers: Age of Ultron

Avengers: Age of Ultron

Yo tenía muchas ganas de ver esta película, y no me decepcionó en lo más mínimo. Es divertida, con mucha acción, hartas explosiones, y además está muy bien hecha, y competentemente actuada.

La historia no hace demasiado sentido; el inicio parece in media res, sin explicarnos muchas cosas que supongo debieron ocurrir entre la última película del capitán mamérica, la última de Iron Man, y esta nueva película. Fuera de eso, un montón de cosas tampoco hacen mucho sentido (como el romance entre la Viuda Negra y Hulk, o mejor dicho Banner, que aparece medio de repente).

Se siente justamente como se sentían los cómics de un héroe (o equipo de héroes) cuando tenían que estar cuidando la continuidad en “eventos” que afectaban a todo el universo en cuestión. Se siente que la película trata de cuidar o preparar las cosas para las próximas películas del capi, de Thor, y de los mismos Avengers.

No es tan grave; sigue siendo muy divertida y muy entretenida. Nada más por la espectacular pelea entre Hulk y Iron Man en su armadura aumentada valdría la pena la película.

Y sin embargo algo no terminó de gustarme al salir del cine. Tardé varios días en poder determinar qué era; y la respuesta está ligada al hecho de que Avengers: Age of Ultron, por divertida que sea, no es tan satisfactoria como la primera parte.

Creo que, sin darnos cuenta, ya cruzamos el cénit de esta época del cine de superhéroes, y que entre The Avengers y Guardians of the Galaxy ocurrió dicho cénit.

No me parece que vaya a haber un crash del género. Sencillamente será más parecido a una gráfica de la campana; llegamos al punto más alto, y ahora suavemente bajará la satisfacción que generan las películas de superhéroes. Y no porque sean peores, sino porque ya vimos lo que podía soprendernos.

Creo que ya comenzó el decline de ésta época de oro del cine de superhéroes; habrá otras, espero, en el futuro. Y me da mucho coraje que DC no haya podido producir nada decente (sans Batman).

De todas formas, está muy divertida, y les recomiendo que vayan a verla varias veces al cine. Que dada la cantidad absurda de dinero que está ganando, no creo que fuera necesario decirles.

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Aztlán

Si hice todo bien, cualquier persona que trate de acceder mi blog en su antiguo hogar en Xóchitl será redireccionado a su nuevo hogar en Aztlán.

No sé si esto funcione también para los feeds RSS, pero como ya casi nadie usa de esos no me va a importar mucho.

Con más tiempo y más calma platicaré por qué el cambio; por ahora sólo espero no haber roto nada.

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Treinta y ocho

Hoy cumplí treinta y ocho años.

Este año pasado en mi vida fue bastante interesante, por muchas razones, algunas de las cuales relataré más adelante.

Por ahora, lo voy a dejar así: este año conseguí el que, espero, será el último trabajo en mi vida.

Vamos a ver qué tan cierto es eso.

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Tal vez es para siempre

Casi al otro día de ver Feuchtgebiete (o sea, hace casi dos semanas; me debo poner al día o voy a acabar igual de retrasado en mis reseñas que el año pasado), fui a ver Love, Rosie. Esta es la película que realmente quería ver, en gran medida por Lily Collins, a la cual encuentro enloquecedoramente hermosa. No puedo entender como alguien tan feo como Phil Collins pudo tener una hija tan hermosa.

Diría que se aplican las de siempre, pero como los avances cuentan básicamente toda la película, no creo que importe demasiado.

Love, Rosie

Love, Rosie

Rosie y Alex han sido amigos desde que tenían cinco años, y tenían planeado ir al baile de final de la prepa juntos, pero como amigos. Porque así ocurre en estas historias, terminan yendo cada quien con su propia cita, y esto desemboca en que no se declaren el obvio amor que sienten el uno por el otro, y que durante doce años estén separados. Después de esos doce años, por fin se juntan. Fin.

Hemos visto, leído, oído y (en los casos más extremos) vivido esta historia miles de veces. Es de las más viejas que existen; pero hay una razón por la cual seguimos viéndola, leyéndola, oyéndola y (en los casos más extremos) viviéndola una y otra y otra y otra vez. Porque es increíblemente satisfactoria cuando está bien contada.

