Permanentemente venido

Yo soy un hombre de fe.

Por supuesto no de fe en dios ni ninguna otra pendejada de ese estilo; tengo fe en pendejadas de estilos muy distintos. Pero en general son cosas suficientemente abstractas y/o lejanas como para que dicha fe sea puesta seriamente a prueba.

Desde hace varias semanas he comenzado a tener fe en algo que es muy concreto, y por lo mismo muy fácil que dicha fe sea puesta a prueba. Y ah cabrón cómo ha sido puesta a prueba. A veces mi fe titubea.

Pero quiero tener fe en esto. Es (como cualquier otro tipo de fe), una decisión que yo tomo, y entonces agarro fuerza y esas dudas desaparecen, y me acerco a un estado parecido al que los católicos llaman estado de gracia.

(Que la analogía correcta, me parece, es como un estado de orgasmo continuo. Permanentemente venido.)

Así que, a pesar de ser puesta a prueba (y más en los últimos días), mi fe resiste. No me queda claro cuánto tiempo lo hará, eso sí.

Pero tengo fe en tener fe. Lo cual causa un cierto tipo de recurrencia; pero eso es otra discusión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *