Ayer fue miércoles 2 × indio y fui al cine. Originalmente iba a ver The Hangover, e incluso estrené el sistema de Cinépolis para comprar boletos a través del teléfono celular. Lamentablemente (o por suerte) no logré hacer que se completara la transacción, así que sólo los aparté. Digo que por suerte, porque no llegué a tiempo, y entonces terminé viendo Drag Me to Hell.
Se aplican ya saben.
Esta película había oído en todos lados que era fabulosa, y hasta a The Filthy Critic le había gustado, así que tenía muchas ganas de verla; iba a ver originalmente The Hangover porque también he oído muchas cosas buenas de ella, y no sé cuánto dure en cartelera.
Christine Brown es una mosquita muerta que trabaja en un banco y, buscando un ascenso, le niega una extensión de préstamo a una viejita. La viejita, como suele ser en estos casos, la maldice con una maldición maléfica, y Christine descubre poco después que tiene tres días para librarse de la maldición, o será arrastrada al infierno donde arderá por toda la eterna eternidad.
La pendejísima trama es perdonada porque la película es divertidísima, a veces al grado de parecer un episodio de los Looney Tunes. Con ojos escapando de las cuencas y todo. Además, para variar con las películas de los últimos tiempos, los efectos especiales son moderados y Raimi se las ingenia para utilizar cosas de la vieja escuela en lugar de poner a un monstruo 3D en cada escena de miedito. Que, por cierto, es otra cosa buena; a pesar de que toda la película mantiene un ambiente ligero y de buen humor, hay varias escenas que sí dan miedito, lo cual a mí me gusta mucho.
Y por último Alison Lohman, a pesar de que de verdad parece mosquita muerta todo el tiempo, me pareció muy guapa y muy buena en su papel de chava aterrorizada.
Así que véanla; es la película de “terror” más divertida que he visto en años.
