De vez en cuando le doy mantenimiento a mi blog.
No me refiero a mantener actualizado el software del blog (WordPress [1]) o las dependencias correspondientes; eso sí es muy regular que lo haga. No, me refiero a mantener el contenido: revisar que no haya ligas muertas, actualizar la manera en que formateo ciertos elementos, cosas de ese estilo. No es muy común, porque en general el blog hace el uso más aburrido que exista de HTML, entonces es relativamente raro que tenga que regresar a contenido viejo a actualizarlo.
La última actualización importante que hice (que tenga memoria) fue cuando reemplacé mi sistema de galería en línea para fotografías; de Gallery3 [2], a un sistema que yo mismo escribí porque dejaron de mantener Gallery3.
De hecho, preparando esta entrada fue que por primera vez en años me asomé a ver qué había sido de Gallery3, y con algo de tristeza y nostalgia descubrí que el software había recibido su último commit hace una década; y que en los foros las últimas respuestas eran de hace más de seis años [3].
Que es la razón por la cual escribí Galería [4] (hey, nunca he dicho que me caracterizara por ser original): básicamente el mercado de aplicaciones web de software libre para mantener una galería en línea se volvió un enorme desierto.
Culpo de eso a los teléfonos celulares; miles de millones de personas toman billones de fotos, y nadie quiere hacerse cargo de mantener eso a mano. De ahí que casi todo mundo mejor le dice a Google o Apple o Facebook o Instagram que se encargue por ellos de mantenerles sus galerías, sincronizando automáticamente sus fotos con la nube. “Inteligencia” artificial y múltiples heurísticas son utilizadas para llenar los metadatos que mi simple galería en línea necesita sean introducidos de manera manual.
Por no hablar del espacio en línea; cuando comencé a guardar fotos digitales con cierto cuidado, la resolución no era raro que fuera 640×480; hoy en día veinte megapixeles no son raros, que corresponden a 5472×3648: el espacio utilizado por esas fotos crece geométricamente.
Como sea; al cambiar a mi galería, tuve que actualizar todas las ligas de mi blog a mi galería; escribí un programa por supuesto, no soy un cavernícola. Fuera de eso en general no he tocado el contenido de mi blog si no es para agregar nuevas entradas o muy de vez en cuando corregir un error de dedo que cada cierto tiempo descubro.
Sin embargo, las pasadas vacaciones de verano inicié un proyecto para tratar de convertir todo mi blog en un libro, usando . Sólo tengo curiosidad de saber cuántas páginas de un libro habré escrito para cuando mi blog cumpla veinte años el año que viene.
Casualmente, ya he trabajado en convertir en HTML; lo hice para construir las versiones de mis libros en versión electrónica; pero éste es justamente el paso inverso, convertir HTML en
. Es, sin que exista la menor duda, muchísimo más simple; especialmente porque HTML es bastante estructurado y en mi blog, como ya dije, nunca he utilizado nada terriblemente complicado en sus entradas.
Pensé en usar Pandoc, dado que es lo que uso para convertir a HTML; pero decidí que era matar moscas a cañonazos, dado que HTML es de verdad muy simple (al grado de ser casi idiota). Entonces escribí un pequeño compilador de HTML a
, para el caso muy específico de mi blog. Además aprovecha la información de las entradas para construir un documento que parezca un libro: cada año es un capítulo y cada entrada es una sección.
Como sea, para hacerme la vida más sencilla corregí algunas cosas que tenían unas cuantas entradas, especialmente las más viejas en mi blog (las que se acercan a cumplir veinte años). Y entre ellas fue descubrir que seguía utilizando la etiqueta <center>
de HTML. Muy al inicio; la última vez que lo hice fue en 2011.
No es de extrañar; es, como bien dice el abuelo Simpson, lo que estaba de moda en esos días: si uno quería centrar algo en HTML, uno lo ponía dentro de una etiqueta <center>
y seguía con su vida.
Y lo que pasó a partir de 2011 es que comencé a únicamente centrar las imágenes que suelo poner en mis entradas, que todas siguen el mismo formato y lo hacen de la manera correcta en HTML moderno: utilizando CSS. Desde hace casi quince años no centro nada que no sean imágenes; y ya tiene años que había actualizado todas las imágenes centradas en mi blog al formato moderno.
Pero antes de eso sí llegué a centrar otras cosas; no muchas veces (conté 20), pero sí suficientes como para tener que decidir qué hacer al respecto, porque <center>
está obsoleta desde hace años.
Podría no haber hecho nada, por cierto: para motivos prácticos todos los navegadores (o sea, Chrome y Firefox) respetan la dichosa etiqueta y a mi compiladorcito le pude haber puesto una regla más para aceptarla.
Pero no, mejor decidí regresar a entradas que había escrito cuando literalmente era un mozo veinteañero, para reemplazar el uso de <center>
por el moderno <div>
combinado con un poquito de CSS moderno. De hecho resulta que mi compilador sea un poco más complejo, pero fue un ejercicio interesante.
