Ayer fui a ver Selma, porque ya no alcancé lugares en ninguna otra película que quería ver.
Se aplican las de siempre.
Para los que no lo sepan, Selma relata la historia de cómo Martin Luther King Jr. y sus colaboradores organizaron la marcha de Selma a Montgomery en Alabama para exigir el derecho de los negros a registrarse para votar, los antecedentes de la misma, y las consecuencias de dicha movilización.
La película es fabulosa; las actuaciones de todos los negros (y varios de los blancos) son espectaculares; la ambientación en los sesentas es fenomenal; la dirección (de una mujer negra; no hay muchas de esas en Jólivud, me parece) es impecable; y el guión es extraordinario, y en lo general bastante cercano a la realidad de lo que ocurrió, por lo que he leído (excepto la relación entre MLK y el presidente gringo LBJ).
No tengo realmente nada qué criticarle a la película; contrario a la película “inspiradora” de negros gringos del año pasado (The Butler), Selma no es cursi, predecible o barata. Todo lo contrario: me parece que realmente refleja muy bien las vicisitudes, valor y determinación del movimiento por los derechos civiles que tuvieron que dar los negros gringos, apoyados por varios contingentes de blancos avanzados (o al menos humanamente decentes) en ese país (principalmente eclesiásticos, por cierto).
Varias cosas que la película relata me parece que no se pueden dejar de mencionar en el contexto de la descomposición política que tenemos en México.
- El movimiento lidereado por MLK siempre fue (contrario al de Malcolm X, por ejemplo) pacífico. Esto no quiere decir pasivo.
- Al ser pacífico este movimiento, la única vía posible para avanzar, era la electoral (por eso la importancia de registrar negros para votar). Después de la tragedia de los 43 estudiantes asesinados el año pasado (que el gobierno federal le urge que lo “superemos”), comienzan a surgir de nuevo voces llamando a no votar; esto no nos va a llevar a ningún lado. Por enturbiados, manipulados y falibles que sean nuestros procesos electorales, o salimos a través de ellos (limpiándolos, protegiéndolos y mejorándolos), o no salimos. Y por supuesto siempre ha existido una corriente de la “izquierda” mexicana que dice que las elecciones son un engaño y que sólo la “revolución” cambiará las cosas; esto es claramente un pretexto para nunca realmente hacer nada significativo.
- La película relata (y lo que he leído parece concordar), que MLK abortó el segundo intento de la marcha a Montgomery porque temió que resultara en un nuevo baño de sangre. Y no pude menos que recordar que, en el 2006, el Peje actuó de una manera similar durante las grandes manifestaciones post-electorales que hubieron aquí en la Ciudad. Por supuesto, no estoy comparando al pendejo del Peje con MLK; pero dentro de todas sus fallas y limitaciones, el hecho de que haya podido evitar que hubiera un enfrentamiento directo (que muchos clamaban porque se diera), es algo realmente laudable. Y lo hizo por el mismo punto de arriba: o salimos por la vía electoral, o no salimos.
- En algún momento en la película, MLK dice que hay que maniobrar políticamente (a nivel de crear legislación) más allá de las marchas o mítines. Y esto es algo que muchos en la izquierda mexicana nunca han terminado de entender: marchas, mítines y plantones sólo pueden funcionar hasta cierto punto. Se quedan en esa dinámica y nunca se les ocurre intentar otras cosas.
Por último, la historia de la película explica mucho los conflictos raciales que siempre han plagado a los Estados Unidos (con varios ejemplos de violencia policiaca contra negros en particular y minorías en general el año pasado), y por qué les cuesta tanto superarlos. En algún momento en gringolandia era legal ser dueño de otro ser humano (negro, por supuesto). En algún momento era legal que un establecimiento se negara a darle servicio a ciertas personas por su raza. En algún momento era legal evitar que los negros se registraran a votar, imponiéndoles impuestos y condiciones imposibles de cumplir para poder hacerlo. Y aunque ya no lo sea, el sistema político y social que permitió que lo fuera sigue vivo hasta el presente. Disminuido y debilitado; pero no completamente derrotado.
En México nunca tuvimos ese problema. Por supuesto hay un chingo de racismo en el país, pero nunca ha sido institucional. Y obviamente no estoy diciendo que en México esté todo poca madre; todo lo contrario: estamos de la chingada, y objetivamente peor que los Estados Unidos en casi todos los aspectos que importan. Pero en particular en el del racismo, México siempre ha sido mucho más avanzado.
Vayan a ver la película. Es extraordinaria como una obra cinematográfica, pero además de eso el mensaje y la historia detrás de ella hacen que sea realmente muy disfrutable.

¿Cuáles son todos los aspectos que importan?
En Estados Unidos los maestros de primaria tienen que tener título universitario para poder dar clases. Aquí no les pagan.
En Estados Unidos hay un chingo de corrupción (como en todos lados), pero hay rendición de cuentas. Aquí casi nadie en el poder paga por sus crímenes.
En Estados Unidos hay crimen (como en todos lados), pero en general el estado de derecho se mantiene. Aquí hay muchas zonas en el país donde el INE u otras instituciones gubernamentales no puede entrar porque el narco se los impide.
En Estados Unidos, con todo y su estúpida fascinación con el libre mercado, tiene en la FDA una de las agencias de regulación gubernamental más cabronas del mundo. La Cofepris aquí es un chiste, y malo, que además lo que más ha logrado es que la investigación y desarrollo farmacéutico desarrollado por mexicanos, termine siendo propiedad intelectual de empresas extranjeras.
Podría seguir con más. Pocas gentes desprecian más al gobierno gringo que yo, o a la ideología de muchos de sus ciudadanos; pero eso no es excusa para ignorar la grave situación en la que estamos, y que deberíamos tomar algunas de sus ideas. O de las de Europa, Brasil o China.
Pero ciertamente México nunca ha sido institucionalmente racista.