Los quejumbrosos

Hay un sector pequeño (y que por lo tanto no tiene mucha relevancia a la hora de contar los votos), pero en mi opinión importante. Es gente que posiblemente vaya a votar por la Transformación este dos de junio; que en el peor de los casos sencillamente no votará; pero que jamás votarían por nuestra desesperada y triste oposición, porque son fundamentalmente personas decentes.

Eso sí, se quejan de un chingo de cosas; y por eso me gusta llamarles los quejumbrosos.

La mayoría de las quejas que tienen son resultado, en muchas ocasiones, de que viven en su búrbuja (como gran parte de los que no apoyan la Transformación) y entonces creen muchas veces en cosas que son falsas, como que de verdad casi no hay medicamentos en los hospitales públicos y que además es porque son incompetentes los de la Transformación; o que los libros de texto gratuitos ya no tienen matemáticas, porque a la Transformación no le parece algo importante que deban estudiar los niños.

Sin embargo, están conscientes de que el PRI es actualmente una bazofia (y de hecho en general nunca votaron por el PRI y nunca lo harían); saben que el PAN está asociado al fascismo y el mochismo y que no es muy distinto del PRI; que votar por el cascarón podrido del PRD es básicamente tirar a la basura dicho voto; y que MC es, en el mejor de los casos, intrascendente.

Entonces votan por Morena, básicamente bajo protesta diciéndose que de todo lo malo, es lo menos pior; o no votan, en el peor de los casos.

Como digo al inicio, muchos integrantes de este sector son fundamentalmente gente decente; les interesa (al menos en teoría) que disminuya la desigualdad económica; son progresistas en cuestiones de género y la comunidad LGBTAQRZXWΓΨΘД; son “indigenistas” superficialmente (van a Tepoztlán, si no es que tienen casa de fin de semana ahí, y usan huipiles o similares); y son, en resumen, lo que en mis círculos movilizados siempre describimos como “izquierdistas” de café: se dicen izquierdistas, pero la acción izquierdista más fuerte que jamás han hecho, es discutir sus opiniones “progresistas” mientras se toman un café en Coyoacán.

En defensa de ellos, generalmente salen a votar; y cuando lo hacen (como dije arriba) lo común es que lo hagan por los candidatos que representan las causas que en los hechos compartimos. Pero básicamente esa es su única contribución a la democracia en México; y, como ya mencioné, a veces ni eso.

En general nunca se han movilizado. Si los cuestiona uno por qué nunca se han movilizado, probablemente responderán que nunca sintieron que su participación en una movilización pudiera servir de algo; pero en el fondo siempre hay un sutil (y es posible que a veces inconsciente) desprecio por la banda que sí se moviliza: para gente educada, como ellos (suelen tener una muy amplia y buena educación), el estar marchando, estallando huelgas o participando en plantones es inherentemente algo que le corresponde a la gente debajo de su condición. Porque son, aunque muchas veces ni se den cuenta, increíblemente clasistas.

Bueno, estos cabrones suelen ser de los críticos más vocales de la Transformación; muchas veces por literalmente ignorancia de que ni siquiera se toman en serio la responsabilidad que tienen de mantenerse bien informados; pero a veces con toda la razón del mundo. Es gente en general preparada y (repito) fundamentalmente decente: si algo les parece mal y no es una tergiversación o invención de nuestra desesperada y triste oposición, es altamente probable que tengan un punto que merece ser atendido.

La cosa es que es desesperantemente difícil tomarlos en serio porque normalmente ignoran el contexto y las prioridades del movimiento que es la Transformación (por el bien de todos, primero los pobres); y porque creen nada más que porque tienen la razón (probablemente, a veces), que las cosas deberían hacerse como ellos quieren en automático, como si fuera magia.

No están dispuestos ni a escribir y firmar una carta, en muchos casos; mucho menos movilizarse de ninguna manera. Porque eso está por debajo de ellos, evidentemente.

Las conversaciones con los quejumbrosos acerca de sus quejumbres suele ser de este estilo:

  • Quejumbroso: Está mal X.
  • Chairo: OK, ¿por qué?
  • Quejumbroso: Porque no me gusta.
  • Chairo: Mmmhh, interesante argumento, ¿puedes elaborar?
  • Quejumbroso: Elabora, y sorprendentemente tiene sentido lo que dice.
  • Chairo: Ah, OK, ¿qué propones para solucionarlo?
  • Quejumbroso: Ese no es mi trabajo; pero X está mal.
  • Chairo: Sí, bueno; reconocerlo es el primer paso, pero necesitamos más para poder resolverlo.
  • Quejumbroso: OK, deberían dar más dinero a Y.
  • Chairo: OK, ¿a cuántos mexicanos afecta X?
  • Quejumbroso: A mí y a otros tres güeyes.
  • Chairo: ¿Sí te das cuenta que hay como putamil grupitos como el de ustedes que también quieren dinero?
  • Quejumbroso: Sí, pero nosotros sí somos importantes.
  • Chairo: OK; ¿qué están dispuestos, tú y tus tres amiguitos, a hacer al respecto?
  • Quejumbroso: Nada.
  • Chairo: Oh.
  • Quejumbroso: Excepto tal vez quejarnos cuando tomemos café en Coyoacán.
  • Chairo: Oh.
  • Quejumbroso: En particular cuando tomemos café contigo.
  • Chairo: Oh. Oh no.

Obviamente estoy caricaturizando; pero de verdad a veces así se siente, especialmente porque yo suelo ser el chairo de la ecuación. Y tengo suficientes amigos y colegas quejumbrosos como para que ya me tengan medio hasta la madre de que se quejen conmigo. Tampoco ayuda que nunca los escuché quejarse de los gobiernos priistas neoliberales y panistas, cuando esos gobiernos literalmente estaban destruyendo al país y causando decenas de miles de muertos. Ahora es cuando se quejan.

Una cosa que ocurre más comúnmente de lo que uno esperaría, es que los quejumbrosos dicen que no hacen nada (más que quejarse en redes sociales, que es el equivalente moderno de quejarse en un café de Coyoacán) porque temen “represalias”. Es muy difícil no perderles todo el respeto ahí y en ese momento, cuando mataron, desaparecieron, torturaron y encarcelaron a miles de mexicanos en nuestro movimiento para que pudiéramos tener a este gobierno de Transformación, que por muchas fallas que tenga (y que estamos coscientes que las tiene), representa y encarna nuestras demandas de décadas. Y que dicho gobierno no mata, desaparece, tortura o encarcela a sus críticos, hecho del que cualquiera con dos dedos de frente puede percatarse.

No se sienten parte del movimiento de Transformación porque no lo son; nunca se han movilizado los cabrones, repito.

Y fallan en comprender que la Transformación, que Morena, es un movimiento. No es nada más un partido político; no es nada más gobernantes, legisladores y políticos profesionales: es un movimiento popular de masas.

La enorme mayoría de la gente que se moviliza por Morena y la Transformación son, por definición, ciudadanos comunes y corrientes. No esperan un cargo político; ni siquiera esperan un beneficio específico, mucho menos económico. Están ahí porque creen en el proyecto de nación y están (estamos) convencidos de que implementarlo resultará en beneficios para todos (incluyendo nuestros mismos adversarios políticos); en general de forma indirecta, muy pocas veces de forma directa. Venga, ya estamos viendo en este sexenio que sí funciona.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Y no entienden que ese proyecto no fue una idea genial del Peje; como su continuación no será una idea genial de Claudia: es un trabajo en equipo de formar un enorme consenso nacional, donde participan muchísimos miembros del movimiento. No los dirigentes nada más; no los representantes nada más: el pueblo movilizado que forma las bases de Morena. Así está construido ese partido político, de origen.

No les cabe esto en la cabeza a los quejumbrosos, porque en el fondo muchos sienten que la gente movilizada son acarreados, o borregos, o carne de cañón política. No es así; y esto es fácilmente demostrable si van y se paran un día en estas movilizaciones: sí, de repente hay acarreados (lamentablemente se volvió una práctica casi fundamental del sistema político mexicano gracias al PRI, y no la hemos erradicado por completo); pero es medio trivial descubrir que la enorme mayoría de los movilizados no son acarreados. Por eso ganamos las elecciones con los márgenes que vemos.

Yo no estoy registrado con Morena (aunque he sido representante del partido en casilla), pero sí conozco a muchos miembros. Y no sólo académicos o antiguos compañeros de lucha; conozco obreros, jubilados, maestros que son miembros de Morena. Casi todos participan en las discusiones de cómo están las cosas y qué es lo que hay que hacer hacia el futuro: son miembros fundamentales del movimiento. Y se les toma en cuenta; no existirían estos niveles de aprobación y de intención de voto si no fuera así. Es por eso que cosas como la ridícula alianza del partido con Jorge Hank Rhon se cayó a pedazos: las bases en Baja California increparon a los dirigentes que cómo chingados hacían eso y se les escuchó.

(Por cierto; es de risa loca ver cómo estas bases de Morena, muchas veces con sólo primaria o secundaria como educación formal, suelen estar mucho mejor informadas que gente que me consta que tiene muy buena educación y que no es idiota.)

Entonces estos adorables quejumbrosos, que (en general) nunca se han movilizado en su vida, pues tampoco se han movilizado, ni a favor ni encontra, del Movimiento de Regeneración Nacional. Eso “no sirve de nada”, o puede “causar represalias”, o es sólo “para acarreados”.

Y se sorprenden de que sus intereses específicos (que suelen afectar a tres güeyes) no sean la principal prioridad de la Transformación.

¿Quieren que ciertas políticas o programas cambien, se reemplacen o implementen? Bueno, ¿qué van a hacer al respecto, además de quejarse en un café de Coyoacán o poner una publicación en sus redes sociales? Porque si nada más hacen eso, sirve exactamente lo mismo que una chingada.

Los de Morena están (estamos) movilizados. Es en principal beneficio de los quejumbrosos que también se movilicen.

No es un problema que se reduzca a números; es un problema de convencer. Porque en una democracia tienen que convencer a la mayoría, la “buenitud” de un programa o política por sí misma no basta para que se implemente. Y sus grados académicos, riqueza personal o inteligencia no son en sí mismos suficientes para que nos convenzan: ¿cómo se implementa el programa? ¿En qué beneficia al país, de preferencia con respecto a los más necesitados? ¿Es sostenible, seguirá siendo factible en 50 años? ¿Se puede convencer a parte de la iniciativa privada para que le entre al financiamiento? ¿Se puede generalizar para que beneficie a la mayor parte posible de la población?

Le tienen que entrar al juego político: porque todos tenemos que entrarle al juego político; que la vida pública sea cada vez más pública. Lo mínimo es votar, pero hay que participar en los foros de consulta, en los pebliscitos, en las movilizaciones.

Jon Stewart regresó, después de 9 años, a dirigir The Daily Show los lunes, y en su primer programa dijo algo que a mí me gustó mucho (los gringos votan el 5 de noviembre):

And it’s all going to make you feel like Tuesday, November 5, is the only day that matters. And that day does matter. But, man, November 6 ain’t nothing to sneeze at, or November 7. If your guy looses, bad things might happen. But the country is not over. And if your guy wins, the country is in no way saved. I’ve learned one thing over these last nine years. And I was glib at best and probably dismissive at worst about this. The work of making this world resemble one that you would prefer to live in is a lunchpail fuckin’ job, day in and day out, where thousands of commited, anonymous, smart, and dedicated people bang on closed doors and pick up those that are fallen and grind away on issues till they get a positive result. And even then, have to stay on to make sure that result holds. So the good news is I’m not saying you don’t have to worry about who wins the election. I’m saying you have to worry about every day before it and every day after. Forever.

Se aplica exactamente lo mismo aquí en México: es nuestra chamba, queridos lectores, de todos los mexicanos. No importa por quién votemos o qué programas o políticas prefiramos. Y es para toda la vida.

¿Quieren seguir nada más quejándose en un café de Coyoacán o publicando entraditas en sus redes sociales? Digo, pueden hacerlo, nadie los obliga a otra cosa. Sólo entiendan que no sirve absolutamente para nada.

¿Quieren ver cambio positivo? Dejen de estar de quejumbrosos y movilícense. Y sigan movilizándose; una y otra y otra y otra vez: cada día todos los días.

Para siempre.

Puro

Tal vez debí escribir esta entrada antes de reseñar The Saint’s Magic Power is Omnipotent, pero sin duda alguna debo de hacerlo antes de que reseñe mi siguiente animé.

Todo lo que sigue es cómo entiendo yo entiendo el asunto; es posible que esté interpretando mal ciertas cosas, en cuyo caso ofrezco una disculpa por adelantado: pero tampoco es como que importe demasiado, me parece.

Lo que quiero discutir en esta entrada es lo que, al menos en los subreddits de animé y manga, pero también en comentarios YouTube y otros rincones de internet, es denominado como contenido wholesome.

El término, cuya traducción literal debería ser entero, porque es literalmente a lo que se refiere uno cuando habla de pan de trigo entero o integral (dícese, no tan procesado como el blanco), en algún momento comenzó a usarse en internet para referirse a contenido “bueno”.

Pongo “bueno” entre comillas porque no me refiero a la calidad; me refiero a las cualidades éticas y (supongo) morales de dicho contenido: simplificando, algo es wholesome cuando deja a básicamente a todo mundo que lo consume sintiéndose bien y contento.

Casi siempre (pero no siempre), el contenido wholesome tiene un fuerte componente romántico; pero a diferencia de otras formas popularizadas de romance, suele no tener drama: esto descarta a la mayoría de las comedias románticas de Hollywood de calificarlas como tales (según yo lo entiendo).

Si uno mete wholesome en Google Translate, la máquina contesta con el término “sano”, que supongo está bien en el contexto de pan Bimbo; pero me parece que queda corto en el contexto de animés, que es donde primordialmente yo quiero usarlo. Yo voy a usar puro, porque se me da la gana; pero creo que también se queda un poco corto.

Un poco como con pornografía, el término puro en este contexto es fácil de reconocer, pero difícil de definir formalmente: a falta de mejor vocabulario de mi parte, daré dos ejemplos. Neon Genesis Evangelion definitivamente no es puro; mientras Cardcaptor Sakura es tal vez el ejemplo por antonomasia.

En general, casi no hay crueldad ni violencia en el contenido puro; la malicia suele no existir, siendo en general reemplazada por malentendidos, si acaso. Esto podría dar la impresión de que el contenido puro es aburridísimo, soso o meloso; pero en mi experiencia justamente los animés que se ganan el adjetivo suelen ser todo lo contrario.

Creo que muchos de los animés que más me han gustado en los últimos años fácilmente se pueden clasificar como puros, que es justo una de las razones por las que decidí tratar de definir el término.

También es importante señalar (me parece) que la pureza de un animé es generalmente ortogonal a su clasificación por edades: es mi impresión que el contenido puro justamente tiene la cualidad de poder encontrarse en series que no sólo son indiscutiblemente adultas, sino incluso en algunas que rayan en la pornografía. Hay todo un subreddit dedicado exclusivamente a hentai puro.

Por último, hay series que tal vez no son 100% puras, pero que tienen al menos una parte que puede clasificarse como pura (generalmente una relación romántica, no necesariamente entre los protagonistas principales).

Voy a comenzar a resañar múltiples series que o bien son puras, o tienen un porcentaje importante de contenido puro; son además, de las series que más he disfrutado en toda mi vida viendo animé, y me parecer importante hacer notar que es en gran medida por su pureza, ya que me he dado cuenta que a estas alturas del partido, disfruto muchísimo más el contenido puro que la acción o los dramas pendejos.

Y no me malentiendan: sigo disfrutando la acción y los dramas pendejos; nada más disfruto más el contenido puro.

Como sea; el último animé que reseñé (The Saint’s Magic Power is Omnipotent) es bastante puro, pero también es demasiado simple, al grado de rayar en aburrido. El siguiente animé que reseñaré es todo menos aburrido; y aunque es bastante arrecho, también es indudablemente puro. Espero que esta definición me ayude a explicar por qué me gustó tanto.

Shantae and the Pirate’s Curse

El siguiente trofeo que obtuve fue Shantae and the Pirate’s Curse.

Shantae and the Pirate's Curse

Shantae and the Pirate’s Curse

Recién adquirido mi PlayStation 4, en PlayStation Plus se hizo disponible Shantae: Risky’s Revenge – Director’s Cut, un videojuego de plataforma que (sorprendentemente) protagoniza Shantae, una adorable media genio. Genio-tres-deseos, no genio-soy-muy-inteligente; media porque su mamá era genio, pero su papá era humano.

Es un juego de los que yo denomino PSN, porque no tiene platino; por eso no escribí de él nunca (sólo escribo de mis platinos), pero sí lo jugué y pues está divertido. Es de arte en pixeles, que a mí en particular nunca me ha importado mucho, pero que mucha gente se vuelve loca con eso; los controles son bastante precisos y Shantae eventualmente adquiere poderes para transformarse en distintos animales que le permiten acceder a lugares que en su forma normal humana/genio no puede.

Más que eso, la historia es ligera y divertida, con Shantae siendo adorablemente sexy e inocente todo el tiempo; las transformaciones se consiguen haciendo que Shantae baile moviendo la pancita (belly dance); y la villana principal del juego (Risky Boots, una pirata) es más bien su eneamiga (frenemy)… aunque después de jugar Pirate’s Curse me parece que pseudo novia sería el término más apropiado.

Pirate’s Curse también salió para PS+, éste sí con platino, lo reclamé hace años, y ahora que regresé a jugar videojuegos decidí terminarlo; les digo que nunca me queda claro cuándo sí me deja jugar juegos que hubiera instalado antes con mi cuenta vieja, pero con Pirate’s Curse sí me dejó.

No hay mucho qué decir del juego; es bastante divertido y más o menos similar a los juegos de Nintendo de mi infancia. Incluyendo que en algunos casos es bastante difícil; hubo una parte exclusivamente de plataformas (sin combate), que sí pasé legítimamente una vez; pero para un trofeo donde tenía que acabar el juego con un límite de tiempo, de plano usé un glitch para brincármela, porque además de ser muy difícil toma bastante tiempo, y pues si se muere Shantae hay que comenzar de cero.

Otra cosa interesante de los juegos de Shantae es que tienen una historia que se continúa ininterrumpidamente desde el primer juego, que salió hace más de 20 años para el Game Boy Color; y ni siquiera hay un resumen de la historia al inicio ni nada por el estilo: los juegos comienzan y dan por hecho que el jugador sabe más o menos de qué va la historia. En su defensa, no es tampoco como que la historia sea muy complicada.

El juego me tomó menos de un mes terminarlo, jugando sólo unas cuántas horas al día; lo jugué al mismo tiempo que God of War Ragnarök, y a ese sí le dediqué mucho más tiempo.

Está simpático, Shantae y sus amiguitas son adorables, y el juego es sin duda alguna de los mejores de plataformas que he jugado en mucho tiempo. Así que yo sí lo recomiendo ampliamente.

Nuestra desesperada y triste oposición

En la primera entrada de esta serie no mencioné realmente a la oposición porque creo que podemos evaluar el desempeño de la Pejeadministración por sí misma o nada más comparándola con las administraciones anteriores, sin necesidad de compararla con la alternativa actual. Esto es importante porque, como dije entonces, si admitimos la realidad (el sexenio del Peje es el mejor del siglo XXI), entonces darle continuidad a su programa tiene todo el sentido del mundo, no importa quién sea la alternativa.

Pero si además consideramos la alternativa, entonces tiene todavía más sentido darle continuidad al programa del Peje, porque dicha alternativa (nuestra desesperada y triste oposición, que como ya he dicho me refiero a la dirigencia, gobernadores y legisladores de los partidos no afines a Morena) es tan patética que incluso con peores resultados la mayor parte del país seguiría prefiriendo al lopezobradorismo. Esto además cuadra con las encuestas de opinión, donde algunas le dan una aprobación de más de 70% al Peje, e incluso los agregados (poll of polls) le dan un promedio de alrededor del 69% de aprobación.

¿Por qué es patética, nuestra desesperada y triste oposición? Por una sencilla razón: no representan a casi nadie en el país, como mencionaba al final de mi última entrada en la serie.

Voy a hacer un pequeño resumen de los partidos fuera de la coalición encabezada por Morena para poner algo de contexto en la explicación de por qué no representan a casi nadie.

  • El Partido Revolucionario Institucional.

    El PRI duró, si contamos desde sus inicios como el Partido Nacional Revolucionario, más de 70 años en el poder. Mucha gente cree que eso ocurrió porque era un partido-gobierno autoritario y represivo; y no hay que equivocarnos, definitivamente era un partido-gobierno autoritario y represivo. Pero no fue por eso que duró más de 70 años en el poder.

    Eso lo hizo porque trataba (a tropiezos y no siempre de la mejor manera) de proteger a la mayor parte de la población. Eran autoritarios y represivos; pero también ofrecían educación y salud públicas y gratuitas entre muchas otras funciones que evidentemente le corresponden al Estado. Además, en lo general, el país se mantenía estable, mientras que casi todo el resto de Latinoamérica sufría golpes de estado y dictaduras militares. Por último, pero no por ello menos importante, hubo estabilidad económica durante muchísimo tiempo, ejemplificado por la relativamente poca devaluación frente al dólar durante treinta años (hasta 1958), seguido del periodo de estabilidad durante el cual el peso no se devaluó un centavo frente al dólar y el PIB creció enormemente durante casi veinte años (hasta 1976).

    Los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, aunque sin duda alguna contenían comunistas y similares, algunos de los cuales esperaban que fueran los precursores de una gloriosa revolución, fueron en gran medida para exigir que se abrieran los espacios democráticos en el país: no necesariamente porque las políticas mismas que el PRI implementaba se considerara que iban en contra del beneficio de la población.

    Y aunque el PRI (o, si quieren, una parte de su dirigencia) reprimió de manera criminal estos movimientos, en los hechos cedieron a sus demandas, lo que llevó a la reforma política-electoral de 1977 que permitió el registro de partidos de oposición de izquierda, siendo esto el inicio de lo que culminaría en 2018 con la elección del Peje a la presidencia. La democracia es lenta y aburrida.

    El inicio de la muerte del PRI comenzó en 1982, cuando se inauguró Miguel de la Madrid Hurtado como presidente. Con él se estrenaron las reformas neoliberales que justamente hicieron que los gobiernos priistas rompieran lo que en los hechos los mantuvo en el poder tanto tiempo: comenzaron a desatender las demandas de la población y a implementar un modelo económico que de manera absurda esperaba que el libre mercado resolviera las necesidades de la gente donde obviamente tiene que fungir como actor principal el Estado. Además de la corrupción y otros problemas sistémicos de siempre.

    Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo se han convertido en villanos de la historia política mexicana, con justa razón; pero les concedo que tenían un plan bien claro de a dónde querían llevar el país, a un modelo neoliberal donde el papel del Estado se ve disminuido porque elimina las regulaciones a las empresas privadas y privatiza a las empresas estatales… aprovechando eso además para robarse miles de millones de pesos y enriquecerse ellos mismos y a muchos de sus amiguitos.

    En el 2000 el PRI perdió la presidencia, pero no hubo realmente transición: Vicente Fox y el PAN, que para ese entonces llevaba casi una década negociando en lo oscurito con el PRI, tenían para motivos prácticos el mismo plan para el país, además del mismo gusto de robarse todo lo que pudieran. En los dos sexenios que gobernó el PAN fue donde se disparó la desigualdad, se terminó por destruir la red de seguridad social del Estado, además de que se desató la violencia en una ridícula “guerra” contra el narcotráfico donde resulta que el principal policía del país estaba coludido con el narco.

    Fue tan desastroso el sexenio de Felipe Calderón, deslegitimado desde el inicio de su sexenio cuando se robó la elección presidencial, que de plano le regresaron el botín a los priistas; aunque no se puede poner en duda que lo que pasó entre los años 2000 y 2018 (y se puede discutir que desde la muerte de Maquío), fue que realmente co-gobernaron el PRI y el PAN, juntitos los dos, implementando básicamente las mismas políticas y siendo básicamente igual de corruptos e incompetentes.

    Enrique Peña Nieto será, con casi toda certeza, el último presidente priista que existirá en la historia: a partir de 1988, con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, el PRI ha ido perdiendo cuadros y militancia, lo cual se ha acelerado en los últimos años, siendo la pérdida de la gobernatura del Estado de México lo que probablemente sea el último clavo en el ferétro del viejo dinosaurio. Es posible que el PRI pierda su registro a nivel federal, si no en las próximas elecciones, probablemente en las siguientes intermedias, y en ese caso yo no le veo mucho futuro como partido político: necesitaría limpiar su corrupción, y si se limpia a fondo la corrupción del PRI, ¿qué le queda?

    El PRI durante décadas tuvo una militancia masiva y leal; había obreros priistas; había maestros de todos los niveles priistas; había amas de casa y comerciantes priistas. Y no era nada más porque buscaran un hueso político; el PRI gobernante atendía demandas legítimas de la población, y un porcentaje muy grande de la misma correspondía con una lealtad en muchos casos bien justificada.

    El cambió de políticas por parte del PRI a partir de 1982, causó que desde 1988 comenzara una diáspora de esa militancia. Todavía existe una militancia priista, pero es un pálido reflejo de lo que en algún momento fue. Su dirigencia, al mando de Alejandro Alito Moreno, lleva años perdiendo elecciones y cuadros, y todo apunta a que para estas alturas, lo único que le preocupa es conseguir los cargos legislativos que pueda para que no lo metan a él y a sus asociados a la cárcel.

    ¿Qué ideología tiene el PRI? ¿Cuáles son sus plataformas? ¿Cuál es su proyecto de nación? ¿Qué propuestas concretas ofrece? No hay tal cosa: es el cascarón de un partido, que no representa realmente a nadie, cuya dirigencia está desesperadamente tratando de evitar la cárcel o aferrarse a las últimas migajas de poder que no han perdido.

  • El Partido Acción Nacional.

    El PAN nació como el partido de derecha, mocho, empresarial y contrarrevolucionario de México. Había una parte de su militancia que genuinamente le interesaba fortalecer la democracia; pero realmente era parte del sector empresarial, que quería sacar al Estado de que injiriera en la economía; y muchos mochos católicos, que no querían que las escuelas privadas y católicas se vieran obligadas a usar los libros de texto gratuitos, donde se enseña la evolución en lugar del génesis de la biblia.

    El PAN nunca fue un partido de masas, casi por definición: históricamente han menospreciado a las masas. Desde su punto de vista, las masas son ignorantes y peladas, que deberían saber su lugar y dejar que ellos (la gente “correcta”) manejen las cosas; y perversamente algunos incluso ven eso como algo piadoso: vamos a proteger a los nacos ignorantes de ellos mismos. Nos están haciendo un favor, desde su punto de vista.

    También no lo mencioné arriba, pero el PRI era autoritario y represor; pero nunca fascista (consecuencia de haber surgido como el partido dominante de una Revolución popular). La dirigencia y militancia del PRI jamás hubieran aceptado una ideología fascista, siendo la evidencia más fuerte de ello que uno de los pilares de la democracia mexicana desde Plutarco Elías Calles fue que hubiera sufragio efectivo, no reelección.

    En cambio el PAN ha coqueteado con el fascismo desde sus orígenes. El fascismo, por razones culturales e históricas, nunca ha tenido pegue con las masas en México… pero como ya establecimos, el PAN nunca ha sido un partido de masas. La organización fascistoide más importante que ha existido (y existe) en México es, por supuesto, El Yunque, que ha pesar de que su existencia ha sido corroborada por gente que dejó de pertenecer al mismo y múltiples testimonios, sus miembros nunca han reconocido su existencia, jerarquía de mando o reglas de operación.

    Y todo el secretismo es porque saben que el fascismo es inaceptable para la enorme mayoría de la población en México. Gracias a Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Zapata, Cárdenas (entre otros) y la naturaleza de los movimientos masivos que liderearon.

    Sin embargo, y como mencioné arriba, sí había un sector importante dentro del PAN que honestamente peleaba por la apertura democrática. El epítome de esto, desde mi punto de vista, fue cuando Manuel Maquío Clouthier marchó junto con Rosario Ibarra y Cuauhtémoc Cárdenas protestando el fraude electoral de 1988.

    Esto terminó, simbólica y efectivamente, cuando Maquío murió en un accidente automovilístico en 1989, que existen quienes cuestionan qué tan accidental fue. Dos años después, en 1991, se dio la primera “concertacesión” entre el PRI y el PAN, cuando el priista Ramón Aguirre Velázquez “ganó” las elecciones de gobernador de Guanajuato, pero se hizo un arreglo “en lo oscurito” para que fungiera como “gobernador interino” su contrincante del PAN, Carlos Medina Plascencia.

    A partir de ese momento comenzaron a “entenderse” el PRI y el PAN, para en los hechos crear (como desde entonces les dijimos los de la oposición de izquierda en México) el PRIAN: dos caras de la misma moneda neoliberal y corrupta.

    Entre otras cosas es por esto que la hija de Maquío, Tatiana Clouthier, pertenece a Morena.

    El PAN nunca ha representado a mucha gente en el país, de nuevo, porque nunca ha sido un partido de masas. Electoralmente, en su mejor momento con Fox, el PAN obtuvo el 42% de los votos, 16 millones, impulsado por un hartazgo absoluto con el dinosaurio priista y el llamado (desde mi punto de vista muy retrasado mental) al “voto útil”, cuando no había nada más inútil que votar por un modelo económico idéntico y una bola de rateros que encima de todo jamás habían mostrado el menor interés por los problemas de la población más marginada del país. Porque, repito, siempre la han visto con desprecio.

    Con Calderón el 2006, y haciendo fraude, llegaron apenas a 35.89%, 15 millones. En el 2012, con Josefina Vázquez Mota, tuvieron 26%, 12.7 millones; y en 2018, el 22.28%, 12.6 millones. ¿Ven para dónde va la tendencia? Si su porcentage sube en 2024, será únicamente porque ya el PRIAN se descaró y ahora van juntos con pegado. Y aún así es posible que baje de nuevo.

    El PAN me parece que es altamente probable que nunca desaparezca; merecen ser representados los empresarios y la gente mocha que se queja de que se hable de diversidad sexual en los libros de texto gratuitos (que están, por ley, obligados a usar para sus hijos). Pero para continuar existiendo tiene que hacer eso: representar a esta parte de la población mexicana. Porque ahorita no está haciendo eso.

    En estos momentos el PAN, muy similarmente al PRI, existe únicamente para traficar puestos plurinominales (para ni siquiera tener que hacer campaña) y defender como perros callejeros las pocas migajas de poder que no han perdido en los últimos años. No hay muestra más vergonzosa de esto, que el infame acuerdo que firmó el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, negociando hasta notarías públicas en la elección de gobernador en Coahuila.

    Encima de todo, este acuerdo no fue descubierto por una audaz e implacable investigación periodística por parte de nuestros medios de comunicación chayoteros; no, el acuerdo lo hizo público el mismo Marko Cortés, chillando de que Manolo Jiménez, el gobernador de Coahuila, no les estaba cumpliendo con las notarías que habían negociado en lo oscurito. Porque además de corruptos, son muy pendejos.

    El PAN, si regresa a sus principios originales, representaría a una minoría en el país; equivocada, desde mi punto de vista: pero que tiene derecho a estar equivocada y pelear políticamente de buena fé su ideología yunquista, a ver quién quiere comprársela. Pero como está en este momento, no representa a nadie distinto de su corrupta e increíblemente incompetente dirigencia, incluyendo a sus allegados.

    En lo personal, yo siempre consideraré menos pior (y definitivamente menos peligroso) al PRI en sus peores momentos, que al PAN en sus mejores; esos cabrones simpatizan o al menos toleran al ala fascista mexicana, y yo ahí sí voy a tomar la postura del Capitán Gringo: si ves un nazi, dale un puñetazo en la cara.

  • El Partido de la Revolución Democrática.

    Después del fraude electoral de 1988 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fundó, junto con una amalgama de ex-priistas desencantados (como lo era Cuauhtémoc mismo) con el abandono de la ideología revolucionaria original del partido, viejos comunistas, luchadores sociales, y uno que otro colado, el Partido de la Revolución Democrática; o, como lo llamábamos con cariño muchos de los que militamos ahí, el PeRDeré.

    Fue una labor titánica e increíblemente complicada, por no decir letal: cientos de militantes del nuevo partido fueron asesinados durante los primeros años de su existencia. Aún así millones militamos ahí, convencidos de que la vía democrática era la única que tenía sentido.

    Yo fui representante del PRD en casilla durante las elecciones de 1997 (que se puede discutir que ganamos) y de 2000 (que definitivamente perdimos). Estoy muy orgulloso de eso, como me parece estamos la mayoría que militamos ahí y que nos tuvimos que salir cuando la dirigencia del PRD, después de corromperse por completo, traicionó todos los principios del partido; mucho antes en múltiples casos. En el 2012, por poner un ejemplo, yo voté por Andrés Manuel; pero tachando el escudo del Partido del Trabajo, porque ya no soportaba a la dirigencia perredista.

    Tal vez el destino del PeRDeré estaba escrito desde que su estructura se formó de arriba hacia abajo; o tal vez hubiera habido la posibilidad de salvación si se hubiera derrotado al fraude electoral en 2006. Como sea, el 2 de diciembre de 2012, cuando Chucho Zambrano, como presidente del partido, firmó el infame Pacto por México junto con el PRI y el PAN, la dirigencia del PRD firmó la sentencia a muerte del partido.

    El Peje había formado Morena como movimiento político en 2011, y se había establecido como asociación civil unas semanas antes del Pacto por México, el 20 de noviembre de ese mismo año. La militancia y muchísimos de los políticos profesionales del PRD buscaron refugio ahí, lo cual se aceleró cuando se estableció como partido político oficial el 1º de agosto de 2014.

    Ni tiempo tuvieron de darse cuenta de lo que habían hecho los idiotas dirigentes que se quedaron con el cascarón podrido del PRD; y cuando todavía Andrés Manuel les ofreció una última vez, en 2017, unirse a la coalición que él lidereaba para las elecciones de 2018, los muy imbéciles prefirieron formar la alianza política más hipócrita en la historia de México, junto con el PAN.

    El PRD va a desaparecer, tan seguro como que sale el sol por el oriente: no va a alcanzar el 3% de los votos a nivel federal, ni tampoco en la mayor parte de las entidades del país; es posible que no lo alcance en ninguna entidad. Y qué bueno: es un partido que definitivamente no representa ya a nadie.

    Los partidos políticos no son equipos de futbol; uno no le “va” a un partido político: las siglas no es lo importante, lo importante es la plataforma y lo que hace la gente que esté en la organización. Mucha gente reclama la bola de ex priistas que estaban en el PRD y los que ahora están en Morena, como si haber pertenecido al PRI equivaliera a contagiarse de roña.

    Durante décadas militar en el PRI fue la única manera de poder participar en la vida política electoral, si a uno le importaba poder ayudar a la gente (porque el PAN nunca sirvió para una chingada con eso). No es “traición” dejar un partido e ir a militar otro, especialmente si justo se puede discutir que los traidores son los dirigentes del partido al que se deja, como los del PRI desde 1982 o los del PRD desde 2012 (o discutiblemente desde antes).

    Militamos en el PRD y votamos por ese partido mientras valió la pena hacerlo; y dejamos de hacerlo cuando dejó de valer la pena. No son camisetas, son ideales.

    (En afán de ser honesto, hay que admitir también que existen un buen de chapulines que evidentemente nada más están buscando su siguiente hueso; y Morena, en su afán de crear la carpa más grande posible, ha caído y sigue cayendo muchas veces en el sinsentido de abrirle espacios a personajes deleznables, como Lilly Téllez, Germán Martínez y Cuauhtémoc Blanco).

    El PRD se ha convertido sin duda alguna en un zombi, un partido muerto viviente. No representa a nadie a estas alturas, ni tampoco tiene un plan o ideología que defender. Casi toda la gente que valía la pena se pasó a Morena u otras actividades; no dudo que haya todavía algunos militantes que siguen ahí por un equivocado sentido de la lealtad, pero son un porcentaje ínfimo.

  • El partido Movimiento Ciudadano.

    Movimiento Ciudadano es tan intrascendente que me parece no vale la pena que entre en mucho detalle con el mismo; sería más interesante (y divertido) si a Samuel García no le hubiera dado miedo perder su cotito de poder y no se hubiera bajado, pero pues qué le vamos a hacer.

    Sólo diré de MC que no tiene un proyecto que a mí me resulte digno ni siquiera de mención, porque lo que desea el partido no está construido con base en propuestas concretas, sino en generar una imagen que logre atraer a un cierto tipo de ciudadanos. El video donde aparecen borrachos varios de sus dirigentes en un palco durante un partido de futbol, aunque han tratado de borrarlo de internet (buena suerte con eso), me parece que representa tanto al tipo de personas que son, como al tipo de juniors que les gustaría atraer. Un partido de influencers de YouTube e Instagram, sorprendentemente más superficiales que los que se dedican profesionalmente a eso. Fosfo fosfo.

    De cualquier manera, si los de MC se deshacen algún día de Dante Delgado (que es indiscutiblemente el dueño de la empresa que es el partido), en una de esas podrían ofrecer una opción distinta al PAN y a Morena. A mí una opción de derecha sin ligas con el fascismo me parece mucho mejor que el PAN.

    Sin embargo, para el 2024 MC sólo está tratando de conservar sus cotitos de poder en Nuevo León y Jalisco; podemos ignorarlos este ciclo electoral sin que tenga esto mucha consecuencia. Y en una de esas dejan de existir a nivel federal, porque al haber cambiado a Samuel con el increíblemente chapulinesco Jorge Álvarez Máynez (que ha militado en el PRD, el PANAL, el PRI y ahora MC, y les puedo asegurar que no cambió nunca de partido por “principios”), es posible que les vaya tan mal que no alcancen el 3%.

Entonces nuestra desesperada y triste oposición (sin tomar en cuenta a MC, porque realmente no están jugando) se encuentra debilitada y desacreditada, enfrentando al presidente probablemente más querido y popular en la historia moderna de México, con una candidata que no le llega a los talones a la sucesora del Peje en la Transformación, y sin proyecto de nación, plataforma o ideología. Peleándose como niños chiquitos por curules plurinominales y negociando como si fueran canicas judicaturas, organizaciones “independientes” y notarías públicas.

Este 2 de junio, una porcentaje significativo (y es posible que mayoritario) de los que voten por la coalición del corazón partido, lo harán realmente porque ven a la Transformación como inadmisible (en muchos casos por dogma o desinformación); no porque de verdad crean que es la mejor opción. En otras palabras, votarán por Xóchitl no porque quieran que gane; sólo esperan que la Transformación pierda.

En ese sentido, no dudo que muchos de estos votantes no les importe que la oposición no los represente realmente; sólo están aterrados de la Transformación (muchos de ellos probablemente por vivir en una burbuja informativa) y están dispuestos a aceptar a básicamente cualquier alternativa con tal de que sea alguien distinto. Sería interesante saber cuántos de ellos de verdad estarán bien informados.

Los que sinceramente creen que la oposición se preocupa por ellos (que me imagino deben existir), la verdad no sé qué pensar de ellos. Están en su derecho, sin duda alguna, ¿pero de dónde sacan esas conclusiones? ¿Qué información o datos tienen para poder creerlo?

Independientemente, en cambio la Transformación representa indudablemente a la gente que la respalda y apoya, que como queda establecido por todas las encuestas de opinión y de intención de voto, es la enorme mayoría del país. Y este respaldo y apoyo no es porque la Transformación sea perfecta y no cometa errores (al contrario, comete un chingo); pero sí porque enarbola un proyecto que pone en primer lugar a la población en general: y a los más necesitados en particular. Y esto es sencillamente mejor que cualquier alternativa actualmente disponible

Por el bien de todos, primero los pobres.

Varios de ustedes, queridos lectores, probablemente crean que me alegra el estado en que se encuentra nuestra desesperada y triste oposición, pero no me alegra en lo más mínimo: me tiene profundamente preocupado.

(Aunque debo admitir que sí me dan muchísima risa los increíblemente pendejos e ineptos errores que cometen.)

Los miembros de todos los poderes del Estado, no importa su partido o afinidades políticas (todos los jueces tienen afinidades políticas, como ha dejado patéticamente claro el poder judicial el último par de años), deben representar a sus constituyentes. Es como que el chiste de la democracia.

Esta representación no es una cuestión moral o ética (o al menos no nada más): es una necesidad pragmática para que la sociedad funcione. Si una parte de la población no es representada, entonces no tiene forma de hacerse oír y pelear por sus demandas. Y no se engañen: todas las movilizaciones que ha habido, supuestamente de la “sociedad civil”, en contra de la Transformación, han sido organizadas, encabezadas y explotadas por la oposición: no dudo que muchos (probablemente la mayoría) de los ciudadanos que han participado en ellas sinceramente creyeran que se estaban movilizando por algo apartidista, “civil”; pero en los hechos la motivación principal de los que las organizaron (las dirigencias de la oposición y sus allegados) era mantener los pocos pero significativos privilegios a los que se aferran.

La minoría de la ciudadanía que se opone a la Transformación merece ser representada de buena fé, no nada más utilizada. Si esto no ocurre, en el peor de los casos esa ciudadanía va a dejar de participar en la vida política del país, y de verdad eso es lo peor que pudiera ocurrir.

Quiero en esto dejar bien clara mi postura: es muchísimo peor (por múltiples órdenes de magnitud) que la gente que se opone a la Transformación deje de votar, a que vote por algún partido de la oposición. Pero a eso la van a orillar si los representantes por los que votan no hacen su trabajo, no los representan, como en los hechos ha ocurrido en los últimos años.

El país necesita una oposición que no esté pensando en sus privilegios, sino elaborando propuestas y plataformas por las que esté dispuesta a luchar de buena fé en el juego político, que le dé espacio y cabida a la gente que no está de acuerdo con cómo está haciendo las cosas la Transformación. Yo podré no estar de acuerdo con las posturas de todos esos ciudadanos mexicanos: pero tienen derecho a tenerlas y poder votar por una oposición sincera que pelee por ellas, no por los intereses individuales de las dirigencias partidistas (y allegados).

Esos ciudadanos mexicanos se merecen algo mucho mejor que nuestra desesperada y triste oposición.

Y los que apoyamos a la Transformación también merecemos una mejor oposición: nos hacen muy difícil tomarlos en serio, y entonces cuando por fin se quejan de algo que vale la pena quejarse, tendemos a ignorarlos porque todo el tiempo se están quejando de cosas exageradas o inventadas (literalmente como Pedro y el lobo); por muchas pendejadas que cometa la Transformación, con una oposición tan jodida no nos dan opciones para tener una alternativa que valga la pena considerar; y porque al fin y al cabo no están llevando a cabo el trabajo de una oposición: elaborar, proponer y defender políticas y plataformas que sean un contrapeso real al partido en el poder; no pretextos para tratar de recuperar sus privilegios perdidos.

Antes de acabar, quiero mencionar algo que me parece es importante: sí considero a la oposición (y les recuerdo que me refiero a las dirigencias de partidos y sus gobernadores y legisladores, no a sus militantes), como una bola de rateros y corruptos (o al menos muchos de ellos), que además nunca se han preocupado realmente por solucionar los problemas de los mexicanos, en particular los de los más pobres.

Pero aún así varios hacen al menos parte de su trabajo: varios de los gobernadores de oposición trabajaron con el Peje durante este sexenio para sacar adelante muchas obras y programas. Y el Peje a su vez ha jugado el juego político alabándolos cuando lo ha considerado necesario, siendo el caso reciente más importante que asistiera al último informe de gobierno de Alfredo del Mazo, ex gobernador del Estado de México.

Y aunque en los últimos meses los legisladores (federales) de oposición se han ensimismado en una estrategia de obstrucción para entorpecer el paso de reformas constitucionales, sí apoyaron en varias y en general participaron en los debates y negociaciones en el congreso. Estamos lejos de la situación en Gringolandia, donde es casi imposible pasar incluso leyes normales porque las matan en el senado los senadores republicanos con la maniobra de amenazar con el filibuster.

La oposición no está llamando ni abogando por la violencia; no se han tapado los ojos y los oídos negándose a participar en el juego político. A veces sube el tono de la discusión e incluso a veces se lanzan gritos; pero somos adversarios, no enemigos. Como lo dije en mi anterior entrada en la serie: nadie está llamando por la erradicación del otro bando.

Hay que reconocerle eso, a nuestra desesperada y triste oposición: soltaron la presidencia y las mayorías en el Congreso de la Unión; han soltado (en general), sin violencia y sin demasiadas quejas, las gubernaturas y congresos locales que han ido perdiendo (y que en cada elección pierden más y más). Se juega el juego político; la violencia viene del crimen organizado, no de los actores políticos (o al menos no de los actores políticos que no están involucrados con el narco), incluyendo al menos parte de nuestra desesperada y triste oposición.

Podremos no estar de acuerdo, pero estamos todos en esto juntos. Y al menos eso hay que concedérselos.

The Flash

Después de Spiderverse 2: More Spiderversing, fui en junio del año pasado al cine a ver The Flash; el día de su estreno, si mal no recuerdo.

Se aplican las ya saben.

The Flash

The Flash

Disfruté mucho esta película, que es por supuesto casi la última patada de ahogado del Snyderverse. La disfruté porque Ezra Miller estará certificadamente demente, pero es extraordinario actor; la disfruté porque Batman, con Michael Keaton, fue la primera película que fui a ver al cine nada más yo con mis amigos de la secundaria, sin papás o hermanos involucrados; la disfruté porque Sasha Calle es imposiblemente hermosa y de las mejores versiones que yo jamás haya visto de Superwoman; y la disfruté porque es una película altamente disfrutable, si uno le perdona el crimen imperdonable, de pertenecer al (en estos momentos en febrero de 2024) morido Snyderverse.

La escena al final con la colisión de los universos infinitos de DC cómics casi me hizo llorar; y no nada más por lo terrible del CGI, sino porque me encantó ver a Christopher Reeve junto a Helen Slater; y al Caballero Luminoso encarnado por Adam West; y a Jay Garrick por primera vez en la pantalla grande. Venga, décadas después de que por primera vez nos enteráramos de la idea, por fin vimos a Nicholas Cage como Superman peleando con la pinche araña gigante con la que John Peters chingó incesantemente a Kevin Smith.

(Warner Bros., por supuesto, lo hizo todo mal al no explicarle a Cage exactamente qué estaba filmando y al no garantizar que los herederos de los estados de los actores occisos estuvieran de acuerdo con el uso de sus imágenes.)

No es mala película, The Flash; es algo inocente (especialmente al inicio) y las dos versiones de Barry Allen que Ezra Miller interpreta (que realmente son Wally West, pero bueno) pueden resultar algo desesperantes, especialmente la de la realidad alternativa. Pero es una buena película de superhéroes; no la mejor, sin duda alguna, pero buena si somos justos.

Y he ahí el problema; la audencia y la crítica no están dispuestas a ser justas con los remanentes ligeramente malolientes del Snyderverse. Lo cual, siendo justos, está algo justificado; pero también se ha ido exagerando durante la última década.

Pero no tiene mucho sentido hacer olas sobre lo que es, en la práctica, actualmente un cadáver (el Snyderverse, no The Flash); sólo a mí sí me emocionó mucho volver a ver Batkeaton y oírlo decir “You wanna get nuts?”.

La pueden ver bara bara en HBO Max, o Max, o como se llame ahora; y a mí la verdad sí me parece muy entretenida. Pero al parecer estoy en la minoría.

The Saint’s Magic Power is Omnipotent

En algún momento en los últimos tres años, vi Seijo no Maryoku wa Bannou Desu. Acabo de terminar la segunda temporada el año pasado, entonces me confundo de cuándo vi la primera temporada.

Como sea, The Saint’s Magic Power is Omnipotent.

The Saint's Magic Power is Omnipotent

The Saint’s Magic Power is Omnipotent

Este animé es un Isekai, con la novedosa novedad, de que la protagonista es mujer. Sei Takanashi es una oficinista japonesa que un día de buenas a primeras es isekaiada a un mundo fantástico, donde además le salen con el chiste de que fue sin querer, que a quien querían era a otra chava que también la isekaiaron, y que pues perdón pero no sabemos cómo regresarla a su casita.

Sei se lo toma con buen humor y se dedica a investigar plantas y sus propiedades curativas, lo que le permite descubrir que tiene el poder de curar y crear pociones sanadoras, hasta que eventualmente se descubre que siempre sí era ella la santa que buscaban los que la raptaron (para motivos prácticos) de nuestro mundo.

A lo largo de este proceso, Sei interactúa con múltiples hombres que tienen todos en común que están bien papis, en particular un capitán de la guardia del reino que toma un especial interés en ella.

La serie me encantó, porque siguen siendo las mismas fantasías de poder que suelen caracterizar a los Isekais, pero desde una visión femenina, lo cual al menos es más original que el promedio. Hay algo de acción y la mecánica de los poderes de Sei es investigada y explorada a lo largo de la historia; pero no me engaño, es realmente un romance de principio a fin con una muchacha más bien “nerdcita” que se liga al papi más papi de todos.

Yo la recomiendo ampliamente, pero sí deben ser al menos tolerantes al romance, si no probablemente les dé diabetes al verla. Está en Crunchyroll, si les interesa.

Beyond: Two Souls

Después de The Wolf Among Us, obtuve el trofeo de Beyond: Two Souls.

Beyond: Two Souls

Beyond: Two Souls

Como comenté al reseñar mi platino de Detroit: Become Human, Quantic Dream hace películas interactivas del estilo “escoge tu propia aventura”. Como comentaba en esa entrada también, por alguna razón los tres juegos más famosos que tienen (Detroit, éste y Heavy Rain) yo los jugué en el orden inverso de publicación.

Como sea: Beyond: Two Souls.

El juego es famoso por un par de hechos: el primero, los protagonistas principales son actores famoso establecidos en Hollywood, que no era común que ocurriera en esa época, hace una década. Hay que entender también que apenas comenzaban las consolas a tener la capacidad de presentar actores en un videojuego de tal forma que no diera risa verlos. Los actores son Elliot Page (antes de que transicionara) y Willem Dafoe. El segundo hecho es que casi al mismo tiempo Naughty Dog sacó The Last of Us, y hubo algunas críticas a que el personaje de Ellie era demasiado similar a Elliot Page (antes de que transicionara), lo que llevó al juego exclusivo de Sony a cambiar la apariencia de la adolescente.

La historia de Beyond (que dado el tipo de juego es como que lo único que importa) es menos ambiciosa que la de Detroit, al menos al inicio; es la de Jodie Holmes, una niña que desde que nació está en permanente contacto con una entidad a la que ella llama Aiden, la cual tiene varios poderes: puede “flotar” cerca de Jodie, permitiéndole a la niña ver y oír cosas más allá de su alcance; puede interactuar de forma limitada con objetos físicos; y, a veces, puede poseer a otras personas o incluso matarlas.

