Primero de septiembre

Hoy debía ser un día intenso, pero agradable. Comenzó un taller aquí en la Ciudad (de hecho en el iMate) donde se discutirán diversos problemas muy interesantes, y al que acudirán diversos investigadores aún más interesantes.

Con mis clases se me complicaba un poco el día, pero di por hecho que podría manejarlo. Eso fue hasta el cuarto para las doce, cuando me llamaron para avisarme que el hermano de uno de mis mejores amigos había muerto en un accidente absurdo de tráfico. Inmediatamente salí de CU para estar con mi amigo, en una de esas situaciones espantosas para las que sencillamente no hay forma de estar preparado.

Para completar el día de sorpresas, alrededor de las nueve de la noche me llamó mi hermano; que mi papá estaba en el hospital porque en un examen de rutina (para un malestar que no tenía nada que ver) le habían detectado una presión arterial altísima.

Me despedí de mi cuate en cuanto pude, pidiéndole que me llamara por cualquier cosa que pudiera ocurrir, y fui al hospital a pasar varias horas aburridísimas mientras revisaban y arreglaban a mi papá. Él se veía bien; la presión alta ni siquiera le molestaba, y lo desagradable más que nada fue el hartazgo de estar esperando con él y mi hermano.

Pero después de lo que había pasado en la mañana, me sentí afortunado de poder pasar tiempo con mi familia, aunque ciertamente no fueran las mejores circunstancias.

Muy tarde salimos del hospital; mi hermano se llevó a papá a su casa (ya mucho mejor y con instrucciones exactas de qué tiene que hacer y cómo; va a estar bien), y yo fui a ver a mi cuate una vez más.

Definitivamente no quiero otro día como hoy nunca. Y no puedo ni siquiera comenzar a imaginarme la situación en que está mi cuate; la sola idea de perder a mi hermano me resulta espantosa.

Espero que él y su familia puedan sobreponerse en no mucho tiempo. Pero sé que nada que diga o haga puede mitigar el dolor por el que están pasando; y eso me hace sentir triste e inútil.

Cuando me enteré al medio día, y luego de hacer algunas llamadas avisándoles a otros conocidos, le llamé a mi hermano y le dije que lo quería. Sé que no nos llevamos siempre de la mejor de las maneras, y que tenemos más características discordantes que en común. Pero eso no evita que de verdad nos queramos, y yo sí quería decírselo explícitamente.

Por si las dudas. Nadie sabe qué va a pasar la próxima vez que trate de cruzar la calle.

Un comentario sobre “Primero de septiembre

  1. Un amigo mío acaba de morir, atropellado también, lo peor de todo es que uno no está a salvo en ningún lugar, él estaba en la banqueta, y la muerte no fue inmediata, pasó una semana en que todos estuvimos pendientes de su recuperación. Es absurdo, porque hace menos de 2 años que lo habían atropellado, y ya había salido una vez.
    Sé lo que pasaste este día, si a nosotros los amigos nos duele imagínate una familia destrozada. ¿Por qué la gente insiste en decirte que “ya era su hora”? No era su hora si el pendejo del carro se hubiera fijado.

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