Generalizando un poco esta idea, todas las comedias románticas de hecho son iguales. El chico conoce a la chica (o, gracias a que vivimos en un mundo más tolerante, un sofonte conoce a otro), se enamoran, ocurren una o más cosas que ponen en peligro su relación, y al final acaban juntos. De hecho, yo estoy dispuesto a llevar esto al extremo, y entonces definir así a las comedias románticas: si no tiene esa estructura la historia, entonces no es una comedia romántica. Puede ser otra cosa (y de hecho, muy probablemente sea mejor desde un punto de vista literario) que una comedia romántica, pero no es una comedia romántica.

Por lo tanto uno no va al cine para saber cómo termina una comedia romántica, porque siempre terminan igual. Uno va a ver el viaje, la progresión de la historia.

Love, Rosie a mí me encantó. Me pareció perfecta en el tipo de película que quiere ser: una comedia romántica acerca de dos muchachos increíblemente torpes para decirse lo que todo el mundo además de ellos ven: que están locos el uno por el otro. Ayuda mucho que en verdad Lily collins es bellísima, encantadora y simpática; y, medio sorprendentemente, resulta que Sam Claflin también es bellísimo, encantador y simpático (especialmente cuando se le atora la lengua, que es casi todo el tiempo).

La película está muy bien hecha, con un soundtrack espectacular y que básicamente fue el de mi vida como adulto relativamente joven, combinado con unas cuantas clásicas para variar el asunto. El elenco actúa perfecto para las circunstancias; no son actuaciones desgarradoras, porque la historia no se presta para eso, pero todos los actores son más que competentes en sus papeles; especialmente los dos protagónicos, mostrando la inseguridad, celos, deseo y felicidad que se causan el uno al otro. La historia, que da un par de saltos para atrás y para adelante, está muy bien contada, y la continuidad de la misma está laboriosamente cuidada (aunque, siendo honesto, no es realmente complicada, así que no debió ser difícil hacerlo).

Y al final del día es una historia bonita, con dos protagonistas guapos y simpáticos que tratan (muy torpemente) de estar juntos, y que al final lo consiguen.

Yo salí encantado del cine, y llegué a mi casa para descubrir, horrorizado, que en Rotten Tomatoes la calificaban con un 21% de aprobación de la crítica. Ahorita ya subió a 26%, aunque (de manera muy interesante) tiene una calificación de 62% por parte de la audiencia. Me dio mucha risa que el consenso de la crítica fuera que, aunque Lily Collins y Sam Claflin son muy agradables y le echan muchas ganas, la historia “tonta y llena de clichés” de la película los hundía.

Como si de verdad hubiera una comedia romántica que no fuera tonta y llena de clichés.

A mi me encantó; tanto que ya la volví a ver en el cine. No es una joya de la cinematografía; pero está entretenida, los dos protagónicos son encantadors y tienen muy buena química, y cumple con lo que deben de cumplir las comedias románticas. Así que yo sí la recomiendo; mucho, de hecho.

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LittleBigPlanet

Hace casi tres años que no escribo acerca de mis trofeos de platino en concreto; he escrito acerca de ellos en abstracto, pero no en qué juegos particulares los he conseguido.

Hoy quiero retomar esta serie donde la dejé, en agosto de 2012, cuando escribí de mi platino en Dead Space en abril de ese mismo año. Irónicamente, mi siguiente platino lo obtuve un mes después, en mayo de 2012.

LittleBigPlanet

LittleBigPlanet

LittleBigPlanet lo compré en 2009, supongo. La verdad no recuerdo, mi PS3 me lo regaló mi hermano en octubre de 2008, y yo estuve fuera de México durante los primeros tres meses de 2009, en mi estancia de investigación en Barcelona. Mi primer trofeo de LBP lo tengo registrado en mayo de 2009, y no puedo recordar cuándo ni cómo carajos lo conseguí. El juego, no el trofeo.

Pudiera ser que Enrique (o su hermano Sergio) me lo trajeran del gabacho; no tengo idea. Lo que sí recuerdo es que fue el primer juego (y de hecho creo que el único) que conseguimos Enrique, Juan y yo… y el cual procedimos a nunca jugar en red, aunque sí un par de veces cuando nos juntamos.

Como sea, LBP fue durante mucho tiempo uno de los juegos insignia del PS3, y mucha gente (mi amigo Juan incluido) se volvieron locos por él.

Yo… meh. No me parece un mal juego, pero sin duda alguna no es mi preferido en el PS3. Y el principal atractivo que tiene (que uno puede crear sus propios niveles, y subirlos y compartirlos), la verdad nunca me llamó mucho la atención. Hice un nivel (un trofeo lo requería), y sí lo pensé y le eché ciertas ganas, pero la verdad no lo encontré terriblemente satisfactorio.

Dicho eso, es un extraordinario juego de fiesta; dícese de juntar a un montón de personas y ponerlos a jugarlo, especialmente si no son realmente gamers. Lamentablemente, yo juego videojuegos justamente para no tener que interactuar con otros seres humanos.

LBP tardé tres años en sacarle el platino (y, casualmente, el 100% de los trofeos; los DLC los acabé antes de conseguir el platino), y casi no he vuelto a tocar el juego. Mucha gente podría discutirse que tiene un PS3 justo para jugar LBP; yo no soy uno de ellos, y tan no soy así que nunca conseguí LBP2, y probablemente no consiga LBP3 para el PS4.

No me arrepiento de haberlo comprado, de haberlo jugado, y de haber obtenido todos sus trofeos. Es sólo que es un juego demasiado infantil; lo cual no tiene nada de malo, pero a mí sí me gusta estar matando monitos.

Si algún día tengo hijos, supongo que LBP (o el equivalente en ese momento) será de las primeras cosas que juegue con ellos. Por ahora, estoy contento disparando cohetes a patrullas, o destripando monstruos míticos griegos.

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Zonas Húmedas

El fin de semana pasado (no éste que acaba, el anterior) fui a ver Feuchtgebiete. La verdad tenía más ganas de ver otra, pero sabía que ésta no iba a durar mucho en cartelera y sí se me antojaba, así que me metí a verla.

No me arrepiento en lo más mínimo; se aplican las advertencias de spoilers de siempre.

Feuchtgebiete

Feuchtgebiete

Feuchtgebiete es una película difícil de digerir. En la sala donde la fui a ver, varias personas se levantaron y se fueron a menos de 30 minutos de que iniciara la proyección.

Si me preguntaran a mí, yo diría que lo que ocurre es que los mexicanos somos, en gran medida, un pueblo muy limpio. No como muchos europeos (especialmente del norte de Europa), que a veces parece que quisieran poder identificarse mutuamente únicamente a través del sentido del olfato.

Carla Juri interpreta a Helen, una hermosa y perturbadoramente asquerosa alemanita de 18 años, que es inmensamente feliz experimentando con su sexualidad, los fluidos corporales de ella misma y otras personas, y a qué tantos microbios puede exponer a su vagina antes de que se le infecte.

Después de una sesión increíblemente intensa, si bien platónica, con un árabe que la rasura casi por completo, Helen adquiere la costumbre de rasurarse tdo; pero siendo como es, lo hace sin mucho cuidado, lo que causa que rebane su ano poblado de hemorroides mientras se rasura el mismo.

Detesto cuando eso ocurre.

Como suele ocurrir en este tipo de circunstancias, Helen termina en el hospital, donde procede a coquetear con y sacar muchísimo de onda a el guapo enfermero que le toca cuidarla.

No hay mucha más trama que esto; Helen relata su historia familiar mientras está internada (sus padres están divorciados y ella quiere que vuelvan a juntarse), y varios episodios de sus experimentaciones sexuales, con drogas, y en general con no ser muy higiénica que digamos.

Varias partes de la película son estridentes en su asquerosidad; hay semen en pizza, tampones hechos en casa, incontinencia anal, baños públicos con siglos sin ser limpiados, desgarres anales, etc., etc., etc. No es exactamente escatológica la película (de hecho poco gira alrededor de la mierda); es más bien una larga colección de episodios diseñados a ver cuál causa más shock al espectador.

Extraordinariamente, la película funciona por dos razones; al final hay una muy satisfactoria resolución a varios de los traumas de Helen (resulta que su mamá trató de suicidarse y matar al mismo tiempo a su hermanito menor cuando era un bebé con el gas del horno, y Helen fue la que la descubrió y evitó que ocurriera), y por la encantadora, natural, desenfrenada y maravillosa actuación de Carla Juri, que no puedo creer que una muchacha tan asquerosa consiguiera que me medio enamorara de ella.