La niña es tratada como rata de laboratorio desde que es pequeña, bajo el gentil cuidado del Dr. Nathan Dawkins; tiene una libertad limitada y las veces que trata de interactuar con gente de su edad o de escaparse para divertirse suele terminar todo en desgracias, en varias ocasiones con múltiples occisos.

Eventualmente la usan para cerrar un portal al “más allá” (el beyond del título), un mundo de los espíritus donde al parecer viven todos los moridos y que abrieron sin prever que entidades malévolas del otro lado les impedirían cerrarla.

Luego la CIA la recluta y la utiliza para básicamente realizar asesinatos de gente que ella pronto descubre su único crimen era que no veían bien a los Estados Unidos, lo que causa que escape y viva como fugitiva sin techo durante un tiempo, haciéndose amiga de unos vagabundos que termina salvando de un incendio, aunque cae en un coma durante varios meses.

Después el estar escapando de las autoridades la lleva a un rancho de una familia de indios gringos, que por supuesto tienen contactos con otra entidad malévola del otro lado, que invocaron usando rituales antiguos para tratar de defenderse de la invasión europea, y que Jodie les ayuda a regreasar al más allá. Toda esta parte es ligeramente retrasada mental, por cierto.

Por último Jodie contacta a su mamá biológica y descubre que probablemente Aidan sea resultado de experimentos que hicieron sobre ella cuando estaba embarazada de Jodie. Ahí la recapturan, pero el Dr. Dawkins le dice que la necesitan en una misión para evitar que los chinos abran un portal como el que Jodie cerró años antes; y que si la lleva a cabo la dejará en paz y hasta una lana le ofrecen.

Jodie hace la misión y al regresar descubre que los gringos planean abrir más portales, sólo querían cerrar el chino para evitar competencia; pero además descubre que Nathan tiene literalmente atrapados a los espíritus de su mujer e hija que murieron años atrás en un accidente automovilístico, y que planea usar un nuevo portal para de alguna manera recuperarlas.

Lo que lleva a que otra vez Jodie tenga que cerrar el portal, a partir de lo cual puede seguirse uno de múltiples posibles finales, que además dependen de cuántos individuos desmorimos (o no salvamos) durante el juego, y que cada uno tiene un puto trofeo que me obligó a jugar el estúpido juego múltiples veces.

Detroit me gustó bastante; Beyond acabé medio hasta la madre de jugarlo. No es en lo más mínimo difícil; de hecho todos los trofeos son medio triviales, pero sí hay que estar jugando los capítulos múltiples veces, si uno quiere obtener todos los trofeos, eligiendo distintas opciones cuando la historia se digna a preguntarnos qué queremos hacer.

Y la historia es sencillamente mala, o mediocre en el mejor de los casos. Todo el episodio con los indios gringos raya en lo ofensivo de lo estúpido y ligeramente racista que es; y todas las opciones de romance apestan con la intesidad de diez mil soles, no en menor medida porque Jodie no tiene la menor química con ninguno de sus galanes, probablemente dado que la naturaleza de Elliot Page no se lo permitía.

Dicho eso la tecnología que usaron para capturar las expresiones faciales y movimientos de los actores estaba en su infancia, y aún así es espectacular. Yo lo jugué e PlayStation 4, pero estoy sorprendido de que existiera una versión del juego para el PS3.

Me falta únicamente Heavy Rain de estos juegos de Quantic Dream, que paradójicamente fue el primero que compré, usado hace más de una década en California. Espero jugarlo algún día, pero ojalá la historia sea más similar a la de Detroit que a la de Beyond, porque la verdad sí me decepcionó el segundo.

Spider-Man A Través del Spiderverse

En junio del año pasado (tengo que ponerme al día con mis reseñas, rayos), fui a ver Spider-Man: Across the Spider-Verse.

Se aplican las de siempre.

Spider-Man: Across the Spider-Verse

Spider-Man: Across the Spider-Verse

Spider-Man: Into the Spider-Verse es una de mis películas favoritas de todos los tiempos; no sólo animada, no sólo basada en cómics, una de mis películas favoritas, punto.

Creo que me gusta más Across the Spider-Verse.

Al parecer, soy minoría en esto; un montón de gente se queja de que termina en un cliffhanger; y otros se quejan de que Miles no tiene un desarrollo de personaje tan intenso como en Into, que no hay un momento What’s Up Danger.

No tengo problemas con cliffhangers desde The Empire Strikes Back; y aunque es verdad que no hay una escena tan espectacular como What’s Up Danger en esta secuela (en el sentido de desarrollo de personaje; hay un montón de escenas espectaculares), lo cierto es que no es necesaria: la trayectoria de héroe de Campbell la tuvo en la película anterior. En esta segunda parte, Miles sabe exactamente lo que quiere y lo que necesita para conseguirlo.

Quiere a Gwen; y necesita aprender a viajar entre dimensiones para tenerla.

Miles y Gwen

Miles y Gwen

Que no me engaño; es por eso que me gustó tanto esta segunda parte: es dolorosamente romántica, y no nada más de Miles hacia Gwen, es hilarantemente obvio que de Gwen hacia Miles también.

Encima de todo tenemos los innumerables easter eggs en toda la película; una acción espectacular en gran parte de la misma; y por supuesto el giro inesperado al final que hizo que literalmente se me cayera la quijada en el cine.

Es de verdad de las mejores películas que vi el año pasado y sin duda alguna la que más disfruté. La recomiendo encarecidamente, pero supongo que todos ustedes ya la vieron, múltiples veces.

Si no lo han hecho, no saben de lo que se pierden.

La minoría que no aprueba

En mi anterior entrada demostré, con datos duros, por qué el Peje es el mejor presidente mexicano del siglo XXI… lo cual es medio obvio, dada la incompetencia y corrupción de las administraciones anteriores a la suya, además de que utilizaban un modelo económico que empíricamente se ha demostrado (en todo el mundo) que no funciona.

Sin embargo existe, si les creemos a las encuestas de opinión, un %25-35% de la población que no aprueba el desempeño de Andrés Manuel; esto es, por si eso de las matemáticas no se les da, una minoría que, encima de todo, al parecer disminuye en tamaño con cada día que pasa.

También es necesario mencionar que una parte significativa de ese cuarto o tercio de la población tal vez no apruebe; pero eso no necesariamente quiere decir que desapruebe: es posible (y altamente probable) que un 10% o 15% de la población le valga madre y ni apruebe ni desapruebe.

Esta minoría disminuyente, si descontamos a los que les vale madre, se puede dividir (a grosso modo), en cuatro sectores:

  • Los ultras.

    El primer sector, y desde mi punto de vista el menos importante, son los que les gustaría rebasar a la Transformación y al Peje por la izquierda: los que quisieran, por ejemplo, nacionalizar de un golpe toda la banca; y a las televisoras; y quitarle los medios de producción a la burguesía (según la definición marxista).

    Obviamente simpatizo con ellos y me generan una cierta ternura; pero alguien debe explicarles que la política es el arte de lo posible (“Die Politik ist die Lehre vom Möglichen”). No porque una política sea justa o buena, quiere decir que la podemos implementar de inmediato o a mediano plazo: en una democracia hay que convencer a la mayoría. Y si algo ha demostrado el Peje durante este sexenio, es que se pueden atraer más moscas con miel que con mierda: a los burgueses de este país les ha ido mejor este sexenio que en otros (exceptuando un puñado que perdió muchísimos privilegios).

    ¿Por qué digo que este sector es el menos importante? Porque este tipo de personas jamás van a votar por el PRIANRD, ni tampoco por MC. Si votan y son consecuentes, lo harán por Morena o sus aliados; y en el peor de los casos no votarán, pero numéricamente son tan pocos que no es algo terriblemente importante para el resultado final de las elecciones. Sigue siendo una tragedia que no voten; pero no porque pudieran afectar el resultado de la votación: no pueden.

    Como sea, este sector es justo y necesario que exista: alguien (quien sea) siempre debe luchar por lo imposible, si queremos que algún día se haga posible.

  • La oligarquía.

    El segundo sector son la gente que vio directamente afectados sus intereses por las políticas del lopezobradorismo; y me refiero a los grandes intereses, no cosas relativamente pequeñas como bonos, estímulos o seguros de gastos médicos mayores para hospitales privados. Hablo de los grandes empresarios que no pagaban impuestos o estaban coludidos en negocios con políticos gobernantes; esos mismos políticos gobernantes que hacían negocio con sus cargos y con los grandes empresarios antes mencionados; de los pseudoperiodistas chayoteros que ya no les pagan pon echarle flores a ciertos gobernantes, o hacerse de la vista gorda de sus crímenes o abusos, como los negocios infames entre los antes mencionados grandes empresarios y políticos gobernantes.

    Este sector es muy poderoso (principalmente en lo económico y mediático) y están encabronadísimos porque el sexenio de AMLO detuvo o al menos disminuyó lo que era esa corrupción normalizada en el sistema político mexicano. Son los más interesados en recuperar esos privilegios que rayaban en lo ilegal (si no es que descaradamente lo eran). También, gracias a Marx, son muy poquitos: todos en este sector son literalmente ricos y famosos, y una de las grandes ventajas de la democracia, es que el voto de Salinas Pliego vale lo mismo que el voto de cualquiera de los trabajadores que barren los edificios de alguna de sus empresas.

  • Los dogmáticos.

    El tercer sector son aquellos que creen, básicamente como dogma religioso, que las políticas de este sexenio no funcionan porque no pueden funcionar. Regresando al ejemplo del salario mínimo de mi entrada anterior en esta serie, ellos toman casi como artículo de fé que la intervención del estado en la economía está destinado al fracaso, entonces mucho de lo que ha hecho el Peje en el sexenio está destinado al fracaso, no importa cuánta evidencia empírica se presente de que sí está funcionando. Y hago notar de nuevo que el compañero Presidente ha negociado exitosamente con empresarios y la iniciativa privada en general para echar a andar múltiples programas; no todo ha sido inversión pública, aunque sí ha habido también mucho de ella.

    Este sector es más numeroso que el anterior, pero me parece que no son tantos: empíricamente ha quedado demostrado en todo el mundo que el neoliberalismo no funciona y la gente que lo sigue defendiendo a muerte son intelectualmente equivalentes a la gente que todavía defiende el socialismo estilo de la Unión Soviética. Además de que no funciona, el neoliberalismo tiende a sacar lo peor del sistema capitalista y generar abusos contra los sectores más pobres que rayan (si no es que caen) en lo criminal.

  • La búrbuja.

    El último sector son gente que, con todo respeto, me parece que un porcentaje significativo sencillamente están mal informados. Como el segundo sector que mencionaba incluye a la gran mayoría de los dueños de los medios de comunicación corporativos, los mismos se han pasado todo el sexenio echando lodo a la administración, en algunas ocasiones de manera justa; pero en la gran mayoría de manera terriblemente injusta. Como muestran las encuestas de opinión, esta guerra sucia no está funcionando en general; pero siempre hay un porcentaje de la población en la que funcionará: y yo estoy seguro que esa gente es la mayoría de los que componen este sector.

    Este sector son gente común y corriente; no son grandes empresarios ni políticos. Son pequeños y medianos comerciantes, profesionistas, profesores de todos los niveles, amas de casa como las que desprecia Guadalupe Loaeza. Pero si estos ciudadanos escuchan nada más a los medios de comunicación que hablan pestes del Presidente y su administración, y se rodean nada más de gente que también nada más habla pestes del Presidente y su administración, pues medio se puede entender que crean que el Presidente y su administración apestan.

El primer sector (los ultras) como menciono arriba me generan simpatía, pero no hay mucho que yo les pueda decir: viven, como muchos en ese grupo lo hacen desde la década de los sesentas del siglo pasado, esperando una gloriosa revolución que probablemente nunca va a llegar. Vayan en paz y coincidamos en que no vamos a coincidir.

El segundo sector (la oligarquía) tiene toda la razón del mundo para odiar al Peje: les arruinó sus negocios millonarios, muchos de los cuales eran ilegales. No hay nada que yo tampoco pueda decirles además de que estoy seguro ningún miembro de este sector leerá mi blog: púdranse si cometieron crímenes y espero que se les estén cobrando los justos impuestos que determina la ley.

Discutir con el tercer sector (los dogmáticos) es como discutir la existencia de dios con alguien creyente; es un sinsentido. Tienen sus dogmas que los confortan, y si la cruda realidad no los despierta de sus sueños neoliberales, tampoco nada de lo que yo pudiera decir lo hará. Sigan en su sueño donde la mano invisible del mercado soluciona todos los problemas del mundo.

En mis cuentas hechas en la parte de atrás de una servilleta de Sanborn’s, estos tres sectores no creo que lleguen al 5% de la población, y probablemente esté siendo generoso con ellos. Los que me interesan son los ciudadanos del cuarto sector, que es la mayoría de la población que no aprueba la Pejeadministración, y en particular aquellos que (desde mi punto de vista) simplemente están mal informados. Para ellos es esta entrada, aún si ninguno de ellos me lee.

Yo crecí, queridos lectores, en un hogar donde mis padres eran miembros del Partido Comunista. Desde muy joven me di cuenta de lo peligroso que es el dogmatismo y la visión de túnel política; porque aunque mis padres siempre fueron muy críticos incluso de los personajes políticos que apoyaban, mucha gente que de repente caía a mi casa no compartía este pensamiento crítico.

Recuerdo, a mis no tan tiernos 17 años, en 1994, un volante donde se insinuaba que Salinas había mandado a asesinar a Colosio; uno de los “argumentos” que daban era: “¿sabe usted de algún chiste que no sugiera que Salinas mató a Colosio?” A esa edad tan cerca de la adultez pero sin haber llegado a ella, me resultó obvio que era un argumento muy imbécil para explicar por qué podía atribuírsele el magnicidio a Salinas.

Me aterra, desde hace treinta años que me movilicé por primera vez, que me esté equivocando en mi ideología y mis preferencias políticas. Siempre estoy, de una u otra manera, cuestionando si tenemos o no razón en las movilizaciones en las que he participado; por eso siempre he tratado de mantener un oído u ojo abierto a las posiciones que difieren de las mías.

Mis padres estaban en contra de las cuotas en la UNAM; pero estaban terriblemente preocupados de que la huelga estuviera durando tanto tiempo (como el resto del país) y eran de los que querían que se levantara incluso antes de que se derogaran; yo no estaba (entonces y ahora) de acuerdo con eso. Mi directora de tesis de la licenciatura estaba completamente en contra de la huelga (y del Peje y la izquierda mexicana en general); pero siempre nos respetamos, nos quisimos y pudimos trabajar juntos independientemente de nuestras posturas políticas encontradas. Tengo un par de amigos, de los más cercanos y que más quiero, que múltiples veces se han movilizado en cosas completamente en contra de las que yo apoyo. Venga, tuve una novia panista alrededor de las elecciones del 2006, cuando los panistas se robaron las elecciones presidenciales.

Y en la misma huelga tenía yo que estarme peleando con muchos compañeros, porque yo votaba por el PRD en ese entonces (el PRD valía la pena en ese entonces) y creía (como siempre he creído; como siempre creeré) en la vía pacífica y electoral para cambiar las cosas en el país.

Esto que cuento no es para alardear de lo “diversa” que es la esfera de opiniones que oigo; es sólo tratar de explicar que, por más fallas que pueda yo tener como persona, de verdad intento (por definición no puedo saber qué tanto éxito tengo) de estar escuchando a las opiniones que difieren de las mías y sopesar sus méritos aunque contradigan muchas cosas que yo sostengo como verdaderas. Es bien pinche difícil estar cuestionando todo el tiempo si las cosas por las que he estado luchando desde que era adolescente sí son las correctas. Sería mucho más fácil tomarlo como dogma y no preocuparme; pero sí me preocupo, porque realmente quiero que mis estudiantes puedan vivir en un mejor país del que a mí me tocó cuando tenía su edad.

En el contexto de esta entrada, yo oigo a López Dóriga y Ciro Gómez Leyva; a Eduardo Ruiz-Healy y Denise Maerker. Trato de escuchar a muchos de los que han sido señalados (con casi toda certeza de manera justificada) como parte de los chayoteros que mencionaba arriba; porque hay que escuchar las críticas para poder analizar si son justas o no. También oigo a los que apoyan al Peje, descaradamente como son los de Sin Censura (que no me caen tan bien porque [y esto es decir mucho de mi parte] me parecen muy vulgares); o los de Sin Embargo que sí me caen muy bien; o medios que son sin duda alguna de izquierda pero (ocasionalmente) ferozmente críticos del Peje, a grados que me parecen a veces excesivos, como Julio Astillero.

(En un afán de ser transparente, debo admitir que me niego a ver o escuchar a Carlos Loret de Mola: me parece que ha quedado demostrado más allá de toda duda de que, en el mejor de los casos es un pseudoperiodista tan incompetente que no sabía distinguir cuándo algo era un montaje; y en el peor es uno de los individuos comprados por Genaro García Luna).

