Logan

Hace unas seis semanas fui a ver Logan.

Se aplican ya saben. Y lo digo enserio; probablemente ya la vieron, pero si no, no sigan leyendo.

Logan

Logan

“Güey, hicieron a X-23 mexicana.”

Tenía muchas ganas de ver esta película y no me decepcionó en lo más mínimo. Evidentemente iba a ser todo un evento, por Hugh Jackman por fin colgando las garras del X-Man que básicamente terminó definiendo su carrera (y él al personaje, hasta cierto punto). Pero de verdad las actuaciones de Jackman y Sir Patrick Stewart son brutalmente buenas; no me extrañaría que nominaran a alguno (o los dos) para un Oscar. Dafne Keen está también muy bien en su papel de mini-Wolverine pequeñita, pero la verdad el papel es muy lucidor.

La trama es bastante simple; el profesor X mata a los X-Men porque le están dando ataques de demencia y en el cerebro más peligroso del planeta eso no son buenas noticias. El mundo decae en básicamente lo que estamos entrando con el pendejo de Trump, pero además dejan de nacer mutantes porque los gringos por fin deciden quitarle las hormonas al pollo Bachoco.

Logan la hace de chofer de limusina, juntando lana para poder comprar un bote y pasar el resto de sus días con el lisiado (ahora mental además de físicamente) Xavier, en el mar lejos de otras personas a las que puedan lastimar; aunque la verdad todo ese plan me pareció como el que George le platicaba a Lennie en Of Mice and Men (que para mí la versión buena siempre será la de Gary Sinise y John Malkovich). “¿De verdad tendremos conejos Georgie?”

Logan está mal en esta película; tantos de años de usar su factor de curación mutante para resistir el rechazo al adamantium en su esqueleto por fin han causado sus estragos, y el viejo mutante ya no se cura ni tan rápido ni tan bien como antes. Una de sus garras, en una de las analogías más brutales de la disfunción eréctil que he visto, ya no se le “para”, la tiene que jalar con una mano para que salga completa.

Xavier está peor; o bien se la pasa en calidad de vegetal en un búnker en México (por supuesto), o bien le dan ataques que puede literalmente reventarle la cabeza a todo el mundo alrededor, y lo que se adivina como la razón de que los X-Men estén todos muertos.

En esas andan los dos, cuando una mexicana le pide ayuda a Logan para traficar una niña a Canadá. La niña es (por supuesto todo mundo lo sabíamos) X-23, un clon femenino de él y por lo tanto su “padre”, de alguna manera. “Destilada” en México (lo que técnicamente la hace mexicana), y hablando un español bastante bueno (aunque en la vida real su mamá es española, no mexicana), la niña y Logan por supuesto se caen mal de inmediato.

La película vale la pena por las actuaciones de los dos viejos mutantes y de la niña ídem, y las relaciones que se forman entre ellos. También es bastante buena la acción, en particular cuando un clon rejuvenecido de Logan aparece sin ningún tipo de restricción emocional o intelectual. Pero es una historia increíblemente violenta y terriblemente triste, donde al final Logan se sacrifica (por supuesto) para salvar a Laura (X-23) y sus amiguitos mexicanomutantes y ayudarlos a cruzar la frontera a Canadá.

A mí me encantó la película, y me parece una muy buena despedida del actor que le dio vida al personaje hace 17 años que salió la primera entrega cinematográfica de los X-Men. Me alegra haberla visto en el cine.

Ahora sólo no sé qué le espera al universo cinematográfico mutante, que depende de 20th Century Fox y no de Marvel Studios/Disney-el-imperio-del-mal. La verdad hacen películas pasablemente divertidas, pero exceptuando Deadpool y Logan tienen años que no hacen nada realmente bueno.

Como sea Logan es espectacular y vale la pena verla en el peor de los casos únicamente para ver como Hugh Jackman se despide del mutante canadiense de las garras de adamantium.

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Dos años con el diablo

Ayer cumplí dos años de que estrené mi Mini Cooper, y entre otras cosas eso significó verificar mi carro por primera vez de forma “normal”. Cuando lo compré, los carros nuevos se verificaban y les duraba dos años; no sé si ese sea aún el caso.

Llevo dos años con mi carro y la verdad lo he disfrutado mucho. Es caro mantenerlo, pero como soy un zángano irresponsable del cual no depende económicamente ningún otro ser humano, pues no me causa muchos problemas. Es de las ventajas que tiene el ser soltero y sin hijos.