La película me parece buena, y ciertamente un muy interesante experimento con una protagonista que se aleja de la obsesión que muchas muchachas (en mi experiencia) tienen con renegar de tan siquiera mencionar varios de sus fluidos corporales (también exagera y se va al otro extremo, creo yo); pero de verdad creo que muchísima gente no tendrá el estómago para soportarla completa. A mí me costo, y me considero bastante tolerante, especialmente con casi todo lo que está relacionado con la sexualidad.

De cualquier manera la recomiendo. Sólo sí prepárense a lidiar con varias escenas que uno no acostumbra a ver en ningún lado. Ni siquiera, paradójicamente, en lo más extremo de la pornografía alemana.

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Sword Art Online

Como comentaba hace unas semanas, comenzaré a escribir del animé que he estado viendo desde hace unos dos años, que volví a interesarme en el mismo. Lo haré en orden más o menos cronológico respecto a cuándo vi las series, pero hay varias que tengo atoradas porque no he tenido tiempo (y/o interés) en terminarlas.

Antes de empezar debo aclarar que, para motivos prácticos, todos los animés que reseñaré aquí son, de alguna manera, románticos. En algunas ocasiones no será descaradamente el caso, pero incluso entonces ocurrirá que el romance juega un papel muy importante en la trama. Y de hecho casi todas las series que no he terminado de ver, es justamente porque no tienen un componente romántico importante.

La primera serie de la que quiero escribir es Sword Art Online, que de alguna manera fue la que me regresó el hábito de ver animé.

Sword Art Online

Sword Art Online

Sword Art Online tiene una premisa interesante: en el futuro, se desarrolla tecnología de realidad virtual tan avanzada, que los usuarios realmente se sienten dentro de otro mundo. Un montón de juegos son lanzados que utilizan dicha tecnología, pero uno de los más esperados y famosos (el titular Sword Art Online) causa que miles de usuarios se conecten al mismo el día de su estreno.

El único problema es que al final de dicho día de lanzamiento, en el mundo virtual, aparece el creador del juego para avisarles a los jugadores que no podrán desconectarse del juego, o morirán. Y si sus avatares mueren dentro del juego, entonces ellos también morirán. Y que esto continuará hasta que alguien “gane” el juego.

Kirito, un gamer bastante clavado, se lanza a la tarea de tratar de ganar el juego y escapar con vida del mismo.

Básicamente esa es la premisa principal de la mitad de la primera temporada (unos 12 capítulos); no sólo la mecánica, historia y reglas del juego, sino también las consecuencias sociales, emocionales y sicológicas que sufren los jugadores atrapados dentro del mismo. Cómo se organizan, cómo se alían, cómo se pelean e incluso asesinan dentro del juego que termina siendo de vida o muerte.

La historia es interesante (si bien a veces le falta humor por tomarse demasiado en serio) y tiene bastantes personajes entrañables, aunque la verdad Kirito no es uno de ellos. No es que me caiga mal; sólo es medio aburrido, y además después de un rato termina siendo algo cansado que todas las muchachas que lo conocen terminan enamorándose de él.

La serie cuenta con el romance entre Kirito y Asuna (la muchacha que aparece en la imagen de arriba), pero se vuelve rápidamente aburrido porque se casan dentro del juego, y básicamente ya no hay más progresión en ese frente.

De cualquier manera, como gamer, como computólogo, y como fan de la ciencia ficción, la serie me gustó bastante; especialmente la mitad de la primera temporada. La otra mitad es más aburrida, porque es básicamente cómo Kirito libera a Asuna de un friquitín que la secuestra en otro mundo virtual. Y la segunda temporada la vi por disciplinado que soy, pero para la misma ya no están nunca en peligro de muerte los jugadores, y el romance entre Kirito y Asuna se ha vuelto absolutamente de hueva en el sentido de que no progresa a ningún lado.

Aún así vería una tercera temporada, si es que aparece, y la recomiendo (especialmente el primer arco), porque sí plantea preguntas muy interesantes acerca de tecnología, videojuegos, relaciones humanas y cosas por el estilo. Ah, y la animación es efectiva, si bien nada del otro mundo; aunque tiene varias secuencias de acción que son espectaculares.

Así que véanla si pueden, en particular el primer arco.

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