5,000 días

Yo soy gamer.

Aunque debería ser obvio, me parece que de vez en cuando sí necesito decirlo en voz alta (o escribirlo aquí), porque aunque es de mis pasatiempos preferidos, no es raro que a veces se me olvide que soy gamer. Literalmente: al grado de que se me olvida que para ser gamer hay que, ya saben, jugar videojuegos de vez en cuando.

No tuve consolas cuando era niño, porque a mis papás no les alcanzaba; siendo adolescente tuve un Atari 2600 de esos piratotas, con como 100 juegos incluidos; y un Famicom todavía más piratota, porque era fayuca completamente ilegal. Cuando mi mamá se compró su primera computadora para escribir su tesis de maestría, yo comencé a jugar en ella casi de inmediato.

Ahora, “jugar” en la computadora no necesariamente se traducía en ese momento a jugar videojuegos; para mí nada más estar descubriendo qué podía hacer en una computadora (incluyendo mis primeros temblorosos pasos como programador) era estar jugando. Pero sí jugué varios juegos de computadora, hasta al menos el inicio de la licenciatura, donde el estar programando reemplazó el jugar videojuegos casi por completo.

Pero no por completo; aunque fuera esporádicamente seguí jugando, aunque cada vez menos y más infrecuentemente. El hecho de que tenía que reiniciar mi computadora para usar Windows no ayudaba, ciertamente.

Y entonces mi hermano me regaló un PlayStation 3, a inicios de noviembre de 2008.

Todavía me tomó algunos años el volver a jugar cotidianamente; jugué RockBand y Grand Theft Auto IV, pero recuerdo claramente que no me sentía motivado a jugarlos más que esporádicamente; lo cual suena extraño, que uno tenga que estar motivado para disfrutar un hobby, pero que es indudablemente uno de los problemas de ser adulto: además de tiempo libre, uno tiene que estar motivado para disfrutar de ciertas cosas.

Así que durante los primeros años de tener mi PS3 el mismo funcionó básicamente como reproductor de Blu-rays en esteroides; en ese entonces ni siquiera veía mucho YouTube y Netflix era una idea futurista, así que ni siquiera para streaming usaba mi consola.

Todo esto cambió en 2011, cuando descubrí (o mejor dicho, caí en cuenta de) los trofeos que se registran en la PlayStation Network al ir jugando videojuegos. Esos ridículos premios, inútiles e irrelevantes, se convirtieron en el gancho que necesitaba para reasumir mi identidad de gamer, me dieron un propósito (por insustancial que sea) para seguir jugando mis juegos. Parafraseando a Palpatine:

It gives me focus, makes me stronger.

He platicado de mis trofeos muchas veces aquí; y me quedan a mí claro las razones que tengo para que mi vida como gamer gire casi completamente en torno a los trofeos de la PlayStation Network. También me queda claro que todas y cada una de esas razones no tienen el más mínimo sentido; no importa, realmente: son lo que me permite poder disfrutar mi pasatiempo de jugar videojuegos en mi PlayStation.

Así que fue, literalmente, devastador cuando en julio de 2019, mi cuenta de la PlayStation fue excomulgada (banned) por Sony.

No voy a entrar a detalles de porqué Sony excomulgó mi cuenta original; sí estaba haciendo trampa (para conseguir trofeos, obviamente); sí violé los términos del EULA de Sony; y de todas formas me parece que fue un castigo desmedido para mi falta.

La consecuencia práctica de esto fue que básicamente dejé de jugar videojuegos en mis PlayStations a partir de ese momento (no tenía mucho que había comprado mi PlayStation 4). Ahora, YouTube (que soy de los que paga el servicio Premium, porque no soporto sus anuncios), Netflix, Prime Video y HBO Max (y ahora Paramount+, que viene gratis con Infinitum) los veo en mi PlayStation 4, así que no fue como que dejara de prender la consola; pero básicamente dejé de prender mi PlayStation 3 y además casi no jugué; jugué un poco, pero sin muchas ganas… excepto por Jedi: Fallen Orden, porque Star Wars es lo más cercano que tengo a una religión; y volver a jugar God of War, versión 2018, porque además de que es probablemente el mejor videojuego en toda la historia, es muy reconfortante estar matando a Sigrun en la dificultad más alta una y otra y otra y otra vez.

Para ese momento, el estado de jugar videojuegos en Linux había mejorado enormemente, en gran medida por Steam; yo tenía ya años comprando juegos en las ventas de verano de Steam (salen absurdamente baratos), así que mi biblioteca de Steam no es nada despreciable. He jugado realmente nada más como 3 juegos, pero mi biblioteca no es nada despreciable.

