Cuarenta y dos

Hoy cumplí cuarenta y dos años.

Este año pasado de mi vida (el 41) fue interesante por múltiples cosas, pero para mí tuvo un significado simbólico importante: Alan Turing, probablemente el computólogo más importante del siglo pasado (teórico y práctico), fue asesinado justo a unos días de cumplir 42 años (no me importa que él haya sido el que terminó con su vida; eso fue un asesinato por parte del gobierno homofóbico británico). De ahora en adelante en mi vida, seré más viejo de lo que Turing jamás llegó a ser.

Por supuesto, de las grandes tragedias que significaron la muerte de Turing tan joven, fue que no le pudo dar al mundo aún más de lo que de por sí le dio. Con tan sólo poco menos de un par de décadas en su vida académica y profesional, Turing contribuyó a múltiples áreas con ideas y resultados que básicamente nos siguen afectando hoy en día, y que así lo seguirán haciendo durante siglos.

Lo cual, de manera inevitable, hace que pondere acerca de lo que yo he hecho en estos 42 años de vida. Por supuesto soy realista: Turing fue uno de los grandes genios del siglo XX; yo soy un ser humano bastante común y corriente. Y de hecho conforme más transcurre el tiempo y más cosas aprendo (consecuencia ineludible de hacerse viejo; “más sabe el diablo”), más claro me queda lo tarado que puedo ser con básicamente todo en el mundo: mi trabajo académico incluido.

Como sea y aunque son irrisorios mis logros si los comparo con los de Alan Turing, sí estoy contento con lo que he hecho de mi vida en estas 42 órbitas alrededor de la canica amarilla que bien tiene a iluminarnos. Las cosas que he hecho no cambiarán al mundo significativamente y con casi toda certeza ninguna pasará a la historia; pero quiero creer que he contribuido con un granito de arena, por pequeño que sea, a hacer de este mundo un mejor lugar.

Podría mencionar varias, pero realmente sólo hay una que importa: los alumnos que he formado, algunos de los cuales incluso alguna vez me han llegado a decir que el curso que les impartí no estuvo tan mal.

Este año de mi vida en particular (y relacionado con lo anterior) publiqué mi primer libro de texto como autor único; y además mi primera tesista se tituló. Quiero dejar bien claro que ambas cosas no tienen nada de extraordinario; es más o menos lo que se espera de mí como profesor de tiempo completo de la UNAM. Pero sí estoy muy contento de que ambas metas se cumplieran en el año en que rebasé a Alan Turing en edad… que supongo que será en lo único que lo rebase en mi vida.

Eso y novias. Y tacos de suadero consumidos.

El año que viene siguen otros proyectos, pero supongo que lo natural es que, eventualmente, sencillamente ya no podré hablar de cosas que he hecho por primera vez. De nuevo, consecuencia ineludible de hacerse viejo. Como siempre, sigo optimista (es de las cosas que me definen, supongo) y además estoy bastante contento con cómo va la 4T, así que sólo espero mejores cosas el año que viene.

(Y antes de que nadie ni siquiera lo sugiera; púdranse si quieren que elabore acerca de la 4T, no me interesa discutirlo a unos cuantos meses del inicio del sexenio, así que borraré alegremente cualquier comentario que quiera llevar la discusión en esa dirección).

Vamos a ver cómo se desarrolla mi siguiente año de vida.

2 comentarios sobre “Cuarenta y dos

  1. Primero que nada felicidades por tu cumpleaños.

    Qué bueno que te sientes contento con lo que has hecho y logrado. El rollo académico es muy interesante más cuando generas algo en los alumnos que los lleva a ir más a allá de lo mucho o poco que les enseñes durante las clases.

    Yo este año cumplo 45 y también me siento tranquilo y contento con lo que he logrado. También soy un orgulloso egresado universitario.

    De nueva cuenta felicidades!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *