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La esquina

Hace mucho (más de un año y medio) que no escribo de política. No porque no me importe lo que pase (todo lo contrario), sino porque no he sentido que tenga mucho qué contribuir yo a la discusión. Pero también en parte porque creo que está quedando cada vez más rebasada la opción de discutir.

Con esto de los 43 muchachos desaparecidos, la situación del país, de por sí precaria, ha degenerado en una situación de la que será cada vez más difícil salir, y ciertamente esto no ocurrirá “discutiendo” ni madre.

Lo que todo mundo sabe, pero casi nadie dice, es que con casi toda certeza esos muchachos estén muertos. La detención de ayer del ex alcalde de Iguala y su mujer no aliviará en nada eso; tampoco lo harán las cerca de 60 detenciones que han ocurrido, ni la petición de licencia de Aguirre, ni la aparición de los cuerpos (si es que no los lanzaron al mar), ni ningún “acuerdo nacional” por a ver qué estupidez se inventan estos idiotas.

Lo único que puede aliviar este crimen de estado (y obviamente no me refiero únicamente al estado de Guerrero; por supuesto incluye al estado nacional), es que comiencen a haber cambios reales a lo que permitió en primer lugar que ocurriera. Y yo sinceramente me temo que no hay señales de que nuestra absolutamente desprestigiada clase política tenga la intención o la capacidad de implementar estos cambios.

Y por supuesto hablo de todos los partidos y de todas las fuerzas políticas. Y esto es gravísimo, porque si no es por la vía política, ¿qué opción nos queda?

Como decía al inicio; la opción de discutir queda cada vez más rebasada. El modelo económico que se ha seguido por los últimos 32 años (casi toda mi vida) ha sido demostrado por todas las maneras posibles que no funciona. La corrupción endémica que ha caracterizado a todos los niveles de poder de todas las corrientes políticas no sólo no ha disminuido, sino que ahora es fomentada por criminales que no tienen ningún reparo en utilizar un tipo de violencia particularmente sanguinaria que realmente no existía en el país hace unas décadas, o al menos ciertamente no era tan común. Más grave que la corrupción (que todos los países tienen), la impunidad que existe es cada vez más descarada, y hace cada vez más obvio para el ciudadano común que no tiene el menor sentido en esperar justicia si uno no cuenta con los medios económicos o políticos necesarios.

Eso es lo que permitió que el crimen de Ayotzinapan ocurriera. No es un problema local; no se va a solucionar con que renuncien algunos funcionarios y se encarcelen a un puñado de personas. El mierdero en que se han convertido las instituciones de este país va a seguir ahí, y va a desencadenar de nuevo en una tragedia de este estilo, a menos que de verdad ocurran cambios radicales en las mismas.

Me alegra ver las masivas movilizaciones que se ha generado en repudio a esta tragedia; me alegra ver a los chavos dispuestos a protestar y a exigir… pero lo cierto es que llenando el Zócalo, tomando casetas y haciendo paros tampoco veo que vaya a hacer a estos imbéciles reaccionar. A veces me temo que de hecho aunque quisieran, hemos llegado al punto en que no pueden hacer nada.

Y entonce sí ya valió madre, porque si los partidos e instituciones políticas no sirven, y protestar como siempre hemos protestado tampoco, ¿entonces qué? ¿Entonces qué sigue?

Hace demasiado tiempo decidí que cualquier manera de cambio por la que yo luchara en mi vida, sería pacífica. Y de hecho jamás he creído que usando violencia llegaremos a ningún lado… pero nada más se necesitan unos cuantos mexicanos suficientemente encabronados y hasta la madre que no compartan esa forma de pensar para que la cosa de verdad se ponga fea. Y me temo que gracias a estos idiotas, ahorita ya hay muchos más que unos cuantos.

Durante años en la Ciudad de México fuimos privilegiados. Gracias a tener gobiernos de izquierda que le dieran verdadera importancia a programas sociales, que permitieran a la gente ver una posibilidad de salir de la miseria, de avanzar socialmente, de darles salud, educación y vivienda digna a sus hijos, vivimos muchos años de paz y seguridad que en grandes partes del país hubieran soñado con tener. Todo eso está cambiando; la violencia ha ido acercándose cada vez más a la capital, y de hecho este año hemos tenido ya varios hechos violentos que hacía mucho no ocurrían aquí. Y no es de extrañar; incluso si las autoridades de aquí hubieran sido perfectas (que ni de lejos así ha sido), si el resto país se está pudriendo es imposible que no afectara eventualmente a la Ciudad.

Y si cae la Ciudad, ¿entonces qué? Si se dan aquí las mismas circunstancias que permitieron que ocurrieran los hechos de Ayotzinapan, ¿entonces qué?

No tengo una respuesta a eso. Lo que sí sé es que durante años dije que votar una vez al año no bastaba, que había que hacer más para que las cosas mejoraran. Bueno, ahora es más grave todavía: ir a marchas y mítines tampoco va a ser suficiente. Habrá que hacer más todavía, y si dejamos que sigan pudriéndose todavía más las cosas, la cantidad de acciones que habrá que realizar para salir del hoyo será cada vez más grande.

Nos estamos pintando en una esquina. Y sí, todos; izquierda, derecha, “apolíticos”, gobernantes, estudiantes, profesores, empresarios, obreros, todos.

A mí me parece que ya estamos en el punto en que vamos a necesitar hacer una revolución para cambiar las cosas. También creo (e igual es mi inherente optimismo) que todavía estamos a tiempo de que esta revolución sea pacífica, de que podamos evitar un derramamiento de sangre (aunque, como muestran los 43 desaparecidos, ya hay un derramamiento de sangre).

Pero si la situación sigue empeorando, entonces esa opción también quedará descartada. Y entonces a ver cómo salimos de la esquina en la que nos hemos pintado.

2 Comments (Open | Close)

2 Comments To "La esquina"

#1 Comment By Andreu On noviembre 9, 2014 @ 8:01 PM

Queda claro que la estrategia de avestruz de EPN de minimizar la lucha contra el crimen organizado no le funcionó. Ya desde que aparecieron las autodefensas en Michoacán estaba claro que las cosas no iban a ser tan sencillas como cerrar la ventana y hacer como que nada pasaba.

Ironías del destino, la izquierda terminó por llevar al poder al mismo tipo de gobernantes/matones de los que siempre se quejó en Guerrero.

Además, resulta que FECAL tenía razón: no podemos hacernos patos con el tema del crimen organizado. Los críticos de la guerra de Calderón ahora están muy calladitos (Algunos por miedo a que los salpiquen).

Hay muchos responsables por omisión: principalmente EPN, pero también el Gobernador de Guerrero, el PRD, Amlo, y quien sabe cuantos más. Todos ellos sabían que Abarca era un mafioso, o debieron haberlo sabido. Pero no, lo cómodo y más fácil es hacerse güey.

#2 Comment By Canek On noviembre 18, 2014 @ 10:03 PM

La respuest de Calderón al crimen organizado fue la peor de todas. En primer lugar porque no ataca el problema de fondo (la desigualdad social, que empuja a jóvenes desesperados a refugiarse en el crimen organizado, porque no tienen ninguna otra alternativa para tener un nivel de vida decente), pero además por el hecho de que nunca fe una “guerra” realmente; Calderón atacó ciertos grupos organizados, mientras pactó con otros, lo que resultó en que en ciertas zonas el crimen organizado tuviera carta blanca para hacer lo que quisiera, y que ultimadamente terminó en Ayotzinapan.

La única vía para erradicar al crimen organizado es que la población en general, y los jóvenes en particular, tengan una espectativa real de avanzar socialmente dentro de la ley, y esto no va a ocurrir sin un cambio en la política económica, y eliminando a la impunidad. Legalizar las drogas ayudaría, pero realmente no es suficiente.