The Flash

Después de Spiderverse 2: More Spiderversing, fui en junio del año pasado al cine a ver The Flash; el día de su estreno, si mal no recuerdo.

Se aplican las ya saben.

The Flash

The Flash

Disfruté mucho esta película, que es por supuesto casi la última patada de ahogado del Snyderverse. La disfruté porque Ezra Miller estará certificadamente demente, pero es extraordinario actor; la disfruté porque Batman, con Michael Keaton, fue la primera película que fui a ver al cine nada más yo con mis amigos de la secundaria, sin papás o hermanos involucrados; la disfruté porque Sasha Calle es imposiblemente hermosa y de las mejores versiones que yo jamás haya visto de Superwoman; y la disfruté porque es una película altamente disfrutable, si uno le perdona el crimen imperdonable, de pertenecer al (en estos momentos en febrero de 2024) morido Snyderverse.

La escena al final con la colisión de los universos infinitos de DC cómics casi me hizo llorar; y no nada más por lo terrible del CGI, sino porque me encantó ver a Christopher Reeve junto a Helen Slater; y al Caballero Luminoso encarnado por Adam West; y a Jay Garrick por primera vez en la pantalla grande. Venga, décadas después de que por primera vez nos enteráramos de la idea, por fin vimos a Nicholas Cage como Superman peleando con la pinche araña gigante con la que John Peters chingó incesantemente a Kevin Smith.

(Warner Bros., por supuesto, lo hizo todo mal al no explicarle a Cage exactamente qué estaba filmando y al no garantizar que los herederos de los estados de los actores occisos estuvieran de acuerdo con el uso de sus imágenes.)

No es mala película, The Flash; es algo inocente (especialmente al inicio) y las dos versiones de Barry Allen que Ezra Miller interpreta (que realmente son Wally West, pero bueno) pueden resultar algo desesperantes, especialmente la de la realidad alternativa. Pero es una buena película de superhéroes; no la mejor, sin duda alguna, pero buena si somos justos.

Y he ahí el problema; la audencia y la crítica no están dispuestas a ser justas con los remanentes ligeramente malolientes del Snyderverse. Lo cual, siendo justos, está algo justificado; pero también se ha ido exagerando durante la última década.

Pero no tiene mucho sentido hacer olas sobre lo que es, en la práctica, actualmente un cadáver (el Snyderverse, no The Flash); sólo a mí sí me emocionó mucho volver a ver Batkeaton y oírlo decir “You wanna get nuts?”.

La pueden ver bara bara en HBO Max, o Max, o como se llame ahora; y a mí la verdad sí me parece muy entretenida. Pero al parecer estoy en la minoría.

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The Saint’s Magic Power is Omnipotent

En algún momento en los últimos tres años, vi Seijo no Maryoku wa Bannou Desu. Acabo de terminar la segunda temporada el año pasado, entonces me confundo de cuándo vi la primera temporada.

Como sea, The Saint’s Magic Power is Omnipotent.

The Saint's Magic Power is Omnipotent

The Saint’s Magic Power is Omnipotent

Este animé es un Isekai, con la novedosa novedad, de que la protagonista es mujer. Sei Takanashi es una oficinista japonesa que un día de buenas a primeras es isekaiada a un mundo fantástico, donde además le salen con el chiste de que fue sin querer, que a quien querían era a otra chava que también la isekaiaron, y que pues perdón pero no sabemos cómo regresarla a su casita.

Sei se lo toma con buen humor y se dedica a investigar plantas y sus propiedades curativas, lo que le permite descubrir que tiene el poder de curar y crear pociones sanadoras, hasta que eventualmente se descubre que siempre sí era ella la santa que buscaban los que la raptaron (para motivos prácticos) de nuestro mundo.

A lo largo de este proceso, Sei interactúa con múltiples hombres que tienen todos en común que están bien papis, en particular un capitán de la guardia del reino que toma un especial interés en ella.

La serie me encantó, porque siguen siendo las mismas fantasías de poder que suelen caracterizar a los Isekais, pero desde una visión femenina, lo cual al menos es más original que el promedio. Hay algo de acción y la mecánica de los poderes de Sei es investigada y explorada a lo largo de la historia; pero no me engaño, es realmente un romance de principio a fin con una muchacha más bien “nerdcita” que se liga al papi más papi de todos.

Yo la recomiendo ampliamente, pero sí deben ser al menos tolerantes al romance, si no probablemente les dé diabetes al verla. Está en Crunchyroll, si les interesa.

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Beyond: Two Souls

Después de The Wolf Among Us, obtuve el trofeo de Beyond: Two Souls.

Beyond: Two Souls

Beyond: Two Souls

Como comenté al reseñar mi platino de Detroit: Become Human, Quantic Dream hace películas interactivas del estilo “escoge tu propia aventura”. Como comentaba en esa entrada también, por alguna razón los tres juegos más famosos que tienen (Detroit, éste y Heavy Rain) yo los jugué en el orden inverso de publicación.

Como sea: Beyond: Two Souls.

