El clavo

En la línea “Elseworlds” de DC comics se exploran realidades alternas al universo “real” de DC. Una de esas historias es The Nail, que Vid publicó aquí en México con el apropiado nombre de El Clavo.

Es uno de mis Elseworlds favoritos. La historia es básicamente que el día que Martha y Jonathan Kent iban a descubrir el cohete donde viajaba Kal-El, un clavo les poncha una llanta y entonces no encuentran al bebé. Consecuentemente no hay un Superman, y una historia bastante chida se desarrolla a partir de ahí.

Lo que voy a relatar no tiene nada que ver con eso, por cierto. Excepto la parte del clavo y la llanta ponchada.

El viernes antes de ir a Guanajuato fui al IIMAS, pero escuchaba un ruidito en el carro. El ruidito era un “tik, tik, tik”, que se hacía más rápido conforme aumentaba la velocidad. Ya he pasado por cosas similares anteriormente; suele ser una piedrita que se mete en el dibujo de la llanta y suena en cada revolución de la misma. Así que me bajé del carro e inspeccioné la llanta de donde creía venía el ruido. Me encontré con esto:

El clavo en la llanta

El clavo en la llanta

Ahora, le estoy diciendo clavo, pero realmente es un remache. O algo similar. El punto es que a primera vista no estaba seguro de que de hecho perforara la llanta, así que usando mis llaves lo saqué. Nada más comencé a hacerlo, resultó obvio que sí perforaba la llanta, pero seguí sacándolo de cualquier forma. Por qué, no sé; a veces hago ese tipo de estupideces.

Obviamente, nada más saqué el clavo, la llanta comenzó a desinflarse rápidamente. “Pffffffffffffffffffffffffffffffffffffff” hacía la llanta, mientras el aire escapaba por el hoyito que quedó cuando saqué el clavo. Que estaba grandecito, por cierto:

El clavo

El clavo

En ese momento, y ligeramente paniqueado, hice lo único que cualquier persona sensata hubiera hecho en una situación similar.

Volví a poner el clavo en el hoyo. Y le pegué con una piedra hasta que quedó más o menos cuando estaba antes de que lo sacara.

Sorprendentemente, funcionó. Al otro día me levanté convencido de que la llanta estaría ponchada, pero para mi sorpresa seguía conservándose bien. Ni siquiera se bajó perceptiblemente. Así que llevé mi carro con todo y llanta perforada con mi talachero habitual, que tardó menos de diez minutos en quitar la llanta, sacarle el clavo, parcharla, inflarla y ponerla de nuevo.

La llanta siendo parchada

La llanta siendo parchada

La llanta aguantó el camino de ida y vuelta de Guanajuato sin ningún problema, y no ha dado ningún problema. Y eso que a la mitad del camino a Guanajuato nos paramos en una gasolinería, y ahí me dijeron que llevaba las llantas con 36 PSI de presión, que lo recomendado en carretera es 28.

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