No me han pasado cosas terriblemente interesantes con el carro; me multaron una vez por exceso de velocidad (iba a 90 en lugar de 80), y un día se lo llevó la grúa porque lo dejé mal estacionado. En ambas ocasiones sencillamente pagué mi deuda a la sociedad y seguí con mi vida; en el caso de la grúa tuve que ir a mi casa por algunos papeles (copia del pago de la factura, por ejemplo), pero como tenía todo en orden lo único que perdí fue tiempo.

Es gracioso; utilizo mi carro de la manera más aburrida posible, para ir y regresar del trabajo generalmente, y no ando tratando de levantar veinteañeras con él ni corriendo como loco en autopistas. Dentro de la Ciudad generalmente ando debajo del límite de velocidad (cuando me multan, es por 10 kilómetros por hora). Cualquier modelo de carro me serviría para lo que hago.

Y sin embargo mi Mini Cooper me da mucha satisfacción manejarlo, aunque nada más sea para ir a Ciudad Universitaria y el súper los fines de semana. Mi teléfono se conecta por Bluetooth automáticamente al encenderlo y mi música toca mientras manejo en mi Ciudad haciendo las cosas aburridas que normalmente hago.

Y soy feliz de una manera muy simple cuando lo hago… aunque claro, si ya acabara de pagarlo sería aún más feliz.

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Fragmentado

Hace meses fui a ver Split, por James McAvoy y Anya Taylor-Joy (y la verdad no sé por cuál de los dos más).

Se aplican las de siempre, aunque me parece que ya ni siquiera está en cartelera.

Split

Split

La trama de esta película es bastante simple; James McAvoy tiene múltiples personalidades y varias de ellas raptan a la hermosísima Anya Taylor-Joy y dos “amiguitas” suyas, mientras otras de las personalidades tratan de avisarle a la psiquiatra de McAcvoy para que lo detenga.

El punto central de la película (y el giro inesperado que no podía faltar en una película de M. Night Shyamalan) se basa en la idea idiota de que múltiples personalidades (las cuales en sí mismas son polémicas) pueden modificar físicamente al dueño de dichas personalidades.

Fuera de eso está bastante entretenida la película: McAvoy es increíble interpretando las múltiples personalidades, Anya Taylor-Joy está guapísima y es de las víctimas de una película de suspenso más inteligentes que haya visto, y la escena a la mitad de los créditos (que no voy a arruinar aquí) hace que valga la pena toda la película.

He sido fan incondicional de McAvoy desde hace más de una década, desde que salió como actor secundario en Wimbledon, y Anya Taylor-Joy me conquistó desde que salió en The VVitch. La película gira alrededor de ellos, así que para mí con eso basta; pero es objetivamente buena, y ciertamente mucho mejor comparada con lo último que había sacado el Shyamalan.

Así que vayan y véanla, cuando salga en Netflix o por Klic, porque me parece que ya no está en cartelera.

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Los antibióticos

Hace como un mes me enfermé. Esto solía ser algo muy raro en mí, pero desde hace algunos años cada vez es menos raro. Como sea me enfermé hace un mes; después de una semana sin recuperarme por fin fui al doctor y me recetó antibióticos. Esto sigue (o seguía) siendo raro conmigo; cuando me enfermaba solía recuperarme nada más tomando té.

Total que tomé antibióticos durante una semana y me compuse. Y dos semanas después doné sangre, porque por supuesto que eso hice; y claro que me enfermé de nuevo. Tuve que ir al doctor y tomar antibióticos otra vez.

Sinceramente no puedo recordar la última vez en mi vida en que estuve tan enfermo que tuviera que tomar antibióticos dos veces en un mismo año.

Por supuesto no es nada más que voy a cumplir 40 años en menos de un mes; todo el año he tenido un ritmo brutal de trabajo y llevo meses sin hacer ejercicio y comiendo comida chatarra casi todos los días. Eso y que justo en las últimas semanas retomé una actividad que me ha dejado con todavía menos tiempo y energía disponibles.

Nada de esto ayuda a que escriba en el blog, que tengo criminalmente abandonado desde hace semanas; pero además (y como ya había mencionado hace unas semanas) el blog es en gran medida una válvula de escape para mi necesidad de estar escribiendo, y esta necesidad se ha visto más que satisfecha por otro proyecto que tengo desde finales del año pasado.

Ya llevo varios días sano (al menos físicamente), y espero que las vacaciones me dejen por fin trabajar en paz (y eso es nada más chiste en parte). Así que me gustaría volver a escribir en el blog; pero la verdad mis circunstancias actuales no me están dando muchas oportunidades. Vamos a ver cómo se ponen las siguientes semanas.