El juego es famoso por un par de hechos: el primero, los protagonistas principales son actores famoso establecidos en Hollywood, que no era común que ocurriera en esa época, hace una década. Hay que entender también que apenas comenzaban las consolas a tener la capacidad de presentar actores en un videojuego de tal forma que no diera risa verlos. Los actores son Elliot Page (antes de que transicionara) y Willem Dafoe. El segundo hecho es que casi al mismo tiempo Naughty Dog sacó The Last of Us, y hubo algunas críticas a que el personaje de Ellie era demasiado similar a Elliot Page (antes de que transicionara), lo que llevó al juego exclusivo de Sony a cambiar la apariencia de la adolescente.

La historia de Beyond (que dado el tipo de juego es como que lo único que importa) es menos ambiciosa que la de Detroit, al menos al inicio; es la de Jodie Holmes, una niña que desde que nació está en permanente contacto con una entidad a la que ella llama Aiden, la cual tiene varios poderes: puede “flotar” cerca de Jodie, permitiéndole a la niña ver y oír cosas más allá de su alcance; puede interactuar de forma limitada con objetos físicos; y, a veces, puede poseer a otras personas o incluso matarlas.

La niña es tratada como rata de laboratorio desde que es pequeña, bajo el gentil cuidado del Dr. Nathan Dawkins; tiene una libertad limitada y las veces que trata de interactuar con gente de su edad o de escaparse para divertirse suele terminar todo en desgracias, en varias ocasiones con múltiples occisos.

Eventualmente la usan para cerrar un portal al “más allá” (el beyond del título), un mundo de los espíritus donde al parecer viven todos los moridos y que abrieron sin prever que entidades malévolas del otro lado les impedirían cerrarla.

Luego la CIA la recluta y la utiliza para básicamente realizar asesinatos de gente que ella pronto descubre su único crimen era que no veían bien a los Estados Unidos, lo que causa que escape y viva como fugitiva sin techo durante un tiempo, haciéndose amiga de unos vagabundos que termina salvando de un incendio, aunque cae en un coma durante varios meses.

Después el estar escapando de las autoridades la lleva a un rancho de una familia de indios gringos, que por supuesto tienen contactos con otra entidad malévola del otro lado, que invocaron usando rituales antiguos para tratar de defenderse de la invasión europea, y que Jodie les ayuda a regreasar al más allá. Toda esta parte es ligeramente retrasada mental, por cierto.

Por último Jodie contacta a su mamá biológica y descubre que probablemente Aidan sea resultado de experimentos que hicieron sobre ella cuando estaba embarazada de Jodie. Ahí la recapturan, pero el Dr. Dawkins le dice que la necesitan en una misión para evitar que los chinos abran un portal como el que Jodie cerró años antes; y que si la lleva a cabo la dejará en paz y hasta una lana le ofrecen.

Jodie hace la misión y al regresar descubre que los gringos planean abrir más portales, sólo querían cerrar el chino para evitar competencia; pero además descubre que Nathan tiene literalmente atrapados a los espíritus de su mujer e hija que murieron años atrás en un accidente automovilístico, y que planea usar un nuevo portal para de alguna manera recuperarlas.

Lo que lleva a que otra vez Jodie tenga que cerrar el portal, a partir de lo cual puede seguirse uno de múltiples posibles finales, que además dependen de cuántos individuos desmorimos (o no salvamos) durante el juego, y que cada uno tiene un puto trofeo que me obligó a jugar el estúpido juego múltiples veces.

Detroit me gustó bastante; Beyond acabé medio hasta la madre de jugarlo. No es en lo más mínimo difícil; de hecho todos los trofeos son medio triviales, pero sí hay que estar jugando los capítulos múltiples veces, si uno quiere obtener todos los trofeos, eligiendo distintas opciones cuando la historia se digna a preguntarnos qué queremos hacer.

Y la historia es sencillamente mala, o mediocre en el mejor de los casos. Todo el episodio con los indios gringos raya en lo ofensivo de lo estúpido y ligeramente racista que es; y todas las opciones de romance apestan con la intesidad de diez mil soles, no en menor medida porque Jodie no tiene la menor química con ninguno de sus galanes, probablemente dado que la naturaleza de Elliot Page no se lo permitía.

Dicho eso la tecnología que usaron para capturar las expresiones faciales y movimientos de los actores estaba en su infancia, y aún así es espectacular. Yo lo jugué e PlayStation 4, pero estoy sorprendido de que existiera una versión del juego para el PS3.

Me falta únicamente Heavy Rain de estos juegos de Quantic Dream, que paradójicamente fue el primero que compré, usado hace más de una década en California. Espero jugarlo algún día, pero ojalá la historia sea más similar a la de Detroit que a la de Beyond, porque la verdad sí me decepcionó el segundo.

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Spider-Man A Través del Spiderverse

En junio del año pasado (tengo que ponerme al día con mis reseñas, rayos), fui a ver Spider-Man: Across the Spider-Verse.

Se aplican las de siempre.

Spider-Man: Across the Spider-Verse

Spider-Man: Across the Spider-Verse

Spider-Man: Into the Spider-Verse es una de mis películas favoritas de todos los tiempos; no sólo animada, no sólo basada en cómics, una de mis películas favoritas, punto.

Creo que me gusta más Across the Spider-Verse.

Al parecer, soy minoría en esto; un montón de gente se queja de que termina en un cliffhanger; y otros se quejan de que Miles no tiene un desarrollo de personaje tan intenso como en Into, que no hay un momento What’s Up Danger.

No tengo problemas con cliffhangers desde The Empire Strikes Back; y aunque es verdad que no hay una escena tan espectacular como What’s Up Danger en esta secuela (en el sentido de desarrollo de personaje; hay un montón de escenas espectaculares), lo cierto es que no es necesaria: la trayectoria de héroe de Campbell la tuvo en la película anterior. En esta segunda parte, Miles sabe exactamente lo que quiere y lo que necesita para conseguirlo.

Quiere a Gwen; y necesita aprender a viajar entre dimensiones para tenerla.

Miles y Gwen

Miles y Gwen

Que no me engaño; es por eso que me gustó tanto esta segunda parte: es dolorosamente romántica, y no nada más de Miles hacia Gwen, es hilarantemente obvio que de Gwen hacia Miles también.

Encima de todo tenemos los innumerables easter eggs en toda la película; una acción espectacular en gran parte de la misma; y por supuesto el giro inesperado al final que hizo que literalmente se me cayera la quijada en el cine.

Es de verdad de las mejores películas que vi el año pasado y sin duda alguna la que más disfruté. La recomiendo encarecidamente, pero supongo que todos ustedes ya la vieron, múltiples veces.

Si no lo han hecho, no saben de lo que se pierden.

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La minoría que no aprueba

En mi anterior entrada demostré, con datos duros, por qué el Peje es el mejor presidente mexicano del siglo XXI… lo cual es medio obvio, dada la incompetencia y corrupción de las administraciones anteriores a la suya, además de que utilizaban un modelo económico que empíricamente se ha demostrado (en todo el mundo) que no funciona.

Sin embargo existe, si les creemos a las encuestas de opinión, un %25-35% de la población que no aprueba el desempeño de Andrés Manuel; esto es, por si eso de las matemáticas no se les da, una minoría que, encima de todo, al parecer disminuye en tamaño con cada día que pasa.

También es necesario mencionar que una parte significativa de ese cuarto o tercio de la población tal vez no apruebe; pero eso no necesariamente quiere decir que desapruebe: es posible (y altamente probable) que un 10% o 15% de la población le valga madre y ni apruebe ni desapruebe.

Esta minoría disminuyente, si descontamos a los que les vale madre, se puede dividir (a grosso modo), en cuatro sectores:

  • Los ultras.

    El primer sector, y desde mi punto de vista el menos importante, son los que les gustaría rebasar a la Transformación y al Peje por la izquierda: los que quisieran, por ejemplo, nacionalizar de un golpe toda la banca; y a las televisoras; y quitarle los medios de producción a la burguesía (según la definición marxista).

    Obviamente simpatizo con ellos y me generan una cierta ternura; pero alguien debe explicarles que la política es el arte de lo posible (“Die Politik ist die Lehre vom Möglichen”). No porque una política sea justa o buena, quiere decir que la podemos implementar de inmediato o a mediano plazo: en una democracia hay que convencer a la mayoría. Y si algo ha demostrado el Peje durante este sexenio, es que se pueden atraer más moscas con miel que con mierda: a los burgueses de este país les ha ido mejor este sexenio que en otros (exceptuando un puñado que perdió muchísimos privilegios).

    ¿Por qué digo que este sector es el menos importante? Porque este tipo de personas jamás van a votar por el PRIANRD, ni tampoco por MC. Si votan y son consecuentes, lo harán por Morena o sus aliados; y en el peor de los casos no votarán, pero numéricamente son tan pocos que no es algo terriblemente importante para el resultado final de las elecciones. Sigue siendo una tragedia que no voten; pero no porque pudieran afectar el resultado de la votación: no pueden.

    Como sea, este sector es justo y necesario que exista: alguien (quien sea) siempre debe luchar por lo imposible, si queremos que algún día se haga posible.

  • La oligarquía.

    El segundo sector son la gente que vio directamente afectados sus intereses por las políticas del lopezobradorismo; y me refiero a los grandes intereses, no cosas relativamente pequeñas como bonos, estímulos o seguros de gastos médicos mayores para hospitales privados. Hablo de los grandes empresarios que no pagaban impuestos o estaban coludidos en negocios con políticos gobernantes; esos mismos políticos gobernantes que hacían negocio con sus cargos y con los grandes empresarios antes mencionados; de los pseudoperiodistas chayoteros que ya no les pagan pon echarle flores a ciertos gobernantes, o hacerse de la vista gorda de sus crímenes o abusos, como los negocios infames entre los antes mencionados grandes empresarios y políticos gobernantes.

    Este sector es muy poderoso (principalmente en lo económico y mediático) y están encabronadísimos porque el sexenio de AMLO detuvo o al menos disminuyó lo que era esa corrupción normalizada en el sistema político mexicano. Son los más interesados en recuperar esos privilegios que rayaban en lo ilegal (si no es que descaradamente lo eran). También, gracias a Marx, son muy poquitos: todos en este sector son literalmente ricos y famosos, y una de las grandes ventajas de la democracia, es que el voto de Salinas Pliego vale lo mismo que el voto de cualquiera de los trabajadores que barren los edificios de alguna de sus empresas.

  • Los dogmáticos.

    El tercer sector son aquellos que creen, básicamente como dogma religioso, que las políticas de este sexenio no funcionan porque no pueden funcionar. Regresando al ejemplo del salario mínimo de mi entrada anterior en esta serie, ellos toman casi como artículo de fé que la intervención del estado en la economía está destinado al fracaso, entonces mucho de lo que ha hecho el Peje en el sexenio está destinado al fracaso, no importa cuánta evidencia empírica se presente de que sí está funcionando. Y hago notar de nuevo que el compañero Presidente ha negociado exitosamente con empresarios y la iniciativa privada en general para echar a andar múltiples programas; no todo ha sido inversión pública, aunque sí ha habido también mucho de ella.

    Este sector es más numeroso que el anterior, pero me parece que no son tantos: empíricamente ha quedado demostrado en todo el mundo que el neoliberalismo no funciona y la gente que lo sigue defendiendo a muerte son intelectualmente equivalentes a la gente que todavía defiende el socialismo estilo de la Unión Soviética. Además de que no funciona, el neoliberalismo tiende a sacar lo peor del sistema capitalista y generar abusos contra los sectores más pobres que rayan (si no es que caen) en lo criminal.

  • La búrbuja.

    El último sector son gente que, con todo respeto, me parece que un porcentaje significativo sencillamente están mal informados. Como el segundo sector que mencionaba incluye a la gran mayoría de los dueños de los medios de comunicación corporativos, los mismos se han pasado todo el sexenio echando lodo a la administración, en algunas ocasiones de manera justa; pero en la gran mayoría de manera terriblemente injusta. Como muestran las encuestas de opinión, esta guerra sucia no está funcionando en general; pero siempre hay un porcentaje de la población en la que funcionará: y yo estoy seguro que esa gente es la mayoría de los que componen este sector.

    Este sector son gente común y corriente; no son grandes empresarios ni políticos. Son pequeños y medianos comerciantes, profesionistas, profesores de todos los niveles, amas de casa como las que desprecia Guadalupe Loaeza. Pero si estos ciudadanos escuchan nada más a los medios de comunicación que hablan pestes del Presidente y su administración, y se rodean nada más de gente que también nada más habla pestes del Presidente y su administración, pues medio se puede entender que crean que el Presidente y su administración apestan.

El primer sector (los ultras) como menciono arriba me generan simpatía, pero no hay mucho que yo les pueda decir: viven, como muchos en ese grupo lo hacen desde la década de los sesentas del siglo pasado, esperando una gloriosa revolución que probablemente nunca va a llegar. Vayan en paz y coincidamos en que no vamos a coincidir.

El segundo sector (la oligarquía) tiene toda la razón del mundo para odiar al Peje: les arruinó sus negocios millonarios, muchos de los cuales eran ilegales. No hay nada que yo tampoco pueda decirles además de que estoy seguro ningún miembro de este sector leerá mi blog: púdranse si cometieron crímenes y espero que se les estén cobrando los justos impuestos que determina la ley.

Discutir con el tercer sector (los dogmáticos) es como discutir la existencia de dios con alguien creyente; es un sinsentido. Tienen sus dogmas que los confortan, y si la cruda realidad no los despierta de sus sueños neoliberales, tampoco nada de lo que yo pudiera decir lo hará. Sigan en su sueño donde la mano invisible del mercado soluciona todos los problemas del mundo.

En mis cuentas hechas en la parte de atrás de una servilleta de Sanborn’s, estos tres sectores no creo que lleguen al 5% de la población, y probablemente esté siendo generoso con ellos. Los que me interesan son los ciudadanos del cuarto sector, que es la mayoría de la población que no aprueba la Pejeadministración, y en particular aquellos que (desde mi punto de vista) simplemente están mal informados. Para ellos es esta entrada, aún si ninguno de ellos me lee.

Yo crecí, queridos lectores, en un hogar donde mis padres eran miembros del Partido Comunista. Desde muy joven me di cuenta de lo peligroso que es el dogmatismo y la visión de túnel política; porque aunque mis padres siempre fueron muy críticos incluso de los personajes políticos que apoyaban, mucha gente que de repente caía a mi casa no compartía este pensamiento crítico.

Recuerdo, a mis no tan tiernos 17 años, en 1994, un volante donde se insinuaba que Salinas había mandado a asesinar a Colosio; uno de los “argumentos” que daban era: “¿sabe usted de algún chiste que no sugiera que Salinas mató a Colosio?” A esa edad tan cerca de la adultez pero sin haber llegado a ella, me resultó obvio que era un argumento muy imbécil para explicar por qué podía atribuírsele el magnicidio a Salinas.

Me aterra, desde hace treinta años que me movilicé por primera vez, que me esté equivocando en mi ideología y mis preferencias políticas. Siempre estoy, de una u otra manera, cuestionando si tenemos o no razón en las movilizaciones en las que he participado; por eso siempre he tratado de mantener un oído u ojo abierto a las posiciones que difieren de las mías.

Mis padres estaban en contra de las cuotas en la UNAM; pero estaban terriblemente preocupados de que la huelga estuviera durando tanto tiempo (como el resto del país) y eran de los que querían que se levantara incluso antes de que se derogaran; yo no estaba (entonces y ahora) de acuerdo con eso. Mi directora de tesis de la licenciatura estaba completamente en contra de la huelga (y del Peje y la izquierda mexicana en general); pero siempre nos respetamos, nos quisimos y pudimos trabajar juntos independientemente de nuestras posturas políticas encontradas. Tengo un par de amigos, de los más cercanos y que más quiero, que múltiples veces se han movilizado en cosas completamente en contra de las que yo apoyo. Venga, tuve una novia panista alrededor de las elecciones del 2006, cuando los panistas se robaron las elecciones presidenciales.

Y en la misma huelga tenía yo que estarme peleando con muchos compañeros, porque yo votaba por el PRD en ese entonces (el PRD valía la pena en ese entonces) y creía (como siempre he creído; como siempre creeré) en la vía pacífica y electoral para cambiar las cosas en el país.

Esto que cuento no es para alardear de lo “diversa” que es la esfera de opiniones que oigo; es sólo tratar de explicar que, por más fallas que pueda yo tener como persona, de verdad intento (por definición no puedo saber qué tanto éxito tengo) de estar escuchando a las opiniones que difieren de las mías y sopesar sus méritos aunque contradigan muchas cosas que yo sostengo como verdaderas. Es bien pinche difícil estar cuestionando todo el tiempo si las cosas por las que he estado luchando desde que era adolescente sí son las correctas. Sería mucho más fácil tomarlo como dogma y no preocuparme; pero sí me preocupo, porque realmente quiero que mis estudiantes puedan vivir en un mejor país del que a mí me tocó cuando tenía su edad.

En el contexto de esta entrada, yo oigo a López Dóriga y Ciro Gómez Leyva; a Eduardo Ruiz-Healy y Denise Maerker. Trato de escuchar a muchos de los que han sido señalados (con casi toda certeza de manera justificada) como parte de los chayoteros que mencionaba arriba; porque hay que escuchar las críticas para poder analizar si son justas o no. También oigo a los que apoyan al Peje, descaradamente como son los de Sin Censura (que no me caen tan bien porque [y esto es decir mucho de mi parte] me parecen muy vulgares); o los de Sin Embargo que sí me caen muy bien; o medios que son sin duda alguna de izquierda pero (ocasionalmente) ferozmente críticos del Peje, a grados que me parecen a veces excesivos, como Julio Astillero.

(En un afán de ser transparente, debo admitir que me niego a ver o escuchar a Carlos Loret de Mola: me parece que ha quedado demostrado más allá de toda duda de que, en el mejor de los casos es un pseudoperiodista tan incompetente que no sabía distinguir cuándo algo era un montaje; y en el peor es uno de los individuos comprados por Genaro García Luna).

Todo medio de información tiene un sesgo; yo en principio desconfío de un medio que no admita al menos que sí tiene sesgo. Me parece que hay que tratar de escuchar o leer al menos un par de medios que su sesgo contradiga al nuestro, y sí quiero enfatizar en que deben de ser medios; no posts en redes sociales: las redes sociales son una mierda y no sirven en lo más mínimo para informarse ni mucho menos para tener discusiones inteligentes. Los medios chayoteros son mucho mejor que casi cualquier grupo en Facebook o subreddit en Reddit; la cantidad de desinformación y manipulación de las redes sociales es apabullante. En particular, por favor no utilicen como principal medio de análisis político el triste blog de un profesor universitario de Ciencias de la Computación; con todo respeto, sería muy estúpido si hicieran eso.

Si ustedes son de los que no aprueban de la administración del Peje, queridos lectores; y en particular si son de los que están muy enojados contra sus políticas, ¿están escuchando a la otra parte? ¿Están cuestionando si sus posturas podrían estar equivocadas? ¿Pueden al menos entretener la idea de que tal enojo podría ser resultado de manipulación por parte de ciertos medios/redes sociales?

Yo les puedo decir (allá ustedes si me quieren creer o no) que yo sí trato de escuchar al otro lado, a las posturas encontradas. Y lo que he oído no sólo no me convence; es (desde mi muy personal punto de vista) medio patético, la verdad; porque como justamente lo que quiere el segundo sector de arriba, es recuperar sus privilegios, entonces en general sólo critican incesamente, incluso cuando no es meritorio; o incluso bajo información falsa (no, la gasolina no amaneció a 30 pesos el litro este primero de enero). Si estos medios comienzan a admitir las cosas que están bien, entonces se cae el castillo de naipes; por lo tanto, todo tiene que estar mal todo el tiempo.

O casi todo mal casi todo el tiempo: debo ser justo y mencionar que en México aún no hemos llegado al nivel de toxicidad de Estados Unidos. Mientras que en Fox “News” es básicamente imposible que admitan algo bueno que hagan los demócratas o que critiquen a Donald Trump, aquí en México, a pesar del lodazal que en general lanzan los medios corporativos a la Pejeadministración, de vez en cuando admiten algunos avances: Ruiz-Healy de repente admite que la economía va bien; López-Dóriga de repente reconoce que el Peje sí termina obras que otras administraciones abandonaron; Ciro Gómez Leyva tiene a Epigmenio Ibarra todos los miércoles en su programa… luego es medio güey, el Epigmenio, pero se agradece el espacio.

De cualquier manera, en general para los medios corporativos casi todo tiene que estar mal casi todo el tiempo; y ustedes, queridos lectores, como ciudadanos deben estar enojados; muy enojados, para que quieran correr a patadas a este gobierno incompetente y autoritario y antidemocrático y comunista y neoliberal y lo que se les ocurra llamarlo en la transmisión en turno, para que sea repetido por bots en las redes sociales y se llenen las publicaciones de comentarios enfurecidos que no contribuyen en nada a una discusión inteligente pero que podrían dar la apariencia de que hay mucha oposición a esta administración aunque todas las encuestas de opinión nos digan que es una minoría que además va en decremento.

Es la técnica de los republicanos en Estados Unidos: hacer enojar a la población (o al menos un sector significativo de la misma) para distraerlos de las cosas que realmente importan. No, el problema no es que el salario mínimo esté estancado en gringolandia desde hace quince años; es que los inmigrantes ilegales se están robando los trabajos. No, el problema no es el racismo sistémico, es que las escuelas públicas quieren “enseñarles” a ser homosexuales a los niños de primaria. No, el problema no es que Citizens United haya permitido la entrada de dinero negro a las elecciones gringas, es que “hombres disfrazados de mujeres” quieren entrar a los baños de las damas para abusar de ellas.

Es lo mismo aquí: no, el problema no es que ciertos grupos junto con las autoridades hicieran negocios millonarios con los medicamentos; es que este gobierno no consigue medicinas para los hospitales. No, el problema no es que ciertos grupos junto con las autoridades hicieran negocios millonarios con los libros de texto gratuito; es que los nuevos libros indoctrinan con comunismo. No, el problema no es que el poder judicial tenga una partida de 253 millones de pesos para vesturio y 56 millones de pesos para renta de casas; es que el ejecutivo quiere golpetear a otro poder autónomo para poder ser más autoritario. No, el problema no es que ante la marejada democrática que por fin ha permitido a la población en general del país tomar control del ejecutivo y legislativo, tanto a nivel federal como la mayor parte de los locales, la oligarquía se haya entramado en el poder judicial para bloquear las reformas que evidentemente apoya la mayoría del país; es que tenemos un presidente narco.

De nuevo, las encuestas de opinión nos dicen que esta campaña que ha durado todo el sexenio (y que se recrudecerá conforme se acerquen las elecciones) no está funcionando… excepto por una minoría de la población. ¿Son parte ustedes de esta minoría, queridos lectores? ¿Se han detenido a pensar si acaso es posible que estén equivocados? Sólo como ejercicio mental, ¿están dispuestos a intentar escuchar al otro lado? ¿De verdad escuchar?

No dejen de escuchar a los medios chayoteros; al contrario, asegúrense de seguirlos escuchando, por favor. Pero también escuchen a los que a su vez los critican; si no, están viviendo en una burbuja que, si todo continúa como van las cosas en este momento, va a tronar como ejote el dos de junio.

¿Es mi intención convencer a algunos de ese cuarto sector a que voten por la Transformación el próximo 2 de junio? Por supuesto que no; desde hace muchos años entendí que no importa qué bien o mal escriba, o qué datos presente o deje de presentar, en general no le voy a hacer cambiar la forma de pensar a absolutamente nadie. Pero sí necesitamos todos salir de nuestras burbujas informativas.

Además, si me permiten ser sincero, queridos lectores, no necesitamos los votos de ese cuarto sector: ganamos sin ellos, fácilmente (aunque faltan cuatro meses para las elecciones; y esos son muchos meses para que ocurra una desgracia). Y para el plan C, además de que hay muchas opciones incluso si no conseguimos las dos terceras partes legislativas directamente, es mucho más sencillo convencer a más gente que vote por primera vez a tratar de convencer a los que no aprueban: en el 2018 votaron por primera vez 11 millones de mexicanos. Ese porcentaje de ciudadanos que ni aprueba ni desaprueba es muy probable que contenga un montón de paisanos que nunca han votado (justo porque como que les vale madre, realmente); si este dos de junio aumentamos el número de votantes la mitad de la última vez, unos 5 millones, creo que fácilmente conseguiríamos esas dos terceras partes. Vamos a ver.

Como sea: no todos los miembros del cuarto sector están mal informados; algunos (no sé cuántos) de manera honesta, sin caer en dogmatismo, sencillamente no están de acuerdo con las políticas de la Transformación. Estos ciudadanos mexicanos, junto con los dogmáticos del tercer sector, están equivocados, si hacemos caso a las toneladas de evidencia empírica que existen; pero tienen derecho de estar equivocados. Tienen todo el derecho del mundo de proselitizar su ideología y tratar de convencernos de que los programas del Peje no pueden funcionar aunque al parecer sí estén funcionando; tienen derecho a organizarse políticamente y perseguir los espacios políticos que puedan ganar; y a través de ellos tienen todo el derecho de hacer un contrapeso a las políticas de Estado de la Transformación y tratar de detenerlas o retrasarlas.

Pero siguen siendo minoría y por lo tanto no tenemos (nosotros como sociedad y la Transformación como la que cuenta con la legitimidad, autoridad y fuerza del Estado) por qué hacerles caso.

Si se juega el juego político, tienen derecho a ciertas concesiones y definitivamente siempre a ser escuchados; pero evidentemente no se van a hacer las cosas como ellos quieren, porque son minoría. No importa que algunos, como los dogmáticos, estén 100% convencidos (como los fanáticos religiosos) que tienen la razón de su lado.

Tienen que aceptar este hecho, si hay una participación política de buena fé por parte de ellos; si no quieren que ciertas políticas se implementen, deben convencer a un porcentaje significativo de la sociedad para que voten por los candidatos que los representen o para movilizarse con fortaleza y de manera continua si quieren que se les escuche. Una marcha no basta; nosotros marchamos durante décadas (generalmente con cientos de miles), llenando el Zócalo docenas de veces, antes de que pudiéramos convencer a suficientes paisanos de que éramos la mejor opción.

Si quieren que las cosas se hagan como ustedes quieren, tienen que convencer a una mayoría del país. Y si no lo logran, no se harán las cosas como ustedes quieren, obviamente. Así de simple.

Relacionado a todo lo anterior, hay dos cosas que mucha gente dice con las que yo no estoy de acuerdo: una, que la discusión política está muy “polarizada”; y dos, que el país está muy “dividido”.

De la polarización: nadie (y de verdad, jamás lo he visto u oído) está abogando por la destrucción absoluta de los adversarios políticos (a lo más la derecha hace comentarios clasistas y racistas, como que hay que obligar a miembros de Morena a vivir en Iztapalapa), y ninguno de los bandos está ensimismado en que el bando propio es 100% correcto y el opuesto está 100% equivocado: como mencioné los medios chayoteros admiten cosas buenas del sexenio del compañero Presidente; y obviamente también mencionan aunque sea parte de las pendejadas de la oposición (entre otras razones porque cometen muchísimas pendejadas). De la misma manera, los medios izquierdistas que mencioné reconocen cuando los adversarios de la Transformación tienen un punto y no se tientan el corazón en mencionar cuándo piensan que la administración la está cagando.

Me da la impresión de que la gente que dice que la política está muy polarizada, tiene esta noción porque cometen el error de usar redes sociales; yo por supuesto no hago eso, porque (repito una vez más) estoy convencido de que son una mierda absoluta. Pero además, ¿les consta que las señales de esta “polarización” las dan seres humanos de carne y hueso? Porque me parece que está demostrado que la enorme mayoría de engagements en redes sociales son bots alegremente mentándose la madre entre ellos, en ocasiones sin que ni siquiera una persona de verdad vea dichas discusiones.

Además hay que entender que si uno da una postura política y alguien más nos responde: “no, eso no es correcto; estás equivocado”, eso no es polarización: eso es que pensamos distinto. Es perfectamente normal y de hecho sano y bueno en una democracia. No tenemos que pensar igual; y de hecho me consta que entre la mayoría que apoyamos a la administración de Andrés Manuel, muchísimos diferimos en muchísimas posturas. Pasa lo mismo con la minoría que no aprueban a la Pejeadministración. Eso está bien; qué bueno que así ocurra.

De la “división”: el país no está dividido; al contrario, está más unido que nunca en apoyo de un proyecto de nación. El consenso es tan grande que es de verdad abrumador ver cómo los que apoyamos la Transformación superamos 2 a 1 a los que no, si no es que de hecho por más. Porque además, les recuerdo, los que no aprueban no quiere decir que desaprueben; hay un montón que no aprueba que con casi toda certeza de hecho les vale madre.

Los que de hecho desaprueban son una minoría que además va disminuyendo; el resto (o la gran mayoría del resto) estamos en general bastante contentos y vemos con optimismo el estado actual del país y el rumbo en el que está encaminado. Reconocemos y estamos conscientes de los errores, limitaciones y pendejadas que ha cometido la Transformación; pero (en general) no nos queda duda que es mucho mejor que las administraciones anteriores y que los programas sociales y modelo económico funcionan. Lo vemos con nuestros propios ojitos, al abrir las puertas de la calle y ver los hospitales; las carreteras y autopistas; los trenes y aeropuertos. Lo vemos al llenar el tanque de gasolina, al comprar la canasta básica, al pedir cosas en Amazon con un dólar históricamente bajo.

Y la enorme mayoría de los que apoyamos la Transformación, nos orgullece y alegra ver a un Presidente que habla del legado histórico del pueblo mexicano; de las bondades de la cultura nacional; de cómo ser mexicanos es algo de lo que nos podemos sentir orgullosos. Si ustedes no están de acuerdo o les parece que esas son cosas superficiales o irrelevantes (o peor aún, que es “peligroso” pensar así), de verdad no sé qué decirles: tomen de nuevo sus clases de civismo en la secundaria, o algo. Lo que sí sé es que, si una parte no trivial de sus años formativos transcurrieron en México, y no les importa o les da vergüenza ser mexicanos, nada más se están poniendo el pie ustedes mismos, porque su cultura es la mexicana les guste o no, y forman parte de este pueblo, nos guste o no a nostros.