En el camino reemplacé unas imágenes viejísimas que tenían menos de 300 pixeles de ancho y para mi sorpresa descubrí que perdí en la neblina del pasado el primer video con una captura de pantalla que hice, que usaba Flash entre todas las posibles opciones disponibles. Por no decir de todo lo relacionado con mi programita de geometría, Geom; perdí el repositorio, las capturas de pantalla tanto en imágenes como videos, y de hecho no tengo idea de si exista por ahí una copia del código. En algún momento de mi vida perdí un disco duro de 500GB y creo que ahí se fueron algunas cosas, como todo lo relacionado con Geom
El proyecto escaló a estar revisando y corrigiendo entradas en un montón de partes de mi blog (especialmente en la década de los dieces, que es la única década completa en mi blog), cada vez que mi compiladorcito encontraba algo que no le gustaba o veía patrones de uso que sencillamente no tienen sentido utilizar hoy en día (solía abusar de <span>
con el atributo style
para dar formato local, por ejemplo).
Total que terminé echándole un ojo a decenas de entradas de mi blog que escribí hace más de una década. Todo este ejercicio del blog que comencé hace casi veinte años nunca tuvo un objetivo definido claro: para motivos prácticos ha servido para que comente (a veces, cada vez menos) de mi vida personal; para dejar registro de cosas que a veces llaman la atención (una conversación con un amigo, la letra de una canción, y esto también cada vez es menos); para escribir ensayos de política (generalmente alrededor de años electorales); y para lo que creo que ha terminado siendo la espina dorsal del contenido del Pensadero, el reseñar ciertas obras de cultura popular, primordialmente cine, videojuegos y animé.
En 2007 escribí el ensayo más largo (y me parece el más popular) que tengo en mi blog, Harry Potter y las 4,100 páginas de magia [5]; y cuando digo el más largo es por mucho. Mis entradas largas “normales” andan por debajo de las 5,000 palabras; mi ensayo de Harry Potter tiene más de 37,000. Según Google, esa página ha sido visitada varios miles de veces; y es un cálculo estimado, porque Google Analytics sólo rastrea cosas a partir de 2015. Tiene 100 comentarios, que es de las entradas con más interacción en el blog.
Hoy en día tengo suerte si me dejan un puñado de comentarios; y, para bien o para mal, siguen siendo las entradas de política las que más incitan esto. No tengo idea de cuántos de esos comentarios son de seres humanos de carne y hueso y cuántos son de bots. Según Google Analytics tuve en el último año alrededor de 19 mil usuarios que dejaron 34 mil vistas:
Lamentablemente los registros de años pasados los perdí, porque moví mi blog a la versión G4 de Google Analytics y no se me ocurrió respaldar la información de la versión vieja; pero vamos a suponer que al año tengo 10 mil visitantes y unas 15 mil vistas.
La verdad me sorprendería que más del 10% de esos visitantes fueran seres humanos de carne y hueso; yo soy un firme creyente de la Teoría del Internet Muerto [7]: casi todas las interacciones que ocurren en internet probablemente son realizadas por sistemas automatizados.
Ciertamente me resulta muy sospechoso que mis entradas con más comentarios sean las de política: no sólo es objetivamente irrelevante qué pueda opinar un profesor universitario cuarentón de la vida política nacional; además, y sin afán de ofender a nadie, queridos lectores, pero la mayor parte de dichos comentarios reflejan un retraso mental tan trágicamente cómico, que no puedo sino pensar que sólo una máquina idiota podría haberlos escrito.
Lo que me lleva a ponderar otro de esos grandes misterios (al menos para mí) de mi blog: no tengo ni puta idea de dónde carajo salen mis lectores. No promociono mi blog en ningún lado (¿por qué haría eso?); estoy en exactamente cero redes sociales, entonces no ligo mis entradas; y dudo muchísimo que alguien más ligue lo que yo escribo: de nuevo, ¿por qué a nadie le importaría las opiniones de política de un profesor universitario cuarentón? Según Google Analytics el 82.37% de mis lectores en el último mes llegaron a mi blog a través de “organic search”… pero no me explico por qué Google o Bing ligarían a mi blog en lugar de ligar a alguien que, pongan ustedes, de hecho sabe de lo que está hablando.
Si realmente me importara, supongo que podría averiguarlo; pero les tengo una confesión, queridos lectores: más bien me vale madre. Aunque genuinamente agradezco a cualquiera que me lea, la verdad no escribo por nadie más que no sea yo mismo; si de repente perdiera a absolutamente todos mis lectores y ya nunca nadie más volviera a dejar un comentario, no afectaría en nada lo que escribo en mi blog o la frecuencia con que lo hago.
Como sea; limpié las ocurrencias de <center>
de mi blog y le di un muy necesario mantenimiento. Sí pude generar el libro en que me interesaba, pero me voy a reservar el decirles de cuántas páginas salió, hasta que llegue el vigésimo aniversario del pensadero en unos cuantos meses.
