El sábado en teoría nos íbamos a reunir varios amigos en casa de uno de ellos, pero al final de hecho no ocurrió por motivos que no vienen el caso.
Antes de que me enterara, sin embargo, de que ya no iba a haber reunión, una de las amigas que iba a ir también me llamó para decirme que se le había ponchado una llanta y que estaba esperando al güey del seguro para que se la cambiara. Yo iba con otra amiga y, dado que estaba cerca de ahí, le dije que yo iba y la cambiaba. Como suele ser con este tipo de situaciones, era de noche y estaba lloviendo; no me sentía cómodo dejando abandonada a una chava que no sabe cambiar una llanta. Todavía si supiera cambiarla igual y lo haría.
Total que llegamos mi amiga y yo con esta otra amiga y su hermana, y me puse a cambiar la llanta. He cambiado llantas desde que tengo como 20 años, y en general soy rápido; pero aquí además de la oscuridad (lámparas o no lámparas) y la lluvia, estaba el hecho de que era un carro que no conocía, con una herramienta medio extraña, con distintas cosas qué quitar en distinto orden, y con birlos de seguridad, además.
Nos llevó como cinco minutos descubrir cómo desmontar la llanta de atrás (es de los carros que trae el repuesto atrás), y como veinte levantar el carro con tres gatos. El del carro debe ser el gato peor diseñado que he visto, porque era medio imposible darle la vuelta, y cuando me harté de él fui por mi gato de botella… que por supuesto resultó ser demasiado chaparro. Por fin la hermana sacó su gato, que era como deberían de ser todos los gatos, y ya sin problemas levanté el carro, cambié la llanta, y después levanté el carro todavía más antes de darme cuenta de que había que girarle al otro lado al gato para que de hecho se bajara.
Por supuesto a lo largo de todo esto seguía lloviendo, y las tres chavas que me rodeaban tenían paraguas y/o cosos con que taparse con la lluvia. Yo estaba sentado o tendido en el suelo (como suele ser con estas cosas), y las chavas decían que trataban de cubrirme con sus paraguas y/o cosos para taparse; lo que de hecho ocurría es que me escurrían el agua de forma más concentrada.
Por fin quedó la llanta y ya me limpié, y me enteré de que la reunión no se iba a realizar. Como yo sí quería ver a mis cuates, les dije a algunos de ellos que fuéramos a mi departamento (al fin y al cabo tenía que cambiarme; estaba completamente empapado), y que ahí nos reuniéramos.
Nos pasamos la noche viendo algunas cosas en mi tele, jugando Rock Band y tomando tequila, y terminaron yéndose cerca de las cuatro de la mañana.
Estuvo divertido, si bien nada como de hecho habíamos planeado originalmente.
