Una vez más estoy en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México esperando abordar el avión que me llevará a Madrid, haciendo escala en la capital gringa.
Creo, creo que terminé de hacer todo lo que tenía que hacer, y después de este último par de meses que me la pasé haciendo y planeando tantas cosas que me daban ganas de hacerme bolita y echarme a llorar, la perspectiva de pasármela sentado medio día únicamente jugando con mi teléfono, leyendo y oyendo música realmente no suena tan mal.
Nos vemos del otro lado del charco. A menos que se caiga el avión, claro.
