Opa!

Y me encuentro, una vez más, en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México a punto de abordar mi vuelo, que me llevará a Atenas, Grecia, vía Toronto y Münich. Voy a un congreso del cual regresaré el próximo lunes.

Es la primera vez desde 2011 que salgó del país para algo académico, cuando aún era estudiante becado de doctorado.

También es la primera vez que voy a Europa en un viaje tan corto. Me hubiera encantado tomarme unos días para babosear, o para pasar a ver a mis amigos europeos, pero sencillamente me es imposible en las circunstancias actuales; tal vez más adelante pueda explicar dichas circunstancias, pero por ahora sólo diré que está cabrón.

Los veo del otro lado del charco, si el avión tiene a bien a no caerse.

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Tomorrowland

El fin de semana fui a ver Tomorrowland, porque George Clooney.

Se aplican las de siempre.

Tomorrowland

Tomorrowland

Tomorrowland es un cuento de hadas. La han estado tratando de vender como una película de “ciencia” ficción, pero que no los engañen; como buen producto de Disney, es realmente un cuento de hadas.

La historia sigue a Casey Newton, una adolescente “demasiado lista para su propio bien”, que le dan la pista para ir al famoso mundo del mañana; un refugio y/o zona segura para que las “mentes más brillantes” del mundo pudieran trabajar sin los estorbos de los “gobiernos” o el “dinero”. Para hacerlo la dirigen al cascarrabias Frank Walter, que después de mucho hacerse del rogar la lleva al titular mundo mañanero, donde descubre que ahí están esperando a que el mundo “normal” termine por una catástrofe no determinada (calentamiento global, guerra nuclear, que gane el América; escojan su opción preferida). Saben que esto va a ocurrir porque tienen un “visor de taquiones” (les dije, “ciencia”) que les permite ver hacia el futuro.

Sólo que Casey tiene la pregunta que al parecer ninguno en el mundo matutino se había hecho; ¿que tal si ver el futuro nos permite cambiarlo? O peor aún, ¿que tal si ver un futuro nos lleva a realizarlo?

La película tiene más hoyos que el queso Gruyère, la “ciencia” de la misma es patética, y la posibilidad de que alguien pudiera construir Tomorrowland niega básicamente la necesidad de construir Tomorrowland; nada más con los avances en generación de energía, inteligencia artificial y robótica que plantea se acabarían como que todos los problemas de los que sufre la humanidad. Todos.

Dicho sea eso, la película a mí me encantó por varias razones. La primera es que es genuinamente optimista, y además argumentando que de hecho es necesario ser optimista para poder mejorar el mundo. Dado que toda mi vida he sido un optimista empedernido, esa parte del mensaje de la película resonó mucho conmigo, si bien hubiera esperado un vehículo más racional y bien justificado para el mismo.

La segunda es que es una película muy divertida, con un humor inteligente y muchas veces basado en argumentaciones lógicas. Incluso cuando gente muere o es gravemente malherida, la película se las ingenia para que esto sea divertido.

La tercera es el elenco. Clooney es Clooney es Clooney, y hubiera podido verla nada más por él; pero en su papel de casi-abuelito cascarrabias es a la vez hilarante y enternecedor, además de que cerca del final el tipo se las ingenia para dar una interpretación espectacular, en una escena trágico-romántica que estoy seguro casi cualquier otro actor en el mundo la hubiera arruinado, conviertiéndola en perturbadora y/o incómoda. Clooney la libera increíblemente.

Britt Robertson es encantadora como la energética, empecinada, inteligente, decidida y muy bonita Casey; por poco se roba la película la niña, y yo ya quiero ver más cosas donde salga ella, porque es de los mejores papeles femeninos-adolescentes que he visto en mucho tiempo, incluyendo a Jennifer Lawrence en los juegos del hambre.

Pero la que me sorprendió totalmente (más aún porque no tenía ni siquiera idea de que aparecía), y que de plano ella sí se roba la película en todas las escenas donde sale, es Raffey Cassidy como Athena. La niña de 12 años interpreta uno de los personajes más divertidos, interesantes, entrañables y trágicos que he visto en mucho tiempo, y quiero ir a ver la película de nuevo en el cine nada más por ella.

Y Hugh Laurie, aunque me parece desperdiciado en la película, da un muy buen villano en los doce segundos en que aparece.

Por último, la cuarta razón por la que la película me gustó es el final, donde el futuro de la humanidad se distribuye no sólo entre científicos, sino también entre artistas, y ecologistas, y músicos, y maestros, y entre gente de todo el mundo. Es predecible y terriblemente barato; pero creo que ser optimista implica ser un poco predecible y barato.

Así que yo sí la recomiendo, mucho. Especialmente para niños, pero creo que todo mundo la puede disfrutar; incluso los pesimistas: las dos niñas principales hacen que esta película se altamente disfrutable, incluso si uno no se traga el cuento de hadas.

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inFamous

Después de obtener mi trofeo de platino en LBP, fue el turno de inFamous. No puedo recordar cuándo lo compré, pero es probable que fuera al mismo tiempo que LBP.

inFamous

inFamous

En febrero de 2011 decidí jugarlo; acabé la primera misión, dije “chido”, y no lo volví a tocar durante más de un año, hasta que en abril del 2012 lo retomé. Para finales de mayo ya lo había acabado.

Como juego, inFamous está bien; es fluido, es un mundo abierto sin ser tan apabullante como GTA, la acción está padre (especialmente hacia el final, que uno adquiere los poderes de casi un dios), y hacer que Cole ande brincando por las calles y edificios de Empire City está simpático.

Pero lo que tiene impresionante el juego es la historia; es un excelente cómic de superhéroes, con un origen bastante interesante (si bien trillado), y un giro inesperado al final muy chido.

El juego es relativamente fácil, lo que hizo que consiguiera el platino en poco tiempo; pero está divertido, y la verdad sí distruté estar coleccionado trozos de la explosión que le da poderes a Cole, y “dead drops”, que son grabaciones que aumentan la historia del juego (que como digo, es lo más chido).

Tengo ya la secuela, pero no he podido jugarla. Tampoco es que me muera de ganas; el primer juego fue bueno, pero tampoco nada del otro mundo.

Sin embargo, yo sí lo recomiendo. Especialmente si les gustan las historias de superhéroes.

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Mad Max: Furia en el Camino

El fin de semana fui a ver Mad Max: Fury Road al cine. Dos veces.

Antes de comenzar mi reseña (con la advertencia de spoilers de siempre), sólo quiero dejar algo bien claro: la de Mad Max es la mejor película que he visto este año. Por mucho, me parece.

Mad Max: Fury Road

Mad Max: Fury Road

La trama de esta película es muy sencilla: a Max lo persiguen los war boys; los war boys persiguen a las nenas arrastrando a Max; los war boys persiguen a las nenas y a Max de ida; y los war boys persiguen a las nenas y a Max de regreso.

En medio hay un par de escenas para recuperar el aliento, pero esta película realmente son dos horas de gente muy extraña persiguiéndose por el desierto de día, el desierto de noche, el desierto empantanado, el desierto en una tormenta de arena, y el desierto rocoso.

Quiénes son las nenas, quiénes son los war boys kamikaze, y de hecho quién chingados es Max no importa demasiado. Aunque perfectamente definidos, la película no pierde ni cinco minutos en antecedentes y orígenes de sus personajes, prefiriendo que las acciones hablen por sí mismas. Y acciones hay, oh sí.

Max termina siendo un personaje secundario en su propia película: la protagonista es, sin duda alguna, la espectacular, letal, inteligente, empecinada y mortalmente sexy Furiosa, interpretada por Charlize Theron en el papel de su vida (mucho más que Monster). Sale rapada, con aceite negro para protegerse la frente y los ojos del sol, mutilada con el brazo izquierdo amputado, enseñando lo menos posible de piel, y sin embargo más ferozmente hermosa que nunca. Las pobres niñas que rescata del asqueroso líder de los war boys, por muy super modelos que sean (o hija de Lenny Kravitz), parecen pajaritos escuálidos a su lado. Encantadoras y subvirtiendo el cliché de la damisela en peligro, pero pajaritos escuálidos al fin y al cabo.

Tom Hardy, aunque comparsa, es espectacular como Max. Si dice más de cien palabras en total, me sorprendería; en general se limita a manejar, a disparar, a golpear, y a gruñir muy masculinamente. Nicholas Hoult interpreta a un war boy que se les une a las nenas y a Max (the power of boners is strong!), y hace lo que se ha convertido en su especialidad desde que debutó en About a boy; ser entrañable. En su papel de war boy half life a punto de morir, sólo desea con todas sus fuerzas que su vida signifique algo, poder contribuir en lo que sea, dejar su marca en el mundo.

Los villanos reciben menos tiempo en pantalla, a excepción de Inmortan Joe, pero aún así son cagadísimos. Y Joe… vean la película y me dicen qué opinan de Joe. A mí me pareció extraordinario como una muy aguda caricatura de lo que es un patriarca abusivo.

Mad Max: Fury Road es la película más feminista que he visto en años. Y no tengo idea de por qué eso le puede parecer malo a alguien.

Por si los personajes y los actores interpretándolos no fueran suficiente, la película es una obra de arte en el aspecto visual y técnico. Carros explotan, balas vuelan, puños desmadran caras, y todo ocurre bajo una fotografía increíble y una dirección impecable que no le permiten a uno más que mirar incrédulo la pantalla, esperando la siguiente escena de acción espectacular.

Y encima de todo están los espectaculares detalles como que los war boys llevan un camión retacado de amplificadores, con tambores y un guitarrista ciego para proveer música metalera durante toda la persecusión. O que el granjero de balas se quita una bala que usa como diente para cargar su pistola. O que los war boys se pintan de cromo los dientes cuando hacen un asalto suicida, demandando de sus compañeros que sirvan como testigos en su gloriosamente espectacular sacrificio. O que Rictus Erectus (sí, así es su nombre) arranca el motor de un camión en marcha para estrellarlo contra el mismo.

Y por supuesto, en una película que realmente casi no tiene diálogos, los divertidísimos diálogos:

Toast: What do you suppose he’s gonna do?
Imperator Furiosa: Retaliate first.

Toast: What are you doing?
The Dag: Praying.
Toast: To who?
The Dag: Anyone who’s listening.

Nux: Oh what a day, what a lovely day!

Para terminar, también considero que esta película, desde un contexto correcto, es de las más románticas que he visto. He oído decir a mucha gente que no, pero me parece que es un error de interpretación. Obviamente los personajes no van a estarse besando y apapachando en una película que son dos horas de persecusión desenfrenada. Por paradójico que parezca esto, perdería seriedad la historia.

Pero cuando Max le dice a la moribunda Furiosa: “Max. My name is Max. That’s my name.”, o cuando Nux le dice a Capable antes de sacrificarse “Witness me.”, de verdad creo que son de las escenas más románticas que se han hecho.

Mad Max: Fury Road es básicamente perfecta. Esto no quiere decir profunda, o importante. Esto no quiere decir que la historia no tenga hoyos, o que no hayan cosas que pudieran haberse hecho mejor. Sólo quiere decir que es perfecta en lo que intenta ser: una película endiabladamente divertida, con una historia y personajes honestamente feministas, realizada de manera intachable sin abusar de CGI, y que consigue relatar una historia que es básicamente dos horas de gente muy extraña persiguiéndose por el desierto, sin en ningún momento ser aburrida.

Vayan y véanla en el cine. Varias veces de ser posible.

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Accel World

Técnicamente terminé de ver Accel World antes de terminar Sword Art Online, pero como empecé a ver primero la segunda, pues de esa escribí primero. Como sea, los dos animés son relativamente similares, y de hecho ocurren en el mismo universo; el autor de los mangas es el mismo, pero las compañías que realizaron los animés son distintas.

Accel World

Accel World

Unas décadas después de los eventos relatados en Sword Art Online, los estorbosos cascos utilizados para la realidad virtual se han reducido a unos cómodos collares, y la mayor parte de la población no sólo los utiliza para realidades virtuales inmersivas; todo mundo anda navegando por la vida con realidad aumentada que se integra de manera perfecta y transparente en el mundo real.

Nada más por la premisa de un mundo tan potencialmente fabuloso vale la pena esta serie.

La serie relata un videojuego clandestino llamado Brain Burst, que es un programa que se instala en el cerebro de los jugadores, y que les permite experimentar la realidad de manera acelerada (de ahí el título). Varias horas dentro del juego se traducen en unos cuantos segundos en la vida real.

El famoso videojuego tiene unas reglas que hacen poco sentido, pero la serie se siente básicamente como un videojuego gracias al mismo, lo cual está divertido. Nadie está nunca en peligro de muerte (al menos no por el juego), pero los personajes están chistosos; el protagonista es un niño chaparro y con sobrepeso, que es “reclutado” para el juego por la muchacha más linda y popular de la escuela, gracias a sus habilidades como jugador de videojuegos “normales”. Es refrescante ver un personaje así, y su relación (que no avanza lo suficiente como para calificarla de romance) con la antes mencionada niña.

Me gustaron los veintitantos capítulos de este animé, y después procedí a básicamente olvidarme de él. No es malo, nada más no es muy trascendente que digamos.

Como sea, sí lo recomiendo; nada más no es nada terriblemente innovador.

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Avengers: Era de Ultrón

El día del estreno fui a ver Avenger:Age of Ultron con mis cuates.

Se aplican las de siempre.

Avengers: Age of Ultron

Avengers: Age of Ultron

Yo tenía muchas ganas de ver esta película, y no me decepcionó en lo más mínimo. Es divertida, con mucha acción, hartas explosiones, y además está muy bien hecha, y competentemente actuada.

La historia no hace demasiado sentido; el inicio parece in media res, sin explicarnos muchas cosas que supongo debieron ocurrir entre la última película del capitán mamérica, la última de Iron Man, y esta nueva película. Fuera de eso, un montón de cosas tampoco hacen mucho sentido (como el romance entre la Viuda Negra y Hulk, o mejor dicho Banner, que aparece medio de repente).

Se siente justamente como se sentían los cómics de un héroe (o equipo de héroes) cuando tenían que estar cuidando la continuidad en “eventos” que afectaban a todo el universo en cuestión. Se siente que la película trata de cuidar o preparar las cosas para las próximas películas del capi, de Thor, y de los mismos Avengers.

No es tan grave; sigue siendo muy divertida y muy entretenida. Nada más por la espectacular pelea entre Hulk y Iron Man en su armadura aumentada valdría la pena la película.

Y sin embargo algo no terminó de gustarme al salir del cine. Tardé varios días en poder determinar qué era; y la respuesta está ligada al hecho de que Avengers: Age of Ultron, por divertida que sea, no es tan satisfactoria como la primera parte.

Creo que, sin darnos cuenta, ya cruzamos el cénit de esta época del cine de superhéroes, y que entre The Avengers y Guardians of the Galaxy ocurrió dicho cénit.

No me parece que vaya a haber un crash del género. Sencillamente será más parecido a una gráfica de la campana; llegamos al punto más alto, y ahora suavemente bajará la satisfacción que generan las películas de superhéroes. Y no porque sean peores, sino porque ya vimos lo que podía soprendernos.

Creo que ya comenzó el decline de ésta época de oro del cine de superhéroes; habrá otras, espero, en el futuro. Y me da mucho coraje que DC no haya podido producir nada decente (sans Batman).

De todas formas, está muy divertida, y les recomiendo que vayan a verla varias veces al cine. Que dada la cantidad absurda de dinero que está ganando, no creo que fuera necesario decirles.

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Aztlán

Si hice todo bien, cualquier persona que trate de acceder mi blog en su antiguo hogar en Xóchitl será redireccionado a su nuevo hogar en Aztlán.

No sé si esto funcione también para los feeds RSS, pero como ya casi nadie usa de esos no me va a importar mucho.

Con más tiempo y más calma platicaré por qué el cambio; por ahora sólo espero no haber roto nada.

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Treinta y ocho

Hoy cumplí treinta y ocho años.

Este año pasado en mi vida fue bastante interesante, por muchas razones, algunas de las cuales relataré más adelante.

Por ahora, lo voy a dejar así: este año conseguí el que, espero, será el último trabajo en mi vida.

Vamos a ver qué tan cierto es eso.

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Tal vez es para siempre

Casi al otro día de ver Feuchtgebiete (o sea, hace casi dos semanas; me debo poner al día o voy a acabar igual de retrasado en mis reseñas que el año pasado), fui a ver Love, Rosie. Esta es la película que realmente quería ver, en gran medida por Lily Collins, a la cual encuentro enloquecedoramente hermosa. No puedo entender como alguien tan feo como Phil Collins pudo tener una hija tan hermosa.

Diría que se aplican las de siempre, pero como los avances cuentan básicamente toda la película, no creo que importe demasiado.

Love, Rosie

Love, Rosie

Rosie y Alex han sido amigos desde que tenían cinco años, y tenían planeado ir al baile de final de la prepa juntos, pero como amigos. Porque así ocurre en estas historias, terminan yendo cada quien con su propia cita, y esto desemboca en que no se declaren el obvio amor que sienten el uno por el otro, y que durante doce años estén separados. Después de esos doce años, por fin se juntan. Fin.

Hemos visto, leído, oído y (en los casos más extremos) vivido esta historia miles de veces. Es de las más viejas que existen; pero hay una razón por la cual seguimos viéndola, leyéndola, oyéndola y (en los casos más extremos) viviéndola una y otra y otra y otra vez. Porque es increíblemente satisfactoria cuando está bien contada.

Generalizando un poco esta idea, todas las comedias románticas de hecho son iguales. El chico conoce a la chica (o, gracias a que vivimos en un mundo más tolerante, un sofonte conoce a otro), se enamoran, ocurren una o más cosas que ponen en peligro su relación, y al final acaban juntos. De hecho, yo estoy dispuesto a llevar esto al extremo, y entonces definir así a las comedias románticas: si no tiene esa estructura la historia, entonces no es una comedia romántica. Puede ser otra cosa (y de hecho, muy probablemente sea mejor desde un punto de vista literario) que una comedia romántica, pero no es una comedia romántica.

Por lo tanto uno no va al cine para saber cómo termina una comedia romántica, porque siempre terminan igual. Uno va a ver el viaje, la progresión de la historia.

Love, Rosie a mí me encantó. Me pareció perfecta en el tipo de película que quiere ser: una comedia romántica acerca de dos muchachos increíblemente torpes para decirse lo que todo el mundo además de ellos ven: que están locos el uno por el otro. Ayuda mucho que en verdad Lily collins es bellísima, encantadora y simpática; y, medio sorprendentemente, resulta que Sam Claflin también es bellísimo, encantador y simpático (especialmente cuando se le atora la lengua, que es casi todo el tiempo).

La película está muy bien hecha, con un soundtrack espectacular y que básicamente fue el de mi vida como adulto relativamente joven, combinado con unas cuantas clásicas para variar el asunto. El elenco actúa perfecto para las circunstancias; no son actuaciones desgarradoras, porque la historia no se presta para eso, pero todos los actores son más que competentes en sus papeles; especialmente los dos protagónicos, mostrando la inseguridad, celos, deseo y felicidad que se causan el uno al otro. La historia, que da un par de saltos para atrás y para adelante, está muy bien contada, y la continuidad de la misma está laboriosamente cuidada (aunque, siendo honesto, no es realmente complicada, así que no debió ser difícil hacerlo).

Y al final del día es una historia bonita, con dos protagonistas guapos y simpáticos que tratan (muy torpemente) de estar juntos, y que al final lo consiguen.

Yo salí encantado del cine, y llegué a mi casa para descubrir, horrorizado, que en Rotten Tomatoes la calificaban con un 21% de aprobación de la crítica. Ahorita ya subió a 26%, aunque (de manera muy interesante) tiene una calificación de 62% por parte de la audiencia. Me dio mucha risa que el consenso de la crítica fuera que, aunque Lily Collins y Sam Claflin son muy agradables y le echan muchas ganas, la historia “tonta y llena de clichés” de la película los hundía.

Como si de verdad hubiera una comedia romántica que no fuera tonta y llena de clichés.

A mi me encantó; tanto que ya la volví a ver en el cine. No es una joya de la cinematografía; pero está entretenida, los dos protagónicos son encantadors y tienen muy buena química, y cumple con lo que deben de cumplir las comedias románticas. Así que yo sí la recomiendo; mucho, de hecho.