Todo medio de información tiene un sesgo; yo en principio desconfío de un medio que no admita al menos que sí tiene sesgo. Me parece que hay que tratar de escuchar o leer al menos un par de medios que su sesgo contradiga al nuestro, y sí quiero enfatizar en que deben de ser medios; no posts en redes sociales: las redes sociales son una mierda y no sirven en lo más mínimo para informarse ni mucho menos para tener discusiones inteligentes. Los medios chayoteros son mucho mejor que casi cualquier grupo en Facebook o subreddit en Reddit; la cantidad de desinformación y manipulación de las redes sociales es apabullante. En particular, por favor no utilicen como principal medio de análisis político el triste blog de un profesor universitario de Ciencias de la Computación; con todo respeto, sería muy estúpido si hicieran eso.

Si ustedes son de los que no aprueban de la administración del Peje, queridos lectores; y en particular si son de los que están muy enojados contra sus políticas, ¿están escuchando a la otra parte? ¿Están cuestionando si sus posturas podrían estar equivocadas? ¿Pueden al menos entretener la idea de que tal enojo podría ser resultado de manipulación por parte de ciertos medios/redes sociales?

Yo les puedo decir (allá ustedes si me quieren creer o no) que yo sí trato de escuchar al otro lado, a las posturas encontradas. Y lo que he oído no sólo no me convence; es (desde mi muy personal punto de vista) medio patético, la verdad; porque como justamente lo que quiere el segundo sector de arriba, es recuperar sus privilegios, entonces en general sólo critican incesamente, incluso cuando no es meritorio; o incluso bajo información falsa (no, la gasolina no amaneció a 30 pesos el litro este primero de enero). Si estos medios comienzan a admitir las cosas que están bien, entonces se cae el castillo de naipes; por lo tanto, todo tiene que estar mal todo el tiempo.

O casi todo mal casi todo el tiempo: debo ser justo y mencionar que en México aún no hemos llegado al nivel de toxicidad de Estados Unidos. Mientras que en Fox “News” es básicamente imposible que admitan algo bueno que hagan los demócratas o que critiquen a Donald Trump, aquí en México, a pesar del lodazal que en general lanzan los medios corporativos a la Pejeadministración, de vez en cuando admiten algunos avances: Ruiz-Healy de repente admite que la economía va bien; López-Dóriga de repente reconoce que el Peje sí termina obras que otras administraciones abandonaron; Ciro Gómez Leyva tiene a Epigmenio Ibarra todos los miércoles en su programa… luego es medio güey, el Epigmenio, pero se agradece el espacio.

De cualquier manera, en general para los medios corporativos casi todo tiene que estar mal casi todo el tiempo; y ustedes, queridos lectores, como ciudadanos deben estar enojados; muy enojados, para que quieran correr a patadas a este gobierno incompetente y autoritario y antidemocrático y comunista y neoliberal y lo que se les ocurra llamarlo en la transmisión en turno, para que sea repetido por bots en las redes sociales y se llenen las publicaciones de comentarios enfurecidos que no contribuyen en nada a una discusión inteligente pero que podrían dar la apariencia de que hay mucha oposición a esta administración aunque todas las encuestas de opinión nos digan que es una minoría que además va en decremento.

Es la técnica de los republicanos en Estados Unidos: hacer enojar a la población (o al menos un sector significativo de la misma) para distraerlos de las cosas que realmente importan. No, el problema no es que el salario mínimo esté estancado en gringolandia desde hace quince años; es que los inmigrantes ilegales se están robando los trabajos. No, el problema no es el racismo sistémico, es que las escuelas públicas quieren “enseñarles” a ser homosexuales a los niños de primaria. No, el problema no es que Citizens United haya permitido la entrada de dinero negro a las elecciones gringas, es que “hombres disfrazados de mujeres” quieren entrar a los baños de las damas para abusar de ellas.

Es lo mismo aquí: no, el problema no es que ciertos grupos junto con las autoridades hicieran negocios millonarios con los medicamentos; es que este gobierno no consigue medicinas para los hospitales. No, el problema no es que ciertos grupos junto con las autoridades hicieran negocios millonarios con los libros de texto gratuito; es que los nuevos libros indoctrinan con comunismo. No, el problema no es que el poder judicial tenga una partida de 253 millones de pesos para vesturio y 56 millones de pesos para renta de casas; es que el ejecutivo quiere golpetear a otro poder autónomo para poder ser más autoritario. No, el problema no es que ante la marejada democrática que por fin ha permitido a la población en general del país tomar control del ejecutivo y legislativo, tanto a nivel federal como la mayor parte de los locales, la oligarquía se haya entramado en el poder judicial para bloquear las reformas que evidentemente apoya la mayoría del país; es que tenemos un presidente narco.

De nuevo, las encuestas de opinión nos dicen que esta campaña que ha durado todo el sexenio (y que se recrudecerá conforme se acerquen las elecciones) no está funcionando… excepto por una minoría de la población. ¿Son parte ustedes de esta minoría, queridos lectores? ¿Se han detenido a pensar si acaso es posible que estén equivocados? Sólo como ejercicio mental, ¿están dispuestos a intentar escuchar al otro lado? ¿De verdad escuchar?

No dejen de escuchar a los medios chayoteros; al contrario, asegúrense de seguirlos escuchando, por favor. Pero también escuchen a los que a su vez los critican; si no, están viviendo en una burbuja que, si todo continúa como van las cosas en este momento, va a tronar como ejote el dos de junio.

¿Es mi intención convencer a algunos de ese cuarto sector a que voten por la Transformación el próximo 2 de junio? Por supuesto que no; desde hace muchos años entendí que no importa qué bien o mal escriba, o qué datos presente o deje de presentar, en general no le voy a hacer cambiar la forma de pensar a absolutamente nadie. Pero sí necesitamos todos salir de nuestras burbujas informativas.

Además, si me permiten ser sincero, queridos lectores, no necesitamos los votos de ese cuarto sector: ganamos sin ellos, fácilmente (aunque faltan cuatro meses para las elecciones; y esos son muchos meses para que ocurra una desgracia). Y para el plan C, además de que hay muchas opciones incluso si no conseguimos las dos terceras partes legislativas directamente, es mucho más sencillo convencer a más gente que vote por primera vez a tratar de convencer a los que no aprueban: en el 2018 votaron por primera vez 11 millones de mexicanos. Ese porcentaje de ciudadanos que ni aprueba ni desaprueba es muy probable que contenga un montón de paisanos que nunca han votado (justo porque como que les vale madre, realmente); si este dos de junio aumentamos el número de votantes la mitad de la última vez, unos 5 millones, creo que fácilmente conseguiríamos esas dos terceras partes. Vamos a ver.

Como sea: no todos los miembros del cuarto sector están mal informados; algunos (no sé cuántos) de manera honesta, sin caer en dogmatismo, sencillamente no están de acuerdo con las políticas de la Transformación. Estos ciudadanos mexicanos, junto con los dogmáticos del tercer sector, están equivocados, si hacemos caso a las toneladas de evidencia empírica que existen; pero tienen derecho de estar equivocados. Tienen todo el derecho del mundo de proselitizar su ideología y tratar de convencernos de que los programas del Peje no pueden funcionar aunque al parecer sí estén funcionando; tienen derecho a organizarse políticamente y perseguir los espacios políticos que puedan ganar; y a través de ellos tienen todo el derecho de hacer un contrapeso a las políticas de Estado de la Transformación y tratar de detenerlas o retrasarlas.

Pero siguen siendo minoría y por lo tanto no tenemos (nosotros como sociedad y la Transformación como la que cuenta con la legitimidad, autoridad y fuerza del Estado) por qué hacerles caso.

Si se juega el juego político, tienen derecho a ciertas concesiones y definitivamente siempre a ser escuchados; pero evidentemente no se van a hacer las cosas como ellos quieren, porque son minoría. No importa que algunos, como los dogmáticos, estén 100% convencidos (como los fanáticos religiosos) que tienen la razón de su lado.

Tienen que aceptar este hecho, si hay una participación política de buena fé por parte de ellos; si no quieren que ciertas políticas se implementen, deben convencer a un porcentaje significativo de la sociedad para que voten por los candidatos que los representen o para movilizarse con fortaleza y de manera continua si quieren que se les escuche. Una marcha no basta; nosotros marchamos durante décadas (generalmente con cientos de miles), llenando el Zócalo docenas de veces, antes de que pudiéramos convencer a suficientes paisanos de que éramos la mejor opción.

Si quieren que las cosas se hagan como ustedes quieren, tienen que convencer a una mayoría del país. Y si no lo logran, no se harán las cosas como ustedes quieren, obviamente. Así de simple.

Relacionado a todo lo anterior, hay dos cosas que mucha gente dice con las que yo no estoy de acuerdo: una, que la discusión política está muy “polarizada”; y dos, que el país está muy “dividido”.

De la polarización: nadie (y de verdad, jamás lo he visto u oído) está abogando por la destrucción absoluta de los adversarios políticos (a lo más la derecha hace comentarios clasistas y racistas, como que hay que obligar a miembros de Morena a vivir en Iztapalapa), y ninguno de los bandos está ensimismado en que el bando propio es 100% correcto y el opuesto está 100% equivocado: como mencioné los medios chayoteros admiten cosas buenas del sexenio del compañero Presidente; y obviamente también mencionan aunque sea parte de las pendejadas de la oposición (entre otras razones porque cometen muchísimas pendejadas). De la misma manera, los medios izquierdistas que mencioné reconocen cuando los adversarios de la Transformación tienen un punto y no se tientan el corazón en mencionar cuándo piensan que la administración la está cagando.

Me da la impresión de que la gente que dice que la política está muy polarizada, tiene esta noción porque cometen el error de usar redes sociales; yo por supuesto no hago eso, porque (repito una vez más) estoy convencido de que son una mierda absoluta. Pero además, ¿les consta que las señales de esta “polarización” las dan seres humanos de carne y hueso? Porque me parece que está demostrado que la enorme mayoría de engagements en redes sociales son bots alegremente mentándose la madre entre ellos, en ocasiones sin que ni siquiera una persona de verdad vea dichas discusiones.

Además hay que entender que si uno da una postura política y alguien más nos responde: “no, eso no es correcto; estás equivocado”, eso no es polarización: eso es que pensamos distinto. Es perfectamente normal y de hecho sano y bueno en una democracia. No tenemos que pensar igual; y de hecho me consta que entre la mayoría que apoyamos a la administración de Andrés Manuel, muchísimos diferimos en muchísimas posturas. Pasa lo mismo con la minoría que no aprueban a la Pejeadministración. Eso está bien; qué bueno que así ocurra.

De la “división”: el país no está dividido; al contrario, está más unido que nunca en apoyo de un proyecto de nación. El consenso es tan grande que es de verdad abrumador ver cómo los que apoyamos la Transformación superamos 2 a 1 a los que no, si no es que de hecho por más. Porque además, les recuerdo, los que no aprueban no quiere decir que desaprueben; hay un montón que no aprueba que con casi toda certeza de hecho les vale madre.

Los que de hecho desaprueban son una minoría que además va disminuyendo; el resto (o la gran mayoría del resto) estamos en general bastante contentos y vemos con optimismo el estado actual del país y el rumbo en el que está encaminado. Reconocemos y estamos conscientes de los errores, limitaciones y pendejadas que ha cometido la Transformación; pero (en general) no nos queda duda que es mucho mejor que las administraciones anteriores y que los programas sociales y modelo económico funcionan. Lo vemos con nuestros propios ojitos, al abrir las puertas de la calle y ver los hospitales; las carreteras y autopistas; los trenes y aeropuertos. Lo vemos al llenar el tanque de gasolina, al comprar la canasta básica, al pedir cosas en Amazon con un dólar históricamente bajo.

Y la enorme mayoría de los que apoyamos la Transformación, nos orgullece y alegra ver a un Presidente que habla del legado histórico del pueblo mexicano; de las bondades de la cultura nacional; de cómo ser mexicanos es algo de lo que nos podemos sentir orgullosos. Si ustedes no están de acuerdo o les parece que esas son cosas superficiales o irrelevantes (o peor aún, que es “peligroso” pensar así), de verdad no sé qué decirles: tomen de nuevo sus clases de civismo en la secundaria, o algo. Lo que sí sé es que, si una parte no trivial de sus años formativos transcurrieron en México, y no les importa o les da vergüenza ser mexicanos, nada más se están poniendo el pie ustedes mismos, porque su cultura es la mexicana les guste o no, y forman parte de este pueblo, nos guste o no a nostros.

No hay división; hay una gran fiesta nacional, y todos los mexicanos están invitados. No es obligatorio que asistan, pero si no lo hacen se están perdiendo un gran huateque.

Para terminar, debo enfatizar que en esta entrada no hablé de lo que yo denomino nuestra desesperada y triste oposición. Algunos de los miembros de los cuatro sectores que mencioné forman parte de ella, pero para , nuestra desesperada y triste oposición consiste de la oposición formal: los partidos políticos de oposición, en particular sus dirigentes, (algunos) gobernadores, legisladores y candidatos; no realmente a sus militantes.

Hago la distinción, porque una de las cosas que hace todavía más trágico (y enfuriante) el estado de nuestra desesperada y triste oposición, es que la misma no representa a casi nadie de la ciudadanía. Representan a un sector oligárquico diminuto y a una bola de burócratas partidistas que mayormente están traficando fueros legislativos para tratar de, literalmente en muchos casos, evitar terminar en la cárcel.

Pero de nuestra desesperada y triste oposición escribiré en otra entrada.

How Not to Summon a Demon Lord

En algún momento en los últimos 3 años, vi How Not to Summon a Demon Lord; tiene 2 temporadas, entonces se me hace bolas el engrudo de cuándo comencé a verla y cuándo terminé ambas temporadas. Mis notas dicen que está después de DanMachi, así que supongo que ahora me toca hablar de ella.

How Not to Summon a Demon Lord

How Not to Summon a Demon Lord

Éste es un Isekai bastante menso pero en mi opinión muy divertido. Takuma Sakamoto es un nini que de repente es transportado a un mundo que es básicamente idéntico a un videojuego que él jugaba, con el cuerpo y poderes de su avatar en dicho juego, llamado Diablo. No estoy bromeando, así se llama; pero en defensa de Takuma, es el avatar de un juego, ponerle un nombre mamón se entiende, especialmente para un adolescente nini más bien torpe socialmente.

Como sea, Takuma es isekai​ado, porque dos lindas e innecesariamente sexualizadas muchachitas lo invocan con la intención de hacerlo su esclavo; sin embargo, como el personaje del muchacho tiene un anillo que lo protege de magia reflejándola en sus enemigos, el hechizo de las muchachitas rebota y terminan ellas de esclavas de él.

(La Wikipedia usa el término “sirviente”, pero a mí no me engañan: querían esclavizarlo y terminaron siendo esclavizadas).

Muchas aventuras se siguen con hartos doblesentidos sexuales, comenzando porque el grupo no tiene dinero y tienen que dormir los 3 en la misma cama de la posada donde se hospedan. Las lindas e innecesariamente sexualizadas muchachitas tienen 14 y 15 años; y el cuerpo de Takuma en este nuevo mundo es de adulto, pero el muchacho es técnicamente todavía adolescente entonces… ¿no está tan mal?

Hilarantemente, si no se ofenden con historias idiotas de dibujos animados, Diablo casi no toca a sus esclavas (al menos no de manera premeditada) porque es virgen y le da miedo que descubran que tiene cero experiencia sexual. Eso sí, para librar de una maldición a Rem, su esclava menor que es una panteria (básicamente una catgirl), el hechizo correspondiente consiste en que Diablo (y de nuevo, no estoy bromeando) la dedee hasta que le exorciza un demonio milenario que por supuesto termina tomando forma de una niña prepubescente. Y que también termina siendo su esclava.

Nunca cambies, Japón.

Podría seguir describiendo más situaciones del animé, pero creo que pueden ir viendo por dónde va el asunto. Me parece más sencillo invitarlos a que vean la apertura de la segunda temporada, que usa música que fácilmente podría imaginar a Pitbull interpretando: es divertida, ligera, mensa y sexy, si no les ofende ver a personajes menores de edad siendo sexualizados, siendo éstos ficticios y dibujados. Casi todos los chistes tienen un componente sexual y las escenas de acción en general se resuelven fácilmente porque Diablo le gana sin muchos problemas a casi cualquier contrincante, porque su avatar en el videojuego tenía maximizadas sus características.

Las integrantes del harén (la unidad básica familiar del animé) son adorables; Diablo es un súper nerd en el cuerpo de un rey demonio; y el humor es bastante divertido si bien innegablemente arrecho, en muchas ocasiones de forma gratuita. Pero además, inevitablemente las dos esclavas (iniciales) de Diablo terminan enamoradas de él, y él inadvertidamente le propone matrimonio a Shera, su esclava mayor que es una elfa, al regalarle un anillo; lo que hace que Rem le haga un pucherito de que no es justo y que le debería dar uno a ella también. Así que tiene algo de romance y por lo tanto estoy contractualmente forzado a que me guste.

La serie es lo que es; yo la encontré muy divertida, si bien es indudablemente mensa y arrecha, no necesariamente en ese orden. Ustedes sabrán si les interesa: está en Crunchyroll si ese es el caso.

Diecinueve años

Caí en cuenta de que los últimos tres aniversarios de mi blog ni siquiera los mencioné en el mismo. Mucho tuvo que ver la pandemia, supongo; aunque la verdad siempre he sido malo para conmemorar ciertas fechas.

Y de hecho este año lo estoy mencionando, pero se me pasó por casi una semana.

Como sea, lo estoy retomando, porque el próximo año se cumplirán veinte años de que tengo este blog; lo cual suena demencial, de alguna manera.

Comencé este blog en 2005, en la segunda mitad de mis veintes; y me encuentro ahora, diecinueve años después, en la segunda mitad de mis cuarentas y habiendo pasado por multitud de pendejadas, además de vivir los cambios por los cuales ha transitado el país.

En ambos casos muchas veces escribí al respecto en este blog, que es la actividad “cotidiana” (luego dejo pasar meses sin escribir) que más ha durado a lo largo de mi vida.

Vamos a ver qué nos espera en este último año de las primeras dos décadas de mi blog.

The Wolf Among Us

El siguiente platino que obtuve fue el de The Wolf Among Us.

The Wolf Among Us

The Wolf Among Us

He leído los primeros 100 números de Fables múltiples veces, porque es de los mejores cómics que existen… aunque hay que aguantar un poquito el vómito cuando la ideología pro-israelí y pro-vida de su muy conservador autor se filtran, que misericordiosamente es pocas veces.

No he leído los últimos 50 números de Fables nunca, porque la verdad es que la historia se pone medio aburrida después de la guerra contra Mister Dark; y si somos sinceros realmente desde que Fabletown derrota al Adversario.

Este juego, como todos los de Telltale es una aventura gráfica, cuya historia transcurre varios años antes de la historia de los cómics.

Si no han leído los cómics, este juego es medianamente interesante, en el mejor de los casos; e incomprensible, en el peor. Habiendo leído los cómics… sigue siendo medianamente interesante.

Lo mejor que tiene Fables, sin duda alguna, es el romance. El de Bigby (mote que le dan los habitantes de Fabletown a the Big Bad Wolf) y Blanca Nieves, sin duda alguna; pero también el de Rose Red (la hermana de Blanca Nieves) y Blue Boy; el romance de él con Caperucita Roja (o su clon malvado, como quieran); el de un Mono Alado del Mago de Oz con una paisana de Pulgarcita; etc.

Nada de eso está en el juego, que es más bien un misterio alrededor del asesinato de un fable (un personaje de los cuentos de hadas, que así son los habitantes de Fabletown).

Está bien, supongo… pero nada para echar cohetes al cielo.

Este juego lo compré no tengo idea de cúando. Estaba en papel de celofán de la tienda, de los pocos juegos de PS3 que aún tenía así, y supongo que me costó como 40 pesos o algo por el estilo cuando lo compré. Cuando regresé a jugar videojuegos, una de las metas que me puse era tratar de al menos dentar el enorme número de juegos para PS3 que tengo en mi lista de espera; como The Wolf Among Us es una aventura gráfica, yo sabía que es trivial obtener el platino (básicamente, hay que terminar el juego), así que lo elegí como un buen primer regreso a mi consola PS3 original.

Me llevó más de cuatro meses terminarlo… porque no es terriblemente emocionante y la historia, como debí dejar claro arriba, me parece más bien mediocre.

No me molesta haberlo jugado; nada más no lo encontré particularmente divertido tampoco.

El mejor presidente del siglo XXI

Andrés Manuel López Obrador es el mejor presidente que ha tenido México en el siglo XXI.

Esta aserción debería ser lo menos polémico del mundo mundial; no estoy ni siquiera diciendo que AMLO fue buen presidente (todavía), no es una afirmación absoluta. Es una afirmación relativa; expandiendo lo que digo en ese primer enunciado de esta entrada: el Peje ha sido mejor presidente de lo que Fox, Calderón y Peña Nieto fueron.

De nuevo, eso no debería discutirlo nadie: Fox fue (y sigue siendo, si no es que de hecho ha empeorado) un casi certificado retrasado mental, al menos en política, pero discutiblemente en todos los aspectos de su vida y que aceleró las malas políticas de los gobiernos iniciales del neoliberalismo priista, con el agravante de debilitar la separación iglesia/Estado y pisotear nuestra soberanía. Calderón, además de robarse una elección, es básicamente un criminal directamente responsable de la muerte de decenas de miles de mexicanos, además de cómplice (en el mejor de los casos) si no es que jefe (o subordinado, si le creemos a Nicolas Sarkozy) y defensor (en el peor de los casos) de uno de los peores criminales que ha tenido México, Genaro García Luna; no (necesariamente) por los crímenes que cometió, sino porque los cometió siendo el principal policía del país. Y Peña Nieto dirigió probablemente a una de las administraciones más corruptas que ha tenido el país, ya en la absoluta podredumbre del sistema prianista que se estaba consumiendo a sí mismo como un cáncer.

De nuevo: decir que el Peje es el mejor presidente de México en el siglo XXI no sólo no debería ser polémico; es una afirmación que raya en lo aburrido. La competencia que tiene es de tercer o cuarto nivel, cuando él mismo es el segundo líder de una nación con índice de popularidad más alto en todo el mundo mundial. No hay competencia, realmente.

(No se preocupen: más adelante voy a argumentar no sólo porqué el Peje es mejor presidente que sus antecesores, sino también porqué de hecho es un buen presidente desde un punto de vista absoluto y objetivo, pero quiero enmarcar la discusión primero dando como hecho el hecho [je] de que el compañero Presidente es el mejor ídem de este siglo).

Como les digo, queridos lectores, desde mi punto de vista ni siquiera tiene mucho sentido discutir el que Andrés Manuel López Obrador es el mejor presidente que ha tenido México en el siglo XXI; pero lo vamos a hacer. Antes de hacerlo, empero, tenemos que definir ciertas reglas básicas: no vamos a caer en el sinsentido en el que se encuentran los gringos desde hace décadas, donde es imposible que tengan una discusión fructífera porque la derecha en general y un partido político en particular (el republicano) sencillamente vive en un mundo de cuento de hadas donde la realidad no existe: donde no hay racismo sistémico en EEUU; ni cambio climático por culpa de los seres humanos; las armas de fuego no son la razón por las que muere más gente por armas de fuego; y un feto inviable tiene más derecho a vivir que su madre. En casos extremos, las vacunas son venenosas o inyectan microchips para controlarlos vía remota usando 5G; y el planeta Tierra resulta que es plano.

(La “izquierda” gringa y los demócratas también salen de vez en cuando con mamadas; pero no hay punto de comparación con cómo está desconectada de la realidad la derecha gringa.)

Así que, para evitar perder mi tiempo (no me interesa discutir con gente pendeja), sí quiero dejar bien claro que, al menos yo aquí en mi blog, voy a tomar como piso argumentativo el siguiente párrafo: voy a suponerlo como punto de partida de la discusión; y aunque sí argumentaré un poco por qué lo hago, no voy a discutirlo realmente con nadie. Y dice:

Los datos y cifras de instituciones como el INEGI y el Banco de México son verdaderos.

Eso es todo. Si les interesa discutir conmigo de política en ésta y las siguientes entradas que tengo planeadas para este año, tenemos que estar de acuerdo en que los datos del INEGI, el Banco de México y otras instituciones similares son correctas; por supuesto entendiendo que ninguna fuente de información en el mundo es perfecta todo el tiempo: habrá siempre un margen de error y espacio para interpretar las cifras.

En otras palabras, si el INEGI dice que la tasa de desocupación en México es de 2.8% (datos de noviembre de 2023; la siguiente actualización es a finales de enero), este porcentaje tiene un margen de error, aunque el tamaño de las muestras del INEGI y sus metodologías hacen que dicho error, si existe, sea increíblemente pequeño.

Que es, por cierto, una de las razones de por qué doy como verdaderos esos datos sin que por ello esté cayendo en dogma: el documento que ligo (Métodos y procedimientos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ENOE) tiene una última edición de 2023; pero la primera es del 2007. La enorme mayoría de las personas que trabajan en el INEGI, el Banco de México y similares, lo vienen haciendo desde mucho antes de que empezara la Transformación: se llama Servicio Profesional de Carrera y viene funcionando desde hace décadas.

Otra razón son los medios de comunicación corporativos, que espero no sea motivo de discusión que la gran mayoría están en contra de la Transformación; a distintos grados y muchas veces porque los dueños de los mismos (todos son, por definición, privados) les ordenan que así sean. En ese video, al final, pueden oírlo de la misma voz de Ricardo Salinas Pliego; pero no es muy difícil deducir que pasa lo mismo en todos los demás, no sólo TV Azteca.

Como sea: ¿han oído a los medios de comunicación corporativos decir que las cifras del INEGI o del Banco de México están mal? ¿Sugerir que están fabricados los datos? No, por supuesto que no: porque básicamente son las mismas instituciones que existían antes de la llegada del Peje a la silla del águila. Que es de las cosas que agradezco de la vida política en México: por más lodo que muchos medios le lancen al Peje y a la Transformación, estamos lejos del cinismo de medios como son Fox “News” en Estados Unidos.

Si cualquiera de ustedes, queridos lectores, acepta a las cifras del INEGI y similares como ciertas, podemos discutir lo que quieran. Si no, entonces tienen que presentar evidencia de dónde están mal los datos; y dicha evidencia no puede ser lo que sienten en sus corazoncitos o que conocen un caso particular que según sus piensos contradice las cifras oficiales: justamente el chiste de la chamba que hacen instituciones como el INEGI es que son una visión general del estado del país. Por supuesto que habrá casos particulares donde una política o programa falle; de hecho, habrá un chingo, pero lo importante es ver cómo están funcionando en general. Y si de plano niegan los resultados que el INEGI y compañía publican nada más porque no les gustan, púdranse: yo no voy a perder mi tiempo discutiendo con gente delirante que está viviendo en un mundo de cuentos de hadas.

Con ese piso parejo entonces establecido yo afirmo, de nuevo, que Andrés Manuel López Obrador es el mejor presidente que ha tenido México en el siglo XXI. Y tenemos las cifras para justificar dicha afirmación:

  • Pobreza

    En el sexenio del Peje, más de cinco millones de mexicanos salieron de la pobreza.

    ¿Eso significa que ya no hay pobres en México? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo estamos diciendo lo que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social reporta: más de cinco millones de mexicanos salieron de la pobreza. Siguen habiendo un chingo de pobres; y siguen habiendo demasiados mexicanos en pobreza extrema: ese mismo reporte menciona que más de 400,000 personas entraron a situación de pobreza extrema.

    Pero que tantos mexicanos salieran de la pobreza en un sexenio es, para motivos prácticos, algo que no ocurría en décadas, y ciertamente no en este siglo antes del Peje.

  • Desempleo

    Como mencionaba arriba, la tasa de desempleo (técnicamente desocupación) está en un mínimo histórico. Para motivos prácticos, si alguien quiere trabajar en México entonces puede encontrar trabajo; es lo que se conoce como full employment: y además en México estamos así sin una inflación por los cielos.

    ¿Quiere esto decir que la situación laboral en México es perfecta? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo es un hecho que hay muchos menos desempleados que los que históricamente hubo durante el siglo antes de este sexenio. De todas formas hay mucho por hacer; no todos los trabajadores reciben el salario que debieran y además hay gente calificada que encuentra trabajo, pero no necesariamente en lo que le gustaría aunque tenga las habilidades para realizarlo.

    Pero que haya tan poca desocupación es algo que estrenó el sexenio de Andrés Manuel este siglo.

  • Salarios

    En este sexenio, los salarios mínimos aumentaron como nunca en este siglo.

    ¿Eso significa que todos los salarios son justos en México? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo es el primer gobierno en décadas (ciertamente en el siglo XXI) que consigue aumentar los salarios mínimos en los porcentajes que hemos visto, pero además (que muchos analistas convenientemente “olvidan” mencionar) estos aumentos se consiguieron con el apoyo del sector empresarial.

    Los patrones estuvieron de acuerdo con el cambio; y esa es la labor política que justamente sólo puede hacer una figura como el presidente constitucional de la República: ese es el tipo de trabajo que AMLO (más pragmático que ideológico) siempre se ha distinguido en hacer.

  • Desigualdad

    En este sexenio, por primera vez este siglo, la desigualdad en ingresos del país disminuyó. Exactamente cuánto disminuyó está abierto a interpretaciones y es de hecho una pregunta terriblemente difícil de responder; pero de que disminuyó la desigualdad no hay duda.

    ¿Esto quiere decir que ya no hay desigualdad en México? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo disminuyó la desigualdad; que cuadra con el resto los datos que he estado poniendo: si por fin les subieron el sueldo a la población más pobre del país, obviamente habrá más que saldrán de la pobreza y disminuirá la desigualdad.

  • Tipo de cambio

    En 2023, el peso mexicano tuvo la mayor apreciación anual en registro desde que se tiene régimen cambiario de libre flotación.

    ¿Esto significa que el peso es una moneda más fuerte que el dólar? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo es un hecho (vayan al banco o compren algo importado en Amazon) que el tipo de cambio favoreció este año al peso mexicano, básicamente como no se veía en todo este siglo. Espero que no le hayan hecho caso a los que auguraban el desplome de nuestra moneda y hayan comprado dólares en 2018.

    No me voy a meter al análisis de por qué chingados pasó eso, pero por supuesto tiene que ver con la fortaleza de la economía mexicana y la confianza de los mercados. Que nos lleva a:

  • Estabilidad económica

    La economía mexicana se ubicó, según el Fondo Monetario Internacional, como la economía número 12 en el mundo, por encima de Australia, España y Samsung/Corea del Sur. El Fondo Monetario Internacional, esa institución que todo mundo sabe está formada por radicales izquierdistas. Eso último es sarcasmo, por si era necesario aclararlo.

    ¿Quiere decir esto que la economía mexicana está en perfecta condición? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    Sólo es estable y relativamente sana. Que es (¡sorpresa!) lo que ocurre cuando los ricos y las empresas se les cobran sus impuestos sin excepciones; se instaura una austeridad republicana como política de Estado; la mayor parte de los gobernantes en el país no se roban el presupuesto; y los mismos se reinvierten en obras públicas y programas sociales.

  • Inseguridad

    Según las cifras oficiales, la inseguridad ha bajado más que en los sexenios anteriores; principalmente porque, para motivos prácticos, es el primer sexenio en décadas donde baja la inseguridad en lugar de subir.

    De todas las cifras que he publicado, éstas probablemente sean las que más se cuestionarán, con justa razón: un montón de crímenes en México ni siquiera son reportados. Sin embargo, en cosas como asesinatos y robo de automóviles en los hechos la cifra negra (los delitos de ese estilo no reportados) es casi inexistente. En el caso de asesinatos porque deshacerse de un cuerpo no es tan sencillo como Breaking Bad pudiera hacerlo parecer; y en el caso de automóviles porque suelen estar asegurados y a la víctima le interesa cobrar el seguro.

    Pero además, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del INEGI concuerda con las cifras oficiales. Dicha encuesta mide, entre otras cosas, la percepción de la inseguridad. Si Fulano o Zutano no sufren de ningún crimen, pero escuchan de muchos de sus conocidos que sí sufrieron de algún crimen, entonces su percepción de la inseguridad aumentará, aunque no les afecte directamente. En cambio, si a mí y mi familia, y mis conocidos y los conocidos de mis conocidos no nos afecta la inseguridad, entonces mi percepción de la inseguridad disminuirá. Si se hace un ejercicio de encuesta enorme (como la ENVIPE) y resulta que la percepción de inseguridad va a la baja, y esto a su vez concuerda con las cifras oficiales, pues entonces muy probablemente sí haya disminuido la inseguridad.

    ¿Quiere decir esto que el problema de inseguridad en México está resuelto? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

    No sólo eso: el tema de la inseguridad es sin duda alguna en el que más nos ha quedado a deber el Peje y su administración. Sí, la inseguridad ha bajado, pero no lo suficiente y además definitivamente no a la velocidad que debería. Yo sí creo que la única solución al problema de inseguridad es justamente subsanar las causas de la misma, que no es otra sino la desigualdad socioeconómica (que combatirla ha sido el énfasis del Pejesexenio); pero se puede (y debe) hacer más, y en eso el gobierno de Andrés Manuel nos quedó a deber.

    De cualquier forma, es mejor que lo ocurrió en los otros sexenios de este siglo.

Yo esperaría (aunque lamentablemente sé que de hecho no es así) que todos estuviéramos de acuerdo en que los datos duros que acabo de mencionar son todos objetivamente buenos, si no es que en algunos casos excelentes, para evaluar la condición del país. Lamentablemente, como digo, hay gente que sinceramente cree que tener un salario mínimo alto es (por ejemplo) algo malo: los casos más extremos de hecho creen que no debería haber salario mínimo, porque es una “injerencia” del Estado en la economía.

Esta gente, que a estas alturas de mi vida no puedo menos que pensar en ellos como personas gratuitamente crueles (que la labor infantil esté prohibida también es “injerencia” del Estado en la economía, así como prohibir que despidan a una mujer porque se embaraza), yo sencillamente no las puedo ya tomar en serio. Por suerte son muy pocas, entonces en general podemos ignorarlos (que es lo que haré en esta entrada).

En general si creen que alguno de los puntos que puse son algo negativo para el país, no me interesa mucho su opinión; pero sí podemos discutir cómo se interpretan dichos datos.

Otra cosa es por supuesto que me estoy centrando en la situación político-socioeconómica. La sencilla razón es ésta: soy de izquierda.

Hay quienes creen que ser de izquierda es apoyar el matrimonio gay; o la despenalización del aborto; o los derechos de las personas transgénero. Y sí, todas esas posturas son parte de lo que nos define a los que nos consideramos de izquierda.

Pero no son lo más importante.

Lo más importante para la izquierda es la lucha contra la desigualdad, principalmente económica. Si se avanza en eso, no sólo tiene un impacto mucho más grande y profundo: lo demás es mucho más fácil de conseguir. El énfasis en lo que los gringos llaman (en su definición moderna) las guerras culturales suele ser (aunque no siempre), una distracción; por eso un sector importante de la “izquierda” gringa (por decirle de alguna manera) lleva años perdiendo el tiempo en qué baños puede o no usar una persona o qué pronombres se deben utilizar, cuando el salario mínimo está estancado en $7.25 la hora desde hace casi quince años.

Pero además, en México se ha avanzado muchísimo en esas demandas en este sexenio. Se despenalizó el aborto a nivel federal; se prohibieron en todo el país las terapias de conversión (no les tengo que decir de qué partido eran los que se opusieron); y por primera vez en la historia el gabinete del presidente tuvo paridad de género. Los libros de texto gratuito, hablan de sexualidad y diversidad sexual, aunque se persignen los de la oposición.

Pero lo socioeconómico es lo más importante, por supuesto. Y en ese sentido, el sexenio del Peje ha puesto al país en una situación mejor (y se puede discutir que mucho mejor) que a cómo lo recibieron. Ojo: el país no son los cerros o las banquetas; el país no son las empresas o los inversionistas; el país no son sus instituciones. El país es su gente; toda su gente: y su gente está mejor que hace cinco años. En general, por supuesto hay excepciones, siempre hay excepciones.

Pero que el país esté mejor, de nuevo, era medio obvio que ese sería el resultado nada más teniendo gobernantes un poquito menos rateros y un poquito menos imbéciles. Si quieren ni siquiera mucho menos; nada más tantito menos.

(Me encantaría poder afirmar, como verdad absoluta, que la administración del Peje es menos corrupta que las anteriores, pero no se puede demostrar un negativo: no podemos afirmar que no hay corrupción sólo por no verla; sólo podemos afirmar que hay corrupción cuando la vemos. Hay muchísimos indicadores de que sí hay menos corrupción ahora, para empezar que la lana alcanza para los programas sociales y las obras públicas, además de que la prensa se supone es parte de su trabajo y no han encontrado tanta corrupción a pesar de tener a la administración de Andrés Manuel bajo una lupa mucho más potente que a administraciones anteriores; pero no podemos afirmarlo de manera absoluta, si estamos tratando de ser honestos.)

¿Quiere esto decir que México es ya una utopía y que todo es perfecto? No; yo no estoy diciendo eso. Nadie (sensato) está diciendo eso.

Sigue habiendo un chingo de problemas; y esta administración cometió un chingo de errores. Algunos por incapacidad; otros por falta de tiempo; muchas veces fallaron los cálculos (o se hicieron muy inocentemente); y no se pueden minimizar los causados por obstrucciones de la oposición. ¿Y qué creen? En estos meses que quedan van a cometer todavía un chingo más de errores; y si queda Claudia como presidenta, durante su sexenio de nuevo se cometerán un chingo de errores. Es, para motivos prácticos, inevitable.

Por eso si lo único que pueden responder a esta entrada es con ejemplos de cosas que salieron mal, les ahorro la molestia: probablemente tengan razón en todos y cada uno de esos ejemplos. Exceptuando por supuesto las ridiculeces que se inventa la oposición cada 20 minutos, como que los libros de texto iban a inculcar el comunismo a los niños (¿se les olvidó combatir eso rapidito, verdad?), o que la gasolina estaba a 30 pesos el litro al inicio de este año (vayan a su gasolinería más cercana, PEMEX de preferencia por favor, y revisen por ustedes mismos).

Si no son invenciones ridículas, sin ningún problema acepto casi cualquier ejemplo que quieran mencionar como muestra de que, según ustedes, el sexenio del Peje no es el mejor de este siglo. Pero entonces tienen que poder demostrar que (a) ejemplos similares no ocurrieron en los sexenios anteriores; o (b) que ocurrieron significativamente menos veces que en el sexenio de Andrés Manuel.

Y por supuesto debe haber cierta sinceridad y honestidad; si un programa en este sexenio tiene ejemplos de cosas que salieron mal, y dicho programa no existía antes, obviamente el ejemplo malo únicamente ocurrió en el sexenio de AMLO: pero, si lo malo es un porcentaje pequeño del programa, entonces el mismo sigue siendo una mejora a no tener dicho programa. E incluso si no es tan pequeño el porcentaje: el punto es en promedio, en general qué tanto bien genera o no.

Lo mismo pasa con obras incompletas o no funcionales al 100%: si es únicamente especulación de que nunca van a funcionar o dar un resultado neto positivo, nada más porque sus corazoncitos eso les dicen, no es razón suficiente para descalificar al programa u obra completo; mucho menos a todo el sexenio. Tendrían que estar funcionando terriblemente mal una mayoría de los programas implementados y obras construidas por la Transformación para poder descalificar al sexenio completo; y las cifras sencillamente no cuadran con eso.

Pero lo podemos discutir; es interesante el discutirlo. Sólo tenemos que estar de acuerdo en qué es real y qué no en el país y el mundo, no podemos hacerlo con base a sentimientos o dogmas. Si asaltaron a alguien que conocen no quiere decir que la inseguridad no ha bajado; si saben de alguien que tuvo un problema en un hospital público no quiere decir que todo el sistema de salud no sirve para nada; si conocen de un caso de corrupción no (necesariamente) quiere decir que toda la administración es corrupta. Los casos particulares son eso, particulares; no los minimizo, pero no determinan el estado general de la nación. Para eso necesitamos cifras a nivel global de todo el país (por definición); y justamente instituciones como el INEGI y el Banco de México se dedican a eso. De ahí que tengamos que estar de acuerdo en que están en general bien antes de poder discutir nada.

Si estamos de acuerdo en que son reales esas cifras, es básicamente imposible llegar a una conclusión distinta a que AMLO ha sido el mejor presidente de México en este siglo; y de hecho es fácil argumentar que ha sido un buen presidente, sin necesidad de compararlo con sus antecesores. Pero si creen que pueden justificar el caso contrario, por favor inténtenlo.

Mientras tanto, para el mundo sensato que reconoce que el Peje ha sido el mejor presidente de México en el siglo XXI, la encrucijada en la que se encuentra nuestra desesperada y triste oposición es la siguiente: o bien admiten la realidad (el Peje es el mejor etc., etc.), o la rechazan tratando de reemplazarla con una “realidad” inventada.

Lo delicioso de la situación, es que hagan lo que hagan, la oposición pierde. Si admiten que el sexenio del Peje es lo mejor que le ha pasado al país en décadas, pues pierden porque admiten que hay que continuar sus estrategias y entonces la mayoría del país va a votar por Claudia. Y si lo reniegan y tratan de convencernos de que arriba es abajo y que el agua es seca, la enorme mayoría de los mexicanos con derecho a ejercer su voto este año van a darse cuenta de que están tratando de tomarnos el pelo y también van a votar por Claudia.

Y la situación es deliciosa entre otras razones porque no hay medias tintas; la oposición no puede decir algo del estilo de “las políticas de Morena están bien, pero mejor voten por nosotros; lo sabemos hacer mejor”: son los que gobernaron durante décadas y sabemos que no lo saben hacer, tendríamos que ser muy pendejos para creerles. Tampoco pueden decir que la mayor parte de las cosas salieron mal, porque evidentemente no son la mayoría; sí hay cosas que salieron mal, pero en general las cosas salieron bien. Entonces están condenados a negar la realidad diciendo que todo o casi todo está mal, porque es la única oportunidad que tienen de tratar de ganar lo que sea en las próximas elecciones; de ahí que estén tan desesperados y tan tristes.

Sin embargo, no voy a profundizar aquí sobre nuestra desesperada y triste oposición; esta entrada ya va para ser de las más largas de mi blog, entonces eso lo dejaré para una entrada aparte más adelante. Así que mejor sólo mencionaré una última cosa, que convenientemente a muchos medios se les ha olvidado mencionar últimamente.

Como se puede extrapolar de lo que puse arriba, los datos duros justifican el decir que hemos tenido un buen gobierno en este sexenio que termina; no perfecto, no infalible; sólo bueno. Si quieren ni siquiera muy bueno (aunque en mi opinión así es); si quieren nada más bueno a secas. Pero incluso si no quieren admitir eso (que es medio tapar el sol con un dedo, dada la información objetiva con la que contamos), entonces al menos deberían admitir fue mejor que las administraciones anteriores en este siglo. Podríamos de hecho discutirlo incluso hasta Miguel de la Madrid Hurtado; pero en un afán de extender una mano amiga vamos tratar de llegar a un punto medio y decir que únicamente fue mejor (relativamente hablando) que las administraciones de Fox, Calderón y Peña Nieto.

Bueno: pues todos esos resultados positivos se dieron a pesar de la pandemia de 2020. A pesar de que casi se detuvo por completo la economía, este gobierno está entregando resultados económicos positivos al final. En algunos casos, muy positivos. ¿Por qué fue eso? Por que esta administración le dio prioridad a la gente; no a las empresas o inversionistas, mucho menos a la oportunidad de ver qué se podían robar los gobernantes en turno.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Sólo imaginen (de manera honesta, de preferencia), cómo hubiera resultado la pandemia con las políticas económicas y sociales de las anteriores administraciones. Si hacen ese ejercicio sinceramente y con honestidad, en una de esas consiguen comprender porqué en algunas encuestas los mexicanos le dan una aprobación de más de 70% a Andrés Manuel López Obrador.

Guardianes de la Galaxia Vol. 3

El día de su estreno en mayo del año pasado fui a ver Guardians of the Galaxy Vol. 3, porque sigo yendo a ver al cine películas de superhéroes, excepto las del moribundo universo de Fox y algunas de Sony; no he visto la última de X-Men o New Mutants, ni Mobious, por ejemplo.

Se aplican las de siempre.

Guardians of the Galaxy Vol. 3

Guardians of the Galaxy Vol. 3

Habiendo terminado el 2023, creo que puedo afirmar sin problemas que GotG3 es la mejor película del eMeCeU que vi el año pasado. Es el mejor cierre de una trilogía que he visto en mucho tiempo y me parece que le hace mucha justicia a los personajes que la integraron y la historia que relata.

En particular creo que voltear las cosas para hacernos ver que realmente estuvimos siguiendo la historia de Rocket durante los últimos 10 años es una excelente idea. Más aún con la puntada de que el mapache genio siempre protestó que le dijeran mapache, pero que al descubrir que de hecho sí viene de mapaches terrícolas, asume su origen e identidad con orgullo para decirle a su creador, antes de partirle su mandarina en gajos, que su nombre no es 89P13; es Rocket Raccoon, muchas gracias.

La mejor escena en el Universo de Marvel desde Endgame, desde mi punto de vista.

También es una película increíblemente entretenida con el humor característico de Marvel, sin caer en excesos como las últimas de Thor; y sin dejar de ser emocionalmente impactante, probablemente mucho más de lo que una película de este tipo tiene derecho de ser. El Alto Evolucionario es de los mejores villanos que ha tenido Marvel en los últimos tiempos; con la no despreciable ventaja de que su actor al parecer no ha abusado sexualmente de nadie. So far.

Me encantó la película y el cierre que se les da a muchos de los integrantes de los guardianes; de verdad me parece que es lo mejor que ha hecho Marvel en mucho tiempo.

Las únicas críticas que le tengo a la película son el uso forzado de Adam Warlock, pero lo habían prometido al final de GotG2, así que nos teníamos que joder, supongo; y que Quill, que siempre trae sus botas para volar en el espacio, convenientemente se le olvidaron en el clímax de la película para que Adam pudiera salvarlo y así redimirse. A pesar de ello, Will Poulter es excelente, como suele ser él siempre.

Si se saltaron esta entrega porque ya estaban un poco hasta la madre de películas de superhéroes, yo les recomiendo que la vean en cuanto puedan; es de verdad lo mejor que ha hecho Marvel en mucho tiempo y altamente satisfactoria.

Feliz año nuevo 2024

Como todos los años, queridos lectores, les deseo un feliz año nuevo. El año pasado fue fascinante en el aspecto político, principalmente porque al parecer la elección del próximo 2 de junio se decidió de antemano en dicho año. Eso en principio hace que no sea muy emocionante la elección de este año; pero no le quita lo divertido de ninguna manera.

Faltan cinco meses para que elijamos a la que (con casi absoluta certeza) será la primera presidenta del país, y aunque indudablemente tendremos una de las campañas más sucias de toda nuestra historia, incluyendo cosas como audio y video falsos generados con la mal llamada inteligencia artificial que se ha popularizado en los últimos meses, no tengo la menor duda de que la ciudadanía mexicana (en su mayoría) se elevará al nivel requerido por las circunstancias y que los resultados de casi todas las elecciones serán aceptados por virtualmente todo mundo, estando casi dispuesto a apostar que incluso lo harán el mismo 2 de junio.

Me puedo equivocar, por supuesto: 5 meses son muchos meses; pero al parecer todo se está encaminando a que no haya mucho qué discutir de los resultados. Vamos a ver; en una de esas nuestra desesperada y triste oposición saca su colectiva cabeza de su colectivo trasero y dejan de hacer estupidez tras estupidez tras estupidez tras estupidez.

No dan muchas señales de ni siquiera intentarlo, sin embargo.

Is It Wrong to Try to Pick Up Girls in a Dungeon?

Uno de los siguientes animés que vi fue Is It Wrong to Try to Pick Up Girls in a Dungeon?, que por supuesto nadie le dice así, dado que es un título ridículamente largo; se le suele llamar DanMachi. Yo en particular le digo Bell-todas-mías.

It Wrong to Try to Pick Up Girls in a Dungeon?

It Wrong to Try to Pick Up Girls in a Dungeon?

La serie no es un Isekai, sorprendentemente; pero supongo que podríamos clasificarla como adyacente a Isekai. Son las mismas mamadas de calabozos (bueno; nada más hay un calabozo), combate y niveles, como en un videojuego; pero ocurre en un mundo donde los dioses (básicamente todos los dioses de nuestras mitologías), conviven con los humanos comunes y corrientes en familias (dicho así, en latín), cada una de ellas con un dios a la cabeza y con múltiples aventureros aventurándose en el calabozo.

La historia sigue a Bell-todas-mías, el único miembro de la familia de Hestia, que a pesar de tener la apariencia de una adolescente extremadamente chichona, es de hecho una diosa inmortal. No tengo ningún problema en aceptar la divinidad de Hestia.

Hestia

Hestia

Y como el nombre de la serie indica (y la razón por la que la llamo Bell-todas-mías), es porque todas las innecesariamente sexys muchachas que interactúan con el muchacho generalmente terminan medio enamoradas de él, si no es que perdidamente enamoradas. La serie, siendo justos, hace mucho énfasis en resaltar que Bell es extremadamente bonito; además de que es un excelente aventurero con la capacidad de aumentar niveles muy rápidamente (se entrevé que es descendiente de algún dios, probablemente Zeus), y muy buena gente y heroico, como suelen ser los protagonistas en este tipo de series.

El diseño de personajes es apropiadamente muy sexy, y las escenas de acción suelen ser espectaculares; además de que no se tientan el corazón y es muy común ver cómo múltiples aventureros mueren de formas muy violentas al enfrentarse con los monstruos que pululan el calabozo.

Está divertida, pero la verdad no tengo mucho más qué decir acerca de ella: el romance está atorado con las múltiples candidatas de pareja para Bell en su harén (la unidad básica familiar del animé) sin poder ni siquiera andar de la mano con él en una cita; y con Bell perdidamente enamorado de una aventurera que es medio autista y probablemente medio bruta para todo lo que no sea combate.

Pero la producción es impecable y ciertamente es entretenida; nada más no tiene nada que la haga resaltar, desde mi punto de vista… si no toman en cuenta las innecesariamente sexys muchachas. En Netflix está la primera temporada, mientras que la segunda y la tercera la pueden ver en Crunchyroll.

Marvel’s Spider-Man

Mi siguiente platino fue el de Marvel’s Spider-Man, que es de las experiencias más satisfactorias que he tenido con mi PlayStation 4.

Marvel's Spider-Man

Marvel’s Spider-Man

Cuando me suscribí a PlayStation Plus, primero Extra y luego Deluxe, una de las razones por las que me decidí hacerlo fue que justamente que Marvel’s Spider-Man y Marvel’s Spider-Man: Miles Morales venían gratis en el catálogo de juegos.

