El subwoofer remotamente encendible

Hace unos días platicaba de cómo reviví mi viejo subwoofer Harman⧸Kardon SUB TS15, al comprarle una barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos.

Me ha sorprendido mucho el desempeño de la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; a pesar de que mi subwoofer murió cuando la resistencia R146 reventó en la placa original, me imagino que el o los componentes que se habían ido degradando en la misma, y que fueron los responsables de que reverantara la resistencia R146, habían estado disminuyendo poco a poco el desempeño de mi subwoofer durante los últimos años. No debió ayudar que, como ya he mencionado muchas veces, no me considero un snob del sonido (al parecer, audiophile no tiene traducción al español aceptada por la RAE).

Como sea, suena genial el subwoofer; dudo mucho que suene mejor que cuando era nuevo, (sinceramente no recuerdo: fue hace más de una década que lo estrené), pero sin duda suena mejor de lo que sonaba antes de que se muriera: todo tiene unos bajos profundos y en general suaves que no se distorsionan, pero que hacen que las ventanas vibren como si mi nuevo departamento fuera a derrumbarse.

Agarré un rectángulo de triplay de 3 milímetros (envuelto en vinilo negro autoadherible, para que no se viera tan fuera de lugar), y ahí monté todos los componentes que estaba usando: la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; un conector de barril para el eliminador de doce voltios que utilizo para alimentar dicha placa; un conector jack de 3.5 milímetros para recibir la salida del AVR; el potenciómetro de la placa chafa que sirve para encender y controlar el volumen del subwoofer; y un convertidor de corriente para poder bajar los doce voltios del eliminador a 3 voltios, que es lo que necesita el LED original de mi subwoofer para anunciar al mundo que está prendido.

El rectángulo de triplay lo corté y redondeé sus esquinas para que fuera de las mismas dimensiones que la placa original del subwoofer; además le hice hoyos en los lugares correspondientes a los tornillos que se utilizan para montarlo al subwoofer. Esto está padre; la placa original venía con una caja que la aislaba al 100% del interior del subwoofer, usando nada más un par de cables para comunicarse con el altavoz y el LED. Pude reutilizar dicha caja con mi rectángulo de triplay envuelto en vinilo, entonces todo queda acomodado de forma bastante limpia dentro del subwoofer. No se ve hermoso; pero se ve decente y además está detrás del subwoofer, entonces nadie lo ve normalmente.

Bueno, todo está bien excepto por un pequeño detalle… tenía que levantarme de mi sofá para prender y apagar el subwoofer, además de que hacerlo por definición modificaba el volumen que ya le había elegido. Supongo que podrán imaginar, queridos lectores, a dónde va esta historia.

Hace un par de años relaté cómo hice un control remoto para el subwoofer usando un Raspberry Pi y la capacidad de la placa original de entrar y salir de stand-by dependiendo de si recibía o no una señal de 12 voltios. La misma solución funciona ahora; la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos necesita 12 voltios, entonces nada más puenteé el eliminador de doce voltios al Raspberry Pi y conecté la salida a la entrada de la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos; nada más necesité un nuevo cable para ello.

Con esto ya no necesitaba levantarme de mi sofá para prender y apagar el subwoofer, como un plebeyo, entonces podría haberlo dejado así. Sin embargo, decidí mejorar el diseño; la verdad es que es matar moscas a cañonazos utilizar un Raspberry Pi para esto (aunque ciertamente fue muy fácil de armar), así que esta vez utilicé un Raspberry Pi Pico.

El Pico no es una computadorcita chiquita; es un microcontrolador, está pensado para alambrarle una aplicación sencilla, no como una computadora de uso general que necesita un sistema operativo completo. Así que usé el Pico, básicamente reemplazando lo que hace el Raspberry Pi; resultó ser muy sencillo, porque hay una aplicación de ejemplo para el microcontrolador que se encarga de recibir la señal de un control remoto; y para poder controlar un relé nada más es necesario usar uno de los pines GPIO del Pico.

Además, el Pico es muy chiquito, entonces fácilmente lo pude montar dentro del subwoofer y ya no tengo necesidad de usar una caja completa como era el caso para el Raspberry Pi. También utilicé dos convertidores de corriente: uno para bajar los 12 voltios de entrada a los 5 voltios que necesita el Pico; y otro para bajarlos a 3 voltios para el LED del subswoofer.

El sensor infrarojo VS1838b lo conecté al final de un cable USB; en el otro extremo puse un conector USB-C macho; y en mi rectángulo de triplay envuelto en vinilo hice un gújero para poner un conector USB-C hembra. El sensor además lo monté en la pared.

Cualquier persona que más o menos sepa de electrónica que viera cómo me quedó todo probablemente se reiría de mí, entendiblemente; pero yo me doy de santos de que funciona, que no se ve tan mal, y que no destruí nada, o al menos nada que me haya dado cuenta hasta ahora.

También me alegra liberar mi Raspberry Pi y el hecho de que ya no lo voy a tener prendido 24/7; el Pico gasta mucha menos energía y me gustó programarlo: la aplicacioncita que detecta el botón del control remoto y que corta o conecta el poder a la barata (y admisiblemente chafa) placa de amplificación digital de menos de 250 pesos salió en 50 líneas de C (que así se programan este tipo de microcontroladores), entonces es por definición terriblemente simple.

Lo que sí es que espero no tener que volver a tocar esto al menos durante un par de años.

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