depresión
- (Del lat. depressĭo, -ōnis).
- f. Acción y efecto de deprimir o deprimirse.
- f. En un terreno u otra superficie, concavidad de alguna extensión.
- f. Período de baja actividad económica general, caracterizado por desempleo masivo, deflación, decreciente uso de recursos y bajo nivel de inversiones.
- f. Psicol. Síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos.
De la Real Academia Española
Yo lo tiendo a definir sucintamente como sentirse de la verga.
Cuando era adolescente tendía a deprimirme bastante; generalmente por cosas intrascendentes, como que una chava no me hacía caso o algo por el estilo. Cumplía con los ritos estereotípicos: me la pasaba acostado en mi cuarto oscuro, escuchando música deprimente y sintiendo lástima por mí mismo.
No sé en qué momento dejé de ser así; pero me queda claro que desde hace bastante no lo hacía. Si me obligara a definir un momento específico en que dejé de hacerlo, supongo que sería a partir de que estuve en la cárcel por la huelga; pero la verdad es que ya tenía tiempo dejando atrás ese comportamiento cuando alguna cosa no salía como a mí me hubiera gustado, y también hubo momentos después en que medio volví a recaer. Sólo que sí es innegable que pasar una semana en la cárcel cambia la perspectiva de lo que es que le vaya “mal” a uno.
También está el hecho de que en casi todos los aspectos de mi vida soy inmensamente afortunado, y entonces creo que es medio hipócrita estarse deprimiendo porque una reina lo desaira a uno o alguna otra nimiedad del estilo. Aunque debo dejar claro que por intrascendentes que sean mis problemas, suelo tomarlos bastante en serio porque, bueno, son mis problemas… sólo en la enorme mayoría de los casos no dejo que me depriman.
Cuando regresé de California, mi madre me dio la noticia (que no me había dado antes porque la red dejó de funcionar en la casa) de que todas las universidades a las que solicité entrada al doctorado me habían rechazado. Venía suficientemente excitado (y agotado) de mi estancia como para que la noticia no mi hiciera el efecto esperado de forma inmediata; y al otro día comí con mis cuates y fui a la fiesta de una amiga muy querida. Enrique me hizo el favor de arrastrarme fuera de mi casa ese día: si me hubiera quedado en casa probablemente me hubiera caído el veinte de la noticia, y algo me dice que me hubiera afectado peor de como lo hizo después.
Al otro día de la fiesta ocurrió otra cosa que retrasó el ponerme a pensar en la noticia de las universidades: salió el séptimo libro de Harry Potter, y me sumergí en el mundo de la Rowling sin muchos problemas, disfrutando enormemente la novela y huyendo alegremente del mundo real. E inmediatamente después de terminar el libro lo primero que hice fue escribir mi entrada en el blog comentándolo, cosa que tenía planeada desde semanas antes.
E inmediatamente después me cayó el veinte: y ahora qué carajo voy a hacer.
Por supuesto, suena más dramático de como es; pero la depresión es justamente hacer un drama enorme de cualquier cosa (con perdón de los que sufren la depresión como condición clínica).
En realidad no hay gran duda de qué tengo que hacer: tengo que titularme. Para diciembre; era el plan por si me iba a hacer el doctorado en enero, y lo sigue siendo porque firmé un contrato con Conacyt para acabar en esa fecha. Mis ahorros me alcanzan para vivir perfectamente (aunque algo austero) de aquí a entonces, y después (dado que no me van a becar los canadienses), pues tengo que trabajar.
Sencillamente no hay de otra; y dado que para entonces ya seré maistro albañil, espero ganar considerablemente más que en mis últimas chambas. Y como varios de mis ex-jefes me siguen ofreciendo trabajo regularmente, tampoco creo que me cueste mucho el encontrar uno que me guste.
Pero eso se los digo después de un mes del hecho; en el momento en que me cayó el veinte realmente fue un y ahora qué carajo voy a hacer.
La última vez que me sentí así de mal fue hace dos años cuando Conacyt se negó a darme la beca cuando Waterloo ya me había aceptado para la maestría. Sólo que en esa ocasión no tenía tiempo de sentirme mal; estaba dando una clase, estaba chambeando, tenía que ver si podía hacer algo para hacer cambiar de opinión a Conacyt, y después (cuando vi que no iban a cambiar de opinión) tuve que moverme para meterme al IIMAS (porque no tenía ya de otra), y entonces sencillamente hice a un lado el sentirme mal y me moví para hacer todo lo que tenía que hacer.
