Ya estoy en California, andando en bicicleta de nuevo. El vuelo fue cómo suelen ser los vuelos para mí; supongo que, dado como soy, es medio imposible que volar me de miedo. Lo que sí me da es hueva; cada vez me resulta más aburrido el tiempo que transcurre dentro de un avión.
La Ciudad de México se veía linda cuando salí de noche, eso sí.