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La La Land

Hace más tiempo del que me interesa hacer cuentas para determinar de manera exacta, fui a ver La La Land.

Diría que se aplican las de siempre, pero supongo que ya todo mundo que iba a ver esta película ya fue a ver esta película.

La La Land

La La Land

Esta película es una comedia romántica musical con Emma Stone y Ryan Gosling; en papel debería ser crack para mí. Y la verdad sí me gustó mucho la película. Las dos veces que fui a verla. Al cine.

Y sin embargo…

Y sin embargo hay una ligera molestia que tengo con la película. Y no me refiero a las cosas obvias; como que perpetúe un sueño acerca de Jálivud que hace décadas dejó de ser cierto (si es que alguna vez lo fue); o que un jazzista blanco le tenga que explicar a un jazzista negro lo que es el jazz; o que la música (por agradable que sea) es más bien blanda; o que las coreografías (de nuevo, por agradables que sean) no pasen de ser una sombra pálida de lo que Gene Kelly o Fred Astaire hicieron hace varias décadas.

Es la falsedad del asunto. Contrario a Singing in the Rain, que a 65 años de haber sido filmada continúa siendo una delicia verla, La La Land es descaradamente falsa en su propósito de contar una historia de amor con personajes que se ponen a cantar en medio de la calle porque por qué no.

Venga, las películas de Pedro Infante son mucho más sinceras que La La Land.

No me malinterpreten; me encantó la película. Hay varias tomas continuas (en particular la toma inicial) que son espectaculares al menos en el aspecto técnico; la Stone y Gosling están muy bonitos y son muy simpáticos; y tiene varios números que sí están padres. Pero no le quita la falsedad del asunto; y descarada además, como cuando el negro le dice al blanco “How are you gonna be a revolutionary if you’re such a traditionalist? You hold onto the past, but jazz is about the future” y el blanco procede a seguir siendo un tradicionalista; o cuando el chavo le dice a la chava “They worship everything and they value nothing” y la película misma procede a rendirle culto a un Hollywood que realmente nunca existió y valuar en nada el legado de las películas de Fred Astaire y Gene Kelly.

Me gustó la película, pero me alegra que perdiera el Oscar. Y también sinceramente me alegro que Emma Stone ganara el suyo, porque sí actúa muy bien.

Pero es falsa y una mala copia de lo que según trata de homenajear. Vayan y vean Singing in the Rain.

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La pausa de febrero

No escribí ninguna entrada en febrero. Técnicamente tampoco en la mitad de enero. Es de las pausas más largas que he tenido en mi blog. Las razones son varias.

La primera y que siempre estoy chillando al respecto, es que tengo mucha chamba. Sé que suena a un pretexto barato, pero es sencillamente cierto. Nada más he podido ir al cine dos veces desde mediados de enero, y aún no escribo de esas películas en el blog (hoy iré a ver Logan).

La segunda es que, en medio de mi apretada agenda, están pasando cosas en mi vida de las cuales no se me pega la gana escribir todavía al respecto.

Y la tercera y última es que al fin y al cabo mi blog ha sido una válvula de escape para mi necesidad y gusto por escribir. Y desde finales del año pasado estoy hundido hasta el cuello en un proyecto que consiste justamente en escribir un montón, así que no es como que tuviera mucha necesidad de escribir cuando ya lo hago diario y todos los días; y menos aún con toda la chamba que tengo encima que me quita todo mi tiempo.

Comentaré más adelante acerca de este proyecto; es grande e importante, y espero sea una parte significativa de mi vida profesional. Pero todavía no estoy listo para hablar de él en detalle. Sin embargo ha llegado a un punto donde ya pasé por la parte más difícil, así que espero poder retomar el escribir en mi blog, aunque probablemente el ritmo de entradas será lento.

Comenzaré escribiendo del puñado de películas que he visto y no he reseñado en el blog. Después ya veré.

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Renovando la infraestructura

Mi departamento es más bien pequeño, aunque perfectamente cómodo para un hombre soltero como yo. Tiene dos recámaras, pero la segunda la utilizo como estudio; ahí está mi computadora, escáner e impresora, y el único librero en mi casa: la mayor parte de mi biblioteca física está en cajas, porque nunca he mandado hacer libreros, y tiene años que no compro libros impresos (me regalan de vez en cuando, sin embargo). Mi biblioteca digital ya tiene un tamaño más que decente, debo mencionar.

