Transportes Marítimos Mexicanos

En mi primer trabajo, la “oficina” era una casa (grande, pero casa), y trabajaba con otros cinco programadores, un administrador, una secre, dos “arquitectos”, y uno o dos jefes, dependiendo de cómo contáramos. Era un grupo de trabajo bastante lamentable; buenas gentes, pero… limitadas. Duré tres meses haciendo programitas en Power Builder.

¿Sabían que Power Builder es la herramienta del diablo, no? Y no me refiero a que sea difícil de usar, o incómoda. Me refiero a que es el medio por el cuál el Malo De A Deveras, el Patas-de-Chivo, el Anticristo en persona succiona las almas de los pobres programadores condenados a tener que hacer aplicaciones con “cueris” y “ventanitas”.

En mi segundo trabajo éramos siete programadores, un CTO, un CEO, un contador y dos más que se dedicaban a “ventas”. No soy mamón cuando digo que teníamos un ci-ti-ou y un ci-i-ou: los mamones eran ellos que ponían eso en sus tarjetas de negocios:

Serge Kruppa: CTO, Simitel

El buen Serge. Era un buen lugar para trabajar; probablemente lo siga siendo. Tenía que ser un buen lugar: duré un año a pesar de que hacía más de hora y media en llegar de mi casa a la oficina (que sí era propiamente una oficina), y hora y media en regresar. De hecho, la ubicación de la oficina era la única desventaja; en esa compañía pasé mi mejor experiencia laboral en la Iniciativa Privada.

Ahora trabajo en una compañía que es como un gran padrote, y que en lugar de tener putas tiene programadores. El cliente llama al padrote (mis jefes), y si les gusto (o sea, tengo lo que ellos quieren), me mandan. Es mi deber satisfacer al cliente. Y soy una completa zorra insaciable.

Así que después de cuatro años de carrera universitaria, terminé siendo puta. Cara, eso sí, pero puta al fin y al cabo.

Mi primer cliente fue ING Comercial América. Él me gustaba. Me trataba bien, y no pedía nada extraordinariamente locochón. Pero eso no era tan importante para mí; estoy acostumbrado a dar lo que el cliente pide. Lo que me encantaba era que hacía veinte minutos de mi casa a la suya. Después de trabajar un año perdiendo tres horas diarias en ir y venir al trabajo, uno desarrolla cierta fobia a la idea.

Lamentablemente ING decidió que no necesitaba mis servicios y me vi ante la perspectiva de ir a trabajar a Santa Fe, o quedarme sin chamba. Y Santa Fe es un no-no-doble-no, así que estuve desempleado unas semanas antes de que mi padrote me consiguiera otro cliente.

El nuevo cliente es TMM: Transportes Marítimos Mexicanos. Como ING, es una empresa enorme con cientos de empleados. Como ING, su mayor ventaja es que está muy muy cerca de mi casa.

Llevo una semana, y todavía estoy viendo cómo se desenvuelven las cosas. Me gustaría quedarme; no hago nada terriblemente interesante, pero está muy cerca de mi casa. Y de cualquier forma, no está ahí mi futuro.

Nunca lo ha estado.

Un comentario sobre “Transportes Marítimos Mexicanos

  1. We all miss you Canek, it was the good old time and you made your impression on Simitel – we keep on using Gentoo, that’s only one of your many legacies. I’m glad to hear you’re not wasting your life in public transportation anymore – and I wish you best of luck in all your endeavors!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *