Hace cuarenta y ocho revoluciones alrededor del sol de esta canica azul donde vivimos, ocurrió que nací.
En lo personal, este año me compré un departamento; que es a la vez de las cosas más mundanas que existen (mucha gente compra en su vida una o varias propiedades), pero también lo suficientemente notorio como para que valga la pena mencionarlo.
A nivel más global el año pasado de mi vida estuvo marcado, por supuesto, por la apabullante victoria de Clauda Sheinbaum en las elecciones presidenciales; la consecuente continuación de la Transformación; la derrota de nuestra oposición que cada vez da más pena; el inicio de la implementación del plan C (falta menos de un mes para ver cómo funciona por primera vez este ejercicio); el regreso de Trump con nuestros tarados vecinos; y todo el megadesmadre a nivel mundial que está causando con la bola de pendejadas que se le ocurren.
Me puedo quejar de múltiples cosas; pero no de que haya sido un año aburrido.
Dada mi naturaleza, continúo en general optimista respecto a casi todo; y sí, eso incluye el mundo en general: por más daño que llegue a hacer, Trump dejará de estar en el poder en unos años.
Durante años pasados mis pasatiempos han estados regidos por cine, animé (con algo extra de televisión por ahí) y videojuegos; este año además le he hecho a la plomería, albañilería, carpintería y electricidad, porque he estado divirtiéndome como enano haciendo varias cosas en mi nuevo departamento. Soy en general pésimo para dichas cosas y probablemente saldrían más rápido (y barato) si contratara a alguien más que las hiciera por mí y que de hecho supiera lo que hace (y ya tuviera las herramientas y materiales para hacerlo); pero pues me divierte mucho hacerlo.
Vamos a ver cómo me va este año que viene; será el penúltimo de mis cuarentas porque me acerco de manera inevitable al quinto piso de mi vida.