El tamaño de mi departamento viene al caso de esta entrada, porque el número de computadoras y electrónicos en el mismo es ridículo para el espacio que uso para vivir. Podría hacer un recuento utilizando distintas categorizaciones para mis electrónicos, pero para el tema a la mano voy a enumerar únicamente aquellos dispositivos que se conectan a la red local de mi departamento y que se pueden ver entre sí:

  • Televisión Samsung de 55 pulgadas
  • Televisión Samsung de 32 pulgadas (para la recámara)
  • AVR Harman/Kardon
  • Playstation 4
  • Playstation 3
  • Computadora de escritorio Core i7 (Centurion)
  • Laptop Dell XPS 13
  • Impresora HP LaserJet inalámbrica
  • Media center Atom
  • Servidorcito Atom*
  • Tableta Nexus
  • Teléfono celular Xperia

Un pequeño paréntesis de mi servidorcito Atom, que a estos grados ya es una instancia de la paradoja de Teseo; el servidorcito fue de las primeras cosas que compré para mi departamento, porque quería tener una máquina accesible desde afuera de mi red local para poder bajar cosas y otras actividades. Compré un paquete completo de placa madre Atom (procesador incluido, como todos los Atom), memoria, un disco duro de 2.5 pulgadas (tipo laptop) y un gabinetito bastante simpático, diminuto para esos tiempos. Eventualmente el disco duro falló, y lo reemplacé (tengo múltiples respaldos de todo, entonces no hubo problema). Luego la placa madre falló, y la reemplacé junto con la memoria. Y por último, hace un par de meses el gabinete falló; ni siquiera sé cómo puede fallar el gabinete (aunque sospechó la fuente de poder, que era con ladrillo externo), pero falló y también lo reemplacé. La máquina en el sentido virtual ha sido la misma siempre; los contenidos del disco duro siempre han sido los mismos (aunque respaldados y restaurados en múltiples ocasiones). Pero físicamente ningún componente del servidorcito es el original. ¿Es entonces o no la misma máquina? Fin del paréntesis.

Para los que lleven cuenta, esas son 12 computadoras (para motivos prácticos) en mi red local. Por razones de cómo he organizado las cosas, la red inalámbrica sólo es utilizada por la televisión de 32 pulgadas en la recámara, por la impresora láser, y por la tableta y el teléfono celular (los últimos tres ni siquiera tienen puerto ethernet). Todo lo demás (excepto la computadora de escritorio) está amontonado en un mueble en la sala de mi casa, y utilizo un switch para conectar casi todo (los módems de Infinitum suelen tener únicamente 4 puertos). La computadora de escritorio está en el estudio, pero utilizo EoP (Ethernet-over-Power); inicialmente sí usaba una tarjeta inalámbrica, pero en mi máquina de escritorio sí es común que tenga archivotes que luego quiero transmitir a alguna otra máquina de la red local, y la solución PoE funciona mucho mejor para eso.

Hace unos días (de hecho tal vez semanas) mi módem inalámbrico comenzó a fallar. Sólo fallaba la red inalámbrica, y como la impresora casi nunca la utilizo; la televisión de mi recámara no mucho; la tableta ha caído también en desuso; y mi celular tiene datos, terminó ocurriendo que no hice nada al respecto suponiendo que Telmex tenía problemas y eventualmente los repararía.

Esto no ocurrió, así que por fin llamé, remotamente se metieron a mi módem, y básicamente me dijeron que estaba en las últimas y que tenía que cambiarlo. Cosa que hice hoy.

En mis años mozos sí perdía bastante el tiempo jugando con la topología de la red de mi casa; pero conforme he ido envejeciendo esto ha perdido el encanto. Así que ahora que mi módem viejo falló, la configuración que tenía era casi la que viene por omisión en el módem (lo único “especial” que hago es redireccionar las conexiones SSH del módem a mi servidorcito Atom). Esto resultó en que desconecté el viejo y fallido módem, lo llevé a Telmex, me lo catafixearon por una versión moderna, lo conecté, le redireccioné las conexiones SSH a mi servidorcito Atom, y toda mi infraestructura volvió a la vida sin mucha fanfarria.

Aprovechando el viaje a Telmex (que no había puesto el pie ahí en, literalmente, años), compré un nuevo aparáto telefónico (el viejo que tenía la pantalla LCD se había vuelto casi ilegible), y ése también lo conecté y jaló todo a la primera.

Me alegra haber cambiado de módem; el modelo viejo era el TGN582N, que es una mierda desde cualquier punto de vista que uno quiera verlo. El nuevo modelo es Huawei, mucho más rápido (en el procesador del mismo módem; la conexión a Internet no ha cambiado), y tiene la ventaja de que los chinos probablemente sepan toda la pornografía que veo.