No hay división; hay una gran fiesta nacional, y todos los mexicanos están invitados. No es obligatorio que asistan, pero si no lo hacen se están perdiendo un gran huateque.

Para terminar, debo enfatizar que en esta entrada no hablé de lo que yo denomino nuestra desesperada y triste oposición. Algunos de los miembros de los cuatro sectores que mencioné forman parte de ella, pero para , nuestra desesperada y triste oposición consiste de la oposición formal: los partidos políticos de oposición, en particular sus dirigentes, (algunos) gobernadores, legisladores y candidatos; no realmente a sus militantes.

Hago la distinción, porque una de las cosas que hace todavía más trágico (y enfuriante) el estado de nuestra desesperada y triste oposición, es que la misma no representa a casi nadie de la ciudadanía. Representan a un sector oligárquico diminuto y a una bola de burócratas partidistas que mayormente están traficando fueros legislativos para tratar de, literalmente en muchos casos, evitar terminar en la cárcel.

Pero de nuestra desesperada y triste oposición escribiré en otra entrada.

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How Not to Summon a Demon Lord

En algún momento en los últimos 3 años, vi How Not to Summon a Demon Lord; tiene 2 temporadas, entonces se me hace bolas el engrudo de cuándo comencé a verla y cuándo terminé ambas temporadas. Mis notas dicen que está después de DanMachi, así que supongo que ahora me toca hablar de ella.

How Not to Summon a Demon Lord

How Not to Summon a Demon Lord

Éste es un Isekai bastante menso pero en mi opinión muy divertido. Takuma Sakamoto es un nini que de repente es transportado a un mundo que es básicamente idéntico a un videojuego que él jugaba, con el cuerpo y poderes de su avatar en dicho juego, llamado Diablo. No estoy bromeando, así se llama; pero en defensa de Takuma, es el avatar de un juego, ponerle un nombre mamón se entiende, especialmente para un adolescente nini más bien torpe socialmente.

Como sea, Takuma es isekaiado, porque dos lindas e innecesariamente sexualizadas muchachitas lo invocan con la intención de hacerlo su esclavo; sin embargo, como el personaje del muchacho tiene un anillo que lo protege de magia reflejándola en sus enemigos, el hechizo de las muchachitas rebota y terminan ellas de esclavas de él.

(La Wikipedia usa el término “sirviente”, pero a mí no me engañan: querían esclavizarlo y terminaron siendo esclavizadas).

Muchas aventuras se siguen con hartos doblesentidos sexuales, comenzando porque el grupo no tiene dinero y tienen que dormir los 3 en la misma cama de la posada donde se hospedan. Las lindas e innecesariamente sexualizadas muchachitas tienen 14 y 15 años; y el cuerpo de Takuma en este nuevo mundo es de adulto, pero el muchacho es técnicamente todavía adolescente entonces… ¿no está tan mal?

Hilarantemente, si no se ofenden con historias idiotas de dibujos animados, Diablo casi no toca a sus esclavas (al menos no de manera premeditada) porque es virgen y le da miedo que descubran que tiene cero experiencia sexual. Eso sí, para librar de una maldición a Rem, su esclava menor que es una panteria (básicamente una catgirl), el hechizo correspondiente consiste en que Diablo (y de nuevo, no estoy bromeando) la dedee hasta que le exorciza un demonio milenario que por supuesto termina tomando forma de una niña prepubescente. Y que también termina siendo su esclava.

Nunca cambies, Japón.

Podría seguir describiendo más situaciones del animé, pero creo que pueden ir viendo por dónde va el asunto. Me parece más sencillo invitarlos a que vean la apertura de la segunda temporada, que usa música que fácilmente podría imaginar a Pitbull interpretando: es divertida, ligera, mensa y sexy, si no les ofende ver a personajes menores de edad siendo sexualizados, siendo éstos ficticios y dibujados. Casi todos los chistes tienen un componente sexual y las escenas de acción en general se resuelven fácilmente porque Diablo le gana sin muchos problemas a casi cualquier contrincante, porque su avatar en el videojuego tenía maximizadas sus características.

Las integrantes del harén (la unidad básica familiar del animé) son adorables; Diablo es un súper nerd en el cuerpo de un rey demonio; y el humor es bastante divertido si bien innegablemente arrecho, en muchas ocasiones de forma gratuita. Pero además, inevitablemente las dos esclavas (iniciales) de Diablo terminan enamoradas de él, y él inadvertidamente le propone matrimonio a Shera, su esclava mayor que es una elfa, al regalarle un anillo; lo que hace que Rem le haga un pucherito de que no es justo y que le debería dar uno a ella también. Así que tiene algo de romance y por lo tanto estoy contractualmente forzado a que me guste.

La serie es lo que es; yo la encontré muy divertida, si bien es indudablemente mensa y arrecha, no necesariamente en ese orden. Ustedes sabrán si les interesa: está en Crunchyroll si ese es el caso.

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