Cinco años

Hace cinco años escribí la primera entrada en mi blog. Durante estos cinco años mi blog ha sido una parte importante, si bien no fundamental, de mi vida.

Podría ponerme a ponderar acerca de lo que significa el tener cinco años escribiendo aquí, pero ando medio ocupado… y la conexión a Internet del CIMATEL apesta.

Así que sólo diré que mi blog ha cumplido su propósito fundamental; permitirme el tener un lugar donde puedo escribir las pendejadas que me cruzan por la cabeza, por el simple placer de escribirlas. Y una vez más agradecer a los lectores que me siguen, aunque (como siempre) debo dejar bien claro que no es por ellos (ni por nadie) que escribo en el blog.

Como la mayor parte de las cosas que hago en la vida, lo hago únicamente porque se me da la regalada gana.

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One more time

Y estoy en Guanajuato. De nuevo.

Ahora para el First Mexican Winter School in Discrete Mathematics, que se realizará del 25 al 29 de enero. Hicimos tres horas y media de la Ciudad para acá, contando también el tiempo que nos tardó salir de la Ciudad. Y a pesar de haber venido a este pueblo como siete veces en los últimos tres años, me las ingenié para perderme después de que comimos; en lugar de llegar al CIMATEL, terminamos en el Palacio de Gobierno. Dos veces.

Como sea, pudimos llegar al decimoquinto intento y ahora estamos preparándonos para mañana, que empiezan los cursos. Y al siguiente martes después de regresar comienzan las clases en Ciencias.

Ahora voy a descansar; sí es medio cansado manejar hasta acá.

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Y por eso quiero a esta Ciudad

Una encuesta encargada por el PAN, con unas preguntas formuladas de forma terriblemente tendenciosa, confirman que la mayor parte de los habitantes de mi hermosa Ciudad están de acuerdo con que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio.

Por supuesto, es irrelevante; aunque 95% de los habitantes de la Ciudad estuvieran en contra, debería legalizarse. Aquí y en todos lados: los derechos no se ponen a votación. Por eso mismo también es irrelevante que la mayoría esté en contra de que adopten… más aún cuando ese derecho ya lo tienen: no se puede discriminar a nadie por sexo, religión, raza, o preferencia sexual para adoptar. Los homosexuales ya pueden adoptar hijos en la Ciudad, y por supuesto los matrimonios homosexuales también podrán.

Pero es significativo que la mayoría de la Ciudad esté de acuerdo con los matrimonios homosexuales, o no les importe (entre 5% y 7% dicen que “no saben”); más aún por quién mandó hacer la encuesta y cómo plantearon las preguntas. Una encuesta realmente imparcial me imagino revelaría que un porcentaje mucho más alto de la población está de acuerdo o al menos no le importa que los homosexuales se puedan casar entre ellos.

(Además de la deliciosa ironía de que los pendejos de la dirección panista en el DF mandaron hacer esta encuesta porque idiotamente creyeron que justificaría sus pataleos en contra de la ley que permite a los homosexuales casarse.)

Y por eso quiero a esta Ciudad. Por la gente que vive en ella.

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Hígado

Con Omar en el messenger:

Omar: Me dice, “cambia la bibliografía del estilo iniciales-del-autor a números”. En LaTeX eso sería cuestión de cambiar, pues, el estilo de la biliografía, cambiar un renglón.
Yo: Supongo que en TeX debes vender un hígado o algo así…
Omar: Más o menos: escribí un scriptcito en Perl.
Yo: Que como todo mundo sabe, es el equivalente en computación a vender un hígado o algo así.
Omar: Sí, sé que es una opinión popular. A mí de hecho me gusta Perl.
Yo: Lo que tengas en contra de tu hígado es bronca tuya…
Yo: …pero entonces te recomendaría mejor empezar a beber más.

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Mi abuela

Ayer a las 3:30 de la tarde, falleció mi abuela.

Era la única sobreviviente de mis cuatro abuelos; el papá de mi papá murió asesinado unas cuantas semanas antes de que él naciera, y su madre murió de cáncer cuando era adolescente. El papá de mi mamá murió hace siete años.

