A mediados de noviembre del año pasado, me chuté The Hunger Games: The Ballad of Songbirds & Snakes [1], básicamente porque ya me había chutado la trilogía original, entonces pues ya qué.
Llevo más de una década diciendo que Suzanne Collins es una mujer más bien inocente (si no es que bruta), pero que tiene el corazón en el lugar correcto. Para mí, esta precuela lo confirma.
La idea es la misma: criticar el consumismo, la opresión y la desigualdad, pero ahora con una historia más idiota y que menos sentido tiene. Nominalmente la historia relata los décimos juegos del hambre, así como el ascenso al poder (más propiamente, el inicio del ascenso al poder) de Coriolanus Snow, el papel que interpretaba con lasciva delicia Donald Shutherland.
No voy a entrar a detalles; porque púdranse en primer lugar, queridos lectores, pero también porque no tiene (literal y figurativamente) ningún sentido. Es de verdad una historia muy pendeja donde encima de todo los personajes actúan de manera inverosímil nueve de cada diez veces.
Sin embargo, a mí sí me gustó la película. El elenco es espectacular; Viola Davis hace lo de siempre y eleva cualquier obra donde aparezca, por más idiota que sea (como ésta); y pues Peter Dinklage hace más o menos lo mismo. Nada más valdría la pena la película por ellos; aunque lamentablemente aparecen muy poco tiempo.
Los protagonistas no estoy seguro de que de hecho sepan actuar; pero a mí no me importó, porque están estupidizantemente bonitos ambos: Rachel Zegler en particular es tan hermosa, que yo vería una película donde ella nada más se sentara (de preferencia en un vestido chiquitito) y leyera el directorio telefónico.
Y pues por fin vemos los hechos que inspiraron a The Hanging Tree, que originalmente interpretaba (sorprendentemente bien) Jennifer Lawrence [3] y que ahora la Zegler (que de hecho es cantante profesional) interpreta en una versión más bluesera [4].
Los pajaritos y las vilíboras no es una película buena, realmente; pero no creo que importe demasiado. Está medianamente entretenida, salen muchachos muy bonitos dándose de besotes cuando no se andan matando entre ellos, y Amanda Waller y Tyrion Lannister declaman sus líneas de manera sedosa y decadente.
Además, y no puedo dejar de hacer énfasis al respecto, a pesar de lo simple y barata de la historia, la misma sigue estándo del lado correcto de la historia: por más torpe o caricaturesco que lo exponga, sigue estando en contra de la opresión y la desigualdad y el consumismo. Ya nada más en ese sentido supera a cualquier pendejada que haya escrito Tolkien, por más magistralmente que lo haya hecho el inglés racista.
