Hace un par de días, tiré mi celular por tercera vez. Soy muy cuidadoso con este celular, porque me salió muy caro, y porque está bien bonito.
Como sea, hoy en la mañana vi que la alarma no estaba funcionando. Nada más hacía beep y se activaba la pausa inmediatamente. Recordé que cuando se me había caído, la carátula se había levantado un poco; así que pensé que a lo mejor al acomodarla había quedado uno de los botones apretado permanentemente. Le levanté la carátula un poco, la acomodé de nuevo, y probé la alarma. Ahora sólo se prendía la pantalla como cuando suena la alarma, pero no sonaba nada.
Ya espantado, fui por mis poderosas puntas torx y abrí mi celular.
Dos cosas: a) todo se veía bien, y b), no sé nada de celulares.
Me llamé a mí mismo, y con horror vi que tampoco sonaba el timbre del celular. Eso para mí es grave: mi agitada vida social depende en gran medida de mi celular.
Cerré todo (el celular), y volví a llamarme. Y ahora sí pánico: el celular no sólo no sonaba, sino que se apagó. Lo prendí de nuevo, y se apago… de nuevo.
Respiré tres veces, toqué tres veces mis zapatillas diciendo “no hay lugar como el hogar”, y volví a prenderlo. ¡Eureka!, el celular funcionaba perfectamente.
No lo había apagado en semanas. Se me olvidaron las propiedades curativas que puede tener un buen reboot.
