Mañana son las elecciones del poder judicial. Por supuesto son importantes, pero realmente el esfuerzo grande fue el que se dio hace un año en las elecciones generales; si mañana votara nada más el 5% del electorado, las elecciones serían legítimas nada más por la inercia de las elecciones presidenciales de 2024, donde la reforma judicial era explícitamente uno de las principales promesas de campaña. Y por supuesto el índice de participación será mucho mayor que 5%; pero 1% bastaría, les digo.
Si ustedes, queridos lectores, deciden no ir a votar, están en todo su derecho; como yo lo estoy en el mío de decirles a aquellos que no voten que vayan a chingar a su reputísima madre. Me parece que no hay cosa más cobarde dada la historia en este país de cómo costó que se respetara el voto, y los ciudadanos que no voten me merecen todo mi escarnio y desprecio posibles.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar; de lo que quiero hablar es de los que llaman a no votar. Porque no es lo mismo decir, por cualquier razón, “yo esta vez no voy a participar”, a convocar a no ejercer el derecho al voto. Las dos están mal; pero la segunda es mucho peor.
Si alguien les dice que no voten, no importa de qué partido u orientación política, no importa en qué elección o por qué cargos, es alguien que les está diciendo que desperdicien el arma más importante y poderosa que tienen para influir en el proceso de decisiones que se toman en este país. O bien es alguien increíblemente ignorante o estúpido (o ignorante y estúpido); o bien tiene una agenda que por definición beneficia a una minoría. Porque si se quiere el beneficio de la mayoría, lo que menos debe hacer alguien es decirles a los miembros de dicha mayoría que no participen en el proceso político.
Fíjense en quiénes están llamando a no votar; y pongan atención en cómo han contribuido (u obstaculizado) al avance de la democracia en el país. Nadie que se llame demócrata tiene derecho a hacerlo si al menos una vez en su vida a convocado a no votar. Repito: en cualquier elección y por cualesquiera cargos.
Si no confían en la presidenta ni la legislatura, pueden votar por los candidatos que postuló el poder judicial. O incluso pueden anular su voto, que también me parece desperdiciar su voto, pero que es mucho menos grave que no votar.
Porque pase lo que pase, la mitad del poder judicial (y toda la Suprema Corte) será determinada por las elecciones de mañana. Y más les vale que se vayan haciendo a la idea de que el poder judicial que resultará de estas elecciones, aunque sin duda alguna no será perfecto (todo lo contrario, tendrá un chingo de fallas, principalmente al inicio), les puedo garantizar que será un poder judicial que será mucho más respetado y confiable para el país, en el peor de los casos a largo plazo, pero es muy probable que incluso a corto y mediano plazo también.
¿Cómo puedo garantizar esto? Porque no tiene que ser perfecto; de hecho todo mundo hemos hecho énfasis en que no será perfecto.
Sólo tiene que ser mejor que el actual poder judicial. Y, queridos lectores, si alguna vez han tenido la desgracia de tener que lidiar con el poder judicial (y además no tienen la capacidad de comprar jueces y abogados), ustedes saben que está de la chingada. No será terriblemente difícil que casi cualquier cosa diferente funcione mejor.
Así que salgan a votar mañana. La gente que llama a no votar son, por definición, gente que no cree en la democracia: o confiamos en las decisiones que tomamos entre todos como ciudadanos, o no lo hacemos.
Yo estoy en el primer bando; así que me interesa que voten. Incluso si es en contra de las posiciones que yo sostengo; de hecho, particularmente si ese es el caso, porque en este momento yo me encuentro en la mayoría apabullante de 83% que aprueba el desempeño de nuestra doctora presidenta.

Ahi lo tienes. Un pírrico 12%.
La elección ha sido un fracaso.
Lejos del 83% que supuestamente tiene la Presidenta.
Ya tendremos a la bachiller Jazmin Esquivel en la SCJN.
Fue un éxito la elección, como expliqué en mi nueva entrada, pero cree lo que tú quieras.
De Yasmín Esquivel; tu ignorancia es incluso entrañable. Para empezar, se llama Yasmín. Para continuar, ella es miembro de la SCJN desde hace seis años. Para continuar la continuación, evidentemente no sabes nada del caso de su tesis de licenciatura (por no decir que tiene maestría y doctorado). Y para terminar, de nuevo, cree lo que quieras. Pero lo que yo te puedo garantizar es que para la historia, la doctora Esquivel junto con toda esta nueva SCJN, serán recordados como un parteaguas en la historia política y jurídica del país; mientras que gente como Norma Piña será vituperada por ser una corrupta y una incompetente.
Pero de nuevo, cree lo que quieras. Como digo, no entienden ni siquiera que no entienden.
Sabes perfectamente que la 4T se equivocó con esto de la reforma judicial, pero por supuesto nunca lo vas a aceptar, y tu reacción natural es, por el contrario, ser mas enfático en las “bondades” de la reforma.
Es decir, te quieres escapar hacia adelante.
Es como el caso de Cuba.
Tu y tu familia a lo largo del tiempo han echado tantas loas al comunismo y al regimen de la Habana, que ya es difícil echarse para atrás. Prefieren hacerse tontos, como si nada hubiera pasado y continuar apoyando a la dictadura.
“las masas caen más fácilmente víctimas de la gran mentira que de la pequeña”
Lo que tú digas papá.
Lo he dicho muchas veces, ¿cuándo he hechado “tantas loas” al “comunismo y al régimen de la Habana”?
Te reto a que encuentres una sola entrada o comentario en mi blog donde haga eso. No lo vas a encontrar, porque no existe; pero como ustedes viven en Disneylandia de plano se inventan cosas.
Y nada más para dejar claro: sé perfectamente que esta reforma judicial que el domingo por fin se activó será un éxito; no perfecto, pero un éxito. Pero, de nuevo, como ustedes viven en Disneylandia ni siquiera les cabe en la cabeza que alguien pueda pensar distinto de manera honesta.
Pero, repito: lo que tú digas papá. Si te sirve para sentirte en paz cree lo que quieras.
Aquí en el mundo real estamos celebrando a nuestro próximo presidente índigena de la SCJN.