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LittleBigPlanet

Hace casi tres años que no escribo acerca de mis trofeos de platino en concreto; he escrito acerca de ellos en abstracto, pero no en qué juegos particulares los he conseguido.

Hoy quiero retomar esta serie donde la dejé, en agosto de 2012, cuando escribí de mi platino en Dead Space en abril de ese mismo año. Irónicamente, mi siguiente platino lo obtuve un mes después, en mayo de 2012.

LittleBigPlanet

LittleBigPlanet

LittleBigPlanet lo compré en 2009, supongo. La verdad no recuerdo, mi PS3 me lo regaló mi hermano en octubre de 2008, y yo estuve fuera de México durante los primeros tres meses de 2009, en mi estancia de investigación en Barcelona. Mi primer trofeo de LBP lo tengo registrado en mayo de 2009, y no puedo recordar cuándo ni cómo carajos lo conseguí. El juego, no el trofeo.

Pudiera ser que Enrique (o su hermano Sergio) me lo trajeran del gabacho; no tengo idea. Lo que sí recuerdo es que fue el primer juego (y de hecho creo que el único) que conseguimos Enrique, Juan y yo… y el cual procedimos a nunca jugar en red, aunque sí un par de veces cuando nos juntamos.

Como sea, LBP fue durante mucho tiempo uno de los juegos insignia del PS3, y mucha gente (mi amigo Juan incluido) se volvieron locos por él.

Yo… meh. No me parece un mal juego, pero sin duda alguna no es mi preferido en el PS3. Y el principal atractivo que tiene (que uno puede crear sus propios niveles, y subirlos y compartirlos), la verdad nunca me llamó mucho la atención. Hice un nivel (un trofeo lo requería), y sí lo pensé y le eché ciertas ganas, pero la verdad no lo encontré terriblemente satisfactorio.

Dicho eso, es un extraordinario juego de fiesta; dícese de juntar a un montón de personas y ponerlos a jugarlo, especialmente si no son realmente gamers. Lamentablemente, yo juego videojuegos justamente para no tener que interactuar con otros seres humanos.

LBP tardé tres años en sacarle el platino (y, casualmente, el 100% de los trofeos; los DLC los acabé antes de conseguir el platino), y casi no he vuelto a tocar el juego. Mucha gente podría discutirse que tiene un PS3 justo para jugar LBP; yo no soy uno de ellos, y tan no soy así que nunca conseguí LBP2, y probablemente no consiga LBP3 para el PS4.

No me arrepiento de haberlo comprado, de haberlo jugado, y de haber obtenido todos sus trofeos. Es sólo que es un juego demasiado infantil; lo cual no tiene nada de malo, pero a mí sí me gusta estar matando monitos.

Si algún día tengo hijos, supongo que LBP (o el equivalente en ese momento) será de las primeras cosas que juegue con ellos. Por ahora, estoy contento disparando cohetes a patrullas, o destripando monstruos míticos griegos.

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Zonas Húmedas

El fin de semana pasado (no éste que acaba, el anterior) fui a ver Feuchtgebiete. La verdad tenía más ganas de ver otra, pero sabía que ésta no iba a durar mucho en cartelera y sí se me antojaba, así que me metí a verla.

No me arrepiento en lo más mínimo; se aplican las advertencias de spoilers de siempre.

Feuchtgebiete

Feuchtgebiete

Feuchtgebiete es una película difícil de digerir. En la sala donde la fui a ver, varias personas se levantaron y se fueron a menos de 30 minutos de que iniciara la proyección.

Si me preguntaran a mí, yo diría que lo que ocurre es que los mexicanos somos, en gran medida, un pueblo muy limpio. No como muchos europeos (especialmente del norte de Europa), que a veces parece que quisieran poder identificarse mutuamente únicamente a través del sentido del olfato.

Carla Juri interpreta a Helen, una hermosa y perturbadoramente asquerosa alemanita de 18 años, que es inmensamente feliz experimentando con su sexualidad, los fluidos corporales de ella misma y otras personas, y a qué tantos microbios puede exponer a su vagina antes de que se le infecte.

Después de una sesión increíblemente intensa, si bien platónica, con un árabe que la rasura casi por completo, Helen adquiere la costumbre de rasurarse tdo; pero siendo como es, lo hace sin mucho cuidado, lo que causa que rebane su ano poblado de hemorroides mientras se rasura el mismo.

Detesto cuando eso ocurre.

Como suele ocurrir en este tipo de circunstancias, Helen termina en el hospital, donde procede a coquetear con y sacar muchísimo de onda a el guapo enfermero que le toca cuidarla.

No hay mucha más trama que esto; Helen relata su historia familiar mientras está internada (sus padres están divorciados y ella quiere que vuelvan a juntarse), y varios episodios de sus experimentaciones sexuales, con drogas, y en general con no ser muy higiénica que digamos.

Varias partes de la película son estridentes en su asquerosidad; hay semen en pizza, tampones hechos en casa, incontinencia anal, baños públicos con siglos sin ser limpiados, desgarres anales, etc., etc., etc. No es exactamente escatológica la película (de hecho poco gira alrededor de la mierda); es más bien una larga colección de episodios diseñados a ver cuál causa más shock al espectador.

Extraordinariamente, la película funciona por dos razones; al final hay una muy satisfactoria resolución a varios de los traumas de Helen (resulta que su mamá trató de suicidarse y matar al mismo tiempo a su hermanito menor cuando era un bebé con el gas del horno, y Helen fue la que la descubrió y evitó que ocurriera), y por la encantadora, natural, desenfrenada y maravillosa actuación de Carla Juri, que no puedo creer que una muchacha tan asquerosa consiguiera que me medio enamorara de ella.

La película me parece buena, y ciertamente un muy interesante experimento con una protagonista que se aleja de la obsesión que muchas muchachas (en mi experiencia) tienen con renegar de tan siquiera mencionar varios de sus fluidos corporales (también exagera y se va al otro extremo, creo yo); pero de verdad creo que muchísima gente no tendrá el estómago para soportarla completa. A mí me costo, y me considero bastante tolerante, especialmente con casi todo lo que está relacionado con la sexualidad.

De cualquier manera la recomiendo. Sólo sí prepárense a lidiar con varias escenas que uno no acostumbra a ver en ningún lado. Ni siquiera, paradójicamente, en lo más extremo de la pornografía alemana.

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Sword Art Online

Como comentaba hace unas semanas, comenzaré a escribir del animé que he estado viendo desde hace unos dos años, que volví a interesarme en el mismo. Lo haré en orden más o menos cronológico respecto a cuándo vi las series, pero hay varias que tengo atoradas porque no he tenido tiempo (y/o interés) en terminarlas.

