Hoy volví a dar clases después de casi tres años.
La Facultad sigue estando básicamente igual; pero ahora los edificios tienen sus nombres (“O” y “P”) en letrotas en las paredes… lo cual es útil porque nunca me los aprendí.
El horario es de una a dos, que es de las peores horas para un curso. O bien no han comido los chavos y entonces se están muriendo de hambre, o bien ya comieron y entonces se están durmiendo. Y lo mismo se aplica a mí, por supuesto.
Como sea me divertí. Me gusta dar clase.
