Dragon Ball Z: Kakarot

El siguiente platino que obtuve fue el de Dragon Ball Z: Kakarot.

Dragon Ball Z: Kakarot

Dragon Ball Z: Kakarot

Necesito relatar mi historia con Dragon Ball y Dragon Ball Z antes de explicar a profundidad cómo experimenté este juego.

Dragon Ball, el animé original, se transmitió en Japón entre 1986 y 1989; en México no llegaría hasta 1994 (aunque hubo una transmisión preliminar en 1993), y para ese momento yo ya estaba en una de las etapas de mi vida donde no veía mucho animé. Casualmente, si se hubiera transmitido más cerca a la transmisión japonesa, habría coincidido con uno de los periodos en mi vida donde el animé jugó un papel muy importante: pero de todas formas probablemente no le hubiera hecho mucho caso. Explicaré por qué más adelante.

Recuerdo haber visto algunos capítulos, pero como mencionaba, en ese momento no me interesaba mucho el animé en general, ni mucho menos DB. Recuerdo claramente que estaba estudiando la licenciatura cuando por fin comenzaron a transmitir en México Dragon Ball Z; y ésta sí la vi, más o menos regularmente al inicio, la primera vez que la transmitieron.

Aquí es donde voy a decir una cosa que a lo mejor a mucha gente le ofende, pero me vale madre; detesto el diseño de personajes de Dragon Ball. Me parece infantil, más bien feo y (a falta de un mejor término) poco serio. Que a lo mejor es lo adecuado para una serie cómica más bien infantil.

Estilo de Akira Toriyama

Estilo de Akira Toriyama

En cambio en Dragon Ball Z me gusta mucho el diseño de personajes; especialmente cuando los saiayines ponen su mirada intensa con unos músculos tan hinchados que parece les va a reventar la piel.

Mirada de saiayín

Mirada de saiayín

Y, bueno, Androide 18:

Androide 18

Androide 18

Como sea, el arte mejorado hizo que más o menos siguiera la serie, pero la verdad (aunque la prefiero a la original con Goku chiquito), nunca fue de mis favoritas. Los animés primordialmente de madrazos nunca han sido lo mío, y en el caso de DBZ peor, porque las peleas son aburridísimas: recuerdo claramente un compañero en la Facultad un día me preguntó acerca de DBZ, y le respondí medio harto porque el planeta Namek llevaba varios capítulos estando a minutos de explotar, mientras Goku y Frieza dizque peleaban, que se traducía en que se lanzaban amenazas y se veían intensamente el uno al otro.

Pero además, estaba el hecho de que, para motivos prácticos, DBZ (al igual que DB) básicamente no tiene romance. Cero, nada.

Esto no es una cosa de percepción mía; el autor mismo de la serie, Akira Toriyama, confesó (en múltiples ocasiones) que no podía escribir o dibujar romance porque le daba mucha vergüenza.

Weeb.

Paradójicamente, DBZ tiene un par de los romances más legendarios en animé; por supuesto el de Krillin y 18, pero mucho muy por encima de ése, el de Bulma y Vegeta.

Bulma y Vegeta

Bulma y Vegeta

¿Cómo adquirieron dichos romances el estado de legendarios? Fácil: nunca nos los enseñaron, nada más de repente aparecieron 18 y Bulma con hijos que resultaba eran de las personas que los fans de la serie jamás se hubieran podido imaginar como los posibles padres. Y como nunca mostraron esos cortejos, los fans de la serie llevan décadas inventándose historias en la cabeza de cómo llegaron a ser.

Si hubiera sido premeditado, sería diabólicamente genial. Como fue porque se chiveaba el tarado de Toriyama, es bastante estúpido.

Comprenderán ustedes, queridos lectores, que esa falta de romance es, para mí, un gran obstáculo para poder disfrutar la serie; y la razón por la cual habría ignorado Dragon Ball incluso si hubiera salido en México más cerca de cuándo se transmitió en Japón.

Como sea, cuando Goku tiene bien a morirse (de nuevo) y aparentemente Gohan toma el papel protagónico, durante algunos episodios la serie da el gatazo de que tendrá algo de romance cuando introducen a Videl; pero entonces ocurre todo el desmadre de Majin Buu, regresa Goku y una vez más el aspecto romántico de la serie es abandonado.

Yo ahí tiré la toalla y nunca más vi DBZ; no terminé la serie ni mucho menos las subsecuentes como GT o las catorce millones de películas que han hecho, más o menos.

