El domingo fui a ver The Revenant [1], porque decían que Leonardo DiCaprio mata un oso con sus manos.
Ciertamente eso ocurre. Se aplican las de siempre.
The Revenant es una película espectacular en la fotografía, la dirección, las actuaciones, los vestuarios, la música, los efectos y casi cualquier otro aspecto técnico que uno pueda pensar.
También es lenta, pretenciosa, ponográficamente violenta y ridícula en varias partes.
Aunque Birdman era igual de pretenciosa, al menos intentaba ser divertida y ligera la mayor parte del tiempo. The Revenant trata de ser pesada y seria y muy dramática, porque ser pesado y serio y muy dramático se suele traducir en premios.
Me dio risa las declaraciones de DiCaprio de que no habían hecho la película para ganar premios; el único propósito de esta película es ganar premios. Que por cierto, era igual con Birdman, pero ahí al menos González Iñárritu era sutil al respecto. En The Revenant es descarado.
La historia relata a un grupo de recolectores de pieles, que los atacan unos indios y mientras les huyen su guía (DiCaprio) tiene a bien pelearse con una osa que le parte su mandarina en gajos. Lo dejan al cuidado de su hijo mestizo y dos otros recolectores, hasta que uno de ellos procede a matar al hijo y abandonar al guía, intimidando al segundo para que lo siga. El guía es kriptoniano, al parecer, porque sobrevive y después de muchas vicisitudes se enfrenta con el tipo que mató a su hijo y se dan de cuchilladas.
La historia, pues, es una mamada. Aunque dice estar basada en hechos reales, es en su mayor parte apócrifa (aunque al parecer el guía de la vida real sí era kriptoniano).
La pornografía de la violencia de esta película es tal que yo no pude evitar reírme la mayor parte del tiempo; llega a grados ridículos. Aunque admito que la escena del oso partiéndole su mandarina en gajos a DiCaprio es espectacular. Ridículamente violenta, pero espectacular.
Y la tan mentada actuación “asombrosa” de DiCaprio a mí me dio hueva; el tipo se la pasa berreando y gimiendo, haciendo cara de “cómo sufro”, y básicamente eso es todo. Se me hizo muchísimo mejor la actuación de Tom Hardy como el villano de la historia. Por no decir que la motivación principal del guía (vengar a su hijo) queda bastante coja cuando en ningún momento la película consigue transmitir un vínculo real entre el guía y su hijo mitad-indio.
También tiene problemas la película con su duración; es de más de dos horas y media, y en mi humilde opinión pudo contarse la historia de manera mucho más fluida en menos de dos horas. Pero las películas muy dramáticas deben dormirle las nalgas a los espectadores, al parecer.
No me malinterpreten; es una buena película. Pero también me parece que su única razón de ser es conseguir premios, y alimentar el ego de González Iñárritu.
De cualquier forma, vayan a verla. Si se toman a broma la pornografía de la violencia (que es la única manera sana de tomársela) es muy divertida.
