Pasado mañana, a esta hora, estaré abordando el avión que me llevará de regreso a mi Ciudad de México, que tendrán que amenazarme de muerte para que vuelva a dejarla por lo que resta del año. Y probablemente ni así lo haga.
Hoy es mi último día en el campus de Northridge, en la Universidad Estatal de California. Como ha sido con casi todo lo académico en este viaje, acabé de hacer todo lo que me había propuesto hacer cuando lo planeé. Bueno, me falta una cosita con unas cotas inferiores, pero en este momento no dudo que lo acabe en lo que me queda del día.
Mañana haré mi maleta, y abandonaré los que fueron mis aposentos en California; pasaré la noche en la casa de mis asesores, y pasado mañana partiré al aeropuerto.
Y cinco horas y media después, si el avión tiene a bien a no caerse, estaré de regreso en casa.