Me enteré de que este videojuego había aparecido, por supuesto; pero jamás lo hubiera comprado. No sólo yo no era realmente fan; además todo mundo decía que era medio aburrido porque “relataba una vez más la historia que ya todos conocíamos”.

Pero entonces apareció gratis en mi suscripción a PS+; y como yo realmente no recordaba la historia me dije a mí mismo: “mí mismo, hay que jugar Dragon Ball Z: Kakarot“. Y procedí a hacer exactamente eso.

Queridos lectores, no tienen idea de cuanto disfruté Dragon Ball Z: Kakarot; no sólo me permitió por fin consumir la historia en su totalidad (al menos hasta el final de la saga de Majin Buu), sino que pude hacerlo sin el principal obstáculo del animé: las batallas las acabé todas como en catorce segundos, porque jugué el juego en la dificultad más baja.

Ya estoy viejo, no tengo tiempo de jugar juegos difíciles.

El juego es un JRPG, además de ser de mundo abierto; que es para mí otra ventaja. Los animés de madrazos suelen ser adaptados (de la manera menos imaginativa posible) en videojuegos de madrazos… que por supuesto en retrospectiva tiene sentido, pero es medio aburrido. Que Kakarot sea un JRPG en un mundo abierto permite jugarlo de manera mucho más relajada y al ritmo que el jugador desee: sí, si uno quiere agarrarse a madrazos es trivial hacerlo (y hacia el final del juego con todos los enemigos e incluso con versiones de todos los aliados); pero uno no está obligado todo el tiempo a estarse dando de madrazos, y hay un montón de actividades disponibles que son sorprendentemente divertidas; como coleccionar minerales, pescar, correr carreras de carros (homenajeando uno de los episodios más estúpidos del muy estúpido animé), o buscar ingredientes para que Chichi nos haga de comer, lo cual a su vez mejora las estadísticas de los personajes (no que yo lo necesitara porque jugué en la dificultad más baja). Le da a la historia la oportunidad de respirar; y como yo no me acordaba de mucho, fue bastante satisfactorio.

Encima el arte del videojuego es glorioso; una versión todavía más limpia y clara de los dibujos de Toriyama para DBZ, con un sombreado plano (cel shading) que hace que parezca de verdad como un dibujo animado; con la bastante pegajosa musiquita de la caricatura; y con como quince millones de cosas extras incluidas en el juego, como una enciclopedia que cubre toda la serie original cuando Goku era chiquito, que me permitió por primera vez en mi vida tener una visión más o menos clara y completa de toda la historia.

Y, repito, yo no soy (y nunca fui) gran fan de Goku y sus amiguitos; pero la primera vez que en combate hice un kamehameha, no pude sino emocionarme como niño chiquito… especialmente porque pulvericé a mis enemigos porque estaba jugando en la dificultad más baja.

Kamehameha

Kamehameha

Mamón como soy yo, jugué el juego en japonés con subtítulos en inglés; y la verdad fue medio desconcertante porque en español de México Goku suena como un hombre joven normal; mientras que en japonés Goku suena como un weeb. Me parece que todos los actores de voz originales regresaron para el videojuego.

Dragon Ball Z: Kakarot es un buen juego; probablemente no extraordinario, pero sí bueno. La gente que se sabe de memoria la historia de Goku y sus amiguitos tal vez se aburrieron de tener que chutársela toda de nuevo (al menos Z); pero para mí eso resultó incluso en algo positivo. El arte de Toriyama es ridículamente atractivo en alta definición con 4K, con colores vivos y brillantes, y la música que inevitablemente me transporta de nuevo a mi juventud (que no niñez).

Y, pequeño pero importante detalle, me salió gratis con mi suscripción a PS+.

Unos meses después de que yo terminara el juego, Akira Toriyama falleció. Si no hubiera sido por este videojuego, la verdad la noticia yo apenas la habría registrado. Me dio gusto haber tenido esta oportunidad de apreciar en un medio distinto el trabajo de Toriyama, más aún porque hace unos años el mangaka había decidido retirarse, pero después de la abominación en que resultó la adaptación jolivudense de Dragon Ball, y no queriendo que ese fuera el final de su más querida creación, salió del retiro para hacer más cosas con el saiayín bien mamado que jamás en su vida proveyó a su sufrida mujer de un solo centavo para mantener a sus hijos.

Este videojuego es parte de ese legado. Lo recomiendo encarecidamente; especialmente si quieren revivir la historia una vez más o por primera vez. Dragon Ball Z: Kakarot está disponible en básicamente cualquier cosa que pueda jugar videojuegos; y si yo fuera ustedes, le daría una oportunidad.

Sigue sin tener romance; pero hay un buen de madrazos.

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