Tres semanas

En tres semanas exactamente serán las elecciones presidenciales de este año. Y yo sigo con mi misma cantaleta: voten, y convenzan de lo mismo a todos los conocidos que tengan. O al menos hagan el intento.

Hoy centraré mi argumentación en algo que mucha gente da como imposible: el fraude electoral.

Hoy me preguntaron si era posible que hubiera fraude electoral este 2 de julio. La respuesta es sencilla: siempre existe la posibilidad de fraude en todas las elecciones, en todos los países. No importa qué tan maduros sean electoralmente, qué tan vieja sea la tradición democrática, lo cierto es que siempre es posible.

Por supuesto, el México de hoy no es el mismo de hace 18 años; no creo que el Jefe Digo pueda volver a quemar las boletas electorales como en 1988. No como fue en esa ocasión, al menos: sin duda alguna les sería mucho más difícil ahora… pero eso no significa que no puedan intentarlo. E incluso conseguirlo.

Los fraudes electorales no sólo consisten en llenar las urnas con boletas pretachadas, o en hacer que los muertos voten. Esos casos creo que sí están cubiertos por los mecanismos de seguridad del IFE, que no es el IFE de Woldenberg pero ni de chiste, pero que al fin y al cabo continúa sobre el trabajo que hizo posible que el PRI perdiera la presidencia.

Pero hay muchas formas de hacer fraude electoral; exigir votar por un partido a cambio de ayudas sociales (y eso ocurre mucho en las zonas rurales del país, y con todos los partidos), la manipulación de ciertos sectores sociales, la coherción de otros, etc. El fraude electoral siempre es posible. Eso es importante, lo voy a poner en negritas:

El fraude electoral siempre es posible.

Pero dado que yo sí creo que el padrón es confiable (hasta donde es razonable), y que los mecanismos del IFE evitan los fraudes más descarados (hasta donde es razonable también), eso limita las posibilidades de quienes quisieran hacer fraude a cosas como el chantaje, la coherción y la manipulación sobre ciertos sectores sociales.

Y aquí es donde es fundamental que vote la gran mayoría del electorado: porque no se puede chatajear, cohercionar y manipular en masa. Se puede hacer sobre muchos, pero definitivamente no sobre la mayoría.

Entre más gente vote, menos pesará en el resultado el voto cohercionado, chantajeado o manipulado. Y los fraudes descarados (que no pueden ser masivos) que se den en otros lados.

Así que si no les gusta ningún partido o candidato, de todas formas voten para ayudarnos a todos a que el que sea que quede como presidente, sea realmente el que elija la mayoría. Y convenzan a todos los que puedan de que hagan lo mismo: como dijo Brozo, pamba a quien no tenga manchado el pulgar el 3 de julio. O al menos lo miran feo.

Como con absolutamente todo, el que haya posibilidad de fraude depende en gran medida de cuántos le entremos a la elección ese día. Entrémosle todos, y que gane el que la mayoría (de forma limpia, democrática) decida.

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