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Y entonces me hospitalizaron…

El jueves llegué a mi hermosa Ciudad de México cerca de las once de la noche. Después de pasar aduana sin ningún problema, Isabel me recogió fuera del aeropuerto y fuimos a cenar tacos enfrente de mi casa. Después regresé a mi departamento casi seis meses después de haberlo dejado, y me encontré conque el calentador de agua había dejado de funcionar.

En ese momento no me importó demasiado, así que nos fuimos a dormir con la idea de solucionarlo al otro día. El otro día (viernes) llegó, y después de levantarnos muy tarde fuimos a comer a El Gran Rábano, donde me eché un fabuloso mixiote, aunque primero pasamos al departamento de mi hermano a que me diera las llaves de mi carro. Mientras comíamos yo saqué un duplicado de la puerta principal de mi departamento (la cambiaron mientras estaba fuera; no tienen idea de lo divertido que es llegar a la media noche a tu casa después de seis meses, y descubrir que no puedes entrar… por suerte una vecina mía se apareció en ese instante), y al terminar recogimos un plomero cerca del mercado de Portales para que fuera a revisar el calentador.

Isabel nos dejó al plomero y a mí en mi departamento y se fue a comprar víveres en el supermercado. El plomero bastó que le echara un ojo al calentador para que lo declarara inservible; y ciertamente me mostró cómo estaba completamente podrido. Así que siguiendo su recomendación (y porque he oído que ahorran mucho gas), fuimos a Portales donde compré un calentador de paso y otras piezas necesarias, y regresamos a mi departamento a que lo instalara. Mientras los plomeros trabajaban poniendo el nuevo calentador, yo pagué las cuentas que tenía pendientes (que milagrosamente no eran tantas), y cuando por fin acabaron los llevé a Portales, y se llevaron el calentador viejo con ellos. Es fue bueno, porque entonces no tuve que preocuparme de cómo deshacerme de él, y malo, porque me ensució el tapete de la cajuela con todo el metal podrido que tenía.

Así que de regreso a mi departamento limpié un poco, porque con el quitar y poner calentadores había quedado hecho un desastre, y ahí tuve la primera señal. En algún momento al agacharme para recoger una jerga, cuando me levanté la habitación comenzó a darme vueltas. Otra persona se hubiera sentado; yo supuse que estaba cansado y decidí mejor apurarme a limpiar. Fui a mi carro por el tapete de la cajuela, y subí hasta la azotea de mi edificio para lavarlo del metal podrido. El único problema es que se me olvidó la llave de la azotea, así que bajé y subí de nuevo. Y después lavé el tapete y lo tendí.

Regresé a mi departamento sintiéndome ya fatal para ese momento, pero seguí limpiando (Isabel iba a regresar para que comiéramos y viéramos una película), y después me metí a bañar estrenando mi nuevo calentador. La ducha yo sentí que me cayó bien, pero al salir de nuevo me empecé a sentir muy mal; medianamente preocupado, le mandé un mensaje a Isabel de que me sentía mal y que ya regresara, y me senté en mi sofá a descansar. Todavía alcancé a leer el mensaje de Isabel diciéndome que ya se apuraba para regresar.

Hasta ahí es que yo recuerdo. Cuando volví a abrir los ojos, en mi departamento estaban Isabel, mi hermano, policías y paramédicos haciendo quién sabe qué mierdas, y yo comencé a vomitar de forma espectacular. No recuerdo que me hubieran sacado de mi departamento; cuando volví a recobrar la consciencia estábamos afuera de mi edificio, donde volví a vomitar espectacularmente, me subieron a una ambulancia, y recuerdo a mi hermano e Isabel discutiendo quién se iba conmigo. De nuevo no recuerdo haber llegado al hospital; cuando volví en mí la tercera vez estaban moviéndome de camilla, y recuerdo claramente (¿cómo adivinaron?) vomitar espectacularmente y ya no más.

La siguiente vez que abrí los ojos, vi a María, una doctora amiga de Isabel de toda la vida, que me miraba con ojos preocupados y que me preguntó que qué me dolía.

“El orgullo”, dije yo, estoico.

Me cuentan que esto es lo que pasó cuando yo perdí el sentido: Isabel llegó a mi edificio y empezó a tocar el timbre (yo tenía las llaves), y cuando no contesté lo primero que pensó fue que estaba jugando en mi PS3 a todo volumen. Al pasar los minutos comenzó a preocuparse en serio, y después de un rato una vecina mía muy buena gente la dejó pasar y meter su carro, y al ver que yo no abría la puerta del departamento se ofreció a ir por un cerrajero; Isabel comenzó a llamar gente, aunque no mi familia porque no sabía todavía qué pasaba. El cerrajero llegó y tardó casi veinte minutos en abrir mi puerta (resulta que tengo una puerta particularmente segura), y al verme tirado en mi sofá lo primero que hizo fue comprobar que tuviera signos vitales.

Los tenía, y bastante fuertes: mi corazón latía, respiraba, y reaccionaba en automático al dolor; pero no volvía en mí. Isabel hizo lo que cualquier persona sensata hubiera hecho; me agarró a madrazos a ver si yo reaccionaba. Le escribió a María y ella (que estaba muy lejos) le dijo que llamara una ambulancia, cosa que Isabel procedió a hacer. También ahora sí llamó a mi familia.

Los primeros en llegar fueron los policías, que al verme por supuesto que lo primero que pensaron fue que yo me había metido vayan ustedes a saber qué psicotrópicos de alta intensidad. De cualquier forma dice Isabel que se portaron muy bien; ellos fueron por los paramédicos que fueron los que me pusieron suero por vía intravenosa, que fue lo que causó que yo comenzara a responder (y vomitar espectacularmente… ay, mi mixiote).

Los paramédicos lamentablemente no llevaban ambulancias; era el primer viernes de diciembre, y sencillamente no había disponibles, así que entre mi hermano e Isabel consiguieron por fin una de un hospital privado, donde por fin me llevaron. Pero si hubiera sido algo de verdad de emergencia, sencillamente me hubiera muerto.

Y entonces me hospitalizaron.

Los doctores del hospital también estaban convencidos de que yo me había metido sicotrópicos de alta intensidad, y no fue sino hasta que salieron mis análisis que vieron que lo único que tenía para ese momento en el cuerpo era suero, porque mi pobre mixiote acabó desparramado entre mi departamento y la entrada de mi edificio (en el hospital ya no vomité mixiote; para ese momento había llegado al alegre estado que mi cuñada define como “vomitar las entrañas”).

Cuando por fin volví en mí, yo no me sentía exactamente mal; me dolía la cabeza, pero eso era todo. Lo único es que tenía una agotamiento que no creo haber tenido jamás en mi vida. No podía ni siquiera sentarme en mi cama. Como sea, convencieron a los doctores de que me dejaran dormir en casa, porque no estaba descansando en la cama del hospital y a mí me parecía de simple viveza que lo que más necesitaba en ese momento era de hecho descansar. De cualquier forma me estaban abarrotando de antibióticos (detectaron una infección con mis análisis), y no pude salir del hospital hasta cerca de las cuatro de la mañana. Me quedé en casa de mis suegros, por la sencilla razón de que era la más cercana; y estuvo bien, porque no hubiera aguantado el viaje hasta Xochimilco. Por poco vomito de nuevo en los diez minutos que hicimos Isabel y yo del hospital a casa de sus padres.

El sábado me llevaron a hacerme más análisis, y pasé todo el día acostado. El domingo ya me sentía mejor, y fui a ver a María a que me checara una vez más, y ayer por fin me dejaron regresar a mi departamento. Ya estoy bien, sólo sigo muy cansado y cualquier actividad física me agota en un tiempo ridículamente corto.

¿Qué me pasó? No tenemos ni puta idea; tengo una infección, pero no sabemos dónde y probablemente no sea muy fuerte, porque no tuve mucha fiebre ni me duele nada. Existe una posibilidad distinta de cero de que tenga diabetes, pero yo de verdad espero que no, porque eso apestaría mucho; además, mi azúcar parecía estar regresando a niveles normales. Yo en particular (que no soy doctor, ni he interpretado a uno en televisión) creo que sencillamente estoy muy cansado del viaje demencial que tomé, y que mi cuerpo estuvo aguantándose hasta llegar a casita para tener un completo meltdown.

Como sea, ahora estoy en reposo casi absoluto, tengo prohibidísimo manejar así que me quedo en casa, y como no tengo permiso de cansarme ni estresarme, yo creo que me voy a pasar una semana jugando en mi PS3. Tal vez debería ponderar más acerca de que pude haberme muerto, de que Isabel, mis vecinos y familia (y la familia de ella) salvaron mi vida, y de que mi puerta es muy difícil de abrir incluso con cerrajero; pero la verdad ahorita sólo quiero descansar y regresar a mi estado normal. El que sea que es.

Ya luego consideraré las repercusiones que este “evento” tendrá en mi vida. Ahorita al parecer estoy bien, y eso es lo más importante.

Eso, y que tengo mucha gente que me quiere, a la cual preocupé horriblemente durante unas horas, y a la que no quiero volver a preocupar de ser posible.

13 Comments (Open | Close)

13 Comments To "Y entonces me hospitalizaron…"

#1 Comment By Erik On diciembre 6, 2011 @ 4:38 PM

Que te recuperes pronto, y no sea nada grave.
Sigo tu blog desde hace un par de años y aunque no siempre comparto tus puntos de vista me gusta la forma en que los expones.

#2 Comment By Canek Amador On diciembre 6, 2011 @ 4:56 PM

…”El orgullo, dije yo, estoico.”

Habría respondido lo mismo; mejórate pronto.

#3 Comment By Acoatl On diciembre 6, 2011 @ 9:14 PM

Viejo ya deja las drogas, enserio a mi me paso algo muy parecido despues de una noche de 10 variedades de alcohol de distintos grados, mucha marihuana y 3 latas de redbull con aspirinas, si es eso pues ya sabes que paso, pero si no, pues yo me preocuparia mas y compraria un seguro

#4 Comment By Omar On diciembre 7, 2011 @ 12:08 AM

Híjole Canek, que susto. Me da mucho gusto que te sientas bastante mejor, ojalá que sigas recuperándote y que disfrutes tus vacaciones en reposo.

#5 Comment By G Alberto Glez On diciembre 7, 2011 @ 10:15 PM

No pues mi estimado, a nombre mío y de Sol, que te mejores, esperamos verte pronto de regreso por la Fac. un saludo!! ;)

#6 Comment By Oscar On diciembre 8, 2011 @ 10:21 AM

cuidate! ya se me hacia raro que no hubieras escrito los ultimos dias. Yo llego a mexico el sabado despues de 3 annos de estar afuera… a ver si no me da el patatus a mi tambien.

saludos y cuidate!

#7 Comment By Fa On diciembre 9, 2011 @ 2:18 PM

¿Cómo sigues? Que bueno que no pasó a más gracias todos los que te ayudaron. Cuídate, pero en serio.

#8 Comment By Aioros84 On diciembre 10, 2011 @ 7:35 PM

¡Bienvenido a México! (seguro fue el mixiote) :-)

#9 Comment By Bigus Dickus On diciembre 11, 2011 @ 2:17 PM

Es lo malo de la Ciudad de Mexico, los taqueros y fritangueros son medio sucios, aun en negocios aparentemente limpios. No se sabe lo que hacen en la cocina donde nadie los ve, ni donde compran la carne.

Hace varios meses fui al DF y por casualidad me metí al mercado de la Merced donde venden carne de res en unos puestos bastante sucios y apestosos, donde dejan la carne ahí en las tarimas todo el dia sin ningun tipo de refrigeración y quien sabe si la sacan de un dia para el otro. No se si las autoridades esten enteradas de eso o se hacen patos. A lo mejor se les hace normal tanta cochinada.

#10 Comment By Canek On diciembre 11, 2011 @ 2:49 PM

Como en todos lados, depende. En provincia me han tocado ver los puestos de comida más asquerosos que he visto en mi vida; en la Ciudad por supuesto que hay lugares sucios, pero no es la norma. Y en particular El Gran Rábano es un excelente local, que lleva casi 60 años dando servicio, y jamás he tenido ninguna queja con él. Mi novia comió conmigo, e incluso probó mi comida, y no le pasó nada.

En pocos lados se come tan bien como en la Ciudad de México. Oaxaca y Yucatán me vienen a la cabeza, pero fuera de esos dos estados, la comida de la Ciudad es la mejor del país; en gran medida porque uno encuentra comida de todo el resto del país.

Y al parecer el problema fue que el calentador de agua que me instalaron tenía mal la salida del gas quemado, y que el episodio fue causado por intoxicación con gas.

#11 Comment By Bigus Dickus On diciembre 11, 2011 @ 5:27 PM

Asi que fue intoxicación por CO2 debido a la negligencia criminal de los plomeros o de los fabricantes de los calentadores.

Alguien ya debería estar en la carcel por esto. Pero desgraciadamente en México no hay pex, a pesar de estar a punto de matar a un cristiano se puede seguir instalando negligentemente calentadores o seguir vendiendo calentadores defectuoses como si nada.

#12 Comment By Canek On diciembre 11, 2011 @ 6:33 PM

Soy ateo, pero gracias por el sentimiento.

#13 Comment By Erick Z On diciembre 14, 2011 @ 5:21 PM

Con razón se me hacía raro no verte conectado, qeu bueno que ya estas mejor. Aunque yo creo que tambien tiene que ver la edad. Espero que nos veamos pronto y ya que no puedes manejar pues creo que te iremos a ver a tu casa.