Cuando mi mamá le anunció a mi abuelo que se iba a casar con un comunista, y además que no lo haría por la iglesia, el cabrón la corrió de su casa y la desheredó… a lo puro pendejo, además, porque ni que nunca hubiera tenido mucha lana. Siendo maestro normalista y teniendo 14 hijos, está cabrón hacer mucha lana.

Durante años mi madre no entró a la casona de Coyoacán donde vivían mis abuelos. En las no muy frecuentes ocasiones en que nos llevó a visitarlos, mi hermano y yo bajábamos del carro de mi mamá, y ella se quedaba ahí, porque no tenía “permiso” de entrar.

Mi abuelo era católico a ultranza (de ahí los 14 hijos), conservador como la chingada, y autoritario a grados ridículos; mi hermano y yo teníamos que besarle la mano cuando lo veíamos. Jamás me cayó bien el pinche viejo, y cuando tuvo a bien morirse lo único que lamenté fue el dolor que eso le produjo a mi madre, que para ese entonces ya habían arreglado sus “diferencias” entre ellos.

Mi abuela en cambio siempre me cayó bien, aunque también tenía sus bemoles. Conservadora también, pero al menos sin meterse en la vida de los demás; y racista sin duda. Cuando mi madre les avisó que se casaría con un guerrerense, mi abuela estaba aterrada de que se fuera a casar con un negro. Cuando mi padre fue a verlos (la única vez, creo), y mi abuela vio que era blanco (o tan blanco como puede ser un mexicano), sin duda alguna la viejita se sintió aliviada.

A esta altura del relato ya deben entender que yo no tuve casi ninguna relación con mis abuelos cuando era niño, y cuando llegué a la adolescencia sencillamente ya no me interesaba tener ninguna.

Eso no quita que mi abuela siempre me cayera bien; a pesar de su conservadurismo siempre fue una mujer racional. Si sus hijos se enfermaban, los llevaba al doctor; jamás intentaba remedios pendejos de hacerles tés o darles hierbas. Aguantó a un marido insoportable durante décadas; alguien que cuando la comida no le gustaba le aventaba los platos. Tuvo catorce hijos, todos de forma natural (sin cesárea), incluidos dos gemelos, y todos llegaron a la edad adulta. Y nunca se metió con mi mamá; sin duda muchas veces no estuvo de acuerdo con las decisiones que tomó, pero nunca le dijo nada ni trató de dirigirle la vida. Y, todavía más importante, cuando pudo (que dada la actitud de mi abuelo no siempre fue posible) siempre la apoyó.

Ya siendo yo adulto (y con mi abuelo muerto), mi mamá se acercó de nuevo a su madre, y yo vi a mi abuelita más seguido. De hecho es muy probable que la haya visto más estos últimos siete años que los otros veinticinco años de mi vida. Mi abuela siempre me trató con respeto y siempre me reconoció (que ya en los últimos años era motivo de alegría), y yo le respondí de la misma manera. Aunque ciertamente supongo era más fácil para mí el reconocerla.

Cariño nunca hubo mucho; mi abuela no era particularmente cariñosa, y yo lo entiendo dado el montón de hijos, nietos y bisnietos que tuvo. Cuando tienes esa cantidad de hijos supongo que hay que darse de santos de que hayan sobrevivido todos, y pedir que además los estuviera apapachando me parece ligeramente irreal. Y de mi parte pues me caía bien la viejita, pero no me engaño; siempre fue más bien una extraña en mi vida.

Así que cuando mi mamá me avisó que la habían internado en el hospital yo me preocupé por mi jefa, más que por mi abuela. Cumplía noventa años en abril, y vivió una vida plena además de larga. El viernes todavía mi mamá la llevó a comer al André, donde se tomó un tequila y una cerveza, y el fin de semana se fue a Oaxtepec. En diciembre se fue a Colima con uno de sus hijos.

El lunes después de regresar de Oaxtepec se empezó a sentir mal, la llevaron al hospital donde la internaron (el López Mateos del ISSSTE; casualmente el mismo hospital donde yo nací), y el miércoles murió en paz y sin dolor. Pasó las últimas horas de su vida inconsciente.

No puedo decir que la voy a extrañar; la verdad nunca fue parte de mi vida. Pero ciertamente fue una mujer, en muchos aspectos, admirable. Y simpática; tenía buen sentido del humor.

Y ahora ya no tengo ni un abuelo. Pero la triste verdad es que, para motivos prácticos, nunca tuve ninguno.

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Medio metro les digo

Hoy fui a Ciudad Universitaria, con uno de los climas más locos que yo recuerde en mi hermosa Ciudad. Vientos huracanados, un solesote que iba y venía de acuerdo a los caprichos de las nubes que lo tapaban, y lluvia esporádica (incluyendo que cayera a veces mientras el solesote estaba ahí).

Mientras caminaba a mi carro viniendo del IIMAS, una ráfaga de viento azotó los árboles del Circuito Universitario, y yo cerré los ojos por el viento y hojas que levantó en su vuelo. No dejé de caminar, pero escuché un ruido extraño detrás de mí, y me volví para ver qué había sido.

Justo donde yo había estado un par de segundos antes, una enorme rama de un árbol yacía ahora, arrancada sin duda por el viento. No sé cuánto pesaría, pero dudo que hubiera sido divertido que me cayera en la cabeza.

Eso estuvo bastante cerca.

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Crónicas Mutantes

Ayer fui a ver Mutant Chronicles. Se aplican las de siempre.

Mutant Chronicles

Mutant Chronicles

Me enteré de esta película cuando salió su corto hace, literalmente, meses. La verdad no pensé que jamás llegara a México; sorpresivamente sí lo hizo (y joyas como City of Ember no; no creo llegar a entender eso nunca). Salen Ron Perlman y John Malkovich, y se veía interesante, así que me metí a verla.

O. Dios.

Mutant Chronicles es una pésima película muy bien hecha. Todo el aspecto técnico de la película está super chido; especialmente la tecnología steampunk y los efectos especiales. Fuera de eso, la película es pésima en casi todos los sentidos.

Una historia revuelta y mal contada, con enormes y múltiples hoyos; todo mundo sobreactuando como si estuvieran compitiendo a ver quién es más ridículo; y las escenas de acción con violencia más gratuita que yo recuerde. Incluyendo cosas como Zombieland y District 9.

Dicho sea eso, yo disfruté enormemente la película. Es bastante divertida, me parece, y me hizo interesarme (levemente) en el juego de mesa sobre el cual está basada.

Al final del día me alegro de haberla visto en el cine; es tan increíblemente mala, que dudo dure mucho en cartelera.

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Tierra de Zombies

Fui ayer a ver Zombieland. Se aplican las de siempre.

Zombieland

Zombieland

Zombieland tiene dos cualidades fabulosas: es genuinamente divertida todo el tiempo, y nunca por ningún motivo para nada se toma en serio.

La historia, por supuesto, es una pendejada; pero no creo que eso importe mucho. Jesse Eisenberg es el personaje principal; es la segunda vez que lo veo en una película, y es exactamente el mismo papel que hacía en Adventureland, sólo que de repente dispara escopetas. Woody Harrelson interpreta a un redneck, y es por mucho lo mejor de toda la película. A Emma Stone es la tercera vez que la veo, y también hace el mismo papel que en otras películas; también disparando escopetas. Está muy chula, de cualquier forma. Abigail Breslin es probablemente la mejor actriz de la película, pero su personaje no es terriblemente atractivo. Sigue siendo encantadora, como sea.

Fuera de ellos, todos en la película son zombies. Y Bill Murray.

No hay mucho que decir acerca de la película: está muy, muy, muy divertida, y de verdad me la pasé muy bien viéndola. También está muy bien hecha, y al menos en cinematografía es ligeramente innovadora.

Vayan a verla; se van a divertir.

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Sherlock Holmes

Ayer, después de curarme la cruda, fui a ver Sherlock Holmes. Se aplican las de siempre.

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

Voy a comenzar diciendo que yo a Sherlock Holmes lo conocí como debe de ser: leyéndolo. No creo haber leído todo el material que Conan Doyle escribió del genial y excéntrico detective, pero ciertamente me chuté una porción considerablemente grande.

Por lo tanto, me parece natural que en general las representaciones del detective en televisión o cine siempre me hayan parecido artificiales, y (más grave todavía) terriblemente aburridas.

Esta idea de presentar a Holmes únicamente como una mente que razona utilizando la lógica, y más insultante, a Watson como un gordo chaparrito, tartamudo y torpe, siempre me pareció un ultraje a la imagen que yo siempre tuve del detective y su inseparable socio.

Holmes era un gran boxeador y artista marcial (venga; así se deshizo de su más grande enemigo, el Profesor Moriarty); y no sólo era “excéntrico”: era un adicto a cualquier droga que pudiera proveerse, un desmadre en su vida personal, y con una personalidad que me parece la única manera de describirla es como obsesiva-compulsiva, además de sin duda bipolar.

Watson además era un héroe de guerra, soldado profesional además de médico, que dejó la milicia por una herida que sufrió en batalla. También jugó rugby cuando era joven (que es como futbol americano, sólo que para hombres de verdad), y los cuentos del detective dejan entrever (veladamente porque, recordemos, es él en teoría quien los relata) a un tipo de acción, mujeriego y jugador.

Para mí esta película es la primera que veo donde muestran al gran detective y su compañero más o menos como los imaginaba. Nada más por eso valdría la pena que fueran a verla.

Pero además es divertidísima, con mucha acción, bien contada, muy emocionante, y con un elenco fabuloso.

Robert Downey Jr. se convierte en el detective de forma completa; incluso se me olvidó el hecho de que era gringo. Jude Law como Watson es maravilloso; hasta cierto punto es gracias a él que la película funciona tan bien. La química que los actores sin duda alguna desarrollaron en la vida real se refleja mucho en la pantalla grande, y además Law es sutil en su magnífica interpretación de Watson. Por ejemplo, tiene una ligera cojera, consecuencia de su herida de guerra (aunque en uno de los cuentos de Holmes decían que la herida había sido en el hombro).

Rachel McAdams (que a mí me encanta desde siempre) es fabulosa como Irene Adler; no sólo siendo tan inteligente como el mismo detective, sino también capaz de entrarle a los madrazos y disparar cuando es necesario. Mark Strong es un villano perfecto para el detective, y yo aplaudo la idea de dejar a Moriarty mejor para próximas películas (que estoy seguro harán como dieciocho después de ésta).

Mención especial merecen Geraldine James como Mrs. Hudson, que se roba todas las dos escenas donde aparece, y Kelly Reilly como la prometida de Watson, que las esposas del mismo sólo fueron ligeramente mencionadas en los libros.

Pero me parece que lo más fabuloso de la película es el romance de la misma; y hablo del romance entre Watson y Holmes, por supuesto; ese es el único romance que importa en las historias del detective. Law y Downey Jr. se portan como novios todo el tiempo; eso sí, muy seriecitos, que no olvidemos que estamos en la Inglaterra Victoriana que metió al bote a Oscar Wilde por ser homosexual. Se hacen panchos, se contentan, y de verdad nada más falta que se agarren a besos.

La película es maravillosa, y me alegra que por fin el siglo XXI tenga una representación del más grande detective que valga la pena. Hacía falta.

Vayan a verla, al cine, varias veces. Porque además seguro van a venir otras tres o cuatro secuelas. Me muero por ver a quién le dan el papel del Profesor Moriarty.

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Feliz Año Nuevo

Una vez más, les deseo un feliz año nuevo a mis lectores. Generalmente escribo esta entrada en las últimas horas del año viejo, pero hoy la celebración con mi familia estuvo particularmente entretenida.

Espero que este año les vaya mejor que el anterior; yo tengo exactamente un propósito de año nuevo, que espero cumplir. Bueno, es uno y medio; lo que pasa es que el segundo no depende únicamente de mí, y entonces no lo cuento como uno entero.

Feliz año nuevo.

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