Antes de empezar debo aclarar que, para motivos prácticos, todos los animés que reseñaré aquí son, de alguna manera, románticos. En algunas ocasiones no será descaradamente el caso, pero incluso entonces ocurrirá que el romance juega un papel muy importante en la trama. Y de hecho casi todas las series que no he terminado de ver, es justamente porque no tienen un componente romántico importante.

La primera serie de la que quiero escribir es Sword Art Online, que de alguna manera fue la que me regresó el hábito de ver animé.

Sword Art Online

Sword Art Online

Sword Art Online tiene una premisa interesante: en el futuro, se desarrolla tecnología de realidad virtual tan avanzada, que los usuarios realmente se sienten dentro de otro mundo. Un montón de juegos son lanzados que utilizan dicha tecnología, pero uno de los más esperados y famosos (el titular Sword Art Online) causa que miles de usuarios se conecten al mismo el día de su estreno.

El único problema es que al final de dicho día de lanzamiento, en el mundo virtual, aparece el creador del juego para avisarles a los jugadores que no podrán desconectarse del juego, o morirán. Y si sus avatares mueren dentro del juego, entonces ellos también morirán. Y que esto continuará hasta que alguien “gane” el juego.

Kirito, un gamer bastante clavado, se lanza a la tarea de tratar de ganar el juego y escapar con vida del mismo.

Básicamente esa es la premisa principal de la mitad de la primera temporada (unos 12 capítulos); no sólo la mecánica, historia y reglas del juego, sino también las consecuencias sociales, emocionales y sicológicas que sufren los jugadores atrapados dentro del mismo. Cómo se organizan, cómo se alían, cómo se pelean e incluso asesinan dentro del juego que termina siendo de vida o muerte.

La historia es interesante (si bien a veces le falta humor por tomarse demasiado en serio) y tiene bastantes personajes entrañables, aunque la verdad Kirito no es uno de ellos. No es que me caiga mal; sólo es medio aburrido, y además después de un rato termina siendo algo cansado que todas las muchachas que lo conocen terminan enamorándose de él.

La serie cuenta con el romance entre Kirito y Asuna (la muchacha que aparece en la imagen de arriba), pero se vuelve rápidamente aburrido porque se casan dentro del juego, y básicamente ya no hay más progresión en ese frente.

De cualquier manera, como gamer, como computólogo, y como fan de la ciencia ficción, la serie me gustó bastante; especialmente la mitad de la primera temporada. La otra mitad es más aburrida, porque es básicamente cómo Kirito libera a Asuna de un friquitín que la secuestra en otro mundo virtual. Y la segunda temporada la vi por disciplinado que soy, pero para la misma ya no están nunca en peligro de muerte los jugadores, y el romance entre Kirito y Asuna se ha vuelto absolutamente de hueva en el sentido de que no progresa a ningún lado.

Aún así vería una tercera temporada, si es que aparece, y la recomiendo (especialmente el primer arco), porque sí plantea preguntas muy interesantes acerca de tecnología, videojuegos, relaciones humanas y cosas por el estilo. Ah, y la animación es efectiva, si bien nada del otro mundo; aunque tiene varias secuencias de acción que son espectaculares.

Así que véanla si pueden, en particular el primer arco.

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Cenicienta

El fin de semana anterior fui a ver Cinderella. Se aplican las de siempre.

Cinderella

Cinderella

No me esperaba mucho de esta película (no fue realmente mi idea ir a verla). Salí inesperada y agradablemente sorprendido; de hecho lo más malo que tiene la película (además de que volverá a inspirar a millones de niñas a tener ideas pendejas en sus cabezas), es que la vi en español, y el doblaje es más que pasable, siendo honesto.

Lo mejor de la película, sin duda alguna, es Cate Blanchett; es espectacular interpretando a la madrastra malvada. Lo segundo mejor es la Helena Bonham Carter, que me parece nació para interpretar al hada madrina. Lo tercero es Richard Madden, a.k.a. Robb Stark, porque puta madre qué guapo muchacho. La pobre niña que la hace de la Cenicienta la verdad no me llamó demasiado la atención; a lo mejor en inglés es más interesante. Eso sí, su cintura es casi perturbadoramente delgada.

Además del elenco, la historia pendeja de Cenicienta ha sido moderadamente actualizada. Nada revolucionario; de hecho sigue siendo igual de misógina que antes, sólo un poco menos descarada en su desprecio por el genéro femenino.

Pero en el contexto de los cuentos de hadas (que suelen ser asquerosos), está simpática la película. En particular, me gustó bastante el estúpido vestido, lo cual me sorprendió; generalmente lo único que me interesa de un vestido es qué tan corto es, y qué tan fácil es de quitar. El vestido azul de Cenicienta no califica muy alto en ninguno de esos dos puntos, pero se ve divino cuando baila con el estúpidamente guapo príncipe.

OK, necesito cambiar mi tampón, probablemente.

Está entretenida la película, aunque el mensaje siga siendo la misma estupidez que al final termina causándoles innumerables problemas emocionales a muchas niñas (junto con sus sufridos novios) que se tragan que así debe ser la vida. Yo sí la recomiendo.

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El olor más caro del mundo

El ganar bien tiene básicamente una consecuencia que sobrepasa a casi cualquier otra: uno puede comprar cosas.

He mencionado aquí varias de las cosas que he comprado (mi celular, por ejemplo, o mi AVR), pero a la mayoría no le he visto realmente la necesidad de escribir acerca de ellas. Dudo que a nadie le interese mi nuevo refrigerador, por ejemplo.

Lo que estrené hoy en cambio sí creo que merece ser mencionado. Es casi seguro que deje de ganar bien más rápido de lo que yo creía, y entonces sopesando las posibilidades de cómo seguir tratando de reactivar yo solito la economía mexicana, rápidamente llegué a la conclusión de que, después de más de diez años, era hora de jubilar a mi viejo, fiel y querido tsurito.

Ahora; yo no sé de carros, y esto es en gran medida porque no me interesa saber de carros (digo, puedo cambiar una llanta o pasar corriente, pero doy por hecho que todo mundo más o menos sabe hacer eso). Así que no me iba a poner a investigar de carros; decidí que me compraría un carro que yo supiera fuera bueno, o que fuera suficientemente bueno según vox populi como para no tener que hacer yo mi tarea.

La primera opción básicamente me dejaba nada más otro Tsuru… y sinceramente lo consideré como una muy probable elección. Yo estoy encantado con mi viejo Tsuru; casi nunca me dio problemas, y cuando me los dio fue muy sencillo resolverlos. Fue un carro casi intachable en todos sus años de servicio. Pero una vocecita en mi cabeza (probablemente el diablo) me dijo: “Es tu primer carro nuevo. Ya eres doctor. Tienes un buen trabajo. Te mereces algo mucho mejor que un Tsuru.”

Así que consideré otros carros que según las masas fueran lo suficientemente buenos como para que yo no tuviera que perder mi tiempo investigando cosas como aditamentos de seguridad o innovaciones tecnológicas. Y (y esto es importante) que yo considerara atractivo.

Ahora, además de que no sé de carros, mis gustos suelen ser poco comunes. No me gustan los carros grandes (y no sólo eso; una camioneta, aún la más pequeña, no cabe en mi cajón de estacionamiento, así que de hecho entre más pequeño mejor); no me gustan las compañías automotrices gringas (descartados Ford, Chrysler, etc.); no me interesa mucho la velocidad; y ciertamente no me interesan cosas como carros deportivos. Me gustan los carros japoneses y europeos (entre más chiquitos mejor), y que me lleven de A a B sin que yo me tenga que preocupar de nada más que la gasolina, los baches, niños jugando futbol, y los tarados que lo quieren chocar a uno en la Ciudad de México.

(Técnicamente tampoco me interesa cómo se maneje en carretera, pero probablemente mi uso de las mismas crezca en los próximos años).

Tomando todo esto en cuenta, había varias opciones, pero realmente sólo una que todo mundo está de acuerdo en que es un carro excelente. El único problema es que era probablemente la opción más cara que realmente me llamara la atención (y que estuviera en mi rango de precio: el Nissan Leaf suena increíble, y yo creo que los carros eléctricos van a dominar en unos años, pero no me alcanzaba ni de chiste). Y entonces la vocecita en mi cabeza de nuevo habló (el diablo, les digo) y dijo: puedes. Ándale. Te va a gustar.”

Y pues le hice caso. Así que aquí les presento a mi nuevo carro:

Mini Cooper

Mini Cooper

Y es rojinegro. Obviamente.

Siempre me han gustado los Mini Coopers, así decidí hacerle caso al diablo y comprarlo. No me arrepiento en lo más mínimo: es tan bonito, que creo que voy a seguir soltero varios años más, porque mis hipotéticas novias se pondrían celosas de él. Se maneja increíble; lo pedí de transmisión manual (obviamente), y es la cosa más maravillosa del mundo volver a manejar con palanca. Y el motor de hecho acelera cuando piso el acelerador; mi pobre tsurito solía hacer nada más unos ruiditos lastimosos que sonaban como si estuviera diciendo que ahí iba, que le diera chance.

Es también más inteligente que yo, al parecer; en el tablero me va diciendo cuándo debo de cambiar la velocidad. Lo cual me preocupa; de regreso hoy a mi departamento, rápidamente llegué a quinta, y el tablero me sugirió cambiar a sexta. Oí una vez más la voz en mi cabeza: Vamos. Mete la sexta. Acelera. Sabes que quieres. Sabes que te va a gustar.”

Lo cual me convenció no sólo de que la vocecita es del diablo, sino que el diablo está en mi nuevo carro, y que me estaba llamando desde que decidí cambiar de automóvil. Ciertamente tiene los colores.

Por suerte ya no tengo veinticinco años como para hacerle caso; lo regresé a neutral y dejé que se deslizara con su propia inercia antes de volver a meter cuarta. Ya lo sacaré a carretera y veré cómo se siente en sexta.

Podría registrar al carro en el Estado de México para no pagar tenencia; conozco a quien lo ha hecho. Pero me parece desleal con mi Ciudad; y además, sé que es un carro de lujo. Yo no necesito un Mini; otro Tsuru hubiera sido más que suficiente. Creo que es realtivamente justo que pague más por dicho lujo (y sólo serán tres años antes de que la depreciación lo saque del rango de carros que pagan tenencia).

Y sí es un lujo. Pero claro que lo valgo.

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Insurgente

El fin de semana pasado fui a ver Insurgent.

Se apli… ¿saben qué? Realmente no importa; lean aunque no la hayan visto.

Insurgent

Insurgent

Insurgent es una película técnicamente bien hecha, pero con la historia más idiota del universo.

La primera parte no la fui a ver al cine; fue el año en que se estrenaron muchas películas basadas en novelas que los gringos denominan como YA, porque están dirigidas para young adults, jóvenes adultos. Me parece que el resto del mundo tiene un mejor término para este tipo de novelas.

Les decimos malas. Aunque sería divertido que alguien tratara de clasificar a las “novelas” de Carlos Cuauhtémoc Sánchez como “para jóvenes adultos”.

Los gringos producen una cantidad impresionante de literatura; literalmente (je) decenas de miles de libros al año. Por supuesto, la enorme mayoría son completa y absoluta basura; antes yo era de la idea de que al menos la gente estaba leyendo. Ahora no sé si prefiero menos autores, pero realmente buenos, a muchos mierderos.

Ciertamente del montón de literatura en inglés que he leído en los últimos años, casi nadie se acerca a Gabo, a Saramago, o a Carlos Fuentes. Tolkien (obviamente) es el único que está al nivel; pero yo ni siquiera pondría a C.S. Lewis en la misma categoría; lo mismo la Rowling. Son buenos; nada más no realmente extraordinarios.

(Y ni me hablen de George R. R. Martin; el tipo en lo personal me cae bien, pero sus libros me parecen aburridísimos, lo cual es paradójico porque la historia que cuenta de hecho es fascinante… sólo para realmente disfrutarla uno tiene que deshacerse de tres cuartas partes de los personajes y contarla de forma menos fastidiosa, como en el programa de televisión, que ese sí me parece fabuloso).

Del resto, y esto debo admitirlo, que no sean buenos no quiere decir que no sean entretenidos. Todo lo contrario: The Hunger Games la disfruté bastante, pero no tengo el menor deseo de volver a leerla jamás en mi vida. De la misma manera estoy ahorita en una fase de Stephen King (quién lo hubiera dicho, a mi edad), pero aunque me entretiene no lo clasificaría como realmente bueno.

Como sea; leí las novelas de vampiros maricones de la Meyer (y la única de ciencia ficción que hizo, que de hecho me gustó más); y leí la triología de The Hunger Games. No pude con más, y al ver lo infames que eran las películas que salían de esas madres, mejor tiré la toalla y decidí nada más ver las que me parecieran interesantes de ver los avances.

Divergent no me pareció interesante, y cuando la vi en Blu-ray decidí que había tomado la decisión correcta. Pero terminé yendo al cine a ver la secuela porque no había nada que quisiera ver el fin de semana pasado.

Insurgent es una película muy bien hecha; con un elenco espectacular; con dos protagonistas jóvenes, guapos, y con una excelente química; y todo eso se tira al caño porque la historia es pendejísima, cuando hace sentido. Que además, no hace sentido la mayor parte del tiempo.

Las acciones de los personajes no tienen sentido; la tecnología que utilizan no tiene sentido; el sine qua non de esta “sociedad distópica futurista” no tiene sentido. Son sólo una serie desconectada de escenas, salpicadas varias de ellas con muy buena acción gracias a Marx, y un par con sexo censurado para que sea apropiado para todo público, que llevan a esta historia sin sentido de un punto a otro sin que en ningún momento nada esté realmente explicado.