El catálogo de juegos es distinto a los juegos mensuales gratis de PS+; todo juego en el catálogo se puede jugar mientras esté en el mismo, mientras los juegos mensuales uno tiene que reclamarlos en el mes en que salgan. La otra cara de la moneda es que los juegos del catálogo uno ya no puede jugarlos si salen del mismo (que para algunos juegos pasa cada cierto tiempo), mientras que los juegos gratuitos son para siempre, como los diamantes.

El punto es que básicamente el precio anual de mi suscripción lo desconté con los dos juegos de Spider-Man, ya no digamos el montón más que he jugado.

Como sea: Marvel’s Spider-Man.

Todo mundo concuerda en que Marvel’s Spider-Man es de los mejores juegos exclusivos para PlayStation (inicialmente: ahora ya está disponible para PC); y además uno de los mejores juegos para el PS4 en particular (el juego ya está disponible para PS5). Yo concuerdo; es extraordinario.

No sólo es ridículamente divertido columpiarse por un casi perfecto Nueva York (hay un trofeo por usar fast travel cierto número de veces que tuve que cazar explícitamente, porque prefería columpiarme siempre); además el combate es entretenidísimo; las misiones secundarias son en general todas muy divertidas; los DLC son excelentes; y por si no fuera poco, la historia es de las mejores que he visto para el amigable vecino arácnido, que no es decir poco.

Eso fue de hecho lo que más me sorprendió del juego, lo buena que es la historia; no es la misma que la de los cómics, ni tampoco la de las películas (cualquier encarnación que elijan), ni de las caricaturas ni de nada. Es completamente original; pero respetando u homenajeando a todo el spiderverse. En particular, la batalla final de Spidey con Doc Ock, después de mostrarnos una relación casi paternal con el científico seducido por el mal, es excelente; pero todavía más el final donde desmueren a la tía May.

Literalmente no lo vi llegar; en general la tía May es medio inmortal (en los noventas bromeábamos que era mutante, con el poder de sobrevivir paros cardiacos). Pero además, cuando le dice a Spider-Man que se quite la máscara porque quiere ver la cara de su sobrino antes de morir, cuando todo el juego no había dado ninguna señal de que conocía el secreto de Peter, yo de plano me eché a llorar como niña chiquita; vamos, escribiéndolo aquí meses después, puedo sentir cómo atacan de nuevo los ninjas cortacebollas.

Además de eso, el manejo de los villanos es en general bueno, pero habiendo tantos era previsible que no le darían mucho tiempo a cada uno. Una excepción es por supuesto Martin Li, Mister Negative, que la campaña publicitaria utilizó como señuelo de que él sería el enemigo principal del juego, para distraer de que era realmente Otto. En los DLC (también incluidos en mi suscripción) está además la Gata Negra, que le sale a Peter con el chiste de que tiene un hijo y sin dejarle claro si es suyo, y yo (que he sido aficionado rabioso de ella desde los cómics que Novaro traducía al español y que yo coleccionaba) nada más agitaba tristemente la cabeza, sabiendo que la hermosa criminal lo estaba engañando, como generalmente hace. Para que luego el Gato Negro (que es el papá de Felicia) haga exactamente lo mismo con el inocente de Peter haciéndose pasar por policía.

De la historia lo único que no me gustó fue que hicieran a Mary Jane una reportera. Además de lo poco original de la idea (¿Loise Lane?, reportera; ¿Vicky Vale?, reportera; ¿Iris West?, reportera), me resulta ofensivo que no respetaran la carrera y vocación de MJ: en los cómics siempre ha sido una modelo con aspiraciones histriónicas. ¿No pueden hacer un personaje femenino fuerte, independiente e interesante que sea modelo con aspiraciones teatrales? Vamos, que también ayude a Peter, usando sus contactos con el jet set de Nueva York, donde justamente navegan Fisk, Osborn y (potencialmente) Silver Sable.

De las críticas negativas que recibió el juego, en general yo no las comparto: las secuencias donde uno controla a MJ y Miles no me molestaron a mí, que he oído a mucha gente quejarse de ellas. No son particularmente interesantes (las misiones de estarse escabullendo generalmente no lo son), pero no las encontré insufribles.

De verdad, exceptuando que hicieron a MJ reportera de la nada, para motivos prácticos no tengo ninguna queja del juego. Tengo, sin embargo, algunas quejas contra los aficionados del mismo, que afirman que este juego es mejor que Batman: Arkham City.

No lo es. Es más moderno, eso sí.

Podemos discutir que es comparar peras con manzanas, pero si nos empeñamos en compararlos, a mí sencillamente me parece que los juegos del Caballero de la Noche, en general, y City, en particular, son mejores que MSM. Por múltiples motivos. Eso no es un ataque a MSM; es un extraordinario juego: nada más Arkham City es mejor: el combate especialmente es mucho mejor, lo que es entendible, dado que lo pulieron a lo largo de décadas. Siendo aún más específico, los gagdets que usa el Caballero de la Noche son mucho más divertidos y tienen mucho más sentido que los que usa Spidey.

Lo que me lleva a la otra crítica que tengo contra MSM (que es muy pequeña): que no es posible que Peter sea un graduado universitario desempleado y con problemas de dinero, pero que construya la enorme cantidad de gadgets y trajes que utiliza en el juego. Justamente con Batman es justificable porque Bruce Wayne es un millonario y tiene en su nómina a un genio tecnológico como es Lucius Fox; pero a Peter literalmente lo desalojan de su departamento por no pagar la renta, ¿de verdad quieren que crea que puede hacer drones? ¿Con el precio de los electrónicos en esta economía?

Son como sea críticas en general pequeñas; es de los juegos más divertidos que he jugado en mi PS4, y además es (como han solido ser los últimos juegos exclusivos de Sony) increíblemente generoso con los trofeos: ninguno de los trofeos se vuelve inalcanzable no importa cómo juegue uno o en qué orden se tomen las misiones, además de que ninguno es particularmente difícil de conseguir.

Lo recomiendo ampliamente; al punto de que si tienen un PS4 o PS5 y no lo han jugado, les voy a dejar de hablar y mirar feo hasta que lo hagan. E incluso si no tienen un PlayStation con menos de diez años de edad, se puede jugar en PC (incluyendo Linux vía Steam+Proton) y no hacerlo me parece un desperdicio.

Más aún con la secuela ya ahorita disponible.

¡Shazam! La Furia de los Dioses

A mediados de marzo de este año que termina, fui a ver Shazam! Fury of the Gods, porque por supuesto que eso hice.

Shazam! Fury of the Gods

Shazam! Fury of the Gods

La primera parte de esta saga a mí me gustó mucho; esta segunda parte me gustó menos, pero de hecho no es mala película. No es una joya de la cinematografía; pero no es mala tampoco. Es un churrito de superhéroes bastante entretenido.

Siempre he sido rabioso fan de Helen Mirren y en esta película se la pasa masticando escenas como chicles FutyGom; Asher Angel (Billy Baston joven) es guapísimo y encantador, y yo sigo sin entender porqué nadie le dijo a él y a Zachary Levi que estaban interpretando, asegún, el mismo personaje; Jack Dylan Grazer es espectacular como Freedy Freeman y por poco se roba la película; y Rachel Zegler es tan estupidizantemente hermosa que yo la iría a ver a una película donde nada más leyera nombres del directorio telefónico. Y no, no me “ofende” que una diosa de miles de años quiera ligarse a un muchacho adolescente; eso es lo que siempre han hecho los dioses griegos, es perfectamente consistente para el personaje.

Por último, el cameo al final de Marvila es tetísimo, pero disfrutable de cualquier manera.

No, la película no es mala, realmente; sólo es parte de esta vorágine de destrucción que al parecer está consumiendo a todas las películas del extended DCEU extendido antes del golpe de timón por parte de James Gunn. Y que lamentablemente (de forma aparente) también consumirá dicho golpe de timón.

A mí me gustó el churrito y me alegra haber irlo a ver al cine. Pero no detuvo esa vorágine detructiva… y al parecer de hecho contribuyó a la misma, porque a estas alturas no importa qué haga Warner Bros., por definición todo lo que haga estará mal, la crítica y la audiencia han decidido (no de manera completamente injustificada).

Está en HBO Max, si la quieren ver; yo digo que vale la pena.

Attack on Titan

Si me leen con regularidad, queridos lectores, habrán notado que en los últimos meses me había acomodado en un sencillo formato de reseñar una película, seguido de reseñar un videojuego, seguido de reseñar un animé. Es una metodología simple y cómoda, y me funcionó bien.

Sin embargo, dos cosas causaron que me detuviera durante casi todo un mes: el fin del semestre en la Facultad; y que el siguiente animé que debía reseñar es Attack on Titan, justamente durante los días en que iba a salir el último episodio de la ridículamente alargada cuarta temporada, que se extendió durante tres años y está dividida en cuatro partes, cada una con un nombre más ridículo que la anterior: creo que la última parte se llama: “Cuarta temporada, el final, ahora sí, de veritas la última parte”.

El episodio final final, ahora sí en serio final, transcurrió hace un par de semanas; y la verdad sí necesité varios días para acomodar mis pensamientos acerca de la serie. Que de eso es esta entrada.

Attack on Titan

Attack on Titan

Para los que no lo sepan, AoT relata la historia de Eren Yeager, un habitante de la isla Paradis, último refugio de la humanidad después de haber sido casi completamente aniquilada por terroríficos titanes, humanoides de varios metros de altura que literalmente se comen a los humanos.

Los habitantes de Paradis están en un enorme círculo protegido por tres enormes murallas concéntricas, que al parecer los titanes (que carecen de cualquier tipo de inteligencia) son incapaces de atravesar. Eren sueña con unirse al batallón de reconocimiento (Survey Corps), un ala del cuerpo militar de Paradis que se aventura fuera de las murallas tratando de investigar maneras de combatir a los colosales monstruos; fuera de eso vive una vida relativamente tranquila con sus amigos de la infancia, Mikasa Ackerman y Armin Alert.

Hasta que dos titanes con características nunca antes vistas (el Titán Colosal y el Titán Blindado) consiguen destruir la muralla justo en la villa de Eren, lo que causa que entren todos los demás titanes y causen una masacre absoluta, incluyendo la mamá de Eren, que un titán se la come mientras él mira impotente.

Esto inicia la saga del muchacho, que junto con sus dos amigos se une al batallón de reconocimiento y entre los tres sobreviven el intenso entrenamiento utilizando un equipo especial que les permite matar titanes; no voy a elaborar al respecto, pero es espectacular cómo funciona el equipo de maniobra omnidireccional (Omni-Directional Maneuvering Gear), y los básicamente machetes que utilizan para destazar la nuca de los titanes, aparentemente su punto débil.

En su primera misión, por supuesto, un entusiasmado Eren, con ojos brillantes de poder comenzar a vengarse de los monstruos que le quitaron a su madre, tarda aproximadamente quince segundos es ser consumido por un titán… y un par de minutos más en él mismo convertirse en un titán.

No voy a relatar todo lo que sigue, porque es de las historias más rebuscadas, interesantes y emocionantes que haya visto en animé en mucho tiempo; baste decir que todo lo que Eren y sus amiguitos creían era mentira: Paradis no es el último refugio de la humanidad; el resto del mundo tiene décadas planeando la destrucción de la isla; Misaka pertenece a un lineaje de básicamente súper humanos en el arte de cualquier forma de combate; Armin eventualmente se vuelve el titán colosal; Eren se convierte en un genocida que termina exterminando a 80% de la población humana, en un esfuerzo equivocado pero sincero de querer salvarla sin sacrificar a su pueblo; y la serie tiene las mejores escenas de acción que he visto en mucho tiempo.

Pocas series he visto yo que impacten tanto emocionalmente como lo hace AoT; que un titán se coma a la mamá de Eren; el descubrir que él mismo es titán; el descubrir cómo es que se volvió titán; el descubrir que Reiner, Bertholt y Annie son espías enviados para destruir Paradis; el plan demente (y genial e inhumano) de Eren para recuperar al Titán Bestial; el plan demente (y genial e inhumano) de Eren para causar un golpe de estado en Paradis; y el Retumbado (Rumbling), que es la acción genocida más espectacular que yo jamás haya visto en animé, parecido al genocidio por parte de los Zentraedi contra la población humana en Macross/Robotech, pero mucho más terrible y violenta, además de mostrarla con una cercanía casi indecente.

Pero por encima de todo, en mi caso, por la muerte de Sasha; cuando muere al final de la primera parte de la cuarta temporada, yo casi no lo podía creer. Literalmente sentí una sensación de pérdida, como si hubiera morido alguien cercano a mí.

La serie comencé a verla en la pandemia, creyendo (no tengo idea por qué) que era una comedia; y me prendí de inmediato de la misma. Vi todos los episodios, todos los especiales; venga, hasta las adaptaciones en acción viva (no las vean; son terriblemente malas). Es la serie (no romántica) que creo que más me ha emocionado en muchos años. Más que Demon Slayer incluso.

Y el final me satisfizo bastante; no sólo es ridículamente emocionante y repleto de acción: termina siendo dolorosamente romántico, mostrando (aunque no explícitamente resolviendo) el romance entre Armin y Annie y el de Falco y Gabi. Y por supuesto enunciando explícitamente el amor entre Eren y Mikasa, que cada vez que leo en línea a la gente que dice que “no tiene sentido”, de verdad me pregunto si vimos la misma serie: para mí era obvio como desde los primeros quince segundos del primer episodio. Por supuesto es triste que nunca pudieran vivir su romance y que Mikasa, contrario a los deseos de Eren, nunca lo superara o se deshiciera de la bufanda que le regaló cuando eran niños; pero pues no hay final feliz para asesinos genocidas del ochenta porciento de la humanidad, supongo.

La serie también plantea (pero se niega a intentar resolver) preguntas muy profundas acerca de la humanidad y el al parecer inevitable impulso de estarnos matando unos a otros. Y termina en un epílogo cientos de años después de que murieran Eren, Mikasa y Armin, mostrando no sólo a la humanidad volviendo a matarse entre ella, sino posiblemente el regreso del “ente” causante de la existencia de los titanes.

La recomiendo ampliamente, más aún en esta época en donde mucha gente al parecer se ofende de tener protagonistas completamente jodidos de la cabeza; eso es a mí de lo que más me gusta de la serie: el hecho de que los usuarios del Titán de Ataque (o Atack on Titan), como Eren, al parecer pueden “recordar” el futuro, y que entonces resulte que (aparentemente) Eren fue el que de hecho causó que su madre fuera literalmente masticada por un titán, supongo que le jodería la cabeza a quien fuera.

Véanla si pueden: es, en pocas palabras, espectacular. Está en Crunchyroll, si les interesa.

Goat Simulator

El siguiente platino que adquirí fue el de Goat Simulator.

Goat Simulator

Goat Simulator

Este fue otro videojuego donde el hijo de un amigo (el mismo hijo del mismo amigo) comenzó a jugarlo y pues se registraron los trofeos.

Goat Simulator salió hace cerca de una década, armando un pequeño escándalo cuando lo hizo. El “juego” (si somos generosos llamándolo así) fue un prototipo que más o menos en broma hicieron algunos programadores de Coffee Stain Studios y que al subir videos del mismo a YouTube generó suficiente atención como para lanzarlo como juego completo.

En Goat Simulator uno controla a una cabra que causa caos en un suburbio. Esa es toda la “historia”, al menos en el juego principal (o sea, descontando DLC); realmente es un sandbox de simulación física donde el avatar del usuario es una estúpida cabra que corre, brinca y “agarra” cosas con su lengua (que se puede estirar decenas de metros). Con estas habilidades uno puede destruir múltiples cosas, lo que incrementa el puntaje del jugador.

Como pueden adivinar, el “juego” es un chiste, y uno ligeramente malo además. Los creadores dicen que dejaron un montón de bugs en el programa porque son divertidos, pero a mí no me engañan; los dejaron porque debe ser una pesadilla el código. Es muy común que el programa truene, sólo entonces se revierte al estado inicial del mismo: pusieron un trycatch que atrapara todo error en el main, básicamente, en cuyo caso regresan todo el estado en que se encontraba el programa al iniciarlo.

Como fuente de entretenimiento, el “juego” es divertido por aproximadamente quince segundos; se vuelve realmente aburrido muy rápidamente.

Yo hubiera apreciado la estupidez del programa si obtener los trofeos hubiera sido trivial; pero no, a alguien se le ocurrió que múltiples trofeos debían requerir el seguir múltiples pasos en varios casos de manera precisa, que es medio imposible porque el estúpido “juego” está lleno de errores.

Yo soy programador profesional y a mí no me engañan; Goat Simulator es una pesadilla de programación, pero que decidieron publicitar como si todos los errores fueran a propósito para divertir al usuario. Su existencia es casi ofensiva para mí.

Me llevó casi un mes sacar todos los trofeos de Goat Simulator, por una combinación de que era realmente aburrido junto con ser básicamente imposible de hacer nada de manera predeterminada, porque el programa está plagado de errores.

En justicia del “juego”, sí hubo varias ocasiones en que me hizo reír; pero la verdad me desesperé con el mismo muchas veces más.

Así que realmente no lo recomiendo; me salió gratis, eso sí.