Ahora en cambio no tenía que hacer nada; ya había planeado tomarme unas semanas de vacaciones al regresar de Los Ángeles. Así que decidí sencillamente el permitir hundirme en la depresión, sin ofrecer nada de resistencia.
Pero resulta que ya no tengo diecisiete años; me da mucha hueva estar en mi cuarto a oscuras escuchando música deprimente y sintiendo lástima por mí mismo. Además, eso quita tiempo para escuchar música no deprimente, ver una buena película, animé o serie, o leer un buen libro o cómic.
Así que sí dejé de hacer ciertas cosas: casi no salí de mi casa, no escribí en mi blog, no escribí nada de Geom y ni siquiera pensé en mi tesis; pero en cambio leí comics y novelas, vi películas, animés y series, y escuché música como no había hecho en años. Y de repente (en las noches, generalmente) sí pensaba en mi “predicamento”… pero es que es el “predicamento” más idiota de la historia: tengo que titularme, y después tengo que buscar trabajo.
A partir de la semana pasada comencé a ver el plan de acción, y ahorita ya estoy retomando las cosas: ya hablé con Jorge y tenemos todo planeado para que acabe mi tesis en octubre, y ya me “inscribí” en el IIMAS para poder sacar libros este semestre (un truco que hace el posgrado justamente para que los estudiantes de maestría podamos usar la biblioteca aunque ya hayamos terminado las materias).
También creo que intentaré una vez más hacer solicitudes para el doctorado. Sólo que esta vez no las enviaré el último día… espero. Pero lo importante es que me titule.
Y tengo montones de cosas que contar; para empezar las películas, animés y series que vi, y los comics y novelas que leí, pero también de mi Nokia N800 que compré en el gabacho, del libro que nos publicaron a mí y a Elisa, de la mudanza de mi blog a xochitl, y del ruso, el gringo y el alemán que entraron a un bar.
Bueno, eso último no necesariamente, pero sí es chistoso.
Así que no fue exactamente como mis depresiones de la adolescencia; pero creo que sí me sirvió para descargar mi cerebro de muchas cosas que tenía dentro, y para ponerme al día con los Teen Titans.
Lamento mucho la ausencia de un mes (exactamente); pero creo que sí necesitaba un descanso: no sólo del blog y del viaje a California, también un descanso de alguna manera de mí. No sé si pueda explicarlo de una mejor manera; pero este blog ciertamente en gran medida es para mantener un diálogo honesto y constante conmigo mismo, y sí necesitaba (y merecía, creo) escapar de la realidad un rato. Y no podía hacer eso y escribir en el blog al mismo tiempo; sólo hubiera podido si hubiera dejado de ser honesto. Y esa no es la onda.
Así que regresamos a partir de este momento a la programación regular. Gracias por aguantar la espera.

Canek, entiendo lo que sientes, ¿sabes cuánto llevo deprimida, (aunque yo variaría un poquito tu definición de depresión)? Tres meses. Hace tres meses me di el mayor azotón de mi vida. Nada de que mi novio de dejó ni que nada, hace tres meses me enteré de la horrible muerte de uno de mis mejores amigos. Hace tres meses que llevo llorando. ¿Mi tesis? Guardada. Me obligo a trabajar, me obligo a ir al diplomado que estoy tomando, al que entré poco después de que mi amigo muriera. Nunca, NUNCA, podrás comparar el no quedarte en una escuela con la muerte de alguien a quien amaste profundamente.
No te lo digo en tono “no te estés quejando”, sino en buen plan, para que veas que hay gente que sufre también, tal vez más. A mí me sirve.
Qué bueno que vuelvas, había estado visitándote, aunque no me había dado cuenta que ya hace un mes de la última entrada.
Bye.
P.D. Así como eres de bueno vas a ver que entras en un lugar que te convenga más, aunque no lo creas, a veces las cosas tienen su razón de ser.
Princesa Mestiza
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princesa_mestiza01@hotmail.com
Hey, yo dije bien claro que mis problemas son bastante intrascendentes en el gran esquema universal de las cosas. También dije que de cualquier forma me los tomo en serio porque son mis problemas; afortunadamente yo no he pasado por perder a alguien cercano a mí (o nada realmente “grave”).
Lamento que tú sí; gracias por tu comentario,
De nada.