La infraestructura electrónica de mi casa es importante para mí, pero la he refinado tanto a lo largo de los años, que casi no tengo que pensar en ella. Excepto cuando mi módem inalámbrico agarra y se quema.

Espero que vuelvan a pasar años antes de tener que repetir todo el ritual.

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El 99.74%

Hace año y medio comentaba que había conseguido 99.53% de compleción en mis trofeos de PlayStation 3. Ayer por fin superé esa marca, y aunque aún estoy lejos de conseguir el 100%, en este momento es lo más avanzado que he estado en mis trofeos de PlayStation (ahora incluyendo juegos de PS3 y PS4).

Primero los números: he jugado 53 juegos, de los cuales he cienporcientado 52. Esos son 9 juegos más que hace año y medio que hice mi último reporte (tenía 44 entonces); 9 juegos en 18 meses se traducen (aproximadamente) en que completo un juego cada dos meses, maomenos. Por supuesto a veces transcurren semanas (o meses) sin que juegue nada, y luego en vacaciones o fines de semana largos me desquito con sesiones más o menos intensas de videojuegos. Mi vida es a veces complicada, pero me gusta ese ritmo de juego. Ya no soy estudiante, al fin y al cabo.

Tengo un total de 2,427 trofeos: 1,670 de bronce, 537 de plata, 174 de oro y 46 platinos de los cuales me siento (en gran medida) bastante orgulloso. De mi colección de trofeos, me faltan exactamente 5 trofeos por obtener: 1 de platino, 1 de oro, 1 de plata y 2 de bronce. Si les interesa, siguen siendo trofeos de Gran Turismo 5, porque es un juego difícil de cienporcentear. Uno de ellos no es difícil, sólo pesado; tengo que llegar a nivel 40, y eso implica correr todavía un montón de carreras. Dos más son de completar circuitos específicos con un cierto tiempo; uno de ellos estoy a 8 segundos de conseguirlo (necesito 7:29.03 minutos, estoy en 7:37.01), y en el otro estoy un poco más lejano, pero casi no lo he practicado (y sí es difícil). Eso deja únicamente otro trofeo (el de platino es automático al obtener los otros 4), que es sacar oro en todas las carreras, licencias y eventos especiales del juego.

Jugando estas vacaciones GT5 con mi volante, me di cuenta de que sí puedo obtener estos trofeos. Pero sí me va a llevar un rato; estas vacaciones avancé bastante, pero pues ya se acabaron y yo creo que lo dejaré así hasta las próximas. Y está bien, no es que tenga prisa.

Tengo en mi colección de videojuegos una cantidad enorme de juegos que no he jugado; no ayuda que todos los meses nos dan un par de juegos gratis a los miembros de PS+. Un par de hecho ya no los voy a jugar, porque necesitan trofeos en línea que se volvieron inalcanzables cuando apagaron los servidores (la transición a PS4 aceleró esta tendencia que de por sí existía).

Pero incluso considerando únicamente juegos que no necesitan multijugador en línea, son cerca de sesenta los que tengo. Ahorita literalmente no sé qué voy a jugar, al menos en mi PlayStation 3; en mi PlayStation 4 no tengo tantos juegos, y básicamente la decisión está entre Batman: Arkham Knight y Uncharted 2: Among Thieves Remastered .

Como sea; 99.74% está simpático. Obvio no tengo que decir de nuevo que es completamente inútil que tenga 99.74% en mi compleción de trofeos, y que a nadie (incluyéndome, probablemente) debería importarle.

Pero pues a mí me divierte.

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Feliz año 2017

Como todos los años, le deseo un feliz año nuevo a todos mis lectores, en particular a aquellos que se toman la molestia de dejar un comentario de vez en cuando.

2016 fue un año fascinante. Lamentablemente eso no se traduce necesariamente en “bueno”, pero creo que nadie podrá negar que todas las cosas que ocurrieron en el mundo y en el país fueron muy interesantes, si bien es posible que lleven a la destrucción de la raza humana. Claro que, siendo profundamente optimista como soy, no creo realmente que eso pase; pero me parecería irresponsable decir que la probabilidad es cero.

Desde el punto de vista personal, este año también fue fascinante, especialmente los últimos meses. Igual que con el estado del mundo, no todo es calificable como “bueno”; pero creo que sí puedo decir que nada es, técnicamente, malo. Algunas cosas hubiera preferido que se llevaran a cabo de manera distinta, pero incluso como terminaron ocurriendo no me quejo. Al menos no mucho.

Y definitivamente me estoy divirtiendo mucho. Pero esa es mi naturaleza.

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