El día de su estreno, 9 de julio de este nuestro año del señor Cuauhtémoc, fui a ver Superman [1], porque por supuesto que eso hice.
Se aplican las advertencias de spoilers de siempre.
Superman es mi superhéroe favorito, junto con Spider-Man. Esto es en gran medida porque la versión que a mí me tocó leer del Hombre de Acero, fue la propuesta por John Byrne en 1985, después de la Crisis en las Tierras Infinitas [3]; para finales de la Edad de Plata de los cómics gringos (más o menos de inicios de los sesentas a mediados de los ochentas del siglo pasado), Superman había adquirido básicamente los poderes de un dios; un montón de contradicciones en su continuidad (por ejemplo, había trabajado con Jay Garrick, el primer Flash, y con Barry Allen, el segundo Flash, a pesar de que inicialmente el primer Flash era un personaje ficticio de cómics en la continuidad del segundo Flash); y situaciones medio absurdas como que al parecer los únicos que habían muerto cuando Krypton explotó eran Jor-El y Lara.
Despues de la Crisis en las Tierras Infinitas, la historia de Superman fue revisada: era el último hijo de Krypton; seguía siendo muy poderoso pero definitivamente no era un dios (por ejemplo, necesita aire para sobrevivir); y tal vez más importante que todo lo anterior, la persona es Clark Kent, no Superman. Ni siquiera Kal-El; Superman se identifica y asume como humano, no en menor medida por la conexión que tiene con sus padres, que por supuesto me refiero a Jonathan y Martha Kent. Todo el rollo de la identidad secreta es en gran medida para protegerlos.
Que es lo que tiene en común con Spider-Man; su humanidad, paradójicamente en el caso del kriptoniano. No me malinterpreten, queridos lectores; soy un gran fan de Batman: pero justo el Caballero Nocturno intenta de suprimir su humanidad (fallando miserablemente casi siempre), para poder llevar a cabo lo que sea que es necesario para cumplir su misión. Marvila es otra cosa, y se puede discutir que es justamente una combinación de los otros dos miembros de la trinidad: es una embajadora de paz y entre otras razones por ello es increíblemente empática y humanista; pero también es una guerrera, que no lo piensa ni un segundo en tomar una vida si lo considera necesario (cosa que Superman y Batman evitan por todos los medios posibles).
Como sea; bajo esa perspectiva, Christopher Reeve encarnaba casi de manera perfecta el personaje ficticio de Superman, a un grado tal que es posible que nunca pueda ser superado. Brandon Routh tuvo la desgracia de que Bryan Singer quiso continuar la continuidad de las películas de Richard Donner, que inevitablemente incluía llenar los zapatos de Christopher Reeve, lo cual básicamente garantizó que fracasara la única película que pudo hacer como el personaje.
En mi reseña de Man of Steel yo dije de Henry Cavill que era muy bueno; y en mi reseña de The Batman dije que era el “mejor de todos los tiempos”. Lo sigo sosteniendo; en muchas de sus interpretaciones, el Hombre de Acero es (a pesar de que se asume como humano) casi un dios; y si hay alguien en este mundo que parece casi un dios, es sin duda alguna Henry Cavill. Me resulta muy triste que el actor nunca haya podido explotar el papel a su máxima capacidad, dado el universo donde le tocó participar.
El Snyderverse intentó (dejemos de lado qué tan exitoso o no fue en lograrlo) mostrarnos cómo serían los superhéroes en el mundo “real”; lo cual es admirable, pero en retrospectiva tal vez medio absurdo. Digo, si uno entrecierra los ojos y hace caso omiso de la lógica y el sentido común, podría imaginarse a Batman existiendo en el mundo real; pero esto es completamente imposible con Superman. El Hombre de Acero no puede existir, de ninguna manera.
Superman, esta nueva versión del personaje interpretada por David Corenswet, no es para nada un dios, pero se acerca (si no es que iguala) a la interpretación de Christopher Reeve; y eso incluye (no tiene sentido que sigamos haciéndonos güeyes al respecto), que es un tanto bobito. O tal vez no bobito; pero ciertamente confiado y algo inocente, porque como le dice Lois Lane en algún momento, el confía en y espera lo mejor de todo mundo. Es, paradójicamente, una de sus mayores fortalezas y una de sus mayores debilidades.
Si yo fuera injusto, diría que este ser bobito⧸inocente⧸confiado es porque Clark Kent es provinciano. Qué bueno que no soy injusto.
Esta película dirigida espectacularmente por James Gunn no es una interpretación de los superhéroes de DC tratando de acomodarlos al mundo real. Todo lo contrario; es un cómic en la pantalla grande. Casi todas las películas de superhéroes (DC, Marvel o lo que sea), en general han sido interpretaciones de dichos superhéroes adaptadas a la pantalla grande, pero siendo principalmente producto del medio cinematográfico. Es mi impresión que Superman (y The Batman también, por cierto), son cómics hechos y derechos nada más plasmados en la pantalla grande.
No tienen idea, queridos lectores, de cómo disfruté esta película. Es sin duda alguna mi película favorita de superhéroes de este año; no es perfecta (de hecho tiene múltiples cosas criticables), pero es muy buena y (probablemente más importante dado el contexto literalmente histórico en el que nos encontramos) optimista y colorida, como en general siempre ha sido el Último Hijo de Kriptón.
De hecho, más allá del papel que jugará como parte del género de superhéroes en la pantalla grande, o de las guerras entre Marvel y DC, o de su posición como base para el nuevo DCEU, creo que eso es lo más importante que esta película contribuye: cómo representa a un símbolo gringo, de manera alegre, optimista y algo inocente, en el contexto de probablemente la crisis existencial más grande que han tenido los gringos desde su guerra civil.
Es una película deliciosamente subversiva, donde un (literal) inmigrante ilegal en gringolandia derrota a un billonario en contubernio con su gobierno; donde un pueblo oprimido de gente morena recibe ayuda de seres superpoderosos para evitar ser genocidiados por sus vecinos apoyados por dicho gobierno y dicho billonario; y donde se muestra que una campaña de desprestigio con hashtags fabricados es literalmente librada por monos entrenados.
Si ustedes, queridos lectores, fueron de los pobres imbéciles que cayeron (o incluso promovieron) las inútiles y fracasadas campañas de #narcopresidente y #narcocandidata, entiendan que justo jugaron ese triste papel: el de monos entrenados. Y justificadamente así los vemos muchos.
Me encantó casi todo de la película; desde las espectaculares interpretaciones de Lois Lane por Rachel Brosnahan y Lex Luthor por Nicholas Hoult; pasando por el ridículo y perfecto corte de cabello de Nathan Fillion como Guy Gardner; y por supuesto sin poder olvidar a la estupidizantemente hermosa Isabela Merced como Hawkgirl.
Me encantó Metrópolis y sus habitantes; me encantó que Clark se detuviera a salvar a una ardilla; o que de plano ignorara una chinche espacial dejándola en manos de la Pandilla de la Justicia, porque quería discutir su relación con su novia.
A la película le fue muy bien en gabacholandia; en el resto del mundo no tanto, pero dado el contexto histórico de hecho es sorprendente que le haya ido tan bien. Me está encantando la segunda temporada de Peacemaker; y esos segundos que aparece Rhaenyra Targaryen como Supergirl me bastaron para que espere con ansias su película.
Estoy optimista del futuro de mi universo preferido de superhéroes; esta “primera” película (entre comillas, porque Gunn está reciclando varias cosas del Snyderverse) no es perfecta, pero es muy buen inicio. Vamos a ver qué depara el futuro.
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