Y total que volví a cometer un error en el orden en que reseño películas; fui a ver The Boy and the Heron [1] a mediados de enero del año pasado, entre Godzilla Minus One [2] y Con Todos Menos Contigo [3]; pero como compré el boleto el mismo día que compré el de Godzilla Minus One, en mi correo se agruparon ambas compras.
Como uso mi correo como registro de qué películas he ido a ver, dado que ya nunca compro boletos en taquilla, se me fue la última película de Hayao Miyazaki.
Supongo que no es tan grave, pero sí quería explicarlo.
Se aplican las de siempre.
Hace dos décadas [5], fui con mis cuates a ver un maratón de animé, si mal no recuerdo en la prepa 7, donde entre otras películas presentaron Castle in the Sky [6], que este año cumplirá 39 años de existencia.
Es mi película preferida de Miyazaki, y cada vez que voy de al cine a ver una nueva película del director japonés, siempre salgo un poco decepcionado de que todavía no haya logrado superar las expectativas que desde hace dos décadas mantengo antes de ver cada una de sus nuevas entregas, esperando con ansias que supere lo que consiguió (y consigue) hacerme sentir con Tenkû no shiro Rapyuta.
Kimitachi wa dô ikiru ka es nada más la última película de Miyazaki que me decepciona de esta manera. Quiero decir, no es mala de ninguna manera; pero sigue quedándose corta (a mi parecer) en comparación con Castillo en el Cielo.
Desde un punto de vista técnico es… lo que suelen ser las películas de Miyazaki. No se le escatiman sus logros, pero la verdad como que ya hemos visto todo esto (aunque la secuencia del incendio de Tokio por un bombardeo donde muere la mamá de Mahito es más o menos original).
El protagonista, Mahito Maki me cayó bien porque aparece cuatro quintas partes de la película en un estado de permanente encabronamiento, primero por la muerte de su madre y después porque su padre tan campantemente decida reemplazarla con su hermana menor; pero la verdad la historia no conectó conmigo, al menos no en su mayoría. Es una historia “caprichosa” y fantasiosa, como suele ser con Miyazaki; pero en general carece del sentido del humor que en otras de sus obras es más prominente, además de que para motivos prácticos no tiene nada de romance. No ayuda en esto que la única protagonista mujer de una edad más o menos cercana a Mahito sea su madre.
Tampoco ayuda que el subtexto de la historia deja claro que el papá de Mahito, además de sustituir a su difunta esposa con la hermana menor de la misma, estaba cooperando con el esfuerzo bélico del imperio fascista japonés en la Segunda Guerra Mundial.
Como sea, sí me gustó la película; pero una vez más salí ligeramente decepcionado de que Miyazaki no haya conseguido (para mí) alcanzar los niveles que alcanzó (para mí) con Kimitachi wa dô ikiru ka cuando la vi hace veinte años en un maratón de animé con mis cuates de la universidad.
De cualquier manera la recomiendo; está en Netflix si les interesa.