Estando excomulgado, regresé a jugar en la computadora realmente por primera vez en casi dos décadas. La verdad sólo vale la pena mencionar Kerbal Space Program y Oxygen Not Included, que sí jugué bastante en la pandemia; el resto de mis juegos en Steam hay varios que ni siquiera he iniciado una vez. De KSP y ONI sólo diré que son los videojuegos más nerds que pueden existir, donde uno literalmente tiene que estar resolviendo ecuaciones para jugarlo (de órbitas espaciales en el primero y equilibrio energético y térmico en el segundo). También son extremadamente adictivos para alguien como yo, especialmente por el hecho de que ninguno de los dos termina jamás, si uno quiere seguirlos jugando eternamente.

Pero sí extrañaba jugar en mi sofá, enfrente de mi televisor grandote con mi sistema de sonido 5.1 (mi computadora también tiene 5.1, pero ni es lo mismo ni es igual). Estuve inútilmente durante años tratando de hacer que Sony me desexcomulgara (¿incomulgara?, ¿comulgara?), pero sencillamente es imposible, literalmente le cuelgan a uno el teléfono (cuando recibían llamadas; ya ni siquiera hacen eso).

Y entonces por fin, casi tres años después de mi excomulgación, me acordé de 3 cosas:

  1. Mis trofeos siguen ahí, nunca los quitaron (y por lo que tengo entendido, nunca los quitarán).
  2. Los trofeos son importantes de acuerdo a como a mí se me dé la gana que sean importantes.
  3. Soy programador.

Ya había escrito una aplicación en Linux para poder tener una base de datos local con mis trofeos para poder contemplarlos amorosamente en las noches que no puedo dormir; así que sencillamente la modifiqué ligeramente para poder combinar múltiples cuentas en una sola cuenta virtual.

No es por nada, pero está bastante padre; además de que puedo decidir qué cuenta real usar para cada juego individual en la cuenta virtual, puedo hacer cosas que Sony nunca ha permitido, como ocultar juegos por completo (en la PlayStation Network uno puede ocultar juegos, pero los puntos de los trofeos en los juegos ocultos se siguen contabilizando). Así que, para mí, mi cuenta excomulgada está congelada en el tiempo con 100% de compleción en todos sus juegos (sencillamente oculto los que no me dejaron completar antes de excomulgarme).

Mi cuenta excomulgada

Mi cuenta excomulgada

Y en mi cuenta virtual tengo todos los trofeos de mi cuenta excomulgada, además de los que tengo en mi cuenta nueva.

Mi cuenta virtual

Mi cuenta virtual

Por supuesto habrá quien diga que eso no se vale; pero pues los trofeos son premios inútiles e irrelevantes; literalmente a nadie además de mí les importan. Así que los que digan eso púdranse; yo así defino cómo llevo mis trofeos en la PSN; y, para lo que importe, sigo ganando todos y cada uno de esos trofeos al jugar. Muchas veces haciendo trampa, por supuesto; ¿si no qué chiste?

Este sutil masaje mental que realicé en mí mismo me permitió regresar a uno de mis pasatiempos preferidos: estar cazando trofeos en la PSN, jugando videojuegos. Y la verdad me liberó de la camisa de once varas en que yo solito me había metido por tratar de mantener mi cuenta siempre con la posibilidad de obtener el 100% de mis trofeos todo el tiempo; hubo múltiples juegos que ni siquiera intenté jugar porque los trofeos se veían muy difíciles de conseguir.

Ahora ya no importa; sencillamente oculto el juego si no logro completarlo.

Y regresé a mi pasatiempo que hagan de cuenta que estuviera vengándome de alguien: me compré mi PlayStation 5 en mi cumpleaños; por fin compré una silla especial para poner mi volante al jugar videojuegos de carreras; me suscribí a la nueva versión de PlayStation+ (la versión Extra; aunque estoy considerando seriamente la Deluxe), que según mis cuentas ya se pagó solita por los cientos de juegos que vienen incluidos (o bueno, si juego los suficientes antes de que los saquen de la rotación); y básicamente el volver a jugar por el simple placer de escuchar la campanita cuando por fin consigo un trofeo.

Una cosa que hace mi aplicación es desplegar el tiempo desde el primer trofeo que obtuve (Off The Boat, el primer trofeo que aparece automáticamente en Grand Theft Auto IV) hasta hoy; y justamente hoy se cumplen 5,000 días que he estado obteniendo trofeos en la PSN. Esos son 13 años, 8 meses y una semana; y espero poder seguir jugando durante varios miles de días más.

Así que volveré a comentar de mis platinos aquí; me faltaban varios que obtuve antes de que me excomulgaran, y pues ya obtuve un par desde que regresé a jugar regularmente (y Jedi: Fallen Order, porque Star Wars es lo más parecido que tengo a una religión).

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