A finales de julio del año pasado fui a ver Deadpool & Wolverine [1] el día de su estreno, porque por supuesto que eso hice.
Se aplican las de siempre.
No tienen idea de cómo disfruté esta película, queridos lectores. Reí, lloré, varias veces al mismo tiempo, viendo esta carta de amor al universo cinematográfico de Fox con los X-Men. Si uno está familiarizado con el mismo, esta película es una delicia con tanto fan service que raya en lo pornográfico.
Si uno no está familiarizado, probablemente no tenga el menor sentido.
¿Es una película buena? Mmmmmh…
Buena es una palabra fuerte, me parece. La pregunta que yo me hago, sinceramente, es incluso si califica como película. Se puede discutir que realmente es un sketch largototote; si entrecerramos los ojos sí podría parecer que hay ahí tres actos y desarrollo de personajes, pero realmente es como que un inesperado y agradable efecto secundario de dicho sketch largototote.
No importa, realmente; fuimos a verla quienes teníamos que ir a verla, nos encantó y ganó todo el dinero del mundo, junto con algo extra. Es, bajo cualquier definición del término, un éxito indiscutible; venga, incluso la crítica fue sobornada con fan service para darle calificaciones positivas, si bien no salieron con el despropósito de calificarla como una joya de la cinematografía.
A mí en particular me encantó que saliera X-23, interpretada por la bellísima Dafne Keen aquí convertida en una increíblemente sexy mujer; pero que cuando se pone los lentes oscuros que usó en Logan [3], de repente vuelve a verse como si tuviera doce años.
La película más o menos le da un cierre limpio a varios personajes que tuvieron sus aventuras antes de que se estableciera bien el eMeCeU (me estaba meando de la risa de que al parecer que Elektra no le importa mucho que Daredevil haya muerto); le da una última aparición al Wolverine de Hugh Jackman (o una primera, dependiendo de cómo lo quieran ver… ‘til you are 90); establece la existencia de los personajes de Fox con los de Marvel Studios en un mismo multiverso (que no mismo universo; tenemos que esperar a Avengers: Doomsday y Avengers: Secret Wars antes de que eso ocurra); y hace todo esto contando chistes de manera inclemente durante toda su duración (que en su defensa son bastante divertidos), y además derramando fan service que hagan de cuenta que fuera kermés.
(Todo eso, además de al parecer terminar de matar [4] al proyecto de Blade encabezado por Mahershala Ali que llevaba atorado en pre producción ya varios años, con Wesley Spines clavando la daga [5] en el miocardio del corazón de dicho proyecto.)
Es lo que es; y no me quejo: cuando Wolverine se pone su máscara yo me vine un poquito. Por no hablar de la orgásmica pelea mientras esa épica versión de Like a Prayer suena en el fondo.
La única queja que tengo (que es más bien menor), es que yo esperaba que esta entrega justamente estableciera firmemente a los mutantes (no necesariamente los de Fox) en el MCU. Como a los quince minutos de la película quedó claro que eso no iba a ocurrir; y entonces fue caer en cuenta de que no era realmente el inicio de nada. Era el fin de los mutantes de Fox, justamente.
Está bien; meses después por fin nos enteramos de los planes para Avengers: Doomsday y Avengers: Secret Wars, y pues más o menos va quedando claro el cronograma que se seguirá para que por fin tengamos a los Avengers peleando con los X-Men: por lo que sabemos hasta ahora, de hecho al parecer de eso va a tratar Avengers: Doomsday.
Como sea; adoré esta “película” con la intensidad de diez mil soles; les recomendaría que la vieran, pero si eran parte de la audiencia a la que estaba dirigida, ya la vieron. Y si no eran parte, no tiene sentido que lo hagan.
