Sevilla

Después de levantarme a las cuatro, para salir a las cinco, para llegar a las seis al aeropuerto de Barcelona, para poder despegar a las siete, llegué a Sevilla a eso de las ocho y media de la mañana, para pasarme un día completo luchando contra el enorme deseo que sentía por dormirme.

No pude disfrutar mucho Sevilla; era domingo, y como bien me habían dicho, casi todo está cerrado ese día. Además, yo me estaba desmayando de sueño, y salimos para El Rocío a eso de las nueve de la noche.

Llevamos aquí en El Rocío (un pueblo con 1,635 habitantes según el censo del 2008) ya cuatro días, en general trabajando mucho, comiendo como cerdos, y derritiéndonos con el inimaginable sol que pega al pueblo de seis de la mañana a diez de la noche.

Lo sorprendente es cuánto me recuerda este pueblo a muchos otros que he visto en México.

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