En Barcelona, cuando todavía estaba trabajando con mi amiga Adriana, un día ella hizo una exclamación de felicidad porque sólo le faltaban 5 días para volver a México. Intrigado, me metí a un contador de días [1] para ver cuánto me faltaba a mí. En ese momento, todavía en Europa, me faltaban más de 140 días para volver a casa.
Por poco me echo a llorar en ese instante.
Conforme ha pasado el tiempo en este agotador viaje, de vez en cuando me he vuelto a asomar al contador de días, e inevitablemente he estado a punto de echarme a llorar de nuevo cada vez que lo veo. Hoy no es la excepción, pero dado que hoy justo se cumple que el tiempo que me falta para volver a casa es menos de un mes (para cualquier definición de mes que uno quiera utilizar), hoy comenzaré a contar las semanas que me faltan para regresar, hasta que falte menos de una, cuando empezaré a contar los días.
(Sí, así de ridículo soy.)
Así que, sin más distracciones, comienzo.
Faltan cuatro semanas.
