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Disneylandia

Quiero terminar (al menos por el momento) esta serie de entradas de política enfocándome en un comentario que me dejó uno de mis lectores en una de las entradas que escribí antes de las elecciones.

Podría parecer, inicialmente, que lo hago para burlarme de dicho lector; nada más lejano de la verdad. Lo hago para analizar lo desconectados que pueden estar algunos ciudadanos de la realidad, pero en particular los que sienten un odio visceral contra la Transformación y en particular contra el Peje.

De hecho, yo sospecho que ese odio es la principal explicación de dicha desconexión con la realidad; los afecta tanto su furia contra el Peje y su gobierno, que están dispuestos a aceptar casi cualquier narrativa que justifique esa emoción que los consume, por más ridícula que sea.

Y así es como terminamos con ciudadanos que viven en Disneylandia, completamente desconectados de la realidad.

En parte me preocupa, porque es justo la estrategia que los republicanos han seguido en gringolandia desde Ronald Reagan: alimentando mentiras descaradas a sus bases para que voten por ellos, aunque en los hechos sea votar en contra de sus propios intereses.

En parte no me preocupa, porque como quedó plenamente demostrado este 2 de junio, nuestros connacionales viviendo en Disneylandia son una minoría: la enorme mayoría del país sigue con sus dos pies firmemente plantados en la realidad, y no solamente mucho mejor informados, sino interesados en mantenerse así y con deseos de participar en la discusión política nacional.

Estos ciudadanos son los que le permitieron a la Transformación llegar al poder en 2018; y son los que abrumadoramente eligieron apoyar su continuación el 2 de junio.

Primero voy a poner el comentario del lector íntegro, aunque me permití corregir errores de ortografía y darle formato. Después atenderé cada punto.

Mi pronóstico para la 4T es el siguiente;

  • Claudia va a ganar por 5 a 10 puntos, gracias a la aplanadora del gobierno y el presupuesto.
  • En las cámaras de diputados y senadores la 4T va a ganar una mayoría modesta, lejos de ser suficiente para cambiar la constitución. Esto va a beneficiar a Claudia, porque ya no va a poder ser controlada por AMLO. Va a a tener un pretexto para no cumplir las pendejadas de AMLO, como eso de dar 100% de pensión y elegir por voto a los jueces de la Suprema Corte.
  • Morena va a perder la CDMX, lo cual va a beneficiar a Claudia porque eso va a debilitar a los “puros” que son un dolor en el culo para ella. Ella se lleva mejor con Taboada que con la chaira de Clara.
  • Claudia va a romper con AMLO en algún momento después de las elecciones o durante el primer año del sexenio. Lo único que quedaría es si AMLO hace berrinche o se aguanta. No existe ninguna “Transformación” eso es una construcción de mercadotecnia de AMLO que sólo los ingenuos se creen.

Vamos a atender cada punto:

En Disneylandia, el único motivo de que Claudia ganara (por un pelo de rana calva) sería una mítica aplanadora presupuestal morenista. En Disneylandia, las cámaras las ganaría la Transformación apenitas, lejos de las mayorías calificadas, y sería bueno porque entonces Claudia podría divorciarse del Peje. En Disneylandia, Morena perdería la CDMX, y además sería bueno porque entonces trabajaría con su novio Taboada, no con la bruja de Clarita, a quien odia, probablemente porque tiene el pelo lacio [2]. En Disneylandia, al parecer únicamente los ingenuos se creerían un proyecto de nación que lleva casi seis años arrojando resultados principalmente positivos.

En la realidad, casi lo opuesto de lo que predijo mi lector se cumplió. Parafraseando lo que dice Luke Skywalker en la peor película de la nonología: “Amazing. Every word of what you just said was wrong.”

Repito que la intención de esta entrada no es burlarme de nadie; es entender. ¿Cómo puede alguien equivocarse a un nivel tan profundo?

(Paréntesis: existe una probabilidad distinta de cero de que mi lector no exista; que sea un bot pagado por los mismos que pagaron las campañas de #narcopresidente y similares, probablemente con base en Argentina y Colombia [3], para tratar de aparentar de que de verdad existen mexicanos viviendo en Disneylandia. La verdad, preferiría que ese lector fuera un bot; me da lástima pensar que un ser humano de carne y hueso pueda vivir tan desconectado de la realidad. Cierro paréntesis.)

La única respuesta, para mí, es justamente hacer un esfuerzo consciente de negar la realidad y decidir ir a vivir a Disneylandia. La información estaba ahí, tanto como para mí como para todos los que quisieran ver dicha información: las encuestas, los análisis de periodistas no chayoteros, los resultados objetivos de programas de gobierno y acciones como la respuesta a Otis. Todo estaba a la vista de quien quisiera ver.

Sólo que gente como mi lector se negó a ver.

Esto puede ser tan fácil como literalmente el negarse a echar un ojo de vez en cuando a ver qué dicen los demás: nada más quedarse en las redes sociales de costumbre, permitiéndole al algoritmo seleccionar únicamente publicaciones de gente que pensaban como él o de medios que le alimentaban noticias que reafirmaban el seguir viviendo en Disneylandia.

Oceania was at war with Eastasia. Oceania had always been at war with Eastasia.

Pero también está la posibilidad más proactiva: a lo mejor sí vio los datos “alternativos” (i.e., la realidad), y decidió que eso tenía que ser falso; que no podía ser verdad. Propaganda del gobierno; mentiras manipuladoras: lo cual es fascinante y paradójico a la vez, porque evidentemente la propaganda y las mentiras manipuladoras eran las que él mismo creía y repetía, como en su comentario aquí en mi blog.

Cualquiera de las dos opciones (o cualquier versión intermedia) que aplique, el 2 de junio la realidad asomó su carota y le mordió la nariz a miles de mexicanos que se creyeron las mentiras de Germán Martínez, de Max Cortázar, de Massive Caller, de Chucho Zambrano, Alito Moreno, Markito Cortés y, no faltaba más, de Xóchitl Gálvez.

La pregunta ahora es: con la realidad habiéndoles mordido (bastante fuerte, además) la nariz, ¿cuál es el curso de acción que seguirán? ¿Van a seguir encerrándose en su burbuja, escuchando nada más a las personas (si acaso no son bots) y medios que reafirman lo que piensan? ¿Van a de antemano negar y descartar cualquier módico de información que pudiera hacer estallar esa burbuja?

¿Van a seguir viviendo en Disneylandia?

¿O se van a integrar con nosotros aquí en la realidad?

No todos debemos pensar igual (qué aburrido sería eso); no todos debemos compartir la misma ideología. Cada quien tiene derecho a llegar a sus propias conclusiones de cómo debe funcionar un gobierno; de cómo se debe distribuir la riqueza; de si debemos o no elegir a los ministros de la Suprema Corte.

Pero si no partimos todos de una base real común, de datos concretos reales, es imposible tener una discusión fructífera. Todo se termina degenerando en un intercambio no particularmente divertido de insultos y mentadas de madre.

Nadie los obliga a salir de Disneylandia, queridos lectores. Pueden quedarse en su burbuja, si eso los hace felices, si eso les da confort.

Pero si el 2 de junio, al saberse los resultados, sintieron un hueco en el estómago; si sintieron que el alma se les caía a los pies; si de verdad se sorprendieron… les va a volver a pasar en futuras elecciones.

Disneylandia es el lugar más feliz del mundo [4], entiendo que alguien quiera quedarse ahí todo el tiempo.

Pero la realidad es donde vivimos. Vengan; hay tacos de suadero y caldo de gallina. Y no se sorprenderán cuando nos enteremos de los próximos resultados electorales.

Este es el final del camino para mí, por ahora. No pienso volver a escribir de política durante un rato, excepto cuando pase algo interesante (como que pase la reforma constitucional de la Suprema Corte en septiembre).

Así que este blog regresará a su programación habitual de películas, videojuegos y animé.

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