A finales de abril del año pasado fui a ver Abigail. Se aplican las de siempre.
Abigail es una película muy divertida.
Originalmente una nueva versión de la hija de Drácula, la película mantuvo a la protagonista pero es una historia completamente original. Un grupo de criminales es contratado para raptar a una niña bailarina de ballet, con el objetivo de pedir un enorme rescate a su padre.
Resulta al final que todo es una trampa: los criminales todos han interferido con los negocios de un gángster muy temido, y descubren que se encuentran encerrados en una mansión con la titular Abigail, que por supuesto es en realidad una guampira y la hija del gángster, que nunca se dice explícitamente, pero que podemos adivinar es Drácula.
No tienen idea, queridos lectores, cómo disfruté esta película.
El elenco es espectacular: el twink de Dan Stevens aquí actúa fuera de su molde normal, haciéndola muy bien de ex policía corrupto y sin duda alguna el más peligroso del grupo; la imposiblemente chula Kathryn Newton por primera vez la veo actuar bien aquí, como la niña rica convertida en hacker en busca de emociones fuertes; el mismísimo Blob (Kevin Duran) aparece aquí como el ligeramente idiota pero algo honorable músculo del grupo; y la paisana (además de bellísima) Melissa Barrera como la “heroína” de la historia, como una médico militar ex drogadicta. Hay otros dos en el grupo de criminales, pero los matan demasiado rápido como para que puedan hacer mucho realmente.
La titular Abigail es interpretada de manera excelente por la jovencísima Alisha Weir; y el guapísimo Matthew Goode aparece en un quasi cameo como su padre vampiro. Por último, pero no por ello en último lugar, el siempre bienvenido Giancarlo Esposito la hace del contacto entre los criminales y el gángster.
La película es de terror como lo eran cuando yo era adolescente: con una increíblemente generosa cantidad de tripas en la pantalla (los guampiros al morir suelen explotar como decían los Hombres G: entre vísceras y sangre) y con violencia gloriosa y gratuita cada quince minutos.
También es, me alegra repetirlo, muy divertida, con un humor negro que se mantiene de manera consistente a lo largo de los bastante razonables 109 minutos que dura la película.
Aunque bien recibida por la crítica, la película no fue un súper éxito, aunque sí recuperó lo que se gastaron en hacerla. Yo la disfruté como no tienen idea y me alegro muchísimo de haberla ido a ver al cine.
La recomiendo encarecidamente.
