Kaguya-sama: Love is War

Durante la pandemia, y después de Domestic Girlfriend, me chuté las dos temporadas de Kaguyama: Love is War, y es de las cosas más divertidas que he visto durante este encierro interminable; la trama no importa mucho, entonces pueden leer mi reseña sin problemas, pero de verdad vayan y véanla, es hilarante.

Kaguya-sama: Love is War

Kaguya-sama: Love is War

Kaguya-sama: Love is War trata del concejo estudiantil de la Academia Shuchiin, que es una prepa de élite en Japón donde casi todos los estudiantes son hijos de ricos y famosos; aún así, los requisitos académicos de la escuela son altísimos. El concejo está formado por el presidente, Miyuki Shirogane, que es literalmente el mejor estudiante de la escuela (y el segundo en Japón, basado en los exámenes diagnóstico que realizan en ese país dos veces al año), que no es hijo de ricos y famosos (todo lo contrario), lo que causa que encima de su brutal agenda de estudio tenga que trabajar de medio tiempo, lo que resulta en que siempre esté tenso, cansado y con ojeras (además de ser increíblemente codo con el dinero); la vicepresidenta Kaguya Shinomiya, que es hija de un potentado japonés y que es literalmente la segunda mejor estudiante de la escuela, además de una experta en artes marciales y en arquería; la secretaria Chika Fujiwara, que es bastante avispada para cosas inmediatas y para relaciones interpersonales (excepto las que están justo en frente de ella), pero bastante mensa en lo académico e intelectual; y el tesorero Yu Ishigami, que es bueno con las cosas tecnológicas y malo en básicamente todo lo demás: escuela, deportes y cómo interactuar con seres humanos.

Cuando la historia comienza, Miyuki y Kaguya ya están perdidamente enamorados mutuamente, y conforme avanza la serie ese amor (y tensión sexual) sólo se incrementa, porque los muy estúpidos están esperando que el otro sea el que se confiese. De ahí el título de la serie: los dos muchachos actúan todo el tiempo como si estuvieran en un campo de batalla, donde la derrota en cada batalla consiste en demostrar interés o atracción por el otro; y la derrota final de la guerra es declarar su amor por el otro. Que es por supuesto de las premisas más idiotas de todo el universo; la historia terminaría de inmediato si, como seres humanos normales, Miyuki y Kaguya fueran honestos el uno con la otra; y cada uno consigo mismo, porque Kaguya, dada su posición social (y la de su familia), además de su condición de mujer, está convencida de que lo único propio y correcto es que Miyuki se le declare, y ni siquiera puede admitirse que ella también está enamorada (aunque por supuesto da por hecho que él está enamorado de ella incondicionalmente); y Miyuki tampoco se admite sus sentimientos porque en el fondo tiene un terrible complejo de inferioridad por su condición social, y no puede ni siquiera soportar la idea de que ella responda a sus avances con un cruel y despectivo “qué lindo” (“okawaii koto”, en japonés, que es el eslogan definitorio de Kaguya, aunque de hecho ella nunca lo haya dicho y probablemente nunca lo haga, al menos no como lo teme Miyuki).

Okawaii koto

Okawaii koto

El humor entonces viene de estos dos adolescentes superdotados intelectualmente, que se comportan como retrasados mentales cuando están juntos… justo como adolescentes enamorados. También están los increíblemente complicados planes (principalmente de Kaguya, asistida por su criada y confidente de toda la vida, Ai Hayasaka) para tratar de forzar al otro a que confiese un amor que ellos mismos no están dispuestos a admitir.

Es hilarante, porque además en esta dinámica estupidísima se integran Yu, que es inicialmente una caricatura del otaku japonés (aunque eventualmente tiene una evolución padrísima, auxiliado por los otros miembros del concejo); pero por encima de todo Chika, que en múltiples ocasiones se roba la serie porque en su inocencia y estupidez (principalmente al no darse cuenta de los sentimientos que tienen Miyuki y Kaguya el uno por la otra), hace y dice un montón de pendejadas para desternillarse de la risa, siendo además siempre adorablemente simpática y encantadora. Es muy probable que hayan visto el “baile de Chika”, que los realizadores avientan como si no fuera la gran cosa al final de un episodio, y donde probablemente se gastaron el 30% del presupuesto de animación de la primera temporada.

Chika

Chika

Chika es de verdad uno de los personajes más entrañables que se hayan creado en la historia del animé; me encantaría que Miyuki y Kaguya se dejaran de pendejadas y comenzaran a andar entre ellos, pero si por alguna razón Miyuki y Chika anduvieran, estaría padrísimo nada más por ver la reacción de Kaguya, que le tiene muchísimos celos a Chika y sus senos varias veces más grandes que los suyos. Esto nunca ocurriría, porque otra de las cosas padres que tiene el animé es que Miyuki y Chika son de verdad amigos nada más; pero las escenas donde Kaguya cela a Miyuki porque Chika dice o hace algo que le frustra sus planes son hilarantes; de inmediato Kaguya comienza a juzgar mentalmente a Chika como traidora/seductora/ganado/parásita y otra bola de pendejadas, para inmediatamente después darse cuenta de que está equivocada y disculparse con la mensa muchacha, que es en el fondo su mejor amiga, y que no suele darse cuenta de nada.

Kaguya y Chika

Kaguya y Chika

Además de un diseño de personajes encantador; una historia sorprendentemente bien contada y dirigida; personajes entrañables que además son multidimensionales y con deseos y necesidades relativamente complejos; una música espectacular (que además se sale de las choteadas tonaditas J-pop que suelen dominar el animé romántico); y una animación excelente; esta serie tiene un sentido del humor que es de los más inteligentes e hilarantes que yo haya visto. No era muy raro que tuviera que ponerle pausa a la serie, porque me estaba riendo tanto que ya no podía leer los subtítulos.

El animé tiene muy poco (casi inexistente) fan service, y a pesar de lidiar con adolescentes envueltos en el romance más retrasado mental de la historia, mi evaluación es que de hecho no es arrecho; porque el amor que se tienen Miyuki y Kaguya es una sincera atracción por la otra persona: por su comportamiento, forma de pensar y (por encima de todo lo demás) la innegable inteligencia que tienen ambos muchachos… cuando no están llevando a cabo algo de sus planes estúpidos para “ganarle” al otro en la “guerra” del amor. Los muchachos, además, se respetan sinceramente, por sus logros académicos y por su forma de ser, que es la base de cualquier relación que tenga alguna esperanza de tener éxito.

El aspecto sexual está presente, por supuesto (siguen siendo adolescentes); pero en el fondo es realmente muy inocente el asunto, y casi todo el tiempo para hacer bromas bastante efectivas, como cuando Kaguya, que por su educación súper tradicional (dícese: mocha y reprimida) básicamente no tiene ningún conocimiento del sexo o del discurso adolescente al respecto, se pone a estudiar por su cuenta y cae en la fase (no extraña entre muchachas: Hermione cae en un episodio similar en Harry Potter and the Goblet of Fire) de no poder aguantarse la risa cada vez que alguien hace mención de algo que incluso pudiera interpretarse como un pene… que Chika procede a explotar para casi hacerla orinarse de la risa.

Wiener

Wiener

Es de verdad un animé extraordinario y no puedo recomendarlo lo suficiente; es romántico, tierno y divertido todo el tiempo, incluso en las pocas escenas dramáticas que se gana con un muy buen pulso dadas las tribulaciones de sus muy estúpidos personajes, por más genios académicos que sean los dos principales. La pueden ver en Crunchyroll.

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