Ni siquiera me queda claro que, como sea que se llame la autora de los libros sobre los que se basa la película, tenga el corazón en el lugar correcto, como la de The Hunger Games. Son sólo las fantasías pendejas (y los sueños húmedos) de una adolescente ídem que de verdad quisiera poder patear gente, y tener un novio “tenebroso” que pudiera patear todavía más gente. Porque no me importa qué edad tenga esa mujer; es una adolescente.

Dicho todo eso, probablemente vea las dos últimas partes; Shailene Woodley tiene una belleza muy poco fuera de lo común que me resulta muy atractiva y (para qué me hago pendejo) Theo James es arrebatadoramente guapo.

Sólo no creo ir a verlas al cine.

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La ética de hacer trampa

(Esta entrada es la décima y última parte de una serie que cubre un proyecto personal que realicé en el verano de 2014; pueden ver todas las partes aquí).

Después de haber armado el hardware y escrito el software para que un robot sacara por mí los trofeos más difíciles de Guitar Hero Metallica, Rock Band 2 y The Beatles: Rock Band, la pregunta obvia es, por supuesto: ¿es esto hacer trampa?

Sí, claro que sí. Obviamente es hacer trampa.

La verdad es, nunca me ha molestado hacer trampa jugando videojuegos para obtener los trofeos. El tipo de trampas que utilizo suelen llamarse glitches, y consisten en pequeños errores en la programación del juego que facilitan al usuario conseguir un objetivo, lo que suele traducirse en un trofeo. Hay glitches para God of War, para Dead Space, para Uncharted, para Grand Theft Auto IV, etc., etc. Muchos de estos glitches requieren cierta habilidad para activarlos, y en muchísimas ocasiones, es divertidísimo en sí mismo el hecho de lograrlos activar.

Tengo mis límites, por supuesto. Hay muchos juegos que permiten cargar un juego salvado (savegame); y en la red abundan savegames que al momento de cargarse, como incluyen los objetivos necesarios para obtener uno o más (en algunos casos todos los) trofeos en el juego, estos comienzan a salir uno detrás del otro. Hay incontables videos en YouTube mostrándolo. Los savegames más sofisticados incluso son descifrados de la encriptación dada por el PS3, editados manualmente en un editor hexadecimal, y vueltos a cifrar.

Jamás he usado un savegame. ¿Por qué? Siendo honesto, no es por un afán ético: creo que es otra forma de hacer trampa. Creo que la respuesta es sencillamente que no me parece divertido. ¿Qué diversión hay en bajar un binario de la red? Si yo mismo descifrara, editara el savegame, y lo volviera a cifrar, tal vez consideraría hacerlo. Tal vez; no me queda claro. Si fuera demasiado sencillo (y me temo que de hecho lo es), no creo que le encontrara ningún chiste.

En cambio escribir mi robot musical fue divertidísimo. Es de verdad de las cosas más entretenidas que he hecho en años, y no es por darme aires, pero no cualquier lo hubiera podido hacer. Un montón de gente lo puede hacer; pero no cualquiera.

Además, está el hecho de que a nadie (excepto a mí) le importa qué trofeos tenga o no. No hay ningún tipo de beneficio en tener muchos o pocos trofeos. Créanme, las nenas no se vuelven locas cuando menciono el número de trofeos de platinos que he ganado. Por lo mismo (y tal vez lo más importante), nadie es afectado negativamente por mí al hacer trampa para tener trofeos. Es un “crimen” sin víctimas, y para obtener algo que básicamente a nadie le importa.

Así que no me arrepiento en lo más mínimo de haber hecho trampa en mis juegos musicales. Sigue siendo de las cosas más divertidas que hecho en años, y probablemente lo vuelva a hacer (nada más tenga algo de tiempo).

Esta entrada concluye el relato de mi proyecto del verano de 2014. Lo único que resta es limpiar un poco el código y ponerlo en GitHub. A ver si este verano tengo tiempo libre para hacerlo.

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Francotirador

Hace una semana fui a ver American Sniper. Yo no quería verla, pero varias personas me la recomendaron así que al final sí fui a verla.

Se aplican las de siempre.

American Sniper

American Sniper

Tengo varios problemas con esta película. Comenzando porque se presenta como una historia real, y que los mismos realizadores admiten que cambiaron un montón de cosas (licencia artística, le dicen) para hacerla más cinematográfica. Y eso que el libro en el que está basado de por sí tiene un montón de cosas que (al parecer) tampoco son ciertas.

Chris Kyle el gringuito sobre la que se basa la película, era un cerdo y un asesino. Eso parece ser consenso entre gente progresiva; el tipo decía que jamás se sintió mal por asesinar a mujeres y niños en Irak (les decía “salvajes” por defender su país de una invasión ilegal que además de todo se realizó por una enorme mentira), y presumía (apócrifamente al parecer) de haber matado negros que “saqueaban” centros comerciales durante el huracán Catrina con su rifle de francotirador. Por cierto, hay un artículo muy interesante de cómo los medios gringos se referían a los negros sacando comida durante la tragedia como “saqueadores” y “maleantes”, pero a los blancos que hacían exactamente lo mismo se les llamaba “supervivientes” y “residentes”. Pero eso no tiene nada que ver con la película.

La película suaviza un poco al personaje de Chris Kyle, humanizándolo un poco. Pero es realmente poco: el tipo jamás cuestiona por qué andan matando gente en sus casas en su país, y sigue refiriéndose a los iraquíes como salvajes. No lo dicen explícitamente, pero si uno no leyera periódicos (y admitámoslo, los gringos a los que esta película va dirigida en general no lo hacen) uno podría creer viendo esta película que Irak tuvo algo que ver con los atentados contra las torres gemelas en 2001. Que, como todo mundo sabe, no tuvo nada que ver.

En general no tengo problemas con el progringuismo de las películas gringas; es su país, se entiende que eso hagan. Pero en este caso el personaje es realmente tan deleznable, que es francamente nauseabundo.

En otras películas pro-gringas (Battle: Los Angeles, o Interstellar, por ejemplo), no tengo problemas con apagar mi cerebro un par de horas y echarle porras a los gringos. Está hecho de forma inteligente, o al menos de forma entretenida. En esta película, cuando un francotirador peleando del lado de los iraquíes mataba a los gringos, no podía menos que echarle porras a él. Al menos estaba matando a los agresores en la historia.

La película, como obra cinematográfica, es bastante buena. Bradley Cooper es espectacular en su papel, la dirección de Eastwood es impecable, está bien contada y ambientada, y la guerra incluye miembros volando y niños siendo asesinados o torturados con taladros en su cabeza. Por alguna razón, al parecer esa pornografía de la violencia ahora se considera “alto realismo”.

Sólo su propaganda es tan descarada y tan barata, que a mí sí me dejó un muy mal sabor de boca. Yo no la recomiendo.

