La caída de la Serpiente Negra

No había podido escribir porque había estado particularmente ocupado estos días, reescribiendo en C un programa que Bernardo y Silvia habían hecho en Mathematica, así que no conté del suceso que terminamos llamando La caída de la Serpiente Negra.

El martes en la mañana, antes de las nueve, salimos en las bicicletas rumbo a la universidad. La ida a la universidad puede ser muy rápida, porque es de bajada aunque de pendiente poco pronunciada. Íbamos bastante rápido, y a lo puro güey porque de hecho íbamos con tiempo de sobra.

Un carro unos cincuenta metros adelante de nosotros salió de uno de los múltiples estacionamientos de la universidad, y se quedó ocupando como el 80% de la banqueta. Armando iba adelante, y como no dio muestras de querer detenerse yo me seguí tras de él.

La cosa estuvo así: Armando se bajó un poco de la banqueta por la pendiente de la salida de carros, y cuando trató de subir de nuevo la llanta delantera se le enrrieló con el pequeño desnivel que hay entre la pendiente de la salida y la calle. Entonces se cayó.

Yo iba a unos tres metros detrás de él, con frenos básicamente inservibles, y me vi de repente volando en el aire, cuando mi bici utilizó la llanta trasera de la suya como rampa. Dudo mucho que hubiera alguien con una cámara listo para inmortalizar nuestra pendejada, pero hice un escueto diagrama de cómo estuvo la situación:

La caída de la Serpiente Negra

La caída de la Serpiente Negra

Realmente no me separé de la bici hasta tocar el suelo, pero creo que es válido tomarse ciertas licencias dramáticas. Como sea; en algún momento algo golpeó mi pantorrilla derecha (estoy casi seguro que el pedal), otra cosa golpeó mi muslo izquierdo (el manubrio, creo), mi hombro se raspó cuando lo metí para rodar tratando de protejer la laptop (que siempre cargo), y dejé de rodar cuando mi cabeza decidió que quería frenar. Usando el suelo como medio de fricción.

En ese momento pasaron varias cosas. La primera es que me detuve, y tardé medio segundo en recuperarme del golpe en la cabeza (estoy acostumbrado; hubo una época de niño que diaro me golpeaba la cabeza). En ese medio segundo, mis lentes salieron volando con el golpe, y mi mochila que venía detrás de mí en el aire golpeó el suelo. Como fue mi medio segundo de pendejez dada la contusión craneal, no me di cuenta de eso último.

De mis lentes sí me di cuenta, y en cuanto me recuperé (en medio segundo, repito), lo primero que hice fue ver que estuvieran bien. Lo estaban, si bien algo más abiertos que lo normal (son de titanio, pero el cristal es fácilmente rompible). Después dejé mi mochila en la banqueta, y olvidándome de la bicicleta atravesada en el primer carril de la calle, caminé unos pasos evaluando los daños en mí y preguntándole a Armando si estaba bien.

Por supuesto lo estaba; a pesar de que fue él quien se cayó primero, fui yo el que tuvo la caída más aparatosa. Y por cierto, la pinche gringa que sacó el carro agarró y se fue sin ni siquiera preguntarnos si teníamos todas nuestras partes funcionando.

El golpe en la cabeza fue bastante leve (repito; tengo experiencia), el golpe en el muslo no pasaba de molesto, y el raspón del hombro más que nada ardía al frotarse con mi ropa. Pero lo más doloroso fue la pantorrilla; no sé cómo fue el golpe, pero se me hinchó de forma bastante impresionante, y dolía mucho al caminar. Mas nunca se hizo ningún moretón, y era obvio que no tenía fractura de ningún tipo (el dolor era muscular), así que lo dejé ser y hoy ya casi no duele.

Lo más doloroso no tuvo que ver con mi cuerpo sin embargo; al sacar mi laptop de la muchila, reparé en el golpe que inicialmente ignoré porque fue concurrente con mi golpe en la cabeza. La laptop golpeó en la esquina de atrás a la izquierda, por debajo, protegida en gran medida por la mochila, pero sí se rompió un poco la cubierta de plástico. Pero lo feo fue que se rompieron los ganchillos de plástico que hacen que la laptop permanezca cerrada; se los pegué con kola loka (que contrario a lo que pudiera pensarse, aquí se llama krazy glue), pero quedó medio descuadrada y no es tan fácil cerrarla ahora como antes, pero sí se puede.

Fuera de eso, la maldita máquina está perfecta; tenía la laptop suspendida y supongo que el golpe desconectó un segundo la batería, porque tuve que prenderla: pero todo funciona como debe ser, DVD incluido. Realmente me impresioné; dada la fractura en la cubierta de plástico se ve que el golpe estuvo cabrón, pero la laptop básicamente está intacta. Siempre había tenido la impresión de que las VAIO eran medio frágiles; cambié totalmente de opinión.

Es el único accidente digno de mención que hemos tenido con las bicicletas, y más que nada nos hemos estado riendo al recordarlo (aunque sí estuve preocupado unas horas por mi laptop). Sólo espero que sea el único.

Un comentario sobre “La caída de la Serpiente Negra

  1. la gringa se les quedo viendo moviendo su cabeza en desaprobacion mientras murmuraba: stupid spics!
    es broma, me gusta mucho tu blog, espero que te encuentres bien.

    saludos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *