El siguiente animé que tengo apuntado es Ichiban Ushiro no Daimaou [1], o Demon King Daimao.
A veces no sé porqué me aferro a terminar algunas series de animé.
Demon King Daimao es tan intrascendente que literalmente tuve que ponerme a leer la página en MAL para medio acordarme de qué carajo trataba. E incluso cuando terminé de leer tuve que hacer un esfuerzo, porque la historia es de verdad francamente olvidable.
Un güey en la escuela de magos es profetizado a convertirse en el próximo rey demonio, lo que automáticamente le concede un harén (la unidad familiar básica del animé) de muchachas, donde cada una de ellas cumple con uno de los múltiples y choteados clichés que permean al género.
Tiene un par de cosas chistosas la serie, en particular Korone, la robota que no es robota pero que en el fondo todos sabemos que es robota, asignada a vigilar a nuestro próximo rey demonio.
Pero ya, eso es todo. Esa es toda la historia; no pasa nada realmente interesante o emocionante, y literalmente me tardé más en ver la serie que en olvidarme de ella. Además de que la animación es francamente lamentable; con encima un diseño de personajes que me recuerda a los fallidos intentos de dibujar con “estilo manga” que algunos compañeros de secundaria tuvieron.
Yo les recomiendo se brinquen directamente a olvidar la serie. Aunque tiene música padre, eso sí [3].
