Ayer condenaron a Genaro García Luna a 38 años de prisión en un juzgado gringo en Nueva York.
No sé qué medios de información vean, queridos lectores; pero si los mismos no mencionan esta noticia, o no entran en detalle de los innegables crímenes que cometió el antes “súper” policía del usurpador Felipe Calderón, yo les recomendaría que buscaran algunos medios de información alternativos y menos enajenados.
Antes de las elecciones, en absoluta desesperación por la madriza que ya se podía adivinar que pasaría el 2 de junio, la oposición trató de levantar una de las campaña negras más caras, ridículas y fallidas que jamás haya habido en la historia política mexicana: la campaña de “#narcopresidente” y “#narcocandidata”.
Muchos nunca lograron entender por qué no funcionó, a pesar de haberse gastado miles de millones en bots que impulsaban el hashtag.
Y no funcionó, en resumen, porque sencillamente no es cierto. ¿Dónde están las mansiones del Peje y Claudia? ¿Las cuentas bancarias en paraísos fiscales? ¿Las empresas multimillonarias?
No hay tal cosa; ya habrían salido a la luz si existieran. En cambio con García Luna esas fueron de las muchas evidencias que se acumularon en su contra, por bien que trató de limpiar sus rastros.
Pero lo interesante de todo esto es que justamente García Luna no apareció por generación espontánea: es resultado de la corrupción prianista del periodo neoliberal; al parecer García Luna fue el agente en 1994 que sacó de Tijuana al segundo tirador en el asesinato de Colosio.
Sin embargo, fue con los gobiernos panistas con los que el oficialmente (según la justicia gringa) narcotraficante y preso convicto Genaro García Luna llegó a ser el principal policía del país. La historia es fascinante, e involucra la muerte del primer secretario de gobernación del usurpador Calderón (y de las personas más cercanas a él), Juan Camilo Mouriño, que aún hoy en día genera dudas de si no fue un asesinato. Les recomiendo la video columna de esta semana de Álvaro Delgado, si quieren saber un poco más.
El punto es, no sólo falló la ridícula campaña de “narcopresidente” y “narcocandidata” por ser obviamente falsa; falló porque la impulsaron muchos de aquellos que justamente participaron en los gobiernos que apoyaron y celebraron a García Luna.
El usurpador Calderón finge ignorancia, lo que (si le creyéramos) implicaría una incompetencia criminal de su parte. Pero creerle es pecar mucho más que de inocencia; evidentemente sabía y estuvo involucrado.
El verdadero narcopresidente fue el usurpador Felipe Calderón, junto con tal vez Vicente Fox y Enrique Peña Nieto.
Y todavía es posible que la justicia los alcance.

Seré breve. #SiguesTúCalderón