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Suerte

Platicando hace poco con una amiga, ella me dijo que yo tenía mucha suerte. Eventualmente elaboraré en por qué dijo eso; y ciertamente yo estoy de acuerdo en que podría interpretarse como que soy un hombre con suerte, especialmente por varios acontecimientos recientes.

Sin embargo, sí me incomodó un poco la aserción; como cuando alguien responde a alguno de mis méritos con un “gracias a dios”. Aunque sin duda alguna el azar ciertamente me ha favorecido a lo largo de mi vida (comenzando por nacer en la familia que nací), creo que mis decisiones y las acciones que he realizado después de tomarlas juegan un papel mucho más importante que la cara en que cayeron los dados.

Como sea, ayer fui a una reunión, y venía en mi carro alegremente de regreso a mi casa, cuando una patrulla me detuvo. Y tuvo a bien a informarme que era el segundo sábado del mes, que mi carro no circulaba, y que lo iban a mandar al corralón. Pendejo de mí, se me había olvidado por completo.

Entre otras cosas por eso he estado pensando en comprar un carro, dado que estoy ganando bien (y que esto parece no durará tanto como me hubiera gustado), y de hecho el lunes tenía pensado ir a ver modelos. Se me ocurrió que tendría que ir en taxi, o primero ir a recoger mi carro: hace años que me he negado a pagar mordida, porque me parece que es la única manera en que la corrupción puede detenerse. Además, aunque hubiera querido pagar mordida, tenía veinte pesos en la cartera. Le comencé a preguntar al poli que qué procedía

El poli comenzó a explicarme que ya no había lugar en los corralones cercanos, y que habría que llevarlo a Las Águilas, que está (me explicó) muncho muy lejos. Yo mientras estaba apuntando la información, incluyendo el nombre y número de placa del oficial, diciendo básicamente “ajá” a todo lo que me decía. De repente me dijo el poli “¿cómo le hacemos?”, a lo que yo contesté “pues ya me dijo, ¿no? Se llevan el carro al corralón, y tengo que recogerlo.”

“Además” me informó el poli “me acaban de decir que no hay grúa, así que tiene que llevarlo usted”. Y yo le dije “OK, ¿los sigo o cómo le hago?”.

Para este punto me parece que el poli comprendió que sí estaba dispuesto a llevar yo mismo mi carro al corralón, y nada más me dijo que me fuera con cuidado. Creo que le daba más flojera a él ir al corralón que a mí.

Quiero ser muy claro en algo; creo que la mayor parte de las cosas que he conseguido/ganado/obtenido han sido siempre mayormente por el esfuerzo que he invertido para conseguirlas/ganarlas/obtenerlas.

Sin embargo, tal vez estoy ahora más dispuesto a admitir que sí tengo muy buena suerte.

Pero como dicen en el futbol: portero sin suerte no es portero.

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Focus: Maestros de la estafa

Estas dos semanas de mi vida han sido, como dicen los gringos, an emotional rollercoaster. Que es una manera muy mamona de decir que han sido muy intensas.

El sábado en la noche fui al cine para despejarme un poco la cabeza; vi Focus.

Se aplican las advertencias habituales de spoilers.

Focus

Focus

Como en general elige muy malas películas para hacer, y suele aportar mucho de su personalidad en la vida real a sus personajes, a veces es fácil olvidar qué buen actor es Will Smith. En Focus hay una secuencia durante un Super Bow en particular, donde de verdad el tipo es increíble.

Los avances de esta película hacían creer que es un thriller. No se dejen engañar; Focus no es un thriller.

Es una comedia romántica. Con humor negro, pero comedia romántica al fin y al cabo.

Smith (que a sus 46 años continúa viéndose arrebatadoramente guapo) interpreta a un timador; un confidence man o conman como les dicen en el gabacho. Esto es una manera elegante de decir que es un ratero; aunque ciertamente queda claro que nunca utiliza violencia, y en general roba a gente que no extrañará en demasía lo que le quiten.

Al timador tratan de timarlo un par de amateurs, y por supuesto les pone una revolcada explicándoles por qué su timo está súper chafa. La chavita amateur (la estupidizantemente hermosa Margot Robbie) lo sigue y le pide que le enseñe a ser profesional, como él. El tipo la pone a prueba, y cuando ve que sí tiene madera, la agrega a su equipo, donde después de varias muy divertidas aventuras (y la fabulosa escena en el Super Bowl), ganan muncho dinero.

Para este momento Smith y Robbie ya son amantes, pero el tipo decide terminarlo todo porque en esa “profesión” las conexiones emocionales siempre son un lastre. Tres años después está tratando de hacer un trabajo en Argentina más complicado de lo normal, cuando se la vuelve a encontrar.

La película me encantó; en el fondo es un romance al fin y al cabo; tiene más giros inesperados que todas las películas de M. Night Shyamalan juntas; y es consistentemente bien actuada y divertida. Además, Smith y Robbie son encantadores en todo momento, y se cargan una química impresionante.

Como bono a esto, el hecho de que el personaje de Will Smith (como él mismo) sea negro no importa en lo más mínimo. Es el galán; la raza (como debería ser siempre) no importa. Sólo lo mencionan en un chiste muy menso en algún momento.

Consecuencia de esto, es la primera vez que el interés romántico de Smith en una película es una mujer blanca, y que de hecho termine al lado de ella (en Hancock Charlize Theron es blanca, pero no acaba a su lado). Ya había escrito antes de esto; en general en las películas gringas los negros nunca se ligan a las blancas, a menos que la trama sea justamente de relaciones interraciales. Hollywood teme (o temía) que la población de hombres blancos fuera a sentirse amenazada de que los negros fueran a quitarles a sus mujeres. Las parejas de negros eran negras, latinas, o asiáticas en casi todos los casos.

Eso sí, un blanco podía ligarse una negra; eso estaba “bien”.

Me alegra ver que este estereotipo haya sido ignorado en Focus, y espero que continúe siendo ignorado en el futuro.

La película está muy divertida, bien hecha, bien actuada, y bien contada. La recomiendo ampliamente.

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Inteligencia

Me considero razonablemente inteligente… para ciertas cosas. Pocas, si soy honesto.

Para la mayoría, estoy seguro de que soy un imbécil. Y estoy siendo amable conmigo mismo.

Caso de ejemplo: compré una tetera en Perisur hace unos días. Llegué a mi casa, la llené de agua, y la puse a hervir para tomarme una infusión (porque lo que muchos llamamos té en México son realmente infusiones).

Varias infusiones después, decidí tirar la caja donde venía la tetera. Dentro encontré un pequeño folleto, donde decía que antes de usar la tetera, quitará la película de plástico al fondo de la misma.

Por supuesto, al revisar mi tetera ya no había ninguna película de plástico. Así que probablemente mi estómago esté ahora cubierto por una delgada película de plástico.

Si un amigo me contara ese episodio, le diría “pero qué pendejo eres”.

Como soy yo, voy a decir que estaba distraído.

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