Una vez más fue la tradicional posada en casa de Enrique.
Me acabo de dar cuenta de que esta es la tercera vez seguida (al menos) que voy. De particular interés es que también fue Juan; él nunca había ido a una.
Lamentablemente este año no rompí la piñata, como el pasado; pero sí le di un buen golpe… aunque creo que me dolió más a mí que a la piñata.
Como sea estuvo muy divertido: hasta bailé.
