Margarita

En julio de 2019 fui a la Cineteca Nacional a ver Margarita.

Diría que se aplican las de siempre; pero como el documental realmente no cuenta una historia, no creo que importe.

Joker

Margarita

Yo jamás hubiera visto esta película por mi cuenta; y ciertamente hubiera preferido no verla (eso 73 minutos de mi vida están perdidos para siempre), pero bueno.

Antes que nada, Margarita es un documental bien hecho: los aspectos técnicos son más que pasables (más aún considerando la edad y experiencia del director cuando la hizo), y desde un punto de vista de cinematografía es bastante buena.

Dicho sea eso, este documental no me gustó porque, en primer lugar, es de estos documentales artísticos donde en lugar de, ya saben, documentar al objeto de estudio, lo que hacen es mostrar una serie de tomas (visualmente muy padres, la mayoría) desconectadas donde la epónima Margarita, a veces, explaya las cosas que circulan en su obviamente dañada cabeza, o bien tiene conversaciones delirantes con el director. Quién es Margarita; de dónde viene; qué ocurrió para que pasara de modesta actriz a situación de calle en la Ciudad de México; nada de esto al parecer le importa al realizador, porque ciertamente no lo muestra en la película (no me queda claro que él mismo lo sepa). Menos aún hay en general un análisis (o un intento del mismo) de las políticas sociales y de salud (particularmente mental) pública en el país que permiten que este tipo de casos ocurran. Pedir el comentario de algún experto (no digamos varios) que pudiera opinar al respecto y dar propuestas para subsanar dichas políticas es un sueño guajiro, supongo.

En segundo lugar hay una muestra increíble de prepotente privilegio en el subtexto del documental: “vamos a mostrar un ejemplo de cómo vive una adulta mayor en situación de calle… vamos a abrirle los ojos a la gente para que se enteren de esto”. Yo crecí rodeado de gente en situación de calle; todos los chilangos que hemos usado el metro sabemos de casos similares. Sólo desde una perspectiva de inmenso privilegio de alguien que ha decidido toda su vida ignorar el hecho de la pinche desigualdad que existe en el país y en la Ciudad, el tema le podría resultar novedoso: “Look! How quaint, a homeless lady in Mek-zi-kou City! Fascinating!” Más aún porque, de nuevo, no hay un análisis del porqué, u opiniones de cómo mejorar la situación.

En tercer y último lugar (y éste es el que me encabrona); esa pobre mujer, a falta de un mejor término, está mal de la cabeza. No es posible, en éste o ningún mundo similar, que pudiera dar consentimiento a que le estuvieran forzando una cámara de video en la cara durante múltiples meses. El documental es más de una hora de abuso en contra de alguien que obviamente no está en pleno uso de sus facultades mentales. Y la película justo termina cuando Maragarita le dice al director que ya no quiere que la esté grabando: güey, ¿de verdad te tuviste que esperar quién sabe cuánto tiempo a que una mujer en un precario estado mental te tuviera que suplicar que ya no la grabaras para dejar de hacerlo? ¿Y aún así liberas la película? ¿Dónde chingados está la pinche empatía que se supone un documental de este estilo debería generar?

Así que no, no recomiendo Margarita; aunque esté técnicamente bien hecha no presenta nada digno de presentar (especialmente si, como habitantes de está Ciudad, abren los ojos a lo que ocurre en nuestras banquetas); y me parece que, en el mejor de los casos, raya en básicamente abuso contra alguien en una situación de desamparo desgarradora.

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